Castillo Ivashkov (MM B: 106154)

[Akiza Ravenclaw H.]

Antes que pudiera contestar de la acompañante que estaba a lado mío, escuché una tierna voz cerca de un rosal, sonreí se trataba de mi madre, al verla caminar, me ponía contenta de ser su hija ya que era una persona muy valiosa para mí. Hice una pequeña reverencia hacia ella en señal de respeto, acercándose para depositarme un beso en la frente, me sonrojé ya que hace mucho tiempo no sentía los besos de mi madre, miré a la pequeña Karma, que estaba ahí, asintiendo para poder entrar en el castillo, que era mi hogar y que no he tenido la oportunidad de conocerlo desde el interior.

 

Seguí a Leah y a Karma, por los terrenos que realmente eran los mas bellos que he visto, miré de reojo a mi compañera que también parecía hipnotizada ante los maravillosos paisajes que podrían haber visto.-¿Te gusto el castillo?.- le pregunte con una sonrisa mientras seguía avanzando, entrando por las grandes puertas, vi con asombro a las personas de servicio...¿no eran elfos? pasé de igual manera que mi madre, no sabía como actuar con ellos, así que los ignoré también.

 

Llegamos a un pequeño bar que se encontraba en la estancia, mi madre por arte de magia, me sirvió un whisky de fuego, una de mis bebidas favoritas parecía que me leyó la mente, hace mucho tiempo que no me servía aquél manjar. Al darle un sorbo un placer inigualable me apareció en mi ser. -Exquisito.- susurré feliz.

 

Mientras tanto, escuchaba la conversación de mi madre y la chica que apareció de la nada en el lugar, estaba buscando a algún familiar, o algo así, ella también era de la familia, que me alegró bastante porque realmente es bueno conocer a la gente cercana a ti, de pronto miré a mi madre, sabía poco del origen de ella, sin embargo sabía que era vampiro y demonio, miré sospechosamente a mi madre...se formó un largo silencio, esperé a que contestara Karma sin embargo estaba analizando, por lo cual para que ese silencio no se haga más incómodo o más sorpresivo decidí contestar a las preguntas de mi madre.

 

-Me encuentro bien...quería venir a visitarlas, ya que hace mucho tiempo que no pisaba el castillo...Espero que mis hermanos se encuentren muy bien...además de novedades, estoy planeando hacer un asesinato...-susurré divertida.- Era broma...madre.- guiñé mi ojo para que pueda ver que era verdad, ya que tras ponerme la máscara, me convertía en una asesina de traidores de la sangre.- Y tu madre...estás bien?, sin novedades?, creo que me quedaré una temporada por aquí para despejar mi mente de esas malas vibras...-comenté suspirando un poco al final, estaba feliz de estar ahí.

 

 

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@Kamra

[Arya Macnair]

Soltó la mano de la pequeña cuando juntos aparecieron los tres a los pies de un inmenso terreno verde. Tenía más tiempo del deseado sin visitar las inmediaciones del Castillo Ivashkov, y según tenía entendido, ésta vez no sería para atormentar a sus huéspedes o destruir sus instalaciones, simplemente había sentido la curiosa necesidad de pisar un sitio conocido y "seguro", como cuando tu vida se está desbalanceando y buscas una roca de apoyo.

 

Los jardines delanteros estaban perfectamente cuidados, la estatua se encontraba a medio camino, y por allá a lo lejos se podía apreciar el imponente castillo antiguo, se podía decir que los Ivashkov vivían bien; si se lo comparaba con su antiguo hogar, una estructura ennegrecida por las llamas de un dragón extinto, pues, quedaba bien. Pensar en Islandia le retorció el corazón, Ámbar no paraba de preguntar cuándo volverían a casa, o cuándo volvería su padre, la situación algunas noches se le volvía tortuosa.

 

—¡Ámbar, no corras te dije!

 

Macnair alzó un poco la voz y el niño que llevaba en brazos se apretó contra su pecho arrebatándole el aliento, desde que lo hubo sacado de aquel auto a punto de explotar en Escocia no había podido deshacerse de él, no hablaba, no comía y solamente lloraba, ni siquiera la pequeña lo toleraba, no quería prestarle sus juguetes porque los mojaba y el día anterior le había dado con un perro de goma por la cabeza. Ámbar volteó a ver a su madre por sobre el hombro, sonrió con picardía y acabó la carrera sin importar el regaño, llegando primera a la puerta y golpeando como una loca.

 

Antes de que nadie pudiese contestar a tan arrebatado llamado la pelirroja se posicionó junto a su hija y del hombro la hizo bajar un escalón para luego ponerse a su misma altura, —Se que te emociona visitar a Leah, pero debes comportarte como una señorita o no te dejarán pasar, ¿Vale?— el dedo acusador tocó la punta de la pequeña y respingada nariz de la niña a lo que ésta asintió y escondió ambas manos detrás de la espalda meneándose de izquierda a derecha, impaciente, esperando que acudieran a su llegado.

[Kamra Ashryver D.]

Para Kamra era dificil leer las reacciones de Leah, justamente porque no mostraba ninguna en particular. Aún a pesar de eso puso notar la pequeña pausa de sorpresa que tuvo luego de que la Peliblanca le contara la razón por la que había llegado hasta allí. Al parecer Akiza habia notado algo al igual que ella. El aire se sentía algo opresivo y tensionado.

 

Llevó a sus labios el wisky de fuego que le ofresieron al llegar cuando Leah comenzó a hablar una vez más y una llama de esperanza se encendió en la mente de Kamra.

 

- Cualquier informacón es bienvenida - dijo casi torpemente antes de que la ivashkov continuara. Poco a poco Kamra sintió como sus extremidades se iban aflojando a sus costados y algo dentro de ella le reprochó por no haber sentido el tirón hacia la mujer antes. Era como una sensación de pertenencia inconfundible, pero a pesa de que porfin había allado a su madre su mente comenzó a evocar muchas preguntas hace rato enterradas.

 

- ¿Por que? - fue lo unico que logró articular de todo lo que tenía que preguntar.

 

Akiza, sintiendo la incomodidad comenzó a hablar. Pero la Peliblanca sentía todo lejano. Y solo se limitó a observar los razgos de Leah, muy parecidos a los suyos.

 

@ @@Akiza Ravenclaw H.

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Off rol:

 

Realmente siento haber dejado tanto tiempo colgado este rol, tengo la amla costumbre de llenarme de roles y terminar sin inspiración. Espero perdonen mi retraso, saludos amores

[Leah Snegovik]

-No hay nada mejor que relajarte antes de cometer un asesinato -bromeó, mirando a Akiza, no sin seguir pareciendo extremadamente tensa-. Y novedades, bueno, parece que tienes una hermana.

La mirada sospechosa había tenido efecto, ¿cómo no? No era la primera vez que la veían con reproche porque aparecía una hija sin aviso aunque había pasado un largo tiempo desde la última. Kamra no se había movido en lo absoluto y empezaba a preocuparla. Sin embargo, un golpeteo intenso e incesante empezó a escucharse en el vestíbulo, en la puerta principal. Se movió primero indecisa, pues no sabía si debía dejarlas solas, pero tan solo llegó a dar un paso cuando la voz de la muchacha resonó, muy bajo, en la sala. Se detuvo.

No tuvo que pedirle a un squib que abriera la puerta, la muchacha ya estaba andando hacia la entrada cuando Ivashkov había decidido salirse por la tanjente. Por ello se giró para enfrentar a Kamra.

-Porque en mi juventud no tenía ninguna intención de ser madre, ni de asumir responsabilidades. Mis pensamientos estaban dedicados a mí, a mi futuro, a lo que quería lograr. Era egoísta y un tanto infantil, no puedo negarlo. Así que, no tengo excusa, más que una inmadurez que marcó a todos mis hijos.

Se hizo el silencio y de pronto, cual terremoto, un pequeño bultito tambaleante de cabellos rojos llegó corriendo hasta la sala y de un salto, que la rubia alcanzó solo por un segundo, se subió a los brazos de la matriarca. Ámbar, la hija de Arya, reía con una felicidad indescriptible en sus brazos y la mujer no pudo más que reír con ella, pese a que se sentía terriblemente culpable.

-Hola pequeña, dime que dejaste a tu fea madre en la calle -rodando los ojos, la niña le dio a entender que no-. Muy mal, eso te restará un caramelo.

La puso a un lado, sosteniéndola en un solo brazo y regresó la mirada a Kamra, a su hija.

-Lo lamento. Sé que no sirve de mucho, pero puedo ofrecerte un hogar y mi cariño. Y mi protección. Me temo que mi egoísmo me llevó a ser grande y con ciertos golpes de la vida, a ser mejor -besó la frente de Ámbar, que ya jugueteaba con su melena dorada-. ¿Qué dices?

Arya llegó y al igual que Ámbar, rodó los ojos.

-Macnair, ¿necesitas niñera o al fin vas a quedarte? Ya es tiempo de que elijas habitación. Las tres, si Kamra decide quedarse.

@@Akiza Ravenclaw H. @ @

[Kamra Ashryver D.]

Las palabras de Leah dieron vueltas por su cabeza un instante. Entendía el hecho de ser joven y egoísta - ella misma lo era - pero no lograba imaginarse lo que un hijo a temprana edad significaba para una persona con sus propias ambiciones y metas en la vida. A pesar de que en su opinión no era la decisión más honrosa, o la más acertada, entendía que las personas tenían diferentes maneras de pensar y actuar.

 

Una risa burbujeante la saco de su ensimismamiento y se encontró a una adorable bolita saltarína de cabellos como el más reluciente fuego. El sonido era un deleite para los oídos y fue inevitable para Kamra no reír en respuesta. Leah tomo en sus brazos a la criatura, depositando un tierno beso en su sien.

 

- Yo...me encantaría poder quedarme a conocerlos a todos - miró a su recién descubierta madre y sonrió un poco - Prometo serle leal a esta familia y trataré de ser cariñosa, la verdad no se me da muy bien - dijo la peliblanca riendo.

 

Se obligó a si misma a relajarse y tomó una posición despreocupada recostándose sobre la barra, si iba a quedarse, bien podría mostrarles como era. Odiaría que la sacaran a patadas al escuchar como solía utilizar el sarcasmo en cada frase, o como se enojaba cuando dañaban el más mínimo detalle en sus atuendos. Kamra sabía que su personalidad antisocial y un poco amargada jamás cambiaría del todo, y menos lo haría su fanfarronería.

 

@ @@Akiza Ravenclaw H. @

Editado 31 de Julio del 2017 por Kamra Rambaldi

[Arya Macnair]

Se había resignado hace tiempo al amor incondicional que su hija sentía por Leah, la transición de los celos y la inseguridad eran cosa del pasado cuando las dos féminas se encontraban en compañía de Ámbar, comprendiendo que, aquella niña era su hija, ella la había parido con dolor y había muerto en el proceso, —por muy cuestionado que fuese su comportamiento más tarde— y la rubia simplemente resultaba ser una leal protectora, no su madre. Aun así le ofendía el complot que se formaba entre aquel par cuando se trataba de ella, pero la ofensa era honestamente graciosa.

 

—Necesitaba un sitio donde poner toda mi basura— Bromeó.

 

No había traído maletas ni nada por el estilo, dado que el acuerdo aun no estaba completamente cerrado. Todos se habían enterado de la reciente venta de su castillo en Islandia y con éste el desarraigo de todos los malos recuerdos, incluyendo a Aziid, así que comenzarían pronto a buscar motivos para molestar dado que viviría con su verdadera familia en adelante. El pedido, debido a la seguridad con que contaba el castillo de la familia Ivashkov, había sido una simple habitación, ni muy grande ni muy pequeña, para guardar todos sus archivos, investigaciones y demás cosas que no podría cargar consigo o enterrar en el jardín.

 

Pero había sido algo más lo que la llevaría ante la matriarca aquella tarde y no solamente la burocracia. Ámbar miró a Leah y sonrió a la muchacha que estaba junto a ella, que viéndola detenidamente tenía un aire muy similar a la propia rubia, cosa que le hacía sospechar sobre la aparición de un nuevo heredero y luego señaló el bulto que su madre cargaba soltando simplemente la palabra "Llorón". Así era como había apodado al pequeño bebé porque, honestamente, no hacía más que berrear.

 

—Un gusto, Arya Macnair— Saludó sin poder estrechar la mano de Kamra y volvió a Leah, — Hablando de niñeras, tengo un problema.

 

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[Maida Black Yaxley]

Guardianes - Mascarada

 

De todos los lugares que había evitado en los últimos meses, el Castillo Ivashkov seguramente ocupaba la cúspide de su lista. Aún recordaba el camino exacto a la habitación que había ocupado en el lugar, algunos meses atrás, y lo que era más punzante en su alma, la razón por la que se fue. Pero las cosas por hacerse debían realizarse en la Marca Tenebrosa sin preguntar el cómo, el dónde o el porqué. Nathaniel y Zack habían largado la invitación y ahí estaba. En los jardines de la propiedad que fuera la primera que pisó al llegar a Inglaterra.

 

En su fuero interno, Maida confluía muchas preguntas. ¿Tanto había dolido la ausencia que básicamente había borrado todo rastro de la Ivashkov en su vida? Ahora que se ponía más clara, era consciente de no haberlo compartido ni siquiera con su novio. A lo mejor con Orión, pero no estaba del todo segura. Sólo con su primo, y aún así, en alguna especie de pacto tácito, ninguno de los dos, hablaba del último viaje de su madre, sin explicación y con tanto vacío en medio.

 

— ¿Llegará? —susurró consultando la varita que giraba entre sus dedos como si fuera un oráculo.

 

Había extendido la invitación hacia un Black Lestrange. Le pareció lo más adecuado, si llevaba a alguien extremadamente cercano, se vería en la necesidad de confiar en aquella persona los sentimientos que aquellas paredes de piedra le provocaban y no estaba por la labor. Él en cambio, la hacía sentirse cómoda y sin la presión de los lazos emocionales. Además, le debía disculpas por tanto comportamiento errático cada vez que se veían.

 

Tocó la puerta y acto seguido, un elfo doméstico salió a recibirla, dedicándole, como era costumbre de esas criaturas, una reverencia exagerada. Ingresó y se colocó el antifaz de encaje negro sobre el rostro. Había tratado de estar a la altura de la familia y del evento que se proponía para la ocasión, pero la verdad, era que, como siempre, no se sentía muy cómoda con un vestido de noche tan elegante. Y eso, que había escogido un sobrio tono negro que podía esconder la tembladera de sus piernas en la amplia falda que se expandía de la cintura hasta casi las rodillas.

 

— ¿He sido la primera? —cuestionó al elfo.

[Sapphira Black Lestrange]

Guardianes- Mascaradas

La vampira debía asistir al castillo Ivashkov porque había una mascarada en ese lugar pero sobre todo era parte de la guardia que debía cumplir y hacia tanto tiempo que no visitaba el castillo de su abuela que por un momento pensé que no encontraría el camino pero suerte llego bien a las inmediaciones de castillo

La vampira llevaba un antifaz con un encaje negro y con el detalle de una flor en el costado y había demorado en asistir a esa fiesta porque no quería ir sola y había acordado ir con Ashura que hacía tiempo que no se veían y podía ser un buen evento para ponerse al día con asuntos del bando.

Para haber una fiesta se veía todo muy tranquilo pero a lo mejor no habían llegado los invitados pero la vampira decide esperar afuera para ver si ve llegar a Ashura aunque con el antifaz tal vez no la reconociera

- Espero que llegue pronto pensó la vampira

Aunque la vampira al principio noto todo en calma la mansión después se dio cuenta que se escuchaban voces adentro y a lo mejor ya habían llegado algunos invitados a esa fiesta de mascaradas

@@Ashura Lestrange

[Eobard Thawne]

Guardianes - Mascarada

Parecía que la época pintaba para recibir muchas invitaciones, pues el mago recién había concluido sus estudios en Hogwarts, lo que a posteriori le abriría un par de puertas, o al menos eso tenía en mente. Egresar de la Academia implicaba la llegada de muchísimas responsabilidades, pues ya no habría excusas para no buscar cabida en algún departamento ministerial, porque limitarse a que su familia lo mantuviese era la más descabellada de las ideas. Eso sin mencionar su interés por probar su valía ante algunos miembros de la Marca Tenebrosa.

 

La citación procedía de la persona menos esperada por el Black Lestrange, alguien que según su creencia había optado por mantener un bajo perfil, teniendo que esfumarse en cada ocasión en la que se habían encontrado cara a cara. A decir verdad, al castaño no le preocupaban mucho sus repentinas desapariciones, se había habituado a ello. No obstante, su misiva lo había tomado por sorpresa, pues no esperaba encontrarse con ella tan pronto. Y algo le decía que no era un mero encuentro social.

 

Se apareció a veinte metros del lugar acordado, maravillándose durante breves segundos con la arquitectura del castillo. Poco había escuchado de la familia Ivashkov, pero sabía que se trataba de uno de los linajes más respetados dentro de la comunidad mágica. El bosque de pinos se extendía a espaldas de la edificación, como si estuviese diseñado para que uno se perdiera, intentando encontrarse a sí mismo.

 

Una vez frente a la verja metálica de entrada, que exhibía el lema de sus miembros, espero a que esta se abriera, para finalmente adentrarse en los terrenos de la familia, siguiendo el camino de piedra que lo acercaba poco a poco a la imponente vivienda Ivashkov

 

<< Espero no llegar tarde, como siempre. >> pensó, aunque era casi siempre el primero en llegar, o al menos procuraba hacer una entrada tan dramática como le fuera posible. Sus favoritas. Consciente de que se trataba de un evento con uno que otro formalismo, había optado por portar una vestimenta más acorde a la situación.

 

Incluso se había alisado el cabello, a juego con la barba que comenzaba a dejarse, la cual lo hacía sentirse mayor de lo que en realidad era. Ya frente a la puerta principal, se dispuso a llamar, anunciando su llegada. Aunque la puerta estaba entreabierta, pues seguramente alguien más había entrado hacía poco, y posiblemente se olvidaron de cerrar bien. Grave error si estuviéramos en tiempos de guerra. ¿O así era?

 

Se adentró en la vivienda como si fuera un miembro más, cuidando de colocarse el antifaz negro que se le había solicitado, y el cual portaba diseños curiosos en los costados, como si se tratara de relámpagos azules y verdes, cuyo tono los hacía confundirse con el azabache ocasionalmente, sólo destacando ante el movimiento del portador.

 

Temo que sí, o al menos me ha ganado en esta ocasión, señorita.

 

Aldrich se deslizó hasta quedar frente a las dos figuras que conversaban, un elfo doméstico y una joven, cuyo vestido de noche y antifaz le concedían una apariencia aún más curiosa de la que él podía haber deseado para sí mismo. Le dedicó una sonrisa al tiempo que estiraba un poco el cuello, como intentando escuchar murmullos lejanos en el hall del castillo.

 

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Off: Bueno, no sé si también debía poner lo de Guardianes y todo eso al principio, pero en fin, si no es requerido me avisan y lo quito xD

[Maida Black Yaxley]

— Temo que sí, o al menos me ha ganado en esta ocasión, señorita —Maida sonrió al reconocer la voz de Aldrich detrás de ella y segundos después verlo frente a sí.

 

— Veo que a pesar de mis pésimos modales contigo, aún logro convencerte de venir a reuniones de este tipo —contestó a modo de saludo mientras le hacía una seña para que se retirara, se acercó a él para tomarle del brazo y entrar juntos a la estancia dónde suponía, estaría alguno que otro invitado—, lamento mi comportamiento, en serio Aldrich, es sólo que no sé, me provocas huir.

 

Se rió de su propio comentario mientras escogía lo siguiente por decir. La verdad era que desde que había conocido al Black Lestrange en ese establecimiento de Oterry, parecía sentir por él lo mismo que los campos magnéticos, a veces atraerse, otras repelerse. Y en ninguna de las dos formas encontraba explicación alguna de su accionar, se la pasaba enviándole lechuzas con notas de disculpa. Volviendo a encontrarse y volviendo a hacer lo mismo. En sus zapatos, Maida probablemente ya se habría cansado.

 

— Este es un Castillo muy hermoso, las habitaciones son sencillamente exquisitas, aunque la piedra les dé ese toque gótico te prometo que son muy acogedoras —comentó mientras señalaba algunas de las decoraciones en las paredes—, los primos Ivashkov, los dueños de este castillo son personas muy importantes dentro de nuestro círculo, tú entiendes —dijo, a sabiendas que Eobard entendería el contexto siendo uno de los aspirantes más prometedores de los últimos meses—, espero que puedas disfrutar esta noche de su amabilidad. Yo la disfruté en su momento.

 

Ya en lo que debía ser la Sala de Estar, reconoció el atuendo del caballero y se perdió unos instantes en el contraste que hacían los adornos de su antifaz con sus propios ojos. La verdad, es que se veía bastante apuesto, y estaba por mencionarlo cuando sintió llegar a otra mujer. Una delicada figura que se le hizo conocida, aunque claro, bajo la máscara y sin haber oído su voz aún, era imposible reconocerla. Alzó la mano libre para llamarle, después de todo, no habían demasiadas personas.

 

— Buenas noches —saludó en cuanto la joven se acercó a ellos.

 

 

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@@Eobard Thawne