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Transformaciones III


Cillian Haughton
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— Los han convertido a todos en animales... —Susurró Carlos al oído del Ryddleturn—. Y las atracciones, todo el parque ha sufrido alteraciones, algunas simplemente han desaparecido.

 

¿Cómo era que nadie se había dado cuenta? Aquel parque era sin duda un lugar grande y bastante llamativo, era bastante raro que nadie más que Carlos se hubiera percatado de todo aquello. Cillian abandonó su asiento para situarse frente a su chico.

 

— ¿Y por qué has venido aquí, Carlos? ¿Por qué no has acudido al Ministerio? Sabes bien que yo no puedo hacer nada en esas circunstancias, soy un simple profesor —la verdad era que estaba cansado de los problemas, últimamente no paraba de salir de uno para entrar en otro por culpa del Ministerio.

 

El rubio suspiró, no tenía una respuesta para eso, a decir verdad parecía un poco desconcertado con todo aquello. Parpadeó y trató de buscar en sus pensamientos un par de palabras para poder responder, pero le era imposible. Había visto el problema, aquel problema que nadie parecía notar y no había pensado en nada más que en acudir a Cillian, eso era todo.

 

— ¿Sabes qué? No me respondas —sabía que no recibiría una respuesta concreta, hacía tiempo que había dejado de intentar llegar al final—, el caso es que estás aquí y que al parecer has llegado al lugar indicado... Aunque no sea el Ministerio, tenemos la necesario para solucionar esto.

 

Acarició el rostro del chico al que tanto le debía y después de un beso rápido, le pidió que se retirara. Ya lo buscaría después si ocupaba de su ayuda en aquella ocasión. Carlos sonrió, con aquella sonrisa suya que podía volver loco a Cillian, y se retiró sin más.

 

Suspiró, más problemas... Más misterios y desastres, pero por suerte tendría un par de manos importantes para solucionar aquello. Se acercó hasta y repasó la lista de alumnos que se suponía lo acompañarían en aquella ocasión.

 

Mia Zoeh

Mistify Malfoy

Felicity Malfoy

Sagitas E. Potter Blue

Juve Malfoy Croft

Vladimir Alexae

Amya_An

Matt Blackner

Perfecto, más que perfecto. Sacó su varita del bolsillo y con su ayuda transcribió el nombre de los nueve en pergaminos diferentes a los que añadió un par de coordenadas y la hora en que los esperaba ahí.

 

Disneyland Resort

33°48′40″N 117°55′08″O

01/05/2015

11:30 P. M.

No lleguen tarde.

Editado por Cillian

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-- ¿Varita? -- pregunté a mi elfo, mirando a los lados. La imagen de mi persona, reflejada en el espejo, también se giró hacia un lado, al contrario que lo había hecho yo. Me miré de reojo: lucía un jersey marrón oscuro y el pelo violeta caía sobre mis hombros. Los pantalones eran de pana marrón y mis bambas blancas, con cordones amarillos relucían por la diferencia de color. -- Tráeme también un chaleco. El de color mostaza, por favor, Harpo.

 

Mi elfo es genial, aún no pido las cosas ya las tiene en las manos y me las ofrece, como si me leyera el pensamiento. Me puse el chaleco y sí, con él puesto perdía un poco de austeridad en el vestir. Le daba vidilla. Tome un broche con una flor de la "Ojo Loco" dentro, similar al broche que una vez le regalé a mi hermana, y lo puse en el chaleco; un tono azul sobre el color mostaza. Genial... Tal vez no ganara un premio a la Moda pero sí me sentía a gusto con mi look, el adecuado para ir a estudiar a la Universidad. Con un poco de suerte, pasaría desapercibida entre los alumnos y podría colarme en el comedor, comer algunos sandwiches y una cocacola con ellos y enterarme de los chismes que contaban contra sus profesores.

 

-- Llega tarde.

 

Mi elfo me despertó de mis ensueños. Tomé la varita y me recogí el pelo con ella. Siempre la llevaba a mano, ahora lucía un cómodo moño no muy bien hecho pero que me favorecía, como semi-despeinado.

 

-- Tranquilo, llego a tiempo a la Universidad.

 

-- ¿Usted no lee bien las notas, verdad? Tiene que ir a Francia.

 

-- ¿Lo'cuálo? -- Dejé de mirarme en el espejo y tomé el pergamino que había llegado, invitándonos al Conocimiento de este mes. -- --¿Francia, la Francia? ¿La del otro lado del mar? Debes de estar equivocado.

 

Lo leí; en realidad había pasado de largo el nombre de Disney, ese montón de numeritos que parecían una clave secreta o algo así, pero que supuse que nos lo explicarían al entrar en clase y después la hora. Sólo me había fijado en la hora.

 

-- Aquí no pone nada de Francia.

 

Creo que la cara de Harpo era la de total condescendencia conmigo, y eso me cabreaba.

 

-- Disneyland Resort está en París.

 

-- ¡Leñes! ¿Y cómo voy a saber eso? Yo no sé de geografía y no conozco los nombres de las ciudades. Vale... Trae mi alfombra y mi pasaporte. ¿Sabes hablar francés? Yo lo tengo muy deslucido por el poco uso. Hum... Manda nota Matt y a Amya, por si quieren aparecerse por allá o vienen conmigo. La alfombra tiene capacidad para cuatro. ¿Y dónde está ese disneilánresórt?

 

-- Usted le dice a la alfombra que vaya allá y le llevará, Ama Sagitas. En la última revisión le pusieron un GPS mágico que le llevará a cualquier sitio. Ahora, permítame que le sugiera ponerse un pañuelo sobre el pelo o acabará más despeinada de lo que parece.

 

--Hum...

 

No contesté nada más y me crucé de brazos, mirándome al espejo de nuevo. En cuanto llegaran las respuestas de Matt y de Amya, me iría a clase. ¿Sería una asignatura peligrosa? Tal vez mejor que me llevara los guantes nuevos.

 

-- ¡Harpoooo! Tráeme los guantes de piel de dragón.

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— Si no fuera por las personas convertidas en animales, creo que el parque sería mucho más divertido así.

 

Apenas aparecer en las inmediaciones del parque un pequeño grupo de animales rodeó al Ryddleturn y si este no hubiera estado enterado ya de la situación en el lugar, le hubiera parecido algo ligeramente raro pero normal al final de cuentas. Dejó escapar un ligero suspiró y llevó su mano derecha hasta el bolsillo de su gabardina para tomar a Leah, su varita.

 

— ¿Cómo era? —Dudó por un segundo, no conocía todos a la perfección, nadie era perfecto—. Oh sí, ya, ya...

 

No podría ocuparse de todos a la vez así que hasta los demás no comenzaran a aparecer no podía hacer demasiado. Apuntó a un pequeño perro, no conocía la raza con exactitud, pero esperaba no equivocarse y haber elegido a un niño o una una niña ya que los pequeños eran más fáciles de manejar en el campo de la magia.

 

Murmuró una sola palabra y un segundo después el cachorro comenzó a volver a su forma original; una pequeña de rostro delgado y risos rubios, perfecto, no debía tener más de diez años. Cilian se acercó hasta ella a la sombra del majestuoso castillo del parque, ahora convertido en un extraño conjunto de aparatos electrónicos y plantas.

 

¿Cómo habían logrado realizar aquello? Cillian no tenía ni idea, pero lo descubriría. Los hechizo de Transformación podían ser extraordinarios, pero en las manos equivocadas también podían ser un completo desastre y un peligro para todos.

 

— ¡Hola! Mi nombre es Cillian... —Utilizó un tono bastante alegre y confiado—. ¿Cuál es el tuyo?

 

— ¿Dónde están mis padres? —La pequeña estaba apunto de comenzar a llorar, estaba asustada.

 

— Los encontraremos, te lo prometo —quizá estaban justo ahí, pero no podía revertir el hechizo en todos en aquel momento—. Pero primero debes ayudarme en algo, a mí y a unos amigos que no deben tardar en llegar, ¿vale?

 

La pequeña asintió al tiempo que un perro más se acercaba hasta ella, parecía ser de la misma raza y también parecía ser un adulto. Al parecer los habían convertido en animales, pero seguían estando conscientes de su vida.

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Mi alfombra, comprada durante la aventura de Los Mundiales de Quidditch, ondeaba a tres centímetros del suelo, en los jardines de la "Ojo Loco". Parecía desear volver a ser usada. La pobre, la había estrenado en la boda ¡(aquello sí fue una luna de miel y el resto son bobadas!) y poco más. Aún llevaba el trozo del cartoncillo amarillo en la esquina inferior, de su paso por la Tintorería. La empujé un poco con la punta del pie y las borlas se estiraron, como si estuvieran a punto.

 

-- ¡Harpooooo! ¡Me voyyyy!

 

El enano llegó corriendo a la entrada trasera, trayendo una ciambrera de plástico. Sonreí. Al menos esta vez no era la latita de gatitos arrulladores que me había dado en el conocimientos anterior. Ahora que lo recordaba, la lata había quedado en la clase de Adivinación, debería encontrar un hueco para recuperarla. Era muy bonita.

 

-- No, Harpo, no voy a llevar galletas para el camino.

 

-- ¿Está loca, Ama? No puede cruzar el mar sin llevar un aperitivo. Son crocretas, de las buenas, no esas compradas en cualquier local de Diagon. Son caseras. -- Hum, la boca agua. -- Además, su hermana Amya ha dicho que la espere, que se irán juntas, así que son para ella. A ella le encanta mi comida.

 

Creo que me estaba echando en cara que no comiera tan a menudo en la mansión como debiera, con tanto trabajo ministerial que teníamos.

 

-- Hum... Esta me la pagas -- le dije, pero tomé la ciambrera y la puse en el centro de la alfombra. Nada más relajante que tumbarte en la alfombra y volar mirando las nubes, mientras saboreas una croqueta. -- ¿Y de Matt, se sabe algo?

 

Harpo negó con la cabeza y me tendió un gorro de aviador.

 

-- Recuerde que la última vez se metió entre las nubes y no veía nada. Tienen un Impervius garantizado así que se lo pone y sin protestas porque le chafe el pelo. Ante todo, la seguridad mientras se conduce.

 

¡Qué bien me conocía mi elfo! Sí, mejor la seguridad, por eso me pondría el casco y las gafas, además de los guantes de dragón. Nada podía pasar... ¡Si hasta le había puesto cinturones de seguridad para que no se cayera nadie al vacío mientras volábamos.

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- Ay mi...! ... cabeza.

 

La bruja literalmente recibió un pergaminazo en la cocorota. Levantó los brazos por inercia y le cayó de rebote entre las manos éste. Lo abrió y un gran signo de interrogación bailarín emergió allá arriba.

 

- Disneyland re ...

 

Ni siquiera terminó de leer pues para ella era peor que chino. Le dio la vuelta un par de veces y solo entendió que venía del Ateneo de la Universidad mágica.

 

Ya no le gustaba mucho los viajecitos de disque aprendizaje. La última gracia "educativa" casi la deja en estado medio comatoso con su cuerpo en una secreta cueva en lo mas recóndito de quien sabe que bosque oscuro, y su ser mental, un poco mas que extraviado en un laberinto imaginario ... solo porque con ella, el agua, no es.

 

- Qué ca...! ... casualidad.

 

Un segundo coso. Esta vez de parte de la peli-violeta.

 

- Mal-habido día que no conecté su mansión con la mía para ahorrarme las suelas.

Protestó. Quizás optara por montarse alguno de sus elfos de casa para no caminar mas.

 

- Seguro que Sagitas, sabrá que son estos raros numeritos.

 

Tal vez fuesen algo rúnico. Lástima que no estuviera la nueris para preguntarle ... pos si ella era casi experta en esos dibujitos raros.

 

Tomó la capa de trote. Oscura, amplia ... aunque ya estaba un poco marchita pero abrigaba bastante bien al fin y al cabo, que era lo que valía.

 

Se enrumbó hacia la Ojo-Loco. Tuvo que correr el último tramo porque ya veía que cada día mas, lo hacía mas lerdo ... tal vez se comprara una de esas maquinitas muggles para andar largos caminos.

 

En fin, llegó y le pareció ver a Sagitas tumbada en ...

 

- Es es serio peli-violeta???

 

Casi se infarta con la novedad, y no sabía si su mala disposición era porque no le gustaban los traslados mágicos, porque nunca antes había volado en alfombra mágica (al menos, no el de su hermana) ó porque recordaba que era el coso en el que Potter-Blue y Blackner se había montado para irse de luna de miel.

 

- Como no la hayas esterilizado correctamente, me aviento de cabeza en parachute muggle ...

 

Le amenazó a su mana ... y mudó el tema.

 

Se sentó en una de las orillas con bastante desconfianza y carita de ascos porque solo podía imaginarse a ese par, haciendo Mattcitos y Ithilitos allí encima.

 

- Así que ... qué es éso de Disney? nos vamos a USA? hubiese preferido Orlando florida, lo de las princesitas no es lo mío ... además, dicen que allí, en lo otro, hasta hay algo llamado Parque Temático, y que es aterradoramente bastante fiel a lo que nosotros sabemos que existe. Ó nos iremos hasta Japón? y yo que ni tengo librito de frases para el buen turista ...

 

Desvariaba ... y así es como sin pensarlo, se tumbó encima de la alfombra toda fresca. Hasta halló (su manita), los deliciosos cositos de Harpo ... hacia el centro ... quizás mas abajo.

 

Le dio un mordisquito al cosito rico.

 

- Y qué estamos esperando?

 

Le preguntó sinvergüenza, devorando de las croquetas.

 

Hasta ahora, no había caido en la cuenta de quién sería el chofer de la cosa voladora (¡?)

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-Creo que se le está olvidando algo…-asomándose un par de ojos saltones le dedicaron esas palabras-Si a usted…-le miraba de hito en hito-¿Ya lo olvido?...-llevándose la mano a la frente golpeando esta un par de veces-¡¡¡ Lo ha olvidado !!!...-exclamó sin saber cómo tomar el descuido de la Malfoy-Su clase de transformaciones, ya debe haber comenzado o ¿no?...-usando un tonito irónico intentaba llamar su atención-No le va pasarme por alto, no intente evadirme o vamos a tener problemas…-le increpó Navian.

 

-¿Perdona?...-saltó la Malfoy en el acto-Yo no suelo pasar por alto mi responsabilidades para con la Universidad, ni como profesora y mucho menos como alumna…-esbozando una sonrisa cargada de suficiencia le apartó de su camino-La puntualidad es un don heredado por cada uno de los Malfoy y yo no soy la excepción a la regla…-sentenció lanzando el pesado tomo que momentos antes estudiará con ahincó sobre su cama-Para tu información estaba leyendo sobre la clase que estoy a poco de tomar, obteniendo detalles que me pueden servir en algún momento dentro de mi travesía por el Disneyland Resort. Ya tengo las coordenadas y la ahora exacta, ya sabéis que siempre salgo con dos o tres horas de antelación…-chasqueando su lengua cubrió sus hombros con una capa de viaje azul marino, ocultando debajo de la misma los vaqueros ajustados que había decidido usar para esa ocasión empatados a la perfección con una remera de escote en v.

 

-Ya decía yo…-ladeando su cabeza le tendió la mochila que había improvisado con algunas cosas que podían servirle-Lleva lo necesario, no crea que atiborre la misma con chucherías o cosas que le hagan perder el horizonte…-bromeó dejando la misma en su diestra-Solo lleva algunas frutas, agua embotellada y un frasco con algo de bourbon…-sonrió curvándose en sus labios una fina línea-Pero eso no es para que lo tome, sino para que lo use en determinado momento…-le aconsejaba entregándole su katana-Nunca sale sin ella…-puntualizó enfundando la misma en un estuche de piel-Su varita…-colocando esta dentro del cinto que llevaba anudado a su estilizada cintura-Ahora si…-le escaneó con la mirada de pies a cabeza-Está más que lista…-saliendo de su camino se despidió de ella con una rápida seña.

 

-Hasta dentro de unos días, Navian…-saltando por la ventana de su habitación Malfoy, desapareció justo antes de tocar el suelo con sus botas de piel de dragón. Una densa nube le llevo al sitio donde se desarrollaría la clase, percatándose de que el mismo estaba atiborrado de animales de diversas razas-Esto es más divertido que un zoo…-soltando una risita irónica siguió la ruta que le conduciría hasta donde estaba su profesor Cillian y tal vez, solo tal vez estaría acompañado por el resto de los jóvenes que se habían animado adquirir aquel conocimiento. No le incomodaba verse rodeada de animales, solo que no le acababa de cuadrar, porque no había un solo mago a excepción de los que le acompañarían dentro de su clase de transformaciones.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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-Debo irme, Aysha…-

 

Aflojé mi brazo izquierdo de su hombro, esbocé una pequeña sonrisa y a continuación me levanté de la banca en donde un hermoso celaje nos acompañaba, sucumbiendo tranquilamente a la noche. A ambos nos gustaba estar juntos la mayoría del tiempo, su felicidad comenzaba a ser la mía.

 

Abracé una vez más a la joven y acaricie su cabeza con ternura, ya le había explicado que debía ir a la universidad por mi clase de transformaciones y justo esa tarde me había llegado un pergamino para notificarme sobre la clase. Hubiera deseado que durase un par de días más, su compañía era lo que más buscaba. –Te quiero.- suspiré y me volví sobre mis tacones para encaminarme a un pequeño claro del parque, en donde tomaría mi escoba para volar hasta las coordenadas.

 

Para mí me resultaba sencillo volar, conocía todo el mundo, había estudiado todo lo que conlleva con la geografía y socialismo muggle. Era interesante ver como se desenvolvían. Aunque para mí, no eran capaces de manejar la magia, no eran aptos.

 

Al llegar a las coordenadas establecidas en el pergamino, vislumbré un parque de atracciones totalmente vacío y casi en su totalidad oscuro, vi ciertos animales merodear en la entrada y alrededores, parecía que solo ellos fueran los habitantes del lugar, me escalofrió el hecho.

Mi intuición me hizo llegar al centro de un pequeño parque, donde encontré a una pequeña niña rubia a la cual miré con detenimiento, acompañado de una persona que sin duda alguna era un mago, me acerqué a ambos e hice una pequeña reverencia.

 

-Buenas noches, soy Vladimir. – precisé el momento en que varios perros llegaron al lugar ladrando y haciendo alboroto, como los odiaba cuando estaban haciendo eso. Pero lastimosamente era su único modo de hablar. Un perro de una raza que me agradaba mucho se acercó a mí, era un border collie que acaricié sin más, me encantaban las mascotas.

 

OFF:

Disculpe mi tardanza profesor, he tenido días cansados en el colegio. Saludos. @Cillian

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- Madame Malfoy - el hombre detrás del escritorio se levantó apresuradamente al verla entrar – Es un placer volver a verla, después de tanto tiempo – estrechó la mano de la mujer. Mistify sintió el temblor en la mano, tanto como en la voz de su interlocutor vestido con un traje oscuro de corte evidentemente muggle.

 

- Vine por lo sucedido en el parque muggle – la bruja sostuvo la mirada – El Ministerio de Magia Inglés se percató de lo sucedido y en vista de que en Francia no hay buenos magos… - enarcó una ceja.

 

- ¿Se enteraron? Se suponía era un secreto – la voz del Ministro Francés tembló nuevamente y sus ojos se escabulleron a una pila de pergaminos.

 

 

- Tal parece que no es lo suyo guardar secretos - a Mistify nunca se le había dado bien las Relaciones Internacionales, para eso estaba su hija. Odiaba adular personajes que lo único que hacían era revisar pilas de papeles para estampar su firma al final, sin saber a ciencia cierta que era lo que estaban firmando – Anoche llegó el comunicado al Ministerio y Mackenzie Malfoy envió una lechuza a la Universidad para ver si podía encargarme de este tema. – Estaba claro que obvió decirle que el poder de la Universidad Mágica era cada vez mayor, teniendo en cuenta el potencial de los Arcanos y Uzzas que ahora habitaban allí.

 

 

- ¿Y vino a pedirme permiso? -

 

 

- No, vine a avisarle que un grupo de alumnos de primer nivel de la Universidad, junto a uno de los profesores está ya en el Parque dispuesto a arreglar el embrollo en el que se han metido.

 

 

- No estaba informado de esos movimientos. Sabe que es mucho papeleo de pasaportes y…. –

 

 

- Ahora lo está –

 

 

- Ustedes los ingleses creen que pueden… -

 

 

- No creemos, podemos – sonrió la Malfoy – Nuestro principal objetivo es que toda actividad mágica dentro del parque quede borrada y que el secreto de los magos no quede a la vista del público debido a su inoperancia.

 

 

El hombre tamborileó los dedos sobre el escritorio.

 

- Tengo que marcharme, me esperan en el parque. Espero que si su grupo de Operaciones Especiales Mágicas se aparece por allá sea para ayudar y no para obstaculizar nuestro trabajo.

 

 

Él asintió y Mistify salió por donde había entrado, cerrando la puerta tras ella. No dudaba que en minutos su hija recibiría una lechuza debido a su comportamiento.

 

 

*****

 

 

- ¿Profesor Rydleturn? –

 

 

Mistify Malfoy vestía una túnica impecablemente blanca. Las mangas eran amplias y el borde prácticamente rozaba el suelo que pisaba. Llevaba el cabello rubio y largo recogido en una intrincada trenza que descendía por sobre su hombro izquierdo y terminaba por debajo de su pecho. Tenía los ojos verdes, intensamente esmeraldas y un rostro en el cuál las emociones muy pocas veces podían ser detectadas. Un pájaro negro del tamaño de un cuervo, se asentaba sobre su hombro derecho. El cuello largo, similar al de un flamenco y un pico demasiado generoso para la pequeña cabeza en la que un par de ojos negros destilaban algo más que inteligencia.

Editado por Mistify Malfoy

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- Va Ithilion...venga, qeu tengo qeu irme a clase y llego tardísimo...

 

Me había costado la vida llevarme al pequeño de la piscina. Al crío le encantaba nadar y jugar...y más aun que le hiciera algo de caso. Pero ya me había llegado el aviso de los elfos, la nota qeu decía no solo qeu comenzaba una nueva clase en la academia, sino qeu además...

 

Teníamos que irnos a Francia! Hacía años qeu no pasaba por alli, pero me daba mucha prisa por llegar. Me daba miedo aparecerme en la mansión con Ithilion, no se qeudaba quieto, buscando la forma de zafarse para continuar jugando. pero al final lo sujeté en brazos y opté por la opción mágica.

 

Las voces de AMya y Sagitas me llegaban en la mansión, sabía qeu seguramente impacientes por haberme esperado. Tardé apenas un segundo en quitarme el bañador, para llevar un pantalón de tela color morado y una camisa de color verde claro, acompañado por unas deportivas negras.

 

- Siento la tardanza! - exclamé, derrapando en mi carrera hasta ellas.

 

Fruncí el ceño al encontrarme con la cabeza de Sagitas adornada con un gorro y gafas de aviador. Extrañado miré a Amya y después de nuevo a Sagitas.

 

- Alfombra voladora? - pregunté.

 

No iba a quejarme. No podía. Por eso coloqué en mi posición, rumbo a nuestro destino.

- Alguna sabe qeu haremos en París? - pregunté

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- Ay mamá.

 

Exclamó sorprendida por la llegada del peli-rojo.

 

- Ea? Tú también? ... no lo tomes a mal, Matt, pero no sabía que también estabas inscrito en esta clase. Harpo no te dio algo de chocolate caliente para el camino?

 

Se volvió a su manis.

 

- Oye, cuánto dura el vuelo? mira que yo tengo vejiga chiquita y no me traje pampers extra.

 

Que mal previsora había sido la adleriana.

 

- Harpo! Harpo! no tienes uno de esos cojines para el cuello?

 

Rayos! de haber sabido con algo de tiempo, seguro que hechizaba con éxito a algun muggle de aeropuerto

para así conseguir un asiento de primera clase en uno de sus avioncitos monos (bonitos)

 

- Bueno pues ...

 

La muy fresca se acomodó completamente dentro de la alfombra voladora. Se enganchó primero el cinto, pero en lugar de sentarse, se estiró comodona para dormir durante el vuelo ... éso tras soltar un muy animoso :

 

- Arre Alfombra Mágica! Arre!

ZZZZZzzzzzzz.

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