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Transformaciones III


Cillian Haughton
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La pequeña no alcanzó a articular palabra alguna en el breve lapso de silencio entre las palabras del Ryddleturn y la aparición de Valdimir, el primer alumno. Perfecto, el primer alumno. Susurró un par de palabras al oído de la chica y ella entendió que no debía separarse del mago por ningún motivo, alguien seguía ahí y sus intenciones no estaban claras del todo.

 

— Cillian Ryddleturn —sintió como la pequeña se abrazaba a su pierna y Cillian no pudo más que dejar escapar un pequeño suspiro—. ¿Eres uno de los chicos de la clase, cierto? —Claro que lo era, ¿cómo sino iba a estar ahí? Algunas veces podía ser bastante torpe al elegir las preguntas que debía realizar—. Bueno, no importa... Necesitamos toda la ayuda que se presente. ¿Dónde está tu varita?

 

Vladimir debía tenerla guardada en alguna parte de su atuendo, hasta el momento Cillian no conocía a ni un solo mago que saliera de casa sin ella. Sacudió el cabello de la pequeña mientras esperaba una respuesta del chico. La noche comenzaba a volverse más oscura al tiempo que la noche iba ganando más y más terreno; el castillo lucía ya algo tétrico.

 

— Creo que no la tendrás bastante difícil para elegir a uno, más bien ya te han elegido... ¿Qué edad crees que tenga? —Inquirió al chico sin darle explicación alguna y no fue hasta unos segundo más tarde que captó su error—. Eh, hablo del perro, debemos asegurarnos que sean niños; tienen más capacidad que los adultos de recordar y ver cosas que no deberían estar ahí.

 

» Debes tener cuidado, concentrarte en lo que quieres lograr o será todo un desastre. Sólo debes apuntar al cachorro y decir el hechizo de destransformación... —Justo cuando el Ryddleturn hablaba un ruidoso estruendo silencio sus palabras, logrando que sólo Vladimir y la pequeña lo escucharan—... Y eso sería todo, lo habrás devuelto a su verdadera identidad.

 

Seguro que estaba confundiendo bastante al chico con tanta cháchara y poca explicación, pero ya lo entendería cuando todos estuvieran ahí. Un par de pasos comenzaban a acercarse a ellos y una voz femenina no tardo en escucharse.

 

— Eh, Directora, un gusto tenerla aquí —La observó por un segundo a ella y a su pájaro, ella lo sabía—. Creo que no es necesario que le explique por que estamos aquí, ¿cierto? Las noticias viajan más rápido de lo que esperaba. Debemos devolver este lugar a su forma real y encontrar al responsable.

 

Esperó para saber si la Malfoy tenía algo que añadir, y un momento después continuó.

 

— Mí idea es tener un par de pequeños aliados —pidió a la pequeña que se mostrara—, ya me dirá usted si es algo que podamos llevar acabo o no. Estoy seguro de que ellos nos ayudaran más que cualquier adulto muggle o mago.

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Mistify saludó al profesor y con un leve movimiento de cabeza al alumno que ya estaba en el lugar, Vladimir.

 

- Las noticias vuelan – reconoció la bruja – El Ministerio de Magia ya está enterado del procedimiento y hace unas pocas horas el Ministro Francés ha sido alertado de que nuestro grupo de la Universidad estará por aquí – su mirada se dirigía en torno a los presentes mientras hablaba, como analizando la situación en que se encontraban

 

- ¿Una niña muggle? ¿Ayudarnos? – la Malfoy enarcó una ceja, no entendía la forma en que esa “cosa” podría ayudar al grupo de magos a solucionar el problema que tenían entre manos. – No estoy segura de cómo podrían ayudarnos, pero si usted cree que podrían hacerlo …. – añadió escéptica. No iba a poner en duda el conocimiento del mago, después de todo era el encargado de resolver todo este asunto y su misión era comprobar que se llevara adelante, no intervenir. Aunque estaba claro que ayudar a muggles a volver a su forma original no estaba en su lista de prioridades, si fuera por ella los dejaba a todos como estaban, sinceramente le parecía que era mucho mejor asi.

 

De alguna manera la varita estaba ahora en su mano derecha y el pájaro en su hombro respondió con un sonido cavernoso el aullar de un par de perros que observaban con atención a la pequeña que Cillian llevaba prácticamente colgada de sus piernas.

 

- Si quieres puedes comértelos, Jazil, no creo que nadie se entere si falta uno o dos de esos – el graznido del ave no se hizo esperar, como una respuesta a las palabras de su dueña – No es cierto, no puedes… por el momento – le murmuró y subiendo el tono de su voz hacia el profesor preguntó - ¿El resto de alumnos a qué hora debían de llegar? ¿Y cuál es la situación exacta en la que estamos? ¿Cree que podremos estar de vuelta en las instalaciones de la Universidad en Egipto al finalizar el día? -

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-- ¿Ein? ¿Lo cuálo qué...? -- le contesté a mi hermana cuando entró en los jardines. -- ¿Es que no te gusta la alfombra? Pues por mí puedes ir con tus patines en línea, si quieres cruzar hacia la Francia.

 

Mi tono era algo sarcástico. Aún me gustaría ver a mi hermana poniéndose un casco burbuja y caminar por "el fondo del mar matarile rile rile" y llegar a tiempo a la cita con el profesor de Transformaciones. Supongo que el olor a croquetas le apaciguó, no hay nada como la comida para amansar a las fieras, aunque otros digan que es la música.

 

-- No es USA, es Francia. En serio, ¿es que no aprendiste Geografía Física? -- vamos, como si yo supiera de eso. -- Lo dice bien claro en esa numerología. Si aplicas el típico A=1, B=2, C=3 y sumas los números y lo divides entre los dígitos y le sumas la edad del individuo en cuestión, sale clarito: París de la Francia. Y hasta aquí mi explicación, que yo cobro por dar clases, mana.

 

Y sonreí, haciéndome la chula. Como si yo supiera lo que había dicho, porque me lo había tenido que explicar Harpo, el elfo.

 

-- Pues esperamos a Matt, porque me temo que él también viene con nosotros. Jooooo, no te pongas tan cómoda, que ocupas el sitio de dos. Y deja croquetas, que son para todos, hum... Mira, por ahí viene Matt con... ¿un pantalón morado? Guau, hijo, estás guapo. Me encanta ese color. Sí, alfombra. Venga, sube, que llegamos tarde... Y haber hecho "eso" en tu casa; ni se te ocurra hacerlo en las nubes para que los de abajo piensen que llueve. Eso sería una broma de mal gusto.

 

Me coloqué bien el gorro, me ajusté las gafas y...

 

-- No se dice Arre, se dice... ¡¡Pistaaaa!!

 

La alfombra dio un empuje hacia delante con tal ímpetu que nos tiramos hacia atrás (menos Amya, que estaba felizmente echada y ocupando todo el espacio. Me encantaba volar, ay, para lá próxima tendría que añadir un volante, eso era la caña, simular que lo movía entre nube y nube.

 

-- ¡Guauuuu! Me encanta volar, ¿y a vosotros?

 

Lástima que la tormenta aguara un poco la fiesta, al atravesar las nubes mojadas, pero un hechizo desecador ya arreglaría el problema en cuanto llegáramos a esa ciudad llamada Disneyresort.

 

-- ¡PUES NI IDEA DE...! -- leñe, ni a gritos oía nada excepto el viento frío que hacia temblar las borlas de la alfombra. -- ¡Ni idea de a qué vamos a Paríiiiiiis! -- terminé el grito.

 

El grito acompañó una caída en picado. ¡Demonios! Menos mal de los cinturones de seguridad porque seguro que hubiéramos perdido a Amya en el mar (juro que yo no la hubiera empujado). Después vimos tierra abajo, aunque no puedo asegurar de dónde estábamos hasta que la alfombra empezó a volar muy bajo, bajísimo, tanto que descubrí a varias personas que miraban un parque de atracciones y a un montón de animales. Frenó suavemente pero aún no bajé, extrañada por lo que veía. Me levanté las gafas y fruncí el ceño.

 

-- ¿Animales? ¿Tanto viaje para ver animales? Para eso me hubiera quedado en el Circo.

 

Había algo especial en aquellos perritos que ululaban y miraban a... ¡Demonios tuertos! La Directora de la Universidad. Aquello era un complot; en una de mis clases, estuvo Elodia, en ésta estaba Mistify. ¿Es que me controlaban? Levanté las manos, aún sentada en la alfombra.

 

-- ¡Yo no fui, fuera lo que fuera que pasó! Lo juro, tengo coartada. ¿Esta es la clase de Transformaciones?

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Erguí mi espalda colocando atención a lo que decía Cillian, saqué mi varita del abrigo con un movimiento de mi mano y me sujeté al cachorro que estaba a mi derecha, lamiendo mi mano con tranquilidad y haciendo el típico sonido de los perros cuando tienen miedo. Acaricié su cabeza con tranquilidad y pregunté:

 

-Bien Cillian, este perro no puede pasar de los dos años de edad... por lo que a mis estimaciones puede ser un niño de doce años, por lo que veo inteligente, capaz y también leal. - quité mis gafas de aviador y limpié mis ojos de las gotas de lluvia que había encontrado en el camino, la capa negra que llevaba encima me daba calor y me mantenía resguardado de la lluvia que se encontraba en las nubes. -Tengo varias preguntas, Cill...- un estruendo me interrumpió y apareció sobre la negruzca oscuridad Mistify, a la cual saludé con una reverencia. -Buenas noches...- le saludé.

 

Los muggles no me atraían para nada, en especial los adultos, pero con los niños podía ser más indulgente; son más manejables por así decirlo. Enarqué una ceja y justo después que habló la directora, volví la palabra a Cillian. -Te he puesto atención, pero juro que no entiendo en que pueden ayudarnos unos niños muggles a nosotros que tenemos la magia... A menos que nuestra tarea sea aprender y divertirnos con ellos..- sonreí mordaz, hacer experimentos con muggles me llamaba la atención. Simplemente eran ganado. Pero esperaría que el nos indique que hacer, habló de un hechizo antes de ser interrumpido. -Acerca del hechizo de destransformacion... ¿De qué trata?- concluí y noté la presencia de una voz gritando que no era del todo desconocida para mi, volteé a ver y se trataba de Sagitas, últimamente la veía muy seguido.

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Si la presencia de Misty me había sorprendido, el encontrar a mi futuro yerno me hizo elevar una ceja. Un pequeño rictus asomó a mi rostro en algo parecido a una sonrisa, aunque creo que no cuajó y quedó más como una mueca de desagrado.

 

-- ¡Vaya por los dioses! Tú aquí, Vladimir... Bueno...

 

Me bajé de la alfombra. En realidad no era tan difícil pues sólo tuve que dejar los pies por un lado y ponerlos en el suelo. La alfombra había terminado su viaje muy cerca de él y no tuve que saltar ni nada. Después di un par de palmadas sobre la tela.

 

-- ¡Eh, vosotros, dos, que hemos llegado! Venga, venga...

 

Después intenté comprender lo que sucedía. ¿Íbamos a jugar con perritos? Pero lo último que decía Vladimir me hizo volver a torcer el gesto.

 

-- ¿Cómo que el perro es un niño de unos 12 años? Es delito juguetear con los muggles... ¿Quién fue? Sólo se me ocurren dos opciones, lo hizo el profe para enseñarnos a des-transformar, o lo hizo alguien y los vamos a devolver a su estado natural. Y he aquí mi pregunta... ¿Los transformados recuerdan ese hecho? Porque entonces necesitaremos a Desmemorizadores...

 

Me quité el casco y las gafas y los metí en un bolsillo que guardaba más cosas de lo que parecía. Después me froté las manos, con los guantes puestos.

 

-- ¿Cómo se hace? Quiero decir... Hola a todos -- ahora que parecía que no me acusaban de nada, era de mejor educación presentarse, aunque todos los presentes me conocieran. ¿O no?

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Alcé las cejas al ver como la tía no solo se acomodaba, sino qeu prácticamente no nos dejaba sitio a los demás mientras ella mandaba a la alfombra arrancar nuestro viaje....

 

Demonios! menudo acelerón dio la condenada alfombra. Entre las nubes, la nieve y el viento....menos mal que no era de ponerme enfermo. Aunque al menos el viaje fue rápido, pues nuestro vehículo no tardó en comenzar el descenso, descubriéndonos qeu la ciudad a donde íbamos era en realidad una especie de ciudad-parque de atracciones dominada por los animales.

 

El aterrizaje no estuvo mal, para encontrarnos en medio del grupo de clase. Sagitas adoptó una pose un poco rara al ver a uno de los alumnos. Aguanté la risa, pues lo reconocí casi al momento, era el mismo que tenía cada vez qeu nos veía juntos a Heliké y a mi....aunqeu lo juro, yo no tenía nada que ver en esta ocasión.

 

- Han convertido a la gente del lugar en animales? dios, que...gente gruñí, procurando no decir palabrotas. - Eso no es bueno, además de que si te equivocas y algo sale mal puedes causar daño a los afectados, algo parecido a una aparición mal realizada. Me equivoco profesor? - pregunté

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— Será mejor que su amigo no se coma a ninguno de los presentes... —La pequeña se removió un poco entre las piernas del Ryddleturn, al parecer la criatura sobre los hombros de Mistify la asustaba un poco—. No podemos permitirnos perder ni una sola vida, todas son importantes.

 

Cillian nunca entendería esa postura de los suyos, los muggles no eran menos que ellos. Trató de sonreír pero no logró si quiera conseguir una mueca. ¿Todos tomarían esa misma actitud? Esperaba que no, estaban ahí para resolver un problema, no para causar otro. Aunque no podía reprochar nada ya que esa actitud era algo normal entre los magos, más en los pertenecientes a su anterior bando.

 

— No deben tardar en llegar, aún les queda un par de minutos —respondió mientras le daba un vistazo al reloj muggle que portaba en su muñeca izquierda—. Y sí, creo que ellos podrían ayudarnos, estaban aquí cuando todo esto comenzó...

 

Sus palabras se vieron interrumpidas por la llega de un nuevo estudiante o más bien tres aunque dos de ellos no hubieran soltado palabra alguna todavía. Un torrente de preguntas aparecieron en menos de un momento así que era hora de dar un par de respuestas. ¿Dónde estarían metidos los demás? Un par de pasos podían escucharse a lo lejos, quizá en un segundo o dos apareciera alguien más, justo para escucharle.

 

— Sí, es la clase de Transformaciones —primero lo primero—. Y no, yo no he convertido a todos en animales —¿acaso pretendía desprestigiarlo?—. Nunca haría algo así, más bien sé de quienes sí. Su departamento, ¿no? Más que resolver problemas, crea uno tras otro. Pero bueno, eso no es lo que nos ha traído aquí y no es un tema que este en discusión. Lo que sí que esta en discusión es el porqué alguien haría algo así.

 

» ¿Es que los animales les han llenado la vista? No sólo se han metido con los muggles si no con toda la infraestructura del parque, si no resolvemos antes del amanecer... Y eso responde su pregunta, Directora, por lo menos yo espero que antes de que un nuevo día comience, estemos todos descansado en nuestros hogares —realizó una pequeña pausa y volvió al tema—. Esto podría causar más y más problemas.

 

Sí, Cillian sabía que quizá aquello no era un tema que estuviera dentro de su incumbencia ni la de sus alumnos, aquello bien podría tratarse desde una perspectiva Ministerial, pero ya no había vuelta atrás. Él había decidido enfrentarlo y si los demás querían seguirlo, serían bien recibidos. Ya que tratar de desenmarañar aquel misterio, podría aportarles un poco más de conocimiento, por que si de algo estaba seguro el chico era de que quién estuviera detrás de todo aquello conocía demasiado sobre transformaciones.

 

Mientras Cillian hablaba, otro estruendo resonó por todo el lugar y no se debía a que aquella tormenta que había atrapado a los chicos de la alfombra en algún punto de su viaje estuviera acercándose, si no por que el castillo estaba cambiando de nuevo de forma. Sí, frente a sus ojos, el castillo pasaba de ser un extraño conjunto de aparatos electrónicos y plantas a estar completamente construido de caramelos.

 

— Creo que alguien se esta burlando de nosotros —susurró para sí mismo y después volvió a subir su tono de voz para que todos pudieran escucharlo de nuevo—. Bueno, un poco más de prisa. Sí, lo recuerdan, Sagitas... Y sí, necesitamos desmemorizadores, pero creo que tú y tus acompañantes podrían cubrir esa parte, ¿no?

 

Después de aquello, Cillian intentó que la niña hablara, estaba casi seguro de que ella sabía algo que podría ayudarlos de alguna forma.

 

— ¿Sabes sí hay alguien más aparte de nosotros en este lugar? —Inquirió.

 

La niña asintió y después añadió:

 

— Sí, yo los vi. Los vi antes de que su rayo de luz... —por un momento parecía haber enmudecido, pero por suerte no fue así— Eso. Eran tres chicos muy divertidos, sabían un par de trucos, ¿sabes? Uno podía cambiar el aspecto de su rostro —por eso había elegido a un niño y no un adulto, al final eran más útiles y menos llorones— y los otros dos se convertían en animales. Yo, yo les dije que quería ser como ellos y... y —Suspiró y al final se puso a llorar.

 

— ¿Eso responde a su pregunta, Directora? Por eso necesitamos la ayuda de un par de chiquillos.

 

Justo cuando terminó de hablar, uno de los acompañantes de Sagitas pareció volver a la vida.

 

— Y sí, es algo bastante arriesgado... ¿Matt? —Era el otro chico de su clase, no podía errar—. Así que, ¿alguno sabe como destransformar? Parece complicado, pero como ya se lo he dicho a Valdimir sólo es cuestión de concentrarse y nada más.

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Uno a uno iban llegando los alumnos que el Profesor Ryddleturn había convocado en aquella oportunidad. A algunos jamás los había visto, pero a la Profesora Potter Black la tenía vista no solo de los salones de clase, sino de una corta tertulia que había tenido lugar unos días atrás en uno de los bares de la Universidad.

 

Mistify se cruzó de brazos y el ave no dejaba de observar a la pequeña a la que Cillian estaba interrogando. ¿Tres magos hicieron este caos? ¿Porqué sería? La bruja giró su rostro justo a tiempo para ver la construcción convertirse en… ¿eran caramelos? Bufó exasperada. Y cuándo pensó que había terminado un chorro de chocolate oscuro brotó del medio del castillo acaramelado volando por los aires del mismo modo que lo haría la lava y ceniza en un volcán en erupción, solo que en lugar de azufre se podía oler un intenso aroma a vainillas y esencias.

 

La bruja actuó con rapidez. Si algo no se permitía era estar sucia. Murmuró un conjuro y el chocolate que debería de estar chorreando por sus prendas de vestir, resbaló de ellas sin provocarle ninguna mancha al igual que a su mascota. Bajó la mirada y revisó su túnica. Impecable, como siempre. ¿Podía decirse lo mismo de los demás?

 

- Evanesco – la varita de la mujer se movió en dirección al edificio. Si bien parecía un conjuro simple, lo complicado era desvanecer objetos tan grandes. Sin embargo la edificación se borró en el aire como si jamás hubiera estado allí, lo que aún permanecía eran los restos de chocolate, aglutinados en todos los que estaban en el lugar. O casi todos. – Supongo que no quería desvanecer eso, pero ya lo resolveremos en cuanto tengamos a estos tres “payasos” en nuestro poder. ¿No cree? – Seguramente Cillian imaginaba en ese momento que el castigo sería una buena suma de galeones y ayudar en poner el Parque de Atracciones otra vez en condiciones, pero la Directora de la Universidad Mágica estaba pensando en algo mucho más… complicado de explicar.

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-¿Rayo de luz?...-inquirió con un tono mordaz la Malfoy-Vaya, vaya parece que esto tiene que ver con…-se mordió la lengua a regañadientes-Con seres que intentan pasarse de listos de una u otra forma…-su tono de voz se mantuvo suave y displicente por momentos-¿Vamos a confiar en una muggle?...-casi se atraganta por la sorpresa de tener a una chiquilla a pocos metros de ella-Puede que los niños no lloren o se quejen de todo, pero si suelen ser un poco remilgosos…-rodeando sus ojos sintió la mirada inquisitiva de Misty sobre ella-Directora…-inclinando ligeramente su cabeza se dirigió hacia la bruja-Un placer verla…-terciando una media sonrisa volvió a centrar su atención en la pequeña-Está bien, como sea…-desenfundando su oscura varita se dispuso ayudar a el Ryddleturn.

 

No tenía la más mínima idea de que hacer, pero sabía que al final del día poco a poco las piezas del puzle encajarían a la perfección. Sus sentidos se agudizaron en el acto, no podía perder de vista el objetivo que les encomendara Cillian, ya que el trastabillar podría poner en riesgo la vida de algunos seres “inocentes”. Aunque poco le importaba la vida de un puñado de seres ajenos a su entorno, pero si el salvarlos le haría acreedora a pasar la clase, no se lo pensaría dos veces y se aventuraría a lo que se le presentara en el camino-Ahora nos tocara picarnos las muelas con un puñado de caramelos…-ladeando la cabeza dio un suave latigazo con su varita-¡¡¡ Confringo !!!…-estallando en mil pedazos una barra de caramelo macizo que despareciera varios trozos por el aire-¡¡¡ Wingardum Leviosa !!!...-soltó provocando que las partículas de caramelo de diversos tamaños levitaran lejos del grupo de magos.

 

-Necesitaremos algo más que desmemorizadores…-indicó recordando el cargo que ostentaba dentro del Ministerio-Puede que hayan usado magia antigua o magia que solo está permitida para magos acreditados por el Ministerio o el Ministerio…-su última frase estaba matizada con un tono siniestro. No iba a soltar así como así el nombre de los dos bandos que existían dentro del Londres, dado que el terreno que se pisaba dentro de las clases impartidas dentro de la Universidad era 100% neutral en toda la extensión de la palabra. El resto de los magos que les acompañaban, no eran conocidos para la Malfoy, salvo Misty y Cillian, ya tendría tiempo de conocer a los demás estudiantes.

 

Ahora solo le interesaba pillar a esos tres “insensatos”, ya que podía haber usado otro improperio en contra de ellos. Empero, no era buena idea, ya que estaba delante de una de las directoras de la Universidad, cuestión que le colocaba en el filo de la navaja, ya que tendría que andarse con cuidado o saldría de la misma por patitas.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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-- Pues lo que nos faltaba, que los afectados queden tarumbas o algo así. ¿Por qué siempre estoy cerca de los accidentes y cosas raras? No me extrañan que después me señalen cuando algo sale mal. Pero es pura casualidad, lo juro. Así que espero que ese comentario despectivo sobre mi departamento no se repita, si es que iba por el mío, porque le puedo presentar una denuncia a la Dirección Académica y a la Ministerial, por injurias.

 

Vamos, hombre. Yo venía a aprender una asignatura, no a sentir insinuaciones despectivas sobre el departamento que tan diligentemente conducía desde mi puesto ministerial. Algo que, además, no tenía nada que ver con el hecho de ser alumna de una clase de Conocimientos. Hum... Como no se andara con cuidado, aquella clase sería una buena demostración de lo que podemos o no hacer los miembros Accidentosos. Si quería ver cómo los de mi departamento "creábamos" problemas en vez de solucionarlos, sólo tenía que decirlo.

 

Me crucé de brazos sin añadir nada más, de momento. Iba a ser una clase muuuy interesante.

 

-- Ya veremos -- refunfuñé. -- Soy alumna de Transformaciones, nadie me ha contratado como funcionario ministerial, así que eso de desmemorizar en un país extranjero podría provocar un conflicto internacional que no estoy dispuesta a asumir. Ese riesgo debe de ser autorizado desde un cargo más superior que el de un sencillo profesor de conocimientos.

 

Caramelos... Interesante... Iba a tener que atar a Amya antes de que pasara la lengua por aquellos palitroques dulcosos. Y es que a ella se le iba la vista por todo lo que fuera dulce. Por suerte, aquella dulce niña habló sobre un rayo de luz y enseguida me di cuenta que hablaba de magos, de esos que disfrutan haciendo trastadas con la gente inocente, abusando de su poder. Temas muggles... ¿Cómo es que no habrían contactado con el Ministerio de Magia Francés para solucionar todo aquello? Bueno, así que teníamos que vérnoslas con un metamorfomago y dos animagos. Eso no era nuestro problema, ¿cómo es que no estaban los funcionarios de Aplicación Mágica en ésto? Si fuera en Londres, aún tendríamos jurisdicción para hacer algo, pero en Francia...

 

-- Yo no sé des-transformar -- Sí, vamos, a nadie iba a confesar yo mis conocimientos secretos. ¿No era él profe y no había ido yo allá para sacarme un certificado? Pues no iba a decir qué sabía o no sabía hacer. Así que usé mi tono más confiado que pude. -- ¿Qué hechizos sirven para eso? ¿Un Finite? ¿Algo más complicado? ¡Oh, demonios masticados!

 

La velocidad con la que usé la varita fue tal que pocos vieron transformarse una gran papelera que había por allá cerca en un paraguas de tamaño grande. Me puse a silbar el "I'm singing in the rain". Olía bien. ¡Oh, qué rabia, la Dire de la Uni había hecho desaparecer el castillo de caramelos!

 

-- ¿Y los muggles mañana no notarán que les falta una atracción? Porque eso seguro que era algo del conjunto del parque, ¿no? -- me encogí de hombros. El Evanesco era un hechizo que conocía bien, así que esperaba aprender algo mejor que eso. Bueno, al menos, la otra alumna impetuosa que había usado un Coffringo había tenía la certeza de pensamiento de alejar los trozos fuera de nuestro alcance. Ya me imaginé a Amya abriendo la boca para ver si alguno de ellos le entraba y podría catarlo. Solté una risotada divertida y seguí bajo la protección de aquel sencillo paraguas. Evanesco, Cofringo y Winwardium... Bueno, esperaba algo más. Me encantaría jugar al gato y al ratón en mi departamento cuando tuviera tiempo libre porque no tuviera trabajos pendientes.

 

 

EDITO: tras re-lectura, horrores no corregidos por escribir de prisa. Ahora sí.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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