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Defensa contra las Artes Oscuras III


Sherlyn Stark
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• Aula de Defensa contras las Artes Oscuras. // Universidad.

- Primera clase.


Las semanas fuera del exterior del mundo mágico habían sido tranquilas, pero a la vez aburridas. Al menos, agradecía haber podido reflexionar algunos temas de su interés y pasar tiempo con sus mascotitas. Se afirmaba que durante ese tiempo pudo aprender más sobre aquellos animalitos y de ella; por lo tanto, no se arrepentía de haberse tomado ese breve receso de actividades. Aunque, hasta el momento no pensaba volver a tomar esa decisión porque complicarían sus cargos en el mundo mágico.
No le importaba tener que intervenir en la clase de Defensa contra las Artes Oscuras, es más era un placer para ella que los directivos aceptaran su postulación para la suplencia. No hacía muchos meses que tuvo la oportunidad de tener a Athena Rouvás como profesora de determinada asignatura. Había sido una de las mejores clases en la que había podido participar, y lo más estupendo era que no había estado sola sino que junto a Helen Reyes. Deseaba que los alumnos de esa ocasión también se llevaran un bonito recuerdo de ella.
A pesar que planeaba poner a sus alumnos en actividades de “riesgos”, había decidido llevar uno de sus vestidos primaverales, puesto que el clima estaba apto para utilizarlo. Por otra parte, no tuvo la posibilidad de estar en contacto directo con sus alumnos, pero deseaba que pudieran tomar las precauciones que se requerían para la clase. En su mente tenía miles de ideas sobre las temáticas que podrían contener la clase; por lo menos, la noche anterior había leído con determinación, el cual no era muy diferente al que llevaba el de Cuidado de Criaturas Mágicas.
El aula de la asignatura quedaba en una sesión apartada al contrario de la que impartía ella. Pensaba que Adryanie había elegido ese espacio debido a la cantidad de artefactos peligrosos que podría contener ésta, y debían evitar que cualquier intruso ingresara en ella, pero al creer eso no dudaba para nada en la seguridad que ofrecía la Universidad. Cuando por fin se encontró con el interior del aula, examinaba cada uno de los detalles que se exhibía a primera vista. No era muy diferente al escenario que Athena había elegido para impartir la suya, y creía que debía deberse a que se basó en las versiones anteriores.
Los asientos de madera se separaban con un metro de distancia entre ellos, mientras que en la parte inferior del aula se dejaba ver un mueble de aspecto muy viejo y tenebroso que era parte de la primera actividad. Sobre su escritorio se hallaba una delicada nota que le indicaba los nombres de los alumnos que tendría en aquella ocasión. Le llamaba mucho la atención el de Aysha, puesto que la mujer había sido su compañera de departamento por unos meses, pero desconocía a Emily Cartwright.
— Buenos tardes —saludó la bruja cuando llegó el momento de la llegada de sus alumnas. — Mi nombre es Kirara Rosier, soy profesora de Cuidado de Criaturas Mágicos desde hace unos meses —se presentó, esperando que también hicieran lo mismo, ya que era extraño no conocer a los alumnos—. Como podrán ver, la señorita Adryanie no se encuentra disponible e día de hoy, por lo que me dieron la oportunidad de suplantarla.
» En esta primera unidad veremos, principalmente, la relación de las criaturas mágicas y las Artes Oscuras. Supongo que se imaginarán cuales son ellas, el boggarts y los dementores, estos últimos habitan en lugares oscuros y se alimentan del alma de las personas. Sin embargo, el Ministerio de la Magia dio la orden de tenerlos limitados de la comunidad para evitar que hicieran daño a los demás, a pesar de esto, podemos tener acceso a ellos para temas académicos.
— Comenzaremos con una actividad, la cual ya habrán podido conocer en otra ocasión —acercó el armario viejo hacía el centro del aula y prosiguió: — ¿Quién será la primera en atreverse a participar?
Editado por Kirara Rosier

 

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La impuntualidad había sido desde siempre uno de sus mayores defectos, sin embargo, para su clase de DCAO Emily hizo un esfuerzo enorme por no quedarse durmiendo por más tiempo del que debía y se alistó en el menor tiempo que pudo, llegando a la Universidad con sorprendente anticipación. Se deshizo de la capa, quedando en short y una blusa simple, el aspecto actual del lugar la sofocaba, a pesar de lo fresco del ambiente en el exterior.

 

Entró al aula esperando lo peor, algo así como un lugar tétrico o con poco aire, pero para su sorpresa no era el sitio más extraño en el que hubiera estado. Fue directo a sentarse en una de las bancas del fondo del aula, jugando con la varita mágica que llevaba en la mano, demasiado distraída para notar que la profesora ya se encontraba en su escritorio cuando llegó. Dio un pequeño respingo cuando ella saludó, presentándose, y más aún cuando notó la presencia de su compañera de clases.

 

Se mordió el labio inferior al escuchar sobre las actividades que harían, de cierta manera, Emily estuvo acostumbrada a la Defensa contra las Artes Oscuras, aunque, obviamente, enfrentarse a los boggarts jamás era bienvenido. Se puso de pie acercándose a Kirara, dedicándole una pequeña sonrisa, pensando en que terminar con todo ello de una vez era lo mejor para ella

 

¡Yo! Buenas tardes, mi nombre es Emily, actualmente no tengo trabajo y estos meses los he dedicado a recuperar los conocimientos que no me certificaron— contó subiendo y bajando los hombros restándole importancia, pensando que sería correcto presentarse un poco antes —Me gustaría ir primero...

 

Se posicionó a un metro del armario, inhalando profundamente, con la varita mágica preparada, con el brazo derecho en posición de bloqueo: al menos tenía la ventaja de saber a lo que iba a enfrentar. Aún recordaba cómo la primera vez que había estado frente a un boggart, no tenía idea la forma iba a tomar y el pánico casi se apoderó de ella, pero habían pasado muchos años desde entonces.

 

El armario comenzó a moverse con fuerza por la criatura dentro, que parecía enloquecida por revelarse de una vez. De repente todo se puso negro y ya no estaba de pie, sino recostada sobre lo que se sentía como la madera. Estaba atrapada, y sólo entonces soltó el aire que había estado guardado. Probablemente se encontraba dentro de un ataúd, y no es que Emily le temiera a su propia muerte, sino a los espacios extremadamente pequeños.

 

Movió la cabeza de un lado a otro, intentando encontrar alguna grieta o alguna debilidad en la estructura, mientras con la mano libre buscaba algún tipo de cerradura, olvidando por un instante que estaba en una clase, con la tarea de vencer a un boggart ‹‹concéntrate de una buena vez››

 

¡Riddíkulus! —exclamó.

 

El ataúd comenzó a expandirse, lo suficiente para que se sintiera cómoda, y a convertirse en un tanque de aislamiento sensorial, la dura superficie sobre la que estaba acostada desapareció dando paso al agua, provocándole un inevitable cosquilleo y una posterior carcajada que no pudo reprimir. Se escuchó una especie de estallido y en un abrir y cerrar de ojos el boggart se encontraba nuevamente dentro del armario. Emily se puso de pie, y a pesar de que solo habían pasado un par de minutos, sentía que había demorado una eternidad.

Editado por Emily Cartwright

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Concentró toda su atención sobre lo que estaba sucediendo en el aula de Defensa contras las Artes Oscuras. Sabía lo complicado que era enfrentarse al mayor temor de su vida, pero aquello no impidió que pusiera en práctica los ataques hacía un boggarts en la primera lección. De a poco comenzó a arrepentirse de haberla dado en primer lugar, puesto que generalmente las personas que se exponían ante este tipo de riesgos luego tenían problemas para la concentración o quedaban en un mal estado, deprimidos o entristecidos.


Siguió estudiando cada una de las acciones de sus alumnas para saber cuáles eran sus pretensiones ante la asignatura, a pesar que en la calificación no sumaba la forma de ser de cada uno, ella estaba muy intrigada en descubrirlo. Cuando Emily tomó el primer lugar para enfrentarse a la actividad, sus ojos se posaron en ella. No veía la manera en la que podía animarla para que no se sintiera sola ya que sólo era una desconocida en esos momentos. Lo único que sabía era que si seguía tan interesada en conocer las defensas contra las Artes Oscuras, sería una excelente practicante en un futuro muy cercano.


Se acercó más hacía donde estaban los asientos para determinar cada uno de los detalles de la actividad asignada. Su alumna ponía mucha seriedad y concentración al tema y, por lo tanto, pudo vencer con éxito al boggart que la enfrentaba en esa ocasión. Aquello le recordaba a las experiencias anteriores en las que había estado frente a esas circunstancias. No fue nada grato, ya que le dejaba con un mal sabor en su boca, el cual prefería borrar por completo de su cabeza.


— Excelente —admiró la bruja, sin querer saber más acerca de los recuerdos que aún seguían perdurando dentro de su mente—. Espero que la próxima actividad sea más de su agrado —dijo, incorporándose en su escritorio para tomar nota de lo que había sucedido en esa primera lección.


— Antes de comenzar con el siguiente tema, repasaremos lo que es un dementor, así completamos todo aquello que tenga que ver con las criaturas en relación con las Artes Oscuras. Yo creo que todos alguna vez habrá escuchado una mención de los mismos, además de mi comentario anterior, pero éstos tienden a ser un peligro para las personas que lo ven —mencionó la bruja, luego, en cada uno de los asientos depositó un pequeño trozo de pergamino—, les daré cinco minutos para que escriban acerca de cómo derrotar a los dementores y qué consecuencias tiene una persona si deja que uno de ellos lo ataque. Si bien, suma diez puntos a la nota final.


Al acabar los cinco minutos, Kirara siguió. — Hablaremos sobre las Maldiciones Imperdonables —en ese instante comenzó a preguntarse cómo había hecho Athena para llevar una clase tan dura como lo era aquella, puesto que trataban de temas que podía herir la sensibilidad de las personas—, supongo que las han oído mediante algunos comentarios. El Ministerio de la Magia los prohíbe, por lo tanto, para los ciudadanos es esencial tener conocimientos sobre ellos, para evitar que se realicen —acabó la explicación e hizo aparecer unas pequeñas cajitas de madera que contenían un cuadro en ellos.


— Deben abrir sólo una de estas cajitas y mencionar qué maldición se está realizando en la imagen que muestra el cuadro —esperaba que las alumnas se atrevieran a realizar tal actividad. De todas formas, se había encargado de que las imágenes no fueran tan duras como las de algunas clases—. Pero, primero, como su profesora debo explicarles las características de cada uno de estos hechizos. Tienen la total libertad de tomar apuntes.


» Imperius: es una maldición manipuladora que tiene la capacidad de dejar inconsciente a una o más personas con la intención de hacerlas actuar contra su voluntad. Si bien, se ha conocido que algunas personas son inmunes al conjuro, siempre y cuando contenga una fuerza de voluntad suficiente para evitarlo.


» Cruciatus: se la conoce por ser una maldición de tortura, que laza un rayo de luz roja, el cual causa un impotente dolor a la víctima, ya que activa los receptores de dolor. Sin embargo, para conjurarla se debe desear un terrible odio y mal al oponente.


» Avada Kedavra: es el maleficio asesino más cruel que se haya conocido, puesto que produce una muerte inmediata a la víctima. Algunos registros muestran que no sólo se representa como un rayo de luz verde, sino que también puede ser como un humo del mismo tono.


— Pueden comenzar. Tienen diez minutos —finalizó la bruja, y luego tomó asiento frente a su escritorio, mientras esperaba que finalizaran su respectiva tarea.

 

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Las manos de Emily aún temblaban levemente, como si tuviera mucho frío y no pudiera evitarlo; pero eran los estragos de enfrentarse a un boggart lo que la tenía así. Respiró profundo un par de veces, exhalando de forma lenta, tranquilizándose a sí misma, lo cual no le costó tanto; el ambiente en la clase, a pesar de tratar de artes oscuras, era cómodo para ella.

 

-Gracias - dijo en voz baja, no solo por la felicitación sino por el anuncio de que cambiarían de estilo en la siguiente actividad.

 

Cogió el pergamino y la pluma y comenzó a escribir, casi por inercia. La última vez que había experimentado la nefasta experiencia de estar cerca de un dementor fue en su clase de conocimientos pasada, en un laberinto y mientras preparaba una poción explosiva; aunque no quisiera, su memoria de aquello estaba todavía fresca. Lo describió todo más rápido que pudo:

 

"Los dementores son capaces de quitar los recuerdos felices, debilitando a la persona a la que están atacando, envolviéndola en la sensación de que se extingue la felicidad del mundo; en casos extremos, las criaturas pueden dar el denominado beso del dementor, acto en el que extraen el alma de la persona. Para contrarrestarlos, se utiliza el encantamiento patronus ("¡¡Expecto Patronum!!" ) Si el encantamiento es corpóreo, se repele a los dementores; caso contrario, solo se los aleja."

 

Le dio el pergamino a Kirara y escuchó por el resto de la clase, en el que hablarían de maldiciones imperdonables. Emily nunca había sido realmente sensible ante esos temas, había pasado muchos años en medio de la guerra mágica, cuando ver a magos y brujas invocando dichas maldiciones era casi algo diario, pero no por eso menos molesto. A pesar de ello, la muchacha prestó mucha atención, le parecía interesante y nunca sabía qué tanta información nueva pudiera recibir y que le resultara útil en el futuro.

 

-De acuerdo-dijo más para sí misma que para su instructora cuando recibió las indicaciones.

 

Abrió la caja despacio. La primera y única cosa que sacó fue la imagen de un parque. Le llamaron la atención los detalles, los enormes árboles sin hojas, el césped cortado y algunos juegos infantiles como columpios y resbaladeras en estado deplorable, por la iluminación, tendría que haberse tomado a media noche, pero a más del mal estado de las instalaciones, lo que resaltaba era el grupo de personas que formaba un círculo en una glorieta.

 

Notó que parecían jóvenes, a pesar de no poder ver sus rostros, y que estaban vestidos con túnicas de colores oscuros, todos apuntaban con sus varitas a un muchacho el centro. Por su expresión, lo estaban obligando a moverse... a bailar.

 

Agradeció haber sacado esa figura y no las otras dos que probablemente mostrarían con más crudeza el poder de las maldiciones imperdonables. La dejó a un lado y dijo con voz apagada:

 

-Es la maldición imperius...

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La clase había transcurrido de manera fugaz, al parecer de Kirara. Le hubiera gustado que el tiempo jugara a su favor y el brindara más tiempo para nombrar muchos temas que se le había pasado por alto. Sin embargo, su finalidad también era dejar que sus alumnos se divirtieran en esa jornada y no fuera tan estresante para ellos tener que llevar toda esa sabiduría sobre las Artes Oscuras, que desde ya, no era un tema muy simple de llevar. Agarró con suavidad el pergamino de la tarea de Emily, y la leyó con determinación. Admiraba la forma en la que se expresaba, la cual iba acompañada con una bella caligrafía. Al terminar de ojearla, la dejó sobre el escritorio y dejó que su vuelapluma hiciera el trabajo de calificarla según el criterio de evaluación. En ese caso, a Emily le correspondería un Extraordinario.

— Excelente —comentó la bruja, luego de escuchar que la alumna resolvía la tarea como correspondía.

El maleficio imperio no era algo que le apetecía apreciar, por lo tanto se orientaría según los resultados que se podían exhibir sobre uno de los pergamino donde había anotado los temas que vería en la clase aquel día. Al mirar el reloj por segunda vez, se informó de que no quedaba mucho tiempo y ya debía terminar con esa tarea que había comenzado desde muy temprano. Se arrepentía de no haber llevado la clase al exterior, pero por medidas de seguridad, había optado porque se desarrollara dentro de la sesión del Ateneo, únicamente. De todas formas, esperaba que sus alumnas hubieran disfrutado aquellas tareas, a pesar de que se trataba de temas muy delicados.

— Por último, les hablaré acerca de los objetos malditos —añadió Kirara, haciendo aparecer amplios cuadros para apoyarlos sobre la mesa y mantenerlos de pie. Sobre ellos se proyectarían imágenes de varias joyas y artículos que contenían magia oscura, los cuales se veían de una forma tan real y dejaba que la otra persona sintiera diferentes emociones con tan solo verlos.

— Este es un collar de Ópalos —indicó, señalando uno de los cuadros donde una luz intensa nublaba la imagen según la posición donde uno se encontraba—. La magia maligna que esconde cada uno de ellos puede prevenirse mediante diferentes formas, una de ellas es utilizar guantes de piel de dragón —comentó, esperando que aquello pudiese ser de gran ayuda para ellas, si era que aún no lo sabían.

Con su varita hizo desaparecer los cuadros dejando por finalizada la clase.

— Tu calificación es un extraordinario, Emily. Por haber completado de esa forma todas las actividades que plantee en la clase puntualmente —argumentó, para luego volver a comentar—. Te doy mis felicitaciones, y deseo que el conocimiento te sea eficiente para un futuro. Les deseo muchísima suerte y, ¡adiós! —se despidió, al momento de mover las cortinas para dejar oscuro y en orden el lugar.

 

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