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Adivinación II


Melrose Moody
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Algo había cambiado en el salón. Uno de mis compañeros había desaparecido aunque no tarde en visualizar un lindo zorro.Sonreí, no tenía ganas de usar mi animagia ese día, tan gastada me parecía a veces, que prefería usar mi otra habilidad.

 

-Mira, Medusa. ¡Una mascota!- Sonrei.

 

Perdí la concentración y el hotel había desaparecido de mi mente, dando paso a otra visualización. La de un zorro mordiendome. Vi la ropa de mi compañero en el suelo. No entendía porque algunos animagos tendían a hacer eso, quedarse sin ropa mientras se transformaba, era algo que no me pasaba, no me quedaba sin ropa ni sin varita, tal como lo hiciera la profesora McGonagall, pero cada quien tenía su estilo.

 

-Ven zorrito, ¿quieres un baño?- Pregunté , mientras siseaba.

 

No creía que el zorro me entendiera en pársel, aunque no estaba segura de eso.Me levante, quería abrazarlo y acariciar su pelaje al menos, era una preciosidad. Sin embargo, Medusa no me dejo. Se enrollo en uno de mis pies, por lo que me tuve que sentar de nuevo, moviendo la cabeza negativamente.

 

-No es mi culpa, me gustan los animales.- Le dije a Medusa, alargando las “s” .

 

-Lo se, pero la clase no es para jugar, vuelve a concentrarse.- Siseo a su vez la serpiente.

 

-De acuerdo, ¿y si escondemos su ropa?. Pregunté divertida a mi compañera, quien me dirigió una mirada severa.-Esta bien, no lo haré. ¿Ves? Por eso no me convierto ahora en minina.

 

Demasiadas serpientes, no era bueno, si bien no había nada seguro en eso. Al menos los muggles estaban confundidos, ya que decían que si podían comerse a un gato, aunque no a un gato adulto como era mi forma animaga. Mejor no investigarlo.

 

Me volvi a concentrar, aunque sin dejar de tener mi varita ne la mano. El hotel apareció de nuevo en la escena. Intente entrar, pero la puerta estaba cerrada, aunque si me asomaba por la ventana fácilmente podía ver que no había nadie en el mismo, al menos no en la planta baja.

 

Una mecedora columpio que estaba en la terraza al lado de la puerta, se mecia lentamente, aunque no era nada raro debido al viento que estaba haciendo. Si nadie se encontraba en casa, ¿porqué se escuchaba música, aunque de una forma lejana?

 

Movi la cabeza negativamente, ¿aprenderíamos a interpretar las imágenes? Quizás solo me querían decir que no debía dejar las llaves olvidadas cuando saliera. Aunque era una forma rebuscada de pasar el mensaje.

Editado por Lyra Katara Ryddleturn

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Catherine había tenido el don de la adivinación desde que podía recordar. Y lo había temido y había habido oportunidades en las que sus visiones se presentaron de forma tan violenta y con efectos tan terribles en su cuerpo que había estado a punto de morir. En todas aquellas ocasiones, o al menos en la mayoría de ellas, había sido su hermano quien había mostrado mayor interés en su recuperación. Nunca de forma demasiado efusiva, de forma que resultara vergonzosa, pero había estado siempre a su lado.

 

Y ahora, simplemente, estaba perdido.

 

La bruja abrió los ojos luego de haberlos mantenido firmemente cerrados. Los haces de luz bailotearon ante sus ojos, reflejando las escamas de Ophelia, mientras visualizaba una torre. Una torre oscura e impenetrable, que había visto antes, cuando había pertenecido a las filas de la Orden del Fénix. Una torre, cuya exacta ubicación siempre había cambiado de sitio y a la que, luego de atravesar innumerables penurias se accedía a través de una puerta, sobre la cual se leía "Por el bien mayor".

 

La imagen se disolvió y Catherine se encontró de pronto sumida en sus recuerdos. La estancia estaba pulcramente distribuida y sus padres la miraban sentados en sendas butacas frente al fuego.

 

-Sabes el lema que nos define -decían casi en susurros, con los rostros sumidos parcialmente en las sombras-. Eres una Nott, Catherine, y no importa cuánto intentes traicionar a tu sangre. Jamás serás como los sangre sucias a los que pretendes llamar amigos sólo porque tuviste la desgracia de quedar en una casa como Gryffindor.

 

La Catherine de once años alzó la vista indignada y la sala tembló. Luego, la pequeña se lanzó contra sus padres, agitando los puños en un mar de lágrimas mientras chillaba con voz aguda "¡No los llames así!".

 

-Siempre abalanzándose como una vulgar muggle... -mascullaba su padre exasperado, agitando su varita, mientras un muchacho entraba en la sala y la cargaba al hombro con pasmosa facilidad, evitando que su padre le echase la maldición cruciatus- déjala, pronto aprenderá su lugar...

 

Pero su hermano la sacaba de la sala mientras Catherine seguía profiriendo improperios. La imagen se disolvió una vez más y Catherine retornó otra vez a la clase en la que se encontraban. Tenía las mejillas arreboladas y Selwyn decía algo sobre convertirse en minina. Ante ellas, se encontraba un hermoso zorro y la ropa que se encontraba apilada a su lado, indicaba sin dudas que se trataba de Black Lestrange.

 

-Las ondulaciones de los movimientos de las serpientes los guiarán a través de la información que necesitamos saber -informó con la voz más ronca de lo habitual-. Una vez hayan encontrado una lista de seis visiones que crean visualizar con certeza, aunque suene est****amente redundante, me informarán acerca de ello y podremos pasar a la siguiente etapa.

 

Iba a tener que modificar un poco sus planes, pero no le importó. La emoción le atenazaba la garganta, casi evitando que pensara con claridad. Había visto a su hermano en el reflejo de las escamas de la serpiente y el impacto había sido tan grande que la había separado por unos instantes de su realidad inmediata. Su hermano ¿estaba acaso alucinando? ¿podía tener tanta suerte, podría ser realmente verdad? No quería que sus alumnos notaran su emoción, pero sus ojos destilaban un brillo febril mientras volvía a atisbar las llamas.

 

Y lo vio. Unos ojos brillantes y hermosos, unos ojos que sólo había visto en fotografías mágicas, que sus padres le habían mostrado cientos de veces, y siempre alegando que se arrepentían sobremanera de haber enviado a sus hijos a Hogwarts sólo por la distancia, porque a pesar de los poderes del Señor Tenebroso y sus oscuros orígenes, Durmstrang siempre había sido la mejor escuela y no podía haber mago más resaltante que...

 

>>¿¡Gellert Grindelwald!?<<

 

Por un momento dudó, pero supo al instante aliviada que no había dicho aquello en voz alta. Sin embargo, Stark había pegado tal respingo que supo que hubiera sido del todo imposible que al menos uno de sus alumnos no lo hubiera notado y miró de reojo a Selwyn, de lejos, la más inquieta de los tres. Le recordaba a ciertas criaturas curiosas... pero su cabeza no era capaz de atar cabos, a pesar de entender que sería mejor no aburrirla. En cuanto al otro, convertido en zorro, era prácticamente imposible que no hubiera notado que...

 

Cerró los ojos, intentando vaciar su mente, pero no podía. ¿Cómo era siquiera posible que su visión tuviera que ver con un mago ya muerto? ¿Es que se había pasado con la dosis realmente?

 

Casi asustada, Catherine volvió a abrir lentamente los ojos. Y fue entonces cuando una de las ramitas se quebró, liberando al cielo un cúmulo de chispas rojizas. La expectación hizo que intentase por todos los medios no parpadear, pensando est****amente que en ese milisegundo podría perderse la visión. Pero no vio nada; y, finalmente, terminó por fruncir el ceño ante el fuego que no parecía manifestarle nada en lo absoluto. Casi había estado a punto de incorporarse cuando creyó sentir un viento fresco correrle por la oreja izquierda (lo que no tenía ningún sentido). Pero escuchó claramente una voz, casi como si fuera una voz muy familiar, diciendo:

 

-Roble, 44cm, flexible. Núcleo de nervios y veneno de basilisco. Una varita poderosa...

 

Palideció ostensiblemente y apretó con fuerza los labios; la voz la había tomado por sorpresa y la había asustado el doble que las primeras revelaciones. Ya no estaba interesada en fingir. En su cabeza, no paraba de enumerar: Richard Stark, Káiser, mi hermano, Nurmengard, Gellert Grindelwald... pero el último no lo tenía tan claro ¿hacía referencia al objeto o al individuo dueño de aquella voz? Estaba segura de no conocerlo, pero por aquel retazo de información, podía deducir que se trataba de un fabricante de varitas.

 

De cualquier forma se alejó de las llamas y su serpiente la siguió cuando se sentó apoyada en el árbol más grande una vez más. Cerró fuertemente los ojos y esperó a que sus alumnos dejaran de escudriñar las llamas, lo que indicaría que habían visto las cinco cosas que necesitaban y podrían continuar. Se sentía un tanto egoísta por la impaciencia que la invadía pero no podía evitarlo. Tanto tiempo... y al fin sabría al menos una parte de la asquerosa verdad que Káiser se había negado a revelarle.

Editado por Catherine Stark

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Escuché las indicaciones de la profesora, ¿seis visiones? Eran muchas, pero al menos lo intentaria. De todas formas antes de hacerlo, tenía una pregunta que surgió en mi mente, en realidad la única hasta el momento.

-Perdone, profesora, pero me surgió una duda. ¿La adivinación se puede usar solamente para predecir el futuro? Se que puede sonar tonto, pero no se si se pueda utilizar para investigar cosas del pasado, como por ejemplo donde encontrar objetos perdidos de alguien que ni conozcamos. O una persona.- Comenté.

A lo mejor estaba confundiendo esas artes con la habilidad de la videncia, aunque la adivinación era una rama muy poderosa y muchas técnicas para poderla practicar. Deje de divagar y segui observando a Medusa, las sfiguras que se formaban. De mi bolsillo derecho del pantalón saque una libreta y una vuelapluma, gracias a que también tenía un hechizo para hacer los bolsillos más grandes, aunque no tenía tanta capacidad como mi mochila de siempre.

-Eso, no te muevas, Medusa, por favor. Así esta bien, gracias. Veamos...- Fui anotando las visiones que iban apaeciendo en mi mente, el hotel ya no estaba.

En la lista, escribi lo siguiente: un rostro, el de una enemiga conocida, Victoria Salvatore. Era imposible con ella saber si su prisión la retendría efectivamente. Suspire, la vez pasada casi lograba destruir la Ryddleturn, aunque, ¿en cierta parte no fue así? Movi la cabeza negativamente, concentrandome.

Medusa se acomodo y al hacerlo, cambiaron las estrellas reflejadas en su piel. Pude ver con claridad un local en el Callejón Diagón, seguramente un nuevo negocio. La tercera imagen, no fue muy complicada. Era algo relacionado con el libro de las sombras.

-A veces no todas las visiones suceden, Katara.- Dijo Medusa.-O no siempre pasan en la semana siguiente en la que se hizo la predicción, pueden pasar años.

-Lo se, Medusa. ¿Hay alguna forma de poder calcular el tiempo en que se realizará la visión? ¿Se muestran las imágenes más cerca o lejos?- Le pregunté en pársel, aunque con la esperanza de que la profesora escuchara.

Volvi a concentrarme, a lo mejor el Libro de las sombras ni siquiera era el mio. Cada uno tenía el suyo. Cuarta visión, la anote también, aunque no podía ser. Una fiesta, no era de ese tipo de eventos, ni aunque fuera por algo del trabajo. Quizás algún día me tocaría apoyar en alguna.

-¿Y si no podemos completar las seis, profesora?- Pregunté, esta vez hablando en nuestro idioma.-Solo llevo cuatro.... Bueno, cinco. Aquí se vio una más. Gracias, Medusa.

Le sonreí a la serpiente, se había vuelto a mover. Vi un súmboloo bastante conocido por mi, un pentagrama invertido y en el centro con números pequeños, el número seisciento sesentay seis. Algo relacionado con mi padre.

Observe la lista. Era curioso, casi todo se podía relacionar aunque no sabía como.

Editado por Lyra Katara Ryddleturn

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«Debí pedirle a Mackenzie que me enseñara algunas palabras», se reprendió al escuchar la petición de la profesora. Tendría que arreglárselas para hacer que la serpiente le obedeciera o por lo menos, le siguiera hasta que fuera necesario; sin el parsel o el encanto natural. Lo último siempre le funcionaba con Jocker, pero estaba segura de que no resultaría con ninguna de las víboras que había por allí. «Comida... lenguaje natural» y dibujando una media sonrisa, hizo aparecer una rata blanca que colgaba, nerviosa, de su mano intentando zafarse. Era blanca y diminuta, de ojos rojos y largos bigotes. El roedor pataleaba y chillaba sin parar, al ver el panorama frente a ella.

 

Y la presa cumplió su objetivo. La serpiente se acercó a la sacerdotisa y enervó su cuerpo para intentar alcanzar el alimento. La Warlock levantó la mano un poco más y le dijo, con gesto serio

 

Habrán más de estas si me ayudas —y dejó caer la rata, que fue cogida al vuelo por la serpiente. Conocía poco de la especie y poco podía acertar con el nombre. Aún así, el reptil pareció entender el pedido de la mujer y tragó el alimento, enroscándose al lado de ella, aún saboreando su alimento. Ainé no sabía cuánto le duraría la saciedad, pero procuraría estar pendiente para solventarlo.

 

Con el problema de la serpiente enmendado, escuchó las instrucciones de Catherine Stark y sacó la varita de entre los pliegues de su túnica para proveerse un poco de la savia dulce. Ésta viajó hasta su ubicación, formando una diminuta montaña que chispeó al contacto con el suelo y encendiendo para dejar a la vista una pequeña hoguera. El humo que manaba le recordó al de viejas pociones que había realizado con ella. Muy efectiva para heridas, pero desconocía este otro uso.

 

A falta de vino de especiado —le respondió a Lyra, que le había tendido el vial que debían tomar para poder llevar a cabo la actividad, lo levantó y bebió de un trago. No sabía a nada de lo que hubiera probado antes. Aún así, tragó para intentar borrar rápido ese regusto de su paladar.

 

Ya comenzaba a sentir la cabeza embotada; adelantándose a aquello, la Malfoy se había sentado en el suelo evitando cualquier accidente lastimoso por los síntomas propios que despertaban aquel brebaje. A los pocos minutos vio a Jocker desnudarse para dar paso a un hermoso y despierto zorro. Recordó a Viserion y sonrió ¿Esa era su alucinación? Pero si no le hacía falta beber ningún potingue para ver al Black Lestrange en traje de Adán. No, no era una alucinación y pronto lo confirmaría.

 

A su lado, Lyra ya tramaba su siguiente travesura.

 

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Catherine asintió un poco ida. Selwyn tenía razón, aunque no estaba segura de haber sido clara, puesto que era difícil notar una expresión tan simple en medio de la penumbra.

 

-Las visiones pueden estar relacionadas a personajes, lugares o situaciones de su pasado. De hecho, es bastante natural, aunque hay ocasiones en que se nos aparecen cosas o lugares e incluso personas que no creemos o estamos seguros de no conocer.

 

Catherine se acercó a su propio montoncito de ramitas y savia chamuscadas y Ophelia se enrrolló en torno a su brazo con docilidad mientras susurraba: >>Las visiones han venido a tu mente en el reflejo y ahora no estás en paz<<.. Catherine asintió por segunda vez, intentando no mirar a Selwyn puesto que sabía que ella podía comprender lo que acababa de revelar, y continuó.

 

-Espero que hayan tenido tiempo suficiente -exclamó-. Pero si no lo han tenido... -observó a Black Lestrange y Malfoy significativamente, sin estar segura de si habían logrado atisbar las visiones o no, ya que no habían anunciado nada aún- tendremos que acelerar el proceso.

 

Catherine se adentró hacia la zona en donde, en el salón antes de la transformación, se había encontrado el escritorio del profesor. Lo encontró, bastante camuflado, entre dos troncos nudosos cubiertos de musgo. Tardó un rato abriendo las cajuelas (quizá sus alumnos podrían aprovechar el tiempo muerto intentando ver algo de último momento) por lo que terminó agitando su varita. Dicha cajuela se abrió al instante y de su interior, extrajo tres plumas del cúmulo que se encontraban agolpadas para ser usadas en clase.

 

Sin perder el tiempo, realizó el hechizo "portus" y las llevó de vuelta consigo hacia el círculo que habían conformado. Le entregó una a cada uno sin muchas ceremonias.

 

-Éstas plumas nos conducirán a un destino algo lejano -explicó, mientras calculaba que empezarían a notar el brillo azulado medio minuto después. No había sido para nada su plan original, pero esperaba que no lo notasen-. Una vez allí, buscaremos desencadenar el poder de sus visiones, para conectar las seis imágenes que han visualizado o conseguido enumerar -notó que ya casi se cumplía el tiempo y puntualizó-. En caso no hayan visto nada o no todo... es que muy probablemente, su visión va a centrarse en un tema en particular y...

 

Pero no pudo terminar porque notó que la pluma empezaba a adquirir el brillo azulado.

 

-¡Tomen sus plumas y a las serpientes! -fue todo lo que pudo decir, antes de desaparecer en un remolino, con Ophelia enroscada firmemente en su brazo y su varita firmemente sujeta.

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Tienes un destino marcado y debes afrontarlo —la niña escucha atenta las palabras de la mujer a su lado, mientras deslizaba en sus manos una concha y recorría con sus diminutos dedos los relieves de la cáscara. Conforme con el tesoro encontrado, lo deslizó en el bolsillo de su túnica y siguió caminando, intentando mantener el ritmo de su madre.

 

El crepitar del fuego la sacó del sueño. Sentía la cabeza embotada, pero la serpiente le dio unos golpecitos en la mano, con su cabeza, intentando llamar la atención. Debía seguir con la tarea, pero aquello no se le daba muy bien: ambas lo sabían. Por lo poco que pudo comprender, Lyra iba muy adelantada y Ainé temía no poder cumplir el objetivo. Cerró los ojos con fuerza y se dejó llevar.

 

Una versión más adulta de aquella niña se paraba frente a la verja de la mansión Malfoy. Parecía enfrascada en una discusión con el objeto encantado que cerraba su paso hacia la vivienda. En el cielo aún quedaban rastros de una batalla y la imagen era aquella que precedía al caos. Recordaba muy bien aquella noche. Fue cuando secuestraron a Crazy y toda la familia se vio envuelta en una cruzada por buscar a los culpables. Todo aquello había quedado en una divertida anécdota, un mártir puesto a dedo y una clara advertencia para la comunidad: Con un Malfoy nunca se juega. Y como vino, aquella imagen se disolvió en un instante.

 

¿Podrías ayudarme más? Al menos si quieres asegurarte el sustento —reprendió al reptil, sin obtener más que un bufido como respuesta.

 

Lo intentó más veces, pero sólo una imagen se repetía en su cabeza: Viserion, su zorro, sentado y mirándola fijamente. Aquello no tenía sentido y si guardaba alguna relación, ella no lo veía.

 

Espero que hayan tenido tiempo suficiente —escuchó decir al otro lado. Se había acabado el tiempo y ella sólo tenía unos episodios de su pasado y la imagen de su mascota. Nada, un despropósito.

 

Al levantarse a tomar la pluma, un mareo le hizo tambalearse. La víbora se deslizaba a su lado, marcando el paso. La sacerdotisa bajó el brazo y ésta se enroscó en él con fuerza. No sabía a dónde iban, pero estaba segura de que tendría que cargar con ella. El traslador que la Stark había improvisado titilaba con urgencia, si no se apuraba, perdería el viaje y hasta la clase. Lo tomó con fuerza y sintió como un lazo, desde el centro de su estómago, tiraba de ella hacia la nada.

 

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Me agradaba bastante la classe, las explicaciones eran bastante claras, lo cual me agradaba. Al menos la profesora no nos pedía que explicarámos nosotros algún método de adivinación y además, exigir que no nos faltara ningún dato. Mire a la profesora Stark, sin embargo, parecía que ella trataba de esquivar mi mirada

 

-{i]Es extraño, podría decir que me esta evitando, pero ¿por qué?[/i]- Pensé.

 

Empecé analizar mi comportamiento en la clase y por el momento, no era malo. Una pequeña discusión al principio con una de las serpientes, pero no había arañado túnicas. Bien podría arañar la ropa de Jocker o la túnica de Aine, que se veia bastante bien cuidada, parecía nueva. ¿Era por mi forma de vestir? Comparada con los demás era la que más informal iba, pero me sentía más cómoda así.

 

-Rayyos, Medusa. Otro viaje imprevisto.- Suspire, mientras dejaba que se subiera a mi cuello, aunque no permití que se enroscara en el.-No me desagrada, pero en estos cursos he hecho más viajes que en toda mi vida. Al menos viajes cortos.

 

Sonreí, mientras tomaba la pluma, odiaba los transladadores. Siempre quedaba con una sensación de querer vomitar. En cierta forma, me alegraba que en Transportes no tuviera nada que ver con los trasladadores. Miré al zorrito, ¿cómo le haría para viajar? Tomar la pluma no era tan difícil, aunque la serpiente. Aine ya se había ido, por lo que no dude en tomar la pluma y desaparecer.

 

Era incapaz de poder describir el sitio en el que estabámos. No había soltado mi varita y mi libreta con la vuelapluma estaban en mi bolsillo derecho.

 

-No tienes buena cara.- Siseo Medusa.

 

-Lo sé. No me hagas hablar. Ahorita mismo podría presentir algo desagradable si hablo más.- Protesté, mientras le sonreía. Se había deslizado mi serpiente de mi hombro hasta llegar al suelo, mientras tomaba aire.-Creo que ya se esta pasando.

 

Empecé a caminar po el lugar, observando a la profesora y a Aine, igual a Medusa. No sabía si era peor volar o eso.

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Cuando volvió a ser dueña de sus movimientos se encontraba en un pasillo que alguna vez había recorrido. Era el séptimo pasillo de un castillo que había sido testigo de su inexperiencia e inocencia, pero del que se había despedido hacía muchos años atrás. Le pareció ver a Lyra a su lado, pero tras lo vivido momentos antes, ya no era capaz de dar nada por cierto. El cuadro a sus espaldas le espetó algún saludo ocurrente, haciendo que Ainé se diera la vuelta y lo mirase con atención.

 

Espero que las lecciones ya estén dando frutos, mi señor —dijo, por toda respuesta. El hombre en la pintura volvía a estar enfrascado en una reprimenda contra unos trolls con pocas cualidades artísticas, que al momento perdió interés en las aparecidas. Ainé, en cambio, buscaba a ambos lados del pasillo aquella compañía perdida—. Bueno, aunque temo que puedas ser una alucinación, me pareces muy real y voy a arriesgarme —la víbora seguía sujeta en su brazo, sin perder ningún detalle de lo que allí ocurría—, si mal no recuerdo, debemos concentrarnos y recorrer tres veces este tramo para poder abrir el paso a la estancia.

 

Lyra no parecía muy convencida, así que Ainé se adelantó he hizo el recorrido, casi como abriendo surcos cada vez que daba un paso. La puerta se apareció ante ellas, cumpliendo los deseos de la Malfoy, quien confiada, sujetó el pomo y giró, abriendo paso a la famosa sala.

 

Venga, veamos qué nos depara el otro lado. No te preocupes, que seguro darán con nosotros. Debieron aparecer en otro piso.

 

Los temores que la invadían, prefirió guardárselos. Real o no, allí estaban y no iba a quedarse parada aguardando un rescate.

 

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Habia logrado calmarme poco a poco, evitando un desastre. Más valia que me acostumbrara a ese tipo de transporte que tan de moda estaba en la universidad. Vi el cuadro del hombre con los trolls, pero como ya estaba ocupado peleando con ellos, me fije en lo que hacia mi compañera.

 

-Tampoco me gusto el viaje.- Protestó Medusa.

 

-Tranquila, estaras bien.- Dije acariciandola.

 

La serpiente seguia en mi cuello, como si fuera una especie de bufanda, aunque sin estar enroscada. Parecía estar mejor, aunque la entendía, aunque no entendía bien a que alucinaciones se refería.

 

-¿Qué cosa es lo que no sabes si es una alucinación?- Pregunté con curiosidad. Mi compañera había logrado abrir la puerta , así que deje que pasara primero.-Te sigo. Seguramente debió haber pasado lo que dices, que hayan aparecido en otro sitio. A veces los trasladadores no son tan exactos.

 

La extraña habitación estaba alumbrada con una luz tenue, aunque no se veía de donde provenía. Parecía que fuera el cielo nocturno con unas cuantas estrellas y la luz de la luna. Tome mi varita, había escuchado el aullido de los lobos. Si la profesora había logrado transformar el salón en un bosque, ¿porqué no suponer que se podía volver a hacerlo?

 

-Tengo que investigar como hizo la transformación del salón para poder hacerlo en Chrookshanks.No logro que la zona de animales parezca por completo un bosque. O una selva.- Comenté.-¿Estamos viendo la misma cosa? Solo distingo bien la oscuridad de la noche, pero no el suelo todavía o el resto del paisaje.

 

A veces era una desventaja el no tener como humana la visión que tenía en forma de minina.

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Gracias a su forma animágica el patriarca de los Black Lestrange pudo observar cómo nuevas formas y nuevas mezclas de colores se formaban frente a sus ojos; y es que la visión de ciertos animales (como los zorros), en comparación a la de los humanos era por lejos, muy superior.

 

Pudo ver con claridad, por ejemplo, el diario de Tom Riddle que le perteneció durante algunos meses formarse en medio de los chispazos de leña ardiendo de la pequeña fogata que había dejado hecha antes de transformarse. Sintió curiosidad de saber si aquello era una señal metafórica de su futuro o si era el reflejo de algo que ocurriría con aquel objeto mágico legendario.

 

Trató de esbozar las palabras a modo de respuesta, pero solo un gruñido salió de su boca, junto con algunas sombras que parecían adoptar algunas formas extrañas en el aire que se deshacían… como si fueran las mismísimas palabras que huían de la boca y se negaban a quedar unidas para lograr un significante.

 

«Ha-ha» se oyó entonces en su mente «olvidaste que te transformaste en una bestia peluda, bestia humana»

 

A pesar de tener conciencia de saber que aquellas palabras sólo podía escucharlas él, su instinto extrasensorial animal le decía que aquella voz que oía pertenecía a la serpiente verde que se encontraba observándole a pocos centímetros. Sin duda, otra visión, aunque esta vez la fuente era el animal que le había escogido, quiso saber si debía interpretar aquello como una metáfora de un acontecimiento futuro o una visión casi textual.

 

Sin duda alguna, le hubiese gustado un poco más de teoría antes de practicar con aquella sustancia alucinógena, quizás buscar la forma de modificar su composición para hacer más evidente la diferenciación entre una visión y una alucinación, o hacerla saber a algo agradable, o…. Alucinaba, sin duda alguna.

 

Lo que, sin embargo, no fue una alucinación y Jocker pensó que lo había sido fue que frente a su hocico cayó una pluma que comenzó a brillar a los breves segundos. Habían tantos distractores a su alrededor, tantas cosas que veía y que parecían reales a pesa de brillar más de habitual, o de moverse de manera irregular que no notó que la profesora había hecho llegar a cada uno de los alumnos un traslador que no tardó en activarse y en llevarse a toda la clase a otro sitio. A toda la clase menos a Jocker y a su serpiente.

 

El animago, en su afán de creer que la pluma se trataba de una visión, la sopló y la hizo volar hasta el fuego.

 

«Me parece que estás en un problema» escuchó en su mente, cuando de pronto todas las serpientes que se habían ocultado, le rodearon amenazantes.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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