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Después del Caos en la Universidad... llega el tiempo de los historiadores para relatarlo.

 

Todos los elfos que habitaban en la Hacienda Tonks habían hecho un trabajo fenomenal, controlaban a la perfección a los hipogrifos y abraxans con la ayuda de mis aethonans y moonclafs; yo, por mi cuenta, mantenía mi vuelo junto a Muca para vigilar a las acromántulas que seguían acercándose peligrosamente a los presentes. Lo que menos quería era que alguna bestia resultara herida o lastimada, por ello el trabajo en conjunto con todos los profesores, además de la respuesta tan rápida que hubo de quienes contaban con la experiencia necesaria para brindar una mano.

 

Había llegado ese día sin mayores preocupaciones que las habituales, las noticias en e país seguían fluyendo de forma natural y apenas podría comprender la gravedad de las consecuencias de los activistas radicales; sólo veía la forma de aprovechar todos esos asuntos para informar a la comunidad mágica, mi equipo de colaboradores estaban ya listos en los puntos más importantes y, claro, nunca se me había cruzado la idea de que en la Universidad necesitaríamos cobertura de aquellos eventos. No llevaba consigo mi cámara fotográfica encantada así que la noticia que escribiría estaría sin una evidencia visual, esperando que mi redacción fuera suficiente para el gusto general de las masas.

 

Mandé a mis elfos a vigilar a las criaturas inmovilizadas, ya sea por docilidad o porque las habíamos controlado lo suficiente (como un par de arañas gigantes que estaban desmayadas) hasta que llegaran los funcionarios del departamento designado para estos casos en el Ministerio aunque, claro, siempre podría contar con la intervención de los catastróficos. ¿Serían requeridos de manera oficial para este tipo de circunstancias?

 

Alcancé a ver a mis dos alumnos del curso, Dylan y Pakami, por lo que me acerqué de inmediato para interceptarlos en el camino hacia el aula de clases, evitando que las bestias mágicas se descontrolaran. Bajé de mi escoba mientras mi hipogrifo aterrizaba a un lado, siempre vigilante, como una excelente guerrera.

 

- ¡Jóvenes, me da gusto que estén a salvo! - El entusiasmo en mi voz era provocado más por el cansancio que por una verdadera exaltación por ver a los dos caballeros. - Ishaya M. Tonks, profesor de Historia de la Magia, por favor vayan subiendo al aula 302, segunda puerta a la derecha subiendo por las escaleras en el tercer piso, antes de llegar al final del pasillo. En un momento llego con ustedes.

 

Un intercambio rápido de saludos cordiales, estrechando las palmas de las manos de aquellos magos, para poder subirme de nuevo a mi escoba y continuar con la vigilancia del campus, volando junto a mis tres criaturas, cuidándonos de cualquier situación que se tornara peligrosa. Ya en el aire pude ver a mis dos alumnos ingresar a las instalaciones del recinto educativo, prefería que se mantuvieran lejos del caos que estaba en los jardines para no tener decesos antes de comenzar el curso.

 

Cuando ingresaran al aula de clases podrían ver escrito en el pizarrón verde el nombre de la materia y el mío, dado que ya había preparado el salón para el curso pero, claro, uno no podría esperarse que las cosas salieran siempre como se tenían planeados. Un par de libros estaban en el escritorio, en frente del letrero que había dejado, llenando un poco dicho sitio con apenas unas seis bancas para que los estudiantes. La pared contraria a la puerta tenía dos enormes y hermosas ventanas que dejaban pasar una enorme cantidad de luz natural a ese espacio. Nada mal para los futuros historiadores.

 

Dejé que mi querida amiga Muca siguiera en la vigilancia junto con mis dos aethonans, de cualquier forma si algo se salía de control sabía que cualquiera de los elfos domésticos que había llevado como ayuda podría avisarme, me localizarían al instante y, bueno, mi alumnado podría servirme de ayuda aunque no tuviera nada que ver con la materia; es decir, era una fortuna que los cursos de pos grado se impartían a magos y brujas con gran experiencia y habilidades reconocidas con la varita, personas que eran ya reconocidas por su currículo individual.

 

Alcancé a los dos jóvenes que ya me esperaban y dejé mi escoba a un lado de la puerta, llegué hasta el escritor y se escucharon las campanadas de inicio de clases, un sonido tan armónico y fuerte que no podíamos escucharnos claramente hasta que pasara el minuto completo, provenientes de la torre del sur de aquel sitio, donde me imaginaba a un Quasimodo cuidando de aquellas viejas estructuras de metal en compañía de grandes y hermosas gárgolas para mantener siempre el sitio en orden, con el repique en las horas precisas.

 

Me recargué en el viejo escritorio en frente de los pupitres colocando mis manos en la orilla del mismo mueble, quería demostrar una actitud relajada y no tan autoritaria, a pesar de que de mi dependía si daba o no el título por dicho curso, requería que todos los alumnos que lo llevaran se sintieran lo más cómodos posibles. ¿De qué otra forma iba a comenzar el aprendizaje si no era de ese modo? Mis valores éticos siempre debía de defenderlos al momento de mostrarme como todo un profesional en la rama, sobre todo de ésta que se me había permitido ser un guía.

 

Con una sonrisa, empecé mi discurso de apertura.

 

- Bienvenidos al curso de pos grado de Historia de la Magia, conocimiento especial que brindará al mago o bruja portador una amplia apertura de mente. Así es, más allá de los triviales cotilleos que logramos captar en nuestra vida diaria y todavía más importante que conocer los entresijos de las grandes figuras, se apreciará el fundamento principal de la historia: el preservar los conocimientos básicos de nosotros como magos pero sobre todo como seres humanos.

 

Tomé dos de los ejemplares de 'Una Historia de la Magia', escrito por la difunta Bathilda Bagshot, y se los entregué a mis alumnos de aquel mes mientras continuaba hablando.

 

- Nos podemos apoyar de todo el material que nos ofrecen los libros, por supuesto, nunca hay que dejar de lado las palabras que han quedado grabadas en cada uno de esos ejemplares, sobre todo porque son nuestros antecedentes como historiadores. Son palabras de advertencia, que nos avisan de aquellos grandes errores que hemos cometido como individuos y como sociedad; son palabras de aliento, recordándonos que no todo el panorama está perdido si se busca en los lugares correctos; también pueden ser palabras que nos cobijan en los momentos más importantes de nuestra propia historia, recordándonos de dónde venimos y todo el camino que hemos logrado superar.

 

Saqué en ese momento mi varita de entre mi enorme túnica plateada que llevaba ese día y, de un movimiento rápido, hice aparecer alrededor nuestro estanterías que cubrían todas las paredes llenas de libros de todos los tamaños; al siguiente segundo, las paredes comenzaron a bajar de manera continua. No, esa era la sensación, nosotros estábamos subiendo por una biblioteca que crecía cada vez más alto. Seguí con mi discurso ante el asombro de los jóvenes, no quería que esta clase terminara siendo sólo una demostración de los poderes que tenía, sería una completa tontería, lo que buscaba era mostrarles lo que era la misma historia.

 

- Cientos de idiomas, miles de autores, millones de historias contadas en cada una de las páginas de todos esos volúmenes. Puntos de vista tan diferentes que la misma historia puede tener diversos significados, los héroes y villanos cambian de papel dependiendo de la mano por la cual sea redactada o por los labios que sean contados. Aquí no hay moral, no hay juicios de lo que es bueno y es malo, nosotros somos quienes guiamos el camino y, por ello, tienen que entender la responsabilidad por buscar siempre la veracidad ante todo. Eso, justamente eso, es lo que nos rige como historiadores del mundo mágico.

 

El asenso de la habitación se detuvo, si uno caminaba a la orilla de aquella habitación podía asomarse por el breve espacio que separaban las paredes del suelo y ver la altura a la que nos encontrábamos, claro que era recomendable el que se abstuvieran personas que sufrían de vértigo. Caminé hasta una de las estanterías cercanas a mi y señalé con mi varita el espacio que estaba vacío, justo después de otro tomo de Bathilda.

 

- Ese es su espacio, ya elegirán después cual es la verdad que quieren contar y así sumarse a la larga fila de grandiosos magos y brujas.

 

Esperé un segundo antes de que captaran mis palabras y, con otro movimiento de mi varita mágica, regresamos al salón normal de clases con el viejo ventanal a nuestra izquierda, la puerta de roble a la derecha y, detrás del escritorio, el pizarrón con mi letra grabada. Era momento de proseguir con aquella enseñanza luego de la presentación formal del curso, de mi persona y de lo que se esperaba de quienes se inscribieron en aquel curso de pos grado.

 

- Ahora bien, - modifiqué un poco el modo en el que hablaba, más suave - debemos de entender que a lo largo de la historia se han encontrado situaciones como las que vivimos hace poco en este campus, con el ataque sorpresivo de las criaturas mágicas que se escaparon de la reserva. ¿Desde qué punto nosotros, como historiadores, podemos intervenir en el curso normal de los eventos que nos rodean? ¿Ustedes que harían en una situación como esta? Recuerden, no es la primera vez... no será la última.

 

Espere sus aportes, necesitaba escuchar de su propia voz lo que pasaba por su mente en esos momentos, a partir de ahí podríamos dirigir el curso de aquella clase.

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Era un espectáculo digno de ver. La Universidad se había visto sumida en el caos. Todo tipo de criaturas se encontraban dispersas por los jardines, al igual que una buena cantidad de magos y elfos domésticos aunando esfuerzos para controlarlas. Personalmente era la primera vez que observaba muchas de ellas de cerca. Las acromántulas me resultaban fascinantes. Lamentaba no tener el tiempo suficiente para detenerme a observarlas con más detalle. Con suerte cuando terminara la clase a la que me dirigía, aún estarían ahí.

 

De manera que me coloqué la capucha de mi gruesa capa negra y apreté el paso hacia el edificio principal, estaba con poco tiempo. Pero cuando me encontraba a tan solo unos cuantos metros de la entrada principal me vi interrumpido por un mago en escoba acompañado de un escuadrón de criaturas voladoras. Era algo muy curioso de ver. El mago no tardó en identificarse como el profesor de la clase a la que me estaba dirigiendo y dar indicaciones sobre cómo llegar al lugar, solo entonces caí en la cuenta de que hasta ese momento no sabía hacia dónde debía dirigirme.

 

-Pakami Gryffindor -dije extendiendo una mano con formalidad. Una vez hechas las presentaciones, Ishaya reanudó su vuelo y yo mi caminata, ahora con un rumbo preciso.

 

Sonaban las campanas en el preciso instante en que el profesor ingresaba al aula y se ubicaba en su escritorio. Mientras tanto yo había llegado ya y me había quitado la capa, dejando mi simple vestimenta muggle a la vista: camisa blanca y pantalón de jean. Enseguida comenzó el discurso de presentación.

 

Escuchaba con atención la exposición mientras tomaba el ejemplar de Historia de la Magia y sonreía con familiaridad. Me sentía de vuelta en la Academia. En ese momento, con una sacudida de la varita de parte de Ishaya, el aula comenzó a cambiar por completo cubriéndose de libros las paredes al tiempo que nos comenzábamos a elevar dentro de una torre, aparentemente infinita, de conocimiento acumulado. Comprendí al instante a qué se refería con el espacio libre, resultaba una idea sumamente interesante. Otra sacudida de la varita y el aula había vuelto a la normalidad.

 

Finalmente llegó la hora de las preguntas. Ahora es cuando el verdadero debate comenzaba, el momento que había estado esperando con ansias. Carraspeé para atraer la atención y comencé con mi exposición:

 

-Si nos vamos a considerar historiadores conscientemente dentro de los eventos que nos rodean, es nuestro deber no intervenir con los mismos. El trabajo de un historiador es la observación y recolección de los sucesos ocurridos a su alrededor con la mayor neutralidad posible. Si bien, como usted mencionó, es imposible mantener una posición absolutamente neutral. Los factores éticos, morales, culturales de nuestra propia sociedad nos condicionan de tal manera que siempre la historia que vayamos a relatar tendrá una impronta nuestra o de nuestra época... pero eso es parte de la segunda pregunta. En cuanto a la primera, considero que la respuesta es: como historiadores, nuestra única intervención debería ser el observar y grabar cada uno de los eventos sucedidos de la manera más pragmática posible.

 

Tomé aire antes de continuar.

 

-Pero, por supuesto, aquello representa un problema para con la segunda pregunta. Puesto que si debo ser lo más práctico y neutral posible a la hora de relatar lo sucedido, no debería existir un "yo". No debería poder decir "yo opino", "yo observé", "yo experimenté", puesto que cualquiera de esas frases nos lleva inevitablemente a una falta grave de neutralidad. Sin embargo, aún si no usara la palabra "yo" o cualquier otra acepción que se le asemeje, sigo siendo "yo" quien está relatando la historia, impregnándola con mis puntos de vista, mis opiniones y mis experiencias. De modo que, respondiendo a su segunda pregunta: lo que haría en esta situación sería consultar diferentes puntos de vista, diferentes opiniones y experiencias. De esta forma podría llegar a un consenso general que, aún a pesar de seguir lejos de la neutralidad, no está absolutamente desbalanceado por el punto de vista de una sola persona, si no que es la experiencia de una sociedad.

 

Me recliné sobre el asiento a la espera de una respuesta a los dilemas planteados. Esperaba encontrar una opinión diferente y que se armara un cálido debate.

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El primero en tomar la palabra fue el joven Gryffindor dando un punto de vista que generaba una sonrisa en mi rostro. Entendía muy bien hacia donde quería llegar y, más que no estar de acuerdo con él, creía necesario el poder ponerlo en una situación real, física, algo que pudiera ponerlo en riesgo conforme al trabajo de un historiar; nada que afectara su vida, por supuesto, simplemente se buscaba que el conocimiento quedara completamente claro para los dos estudiantes.

 

Necesitaba realizar una demostración para los dos aprendices de este curso, poner en práctica lo que estaba comentando Pakami para generar una conciencia referente a sus opiniones y el cómo la llevaban a la práctica, obviamente, ya que a pesar de que nuestra materia en cuestión era completamente teórica, se basaba en los sucesos del día a día que nos enfrentábamos. Y fue cuando se me ocurrió un movimiento arriesgado pero certero.

 

- Muy bien, es completamente válida la posición que estás tomando en este momento, pero debemos de considerar varios aspectos... ¡Expelliarmus! - Un potente rayo escarlata salió de mi varita golpeando de lleno a Dylan, el otro estudiante, dejándolo sin varita al momento dado que no estaba preparado para el ataque. - ¡Incarcerus!

 

Tres enormes cuerdas salieron de la punta de mi varita dejando al joven amarrado completamente sin posibilidades de hacer ningún tipo de movimiento. Estaba a mi merced. Levanté mi mano libre, detenido cualquier posible defensa que pudiera realizar su compañero de clase en esos momentos.

 

- Momento, pondremos a prueba tu punto de vista. ¡Bombarda! - Otro poderoso rayo estallo directamente en una de las ventanas del edificio, esperando que ello no desatara la furia de mis directoras si después lo reparaba. - ¡Wingardium leviosa!

 

Ahora, dirigiendo el cuerpo del joven Myrddin, lo moví hasta la ventana para mantenerlo flotando fuera de las instalaciones.

 

- Como historiador has dicho que no podemos interferir en los eventos normales de la historia, valga el ejemplo, entonces, ¿no harías nada por salvar la vida de tu compañero al estar en esa situación? No respondas, piensa, analiza la situación. Según tu punto de vista debemos de investigar primero, saber las razones que provocaron todo ello, en este caso podría decirte que simplemente quería divertirme para ver si podría zafarse de éste aprieto dejándolo caer. Sí, podría sufrir graves heridas e inclusive la muerte. ¿Vas a tomar tu pluma para escribir lo que está pasando nada más?

 

Sonreí. Lentamente dejé el cuerpo del otro estudiante dentro del aula de clases y, con unos cuantos evanescos, desaparecí las tres cuerdas que lo aprisionaban; caminé hasta donde quedó su varita y se la entregué con una palmada en la espalda.

 

- Lo siento, tenía que probar algo. - Esperé a que tomara de nuevo asiento el joven mago y estuve atento ante las palabras que ahora me podrían dar como retro alimentación ambos caballeros.

 

- Bien podría haber ignorado el ataque de las criaturas allá afuera, - proseguí - pero no lo hice, al contrario, tomé mi varita y defendí a los estudiantes, ayudé a mis compañeros profesores y organicé el movimiento de cuidado para que ningún ser vivo resultara herido, incluyendo a las bestias que sólo actuaban por instinto de supervivencia. Conforme a lo que planteas, bien pude quedarme rezagado de los eventos, esperando a que todo terminara como tendría que hacerlo conforme a las diferentes circunstancias que se presentaran y, con ello, dejarlo registrado en los libros de historia, ¿eso qué diría de mi como persona? ¿Acaso vale más el mismo registro de los eventos que el evitar alguna catástrofe mayor?

 

No es que estuviera en contra de las palabras de Pakami, inclusive podría compartir su manera de pensar, lo que necesitaba como curso especial de magia era poder crear un mayor nivel de conciencia dentro de mis estudiantes, que entendieran bien las bases de dicho conocimiento para su aplicación en su vida diaria.

 

- Piensen, piensen, tomemos todo a consideración.

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Había salido del Castillo Myrddin muy temprano en la mañana de aquel día de verano para dirigirme hacia la Universidad. Semanas atrás se había inscripto para tomar una clase de postrado que era ofrecida en el instituto. Su elección por un conocimiento había sido fácil, Historia de la Magia siempre había sido una de sus materias favoritas cuando era un niño y ahora le interesaba mas que nunca tomar el cocimiento.

La carta que había recibido no había especificado donde exactamente se daría la materia así que le tocaba primero pasar por la administración para solicitar la información. Para el era la segundo vez que ponía pie en la Universidad aunque el edificio ya tenia 6 meses en pies. A paso rápido y firme camino por las calles para llegar a la Universidad pero en cuanto entro en el campus se encontró con un enorme caos causado por varias bestias cuales se tenían que manejar con extremo cuidado.

Su mano izquierda se fue directamente a pasar por sus rubios cabellos y un suspiro de frustración escapo sus labios. Por suerte parecía que ya estaban resolviendo tal problema, con su azulada mirada capto a varias personas sobrevolando el area (los que suponían eran profesores, encargados de la universidad y empleados del ministerio. Su mano libre ya se encontraba en sus pantalones negros agarrando su varita por si la situación requería que tomara acción pero lo único que desea era que su clase no hubiera sido cancelada.

Esta tan concentrado en las criaturas que tenia a su alrededor que casi tropezó con el muchacho (Pakami) que tenia enfrente ya que este parecía estar fascinado con las bestias que habían invadido la universidad. Un hombre comenzó a descender hacia donde se encontraban, suponía que era para darle instrucciones de que hacer en la situación en la cual se encontraba el campus o pedir ayuda. Por cosas de la vida era el profesor que impartía Historia de la Magia y el joven con el que casi tropieza era su compañero, tomo nota de ambos nombre.

-Dylan Kyle Myrddin, un gusto - dijo mientras estrechaba la mano de Ishaya.

El Tonks nos dio instrucciones a donde dirigirnos y ambos tomamos camino tan pronto posible, tan pronto llegamos al aula 302 mi compañero comenzó a ponerse mientras tanto yo me acerque al gran ventanal de la habitación para observar lo que seguía pasando afuera. Manos cruzadas sobre la camisa blanca miraba como poco a poco las cosas se comenzaron a calmar afuera. Nuestro profesor llego justo a tiempo antes de que el sonido de campanadas silenciara todo el salon.

Tome ese momento para despegarme de la ventana y acercarme hacia el cual suponía seria mi pupitre pero no me senté. Mi azulada mirada se clavo de inmediato en el profesor mientras daba inicio a la clase, sus palabras se escuchaban claramente en el casi vacío salon. Una media sonrisa se formo en mis labios mientras este hacia que el salon comenzara a subir a lo que parecía ser otra planta en la torre que nos encontrábamos. El sitio era lo que solo se podia describir como una pequeña pero exquisita colección de libros de historia, no tuvo la oportunidad de leer cada uno los títulos de los libros pero parecía bastante variada la colección antes de que volvieran al antiguo salon.

El tomo de voz del peliblanco cambio mientras pedía que contribuyéramos a la clase. Analice con cuidado antes de responder pero mi compañero decidió ir primero. Espere con calma mi turno pero no deje de prestarle atención al Gryffindor ya que estaba preparando un excelente argumento a lo que el muchacho estaba diciendo. Antes de que pudiera comenzar a exponer mi punto de vista nuestro maestro retomo la palabra nuevamente.

Nunca espere lo que paso después lo único que supe fue que había sido atacado por mi profesor, estando en un tercer piso sufriría heridas graves pero siendo un demonio no seria nada mortal pero eso no significaba que iba a disfrutar el viaje a St Mungo. Por suerte todo solo había sido para probarle y darle un ejemplo a mi compañero, eso no significaba que no lo quisiera matar. Cuando fui liberado tuve que usar de todo mi auto control para no pararme y entrarle a golpes al Tonks pero si las miradas mataran estaba seguro que mi profesor no estaría de pie en esos momentos.

Tuve que respirar profundo y me levante con calma del suelo mientras sacudía mis pantalones. Sacudí mis manos y acomode mi cabello y para cuando el profesor me ofreció mi varita estaba como si nada hubiera pasado.

-No se preocupe… aunque recomiendo no intentarlo de nuevo.

Mi respuesta fue corta pero clara cuando Ishaya se disculpo por sus acciones. No me tomo volver a recuperar el tren de pensamientos que tenia antes de que fuera usado como ejemplo de la clase y terminar de organizar mis ideas. Me aclare la garganta para llamar la atención de ambos aunque no dudaba que tenia la del maestro.

-Intervenir en el curso de los eventos no nos quita menos perspectiva a lo que esta sucediendo sino que nos da mas campo para cubrir y como historiadores nos permite tener mas conocimientos sobre el hecho. En situaciones como el caos en el que se encontraba el campus o con el ejemplo que dio es mejor actuar para resolver el conflicto lo mas rápido posible ya que la historia esta llena de momentos donde alguien tomo acción para evitar o mejor la situación.

Tome un momento para que mi compañero de materia procesará mis palabras ademas de moverme así donde se encontraba mi pupitre y recostarme de el antes de continuar.

-Tener mas de un punto de vista en una situación ayuda a mantener un mejor y mas certero recuento de las situaciones, ya que tu perspectiva puede variar por tus experiencias y creencias pero como historiadores tenemos que tomar todo eso y agregarlo a la información que tenemos ya sea la que hemos recibido de otros historiadores o hemos descubierto en el recuento que nos dan los demás presente en el hecho… Por ejemplo lo que yo observe durante el caos de la academia y lo que observo el Profesor Ishaya desde el cielo son dos cosas muy diferentes pero eso no significa que una sea mas valida que la otra sino que los detalles que yo no note pudieron haber sido notados por el y viceversa, esto nos da un mejor recuento de la situación teniendo mas datos y detalles que se pueden guardar.

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La mirada de Dylan era asesina, me la clavaba con tal fuerza que parecía pretender atravesarme con ella aunque, bueno, yo simplemente le devolví la sonrisa ante tal reacción. Era normal que se sintiera agredido ya que, bueno, lo había agredido en más de una forma, tanto espiritual como física y emocionalmente, sólo me había faltaba responderle de una manera verbal muy ofensiva para terminar la presión por completo. No lo iba a hacer, estábamos en una situación de profesor/alumno y se pretendía fortalecer los lazos para el aprendizaje, no romperlos.

 

Y su respuesta, ¡tan sutil como se pretendía! Si alguna vez pude haber dudado de si había cruzado el límite, el 'no volver a intentarlo de nuevo' era confirmatorio. Lo bueno de todo el asunto es que, de manera inmediata, me respondió con velocidad dando un fuerte argumento ante las cuestiones presentadas, ganando la palabra a su compañero que ya había dado un comienzo con la discusión primordial sobre el actuar y deber de un historiador.

 

- Ahora estamos indagando más dentro del pensamiento de los profesionales mágicos como historiadores, - respondí a los dos estudiantes cuando se encontraron sentados en sus pupitres mientras que yo, por mi parte, me recargué en el escritorio - porque somos como los antiguos griegos que, a falta de una escritura fluida, transmitían las odiseas de forma hablada, relatando las aventuras de sus héroes y dioses, transmitiendo un mensaje claro para enorgullecer su propio pueblo.

 

Alcé la mano apuntando hacia en frente a ningún lugar en específico, la intención era marcar un espacio dentro de mi propio discurso puntualizando las bases fijas de la misma historia.

 

- Entender que primero debemos de tener una idea clara de nuestro objetivo, qué mensaje es el que queremos enviar; después, bajo la misma línea, separar la paja de los asuntos realmente importantes. Ojo, que los detalles siempre son buenos, no los consideren paja o cosas de relleno, como si les hablara de las dos grandes guerras mágicas del siglo XX , ¿dejarían de lado la historia de Albus Dumbledore desde su paso como director de Hogwarts? ¿O evitarían el hecho de escribir la infancia y linaje de Tom Riddle antes de convertirse en Lord Voldemort?

 

Ciertamente la materia exigía mucho proceso mental, demasiadas indagaciones porque el conocimiento, como tal, resultaba meramente intelectual aunque la práctica era necesaria. Eso ya lo tenían claro. No podríamos transmitir los eventos importantes que suceden a nuestro alrededor si no estamos involucrados en ellos, ya sea como personas activas directamente en la creación de la historia o como pasivos siendo quienes recavemos la información necesaria.

 

Un enorme rugido de dragón sonó afuera del edificio, como si estuviera sobrevolando las cercanías. Esto podría tornarse más complicado de lo que planeaba.

 

- Incluso, - aproveché el momento - nosotros podremos presenciar sin tener idea de algún evento que marque la historia local, nacional o global del mundo mágico.

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Me sentía contrariado por la exposición de mi compañero. En parte sentía que estaba repitiendo lo que yo mismo había dicho, quizás agregándole algo de opinión propia. Pero por otra parte discrepaba absolutamente con él. No es que yo mismo fuera una persona de mente demasiado abierta. Un rasgo que mas de una vez me había jugado en contra, pero que no pensaba comenzar a cambiar en ese momento. Entendía que el profesor ya no quisiera ahondar más en ese complicado tema, pero no podía quedarme simplemente callado ante aquello.

 

-En ningún momento fue mi intención sugerir que actuar en reacción a ciertas situaciones estuviera mal -una pausa-. Lo lamento si eso es lo que di a entender.

 

Me acomodé en mi asiento y esta vez respondí al profesor:

 

-En respuesta a su... exposición -dije refiriéndome al hecho de que prácticamente amenazara de muerte a mi compañero-. Entiendo lo que quiere decir. Pero me sostengo en que, tomando la posición de un historiador, no movería un cabello para salvarlo. Si yo mismo me considerara un historiador hecho y derecho, simplemente me sentaría y relataría como el profesor Ishaya asesinó a un alumno en favor de un argumento... Sería algo así como un reportero de los eventos ocurridos -una sonrisa ladeada apareció en mi rostro mientras continuaba-. Pero como no lo soy, evidentemente habría intentado salvar a mi compañero, pasando inmediatamente a formar parte de la historia.

 

Me recosté en mi asiento y esperé expectante a que continuara con la clase. No estaba seguro de haber dejado claro mi punto de vista, pero no iba a empantanarme más en ello..

 

-Estoy de acuerdo -dije con un renovado tono de interés sintiendo mi pecho vibrar aún, luego de aquel terrible rugido que se había oído de repente-, en que en cualquier momento podamos estar presenciando o incluso protagonizando un evento de crucial importancia para la historia local o mundial (y todo lo que va en medio). También, aunque seamos historiadores intentando mantenernos al margen de los hechos, es posible y muchas veces inevitable, como ya aclaré más temprano, que inconscientemente influyamos de todas maneras en nuestro ambiente... Siempre de manera inconsciente, repito.

 

Esperé un momento para permitir a ambos digerir lo que había dicho hasta el momento y continué:

 

-Un ejemplo claro de esto sería Bathilda Bagshot -una pausa-. Me explico: Bagshot, como buena historiadora, o chismosa, se había dedicado a observar la curiosa vida de la familia Dumbledore y de la amistad... o romance... entre Albus Dumbledore y Gellert Grindelwald. Nunca interfirió con esa historia, al menos no hay registros de ello. Hasta ahí el trabajo de un historiador: ver una historia desarrollarse sin intervenir. Sin embargo, como todos sabemos, años después fue engatusada por Rita Skeeter para revelar toda esa información al mundo de manera inconsciente: estaba bajo los efectos del Veritaserum. De esa forma pasó de observadora a protagonista inconsciente de una historia que todos conocemos a la perfección. La revelación de esa información influyó para que Potter y Granger se dirigieran al Valle de Godric, etc., etc. Como cuentan otros muchos historiadores.

 

Creía que esta vez había establecido más claramente mi punto, pero sería una cuestión de esperar para conocer las opiniones de las otras dos personas.

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Pakami fue el primero en responder al tema manteniendo su posición, no daba nuevos argumentos sino explicaba los anteriores. Asentía mientras caminaba de un lado al otro del salón de forma lenta sin apartar mi vista de su rostro, tampoco es como si quisiera que pensara que no estaba prestando atención a sus palabras. Sin duda alguna se había demostrado un punto, sobre la carga moral de cada historiador sobre el transcurso natural de los acontecimientos en los que estamos involucrados e, de igual forma, se podía dar a entender que la corriente que uno elige recae en la ética personal.

 

Me detuve en mi andar cuando mencionó el ejemplo de Bathilda al mismo tiempo que una ligera y leve sonrisa se dibujaba en mis labios. Sí, en efecto ella era un claro ejemplo del cómo los historiadores podríamos ser manipulados de manera consciente o inconsciente, para no entrar en detalles, y seguir contribuyendo a que se escriba la historia.

 

- Entonces, - me animé a decir antes del otro alumno mencionara palabra alguna - ¿qué tan verídico podría ser la información que brinde un historiador que ya ha sido influenciado por otro mago o bruja? - Comencé a acercarme lentamente al pupitre del Gryffindor mientras proseguía con mi respuesta. - ¿Hasta qué punto nosotros, como compañeros historiadores, podremos confiar en dicha persona? ¿Tendría algo que ver con una modificación de los hechos al momento de transmitirlos?

 

Me detuve a un paso de aquel joven mientras intercambiaba miradas con ambos, sonriendo, manteniendo movimientos corporales cortos e imperceptibles. Estábamos llegando a otro punto importante dentro del aprendizaje de ese conocimiento.

 

- Alguien alguna vez mencionó que la historia no es más que la biografía de los grandes héroes, - mi voz había bajado su volumen, casi llegando a un susurro - así como de los grandes villanos. Lo que conocemos como historia es el punto de vista que se aprobó para enseñar, una forma de ver la realidad, una forma de relatarla. Allá afuera - levanté mi brazo señalando a la ventana sin apartar la vista de los alumnos - se encuentran protagonistas de la historia, personas que comparten su ideología y aquellos que van en su contra... quien sabe cuales son las que estarán en su camino y que tanta porción de su realidad le impriman a los hechos...

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El silencio se había prolongado ya por algunas horas y la tranquilidad que siempre había caracterizado a la universidad, reinaba de nuevo en los patios, en los pasillos, en las aulas atiborradas de chiquillos, algunos aún deprimidos y melancólicos por el canto de algunos Augurey, otros aún más desafortunados, sufriendo las confusiones mentales que las arpías les habían concebido. El caos había terminado y había dado paso a las consecuencias, a las repercusiones. El departamento de regulación y control de criaturas mágicas, que alguna vez presidió, tendría mucho que explicar luego de este nuevo ataque, que deja en evidencia, la ineficacia del departamento de seguridad mágica.

 

Profesores, tutores, e incluso las mismas directoras, habían dado ya fin a la intromisión de las criaturas en los terrenos de la universidad, en compañía de algunos estudiantes que habían tenido la valentía de apoyar a los docentes y ayudar a aquellos que lo necesitaban. León había llegado hasta allí, luego de escuchar la catastrófica noticia en la radio local. Había sido por mucho tiempo director de la academia y profesor de criaturas mágicas, de seguro podría ayudar en algo. Las criaturas que restaban en el campus, algunos gnomos y escorbutos, estaban siendo rápidamente devueltos a la Reserva Mágica cuando este llegó al lugar.

 

¡Nooo! Estos pertenecen a mi amo—alegaba eufórico y preocupado un elfo, aferrándose a la pata frontal derecha de un hipogrifo que parecía perder el control cada que alguien trataba de acercarse—, no dejaré que se lo lleven, no es de ustedes.

 

—¿Qué sucede allí? —indagó León bajándose de la escoba.

 

—Tratamos de devolver esta bestia...—respondió un funcionario del ministerio tratando de capotear el peligroso hipogrifo. La insignia en su hombro derecho revelaba que, pese a tener la insignia del departamento de criaturas mágicas, sabía más de cultivo de mandrágoras.

 

— ¿Y trata de hacerlo con una soga sin tranquilizarlo primero? Apártese aprendiz —duró mucho tiempo en la reserva como para diferenciar a un empleado.

 

Con destreza y respeto, logró controlar al hipogrifo que cedió ante el arrullo tranquilizante del holandés, las alas de nuevo plegadas contra su cuerpo y las garras frontales, firmes en tierra. Cuando terminó de sacudirse el elfo, aún aferrado a su pata derecha, abrió los ojos lentamente. No cualquier elfo, por más servicial y fiel que fuera, mantendría la postura que aguantó aquel escuálido ser. León tendió la mano al alfo y lo ayudo a ponerse de pie, estabilizando el mundo que de seguro aún le daba vueltas.

 

—Dices que le pertenece a tu amo —indagó León pasando el amarre por el cuello del hipogrifo y atando la otra punta al roble más cercano—. ¿Y quien es tu amo?

 

—Ishaya M. Tonks —respondió el elfo tomando aire— es profesor de historia de la magia. Si puede localizarlo,podrá confirmar lo que digo.

 

 

Tenía una que otra referencia de dicho mago, por algún tiempo fue profesor de conocimientos mientras León dirigía la academia y sabía que, de presentarse una emergencia en la universidad, sería uno de los primeros en apoyar. No por que los conocimientos en historia de la magia fueran útiles en un ataque, sino porque era un diestro en algunas otras habilidades mágicas. Sin dejar siquiera terminar de hablar al elfo, desapareció del lugar, en dirección a los salones, más específicamente, al viejo salón donde quedaba el despacho servicial. Una improvisada oficina de elfos, encargados de absolutamente toda la logística de la institución, algo que, por fortuna, aún conservaba de la academia original.

 

—Salón 302, profesor Crowley— respondió uno de los elfos más ancianos del despacho. Una criatura delgada y casi ciega que mandaba la parada en el lugar—. Tercer piso, segunda puerta a la derecha.

 

Agradeció enormemente que le hubiera indicado en donde quedaba. La verdad, pese a haber sido director y profesor, no tenía mucha idea de en donde quedaban los salones. Sus clases no estaban diseñadas para impartirlas en un salón, a menos que se quisiera tener una extensa teoría de hechizos sobre como se hace una escoba o sobre como encantar un bundimun. Llegó al fin al aula en cuestión y golpeó dos veces, a lo cual la puerta se abrió de golpe.

 

— ¿Profesor Ishaya? —indagó en cuanto vio luz al otro lado del portal—, disculpe la interrupción, ¿Es suyo un hipogrifo asustado y un elfo... más asustado aún?

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Comenzaba a pensar que girábamos en una espiral. Analizando el mismo argumento una y otra vez. Quizás el punto de la clase era llegar a alguna reflexión profunda escondida dentro del tema que estábamos discutiendo, solo que no la habíamos alcanzado aún. De cualquier manera, me dispuse a escuchar una vez más mientras Ishaya formulaba nuevas preguntas, girando, torciendo y cambiando la misma premisa para verla de un modo diferente. Desde otro punto de vista. Quizás en eso estaba fallando, quizás debería plantear mi propia postura desde otro ángulo.

 

-Todos los historiadores han sido influenciados por otros magos, por otros ambientes y por otros hechos; como ya hemos dicho -respondí-. Por supuesto que algo muy diferente sería que un historiador haya tenido sus memorias deliberadamente modificadas o afectadas. Pero me atrevo a decir que ese no es un caso extremadamente común, a pesar de que en los últimos años hemos tenido el caso de Bathilda y Lockhart. Pero también debemos admitir que en ambos casos la historia en sí no fue modificada, si no que simplemente cambió su relator original. En el caso de Bathilda, Skeeter y en el caso de Lockhart, bueno, una gran cantidad de magos.

 

Hice una pausa para poner en orden mis pensamientos y continué:

 

-De cualquier manera, es evidente que no podemos confiarnos de cualquier historiador. Si bien el caso Lockhart es un poco extremo, con él mismo pintándose de protagonista de hazañas encomiables cuando su único talento era el encantamiento obliviate, así tampoco podemos creer que cualquier historiador con un sano juicio no esté haciendo exactamente lo mismo con sus propias redacciones. De ahí lo que decía más temprano sobre la moralidad del historiador y la voluntad de mantenerse al margen lo más posible, intentando contar una historia de una forma neutral, sin influencias propias. Pero, como hemos admitido, eso no es posible. Así que supongo que la respuesta es no, no podemos confiar en cualquier compañero historiador.

 

En ese preciso momento la puerta se abrió para dar paso a un mago que buscaba al profesor, conducta que me resultó un poco extraña considerando lo estrictos que solían ser en la Universidad con respecto a las clases. Pero suponía que con el caos que se había producido allí en los últimos días, las reglas estarían un poco flexibles. Me preguntaba si terminaría la clase en favor de un hipogrifo y un elfo o si continuaríamos con la intensa discusión que veníamos llevando hasta el momento.

.-*[[ GPciano de Alma || http://i.imgur.com/LVhxFeN.gif || Sandía del Mal ]]*-.


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- ¡Profesor Crowley! Me alegra mucho que haya llegado, adelante por favor.

 

Por fin podíamos continuar con la clase, en un cierre que ya estaba pensando pero que aún no había decidido el modo de proceder, afortunadamente uno de mis compañeros del claustro me notificaba sobre Muca, mi hipogrifo. Sonreí tranquilamente mientras hacia un par de ademanes con mis manos, intentando hacer menos el asunto.

 

- Sí, sí, Rubens es un elfo doméstico que vive en mi Hacienda y Muca recién me la han dejado llevármela de la Reserva Mágica, - respondí apresuradamente mientras lo invitaba a sentarse - supondré que los agentes ministeriales han tenido un poco de problemas, por lo que tendré que ir a arreglarlo.

 

Sonreí ampliamente, al fin podíamos poner en práctica lo que tanto discutimos en aquella aula.

 

- Mientras no estoy, el joven Gryffindor y el joven Myrddin podrán poner en la mesa lo que hemos estado hablando, mi estimado León, - le guiñé un ojo - no creo que le cause mucha molestia si dejo que mis dos alumnos les hagas las preguntas necesarias para que puedan conocer lo que ha pasado allá afuera mientras estábamos en la seguridad de las instalaciones, ¿correcto?

 

Una tarea relativamente sencilla para ambos estudiantes de pos grado, veríamos que tanto podrían aplicar lo que defendían dentro de sus ideales y hasta donde llegarían con su indagación. Un excelente 'examen final'.

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