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Conocimiento de Maldiciones


Melrose Moody
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Catherine se encontró recorriendo el patio dos horas antes del inicio de clases. Y no era que tuviese prisa o que faltase algo en los preparativos: eran simples y llanos nervios. Le gustaba el tema que iba a dictar, pero aunque dominio no le faltaba tenía miedo de no tener capacidad de llegada a los alumnos que en clase le habían tocado.

 

Aquel día a pesar de la usual temperatura en la universidad, el sol que realmente brillaba con toda su fuerza en el cielo, mas su mente estaba despejada y fresca, por contradictorio que aquello pudiese sonar. Su estado, era casi frenético, puesto que calculaba mentalmente todos los parámetros que había calculado para que su clase resultase "segura" e instructiva.

 

Ante ella, se encontraba una fuente. Su borde era de piedra pulida y aunque los rayos habían bañado su superficie por varias horas, no quemaba al tacto. Catherine posada en dicho borde un cofre, cofre que sin duda le sería de utilidad y esperaba también fuese de utilidad para sus alumnos durante la clase.

 

Su varita, por otro lado, arma que también usarían, sobresalía del bolsillo izquierdo de su túnica con ligereza, por el lado que mostraba el mango de plata que guardaba su base. A su vez, la bruja llevaba su sombrero y sus botas, todo en conjunto de un color verde oscuro. Tenía entendido que los mensajes habían llegado con tardanza a los alumnos, a causa del mal tiempo que había habido aquellos días, pero Catherine se armó de paciencia y esperó, extrayendo un pequeño libro de su bolsillo, para matar el tiempo.

 

Esperó, hasta que el primero de sus alumnos llegó. Y entonces, haciendo revolear su varita sujetándola distraídamente, susurró "Flagrate". Pronto, su nombre estuvo pintado en letras rojas en medio del aire para que todo el que llegase pudiese apreciarlo (dicho "letrero" ponía: Catherine Stark).

 

Finalmente, una vez todo mundo hubo llegado, cerró su libro y dijo:

 

-Antes que nada, deseo saber sus nombres y sus conocimientos del tema -sus ojos brillaron observando a los presentes con interés mientras señalaba su propio nombre pintado en el aire con la cabeza-. Luego, podremos empezar.

 

Se sentó entonces en el borde de la pileta con pose relajada y aguardó a que el primero tomase la palabra.

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¿Se cansaría algún día de él? Se preguntó la castaña, negándose a abrir los ojos. Hace ya un par de minutos que se despertó, pero se quedó en silencio y sin hacer movimientos bruscos para no perturbar su sueño. Los cuerpos desnudos de Bastian y Valkyria habían quedado entrelazados luego de una noche que ambos estuvieron deseando desde hacía mucho tiempo, quizás desde el mismo momento en que por alguna razón tuvieron que viajar lejos de su hogar y por ende separarse el uno del otro.

 

Con uno de sus dedos empezó a trazar formas sin sentido en el abdomen y pecho de su prometido, como si quisiera aprender de memoria cada centímetro de su cuerpo, como si quisiera grabar en su mente el suave tacto de su piel… su aroma. Tan concentrada estaba en aquella tarea que apenas fue consciente de que alguien ingreso en la habitación. A regañadientes abrió los ojos y los posó en la elfina que había osado romper aquel mágico momento.

 

—Lo siento ama… ha llegado esto desde la Universidad… —dijo bajando la voz pues la castaña le había hecho señas para que hablara en voz baja.

 

Cubrió su torso con parte de la sabana y tomó el pergamino, al leerlo no pudo evitar la sorpresa al ver no solamente su nombre, sino también el del peli blanco, al parecer habían tomado la misma clase de conocimientos y dicha clase pronto empezaría. Suspiró resignada al darse cuenta que no podrían tener el día para ellos solos como lo tenían planeado.

 

—Amor… despierta… — dijo la bruja mientras lo movía con suavidad. Al segundo intento Bastian abrió los ojos —Buenos días cariño — lo saludo depositando un suave beso en los labios del Malfoy — Al parecer seremos compañeros de clase… — dijo enseñándole la nota —y se nos está haciendo un poco tarde… aunque creo que aún tenemos tiempo para ducharnos juntos —

 

La ojimiel se puso en pie llevándose consigo la sabana que los cubría caminó unos pasos y se dio la vuelta para poder verlo, ahí sobre la cama, como había venido al mundo y completamente suyo > pensó respondiendo la pregunta que momentos atrás había estado rondando en su cabeza. Acto seguido se despojó de la insignificante tela que cubría su cuerpo y se dirigió al cuarto de baño, sabía que era cuestión de tiempo para que Bastian la siguiera.

 

Pasado cierto tiempo la Haughton salió algo apurada pues aquella ducha había durado más de lo esperado, entró en el closet y buscó algo fresco que ponerse. Un vestido de verano con unas ballerinas fue lo escogido, sencillo, fresco y elegante, justo como quería verse. Al reunirse nuevamente con su novio supuso que no había tardado mucho, pero su cara de reproche decía lo contrario. Sin decir palabra le dio un beso como disculpa y tomó su mano para desaparecer del lugar.

Ya en la Universidad y siguiendo las indicaciones que ponía en la nota, les resulto sencillo encontrar el lugar en donde se dictaría la clase. Había pasado tan solo unos minutos en aquel sitio y ya se sentía acalorada, lo único bueno era que su cabello, aun húmedo, pronto se secaría por completo. Dejando de lado aquellos pensamientos y su incomodidad observó a la profesora, sorprendiéndose de que no fuera Mistify Malfoy. Leyó aquel letrero, llegando a la conclusión de que no conocía ni había escuchado hablar de la profesora.

 

 

—Buenos días — saludó la castaña — Soy Valkyria Haughton y mis conocimientos son… — pensó por un instante decir que conocía mucho sobre maldiciones, pero era sabido que quienes usaban maldiciones por lo general eran magos tenebrosos y no le interesaba que supiera o imaginase que hace nada había sido parte de los mortifagos —Se podría decir que se sobre el tema... pero su pregunta es muy amplia y podría pasar la mañana hablando de temas que seguramente mis compañeros también conocen. — dicho aquello guardó silencio para que su novio pudiera presentarse.

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~Bastian S. Malfoy

Desde el día en que finalmente reveló todos los secretos que cargaba en su espalda pudo dormir placenteramente. Se sentía más seguro. Si algo se salía de control Valkyria estaría ahí para ayudarlo, ella de igual forma estaría más atenta ahora que conocía la organización de la que debían cuidarse. Abrió los ojos cuando escuchó las palabras de la bruja.

 

—Buenos días guapa —respondió antes de que sus labios se fundieran nuevamente ne un beso.

 

Luego de aprobar la clase de Estudios Muggles, Bastian se inscribió en una clase que supuso sería más divertida. Era una rama de la magia que dejó descuidada cuando se vio en la necesidad de dedicar su vida a la política con la finalidad de ser nombrado Warlock.

 

—¡Que yo no tengo con que taparme! —bromeó en el instante en que la castaña se levantó de la cama llevándose lo único que los cubría.

 

Apoyó el cuerpo sobre los brazos y se puso de pie. Antes de ir al baño fue hacia el escritorio y guardó una pequeña funda plástica en uno de los cajones. Tomó la varita mágica y selló el cajón. No le apetecía en lo más mínimo que Kelian, que seguramente en la tarde buscaría galeones entre sus pertenencias, encontrara el contenido de aquella funda.

 

Tardaron mucho más tiempo del necesario para una ducha. Ella salió en primer lugar mientras que Bastian se quedó unos minutos más quitándose en bigote. Se secó dentro, salió totalmente desnudo y se dirigió hacia su armario. Le gustaba que siempre que lo vieran transmitiera el mismo sentimiento. Su ropa "normal" estaba compuesta con capas rojas que simplemente cambiaban de tonos según su estado de ánimo. Era una mezcla entre ropa muggle y la ropa ocupada por los magos: En apariencia una camiseta normal con mangas hasta los codos, pero en la parte de atrás se extendía -casi hasta el suelo- como una túnica. Terminó de vestirse con un boxer holgado y un pantalón negro que le marcaban las piernas. Un par de guantes de piel de dragón y la vaina de su espada en la espalda.

 

Se acercó al escritorio, en donde dejó la varita, y la movió suavemente para secar totalmente su cabello. Si no lo hacía los mechones que estaban envueltos en fibras rojas y piezas de plata se dañarían. Tomó los dos pendientes y se los colocó en la oreja izquierda.

 

—Pensé que nunca terminarías de alistarte —dijo poniendo su cara de reproche más convincente. Obviamente no era cierta, Valkyria siempre olvidaba que él tardaba en arreglarse casi lo mismo que ella. Antes de desaparecer extendió la mano, tomó la espada por la empuñadura de calavera y la puso en su espalda.

 

Cuando aparecieron en la Universidad lo primero que hizo fue retirar el cabello que se le había colado en el rostro, disminuyendo su visibilidad. Con tan solo dar unos pasos el calor se apoderó de su cuerpo. Llevar la ropa que llevaba era como estar desnudo, estaba elaborada con una tela mágica para evitar el calor; era como si no estuviera.

 

—Deberías ser menos modesta y menos precavida —le dijo a la bruja al oído, de tal forma que solo ella escuchara.

 

Las maldiciones eran diferentes a las artes oscuras. En aquella clase se vio en la necesidad de ocultar su rostro, su voz, su identidad. Justo en aquel momento sintió que necesitaba hacer todo lo contrario: hacer que la gente supiera quien es, que supieran lo que él conocía pero que creyeran que era lo suficientemente cauto para no utilizar aquellos conocimientos de forma inadecuada.

 

—Buenos días. Mi nombre es Bastian Malfoy —dijo, poca gente conocía su origen ruso y le interesaba que así siguiera siendo —. Conozco varias maldiciones. He controlado a mi voluntad varios animales pequeños, he hecho que se suiciden voluntariamente para evitar el dolor que les infringía y en otras ocasiones he sido yo quien les he quitado la vida. Me gustaría conocer muchos más maleficios, últimamente el Ottery es muy peligroso con La Marca Tenebrosa y la Orden del Fénix metiendo la nariz en donde no son llamados —dije.

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- Yo soy Mónica Malfoy Haughton

 

Aquella voz habría sido perturbadora si no hubiera sido porque cada rincón de los terrenos exteriores de la academia estaban iluminados perfectamente. A pesar del brillante y caluroso sol y de que había muchos ojos que podrían haberla visto, la presencia de la bruja había pasado inadvertida hasta que se hubiera presentado hacía apenas unos segundos. No llevaba capa alguna por primera vez en mucho tiempo, lo que corroboraba que había dejado de ser miembro Warlock del ministerio y tampoco llevaba ninguna otra identificación ministerial.

 

El largo cabello se movía ligeramente al caminar acariciando los limites de su cintura y de su espalda. El pelirrojo sobresaltaba sobre la túnica blanca que vestía cuya tela absorbía los rayos de sol y los reflejaba de forma ajena al ojo humano, otorgándole un aspecto falsamente inocente. La hilera de perfectos dientes no se vio y en su lugar una fina linea delataba el lugar donde sus labios se unían carentes de gesto alguno. Intentó sonreirle a su primo pero en vez de eso solo fue capaz de dedicarle una mirada casi impasible acompañada por un gesto que en vez de a él le hizo a Valkyria al tocarle el brazo de forma cariñosa.

 

- Espero no llegar demasiado tarde se disculpó al mirar a la que parecía tratarse de la instructora, sentada al borde de la fuente que coronaba aquella zona de los exteriores. Se llamaba Catherine y no la conocía, aunque ya había escuchado hablar de ella. Arrugó la nariz, como si algo la disgustase.

 

Se había quedado por detrás del trío, algo apartada. Sus manos se unían delante de su cuerpo, entrelazados los dedos a la altura de su regazo. Observaba silenciosamente mientras ellos se presentaban y respondían a lo que la apellidada Stark había preguntado. Ella no lo hizo, pues estaba convencida de que lo que supiera o no poco importaba. Sabía mucho de maldiciones, claro estaba y las había practicado más allá de la legalidad en numerosas ocasiones, sin embargo lo que ella perseguía en aquel curso no era otra cosa que una certificación que oficialmente dijera que tenía los conocimientos necesarios para hacerlas.

 

Y quizás una forma silenciosa de darle permiso para defenderse con ellas...

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Isobelle Ryddleturn.

 

Fue la última en presentarse, su acento escocés ligeramente marcado en su voz de contralto y una ligera sonrisa bailando en sus labios. Aquella mañana el sol brillaba sin impedimento y el clima —usualmente frio — era caluroso.

 

Disculpe mi demora —Había sido la última en llegar, un error que estaba segura, no volvería a cometer. Su mirada de azul recorrió los rostros de sus compañeros, todos desconocidos para ella. Otra rápida mirada hacia su instructora, otra desconocida. <<No por mucho, esperemos>>

 

<<Que bien se siente eso>> Los rayos del sol cosquilleaban sobre la piel de sus brazos descubiertos y la ligera brisa hacia bailar su cabello negro recogido en una cola desordenada cola de caballo. Ropas muggles cubrían su figura, un par de shorts negros, franela verde esmeralda sin mangas que dejaba entrever su corpiño de encaje negro y un par de botines de piel de dragón, negras. Un atuendo extraño para alguien de su bando.

 

No he tenido mucho contacto con ellas, he lanzado algunas y se lo suficientes sobre ellas, al menos en teoría. —Respondió con indiferencia. Había leído sobre todo tipo de maldiciones y la manera de realizarlas pero reconocía que carecía de la práctica y la disciplina para controlarlas.

 

<<Aprender a defenderte tampoco nos caería nada mal>> Hizo caso omiso del demonio en su interior. Si, no sabía defenderse mucho pero para algo había pagado aquella clase, para aprender a lanzar y defenderse de maldiciones. Punto. Una sonrisa por un par de segundos en los labios de la vampiresa, antes de que su rostro regresase a la máscara de indiferencia que últimamente reinaba en la Selwyn.

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La mirada de la castaña se posó en aquel extraño cofre que estaba a tan solo unos metros de la que sería su instructora en aquella clase. Por alguna razón se le hacía familiar, quizá eran aquellas runas en su montura. Intentó recordar de donde lo había visto, tal vez en un libro antiguo o podría ser en alguna de sus clases pasadas, pero aquel dato se le escapaba por completo. > pensó apartando la mirada de él justo en el momento en que sintió un ligero rose sobre su brazo.

 

Una sonrisa se posó en sus labios al reconocer a la peli-roja, se trataba de Mónica Malfoy. A pesar de que vivían en el mismo castillo no se veían mucho con la bruja y tras su salida del bando tenebroso la lejanía había ido en aumento. Sin duda cada quien pasaba ocupado en sus actividades, por lo que se debía aprovechar las casualidades.

 

—Mira... es tu prima — le murmuro a su novio quien tras su presentación volvió a quedar en silencio —Vamos a saludarla... — añadió sin esperar respuesta por parte de él.

 

—Hola Mónica... que gusto y sorpresa que estés aquí — dijo a modo de saludo, se paró a su lado y observó con curiosidad a la chica que llegaba bastante tarde a la clase —Esperó que seamos todos y que la clase al fin empiece — comentó en un tono un poco alto, como para que la Stark la escuchara y tomara el rumbo de la clase.

 

Ya habían esperado mucho tiempo o al menos eso era lo que sentía la ojimiel, aunque el esperar no era uno de sus fuertes y quizá solo ella se sentía así. Volvió nuevamente a mirar aquel cofre y su curiosidad por saber que había en él iba en aumento, si la profesora no hacía nada quizá ella mismo se acercaría y lo abriría, sonrió ante aquel pensamiento y dijo en voz baja.

 

—Muero por saber que hay en ese cofre — en su voz se podía palpar la curiosidad — ¿creen que se enoje si voy a ver que hay dentro? — les preguntó a los Malfoy.

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Su concentración se desvió, de forma mecánica, hasta la frívola figura de su prima. Había pasado mucho tiempo desde la última ocasión en que se vieron. Es más, el mago ni siquiera estaba seguro. Habían dos posibilidades: en el ministerio o en la fortaleza oscura; fuere cual fuere, era demasiado tiempo para que aún permaneciera en su memoria.

 

Pero de la misma forma en que se concentró en su prima, captó un extraño cofre que en un principio pasó por alto. > se reprendió. Era, más bien, una nota mental: necesitas entrenar, ha pasado una eternidad desde que memorizabas paisajes y soportabas torturas. El hablar de Valkyria hizo que regresara a la realidad. En realidad reaccionó debido a que la bruja empezó a caminar sin soltarle el brazo.

 

—Me he acostumbrado a que no me preguntes —le murmuró al oído antes de que se pararan frente a Mónica —. No pensé verte en esta clase, deberíamos salir a tomar un trago uno de estos días —dijo a modo de saludo.

 

Miró con desgana a la última persona en llegar. Él no la conocía, posiblemente ella tampoco, y no le importaba en lo más mínimo entablar relaciones de amistad con personas de las que jamás había escuchado siquiera hablar.

 

—Olvida el cofre, lo importante es que vine a divertirme en esta clase; ya sea aprendiendo o causando un poco de ¿caos? Si la profesora no se da prisa alguien debería invocar algún animal para que alguien haga que se salga de control

 

 

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Dejó el libro al borde de la pileta a la par que prestaba atención a cuanto iban diciendo. Mantuvo una expresión serena ante los distintos comentarios aunque un par consiguieron llamar su atención. A pesar de todo, no pudo evitar un ligero estremecimiento. Había rogado que no le tocaran vampiros en su clase, pero le habían tocado nada menos que tres. Káiser, en su interior, sólo pensaba en destrucción.

 

Pero no debía y tampoco le apetecía. Quizá pudiese pensárselo en otro momento, pero no en su clase. Catherine dio entonces unas palmaditas en el cofre, para llamar la atención de los presentes que, debido al tiempo transcurrido en su espera, habían empezado a hablar entre ellos. De lo poco que pudo captar Stark, al parecer estaban relacionados de alguna manera. Juraba haber escuchado la palabra prima, aunque quién fuera a saber quién era prima de quién. Lo que sí oyó, pues le interesaba, fue el comentario que soltó Haughton.

 

-Contaba con que varios de ustedes conocieran del tema -explicó, observándolos detenidamente por turnos para estar segura de recordar sus nombres más adelante-. Mas, incluso aunque no estuviesen familiarizados, la idea es que pudiesen realizar esta clase con éxito. Esa es la meta y así ha sido trazada.

 

Como había hecho en anteriores ocasiones, indicó que armaran un semicírculo alrededor suyo y de la pileta y abrió el cofre. De él, extrajo un par de pociones, una de un celeste brillante y otra de un tono casi incoloro. A su vez, extrajo un rubí y un reguero de perlas de río.

 

-La clase consistirá en una parca explicación sobre las maldiciones y una serie de carreras de obstáculos -se acuclilló junto a una pequeña hondonada en el suelo que no había sido notada y vertió allí las pociones y dejó el rubí justo en el centro. Luego, pensó en el hechizo antiguo que había robado de las memorias de Káiser y las pociones brillaron mientras se incorporaba con la varita aun rígida en su mano, esperando la activación que no tardaría más de treinta segundos, por lo que continuó sin esperar respuesta-.Atravesarán el portal a la cuenta regresiva y arribaremos en la zona de llegada. Allí, daré las explicaciones preliminares. Luego, será cosa de ustedes.

 

Se volvió entonces hacia el espejismo que parecía haberse abierto ante ellos. Como aguas claras formando ondulaciones extendidas en vertical, que parecía destilar un brillo tornasolado.

 

>>Avancen de a uno. Tres... dos... uno...<<.

 

En aquella oportunidad, se aseguró de todos pasaran por el portal primero. Ya una vez le había pasado eso de dejar un alumno atrás y no había sido para nada gracioso. Absorbida por aquella sensación incómoda en el estómago y tomando su sombrero en su mano para que no lo hiciera caer el fuerte viento que pareció golpearle el rostro, terminó por ver al fin, su destino, con el cofre bajo el brazo.

 

Se encontraban frente a una imponente construcción, cuyas puertas no habían sido visitadas hacía demasiado tiempo. Era lóbrega y oscura y el cielo apenas tenía jirones de colores pálidos a mínimos intervalos. El suelo era de tierra apisonada y estaba coloreado de negro, marrón y en ocasiones un rojo oscuro. Pero lo que llamaba enseguida la atención no era eso, si no la torre que se encontraba delante.

 

Catherine había pensado mucho antes de llevarlos allí. Apenas había conocido el lugar gracias a los recuerdos de Káiser y ella misma entendía que debía develar los misterios de dicha torre si quería retomar cosas de su pasado. A pesar de todo, era una apuesta arriesgada. Saldrían de allí aprendiendo de maldiciones, eso era seguro. El problema sería si se le morían por el camino. Sospechaba que la mayoría tenía los suficientes conocimientos para seguirla, pero no quería tomar riesgos innecesarios.

 

-Visitaremos los dos primeros pisos -explicó señalando la construcción con la cabeza, intentando ignorar el hecho de que se había mantenido callada un buen rato-. Está terminantemente prohibido bajar al sótano, o continuar por el tercero y les advierto que reprobaré sin dudarlo al que siquiera lo intente. El nombre de este lugar es la Torre de la Nigromancia y no lo van a encontrar en ningún mapa.

 

De hecho, Catherine había invertido gran cantidad de magia para hacer el maldito portal, aunque a simple vista había parecido fácil.

 

-Lo que hoy verán -continuó, calándose el sombrero-, son las distintas maldiciones que se pueden apreciar en el mundo de los magos actual, es decir, que son realizadas con regularidad ya sea legal o ilegalmente -avanzó unos pasos con la varita en la zurda hasta atravesar una gran arcada y continuó por la explanada dirigiéndose hacia la torre. El aire se podía percibir, apenas con ese simple desplazamiento, ostensiblemente enrarecido-. Si bien civilizaciones como la egipcia y la aramea, entre otras de la antigüedad poseían también gran cantidad de conocimiento en estas artes... no es lo que nos interesa, para esta clase. Eso sí, les recomiendo investigarlo por su cuenta.

 

Se encontraron finalmente apenas a unos cinco metros de la entrada y Catherine se detuvo.

 

-Sectusempra -apuntó su varita hacia la puerta y realizó el movimiento adecuado, con lo que el rayo salió expulsado de su varita y chocó contra el metal. Pero la puerta no mostró siquiera un rasguño-. Como pueden ver, esta torre es más que una simple construcción. Así que, antes de enfrentarnos a lo que allí nos espera, deseo que practiquen las maldiciones que veremos al interior.

 

Del interior de su bolsillo, sacó una lista y una vuelpluma y empezó a leer.

 

-Maldición geminio -la pluma parecía estar de acuerdo, por lo que no tachó nada-. Conjuntivitis, Expulso, maldición de los demonios, sectusempra -la pluma tachó el hechizo al instante, dado que ese de seguro ya lo habían aprendido en la universidad-. y por supuesto, las maldiciones imperdonables.

 

Cerró entonces el pergamino y continuó.

 

-Si tienen dudas, si no saben como ejecutar estos hechizos o cómo defenderse de ellos, quiero oír sus opiniones ahora, así como sus dudas. Pueden empezar ya, y hacer las preguntas a medida que practican -indicó, señalando la puerta, instándolos a empezar-. Una vez dentro, se tratará de instrucciones rápidas y utilizar el hechizo ideal para protegerse de éstos. Es decir, magia defensiva contra éstos.

 

>>Durante el recorrido, observaremos otros maleficios ya menos conocidos, pero podrán hacerles frente, estoy segura<<.

Editado por Catherine Stark

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Como si la profesora tuviera la habilidad de leer los pensamientos, de quienes con cautela estaban conspirando contra la clase, llamó la atención de los presentes volviendo a gesticular palabras. Fueron palabras que le interesaban. La clase iba a comenzar, no sería una aburrida explicación de hechizos que él conocía de sobre manera; todo lo contrario, iban a abandonar la universidad para practicar aquellas maldiciones.

 

Los movimientos de la bruja eran míticos, estaban escritos en sus recuerdos si bien nunca los había visto. Se parecían a unos gráficos que vio en viejos pergaminos, demasiado viejos como para fiarse de su contenido, demasiado gastados y tenebrosos como para arriesgarse a ejecutarlos. Dio un paso hacia atrás sin soltarse de brazo de Valkyria. Su varita estaba lista, cosas peligrosas y desastrosas podían pasar utilizando un conjuro tan viejo como el mismo tiempo. Pese a ello, Bastian no recordaba en absoluto la utilidad que aquel hechizo tenía.

 

Sus ojos brillaron como los de un niño cuando le entregan un dulce o un juguete nuevo. Nada explotó, nadie murió o fue poseído por algún demonio del pasado. Todo lo contrario, un brillante y hermoso -a su manera- portal que ondulaba como si no decidiera aún a que dimensión pertenecía; como si el lugar de destino se resistiera o intentara cerrarlo. No se cerró, no desapareció.

 

Antes de incursionar en aquel sitio, o dimensión, le dijo unas últimas palabras a su novia.

 

—Si vamos a otra dimensión podemos matar a alguien, no creo que las leyes de este sitio sirvan en aquel —le dijo al oído, en un susurro, para que nadie más los escuchara. Era una especie de broma y advertencia: si aquel sitio es peligroso no importa quien nos vea, nos defenderemos.

 

Caminó con pasos seguros pero lentos. Ocultando aquel pequeño sentimiento de duda que peleaba con la seguridad de que nada pasaría. Con la varita en la mano derecha se detuvo por un segundo, desenvainó la espada con la siniestra y nuevamente caminó. Era su costumbre, jamás dejaría de estar doblemente preparado cuando se traba de explorar sitios desconocidos.

 

Sintió como si un dragón aterrizara en su estómago y lo arrancara estado él aún vivo. Como si alguna magia atrajera nuevamente sus vísceras y volviera a colocarlas en su lugar. Bastian no estaba seguro del sitio en donde volvió a sentir que tenía cuerpo. Parecía estar aún en su dimensión, pero tenía cierta duda.

 

—La torre es una leyenda —dijo sorprendido, dubitativo, nervioso.

 

En su arrogancia pensó que no iba a aprender nada en aquella clase. Pero escuchó palabras que jamás antes había escuchado pues formaban parte de aterradoras leyendas que pocas personas se atrevían a decir.

 

—La mayoría son hechizos ¿sencillos? Avada Kedravra...—dijo de manera natural, realizó una fina floritura de varita y un rayo verde tardó medio segundo en chocar contra la puerta que quedó intacta —... La maldición de los demonios ¿Donde antes la he escuchado? ¿En que exactamente consiste?

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Justo después de ella llegó una persona más y a juzgar por la hora suponía que nadie más llegaría. Isobel, que era el nombre por el cual la chica se había presentado, le resultó vagamente familiar aunque al principio no supo de donde. Poco después y solo al relacionar los rostros de cada uno de los miembros participantes de aquella clase cayó en la cuenta de lo que los unía: la marca tenebrosa. No pudo evitar que una sonrisa ladina conquistara su boca aunque supo muy bien como suavizarla; una nunca sabía realmente en quien podía confiar y lo cierto era que compartir el pensamiento que acababa de tener podía ser peligroso para más de uno en algún momento, de eso estaba convencida.

 

El clima egipcio no era el más agradable para permanecer mucho tiempo en el exterior. El calor comenzaba a ser asfixiante y a Mónica comenzaba a sobrarle ropa, por lo que también comenzaba a impacientarse. Escuchó entonces una voz pronunciar su nombre y se giró hacia su propietaria al saberla familiar.

 

- Valkyria... Lo cierto es que yo tampoco esperaba encontraros aquí. Aunque he de decir que es una casualidad como poco curiosa - le dedicó una sonrisa a la muchacha y luego miró a Bastian a quien solo pudo otorgarle un asentimiento con la cabeza-. Puede ser, Bastian, puede ser.

 

Siendo sinceros la Haughton nunca había sido la mujer más demostrativa del universo. Si era cariñosa no lo demostraba. Conocía a aquel mago desde hacía mucho tiempo, al fin y al cabo eran familia y también habían compartido varias etapas en el ministerio, pero eso no cambiaba el carácter poco afectivo de Mónica. Por muy raro que pareciera, ella demostraba menos a quien apreciaba más, era una regla no escrita de su comportamiento que muchos le habían reprochado. Pero reprochada o no, ella no cambiaba. Ni cambiaría.

 

- Creo que no os va a dar tiempo a hacer nada de eso - había hablado justo después de que la instructora se hiciera notar, dirigiéndose a su primo y a la prometida de este que se mostraban por lo menos tan impacientes como ella misma. A partir de ese momento solo pudo atender a la voz de Catherin,e que comenzó a explicar de forma pausada en lo que consistiría aquel encuentro. Cuando señalizó el portar por el cual deberían cruzar, Mónica ya estaba preparada para hacerlo la primera. Y así lo hizo.

 

Cuando volvió a recibir la claridad sabía que ya no se encontraban en el mismo lugar. El cielo había cambiado, la temperatura tampoco era la misma y si a eso le sumaba que la sensación al cruzar aquel portal había sido la misma que sentía al aparecerse, tampoco había mucho más que explicar. Cuando levantó la vista para analizar el lugar que se encontraba tampoco se sorprendió. Estaba acostumbrada al misterio y a los lugares lúgubres cuando de aprendizaje se trataba, al fin y al cabo era a lo que todo el mundo acudía si quería llamar la atención de los otros. Y además ¿Qué había de esperar de un curso basado en el manejo de maldiciones?

 

Avanzaron cuando todos estuvieron presentes en el lugar. Catherine era la primera y acompañaba el camino con una explicación parca de lo que harían. Cuando llegaron frente a la llamada Torre de la Nigromancia se detuvieron en la entrada y la de pelo rojo no tardó en notar el aire raramente cargado. El hechizo que luego realizó la Stark llamó su atención y fue notable cuando tras fruncir el ceño chasqueó la lengua.

 

- ¿Qué se supone que esperaba lanzando un sectusempra a esa puerta? ¿Que comenzara a desangrarse? - soltó un jadeo producto de la poca paciencia, pero dejó que terminara de explicar.

 

Apretó los labios.

 

- No sé si he entendido bien ¿Cómo quiere que practiquemos? ¿Lanzando los ataques a la puerta? - su rostro denotaba una mezcla de sorpresa e incredulidad, aunque sobre todo podía notarse la poca confianza en la instructora. Al menos ella necesitaba más información-. ¿De donde ha salido este lugar?

 

Estaba ansiosa de información y algo le decía que aquel edificio estaba muy lejos de pertenecer a la academia.

 

off: acabo de ver el rol de julio al postear xD Luego edito que tengo que salir e_e

Editado por Monica Malfoy Haughton
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