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Conocimiento de Maldiciones


Melrose Moody
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Las palabras de las dos brujas y el mago al parecer no pasaron desapercibidas por la profesora de clase, quien se puso en pie dejando de lado el libro que hasta hace unos segundos había estado leyendo. Aquella acción provoco que se quedaran en silencio expectantes a lo que sucedería a continuación, quizá abriera aquel cofre que ahora tenía en sus manos y al abrirlo se desatara una maldición dando paso así para que la clase empezara de una vez.

 

—No, al parecer no. — dijo la castaña en respuesta al comentario hecho por Mónica —Quizá más tarde haya tiempo para un poco de caos... —susurró más para si misma.

 

Soltando el brazo de su novio y ya con la varita en su mano la castaña puso toda su atención en las indicaciones y palabras de la Stark, aunque lo que más le llamo la atención fueron aquellas extrañas pociones que había sustraído del cofre. > Pensó con tan solo ver el ritual, ya en otra de sus clases había pasado por una experiencia similar.

 

Cuando este estuvo completo, frente a ellos se erguía lo que a simple vista parecía ser un espejo en cuya superficie se ondulaba agua pura y cristalina. Los ojos miel de la vampiresa irradiaron un brillo especial producto de la curiosidad que sentía por saber que les esperaba al otro lado. Una leve sonrisa apareció en su rostro ante las palabras del Malfoy antes de entrar en el portal, era claro que él también tenía ganas de ver que hay más allá.

 

Cuando se recuperó de la sensación de vació que le produjo atravesar el portal, observó a su alrededor. Una imponente torre rodeada de una niebla antinatural fue lo primero que vio, era antigua y estaba segura que eran los primeros visitantes desde hacía ya mucho tiempo. – Sectusempra- escucho decir a la Stark y el destello del rayo hizo que su mirada fuera de inmediato a la puerta, esperando ver a un enemigo o algún animal del cual deberían defenderse, más no había absolutamente nada, tan solo la enorme puerta cerrada.

 

Puso más atención a lo que decía la profesora y tan solo consiguió confundirse, estuvo a punto de hacer un comentario cuando Bastian lanzaba un avada a la puerta. Valkyria puso los ojos en blanco y se mordió la lengua para no hacer un comentario inapropiado aunque pensó > Sonrió para sí y dio la razón a Mónica quien también estaba algo sorprendida.

 

—Si lo que queremos es entrar hubiera sido más útil un confringo o un fuego maldito… o quizá solo intentar abrir la puerta —comentó sin poder contenerse más—por otro lado me gustaría aprender ese hechizo que menciona, La maldición de los demonios. Los demás los he usado y se me dan bien. — se cruzó de brazos — Además no pienso practicar con una puerta…. Es demasiado raro —continuó —Sería mejor si usamos algo más… vivo. —Añadió.

 

 

 

 

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-Consiste en darle a una persona el peor catarro de su vida, también le llaman la maldición de los mocos -comentó Catherine, mostrándole como ejecutar el hechizo hasta que éste impactó en la puerta-. Me siento un tanto subnormal explicando esto luego de mencionar el otro nombre, pero el problema es la secreción nasal que produce -Catherine bajó la varita y se volvió al resto-. Podría parecerles poco útil y gracioso, pero si dentro de la torre intentan pronunciar sus hechizos con un reguero de mocos en la cara, ya verán como pierde la gracia. Tampoco les recomendaría limpiarlo con la manga... debería bastar con un protego o interponer algo entre el rayo y ustedes.

 

Dudaba que Malfoy intentara lo de la manga, pero era mejor ser totalmente clara ya que la mayoría había preguntado. Luego, se volvió para absolver las dudas de la pelirroja. La mujer al parecer desconfianba del método, así que salvo explicarle con paciencia no veía otra alternativa.

 

-Entiendo tus dudas. Pero a lo que me refería era que esta puerta tienen propiedades especiales y, por tanto, es seguro como blanco de prácticas -en aquel momento, volvió a apuntar hacia la puerta y dijo- ¡Reducto!

 

El rayo cayó rápidamente sobre la puerta, pero nada pasó. El hechizo simplemente impactó en esta como hubiese impactado el sectusempra o cualquier otro de los que hubiesen podido lanzar y fue absorbido. Seguidamente, Catherine dijo "¡Confringo!" sin embargo, el resultado fue el mismo.

 

-Como pueden notar, no importa el tipo de hechizo que utilicen. Simplemente, absorberá la magia -se dirigió entonces hacia Haughton, que había sido la última en intervenir-. Me temo que no encontrarás muchos objetos vivos por aquí -no pudo evitar esbozar una sonrisa ladeada pobremente disimulada al volverse nuevamente hacia la puerta-. Pero si lo que quieres es que se muevan... no creo que vayas a decepcionarte.

 

Sólo restaba que Ryddleturn expusiera su opinión mas Catherine no podía perder mucho tiempo en la puerta. En el cielo, las nubes empezaban a arremolinarse como si intentasen formar una esfera negra y esponjosa en espirales que no podían presagiar nada bueno. Stark dudó, mas prosiguió.

 

-Ya que veo que la mayoría no duda de su ejecución, sólo me resta citar las posibles defensas -explicó esta vez sin sacar la lista-. Avis, es la más práctica contra la maldición asesina. Un protego debería bastar para varias de ellas y la última opción es interponer cosas para evitar los rayos -lo cierto era que también existían otros hechizos avanzados para evitarlo, pero era mejor no tocar el tema debido a su condición clandestina-. Si no queda ninguna duda, podremos continuar. Mas si desean que vuelva a explicarlo...

 

Dudaba que lo hicieran pero siempre era mejor asegurarse. Quizá ellos ya estarían aun más aburridos que ella pero no podía darse el lujo de ser descuidada sólo por tener alumnos ya familiarizados con el tema que estaban tratando. Mentalmente, se repitió que debía ser paciente a la par que Káiser se reía de ella con una risa condescendiente. Solía reírse a menudo de ella, pero nunca le afectaba como en esos momentos en donde, en teoría, debía mantenerse con expresión neutral tal cual era la especialidad Stark.

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La expresión de la castaña era incredulidad al escuchar la explicación sobre el hechizo que había llamado la atención de la mayoría de alumnos por no decir de todos, sin embargo no era lo que ella esperaba. Ladeo la cabeza y contuvo el impulso de menear la cabeza y poner los ojos en blanco, cada minuto que pasaba sentía que el tomar aquella clase había sido una pérdida de tiempo, no aprendería nada nuevo o bueno al menos nada útil > Se obligó a recordar.

 

 

 

El escuchar su apellido hizo que saliera de sus pensamientos y volviera a prestar atención por un momento. Luego volvió la mirada hacía la imponente torre, si la puerta era capaz de absorber magia se preguntaba qué clase de criaturas o maldiciones habría en su interior y lo más importante que era aquello que guardaba en su interior, seguramente algo muy poderoso como para tomarse la molestia de poner tantos obstáculos.

 

 

 

—Todo entendido... no creo que ninguno de nosotros tenga problema con las defensas contra un rayo o alguna maldición — dijo con algo de impaciencia —¿Con lo de continuar se refiere a que ya podemos entrar? O ¿Qué continuara con la clase? — Preguntó la castaña deseando que fuera la primera opción.

 

 

 

 

Ya estaba aburrida de la teoría, se le daba muchísimo mejor la práctica, además quería tener tiempo suficiente como para recorrer gran parte del interior de la torre, si lo lograba cambiaría de opinión y quizá aquella clase no fuera un perdida de tiempo.

 

 

 

Off: cero inspiración y mucho estrés en el trabajo u_u

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La mujer accedió a aquella mínima aquiescencia y asintió ante la pregunta de Haughton. Sin demorar más la marcha, se adelantó hacia la puerta y extrajo de las profundidades de su bolsillo una daga dentro de su funda. Era pequeña y casi triangular pero sirvió para que Catherine la extrajera y se realizase un profundo corte en la muñeca. Formando un semicírculo sobre la puerta con la sangre que manaba profusamente, notó como ésta brillaba junto a una runa empolvada que no había visto antes y guardando la daga, dejó que fluyese todavía un rato, hasta regar la tierra de la entrada, mientras caía formando un reguero ya que tenía el brazo colgando semi-inerte y ésta se deslizaba goteando entre sus dedos.

 

-Azur y oro, sierpe de plata. Es aquí -dijo en voz baja, sin imaginar que una mujer había dicho esas mismas palabras pocas semanas antes y sin tener consciencia de lo que significaba pues la voz de Káiser se había sobrepuesto a la suya al expresarlo.

 

La puerta entonces pareció estremecerse y, casi como si se accionase un pestillo imaginario, se abrió y todos pudieron apreciar entonces un habitáculo. Catherine pudo cerrar entonces su herida e hizo un ademán con la cabeza para que el resto se animase a entrar y una vez estuvieron dentro, tomó sus manos como si se tratasen de niños, para volver a desaparecer. En aquella oportunidad la sensación fue completamente distinta y aparecieron de nuevo en el salón.

 

Nadie sabía a ciencia cierta cuantos pisos podría tener semejante monstrosidad arquitectónica y menos aun que mente enferma pudo edificar un edificio tan insano. Era de suponer que la torre contaba con pisos subterráneos y que en aquella ocasión solo podrían apreciar los largos salones y pisos inferiores de la torre. El gran salón de ésta se había usado pocas veces a lo largo de la larga historia de guerra.

Construida con la capacidad para albergar un estadio de quidditch y uno que otro equipo formado por dragones. El techo estaba sostenido un millar de largos pilares tallados de piedra blanca y tallada en lados planos y finos; rectos como una regla y lisos como el mármol.

 

Los largos vitrales mostraban figuras profanas o largas banderolas con inscripciones. Sin embargo las aún mas grandes estaban ilustradas con las figuras de 3 magos vestidos con largas túnicas negras. Sus expresiones severas en el pasado habían mirado desde arriba a todos los mortífagos que se encontraban esperando en el salón mientras sujetaban sus varitas y en sus cabezas lucían unas espinosas coronas de hierro negro. Por cierto, dichas imágenes continuaban allí, pero no había séquito alguno. Las figuras eran reyes olvidados, en aquella desolada inmensidad. Sus rostros se encontraban en las sombras; Catherine no había esperado aquello.

 

Bajo los vitrales, los sillones altos estaban cubiertos por largas telas negras. Pero los sillones estaban vacíos y la estancia lucía una hilera de jaulas que colgaban del techo a distintas alturas, todas engrasadas como si hubiesen sido utilizadas el día anterior. Catherine sonrió cuando un par de pupilas impías, le devolvieron la mirada desde la oscuridad del techo y una banshee empezó a deslizarse por la pared, bajando de forma sinuosa, sujeta por sus afiladas uñas mientras desplegaba sus carnosas alas y enseñaba los dientes de forma fiera. Había algo demasiado sugerente en su forma de moverse y de mirarlos que hacía que pareciera que los seducía pero era muy distinta al grupo de mujeres que en esos instantes se encontraba dentro del seno de La Marca Tenebrosa.

 

Eran armas. Catherine dirigió entonces su varita hacia la bestia y exclamó "¡Avada Kedavra!"

 

Pero en el mismo instante en que la criatura caía desde una altura considerable como si fuese una flor de papel, un sinnúmero de ojos le devolvieron una vez más la mirada desde el techo y finos siseos cortaron lo que hasta entonces había sido silencio.

 

-Bueno, ya que preguntaban por acción... -comentó como instándoles a prepararse. Las criaturas empezaban a deslizarse hacia el suelo y sus movimientos eran rápidos.

 

Unos predadores en toda regla.

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Un chasco.

 

Bastian estaba acostumbrado a todo lo pomposo, y explícitos, que solían ser los nombre de muchas maldiciones. Se imagino un hechizo épico, quizá el suelo partido por la mitad abriendo la puerta que separa al mundo superior del mundo de los demonios; permitiendo que aquellos seres escaparan y causaran estragos. No pudo sentirse más decepcionado. Un simple catarro, bien podía llamarse maldición inútil e inclusive el nombre le quedaría muy grande. Suspiró, molesto.

 

—Estamos en un lugar totalmente desconocido. Una dimensión, posiblemente, en donde nada es igual que al otro lado del portal. ¿Lo más interesante será una puerta? —dijo lanzando la pregunta al aire. La profesora, como en respuesta, finalmente abrió el ingreso a aquella torre que producía una extraña sensación en lo más profundo de su ser.

 

Como imaginó, fue necesario un sacrificio de sangre para que aquella imponente edificación diera entrada a sus secretos; a todos los miedos y terrores que albergaba en su tenebroso interior. Levantó la espada con la mano derecha en el mismo momento en que puso un pie dentro, la varita en alto en su mano izquierda: algo iba a pasar en aquel lugar.

 

—Si no estuvieras aquí me dejaría seducir por sus sensuales figuras —le dijo a Valkyria al oído.

 

Dio un paso al frente y se dispuso a batallar. Antes de poder blandir un hechizo la extraña figura de una banshee se acercó lo suficiente para estar al alcance de su espadón. Lo movió hábilmente partiendo a la criatura justo por la mitad. Clavó la punta de su arma en el suelo.

 

—¡Avada Kedravra! —gruñó exactamente dos veces. Mientras los rayos viajaban a las sombras para impactar en dos cuerpos diferentes levantó nuevamente la espada y la clavó en el pecho de una de las criaturas que nuevamente se le habían acercado.

 

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Al parecer no era la única que se sentía decepcionada con la descripción de aquel hechizo inútil y tampoco era la única que estaba impaciente por entrar la torre, pues el novio de la castaña también lucía un poco molesto. Volvió la mirada hacia la profesora quien asentía a la pregunta que tan solo un momento atrás había hecho, al fin abriría aquella imponente puerta. Se acercó con una daga de plata en su mano y pronunció unas palabras, aunque la voz de la bruja le sonó algo diferente.

Como si alguien en el interior hubiese quitado el cerrojo, la pesada puerta empezó a abrirse dejando ver el interior de la torre, una enorme habitación sostenida por enormes pilares blancos, dio un primer paso cuando sintió que la profesora la sujetaba, estuvo a punto de soltarse del agarre pero no le dio tiempo, pues la Stark ya había empezado a caminar hacia el interior del extraño salón.

Una extraña sensación recorrió el cuerpo de la Haughton provocándole un escalofrió. El ambiente era aún más gélido que en el exterior y la sensación de estar siendo observados se intensifico. Observó a su alrededor, las figuras perturbadoras que parecían moverse en los vidríales, aquella escritura ya muerta en largas banderas, sin embargo lo que más le llamó la atención era la figura de tres magos que a pesar de estar completamente inmóviles y sus rostros ocultos en las sombras, parecían mirarlos, como si estuvieran decidiendo que hacer con ellos.

Tan concentrada estaba mirando aquellas figuras que por un momento pensó que los brillantes ojos que de pronto habían aparecido por doquier, siempre estuvieron ahí. Apartó la mirada justo en el momento en que varias Banshees despertaban de un largo sueño y bajaban a su encuentro > pensó mientras su varita se materializaba en su mano. Se disponía a atacar a una cuando escucho el comentario de Bastian.

—Acaso no vez lo horribles que son… —Lo regaño aunque él ya no la estaba escuchando. Aunque al decirlo en voz alta varias de las banshee se sintieron ofendidas y fueron en su dirección. Pensó en atacarlas con un avada pero eran varias y con aquel hechizo solo eliminaría a una > pensó la castaña.

—Fuego Maldito —dijo finalmente y de su varita salió un enorme oso polar hecho de fuego, el mismo que siguiendo la voluntad de la bruja quemó a las criaturas que amenazaban con hacerle daño, reduciéndolas a cuerpos calcinados.

—Esto hace que extrañe mi marquita —Susurró para si misma mientras levantaba una vez más la varita y decía —Avada Kedavra — Y el cuerpo sin vida de otra banshee caía a sus pues. Observó a su alrededor y la profesora y su novio hacían lo propio para deshacerse de aquellas criaturas infernales que impedían que siguieran avanzando.

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- Teniendo otras maldiciones ¿Quién diablos usaría algo tan asqueroso y repugnante? - la mandíbula se quedó colgando por unos segundos y luego negó con la cabeza. Aquel día estaba de mal humor y solo había que observarla durante unos segundos para darse cuenta-. Y de todas formas sigo viendo absurdo entrenarnos contra una puerta, por muy mágica que sea.

 

Desde su consciencia, una Mónica en miniatura la observaba desde su diván con cada de malas pulgas. Se mordía el labio y por su gesto supo que le decía que estaba actuando mal con la muchacha que en aquella ocasión impartía la clase. Entonce las Mónica verdadera prefirió callarse y dejar que la monitora siguiera con su discurso sin nuevas interrupciones.

 

Lo siguiente que explicó ya era conocido por Mónica. Se había defendido demasiadas veces de ataques como para dudar de como parar aquel tipo de hechizos.

 

Entonces habló Valkirya y la Haughton asintió con la cabeza, pues tenía la misma duda. Luego habló su primo y entonces se dio cuenta que el mal humor que creía sentir no era puntualizado. Cada uno de los alumnos de aquella clase mostraba las mismas ansias por continuar. Se sintió más tranquila.

 

Lo que pasó a continuación cambió del todo la escena. Catherine hizo ceder la puerta tras realizar un sacrificio de sangre. Típico. Y luego desaparecieron para aparecer en otro lugar diferente. ¿No podían tomar aquella clase en un mismo lugar? Su enfado iba en aumento pero entonces lo que se mostró ante sus ojos la dejó abrumada: cada detalle, cada rincón. Los ojos verdes se paseaban de un lado a otro, analizando cada detalle, observándolo todo. No fue hasta escuchar la voz de la Stark que Mónica salió de su ensimismamiento y tras girarse observó como una maraña de ojos los observaban desde la oscuridad.

 

- ¿Qué diablos...? - ella no había visto la criatura que acababa de matar Catherine, pero solo tuvo que ver a otra de sus hermanas para saber que criatura era. Levantó la varita y algo parecido a una fuerza tiró de su brazo como impidiendo un ataque a lo que ella conocía arpías o Banshees. Cuando se volvió, una de aquellas fieras dio un latigazo con su propia mano y le arañó el brazo haciéndola sangrar-. ¡Avada Kedavra! - el rayo verde impactó de lleno en la criatura y esta saltó hacia atrás desapareciendo en medio de la profundidad del salón.

 

- ¡Crucio! - la más cercanas de las atacantes se detuvo comenzó a retorcerse, gritando y provocando con ello que el resto retrocediera-. ¿Y ahora? ¿Ttendrás algo preparado, no? - la ultima pregunta la había dirigido a Catherine a la que se había acercado de espaldas-. ¿Supongo que conocerías este lugar antes de traeros aquí, verdad?

 

 

 

 

OFF: Lamento no haber posteado antes. He estado sin internet y hasta hoy no he podido pillar un ordenador.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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No pasó mucho tiempo antes que Mónica se uniera a la lucha en contra de aquellas espantosas criaturas. Fue entonces cuando la castaña vio una oportunidad de alejarse del grupo sin que se dieran cuenta, aun con la varita en su mano, sin dejar de observar a su alrededor por si alguna arpía iba en su dirección, se alejó de aquel habitáculo y empezó a caminar por un largo pasillo, cuyas paredes estaban grabadas por la misma escritura que había visto a su llegada.

Pasó uno de sus dedos por las finas letras preguntándose que es lo que dirían, fue entonces cuando los sintió. Apartó la mirada de las escrituras justo en el momento en que una manada de hombres lobo aparecía a lo lejos. Se quedo mirándolos sin poder creerlo, hace ya muchísimo tiempo que se había erradicado el tenerlos prisioneros en su forma lobuna para usarlos como perros guardianes. Ni siquiera se molesto en preguntarse cuanto tiempo llevarían así o si alguno de ellos aun conservaría algo de humanidad.

—¿Que esperas para correr?—La incorpórea figura de una mujer, idéntica a ella la miraba con reproche. Aquello la hizo reaccionar, movió su varita en dirección al suelo y dijo —Confringo—El rayo impacto ocasionando que un enorme agujero se abriera, frenando por unos instantes a lobos. Dándole el tiempo justo como para volver hacía la habitación en donde esperaba que aun siguieran los demás.

Antes de girar volví la mirada tan solo para comprobar que la mujer que le había hablado ya no estaba.

 

—Yo de ustedes no bajaría la varita — dijo apenas entró, las banshe y arpías habían sido destruidas y Mónica interrogaba a la profesora — Me pregunto que es eso tan preciado que guardan aquí, como para poner tanta seguridad... y apuesto a que esto es solo la punta del iceberg —comentó mientras sentía un escalofrió recorrer su cuerpo tan solo de imaginar la clase de maldiciones que habría —Sectusempra —murmuró en dirección al primer hombre lobo que apareció.

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Había algo raro en aquel lugar y ella lo sabía. Aún sentía un peso extraño en la mano diestra cuando la misma fuerza tiró de la izquierda hacia abajo, haciendo que se tuviera que inclinar. Duró tan solo unos segundos, pero la sensación fue verdaderamente horripilante y cuando se levantó no se encontró una situación mejor a como la había dejado un momento antes. Más arpías, más y más y desde luego no pretendían hacerse amigas suya.

 

- Fuego Maldito – había imitado el movimiento de su prima política hacía ya un rato, aunque al principio le resultó extraño que sin ser miembro de la Marca aún conservara aquellos poderes. Luego recordó que estaban en algún sitio cuya naturaleza aún desconocía y puso su atención en las dos llamaradas en forma de lobo que habían partido de su varita. Recordó entonces que ya no era Ángel Caído de la Marca Tenebrosa.

 

Las dos bestias de fuego corrieron velozmente, una a la derecha y otra a la izquierda, de forma que hicieron un circulo alrededor de las arpías y estas quedaron cerradas. Dos segundos después la circunferencia se había hecho un mar de fuego que engulló a las criaturas asesinándolas. Pero aún quedaban más, así que no pudieron ni respirar cuando Valkyria apareció de nuevo ¿Dónde había ido? ¿Y que le pasaba? La mandíbula de Mónica se descolgó por unos segundos cuando vio lo que llegaba detrás de la bruja.

 

- ¿Qué has hecho, Valkyria? - le lanzó una mirada de desaprobación y luego miró a su primo-. ¿Qué hacemos?

 

Había levantado nuevamente su varita y tras las dos palabras clave, un rayo asesino salió de su varita. Impactó de lleno en el pecho del primer hombre lobo, lo que provocó el enfado -más si cabía-, del resto. Otro hubiera pensado en que el lobo muerto era en realidad un humano, pero ella solo pensaba en como matar al siguiente o al menos como detenerlos. Entonces tuvo una idea.

 

- ¿Y si usamos imperius para enfrentarlos a unos y otros? - fue más un pensamiento en alto que otra cosa, pero esperaba una respuesta de los otros.

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Volteó con soltura y lanzó una estocada al aire y la espada atravesó a dos arpías que se acercaban por la espalda. No le gustaba en lo más mínimo el rumbo que aquella clase estaba tomando. Al final las cosas estaban sucediendo tal como él pensó: No aprendería nada, era simplemente lanzar hechizos que antes ya había realizado; o si no, los conocía tan bien como si los hubiera conjurado.

 

 

—Estás más pirada que yo, querida. Y si te soy sincero, eso es decir mucho —dijo el mago a la bruja cuando nuevamente se hizo presente.

 

Por si aquellas criaturas demoníacas no hubieran sido lo suficientemente malas, la situación se tornó mucho más preocupante cuando hombres-lobo comenzaron a aparecer en escena. Le llamó mucho la atención que aún Valkyria pudiera invocar algunos hechizos que técnicamente no debería poder invocar. Antes no se había dado cuento pero ahora entendió el motivo: Aquella torre aumentaba sus poderes, hacía que la magia corriera por sus venas con mucha más fuerza que lo hacía normalmente.

 

—Hay hechizos que nunca pude dominar, es esta la oportunidad —dijo en esta ocasión dirigiendo su mirada a Mónica en respuesta a la pregunta que formuló; una sonrisa oscura y perversa se formó en su rostro. Aquel sitio podía ser mágico, pero no era lo suficientemente fuerte para soportar un poderoso hechizo mortífago —Celerus Fuego Negro —dijo finalmente con malicia. Lanzó una estocada en el corazón de un hombre lobo que se le acercó mientras conjuraba aquel hechizo

 

Funcionó. Sintió que justo sobre ellos, fuera de la torre, una maligna esfera de fuego flotaba a la espera de recibir la orden. Aquella torre, legendaria, albergaba mucho poder, misterios y criaturas horripilantes. Destruirla representaría que, al menos por un momento, su fuerza era lo suficientemente grande como para vencer a un mito de la magia oscura.

 

—Expectro protego —conjuró finalmente. Un tigre lo suficientemente grande para destrozar a los hombres lobo apareció. Sintió los estragos de usar magia que su cuerpo no podía controlar: una punzada comenzó a escalar por su pierna. Supo entonces que se debía detener, que aquello podía matarlo. No le importó, era una oportunidad que posiblemente nunca se volvería a presentar.

 

—Morisoseo Ánima —dijo. Pensó que una lluvia de cráneos felinos se haría presentes y destruirían varios hombres lobos en su camina. No pudo estar más equivocado. En primera el hechizo no funcionó, en segunda, cayó sobre su rodilla. Indefenso, a la espera de que las féminas lo protegieran.

Editado por Juliens Malfoy

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