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"Un baile con las momias"


Kutsy Stroud Lenteric
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Todo había sido planeado y organizado con lujo de detalles para que la experiencia resultara no sólo placentera, para los asistentes, si no además inolvidable. Sobre todo porque el sitio elegido para la celebración de aquella fiesta quizá traería para algunos gratos recuerdos o despertaría su lado aventurero, por el mito de las momias, aunque eso ya dependía de cada cual. Los rumores de la celebración se habían esparcido como pólvora entre el alumnado y por su puesto los académicos de la universidad.

Se colocaron entre los diferentes pasillos y salones pequeñas pirámides de no más de once centímetros de altura, talladas a detalle, sobre una de las caras, la figura de una perfecta momia, las cuales fungirían como trasladores. Estas harían alusión a Egipto que resultaba ser el lugar donde todos aquellos que así lo desearan podrían hacer uso de las pirámides y aparecer en menos de un pestañeo en Gizeh; siendo recibidos primeramente con la magnifica vista de inmensas dunas de arena que convocaban a sueños desvelados, además de la sensación de experimentar la brisa sobre sus rostros y admirar el alo de misterio que le otorgaba la plateada luna a la estructura de la última morada de Keops.

En Gizeh se encontraba la pirámide al Faraón Keops, considerada una de las siete maravillas por el mundo antiguo, en la cual se había dispuesto en una de las cámaras subterráneas, lugar de descanso para los cuerpos momificados, todo la indumentaria necesaria para la realización del baile, los asistentes aparecerían justo en la entrada norte donde el camino estaría alumbrado por antorchas que les guiarían por un largo pasillo donde podrían apreciar los jeroglíficos que hablaban sobre la historia de aquel Farón, su reinado y su pueblo.

Al final del sendero se encontrarían con la cámara donde al mirar hacía su derecha contemplarían una hilera de diez sarcófagos colocados contra la pared que lucían sendos diseños de aquella civilización politeísta, además de una larga mesa dorada donde se encontraban todo tipo de suculentos y apetecibles bocadillos desde los más comunes que cualquiera que viviera en Londres podría hallar hasta los más exóticos como lo eran las meneas, una especie de bolas de almendras rellenas de dátiles y agua aromatizada con sabores como azahar.

Por supuesto la música no podía faltar en está ocasión el ambiente sería amenizado con una banda de famosos magos que tocaría todo el tiempo ininterrumpidamente, una tarima de no más de un metro de altura del piso les serviría de escenario, ya todos sus instrumentos estaban a la espera de que todo diera comienzo. Cómo detalle adicional se habían hechizado los trasladores de tal forma que la ropa de quienes los usaran se transformaría en la que se solía usar en tiempos del reinado del Faraón

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La invitación la había recibido ese mismo día pocas horas antes. Con lo ocupada que había estado en el Ministerio los últimos días, prácticamente no tenía idea de que en día estaba.

 

Todavía me costaba creer que estuviéramos ya en agosto. Posiblemente me la había pasado tan ocupada, y con compañía tqn gea a que por ello no había sentido el correr del tiempo.

 

Todavía me sentía insegura sobre ir o no y la sencilla razón era porque se trataba de una fiesta fuera de Inglaterra. De hecho por esa misma razón había faltado a la celebración anterior que había sido ampliamente comentada en casa.

 

Así que allí estaba indecisa en un pasillo de la universidad con la mirada clavada en la diminuta pirámide traslador.

 

"No deberías, aún no has terminado de preparar tu clase" dijo una molesta voz responsable en mi cabeza. La verdad que divertirme no estaba mal , sólo tenía que reponerme a mi natural disgusto por los viajes.

 

Pensé entonces en darme algo más de valor llamando a alguien. Mi mente no tardó en recordar a alguien que no veía en mucho tiempo. Fui entonces a la lechuceria más cercana y rápidamente mandé una carta con un escueto mensaje.

 

Espero te encuentres bien y que Egipto te parezca bonito. Hay una fiesta allí y me gustaría ir juntas. Hace mucho que nada se de ti y creo que no estaría mal tener un baile juntas.

 

Con el cariño de siempre

Bel

 

Vi partir a la lechuza preguntándome cuanto tardaría en llegar a la destinataria.

 

@

Editado por Bel Evans McGonagall

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Winterfall

 

El ocaso ya se cernía sobre Winterfall tiñendo de rojo fuego las altas torres y murallas de piedras grises y frías, era solo en esas ocasiones durante el ocaso y el amanecer pensó Robb mirando por una ventana de su torre que el castillo del hierro y hielo se convertía en oro y fuego. Apartó su mirada hacia el Bosque de Dioses donde ya las de por si rojas hojas de algunos arcianos brillaban cual rubíes bajo la luz mortecina del sol.

 

Pronto la noche caería sobre ellos y el infaltable viento nocturno cortaría con garras heladas el aire, pero esa noche el frío no abrazaría su piel sino que un aire seco pero calido. Se apartó de la ventana y avanzó hacia la chimenea apagada de su habitación pocas veces la utilizaba, realmente cuando el invierno llegaba permanecía encendida día y noche. Aprovechando las últimas luces del día buscó en una repisa cercana una pequeña bolsita arrugada, sus dedos rodearon la tela y desanudo el flojo nudo que la mantenía cerrada.

 

El contenido de la bolsita era tan poco atrayente como su envoltorio, un fino polvo de tonalidades grises y negras pero su interés para el joven lobo no dependía de su aspecto sino de su utilidad. Tomó un puñado con una mano mientras que con la otra devolvía la bolsa a su lugar, y luego con esa misma mano tomó su varita y apunto dentro de la chimenea, unas pequeñas chispas cayeron sobre la madera y se encendió un bueno fuego.

 

Arrojó el polvo en las llamas y esas crepitaron de manera atronadora elevando la estatura de las llamas a una mayor de la del Stark y volviendo el naranja fuego a uno verde esmeralda. El joven lobo se metió dentro de las llamas con decisión y estas lo acariciaron con manos calidas- Universidad – dijo claramente y se vio succionado por el fuego.

 

Egipto

 

El aire calido del desierto lo envolvió pese a encontrarse en plena noche, a los lejos se divisaba la magnífica estructura de la pirámide de Keops que parecía tener un brillo propio en contraste con la claridad de las arenas en la noche. Pero lo que mas le llamaba la atención era su vestimenta , no era para nada el estilo del Stark parecía un dorniense sonrió arrojando la pequeña pirámide que tomó de la Universidad y esta se deshizo en un montículo de iguales dimensiones de arena.

 

 

Un largo pasillo iluminado por antorchas acompañó su marcha dentro de la pirámide hacia el salón de la fiesta y al parecer era uno de los primeros en llegar.

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Todo estaba listo y las pequenas estatuillas en forma piramidal se encontraban al lado con la tentadora mania que decia "ven y tocame". El calor que provocaba su cuerpo lo mantenia estresado, no tanto por la rugurosa cargade trabajo ni la semi estresante vida que manejaba: quiza estaba de alguna manera enfermo pero eso no le quitaria una vez mas este tipo de reuniones.

 

Se aproximo un poco mas con las manos extendidas empujando su cuerpo intuitivamente buscando con el dolor de su corazon tocarlas, sus dedos se movieron como si tocara el piano sin lograr llegar a su objetivo, empezo a darle vuelta la cabeza mientras de manera incomprensible para el la punta de uno de sus dedos logra rosar la pequena momia en uno de los lados de esos once centimetros.

 

Todo le dio vueltas aun mas y encontroce cayendo luego para golpearse en seco en forma estrepitosa pero para su gusto llevaba unas tunicas blancas con cinto brazaletes de platplata y oro que resaltaban su brillo cuando los movia al levantarse y terminar ponerse de pie. Sus ojos le dolia algo como su le habrian hecho una permanente en los ojos pero no los sentia hinchados al tocarselos, camino luego por un gran pasillo largo y poco sinuoso logrando entender que se encontraba en Gizeh. Y no por un cartel que decia "Estamos en Gizeh", mas bien por las Colosales Piramides de Egipto que se veia al rededor de su recorrido.

 

Caminando aun mas llegaba a observa notoriamente unos 10 sarcofagos que rodeados por una mesa de bocaditos daban paso a una gran pisto de baile con musica de la epoca incliuda.

Tomo unos bocadillos y se los puso a degustar mientras veia llegar a mas personas.

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Hace mucho que no asistía a ninguna fiesta organizada por la Orden ¿Cuánto sería el tiempo?¿Meses? ¿Años? No importaba, esta vez me quedaría el máximo tiempo posible para disfrutar de la compañía de mis amigos que yo por propia decisión había decidido apartar debido a mis constantes cambios de humor, ideales y demás aunque claro todo el tiempo había estado en compañía de Killu y esta vez no sería la excepción.

 

—¿Me queda bien el vestido?— me atreví a preguntar aunque algo dentro de mí me decía que solo recibiría una burla como respuesta.

 

—Haz adelgazado, te queda más suelto de lo normal— contestó Killu que seguía tirado en el sofá leyendo una revista sobres postres.

 

—Al menos no fue un no— dije en un tono más bajo que solo yo podría escuchar.

 

<<Es momento de comprarse una escoba>> pensé mientras llegaba a la Universidad, la verdad es que la traslación era mucho más rápida pero siempre me dejaba una sensación de vértigo.

 

— ¿Así que esto es Egipto—soltó Killu en tono burlón mientras buscábamos los dichosos trasladadores en forma de pirámides.

 

—Lo mejor es que me ayudes a buscar antes de estar haciendo bromitas—. Apenas terminaba de decir aquello cuando logré visualizar una pequeña pirámide sobre una repisa —Bueno supongo que ya es hora— solté un suspiro mientras lo tocaba al mismo tiempo que Killu y volvía a sentir ese extraño "jalón" por decirlo de cierta manera.

 

—Gizeh—.

 

Grande fue mi sorpresa al ver a Killu, se veía tan gracioso que no pude evitar soltar una tremenda carcajada aunque a la par me lamentaba por dentro por el hecho de no haber traído una cámara para guardar un momento como ese que probablemente no se volvería a repetir. El cambio también se había producido en mí ya que ahora lucía un traje que no sabía exactamente como describir.

 

—Bueno al final el vestido no sirvió de nada—sonreí.

 

Ya adentro, pude contemplar que no era la única que había sufrido ese tipo de cambio. Al menos la risa estaba asegurada en la fiesta.

 

—¿Y es qué nadie bebe? — apenas había entrado y Killu ya había empezado a avergonzarme —No sabía que los miembros de este dichoso bando— Tomo una de las tantas botellas de licor que se encontraba en la mesa y con un movimiento rápido de garras lo abrió —Fueran taaan aguafiestas—.

 

Para cuando había terminado de hablar aquel ser que se hacía llamar mi amigo, yo era un tomate viviente al borde del suicidio (?).

 

 

http://i.imgur.com/lRrpznR.png Créditos a la Belosa B).

 

Tenía que ponerlo xDD.


Editado por Leya Yui

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El mensaje de su amiga no había tardado en llegar a sus manos. Amaba tener noticias de sus compañeros de bando y más aún si eran buenas. Dobló el pergamino de la misiva para luego acariciar a la lechuza como forma de agradecimiento. En aquellos instantes, a su alcance, no había ningún alimento para ofrecerle y creía que la criatura tenía bastante prisa ya que no mostró mucho interés en lo que podía darle. Le molestó un poco no poder ayudarla en nada. Al día siguiente debería visitar todos los emporios y llevar regalos para volver a tener la conciencia tranquila.

Cuando los pensamientos por la lechuza se esfumaron, volvió a pensar en la fiesta de la academia que se estaría brindando en esos instantes. No había sido parte de la organización en esa ocasión, pero confiaba mucho en que Kutsy haría un excelente trabajo y se encargaría de que todo saliera más que bien. Desconocía la temática de la fiesta y Bel no le había dado ninguna pista de lo que podría ser, así que se vistió con uno de sus hermosos vestidos que utilizaba para salir a pasear por las tarde en el Callejón Diagon.

Era de esperarse que la Universidad se encontrara desierta en épocas donde se organizaba algún evento importante, además que algunas clases aún no habían comenzado. Esperaba que más ciudadanos de la comunidad mágica se interesaran en el cuidado de criaturas, pero mientras tanto debería ser paciente e intentar promover esto tanto como le fuera posible. Las pequeñas estatuas en forma de pirámide llamaban la atención de quienes paseaban por los pasillos, ella no tardó en acercarse a una de estas para admirarlas con atención. Jamás las había visto en su vida, así que pudo suponer que formaba parte de la fiesta. Creía que podría funcionar como translador. De ser así, sería una excelente idea.

Posó los dedos de una mano sobre la pirámide y al sentir que su alrededor se movía, cerraba sus ojos para que no le provocara nauseas. Nunca antes le había sucedido, pero no deseaba correr algún tipo de riesgo. Al aterrizar de forma efectiva, su vista prestó atención exclusivamente a la pirámide de Keops que era el edificio donde se celebraría aquella jornada. Estaba tan centrada en la altura de la pirámide que no se percató del cambio de vestimenta que había sufrido. Era un traje muy cómodo y bonito, por lo tanto no aportaría ninguna molestia.

Se adentró al sito con la esperanza de que Bel ya que se encontrara en las inmediaciones. No recordaba la última vez que había visto al oso panda de Leya. Le parecía lo más encantador que había visto hasta esos instantes. Esperaba que su comportamiento fuera tranquilo, de esa manera podría abrazarlo para jamás soltarlo. A unos metros pudo divisar a los primeros invitados, uno era Robb, el hijo de Arya y compañero de bando, mientras que al otro aún no conocía. — Buenas tardes —saludó la bruja, para después encaminarse a Leya para saber cómo se encontraba y dónde estaba Bel.

— Hola, Leya —dijo una vez estando más cerca de su amiga, dándose cuenta que tenía bien vigilado a su mascota. — ¿Dónde se encuentra Bel? —existía la posibilidad de que ella la estuviera esperando en otro pasillo de la Universidad y no se habían cruzado. De ser así, no tardaría en aparecer.

 

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La joven sostenía la invitación entre sus manos mientras caminaba con tranquilidad por los pasillos de la Universidad; Egipto...nunca antes habia visitado aquellas tierras, seria una buena primera vez y mas si podía compartir la experiencia con sus compañeros de bando, ademas esa era una buena oportunidad para salir del Castillo Crowley.

 

La Evans se detuvo frente a un pequeña pirámide "un traslador ingenioso" pensó la chica con una ligera sonrisa en el rostro. Miro el pasillo en el que se encontraba y después de unos momentos tomo el traslador, de manera instantánea sintió un vació en la boca del estomago, todo a su alrededor se volvió un borroso remolino de colores que después de unos momentos recupero la solides de siempre para dar paso a un panorama totalmente diferente.

 

Ante ella el desierto se extendía hasta donde la vista alcanzara, a pesar de que el sol estaba por esconderse del todo el aire, acompañado de pequeños granos de arena, que acariciaba sus mejillas era cálido; justo frente a ella se encontraba un camino iluminado por antorchas que la guiaban hasta el interior de una pirámide.

 

La chica comenzó a caminar cuando se percato de que sus prendas habituales habían sido sustituidas por un vestuario acorde a la ocasión; "Interesante" se dijo mientras apreciaba el conjunto que cubría, aunque no del todo, su cuerpo. No tenia otra opción que seguir con aquellas prendas por lo que continuo su camino hasta el interior de la pirámide. Miro con atención la decoración de aquel evento "Esta vez se lucieron" todo era perfecto y de acuerdo a la temática que se estaba llevando a cabo.

 

Después de terminar de apreciar las decoraciones se percato de que ya habia algunos invitados en el lugar ademas de ella, entre ellos Leya y Killu quien lucia de manera muy graciosa. La chica tuvo problemas en reconocer el joven Stark que, al igual que ella y el resto de los invitados, lucia un traje egipcio. Nicole se acerco hasta donde se encontraba -Hola Rob, te ves bien aunque es raro verte luciendo tales prendas- saludo la chica al joven lobo.

Editado por Nicole Evans Crowley

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Sostenía con cuidado la invitación que me había entregado Irri, el traslador ya había perdido su efecto, pero si quisiera sabía perfectamente que mi elfina podía llevarme al lugar, el problema era justamente ese..."si quisiera" y ¿quería? no estaba segura de ello, una fiesta no sonaba precisamente a algo que mi estado de ánimo aprobara; pero por otro lado, tal vez era justo lo que necesitaba, reintegrarme, participar y aún más importante... conocer.

 

Tiré la invitación a un lado de la cama y pensando que, al llegar tarde, tal vez sería posible pasar desapercibida decidí que no sería tan mala idea aparecerme por aquel lugar, sin muchas ganas entré al cuarto de baño para comenzar a alistarme para el evento. Al fin, después de unos largos minutos me encontraba lista, seguía preguntándome porque me había demorado tanto si simplemente llevaba puesta una túnica violeta, algunas pulseras y el cabello suelto; ¡Ah y claro! el maquillaje que Irri había insistido que debía usar.... pero las ojeras, por ejemplo, no habían podido ser muy bien disimuladas, me encongí de hombros ante mi imagen y salí de la habitación.

 

Aún no me acostumbraba del todo a eso de vivir en la Madriguera, pero no porque me resultara desagradable, sino porque ya me había acostumbrado tanto a vivir en la Evans...

 

Irri me esperaba en la puerta con esa gran sonrisa de satisfacción que se dibujaba en su rostro cada vez que lograba convencerme de algo, sonrisa que era desesperante para mí y que, por si fuera poco había visto casi todos los días desde mi regreso. Extendí mi mano para tomar la suya sin decir una palabra y desaparecimos rumbo al lugar acordado.

 

— Lindo

 

Fue todo lo que pude decir ante la magnífica decoración que veía en enfrente, ¿Así que Egipto eh? bueno, es un lugar... mágico. Aquello me recordaba la vez que fuimos secuestrados por momias... había estado divertido a pesar de todo, bueno, talvez porque habia caido un par de veces en sus manos; pero entonces me percaté de algo: la vestimenta de todos iba de acuerdo al lugar.

 

— Pero en la tarjeta no decía nada — refunfuñé

 

— Señorita Helen... yo... puedo arreglarlo

 

Irri tenía razón ella podría, asentí y con un sonoro <<crack>> mis ropas cambiaron, mis pies ahora calzaban unas delicadas sandalias doradas y mi túnica violeta había cambiado completamente ahora tenía un estilo clásico de la época de los faraones, las mangas habían desaparecido por completo, la delicada correa dorada había crecido hasta convertirse en un ancho cinturón dorado con incrustaciones brillantes, que rodeaba mi cintura y luego caía verticalemente de mi cintura a mis pies. El cuello alto de la túnica había dado paso a un enorme... ¿Collar? dorado y con brillantes, que parecía hecho a juego con el cinturón, mi cabello suelto ahora lucía algunas diminutas trenzas adornadas por hilos dorados y violetas, además de una cinta de los mismos colores alrededor de mi cabeza.

 

— Ahora las ojeras si se disimulan — comentó la elfina

 

Miré mi reflejo en una ventana cercana y pude comprobar que era cierto, el maquillaje de mis ojos era impecable pero bastante pesado, bien, era un buen trabajo, debía reconocerlo.

 

— Bien hecho... gracias Irri, puedes irte

 

La elfina abrió los ojos con sorpresa ante mi afirmación, y desapareció, y solamente por esa reacción me di cuenta que hacía mucho que no le agradecía nada a mi elfina, antes solía hacerlo muy seguido; ella siempre estaba haciendo todo por mí. Suspiré pensando en todo el trabajo que me costaría ser "la de antes" y caminé hasta mezclarme con los invitados, habían personas que no conocía y habían otras que estaba segura había visto antes de partir pero no las recordaba del todo bien.... y también estaban personas que conocía desde hace mucho y... ¡Un panda! Ese no era el panda miniatura de las Evans.... ¿O es que había crecido tanto?

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Enviada la carta, di media vuelta para regresar al lugar donde había estado previamente. La universidad lucía más silenciosa, casi durmiente, y de alguna manera me sentí de pronto contagiada por ese espíritu. ¿Y si iba un momento a la oficina y dormitaba un rato en la butaca de cuero? total, posiblemente Kirara tardara lo suyo para alistarse y luego para llegar hasta la universidad.

 

Convencida de que era una buena idea, doblé rápidamente por un pasillo, y saqué la llave del bolsillo para abrir la cerradura de la puerta. El lugar lucía bastante más limpio de lo que pensaba encontrarlo, y recordé que posiblemente fuera porque Ame lo había visitado hace poco. Sonreí ante el recuerdo de aquel noble ser, y no tardé tras colocarme en la butaca en quedar dormida.

 

Demasiado dormida, profundamente dormida, tan dormida que...perdí toda noción del tiempo.

 

Cuando desperté, con un sobresalto no tenía la más absoluta idea de que hora podía ser. Asustada salí a toda prisa al pasillo, tan preocupada ante la idea de Kirara desorientada esperándome, que no caí en cuenta que mi alfombra voladora se había quedado en un rincón de la oficina. Esquivé a un par de tímidos muchachos que iban conversando, un carrito con libros que se transportaban a la biblioteca, y finalmente cuando di con el pasillo donde habían estado las pirámides, alcancé por un fragmento de segundo a divisar la figura de Kirara desapareciendo.

 

- Y yo que quería darme valor yendo con ella.

 

Bien, era hora de dejar de darle vueltas al asunto y encararlo. De pie frente a una de las miniaturas cerré los ojos, y haciendo de tripas corazón la tomé para sentir al instante el conocido efecto de los trasladores sobre mí. Tiempo después, reaparecí, ligeramente mareada, en Egipto.

 

Un "Ohhhh" sumamente gestual escapó de mis labios al ver la imponente pirámide frente a mí, aunque más grande aun fue el asombro de ver que mis ropas habían cambiado hacia un vaporoso vestido blanco, demasiado ceñido para mi gusto, con adornos e intincados diseños en dorado en los extremos, y que incluía increíblemente una suerte de tiara dorada con aplicaciones de joyas de cobalto sobre el cabello.

 

Ligeramente avergonzada de aquella indumentaria ingresé por fin al recinto donde la fiesta se llevaría a cabo. La decoración había sido cuidada al detalle, y le daba un aura entre majestuosa y algo tétrica al lugar (era inevitable viendo esa hilera de sarcófagos). La mesa de la comida lucía repleta de muy diversos bocadillos y bebidas, y uya había allí un hombre (Eterno) comiendo algunos dulces y a su lado bebiendo copiosamente un panda que conocía demasiado bien.

 

- KILLU - solté una carcajada al ver el tocado del panda al que al parecer también había afectado el traslado por ese traslador- ¡Jamás Egipto conoció panda más fachoso que tú!

 

La risa era tanta que me llevé ambas manos a la altura del vientre que comenzaba a dolerme. Si seguía viendo a Killu no pararía de reírme así que me obligué a ver en otra dirección y fue entonces que reparé en los más que conocidos rostros de varios compañeros: Robb, el hijo de Catherine, irreconocible también con aquel aspecto, Leya que parecía un tomate envuelto en vaporoso tul a causa probablemente de las malas conductas de Killu, Nicole ¡Helen! y finalmente mi querida Kirara.

 

- ¡Perdona la tardanza!- fue lo primero que dije tras recuperar el aliento para luego con una palmada hacer volar varias copas que repartí a todos los presentes quedándome con una que alcé por todo lo alto- ¡por que tengamos una buena y divertida noche! ¡salud!

 

De pronto un ruido parecido al de las visagras viejas y oxidadas se dejó oír, aunque rápidamente su sonido se vio superado por el de una música sumamente movida, de onda electrónica que inundó la estancia hasta su último rincón. Intrigada, sin comprender si era parte de un número planificado para la noche o no, cogí la mano de Kirara y observé a todas partes de la estancia.

 

Y reparé entonces en los sarcófagos que comenzaban a abrirse uno a uno, emergiendo de ellos unas momias ¿bailarinas?

 

 

- Esto es una LOCURA- fue lo último que alcancé a decir cuando las incontables momias alcanzaron el lugar donde nos encontrábamos, y nos montaron sobre ellas, cual si se tratara de alguna clase de concierto muggle especialmente eufórico- ¿si que son entusiastas no? Me pregunto cómo demonios...pueden moverse tan bien y sincronizadamente.

 

Tenían que haberlo ensayado pero ¿como podían hacer eso seres muertos? ¿eran momias de verdad o solo personas disfrazadas? Mi mente era un caos así que preferí cerrar los ojos y dejarme llevar en brazos por aquel centenar de seres que no dejaban de agitar sus cuerpos al ritmo de la música.

 

 

@ @ @@Helen Evans @@Robb Stark @Eterno Black Triviani @@Nicole Evans Crowley

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Ley Gryffindor Rosier

 

No era llegar tarde algo que me caracterizara, pero ese día me pasó como dicen por allí "se me durmió el gallo" y bueno, corriendo y con invitación en mano por fin aparecí en los terrenos de la universidad en donde se llevaba a cabo el baile con ¿momias? Esperaba que no fuera cierto porque bueno... después de todo estaban muertas y iugg me daban algo de miedo y asco... ash ya estaba comenzando a juzgar sin saber, tal vez las momias no eran tan malas como lo imaginaba. Luego de ver las películas muggles de "la momia" no me había quedado un buen sabor de boca.

 

Entré al lugar y estaba muy animado, la música estaba a todo lo que daba y ¡Oh vaya! muchas momias bailaban allí y se mezclaban con los presentes, una se acercó a mi y me jaló con las demás. Por más que evité alejarme me hizo estar enmedio de aquel bailongo en donde las momias arrastraban a los invitados a no se donde. Había que aceptarlo la música era muy buena.

 

Me di cuenta de que delante de mi estaba Bel -¡Bel...Bel!- le gritaba -¿qué es todo ésto?- pregunté confundida y riendo por el salseo que se armaba allí y todos estábamos muy divertidos.

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