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Leyes Mágicas


Cissy Macnair
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Un paseo por el Ministerio de Magia

Hacía varios meses que no impartía clases. Al principio había sido por mi falta de tiempo y ya luego porque no tenía alumnos interesados en tomarla. Había pasado largo tiempo planeando algo nuevo, divertido, que pudiera interesarles para inculcarles las enseñanzas necesarias para aprobar, pero me daba cuenta que a medida que pasaba el tiempo las ideas se iban poniendo más obsoletas. Desde la primera clase en la que viéramos un auténtico juicio, pasando por la segunda en la que habíamos "viajado" hacia una época diferente, resultaba que ahora me estaba preparando para llevar a Adrian, mi alumno, de paseo.

 

Me preparé como era debido, colocándome una túnica negra sobre una blusa madreperla con escote de bote que se metía dentro de una falda a la cintura de color negro. Unos zapatos de gamuza negros con tacón cuadrado completaban el atuendo, que por supuesto no podía verse debido a la capa. Poco maquillaje cubría mi rostro, normalmente me gustaba llevarlo limpio y natural porque así me sentía más cómoda, además de que como estaba todo el día trabajando, tener que retocarlo a cada rato no era tarea sencilla.

 

Tomé asiento tras mi escritorio mientras esperaba a que el alumno llegase. Debía comunicarle que daríamos un paseo por el Ministerio de Magia para conocer el principal lugar en el que se llevaban a cabo la mayor parte de las sanciones de leyes mágicas. El Departamento de Seguridad Mágica era el más grande del Ministerio, con más de cinco oficinas, siendo las más reconocidas el Cuartel de Aurores y el Cuartel de Inquisidores. Era allí donde se gestaba la mayor parte de la movilización anti-terrorista y cuidado el ciudadano común. Así que era un lugar importante sobre el cual conocer.

 

Esperé paciente. Cuando Adrian llegase, comenzaríamos nuestro tour.

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Cye estaba realmente contenta y también nerviosa, lo primero porque la clase a la que se había inscrito por fin había salido en el listado según le contaba una vieja amiga que vio el apellido Lockhart en el listado de leyes mágicas, ahora lo segundo o mas bien la razón por la que el pulso le temblaba era porque según la nota, dicha clase estaba por comenzar.

 

-¡Demonios! Ya estoy retrasada- aseveró levantándose del cómodo asiento que ocupaba en su maravilloso jardín de té, la manta rodo al piso y las zapatillas que descansaban en el piso pronto fueron ocupadas.

 

Casi cuarenta minutos después la rubia se apersonaba en las maravillosas instalaciones de la Universidad Mágica, estaba segura que aquello seria toda una aventura y esperaba disfrutarlo tanto como sus días de academia.

 

Como si el tiempo no hubiera pasado, el atuendo de la Lockhart era cómodo en primera instancia, un jeans azul claro y un top trenzado en la parte delantera, cubrían su anatomía, sus pies iban casi flotando con las zapatillas de goma que le proporcionaban total movilidad y buen soporte, por si fuera poco a la túnica gris perla abierta de modo que todo lo démas se veía, le acompañaba una coleta alta de largos y sedosos rizos en la que la ahora estudiante había recogido su cabellera, haciéndola lucir desenfadada, aunque eso no significara que no sentirá respeto por la clase, solo que la iba a disfrutar al máximo.

 

-Hola, Cye Lockhart presente y me disculpo por la demora- dijo jadeante cuando después de casi trotar por los pasillos encontró el aula asignada a su clase. Luego de su saludo inicial, se percato de que el aula estaba casi vacía, excepto por la docente que ocupaba el escritorio y que seguramente llebaba rato esperando.

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La voz de alguien me hizo pegar un respingo. Había estado tan sumida en mis propios pensamientos que no me había dado cuenta de que alguien había llegado corriendo a la clase. Y, me daba cuenta que había estado corriendo, porque la voz de la chica era agitada y se notaba que se sentía algo apenada. La escudriñé con detenimiento. Siempre me sorprendía ver lo bien que se veía Cye a pesar del paso del tiempo y eso que yo la había tenido como jefa cuando iba a la Academia, luego como compañera jefa de casa cuando yo fuera de los Centauros de Blodwyn y, ahora, tras varias veces de anotarse en mis clases, la volvía a tener como alumna.

 

Fruncí el ceño.

 

-No llegas tarde... De hecho...- coloqué la boca de lado, como hacía cada vez que pensaba y volví a mirar el pergamino que Elodia me había dado para aquella clase de Leyes. Allí sólo estaba el nombre de Adrian Wild, quien por cierto no había aparecido aún-. .. Bueno, quizá a Elo se le olvidó decirme que participarías en mi clase- y nada más nombrar aquel hecho, el nombre de Cye se materializó debajo del de Adrian junto a una pequeña nota de la directora "Lamento el retraso en avisarte, Cye Lockhart tomará tu clase este mes. Saludos, Elodia Riddle".

 

Suspiré y me puse de pie, estando a la misma altura que mi antigua compañera de tareas académicas.

 

-Es un gusto volverte a ver Cye. Espero que esta vez podamos terminar la clase. Estaba esperando a Adrian quien se supone iba a ser mi alumno esta vez, pero aún no recibo respuesta de él... Tampoco ha aparecido- dije, mirando un viejo reloj de pie que estaba junto a la puerta del aula, como un viejo centinela de madera que custodia la entrada a un mágico lugar-. Bueno. La verdad que quería esperar a Adrian pero como ya vamos retrasados, mejor que empecemos- hice una pausa para ver si Cye estaba de acuerdo-. Esta vez quería que diéramos una vuelta por el Departamento de Seguridad Mágica, que es donde suelen llevarse a cabo la mayor parte de las sentencias. ¿Puedes decirme de qué se encarga ese departamento? Descuida, no hace falta que tomes nota. He escrito algunos pergaminos que me gustaría entregarles al terminar la clase y que les serán útiles para desenvolverse en la comunidad mágica. A pesar de lo que parece, las leyes no son tan complicadas y siempre puedes consultar algún tomo en la biblioteca... mientras sepas dónde buscar.

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- ¿Puede ser que se encargue de salvaguardar a toda la comunidad mágica y regular sus leyes y normas civiles?

 

Contesté a la pregunta que la profesora le había formulado a Cye, quién, para mi sorpresa, parecía ser también alumna como yo, al mismo tiempo que irrumpía en el aula que habían asignado a la asignatura del conocimiento que quería adquirir. Mi tono no había sido pretencioso, ni altivo o socarrón, sino que sonó con tal humildad que hasta resultaba est****o. Miré a las dos mujeres y adopté un gesto de disculpa, postrando toda mi atención en Cissy, aunque mi cuerpo me pedía darle un gran achuchón a mi cuñada.

 

- Mil perdones por llegar tan tarde... -me disculpé ya no sólo con la mirada-. He tenido un día... Ajetreado.

 

Tenía que haber visitado mucho antes la Universidad, en cuanto la abrieron. Me habría ahorrado como una hora de vueltas, preguntas a profesores atareados y alumnos mezquinos que me habían indicado el camino al baño de los directores. Me había quedado con sus caras, y me las pagarían en cuanto terminase mis clases. Hace algún tiempo quizá lo hubiese pasado por alto, pero ahora... Iban a saber lo que era meterse con la persona equivocada. Además, aquel sitio era enorme y para ir de un lado a otro tenías que correr kilómetros.

 

Esa mañana había vuelto de un increíble viaje a España, con lo que podía denominar mi familia muggle. Me habían sorprendido con un viaje al sur, y se me había pasado el tiempo volando. Tan volando que tuve que volverme en un duro viaje en escoba al recibir una lechuza con el comienzo de las clases. Dos horas volando. Cuando descendí en los exteriores de la Universidad creía que no iba a saber cómo caminar. Y encima, me tocaba correr.

 

Primero me había encontrado con un hombre bastante arrogante, aparentemente un profesor, quién ni se dignó a mirarme. Pero peor fue una bruja que intentó desorientarme para darme una "lección de la vida" alegando que para encontrar lo que buscabas debías perderte. Yo sí que la iba a enviar a un lugar perdido donde por mucho que buscara no encontrara ni su sombra. Y luego pasé por el episodio de los mocosos de primer curso de la Academia. Hasta que, tras dar mil vueltas a los mismos pasillos, una gentil limpiadora me indicó que la puerta que tenía a mis espaldas era la clase que estaba buscando.

 

De aquella manera me recompuse, coloqué mi túnica negra que ocultaba la mayor parte de mis vaqueros oscuros y mi camisa blanca (lo que me había podido poner antes de salir volando de España) y había entrado en el aula tras haber escuchado la pregunta de Cissy.

 

- Creo que sobra decirlo, pero... Adrian Wild, tardón por excelencia, encantado.

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Acababa de terminar de formular la pregunta hacia Cye cuando una voz masculina me sorprendió desde la puerta del aula. Mis ojos instintivamente fueron hasta allí, consciente de que alguien más había entrado en mi clase y de que, además, había respondido acertadamente a mi pregunta. Aunque pensé en reprocharle sobre el tema de irrumpir en una clase, responder a una duda que le había hecho a un alumno y, además, hablar sin permiso, me lo pensé mejor y sonreí al mago.

 

-Eso es correcto- respondí, notando que el chico me miraba como pidiendo perdón.

 

Esperé a que entrase al aula de una vez por todas y asentí con la cabeza en señal de respeto cuando se presentó.

 

-Cissy Macnair. Soy quien dará la clase de Leyes Mágicas- no me parecía correcto decir "seré tu profesora", ya que las clases de conocimientos eran lecciones avanzadas para magos y brujas cualificados. Recordaba, incluso, haber asistido a Conocimiento de Maldiciones con mi hermanastra y viceministra de Magia, Mackenzie Malfoy-. Recién comenzamos, así que no te sientas apenado. Cye tampoco sabía que tenía que asistir, así que... Bueno, haremos lo que podamos con el tiempo que tenemos disponible. Descuiden, estoy segura de que ambos aprobarán la materia.

 

Si bien había planeado una excursión al Ministerio de Magia, eso me parecía imposible ahora porque íbamos a contrareloj. ASí que agité la varita y el aula comenzó a cambiar repentinamente. Los bancos y sillas desaparecieron, así como las paredes fueron moviéndose hasta convertirse en una clara imagen del Ministerio de Magia. Era algo así como una simulación en vivo, bastante real, aunque no podríamos hablar con ningún funcionario porque no eran más que elementos mágicos flotando en el vacío de mi creación.

 

-Bien. Como ya ha dicho el Señor Wild, el Departamento de Seguridad Mágica se encarga de regular leyes y normas, así como de salvaguardar a la comunidad. Dentro del Departamento, hay varias oficinas en las que este se divide. ¿Pueden nombrarlas y decirme de qué se encargan específicamente?-

 

 

@@Adrian Wild @

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Cye se dio cuenta que volvía a coincidir con Cissy Macnair, pero esta vez era nada más y nada menos que su profesora, un montón de recuerdos se agolparon en su mente, los años desde que fuera jefa de casa, habían pasado tan lentos, y había sido tan feliz allí que no podía dejar de alegrarse cuando por una u otra razón tenía de nuevo trato con quienes fueron parte de ese pedacito de su vida.

 

-Eh, como que no te aviso- dijo entrecortadamente, pero si su amiga le había dicho que cursaría, y entonces las siguientes palabras de la Macnair le agitaron el corazón aun más, su cuñado @@Adrian Wild cursaría aquella asignatura con ella, eso era realmente fantástico, otra cara que no veía desde hacia algún tiempo y otra persona por la que sentía un gran cariño.

 

-Para mi también es un gusto saludarte Cissy y…- enrojeció por la mención de que en las veces anteriores no había podido concluir la clase. -Yo también deseo llegar hasta el final en esta ocasión- Asintió ante el hecho de partir hacia su nuevo destino, estaba visto que no sería una clase de aula, sino que andarían en movimiento por lo que la bruja recién comentaba. Estaba a punto de comentarle que era la encargada de la seguridad del mundo mágico en todas sus formas, pero Adrian apareció respondiendo la pregunta a viva voz.

 

-¡Oh Adrian! - exclamo Cye importándole un pepino los convencionalismos y acto seguido se lanzo a darle un gran abrazo al mago y plantando un sonoro beso en ambas mejillas.-Es un gusto cursar la asignatura contigo, a que la vamos a pasar muy bien cuñado- soltó antes de apartarse del mago para recobrar la compostura.

 

Para su sorpresa el viaje que planteo Cissy al principio no era del todo real, se refería más a un recorrido a través del conocimiento y cambios en el aula que el traslado literal al ministerio, o al menos eso entendía ahora la Lockhart. La profesora formulo otra pregunta, la cual la rubia analizo por algunos segundos para luego responder.

 

-Si no estoy mal informada está formado por dos departamento el Cuartel de Aurores y el Cuartel de Inquisidores. El primero se dedica a la erradicación de cualquier posible uso de las artes oscuras y prohibías, creando y analizando estrategias para lograr su objetivo. El segundo- allí no pudo disimular una mueca que se formo naturalmente en sus labios debido a las sospechas que tenia sobre este departamento.

 

-El Segundo es un cuerpo de policía mágico que se dedica supuestamente a mantener el orden y a perseguir a los delincuentes y organizaciones al margen de la ley, aunque claro del dicho al hecho hay mucho trecho- puntualizo y cerro la boca porque no quería formar una polémica por aquella simple pregunta, sus apreciaciones personales no eran tema de discusión de la clase aunque estaba prácticamente segura que en el segundo departamento muchísimos por no asegurar que todos eran afectos a la Marca Tenebrosa, solo que por el momento no tenia como probarlo.

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Al parecer mi cuñada había llegado también tarde por algún tipo de confusión con su pertenencia al curso de Leyes Mágicas. Me agradó muchísimo que no reparase en estar en clase y viniese a darme un fuerte abrazo y dos sonoros besos en mis mejillas, cosa que correspondí mirando de reojo a Cissy. Me alegraba ver a alguien conocido nada más llegar de mi viaje interrumpido.

 

El tiempo apremiaba, así que la que iba a ser nuestra guía comenzó a hechizar el aula, convirtiéndolo en una réplica exacta, aunque sin vida, del Ministerio de Magia, donde parecía que íbamos a ir de excursión si no hubiésemos llegado tarde. Me mantuve cerca de Cye, su calor me reconfortaba. Aquello sería genial, compartir ambos aquellas horas, aprendiendo codo con codo el mismo conocimiento. Ya tendría tiempo para preguntarla por todo y los motivos que la habían conducido a aprender Leyes Mágicas. Los míos eran bastante simples: pretendía tener control sobre temas legales para posibles altercados con la justicia mágica debido a mis numerosos viajes, despistes y múltiples dudas sobre ciertos tejes y manejes. Vamos, que la información es poder, y si la tienes, puedes manejarte mejor y respaldado por argumentos seguros. Aunque la verdad era que también empezaba a sopesar volver a emplearme en el Ministerio, pero era una idea bastante poco meditada.

 

Cissy lanzó una nueva pregunta, que dejé que respondiera mi cuñada. Aquella vez sí, porque además, no sabía muy bien la respuesta. Tantos eran mis despistes que ni si quiera había llegado a conocer la estructura básica del Ministerio. Y mucho menos de departamentos con los que casi ni había trabajado. Aunque eso sí, los cotilleos sí me habían porporcionado en muchas ocasiones información valiosa, y de esos era fácil enterarse. Más habiendo trabajado en Accidentes, donde contábamos con las mejores fuentes de información: Sagitas, sus globitos y la inigualable Amya.

 

Aunque tenía que reconocer que sí sabía algo sobre el Cuartel de Aurores. No en vano había pertenecido a la Orden del Fénix y, por consecuente, conocía sus filtraciones en el Ministerio. Lo que sí me sorprendió fue el tono y el cierto requemor con el que mi cuñada mencionaba la Oficina de Inquisidores. ¿Acaso aquella era la filtración ministerial de la Marca Tenebrosa? Llevaba mucho tiempo fuera. Demasiado quizá. Pero aún así, todavía mantenía mi espíritu de la Orden, aquel que nunca moriría. Y por ello, le lancé una mirada furtiva a Cye, cuyo comentario podía haber suscitado cierta sospecha en Cissy. Y en aquel mundo ya no podías dejar márgen a ninguna sospecha, pues el enemigo podría estar a la vuelta de la esquina... O del pupitre.

 

- Bueno, como en todos lados, seguro que en esa oficina hacen todo lo que pueden -comenté, intentando dispersar las connotaciones y posibles interpretaciones de las palabras de Cye.

 

Aclaré mi garganta y miré a Cissy, esperando no encontrar ningún tipo de reacción y deseando que continuara con la clase sin más. Tenía ganas de aprender.

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Me quedé prestando atención mientras Adrian y Cye se saludaban, parecían que tenían alguna especie de relación cercana. Luego, dirigiendo mis ojos hacia el espacio que ahora nos rodeaba, "tomamos" el ascensor y fuimos directo al Departamento de Seguridad Mágica al tiempo al que hablábamos sobre el tema planteado: qué oficinas laboraban en aquel departamento y a qué se dedicaban. La respuesta de Cye fue clara y concisa, evitando arrugar la nariz cuando mencionó al Cuartel de Inquisidores.

 

-Perfecta respuesta. Entonces, el Cuartel de Aurores se encarga de perseguir a los magos que utilizan las Artes Oscuras o las Artes Prohibidas, mientras que los Inquisidores se encargan de los ataques terroristas, bandalismo y violencia relacionada con el resto de la comunidad mágica, así como la mafia y ese tipo de cosas- no mencioné nada sobre lo de "del dicho al hecho". También podríamos haber hablado de que los Aurores estaban obsesionados con encontrar a Mortífagos en cualquier lado, tarea que penosamente llevaban a cabo-. Bien, teniendo en claro estas dos oficinas que son las más grandes del Departamento, ¿pueden decirme qué otros departamento regulan leyes para con la comunidad mágica?

 

Sabía que era una pregunta extensa, pero desde luego mi intención era que se explayaran en sus explicaciones, que me contaran un poco de lo que sabían y me hicieran preguntas de lo que no. Dar toda la clase hablando yo sola podía ser algo muy aburrido que se podía fácilmente solucionar interactuando con los presentes. Además de eso, aunque termináramos la clase y ellos aprobaran, aún iban a tener que seguir aprendiendo en el día a día, porque algunas leyes iban variando conforme se desenvolvía la comunidad.

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Cissy aprobó la respuesta de Cye. Sin más. Por suerte optó por no abrir un debate sobre lo diligente y competente que era la mencionada Oficina de Inquisidores. Respiré tranquilo y comencé a seguir los pasos de la mujer por el Atrio recreado. Caminábamos hacia los ascensores, supuestamente para bajar a la segunda planta, donde la simulación ministerial continuaría, dándonos paso al Departamento de Seguridad Mágica.

 

La aclaración de Cissy condujo a una nueva pregunta, que formuló cuando ya estábamos en el ascensor y había pulsado el botón con un dos bien grande. Menos mal que aquel ascensor no iba más allá, porque probablemente en Accidentes tenían alguna buena montada y el armatoste se negaría a pasar por aquella planta.

 

- Si no me equivoco -contesté-, la Oficina del Ministro y el Wizengamot regulan todas las leyes que hay y todas deben ser aprobadas por ellos.

 

Aquello era cultura general, más bien. Intenté pensar más allá, en el resto de departamentos, y caí en la cuenta de aquel en el que me había fijado más de una vez: Cooperación Mágica Internacional. Allí seguramente había alguna función referida a la legislatura internacional y a los acuerdos y tratados pactados con el resto de naciones.

 

- Y seguramente en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional también exista un sector encargado de regular las leyes internacionales, ¿no?

 

Entonces, me surgió una duda.

 

- Pero... -miré al suelo del ascensor, pensativo-. Tengo una duda. Realmente cada departamento del ministerio podría, por decirlo así, proponer leyes o hacer los trámites necesarios para que esa ley se apruebe. Por ejemplo, el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, debe tener leyes o normas sobre el cuidado y la pervivencia de espacios protegidos naturales. Entonces, ¿toda ley debe pasar por la Oficina del Ministro y el Wizengamot, no? Independientemente de que cada departamento tenga su propia normativa. Pero en las que se refieren a cuestiones que atañen al colectivo, ¿sólo pueden ser aprobadas en la primera planta? -intenté organizar ideas y poner otro ejemplo-: Como el departamento de Cooperación Mágica Internacional, que aunque promulgue leyes nuevas, deberá consultar antes con la Oficina del Ministro, ¿no?

 

No sé si se me notaba mucho que estaba interesado en aquel departamento y en sus funciones. Me había replanteado más de una vez en trabajar allí debido a mis numerosos viajes. Quizá así podría combinar trabajo y responsabilidades del mundo muggle. Mi destino preferente sería España, pero nunca estaría de más tener la posibilidad de visitar otros países, aunque fuera obligación.

 

Las puertas del ascensor se abrieron y pronto lo desocupamos, esperando a que Cissy continuara con su explicación y contestara a mi duda.

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Continuamos nuestro trayecto en el ascensor irreal hasta desembocar en el Departamento de Seguridad Mágica, lugar donde parecía transitar un sin fin de personas. Nos colocamos a un costado mientras formulaba mi pregunta, que Adrian no tardó en responder, aunque luego planteó más dudas en relación a la asignatura. Sonreí, satisfecha con el interés que le estaba poniendo a la clase y comencé a caminar de nuevo.

 

-En realidad, cada Departamento del Ministerio se encarga de regular las leyes que atañen a dicho Departamento. Por ejemplo, nadie más que el Director o los Jefes de Juegos y Deportes conocen mejor las leyes que regulan los partidos de Quidditch (siendo este el deporte mágico más popular actualmente). Es cierto que todas las leyes están escritas y que todos los funcionarios deberían tener al menos un conocimiento básico de ellas, pero dado que las leyes son extensas, los empleados de cada Departamento se encargan de conocer las suyas -y un poco de las leyes "comunes"- por decirlo de alguna forma- seguimos caminando hasta llegar al final del corredor de Seguridad y doblamos hacia la izquierda.

 

-Aquí se encontraba antiguamente el Registro de Animagos, pero el Ministro decidió moverlo al Departamento de Criaturas porque era más amplio- señalé una pequeña puerta que ahora se usaba para archivar viejos documentos-. Y aquí- señalé la puerta contigua al registro-. Es donde estaba la Oficina Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles, que ahora fue movida a Accidentes si no me equivoco. Todas estas cuestiones, obviamente, con el objetivo de facilitar tanto a los empleados como a los civiles el poder comprender mejor las leyes. Quizás no parezca tener mucha lógica, pero un Departamento bien organizado también significan leyes bien organizadas.

 

-A lo que te referías antes, Adrian, todos los Departamentos proponen leyes y, efectivamente, todas los proyectos pasan por el Wizengamot. Antes, la tarea de aceptar o denegar una ley era del Consejo de Magos, pero al disolverse éste y transformarse en un Ministerio, se requirió de un grupo de magos experimentados que continuaran llevando a cabo la tarea. Es claro que el Ministro es parte del Wizengamot, pero no es él quien aprueba las leyes, sino el Wizengamot y éste, actualmente, se encuentra en los Servicios Administrativos del Wizengamot, que recientemente ha sido fusionado con la Oficina del Ministro- sonreí, porque la idea de poseer las dos entidades juntas me agradaba, sobre todo cuando el Ministro de Magia era mi propio padre adoptivo.

 

Volvimos de nuevo por el corredor y nos metimos en los ascensores de nuevo. Apreté el botón que nos llevaría al Atrio.

 

-Se que este recorrido ha sido pequeño, pero ya no nos queda mucho más tiempo en la clase. Antes de terminar, me gustaría que contestaran dos cosas: ¿En qué se basa el Estatuto Internacional del Secreto Mágico? ¿Y qué sucede con los menores que infringen el Decreto para la Prudente Limitación de la Magia en Menores de Edad?. Son dos cuestiones básicas que todo mago o bruja debería saber y que un letrado en Leyes Mágicas debería conocer mejor que nadie.

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