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Leyes Mágicas


Cissy Macnair
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Una vez nos colocamos a un lado de los ascensores en el piso al que habíamos llegado, Cissy comenzó a resolver mi duda, confirmando que, en efecto, cada departamento regulaba las leyes que respondían a las funciónes que en ellos se realizaban. Asentí entendiendo y clarificando ya el proceso que entonces debía seguir la redacción de nuevas leyes o modificación de otras; y el resultado era, como siempre, la burocracia, ese interminable e incesante mundo de papeleos y líos administrativos.

 

Dejé que explicara dos detalles sobre el departamento en el que nos hallábamos. Confirmé su duda de si la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia (incluidos artefactos muggles) pertenecía ahora a Accidentes asintiendo con la cabeza, ya que yo había estado trabajando codo con codo con las personas pertenecientes a aquella oficina. Aquello me hizo acordarme de Amya, de Sagitas y de todos los accidentosos, y me entró cierta nostalgia que intenté contener. Quizá después de las clases me pudiera pasar un rato por la tercera planta, aunque sabía muy bien que si entraba ahí, no volvería a salir en un buen tiempo. De hecho, menos mal que aquello era una simulación del Ministerio, porque si no, ya habría habido algún tipo de problema con la planta de abajo: se habría desplomado el suelo bajo nuestros pies, o los globitos estarían en las escaleras fisgoneando, o sencillamente se oirían los gritos de Sagitas.

 

Cissy terminó su explicación y me dejó conforme con la respuesta. Después, adelantando que nos quedaba poco tiempo para la clase, nos preguntó dos cosas que todo mago debía saber. Bien, pues yo me sabía con exactitud una. Miré a mi cuñada Cye y luego miré a Cissy.

 

- El Estatuto Internacional del Secreto Mágico se instauró cuando ambos mundos, muggle y mágico, se separaron y los magos, recelosos y precavidos, implantaron un estatuto por el cual todo su mundo, o más bien, el nuestro, se ocultaría mediante conjuros mágicos y no se revelaría nada, ni de nuestro mundo ni de nuestra identidad en el mundo muggle -expliqué casi de carrerilla-. Es decir, que a ojos muggles, somos iguales, nada de magia.

 

Sobre el Decreto para la Prudente Limitación de la Magia en Menores de Edad sabía que los menores no podían realizar magia fuera del mundo mágico así como determinados hechizos, pero no sabía las consecuencias de su infracción. Lo que tampoco sabía era cómo me había librado yo de aquella regla, pues en mis múltiples viajes a España había tenido que usar magia en momentos muy determinados, eso sí, clandestinamente. Y sobre mi identidad... Mi "familia" española algo sabía, aunque nunca han querido preguntar del todo y los que de verdad conocieron a mi madre ya hacía muchas generaciones que nos habían abandonado, así que la información se había ido desvaneciendo hasta quedar en una simple leyenda familiar.

 

Vamos, que era un ilegal en toda regla. Pero me mantuve muy callado y alejé aquellos pensamientos, por si Cissy tenía algún conocimiento de leglimancia.

 

- Sobre lo otro, seguro que Cye puede respondértelo mejor que yo.

 

Miré a mi cuñada con cierta disculpa, porque no sabía si le había hecho un favor o le había dejado lo más difícil. Pero seguramente lo supiera, tenía más experiencia que yo en aquellos temas.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Adrian seguía igual de cálido que siempre, cosa que le agrado, no era nada fácil mantenerse así, dado que en los países que visitaba la forma fría e impersonal de tratarse parecía ser la moda. Ahora le miro con curiosidad, ¿Por qué habría escogido leyes mágicas? Ella deseaba estar al corriente del aspecto legal por sus negocios, por su familia y también porque aquellos que se encontraban cerca, ahora que el Ministerio parecía más crudo con aquel aspecto, ella no pensaba quedarse atrás.

La mirada de Adrian la puso sobre aviso, claro que no había podido controlar el tono, se encendía al pensar que en esa oficina se anidaban aquellos despóticos personajes, pero como siempre, debía mantener un perfil bajo, ya que al ser un miembro muy antiguo de la Orden del Fénix, seguramente irían tras ella, cosa que no les daría resultado aunque las torturas le costaran la vida, pero tenía que pensar en sus familiares, ellos eran su verdadero tesoro y no quería que ninguno sufriera, en fin… Cissy dio por válida su respuesta y siguió adelante con la clase.

Pronto dejaron de estar en el aula y fueron llevados al Departamento de Seguridad Mágica, mientras que Cye sopesaba la pregunta que ahora hacia la Macnair ¿qué otros departamento regulan leyes para con la comunidad mágica? Adrian dijo, palabras más, palabras menos, lo que ella hubiera contestado.

-En eso tienes razón- afirmo la rubia cuando la profesora respondía la duda de Adrian sobre la aprobación de las leyes de otros departamentos y Cissy ponía de ejemplo al departamento de juegos mágicos en el que había trabajado desde que se iniciara la sede londinense, precisamente estando inmersa en la oficina de patentes descabelladas aunque fungiera como jefe de cuidados antimuggle y posteriormente directora de tal departamento.

-Pero de eso no hace mucho, porque en un tiempo mi oficina en el departamento de Accidentes mágicos era la que hacia las pruebas en la sala de cristal a los animagos y llevaba el registro- no pudo evitar torcer los labios al recordar la infinidad de desacuerdos que tuvieron con ese asunto de los animagos, sin embargo el ministro y la viceministra siempre que hablaban eran muy contundentes aunque no siempre tenían razón a su parecer… bueno no eran dioses.

Luego la explicación que les dio sobre la aprobación de las leyes y el poder que tenía el Wizengamot al respecto la sorprendió un poco, ella siempre supo que tenía que ver pero no que era el que en realidad rechazaba o aprobaba las leyes, incluso mucho magos veían esta oficina como de puro trámite, sin la importancia que realmente tiene y que se potencio con la fusión.

Adrian volvió a ganarle de mano al contestar, ella pensaba en la segunda pregunta la recordaba, pues una vez, cuando era docente en la academia de magia, saco el tema a colación en la clase, en ese entonces era jefa de la oficina del Uso Indebido de la Magia, (aunque entonces esa oficina trabajaba en conjunto con otra de otro departamento) y les prometió a los chicos perseguirlos si infringían esta ley, claro que solo fue una amenaza que entonces funciono muy bien.

-Iba a decir eso exactamente eso Adrián, aunque cuando lo aprendí me lo contaron un tanto diferente- no iba a decirle que su profesora los había trasladado a la época donde los muggles quemaban a las brujas y ella misma había sido atrapada y amarrada bajo una hoguera que de no ser por la misma profesora hubiera sido encendida y la Lockhart rostizada. Todo porque se le había ocurrido la brillante idea de aparecer con su varita en un entorno plagado de muggles, un tomo donde estaba la famosa Sección 13 que precisamente establece que hacer magia delante de muggles era un delito, quienes lo hacen la primera vez, reciben una amonestación y los reincidentes, a esos les va peor pues reciben visitas disciplinarias de los entes ministeriales encargados.

En cuanto a la segunda pregunta, esa también la estudio en aquella clase traumática, donde fue trasladada hasta 1975 año en la que se decretó y acento en el párrafo c que los menores de edad no pueden usar magia fuera de la academia, menos en un entorno muggle.

-Bueno lo que sucede con estos infractores es que la primera vez reciben una advertencia, mientras que los reincidentes se enfrentan a la expulsión de la institución mágica donde estudien e incluso a la destrucción de su varita, claro primero hay que determinar si el menor no se encontraba en una circunstancia excepcional donde su vida dependía únicamente de la magia- concluyo la Lockhart enganchando su brazo al de Adrian y mirando a Cissy para ver que decía al respecto.

Ahora mismo se lamentaba haber llegado tarde y que la clase se hiciera tan cortita.

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