Artes Oscuras IV

[Mica Gryffindor]

Maldijo en silencio cuando supo que Juve la había escuchado. Se arrepintió enseguida, sabiendo que la Ángel Caído no dejaría pasar su accionar, haciéndosela lamentar día a día de su existencia. No podía meterse con ella, no al menos mientras su desventaja residiera en los poderes que una y otra tenían.

Sintió los brazos de uno de sus ayudantes sosteniéndola y arrastrándola hacia el caldero en el que intentó ahogarla. Respiró desesperadas bocanadas de aire antes de volver a ser sumergida, sacudiendo el cuerpo con todas sus fuerzas en inútiles intentos de ser liberada. El líquido empezaba a filtrarse en sus fosas nasales a medida que perdía el ritmo de la respiración. El dolor en sus pulmones era insoportable.

Por fin, él la soltó. Permaneció de rodilla unos momentos, tosiendo e intentando expulsar toda la sustancia ingerida. El dolor no la abandonaba, pero era hora de ponerse de pie y continuar.

Las palabras de Alyssa fueron lo primero que llegó a sus oídos aturdidos por la situación. A su mente le resultó difícil concentrarse en las posibilidades, para luego simplemente asentir y encaminarse lentamente hacia la fuente. No tenía una fuerte voluntad como para negarse o pensar otro plan. Estaba exhausta, al punto de temer desmayarse en cualquier instante.

Se sentó al borde de la fuente de aquella poción y tomó el cuenco destinado para ayudar a beber. Lo llenó antes de llevarlo a sus labios y bebió todo el contenido de un solo trago. De inmediato odió el plan. Sintió como si cientos de agujas se intentasen clavar al mismo tiempo en cada punto de su cuerpo.

-Ohhh- se quejó y se dejó caer al suelo, apoyando los brazos y cabeza en el borde, sintiendo las lágrimas tibias escurriendo por sus mejillas- Mátenme ya, esto no…- no pudo seguir hablando, no soportaba ya nada.

[Rocio Malfoy]

De la oscuridad absoluta a la claridad enceguecedora; sus ojos ardieron y tuvo que cerrar los párpados para no perder la vista. Hilos de lágrimas emergieron, humedeciendo las pestañas y deslizándose por sus pómulos ensangrentados, tratando de lubricar el globo ocular enrojecido. Cuando tomó coraje y volvió a abrirlos, el lugar se encontraba como en un principio. Su mente estaba comenzando a hacer estragos y eso le provocó escalofríos.

 

Aún sostenía el pesado libro entre sus brazos y lo había pegado a su pecho. Se aferraba a la carátula con fervor, clavando las uñas en el cuero añejado. Creía, tal vez, que si se despegaba de él podía perder algo más importante.

 

Estaba parada allí, frente a la cueva expedidora de sonidos regurgitantes. Sus pies descalzos amasaban el irregular suelo y sus dedos se contraían llenando la cavidad de sus uñas con la mugre mohosa. Se encontraba concentrada, con las pupilas ardiendo y los sentidos enfocados en los inferis, cuando la escena cambió. Tomándola por sorpresa, de inmediato retrocedió y miró hacia sus lados. ¿Dónde estaban las demás?

 

La voz de Juve resonó en el espacio y entró por sus oídos como un hilo de información entremezclada.

 

—¡Coherencia, por favor! —gritó de pronto con desesperación, bajando en cuclillas y hundiendo su rostro entre las páginas del libro. Los cabellos taparon como cortinas su cráneo y comenzó a temblar. Aquello era una tortura cruel. Malfoy jamás se había sentido vulnerable hasta aquel momento; no había duda que la falta de coherencia y las órdenes sin sentido la volvían loca ya que atentaban con su fidelidad a cumplirlas.

 

Alzó la cabeza cuando Alyssa habló. Sus palabras ordenaron un poco más el asunto y la ayudó a recobrar la compostura. Se irguió nuevamente y sintió los músculos de sus muslos tensarse ante el movimiento. Ubicó también a otra mortífaga, Agatha, y las tres fueron hacia la fuente. No había dudas de que si no se unían al menos un poco, terminarían pereciendo en aquel agradable recinto.

 

Observó todo, cada parte de lo sucedido. Vio como la última tomaba el cuenco y se concentró en la forma que bebió aquella poción. Enseguida, la escena angustiante se quedó con la atención de todos. Allí, la mujer comenzó la etapa de súplicas, más entre las tres debían terminar de manera equitativa con aquello.

 

—Mi turno —sus pasos la acercaron a la mujer y, abriendo sus dedos con algo de fuerza, pudo liberar el cuenco que sostenía mientras repetía desesperadas líneas de súplica.

 

Tomó coraje, dedicándole una mirada a Triviani antes de volver a ver el líquido, y sumergió aquel utensilio para embeberlo. Chorreando, se lo llevó a los labios y dejó que se deslizara hasta su garganta, evitando con todos los medios sentir el sabor. Fue fácil digerirlo, más los efectos no tardaron en aparecer. Su boca se resecó y clavos parecieron presionarle en estómago. Los huesos los sintió arder y su garganta retorcerse.

 

Dejó caer el cuenco, acompañando la caída con su cuerpo, amortiguando el golpe con sus rodillas. Cerró los ojos y contuvo el dolor, apoyando su trasero en sus talones. Quiso gritar y dividirse en mil pedazos, a ver si ello amortiguaba la sensación, pero prefirió guardar silencio. Recién iba el primero y todavía su cordura se mantenía en pie.

[Kahlan Blackthorn]

El cuenco era el arma letal que laceraba los cuerpos y mentes de sus alumnas, no era un espectáculo sencillo de admirar para Dan. En cambio Juv se lo estaba gozando como nunca antes, una sonrisa maniática de apodero de sus labios encendiendo sus orbes lapislázulis como dos estrellas en medio del oscuro firmamento, los quejidos de las jóvenes eran acallados por la fuerza que emitían sus pensamientos, pensamientos que estaba enfocados en salir de ese lugar sanas y salvas.

 

-Agatha ha dado un paso en falso…-sentenció con un tono aterciopelado cargado de desazón-Rocío y Alyssa han seguido la senda correcta…-asintió categóricamente-Un libro, una poción, un nudo en la garganta y están a poco de poder salir saltando de felicidad de este lugar…-aplaudió en son de sarcasmo-Pueden beber todo lo que quieran, retorcerse del dolor, amainar poco a poco el tormento que las aqueja con suplicas o solo resignarse a morir sin luchar más de lo debido…-rodeando sus ojos desapareció el libro que momentos antes Rocío sujetaba como si su vida dependiera de ello.

 

-Pueden alcanzar la salida…-señaló una flecha que les indicaba el camino-Pero solo dos de ustedes pueden salir por ese sendero, la tercera tendrá que pasar por un reto adicional o en el mejor de los casos oponerse a brindarle ayuda a sus compañeras. Dejarlas escapar o encadenarse con ellas…-ofreció las dos opciones quemando los últimos cartuchos que le quedaban disponibles-Les quedan pocas horas para sobrevivir o morir…-dándose vuelta sintió un escalofrío que la ascendió por la espina dorsal-Está por terminar su tortura…-parafraseó apareciendo dos guardapelos similares al que perteneció a Salazar Slytherin.

 

-Ahí tienen dos horrocruxes, tómenlos y destrúyanlos. Mientras que su compañera Agatha acabara con el restante…-ante los ojos absortos de las jóvenes apareció un basilisco de gran tamaño reptando por el suelo trayendo anudada en su cola una espada parecida a la de Godric Gryffindor, estaba usando dos elementos que tendrían que ser conocidos por sus alumnas y si no estaban a poco de conocerlos sin lugar a dudas-Tienen trabajo que hacer…-cruzándose de brazos se mantuvo mirando el mural que engalanaba una de las paredes del hospital psiquiátrico.

[Alyssa Black Triviani]

Contemplé asqueada como mis compañeras se desarmaban ante los efectos de aquella pócima, repudiaba la idea de que yo sería la siguiente, cada fibra de mi ser luchaba contra la idea de verme completamente vulnerable. Estaba a segundos de llevarme el cuenco a los labios cuando escuché la voz de Juve, lo dejé caer de inmediato sin poder ocultar la sonrisa triunfal que se dibujó en mi rostro aunque esta no perduró por mucho tiempo. Maldije por lo bajo ante el nuevo cambio de planes, aquella clase había resultado ser como una montaña rusa, siempre manteniéndonos al límite de nuestras capacidades; ahora estábamos de vuelta con los horrocruxes y los basiliscos…, que alegría.

 

- Al diablo – mascullé resignada.

 

Debía aprovechar la distracción de Agatha y Rocío, no me detuve a esperar ni a ver cómo reaccionaban, nuestra profesora acababa de transformar aquel último tramo de la clase en una competencia que no estaba dispuesta a perder. Me abalancé sobre las imponentes criaturas que siseaban amenazantes, exhibiendo aquel impresionante despliegue de afilados dientes que tendría que evitar a como diera lugar, pero lo que complicaba aún más las cosas es que debía mantener la vista baja en todo momento si es que quería conservar mi vida.

 

- ¡Conjuntivitis! – bramé apuntando con mi varita a una de aquellas criaturas.

 

Aquellos al menos me facilitaría la tarea. El animal no paraba de bambolearse en todas direcciones, golpeando su cabeza contra las paredes en un intento vano por quitar aquella molesta sensación de sus ojos. Aproveché mi oportunidad para escabullirme bajo las defensas del basilisco yendo en busca de su cola donde vi que llevaba atada la espada de Gryffindor, una de las pocas armas capaces de matar a una bestia como aquella. Sin embargo no era una misión sencilla en lo absoluto, sus fuertes movimientos amenazaban con aplastarme en cualquier momento, debía proceder con extremo cuidado o de lo contrario acabaría hecha papilla en el suelo.

[Rocio Malfoy]

La voz de Juve hizo que olvidara repentinamente todo el dolor que sentía. Sus ojos se abrieron como platos de rubíes y la ira afloró a flor de piel; cada situación, cada cambio de plan tan abrupto, le recordaba segundo tras segundo lo mucho que iba a hacer pagar por todas estas cosas a su querida Malfoy.

 

Las órdenes eran claras, al fin. Debían destruir uno de los horrocruxes que les tocaba a ambas, ya que Agatha se encargaría del restante. En cuclillas pudo ver cómo Alyssa, en su desesperado accionar -muy característico de los Black- parecía sortear todas las pruebas contra el inmenso basilisco. Sonrió, intentando ponerse de pie para acercarse hasta la escena. Movió sus dedos y recuperó la varita que había perdido hacía ya un buen rato.

 

—Me la dejaras... —comenzó Rocío, recobrando de a poco fuerzas—...me la dejarás muy fácil. —Hubiera querido reirse, más su energía debía ser utilizada únicamente para lo importante.

 

Levantó un diestra, recargándose sobre su brazo izquierdo sobre la pared de piedra, y trazando una imperceptible floritura, sus labios se movieron ágilmente.

 

—Petrificus Totalus —el rayo salió despedido desde la punta de su varita y cruzó la corta distancia entre la criatura y ella para dar de lleno en el lateral derecho del cráneo del basilisco. Los movimientos incesantes de aquel reptiloide habían servido para darle con más efectividad sobre la zona en la cual el hechizo cobraría más efecto.

 

La criatura frenó su epiléptico comportamiento y se quedó cual piedra. Los ojos, cubierto de costras escamosas producto del conjuntivitis, quedaron fijos e inertes. Por un momento pareció una estatua de piedra que se mecía levemente debido a su inestable soporte.

Fue entonces que, apuntando con su arma a Juve Malfoy, susurró:

 

—Accio Horrocrux —uno de ellos salió despedido hasta sus manos. Apretó las cadenas con fuerza y, con la ayuda de la pared, fue lo más rápido posible hacia donde Alyssa intentaba dar con la espada.

 

—¡Ya!, rápido antes de que pase el efecto. No va a durar mucho petrificado. Explótale la cola, la espada dudo que se rompa. — y ya estaban a un paso. Simplemente debían tener la espada para romper el objeto que colgaba de su mano y poder salir de alli.