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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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Publicaciones recomendadas

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Nombre del Negocio: Detective Mágico Consultor

Nombre de los propietarios: Bel Evans McGonagall & Sain M. Ollivander

Rumbo al que se dedicará: Investigación privada & resolución de misterios.

Callejón Baker #221B

Detective “Garry” M. Ollivander T.
Sanadora Bel Evans McGonagall

Sobre Misterios y Misteriosos

No resulta un pensamiento anormal creer que el mundo mágico, que por ser precisamente eso “mágico”, esté exento de misterios poco explicables. Sucesos que para los ojos del más vivido carezcan de sentido común o simplemente de lógica. Pero sabemos que no es así. Incluso en el mundo mágico puede existir una razón con bases irrefutables para solucionar toda clase de misterios que este, el mundo mágico, es capaz de ofrecernos.

 

En Inglaterra abundan los detectives comisionados por el ministerio, y no son menos los aurores que velan por nuestra seguridad. Pero cuando alguno de ellos no sabe muy bien por donde anda, pueden acudir a nosotros, al presentarnos la evidencia que disponen, a partir de la cual, y con ayuda de nuestros conocimientos de la historia criminal, nos las arreglamos decentemente para enseñarles el camino y colocarlos sobre una pista. Existe un fuerte aire familiar entre los distintos hechos delictivos y si se dominan a la menuda los mil primeros, no resulta difícil descifrar el que completa el número mil uno.

 

Los detectives privados, le huyen comúnmente a lo insólito, cuando se dan cuenta de que se encierran en algo sin salida prefiriendo entonces auto prescindir de sus servicios. En muchas ocasiones la mente humana huye a lo complicado y no nos sentamos a pensar como son los hechos y las cosas para así resolverlos plausiblemente. Los factores, pude ser muy variados y dependerán en absoluto del mundo individual que habita en nuestra mentes. Es por eso que esta vocación recurre a la razón y a la lógica para tratar de entender dichos acertijos que nos rodean y que están constantes en nuestro día a día.

 

 

Hoy en día el detective privado no se dedica a muchas cosas, no tiene muchas labores importantes que realizar, dedicándose la mayoría a los “casos de infidelidad”, “conseguir información sobre una persona”, etc. Pero ¿qué fin o que tan difícil puede ser seguir a alguien? cualquiera con el tiempo podría hacerlo, no tiene mucha lógica. Y es que a la gente se le olvida que nosotros también podemos ayudar a resolver sus problemas más graves como homicidios, extorsiones, desapariciones, maldiciones, etc.

 

El Consultorio del Detective

La pequeña construcción depende de tan solo dos plantas para distribuir las áreas de trabajo.

En el primer nivel se encuentra una pequeña sala de estar; ahí los clientes pueden esperar a ser atendidos en caso de que haya que esperar a que el detective termine de atender a otro cliente. El pequeño espacio cuenta con una barra de recepción donde se encuentra una anciana que funge como secretaria para el despacho. También se encuentra con un juego de sillones color marrón y una pequeña mesa de centro. Las ventanas que dan al exterior son de vidrio empañado, lo que permite que la luz penetre al espacio, pero que resulte imposible ver hacia el interior.

 

En este primer nivel también se pueden encontrar dos puertas de madera oscura. La primera de ellas va a una gran almacén que se adueña de la mayor parte de este nivel y que contiene material que los detectives guardan y les es de utilidad para resolver algunos misterios o comprobar teorías correspondiente a los casos (No, no solo es basura, gracias). La segunda puerta da a una pequeña cocina, lo suficientemente espaciosa para albergar un máximo de tres o cuatro personas. En este lugar los empleados pueden disponer de sus alimentos.

 

La estrecha escalera (donde solo se puede ir de una persona a la vez) está justo entre estas dos puertas y nos conduce “al consultorio del Detective”, siendo ésta el área donde los detectives atienden a los clientes, escuchan sus casos, comparten teorías y conviven entre ellos. Al subir los escalones te encuentras con un espacio parecido a una sala de estar más amplia a la anterior, con libros, pergaminos, vuela plumas, tinteros y un sinfín de objetos dispersos por todo el lugar. Justo en la pared de enfrente se puede ver un escritorio compartido atiborrado de pergaminos y libros, los libros de los estantes adyacentes a las dos grandes ventanas del centro (donde se puede ver claramente hacia el exterior) colocados de forma dispersa forman huecos entre ellos dándole un aspecto desordenado al lugar.

 

Sobre el muro izquierdo de esta área existe un par de sillones individuales y una silla bastante cómoda con vista hacia los sillones. Aquí es donde se escuchan la consulta del cliente y los detectives deliberan sí son o no capaces de asesoran al cliente con su problema (todo dependiendo del caso). Al final, en este lado, se encuentra un pasillo que lleva al “área de experimentación” que tiene el aspecto de un laboratorio químico muggle (Tranquilos, solo es el aspecto) que se esconde tras un par de puertas plegables de vidrio empañado de diversos colores.

 

Al otro lado del espacio existe nada mas un sillón para dos personas (en caso de tener dos personas por caso), estando la pared recubierta por un tapiz que la cubre desde el suelo hasta el techo. El único adorno que presenta en un extremo, es un cuadro con el retrato de un cráneo, que algunos días de encuentra ahí y algunos otros no. Esta pared es muy importante para los detectives, pues solo ahí se logra tener el espacio necesario para formar los mapas, en base a la información recogida del cliente más la que se va acumulando tras la investigación, que ayudan a la solución de los casos.

 

Al extremo contrario del cuadro hay un último pasillo, que conduce hasta una puerta de madera pintada de negro con un jeroglífico dorado grabado en ella. Es necesario ser del personal autorizado si se quiere acceder a lo que sea que ahí dentro se esconde (Decisión del dueño del local quien entra y quién no).

 

En realidad “el Consultorio del Detective” es un espacio muy estrecho y acogedor lo que lo hace un lugar bastante íntimo y privado para tratar su caso.

 

Pase Usted

Tras estos delgados muros con tapices antiguos del siglo XIX, de puertas viejas y rechinantes y de estos inestables escalones, se encuentra el equipo encargado para resolver sus problemas. Un equipo decidido a meter las narices hasta en el rincón más mohoso del ministerio con tal de encontrar una respuesta a los misterios que rodean a tan distinguida clientela.

 

No quedan crímenes y no hay criminales ¿De qué sirve en nuestra profesión tener la cabeza bien puesta sobre los hombros? ningún individuo, ahora o antes de nosotros, puso jamás tanto estudio y talento natural al servicio de la causa detectivesca ¿Y para qué? Únicamente para resolver el gran caso que es el suyo. Si un detective en verdad quiere disfrutar de su profesión tiene que comenzar a usar la cabeza y resolver problemas más graves. Es por ello que hemos decidido empezar a realizar por nosotros mismos como un trabajo independiente a alguna organización, la labor de Detective Consultor, realizándolo más por gusto que por alguna otra razón que nos enriquezca.

 

Si tiene problemas comuníquese, nosotros aconsejaremos o le guiaremos para solucionar su problema con el más alto profesionalismo posible. Atenderemos a su relato, daremos nuestra opinión y presentaremos nuestra minuta.

 

Contactos

Afiliados: No se aceptan (en reparación)
Criaturas: --
Objetos: --
Elfos: --
Registro: Detective Mágico Consultor

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Llegaba más que contenta hasta aquella calle de Londres, donde de ir todo bien, se abriría dentro de poco para todo el público, el negocio que por tanto tiempo había planificado junto a Garry. Esquivando un carro por poco (debía tener más cuidado en el camino que seguía) , crucé la calle hasta terminar delante de la fachada de aquella vetusta pero grandiosa edificación.

 

Traía conmigo varias de mis últimas compras realizadas en el Magic Mall, que en un golpe de suerte había abierto sus puertas hace unos días. Algunos objetos útiles como un falsoscopio, unos anteojos alfa, una camára fotográfica mágica y un sinnúmero de pociones, varias de ellas que habían reducido drásticamente mis ahorros de Gringotts.

 

Pero todo eso me importaba más bien poco, porque estaba segura que más que un gasto era una inversión. Y porque por extraño que sonara no buscaba ganar dinero con el negocio de Detective Consultor Mágico, sino tan solo satisfacer mis propios deseos e inclinaciones.

 

La idea había surgido una noche de conversación con Garry hace tantos meses que ya no podía recordar con exactitud cuando había sido. Solo que había sido él quien había venido con la propuesta, y con la meticulosidad que lo caracterizaba cuando se trataba de una cosa que le interesara, me había dejado un documento de varias páginas donde desarrollaba la idea e incluso yendo más allá, hasta el local y la distribución que tenía en mente.

 

Ese local era el que tenía ahora frente a mí. El como se había agenciado de él era un misterio para mí, dado que no me había pedido un solo galleon al respecto. Era por eso mismo que había sentido la necesidad de, al no pagar el local, al menos colaborar con materiales para lo que serían nuestras futuras investigaciones.

 

Introduje la llave en la cerradura y tras un leve forcejeo conseguí abrirla. Al interior, la sala de estar lucía en esos momentos vacía, y al parecer, por precaución un letrero de "En reparaciones" se había puesto nada más al ingreso, y también era visible en el Mostrador.

 

La amable señora mayor que había accedido a ser la secretaria del negocio no se encontraba, y me pregunté donde se habría metido. Todavía recordaba que el día que había venido a visitar el local había sonreido de forma dulce al conocerme y por alguna razón tenía la convicción de que entre Garry y yo existía alguna clase de vínculo más "especial".

 

De otra forma no terminaba de entender aquella insinuación de que en la zona de almacén se tenía una cama disponible donde con comodidad podían entrar dos.

 

Reí ante aquel recuerdo y dejé sobre la mesa de centro las compras para sentarme sobre el sillón más próximo. Me sentía fatigada y con mucha hambre, pues el viaje había sido algo más cansado de lo habitual, como solía serlo cualquier viaje por medios muggles. Y es que no había querido levantar sospecha alguna de mi condición y por encima de todo (de nada servía mentirme a mí misma) era el hecho de que detestaba las apariciones.

 

Rebusqué en el bolsillo de la gabardina el par de objetos que habían sido mis primeras adquisiciones en el Magic Mall, y que había comprado con la única intención de compartirlo con Garry. ¿Pero dónde es que él estaría metido? Llevaba días sin verlo, pero confiaba en que apareciera pronto. Me había prometido llegar y confiaba ciegamente en que como siempre, honraría su promesa.

 

Lo cierto es que las aventuras vividas en el Ministerio apenas habían sido un preludio para lo que en realidad compartíamos y que Garry había sabido detectar: un gusto por el misterio y por resolver casos en donde quizá ni siquiera habíamos sido llamados.

 

"Un detective privado y una sanadora, veremos que resulta de todo esto" pensé cerrando los ojos.

Editado por Bel Evans McGonagall

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D.C. Garry M. Ollivander

 

Dejo caer suavemente su peso hacia enfrente, tanto que su frente toco quedamente el frio vidrio de la gran ventana que lo separaba del exterior. Tenía ya en aquel sitio algún par de horas, quizá habían sido solo minutos, pero el mago comenzaba a sentirse demasiado aburrido de acomodar el nuevo equipo para el despacho que compartiría con Bel Evans y aunque la habitación aun parecía todo un desastre, había en el rostro del Ollivander un infantil orgullo de un trabajo bien hecho.

 

Fue quizá la quinta o sexta vez que la piel de su frente se aplastaba contra el grueso cristal de la ventana que se empañaba con las densas y tranquilas respiraciones del hombre, cuando al finn la noto. Entre toda esa gente que iba y venía, con aquel montón de cosas cargando, con aquel rostro que parecía guardar tantos sentimientos y sensaciones que podía dejar al Ollivander bastante confundido y pensativo con tan solo ver aquellos ojos marrones. Garry pensaba que seria algo muy fácil para él pasar toda una tarde tratando de resolver el misterio que los gestos de Bel Evans sin aburrirse ni un segundo, aunque estaba casi seguro que jamás lo descubriría.

 

Quiza era eso lo que más le gustaba de ella, quizá por eso ella había sido la persona correcta para esta petición. Fuera eso o no, aquello era algo que solo él podía saber.

 

Murmuro entonces un par de palabras, nada entendibles, aunque no habrían de tener tanta importancia, después de todo, la señora que atendería recepción había salido a buscar algunos utensilios y alimentos con los cuales llenar la pequeña cocina del lugar. No era necesario, pero no había logrado convencerla de lo contrario y pellizcando la mejilla del inexpresivo rostro del licántropo salió la mujer dejando solo al hombre en aquel sitio. Su consultorio.

 

La amplia sonrisa que aquel último pensamiento había traído consigo, desaparecía tan rápido como aquel auto que casi terminaba por dar con la Evans ¡Y como se atrevía a decirle esa mujer a él que era un despistado! Un bufido más que empañaba nuevamente el vidrio se le escapaba y el chirrido de un caldero a sobre hervir lo desvió de sus pensamientos y tras un “oh sí, eso” se dio la media vuelta y se dirigió hacia el pequeño espacio asignado a la experimentación. Había olvidado aquello que dejo sobre la flama minutos atrás.

 

Si lo pensaba mejor, no le molestaría mucho que Bel le llamara aun despistado las veces como ella quisiera, después de todo, no resultaba ser una mentira.

 

Sonrió de medio lado antes de escuchar la puerta principal hacer ese fuerte chirrido al abrirse, resultaba ser muy irritante, pero lo prefería mil veces más a aquellos miles de timbres que la señora de la resecación le había hecho escuchar para escoger el adecuado para el negocio. Entonces permaneció en silencio, tratando de percibir los sonidos que la Evans hacia en el piso de abajo, tratando de imaginar cuáles eran sus pisadas y cada lugar que la mujer se detenía a observar. Aquel era un buen ejercicio de deducción.

 

—No hacía falta tanto forcejeo ¿sabe? — Llamo tan alto, pero sin gritar esperando a ser escuchado, una vez que no obtener ningún otro ruido por parte de Bel —La puerta no tenia llave— y camino de de un lado a otro haciendo a sus ruidosos pasos escucharse claramente en el viejo entrepiso de madera —¿Té? — pregunto mientras serbia tres de tazas sin siquiera haber obtenido una respuesta por parte de la mujer aun.

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Sanadora Bel Evans McGonagall

 

"Allí está" murmuré poniéndome de pie de un salto y girando de forma tonta sobre mí misma 360° en busca de mi compañero aunque estaba casi segura que la voz había provenido del piso superior. "No tenía llave y me lo viene a decir ahora" pensé con cierto enfado, consciente de que él había estado todo el tiempo dentro y sin embargo, no se había manifestado sino hasta ese momento.

 

Volví a colocar dentro del bolsillo los espejos comunicadores, mientras no dejaba de escuchar el ruido de las pisadas de Garry, provenientes del piso de arriba. Con la despreocupación que lo caracterizaba ni siquiera pensaba bajar y al contrario hablaba de tomar té juntos en la planta de arriba.

 

¿Pero qué demonios andaba pensando?

 

Lo único que se me ocurría es que de alguna forma, quizá desde incluso antes de entrar a la residencia, él había estado haciendo alguna clase de pequeño experimento social, a los cuales era bastante asiduo. Poco importaba cuando estaba en esos lances normas de cortesia, o etiqueta, o si alguien lo tomaba por abiertamente grosero ante ese comportamiento. A él solo le interesaba el conocimiento que podía obtener de todo ello. Y tenía que admitir que lo conseguía.

 

"Debería consentirlo menos"

 

Lo pensé, pero a las finales, dejando todas las compras de lado comencé a subir rápidamente esas escaleras que me resultaban un tanto molestas por su estrechez, hasta terminar en la segunda planta. Y tras unos pocos pasos, no me costó ningún esfuerzo distinguir a Garry, muy tranquilo sirviendo tres tazas de té. Llevábamos días sin vernos pero no era capaz ni de darme un saludo adecuado. Así que fui yo la que acercándome me animé a abrazarlo aunque como siempre mis brazos apenas alcanzaban su cuello y daba más la apariencia de que intentaba ahorcarlo o colgarme de él.

 

 

- ¿Tres? ¿hay alguien más aquí en la residencia?- dije al contar el número de tazas servidas, no sin cierto pánico puesto que podía esperarme todo de él- oh, espera, podría ser para la señora secretaria ¿no? ¿sabes donde se ha metido? esperaba encontrarla abajo pero no doy con ella, y le había traído una poción que me pidió la última vez que nos vimos.

 

De pronto "algo" se alborotó a la altura de mis pechos y no pude evitar soltar una carcajada debido al cosquilleo producido. Me separé rápidamente de Garry dando un par de pasos hacia atrás.

 

- Hey, basta pequeño - alcancé a decir mientras rápidamente desabotonaba la gabardina y dejaba al descubierto a mi pequeño acompañante- en tu ausencia compré varias cosas, la mayoría de ellas útiles para el negocio, pero hubo una que- cogí a la criatura entre mis manos con suavidad y lo coloqué a un lado del sillón- una que escogí porque me pareció la cosa más tierna de este mundo ¿acaso no lo es? Mi Jawn.

 

El erizo alzó la cabeza como reconociendo aquel nombre con el que lo había bautizado hace tan solo unas horas atrás. No sabía como tomaría Garry todo aquello, en principio no creía un problema haber traído a aquel animal al negocio, pero quien supiera, hasta que él no me lo dijera no podría saberlo.

 

- Entonces, té- dije frotándome las manos y tomando asiento justo frente a donde Garry se encontraba- ya veo que aquí las cosas están tan desordenadas como abajo- dije tomando el primer sorbo de la taza y echando un ojo alrededor de la habitación- creo que hará falta más que este solo día para terminar con todo cuanto antes. Así que talvez no sea tan mala la idea de usar esa cama y quedarme a dormir aquí ¡por nada del mundo quiero volver a hacer ese viaje tan largo!

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D.C. Garry M. Ollivander~

 

Le escucho entonces subir la escalera, incluso pudo imaginar su gesto molesto que revelaba la incomodidad de la Evans por la estreches del pequeño pasillo distribuidor, el mismo del que había sido uno de los pocos “peros” que la mujer había puesto al ver por primera vez el sitio. Una media sonrisa se dibujo en el mago, el gesto rara vez molesto de Bel era algo muy agradable de obtener de vez en cuando, aunque sabía que bien podía tener consecuencias colaterales con alguno de sus objetos tan queridos escondidos en algún indescifrable lugar.

 

Y la sintió justo llegar a la puerta, de reojo distinguía su pequeña silueta bajo el marco de la entrada, observándole a él. El Ollivander solo se dedico a observarle y alzando una ceja siguiendo con la mirada la trayectoria que la mujer hasta quedar colgada de su cuello. Que curiosos hábitos de comunicación tenia Bel Evans, eso era algo el Ollivander tampoco comprendía del todo, esas cosas que la mujer hacia y que decían muchas cosas sin decir nada realmente. Estaba ya en los planes de Garry hacer un par de experimentos sociales con respecto a este tema.

 

Se inclino un poco más hacia adelante con la intención de facilitarle el abrazo a la mujer (porque estaba comenzando a resultar algo incomodo) y como gesto casi intuitivo, rodeaba por completo con sus largos brazos el cuerpo de la mujer. Poco estuvo a contestar la cuestión de las tres tazas de té, cuando la sanadora ya formulaba una pregunta más.

 

—Ahh— exclamo casi como si la pregunta de la Evans hubiera sido una gota agria de limón —No me pregunte por esa mujer, Bel— y negó con la cabeza desalineando varios mechones de su cabello y un ademan curioso como si sacudiera el aire —Dijo algo sobre cortar mi cabello para verme mejor para usted y sobre el desorden del lugar y se marcho hace casi media hora a comprar comida— << “Se marcho a comprar comida” o “La mandamos a comprar comida” Paff ¿Cuál era la diferencia? No estaba ayudando>> —¿Está usted segura de que debemos conservarla? — pregunto con gesto infantil de desagrado —Es decir, es…algo...ruidosa…y dice muchas cosas sin sentido—y fingió que un estremecimiento lo invadía.

 

Hasta sentir el un extraño movimiento a la altura de su torso, todo iba aparentemente normal. Arqueo las cejan al escuchar la risa de la Evans y poco a poco llegaba a sentir la ausencia de los brazos de Bel rodeando su cuello, perdiendo el calor alrededor de sus hombros. En un raro movimiento el mago compuso su postura normal mientras veía sacar, a la mujer, lo que parecía una extraña criatura del interior de su largo abrigo.

 

—Un erizo…—murmuro sin despegar la mirada de la criatura mientras la voz de ella se perdia en el fondo.

 

¿Por qué había, de todas las criaturas, querido un erizo? Bueno, al menos no había sido una rana o un sapo. Si a Bel le parecía un objeto “tierno” él no tendría objeción alguna, también le agradaban las criaturas, mágicas o no mágicas y seguro el pequeño << ¿Le habia llamado Jawn?>> no seria una excepcion. A no ser que aquello “tierno” le distrajera a Bel de su nuevo proyecto que apenas comenzaba y slgo mas importante aun…de él . Y no es que quisiera toda la atención de ella solo para él <<naah>>, pero si esa cosa comenzaba a ser una distracción, no dudaría en usarla para algún “experimento de prueba”.

 

Ruidosamente aclaro su garganta tratando alejar todos aquellos innecesarios pensamientos.

 

—Si…—murmuro aun distraído —Quiero decir no, no. Por supuesto que no, Bel — comenzó a andar alrededor de las dos butacas separadas solo por la mesa del centro donde aún humeaban dos tasas más de té —Aun quedan un par de espacios más por aquí libres en este lugar, seguro podemos acomodarle un espacio suficientemente decente para que usted descanse lo necesario— hablaba aquello sin mucho cuidado, mientras movía un puñado de libros de un rincón a un estante.

 

Se giro dramáticamente sobre sus talones y se encamino hasta la butaca frente a la mujer que creía seguro que lo escuchaba. Se sentó con suavidad sobre esta y tomo su tasa para da solo un suave sorbo del elixir tibio.

 

—¿Alguna otra cosa para que se sienta usted como en casa? — y escondió una amplia sonrisa tras su taza de té, aunque las cicatrices que rallaban su rostro revelaban el verdadero gesto del hombre.

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Sanadora Bel Evans McGonagall

"No me pregunte por esa mujer" fue como empezó su diatriba que dejaba en evidencia que la locuaz señora que había aceptado ser nuestra secretaria no era del agrado del niño lindo. Y sin embargo, no pude evitar ante aquellas reacciones y comentarios suyos, solo sonreir y seguir tomando té, a la par que intentaba imaginar a Garry con un nuevo corte de cabello.

 

No podía negar que también para mí esa mujer se había convertido en los pocos días que llevaba de conocerla en alguien casi digno de estudio. Me agradaba su buen humor, y que pareciera estar en una edad donde sentía que había vivido ya todo lo que podía esperarse de la vida. Desde ese punto de vista podía casi ser admirable, pero estaba el tema que precisamente había hecho estremecerse a mi querido compañero momentos atrás: que no perdiera oportunidad de soltar sus insinuaciones sobre la relación que manteníamos ambos. Relación que por otra parte, y nunca, había tenido la intención de aclarar a nadie, porque aun si lo preguntaban, lo único que importaba es que tanto Garry como yo teníamos en claro de que clase era.

 

Volví a dejar la taza de té sobre la mesa, ante un salto de Jawn a mi regazo (al parecer ese sitio le resultaba más cómodo para estar) y mientras lo acariciaba observé con una sonrisa imposible de ocultar como Garry iba y venía entre las butacas, moviendo libros apilados en desorden de un lado hacia otro tratando de hacer "espacio" para que pudiera yo descansar. Tenía que admitir para mí misma que por actitudes como esa era que lo tenía como una de las personas más amables y consideradas que había conocido.

 

Para cuando finalmente sintió que había cumplido masomenos su propósito, se giró de improviso, y caminó hasta donde estaba para sentarse en la butaca frente a mí, animándose al fin a tomar una de las tazas de té, que colocada a la altura de sus labios apenas dejaban adivinar el gesto que se escondía tras el objeto mientras me lanzaba una nueva pregunta.

 

- No es necesario que seas tan considerado, he dormido en cada sitio que te sorprenderías de saberlo. Las noches de guardia en San Mungo y también las pesquisas que se hacían en el Escuadrón- una fugaz expresión de nostalgia atravesó mi rostro al recordar aquellas épocas- así que efectivamente, si ordenamos un poco más este lugar, alguno de los sillones serviría perfecto para que pueda descansar yo, y también tú- arrugué el ceño levemente y tomé un sorbo más de te antes de continuar- no te creas, se perfectamente que no has dormido mucho últimamente. Ya te he dicho que eso no te hace nada bien, y sí, también he notado que en la despensa hay cada día menos poción herbovitalizante.

 

¿Qué tanto derecho podía tener para husmear en los hábitos del hombre? No lo sabía, pero era exactamente igual con todas las personas que me importaban: demasiado preocupada de que estuvieran bien, de que sus vidas no se pusieran en riesgo. La guerra mágica me había arrebatado demasiadas personas, entre los muertos y los desplazados, que no soportaba la idea de más abandonos.

 

- Y sobre lo de sentirme en casa- colocando el codo derecho sobre la mesa ratona me apoyé con gesto pensativo en torno a las últimas palabras de Garry- la realidad es que este sitio me tiene por ahora un tanto fascinada. Me conozco, y se que cuando me apasiona un caso, trastoco a distintos grados mis horarios para dar con una solución, más que todo porque pienso en las personas involucradas y- me corté abruptamente porque allí estaba de nuevo soltando mis pensamientos libremente sin demasiado filtro- lo que trato de decir es que posiblemente, y no se por cuanto tiempo realmente este lugar sea como mi casa, igual y creo que mis niñas Evans podrán arreglárselas sin mí unos días.

 

Tomé lo último que quedaba del té y dejé la taza vacía sobre la mesa, mientras miraba directamente a los ojos a Garry tratando de entender que pasaba por su mente en aquellos momentos y las razones que lo habrían llevado a decir aquello último. Quizá solo lo había soltado de una forma despreocupada, o quizá no. Yo conservaba todavía conmigo los recuerdos de la noche en el Bosque Cuerno de Madera y las palabras que insinuaban que su infancia no había sido nada agradable, rodeado de personas que le habían inculcado una forma un tanto cruel de ver el mundo, desprovisto de toda esperanza.

 

Un modo de ver el mundo que parecía volver a él ciertos días, o con ciertas personas, aunque no pudiera asegurarlo del todo, pues su casi natural indiferencia con las cosas que no le eran interesantes dificultaba enormemente el saberlo. Incluso para mí quedaba claro que si no hubiéramos estado una noche entera sin otra compañía, la posibilidad de llegar a la cercanía que ahora nos teníamos hubiera sido impensable. Nuestros caracteres eran sumamente distintos, pero de alguna forma eso generaba una extraña complementación.

 

O quizá solo fuera que él me soportaba demasiado, no tenía forma de corroborarlo. De pronto recordé ¡que aun no le mostraba los espejos comunicadores!

 

- Por cierto que volviendo sobre mis compras en el Magic..

 

Observé de reojo el bolsillo de la gabardina de la que me había desprendido minutos atrás y dejando con cuidado a Jawn sobre el sillón, me puse de pie para ir hasta donde Garry, y con soltura comencé a dar palmaditas en su hombro derecho, hasta tener seguridad de que me prestaba toda la atención debida.

 

- Adquirí algo pensando en ti, y en que nos serviría para este trabajo ¿te lo muestro?- mi mano permaneció apoyada en su hombro y cierto fulgor travieso se instaló en mi mirada- aunque no se si vaya a gustarte- un puchero involuntario asomó de forma automática- igual si no lo quieres, pues se lo daré a alguien más.

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  • 2 semanas más tarde...

D.C. Garry Ollivander

 

Como si tuviera todo el tiempo del mundo, respiro aquel aroma que provenía de la taza que sostenía justo debajo de su nariz. Era un olor suave y tibio que sentía que llegaba hasta los desgastados huesos y los cubría tratando de aliviar el dolor que alguna vez habían sufrido. Aquello muchas veces era como volver a tantas cosas que había tratado de dejarlo en alguna parte, pero que de vez en cuando regresaba a ellos con voluntad propia, solo para recordar que no siempre era un mal tiempo.

 

Entonces una sombra cruzo el rostro de su compañera ¿era tristeza? Quiza solo molestia o ¿algún malestar? <<¡Ah! Pero ¡¿Cómo poder adivinar tantos gestos?!>> La Evans estaba lleno de ellos y al Ollivander podrían gustarle, de ellos se podía saber mucho más de lo que la gente quería decir o lo que en verdad decían. Aprender a descifrarlos era una tarea bastante complicada para el hombre pero sumamente interesante, por lo tanto no imposible.

 

Garry pensaría siempre que los gestos de Bel Evans eran todos diferentes entre sí, que había un gesto para cada uno de sus recuerdos, sentidos, historias, sentimientos e incluso un gesto para cada una de las personas que ella conocía, aun si fueran cientos. Un instante después se peguntaba si habia una sola exprecion en el rostro de Bel Evans que le perteneciera a él.

En cambio, él no era una persona de tantos gestos, onomatopeyas(?) o expresiones, normalmente no lo era, y aun así su entrecejo se cerró tan solo fue consciente de aquella sombra que apago por un instante de segundo el rostro de la mujer, estaba completamente intrigado, tal vez, en el que había en las palabras mencionadas que le causaran pena a Bel. Lo que fuera aquello, a él, simplemente no le gustaba…no lo quería.

 

El gesto de ella hacia eso nuevamente, cambiaba radicalmente un instante después, antes de poder llegar a una a una teoría o conclusión y él llego a sentirse asustado por un segundo.

 

Giro solo un poco su torso para notar el “desorden” que Bel mencionaba. Enarco las cejas en fingida señal de sorpresa al sentirse descubierto por sus trasnoches, aunque quizá lo fue más por la desaparecida poción herbovitalizante, que claro el no tenía nada que ver con aquello...bueno casi nada. Y es que ¿Cómo evitarlo? no era para él algo fácil dejar de trasnochar, en realidad disfrutaba de realizar sus actividades durante la noche, así era más tranquilo, sin mencionar en las horas desperdiciadas por dormir. Los días y noches durante y después del siclo de luna llena siempre le robaban desesperadamente más de su tiempo y atención. Algo que era extremadamente molesto.

 

—¿Dormir? — acerco nuevamente la taza que había bajado hasta el platillo que aun sostenía en sus manos —Pero si dormir es taaan aburrido— soltó despreocupado y sin mucha atención siguió las palabras de la mujer.

 

Al mago le complacía que fuera Bel quien le acompañara a dar inicio con este proyecto, ella era la persona perfecta haberlo lograrlo, aunque tal vez ni él sabría el por qué lo era (o tal vez si), pero resultaba serlo.Entonces no habría sido nunca una verdadera intención suya alejarla de su familia, no, y sin embargo se sentía casi caprichosamente incapaz de devolvérsela a las Evans, pero había ya prometido tiempo atrás cuidarse muy bien de ellas, por lo tanto, sería bueno que Bel volviera a sus castillo(?) solo si el caso realmente no fuera algo mayor a un 7. Y es que ¿quién mas en el mundo tendría esa bríllate perspectiva que Bel Evans le aportaba para absolutamente casi todo? Nadie. Ya encontraría el modo de mantenerla junto a él, el mayor tiempo posible.

 

Se estiro hasta la mensa de centro lentamente, sobre ella había dejado la taza aun medio vacía con la intención de no terminarla, y regreso para reacomodarse sobre si butaca, recargándose sobre el acolchonado respaldo donde visualmente descansaban sus tensos hombros y cruzado su pierna derecha sobre la izquierda, así podría contemplar toda esa serie de gestos que la mujer hacia mientras seguía con el tema de las compras. Le espero paciente para que le mostrara, aunque quizá alguien debía avisar a su rostro que realmente tenia curiosidad por saber de qué se trataba.

 

—No ínsita en que le ruegue por mostrarme sus compras Bel— la media sonrisa en su rostro titubeo nerviosamente, el “…algo pensando en ti…” no era una frase de todos los días para el mago —Estoy casi convencido de que para ambos podría ser algo incomodo. Además, muchos considerarían algo de mala educación el recibir algo que era para alguien más— se encogía de hombros —Aun si fuera un obsequio.

 

Sentía en su hombro el ligero peso de la mano de Bel sobre él, ¿Con que intención lo llamaba de esa manera? Era obvio que su atención solo le pertenecía a ella…bueno a ella y quizá solo un poco al cuarto de puerta negra al final del pasillo. Entrelazo sus dedos haciendo un gran puño con ambas manos y los brillantes heterocromos se entrecerraron fijos aun en las expresiones de la mujer.

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Sanadora Bel Evans McGonagall

Solo se limitó a tomar su taza y luego dejarla a medio tomar sobre la mesa ratona. Unas cuantas palabras poco antes de que me levantara para apoyar la mano sobre su hombro. Era consciente de que a cualquier otra persona aquel comportamiento podría sacarle de quicio, que podía ser tomado como el más profundo desinterés pero yo sabía, tenía la certeza de que no era así, y al contrario, quizá él andaba demasiado concentrado ¿en qué exactamente? ¿en lo que decía o en el cómo lo decía?

 

- No te insisto nada, solo pregunté- respondí ante sus primeras palabras sin poder evitar que nuevamente un gesto de reproche se formara en mi rostro- ¿incómodo para los dos ? ¡Pero que crees que he comprado!

 

Él dijo algo más pero apenas y se lo oí ¡vaya y si que quería ponerme a prueba en ocasiones! Negué con la cabeza cerrando los ojos, y cuando los volví a abrir me di de lleno con su mirada de concentración totalmente puesta en mí.

 

"Ajá...entonces la realidad es que..."

 

No pude evitar sonreir, allí estaba, en el fondo si que estaba interesado en saber del asunto, aunque quizá ¿su orgullo? impedía que fuera a admitírmelo. Sentía que ya lo conocía lo suficiente para saber que de no estar realmente interesado, bien podría haber cogido a Jawn para examinarle o hacerle algo extraño.

 

Mas fingí no enterarme de nada (esperaba poder ser convincente en el intento) y continué hablando

 

- En verdad el objeto te pertenece desde ya, te lo voy a confiar, y tu decides si le quieres dar uso o no ¿que te parece esa idea?

 

Le sonreí abiertamente sin ocultar mi emoción ante el asunto y me dispuse a coger la gabardina para sacar del bolsillo los espejos comunicadores. Sin embargo el primer paso fue dado con tanto ímpetu que me golpeé la pierna con la mesa ratona. Incómodos segundos de un profundo dolor en la zona golpeada y el temor de que las tazas se voltearan a causa del remezón con el consiguiente hecho de caerse y romperse se entremezclaron, pero afortunadamente todo permaneció en orden (excepto mi pierna que ya podía imaginar con una fastidiosa herida).

 

Me tumbé en el sillón contrariada. Había querido darle emoción al asunto y en cambio solo había terminado cediendo a la torpeza.

 

- Fíjate tu mismo en el bolsillo de la gabardina, son espejos comunicadores. Yo pensé que dado que talvez en algunos casos no podremos estar juntos y cada quien tendrá que investigar por su lado, pues igual con ellos, no perderíamos el contacto...- levanté levemente el rostro para mirarlo directamente- seguiríamos "conectados".

 

El molesto dolor continuaba así que quitándome los zapatos me recosté sobre el mueble y levanté la pierna magullada. Con cuidado, arremangué el pantalón de franela para ver que tan problemático había sido aquel golpe o si directamente tenía una herida (y sentía que era eso último).

 

Definitivamente iba necesitar de alguna de las pociones que había dejado en el piso de abajo...

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  • 3 semanas más tarde...

D.C. Garry M Ollivander

 

Una bastante tenebrosa sonrisa apareció con amplitud en su rostro, ¿Un trato? Quiza el no era el hombre indicado para hacerle entender a la Evans que fuera cual fuera su obsequio estaría encantado con él, así que un último gesto desinteresado mientras encogía los hombros fue la única respuesta que el Ollivander soltó antes de volver a recargas su espalda en su cómoda butaca dejando caer sus brazos pesadamente sobre el descanso y ahora su mirada se había dejado de fijar en Bel y se posaba fija y penetrante sobre el pequeño Jawn, que sin hacer algún movimiento parecía la cosa más fascinante del mundo <<Aunque por supuesto que no podría serlo>>

 

Fueron dos largos segundos en los que su mente parecía flotar sin rumbo alguno entre lo extraño que le era el color del pequeño Jawn con la voz de Bel haciendo ecos de fondo. Sin duda alguna el rooibo de Kilkenny estaba dejando de ser una buena mescla. Solo aquella sonrisa que la Evans le regalaba con genuidad le hacia entender que aun permanecían en el 221B del callejón Baker, y aquello se escuchaba aun mejor de lo que era.

 

Se sobresalto al escuchar el golpe que Bel había recibido <<aah ese modo tan impaciente y arrebatado muchas veces bastante torpe ¿No te recuerda a alguien? No, seguro que no>> se sentía tentado a sonreír tras aquel pensamiento con el que la criatura le recordaba su presencia, pero cavia la posibilidad de que la Evans se sintiera mas incomoda de lo que sus nuevos gestos podían decirle, aun así las coyunturas de sus labios se arquearon en una tenue y fugaz sonrisa, a pesar de aquel malestar que Bel sentía seguía persistente con mostrar su sorpresa.

 

Sin realmente mencionar nada se levanto lentamente y avanzo con largos y suaves pasos hasta donde la Evans se había recostado para ver los daños en su pierna. Seguro guardaría este momento en sus recuerdos para aquellos momentos donde Bel solía regañarlo por “arriesgar su vida innecesariamente”. Con uno de sus pies rempujo la mesa de centro con firmeza, poco interesado en que fin tendrían las tasas sobre este y así haciéndose espacio suficiente para él.

 

Desde su altura le observo hacia abajo sin un texto en su rostro, como si de analizando la situación se tratase, busco dentro del bolsillo de su pantalón…solo el sabría que, y cuando sintió encontrarlo se inclino entonces frente a la Evans, tomo su pierna y sobre la herida paso una de sus manos suavemente, lo menos conveniente era hacerle sentir más dolor, su mano libre volvía al interior de su bolsillo y regresaba con lo que parecía ser un parche color celeste, despego un papel blanco que lo cubría antes de colocarlo sobre la herida, con la misma delicadeza que parecía imposible con aquellas manos tan ásperas y presiono con su índice para asegurarlo.

 

Era quizá solo una simple herramienta muggle que desde sus primeras transformaciones le habían funcionado para aliviar momentáneamente el dolor físico por medio de calor.

 

—Espejos comunicadores…— casi susurro mientras una vuelta más con su índice rodeaba la orilla del parche —Serán muy útiles Bel— sonrió de medio lado, realmente agradecía la iniciativa de la Evans con respecto a su nuevo proyecto —Muy convenientes…— murmuro desapareciendo su sonrisa, la idea de estar desconectado no era agradable, pero tampoco estaba tan seguro de querer arrastrar a Bel a los casos que pudieran causarle algún tipo de daño. Igual no estaba tan convencido de la verdadera disposición de la sanadora.

 

Quedamente volvía la pierna al lugar más cómodo posible, aunque la posición en la que la Evans permanecía y la forma de su butaca no ayudaban en absoluto. Y ahí estaba nuevamente observándole y los bicolor no podían esconderlo siempre, con tenue timidez se disculpaban por el método simple que había utilizado para aliviarle el dolor y pedían orientación al respecto, sabía muy bien cómo tratar sus propias heridas, aunque siempre era mas difícil cuidar de las ajenas.

 

—Aunque sabe…— se puso de pie esperando recibir alguna instrucción por parte de Bel para poder auxiliarle mejor —Hablar muy muy alto también puede funcionar— sonrió divertido a una broma que quizá solo él entendía —¿Puedo traerle algo para ayudar?— tendría que saber primero que Bel se sintiera mejor…ya después correría a su abrigo a probar aquellos fascinantes objetos que Evans había conseguido para ambos…

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Sanadora Bel Evans McGonagall

 

Lo vi ponerse de pie, con el semblante dejando traslucir preocupación (lo quisiera o no). En cuestión de segundos, ya estaba a mi lado, observando la herida, tan concentrado que sin miramientos, le dio un empujón a la mesa ¡que acaso no notaba lo importantes que eran las tazas encima! Quise regañarlo en ese instante por su impulso, pero la herida cada vez fastidiaba un poco más. Era tan contradictorio que me había provocado ese daño intentando ser cuidadosa con las tazas en la mesa, y Garry pasaba de ello totalmente.

 

De hecho ahora era de esos momentos en que nuevamente no podía saber lo que podía estar pasando por su mente y especialmente que estaba sintiendo. Su expresión era de una concentración pura que no dejaba traslucir absolutamente nada. Inquieta y expectante, lo vi rebuscar algo en el bolsillo de su pantalón y cuando pareció encontrarlo, inclinándose hacia mí me tomó la pierna.

 

El contacto me turbó unos momentos, sobretodo por la forma inesperada con que se había dado (aunque bueno, como que ya me iba acostumbrando cada vez más a ello cuando se trataba de él). Y luego, con la misma precaución con que lo veía coger los instrumentos de laboratorio, y la misma delicadeza con que diseccionaba cualquier animal para corroborar alguna loca hipótesis, paso suavemente su mano por mi herida, e inmediatamente después, sacando una bandita la colocó encima, ejerciendo una leve presión.

 

- Gra...gracias- atiné a decir todavía confusa ante el hecho que se tomara semejante molestia, y sonriendo ante el hecho de que no usaba una bandita desde las épocas en que mi madre me cubría con ellas todos los raspones ocasionados por aprender a manejar bicicleta- no pensé...no era necesario que te tomaras la molestia, quiero decir...soy sanadora ¿sabes?

 

Pero él seguía concentrado en la bandita y la herida, y por fin parecía de nuevo capaz de gesticular palabras, así que le escuché con toda la atención posible.

 

¡Oh los espejos! Cierto que habían sido el comienzo de todo, y con el incidente los había olvidado por completo. Me alegraba el hecho de que le parecieran útiles y convenientes. No dijo nada más, y se limitó entonces a devolver mi pierna a su posición original y lanzarme una larga mirada, de esas que no podía ocultar que me despertaban los mas intensos sentimientos de afecto y ternura, que incapaces de contener se tradujeron en una suave caricia a su mejilla plagada de cicatrices.

 

"Ingenuo muchacho"

 

- Es evidente que los espejos los usaremos cuando estemos "muy, muy lejos" el uno del otro- Garry se había vuelto a poner de pie - sí, porque aunque quisiera sabes que no puedo estar aquí todo el tiempo. Tu has estado con tus otras ocupaciones, que ni al caso preguntarte cuales, pero no has vuelto por la oficina de Criaturas ¡y quizá te echen del ministerio por ello! te recuerdo que el jefe está ausente y no podrá protegerte esta vez- negué con la cabeza con preocupación , la oficina estaba tan triste sin él- pero yo tengo todavía compromisos que cumplir allí. Igual, evidentemente...si estamos aquí, podemos hablar en voz alta, realmente ¡ya probaste que puede funcionar, lo hiciste un momento atrás cuando ingresé!

 

Bonita manera de recordarme que había estado un buen rato como tonta en el primer piso dejando todos los objetos comprados en el Magic Mall sin que él diera muestras de su presencia en el local. Noté sin embargo que él parecía deseoso de saber si no necesitaba algo más para curarme. La realidad era que sí ¡pero era solo una herida! no había porqué hacer tanto problema de ella.

 

- ¿Todavía preocupado por esto? ¡Estoy perfecta ya! - me puse de pie de un salto para mostrárselo, y aunque sentí un evidente dolor disimulé lo mejor que pude el hecho- tu sabes, no todos los días te curan con tanto cariño, eso hace la diferencia- le guiñé el ojo de forma cómplice para luego adoptar una expresión más seria- lo has hecho en el pasado también, preocuparte por mí ¿pero sabes que puedo cuidarme verdad? - reí cuando un pensamiento cruzó mi mente- si, a veces de lo que más debo cuidarme es de mí misma mas- volví a dirigir la mirada hacia él, intensamente- sabes que trato de vivir la vida lo más intensamente que se pueda, y ayudando a los demás cuanto me sea posible. Es evidente que una vida así conlleva incesantes riesgos.

 

Dicho eso, me dispuse buscar en el bolsillo de la gabardina uno de los espejos, y sacándolo, lo coloqué en la palma de su mano- aquí está el espejo, si realmente quieres ayudarme, te diré que ahora no hay otra cosa que desee más que ponernos en marcha con el negocio. Digo ¿cuanto tiempo piensas mantener ese letrero de "En Reparaciones" allí afuera? Estoy segura que docenas de clientes nos aguardan, y confío en que al menos en un par de ellos encuentres atractivos sus casos.

Editado por Bel Evans McGonagall

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