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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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uno o dos minutos transcurrieron antes que los pasos de su amigo llegaran hasta la puerta que abría por fin para ella y la dejó pasar a la oscura recepción y aunque Bodrik había jurado que le escuchaba hablar con alguien, no encontró nadie allí, en ese momento – Buenos días Garry- le miró con benevolencia -No te preocupes entiendo perfectamente que tienes una emergencia y yo estaba ya en mi oficina cuando llegó tu carta – respondió intentando tranquilizar al mago que parecía un poco apenado- desde que el llamado no sé del ministerio lo hago con más gusto- confesó.

 

La adolescente siguió los pasos de su amigo hacia la cocineta mientras este continuaba la conversación mencionando el piso de arriba - ¿ocurre algo grave? – pregunta, aunque sabe que de no ser así no habría llamaron tanta urgencia, pero siente un no sé qué con todo el asunto debido a lo difícil que ha resultado que Ollivander termine de contarle.

 

 

las siguientes palabras del propietario del establecimiento tomaron por sorpresa a la muchacha que no esperaba una petición dese estilo y si no fuera por la confianza que tenía con ese mago, seguramente hubiese preferido buscarse una excusa para irse corriendo de ahí y evitarse tal vez un mal momento, sin embargo, permaneció allí mirándolo y analizando la cuestión antes de poder responder.

 

-Muy bien, prometo ser más tu amiga que una directora del hospital – respondió intentando entender porque le hacía prometer algo así, sin ponerla al tanto del asunto, pero se respondió ella misma – Algo muy grave esta sucediendo- susurró a nadie en particular.

 

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  • 8 meses más tarde...

Se balanceó sobre sus pies hasta alcanzar el último peldaño de tres que lo acercan más a la entrada de Baker, la calle esta solitaria a estas horas de la noche y a juzgar por la apariencias, él sospecha que no solo es por la hora; los locales vecinos se muestran tan o mayormente deteriorados como lo es el 221B, no parece sorprendido en cambio, de que su local sea el único abandonado desde hace meces, tampoco se muestra interesado en los motivos de por qué no hay movimiento en el callejón. Miss H se lo había advertido después de todo, hace un par de años atrás, cuando recién inauguraron el consultorio, y es que para entonces el callejón Baker ocupaba una posición bastante comprometedora, entre negocios de turbios y poco concurridos, era solo cuestión de tiempo que fracasara.

 

Entre aquella oscuridad nocturna él solo es un enorme bulto tosco parado en el arco de la entrada, alguien que parece forzar la cerradura para poder entrar y saquear, al menos lo es hasta que descuelga del cinturón oculto bajo la túnica la larga cadena con una gran cantidad de llaves en ella. La entrada cede ante el brujo, y el sonido de una vieja bisagra rechinando casi se puede escuchar hasta el otro extremo de la avenida, hoy era noche tranquila, quizá demasiado de ello.

 

Detrás de él se aseguró de cerrar la puerta sin hacer más ruido. Apenas observa el abandonado vestíbulo mientras busca detrás del escritorio de la vieja squib el botón que enciende un pequeño foco amarillento en una de las ventanas donde se mantiene aún el anuncio:

 

Detective mágico Consultor

Abierto.

 

En el apagado vestíbulo incluso la luz tan tenue se filtra por entre la gruesa capa de polvo sobre las cortinas. Él permanece un poco más de tiempo parado ahí en medio de aquel sitio, quieto en silencio mientras en su menta las siluetas de todos los clientes que se habían pasado por ahí se merodean nerviosos por el vestíbulo atendido por una cálida mujer cotilla. Hay una silueta en especial que captura la atención del brujo entre tantas, es la única que esta quieta, sentada tranquilamente en el último espacio de un sillón de tres piezas, junto a esa mujer que había llegado alguna vez con el caso del hombre que se comida a sus gatos. Es esa la única que parece tan real como él ahí en Baker.

 

Un sonido en la pequeña cocineta lo despierta de esa alucinación, los trastes de Miss H se habían quedado ahí por alguna razón, la squib no habría querido llevárselos nuca, quizá esperanzada de que algún día volvieran a ocuparse, aunque no fuera por ella, ¿Qué habría sido de esa terca mujer?

 

Los escalones bajo sus pesadas pisadas rechinaron alarmantemente, pero no se preocupó, siempre lo habían hecho así. La oscuridad lo envuelve a cada escalón que sube por la larga escalera, nunca le pareció tan molesto lo estrecho que era ese espacio y lo complicado que era subir sin sufrir algún daño, tan solo ha llegado al primer descanso y su túnica se ha atorado al menos cuatro veces entre astillas y clavos salidos.

 

El consultorio es, por otra parte, muy distinto a todo lo que pensó que encontraría. La chimenea esta encendida, no hay nada de polvo en la habitación, hay un olor a hiervas de una infusión en el taburete junto a la mesa de periódicos, también puede escuchar a Jawn corriendo por ahí, sus molestas matitas corriendo de un lado a otro rayando el piso de madera. En el laboratorio químico debe haber alguna olla hirviendo por el sonido chillón que se escucha desde la entrada, además de que el vapor de lo que sea que se hierbe ahora ha empañado los cristales de las puertas plegables que lo separan del consultorio. Solo hay una luz de una vela (además de la chimenea) que alumbra el pequeño salón del consultorio.

 

Ahí, en ese rincón, frente al estante de libros y mapas, se encuentra una silueta más, alguien que no estaba abajo, que no era o fue alguna vez un cliente, pero que reconocía mucho mejor que cualquier otra.

 

―No pensé que estuvieras aquí-, se escucha tranquilo, aunque quizá solo ella puede notar la duda nerviosa en su cansada voz. “No creí que volverías alguna vez”, se corrige mentalmente, pero ella moviéndose por la habitación como si nada lo hace pensar en otra cosa. ―No quise interrumpirte, por favor, continua-, la miera de ella sin embargo es distinta, no se siente igual que antes, no es la misma, por lo que se imagina que ella en realidad no está ahí. ―Yo solo vine a…-, el sosiego era evidente y sin terminar su expresión el brujo se encaminó hasta la que solía ser su butaca y se mantuvo frente a ella, por un largo minuto, solo observándola.

¿Por qué ha regresado a Baker?

 

Estaba cansado.

 

Sus pies giraron entonces en otra dirección y finalmente, tomo el asiento que habitualmente ocupaban los clientes.

 

Cerró sus ojos y suspiró, al abrirlos de nuevo su alrededor se transformó en realidad, el polvo se siente en las narices, sobre la chimenea ha crecido algún extraño hongo de aspecto desagradable, las ventanas estas cubiertas de polvo y telarañas, al igual que el laboratorio, los periódicos viejos y los libros y mapas. La luz es extinta en esa habitación, las cortinas no dejan entrar nada de luz lagañosa de los faroles en la solitaria calle. No era nada que los sorprendiera, Baker se había convertido en un reflejo de lo que él mismo había hecho.

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  • 4 semanas más tarde...

Benjamin Whisper

Benjamin está fascinado, no tanto por el lugar, que tiene una fachada un tanto ordinaria a su juicio, sino porque cuando ya casi se había rendido a la idea de que su vigilia había sido inútil, por fin lo ve aparecer, y su apariencia es claramente más sorprendente que lo que todos los comentarios le han dejado oír.

 

Casi quiere reírse por cómo ha podido, durante todas esas horas, pensar que ese hombre podía implicarle alguna clase de peligro.

 

Esa mañana, había empezado como otras, con la estricta rutina que se obligaba a seguir: 45 minutos de caminata alrededor del jardín privado de su enorme residencia (el tiempo a solas suficiente para planificar las actividades del resto del día) un duchazo de agua tibia en la tina, y un traje pulcro para poder continuar las averiguaciones que había iniciado en sus últimas semanas en Estados Unidos, que lo ayudasen a no dar un solo paso en falso en su reinserción a la vida laboral y sobretodo política del mundo mágico inglés.

 

Era vital, en ese plan, conocer quienes eran el entorno cercano del nuevo ministro de magia, cargo que había asumido un Black Lestrange del que no esperaba gran cosa, la enésima prueba del peso (para mal) de los sangre limpia en las esferas de poder inglés y que lo único que tenía de rescatable era su posición abiertamente favorable a los ideales de Grindelwald. Ayudado por esas redes que tan silenciosamente construía a su alrededor, no había demorado mucho en recopilar información de lo más variada e interesante de casi todo el entorno, excepto de un misterioso hombre de la rama Ollivander llamado Grelliam, nacido en Grecia y propietario de una heredad en una zona poco transitada de Ottery.

 

Otra persona, más simple y menos maquinadora, habría optado por visitar la casa, y conocer los pormenores de ella y su propietario a través de eso, pero ese no era el estilo de Ben, especialmente si rodeaban a la persona profundos misterios y faltas de lógica a sus acciones y vivencias, como parecía ser el caso de aquel sujeto.

 

- Puedo recordarlo vagamente, como una cosita insignificante en el departamento de Criaturas, antes de las reformas que reorganizaron las oficinas- comentó a su flamante asistente de relaciones públicas, a quien tenía a su lado, en la penumbra de aquella habitación desde cuya ventaba observaba a la calle- es impresionante que ahora esté en la mismísima oficina del primer ministro ¿y tú crees que ha podido ser por méritos propios? Imposible en este país.

 

¿A juicio de qué favor o para pagar qué deuda, ese hombre había alcanzado tan interesante posición? En los reducidos ambientes de la alta aristocracia inglesa, resultaba intrigante la serie de rumores que se habían formado en torno a su persona: algunos señalaban que razones oportunistas lo habían unido a Bel Evans McGonagall, la rica heredera de la familia Evans McGonagall y quien sospechosamente había partido de Ottery en los inicios de la guerra, divorciándose de él; otros hablaban de las extrañas manías del sujeto, desconociéndose vínculos de amistad cercanas ("un punto débil menos" había pensado Ben al respecto). Un tercer grupo cuestionaba los métodos "poco ortodoxos" para tratar a los alumnos en las clases que dictaba en Hogwarts, y finalmente la teoría más retorcida de todas, hablaba de que había sido maldito, y que dicha maldición se había originado en su hogar, de características abyectas, donde abandonado y solo, experimentaba con partes de plantas, animales y seres humanos por igual, para intentar dar con una cura a su mal.

 

No había forma de saber, por el momento, cuáles rumores eran verdad y cuáles no. Así que lo observa, detenidamente, y evalúa el tiempo que le toma a Grelliam dar entre el manojo de llaves que porta, con la llave que abre la puerta, y como esa insignificante acción sumada al rechinar de los goznes que se escucha el doble de fuerte por la extraña acústica que tiene esa calle, comprende que pese a ser el propietario, él no se ha pasado por allí en un buen tiempo.

 

- ¿Qué cree que está haciendo allá dentro?- cuestiona el asistente, incapaz como el propio Whisper de ver lo que ocurre en la oscura habitación de la segunda planta de la edificación, donde Ollivander no es más que una sombra confusa y errática cuyo contorno apenas puede notarse, a ratos, por los resquicios gastados de la cortina que tapa la ventana- Podría intentar un hechizo para escuchar que está diciendo, o si está conversando con alguien...

 

- Tiene protección uzza encima. No te creas que es un idi***, solo por la apariencia descuidada que trae.

 

No parece un tipo peligroso Ollivander, pero Ben no puede descartar aun que se convierta en un problema después, o una traba a sus aspiraciones en la oficina del primer ministro. La meta más ambiciosa obviamente es convertirlo en su aliado, así que le indica con una señal al asistente que se quedarán solo un poco más.

 

- Dame algo interesante Grelliam Ollivander- susurra apenas, mientras sus pupilas azules observan impacientes la edificación del otro lado de la calle.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Ladridos

 

El perro no había husmeado hacía rato por ese espacio pero era el momento indicado porque así se lo había dicho su cola, o tal vez fue más bien su nariz pero para el caso ¿importaba? El punto es que alzó la pata y se disponía a hacerlo, cuando un sonido fuerte lo distrajo y en lugar de evacuar, saltó sobresaltado y volvió la cabeza a un lado y a otro como un loco, ladrando desaforadamente. Algunos clientes y no pocos dueños de negocios vecinos le lanzaron miradas incómodas y el perro se amilanó en una esquina, desde la cual se abría una calleja anexa que terminaba en un muro. Estaba desolada pero allí nadie lo miraba así que luego de dar otro par de ladridos el perro se internó en ella. No sabía que había estado ladrando frente a un Negocio llamado "Detective Consultor Mágico" ni que esa pared cegada al final de la calleja no era tal cosa en realidad. Los humanos, para poder atravesarla tenían que golpear el ladrillo adecuado y sus decir la contraseña.

 

Los animales sin embargo (y la magia del lugar distinguía uno real de un humano convertido en uno con total facilidad debido a los pensamientos que poblaban sus mentes) podían entrar sin ninguno de esos requisitos. El lugar, se llama "Edén salvaje" y como su nombre lo decía, todos los animales eran recibidos en el Edén.

 

Ladridos cayó y sí que se asustó y sobresaltó muchísimo. También le ladró a la senda y a la luz solar repentina, que caía en grandes cantidades allí abajo. Sin embargo, ese lugar resultó mucho mejor, sus pasos siguieron la senda que se abría de manera natural y llegó a una posada cuya chimenea echaba humo. Una amable señorita lo recibió allí, con un plato de leche un cariño amable en la cabeza.

 

Ladridos, gracias a esas desagradables miradas, consiguió un hogar.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Arrancando las raíces de tierra árida
infundiendo el calor de mis venas en su rostro.
Lo llamo pérdida para hacerlo mío
en una tierra donde nada lleva mi nombre,
donde ni siquiera yo soy mía
donde ni siquiera tú perduras*.
Tierra árida- Victoria Mallorga

 

¿Por qué he regresado a Baker?

 

Un fuego agradable crepita en la chimenea, y estoy en la butaca que desde el comienzo escogí. Los ruiditos que se escuchan desde la cocina me indican que hay alguien más, acompañándome, pero cuando me giro no es a Garry a quien veo, sino a Cath, preparándonos dos tazas de café que luego trae con pasos cortos pero cuidados, intentando que no se derrame una sola gota del contenido, una labor que podría parecer sencilla en cualquier otro lugar menos en el segundo piso del consultorio, donde tienes que esquivar pilas de periódicos apilados y uno que otro objeto punzocortante en el suelo. Es una proeza entonces, que ella consiga que ambas tazas sean dejadas sobre la mesa ratona, indemnes.

 

Es entonces que la veo ir con la vista de un lado a otro. Ve el asiento donde yo sé que él suele sentarse, pero tras pensárselo unos segundos, no ocupa ese lugar, sino el del sillón de varios cuerpos, el mismo que solían usar los clientes que llegaban buscando al Detective Consultor Mágico, con toda clase de historias, buenas, malas y peores.

 

Historias. En ese mismo piso había escuchado docenas de ellas, de la boca de sus protagonistas, y no pocas historias le había tocado leer por correspondencia. Quiso empezar a contar una particularmente interesante, que tenía que ver con su área favorita de la magia que eran las pociones, pero Cath habló primero.

 

― Si tuvieras que comenzar una historia sobre los dos como sería.

― Supongo que contando como nos conocimos ¿no? Yo enseñaba en la Academia de Magia y Hechicería y…
― Pffff…aburrido.
― ¿Cómo la empezarías tú señorita sabelotodo?
― Con el momento en que te cambió la vida pues
― ¿Y eso cuándo es?
― ¿Cuándo fue que realmente empezó a serte alguien importante?
Los ojos brillantes de Cath estaban tan fijos en mí, que no me ayudaban a pensar. Cómo saber cuándo alguien te es importante? Había existido un tiempo en que mi vida sin Garry era imposible de imaginar, puesto que me había envuelto en una peligrosa red que proporcionaba aventuras peligrosas e interesantes a partes iguales, pero en ese tiempo ya me era importante. Entonces, tenía que ser antes ¿podía ser quizá en aquella fiesta repleta de excesos en los Baños Averiados? Dónde me había reconocido, pero yo no a él, y sin embargo…
Dejó de ser invisible.
Pensando en voz alta sobre eso último, Cath asintió efusivamente, para luego acentuar el carácter casual de todos esos primeros encuentros: Nunca habíamos planificado vernos, ni en el Bosque Cuerno de madera, ni en los Baños, en Arcadia, o la fiesta de máscaras. Incluso cuando vine a encontrarlo en el departamento de Criaturas, la razón de mi estancia había sido otra. Pero ¿cuál era el punto de pensar en todas esas cosas nuevamente? Cerré los ojos cansada de aquel ejercicio, negándome a reconocer el rumbo que estaba tomando toda esa reflexión, pero entonces pude oírla, la voz de Garry, arrastrando las sílabas como si le costase pronunciarlas, susurrante en mi oído, diciendo él por mí, la conclusión inevitable.
"Quieres volver a verme"
Temblé, y con el corazón latiéndome con fuerza, volví a abrir los ojos, solo para comprobar que mi amiga no estaba más y en cambio, allí estaba Garry, con la indumentaria de las épocas en que experimentábamos juntos. Enfundado en una gabardina gris, su figura contrastaba con los motivos del papel de pared de fondo, donde podían apreciarse todavía las chamuscadas que había recibido el día que habíamos alojado una cría de vipertooth peruano. Y aunque al instante reconocí, que no podía tratarse más que de un sueño, extendí las manos para tocarlo, y deseé con todas mis fuerzas que no se desvaneciera mientras lo hacía. Un olor a desinfectante (altamente probable que hubiese estado trabajando con una sustancia tóxica) inundó mis fosas nasales, y como antaño, me puse de puntillas para alcanzar sus mejillas, ásperas y cargadas de cicatrices.
Necesitaba responderle, o mejor dicho, responderme a mí misma, así que eso hice, mirando directamente a esos ojos de colores dispares.
― Una sola vez reuní la fuerza suficiente para dejarte ir. Si te veo otra vez, sé que ese aplomo no estará más conmigo, y no me dejará ir.
Además, a esas alturas, Ottery se me antojaba ahora como una nebulosa desconocida en que no entendía de qué manera había podido sobrevivir tanto tiempo, rodeada de hipocresía, cobardía, deseos infames y toda clase de egoísmos mal escudados en ideologías. No es que el mundo muggle fuera mejor, pero al menos era tan extenso y las opciones de vida tan infinitas, que no sentías la carga de tus elecciones de la misma manera.
― ¿Me mostrarás lo que guardas en el bolsillo?
Que agradable se sentía que no se apartase, y permaneciese allí un rato más. Que de alguna manera pudiese aceptar mis sentimientos sin que eso lo hiriese. Pero incluso allí, en ese universo que sabía únicamente mío, la cobarde al final del día resultaba siendo yo. No estaba lista todavía, y lo supe en el momento que abrazándolo, deseé que esos brazos pudiesen arroparme por tiempo infinito, y de la misma forma, que su mano siempre más tibia que la mía, la envolviese y no la soltase nunca. Porque aunque tuviese la representación de él junto a mí, en realidad Garry Ollivander era mucho más que eso en mis recuerdos: Era las cicatrices y los experimentos, las aventuras en callejones oscuros y el olor a desinfectante, era un café cargado en las mañanas, la chimenea crepitante y la música de violín infestada de notas de angustia en las noches cercanas a la luna llena.
Porque había sido mi hogar, mi familia y mi seguridad.
Cuando noté la chimenea apagada, la señal que yo misma había escogido para despertar, salí de la habitación y presurosa descendí por esas escaleras que siempre me habían resultado dificultosas, y crucé el umbral de entrada, cerrando tras de mí con un golpe cerco. Pero permanecí allí, con la espalda apoyada en la puerta, esperando que ese pedazo de manera lo contuviese, o por lo menos evitase que él viera el arrugado trozo de pergamino que cargaba en el bolsillo y que no eran más que unos versos copiados tiempo atrás a mano, leídos en un libro cogido al azar en un cafetería, mientras esperaba por una humeante taza de café.

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  • 2 semanas más tarde...
La pequeña construcción se hacia frente ante el, en su interior sabia que era mala idea pero no tenia pistas, no tenia ni siquiera un camino que seguir, habia agotado ya todos los contactos y lugares seguros pero ninguno sabia o se encontraba el... esa misión especial a la que fue le daba mala espina y es por eso el mago se encontraba en ese sitio


Al momento de entrar en el primer nivel el mago se encuentro con una pequeña sala de estar al parecer era para los clientes pueden esperar a ser atendidos en caso de que haya que esperar a que el detective termine de atender a otro cliente. El pequeño espacio cuenta con una barra de recepción donde se encuentra una anciana que funge como secretaria para el despacho.


--Disculpe, con quien puedo hablar para solicitar los servicios de un detective, me encuentro en una misión de busqueda y rescate?.--


Cosa que sacando su placa que lo habilitaba como detective de los angeles, el mago sencillamente espero una respuesta por parte de la señorita mientras miraba de reojo el juego de los sillones marrones y sobre todo Las ventanas que dan al exterior son de vidrio empañado, lo que permite que la luz penetre al espacio, pero que resulte imposible ver hacia el interior.

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Charlotte LeFonche

 

La muchachita hace un intento por alcanzar lo más alto de la alacena, ahí donde le han dicho que se guardan los mix para preparar infusiones, pero ni de puntillas sobre el banquillo con ruedas y haciendo equilibrio lo puede alcanzar. Que fastidio, piensa mientras se estira un poco más rodando con sus delgados dedos el sobre de polvos té de remolacha.

 

Es entonces que lo escucha, la entrada principal del local abrirse, ¿sería que ese maldito desconsiderado de Grelliam había salido? Más le vale que no, pues ella terminara de preparar la tonta infusión, la servirá en esa espantosa vajilla de señora antigua y la dejara en la mesa del té frente al sofá de Garry, con o sin él. Es muy posible que cuando el consultor vuelva a casa el te este algo frío….y salado, pero ese ya no es problema de ella.

 

La niña se asoma por la puerta de la cocinita para confirmarlo, deja caer de lado su esponjado cabello y con esa grande y despectiva mirada que esconde detrás de unos anteojos tan grandes que le cubren la mitad del rostro le echa un vistazo a la sala de espera del consultorio, claro que, lo que menos espera es encontrar a una persona completamente distinta a Grelliam, mucho menos a alguien interesado en los “obsoletos” servicios del consultor.

 

Salió lentamente de la cocina, escuchando con atención a la persona que se encontraba del otro lado del pequeño y abandonado mostrador. Ella camino con la bandeja de las tazas y la tetera hasta el escritorio de la vieja señora H, y dejándola suavemente en él y se cruzó de brazos, mostrándose firme frente al mago. Enarcó una ceja cuando lo ha terminado de escuchar hablar y por solo una fracción de segundo no dice nada, como si estuviera terminando de procesar o hacer encajar la información que el mago le ha dado.

 

¿Una misión de búsqueda y rescate?-, habló finalmente la muchachita, con media sonrisa traviesa en el rostro y negando ligeramente con la cabeza. ―Creo que has escogido el peor de los lugares, pero si estás aquí seguramente es por que ya has intentado otras cosas...o al menos lo más ortodoxo-, se encogió de hombros. ―Si quieres sígueme, es justo la hora del té-, ella tomó la bandeja de nuevo y comenzó a andar escaleras arriba. ―Anda, ven, pero con cuidado que el detective no cubre gastos de seguro de vida.

 

Después de subir las escaleras torcidas alcanzar la puerta del consultorio no es complicado, el estrecho espacio no deja más que avanzar de una persona, el pasillo vertical tampoco es mucho mas largo, así que casi luego luego de llegar al último peldaño está el pequeño vestíbulo con dos puertas, una al frente y otra en uno de los lados, claramente clausurada. Charlotte se detuvo un momento para observar por encima de su hombro al brujo una vez más antes de finalmente llamar a la puerta.

 

Eh, Garry, hay un cliente esperando, vamos a entrar-, la puerta rechinó al abrirse. Charlotte se giró apenas para dar algunas últimas recomendaciones al mago. ―Pasa, siéntate y será mejor que comiences a contar tu historia, por que te lo advierto él no es muy conversador.

 

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En otro tiempo xD

Con @

El aterrizaje, al reaparecer fue estrepitoso. Posiblemente tuviese que ver con la riesgosa situación que los había empujado a esa huida, pero incuso siendo un accidente, se disculpó de Hannity, por haber terminado apareciendo encima de ella.

 

- Perdone, las apariciones nunca fueron mi medio favorito- la vergüenza tiñe de rosado sus mejillas, pero se las apaña lo mejor que puede para rápidamente apartarse y dejar que la muchachita acomode el cuerpo - espero se encuentre usted bien.

 

Su andar era torpe, y hacía crujir la madera bajo sus pies. Era evidente que en ese lugar hace mucho tiempo no se registraba ninguna clase de visita, pues una gruesa capa de polvo cubría los sillones y la pequeña mesa junto a la cocina. Sin embargo, era al segundo piso que debían ir (o así le había entendido a Ollivander) y de todas formas el tiempo corría en contra y no podían permitirse distraerse con otras cosas.

 

- ¿Dices que arriba hay un laboratorio? ¿Crees que esté en mejor condición que esto?

 

No le agradaba todo ese caminar sigiloso con que subían por las escaleras. Pero tenía la fe puesta en que esa incursión les ayudase a descifrar el mensaje de Bel Evans, y especialmente, que consiguiese desentrañar el misterio de porqué los perseguían de forma tan cruenta.

 

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¡Vaya, que viaje tan más caótico! La aparición nunca había sido su medio de transporte predilecto, de hecho lo evitaba cada que podía, incluso con su temor a las alturas prefería utilizar la escoba. Agradecida de que ninguno de los dos hubiera sufrido un desmiembro de alguna extremidad sonrió divertida y un poco sonrojada, cuando el pelirrojo se levantó ella hizo lo mismo con delicadeza, aveces se cuestiona el hecho de usar vestidos, en aquellas circunstancias no era nada cómodo, así que con un movimiento de varita cambio su atuendo por unos jeans, tennis y blusa con la bolsa en donde guardaba el paquete bien sujeta se dispusieron a entrar a aquél lugar que parece abandonado.

 

-Oh, no se preocupe señor Despard, yo estoy bien.

 

No había entrado en aquel lugar nunca, pero por lo que había platicado algunas veces con el Ollivander sabía a detalle donde se encontraba todo -- dijo en voz baja esperando no tener que encontrarse nuevamente con aquellos que los perseguían, o por lo menos no mientras intentaban descubrir aquél objeto que decía la nota -Supongo que en el laboratorio estará el pensadero que indica la nota de Bel. Omitió su preocupación por no saber dónde era que guardaba aquellos recuerdos que debían encontrar y su nerviosismo por que nunca había utilizado un objeto como ese, había leído sobre ello, pero si se tenía que hacer algo más que vaciar el contenido en la vasija.

 

Subieron las escaleras de forma sigilosa, cuidando de no hacer algún ruido que delatara su presencia, llegaron a la puerta donde suponía que estaba y con un movimiento de varita abrió la cerradura, tenía razón, el pensadero se encontraba en aquellas habitación, buscó entre lo que parecía un pequeño armario y encontró botellitas de cristal cerradas con corcho y su contenido era color plata, así que tomó una sintiéndose un poco culpable de urgar en los pensamientos de su madre, tomó una y quitó el tapón, se la pasó al pelirrojo con mucho cuidado de no derramar su contenido -¿Gusta hacer los honores señor Despard?

 

Sonrió nerviosa, no sabía que era lo que se les revelaría a continuación.

 

@@Rory Despard

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Benjamin Whisper

 

- Creo que podemos dar por concluida la inspección de hoy- cerrando las persianas, exhaló lentamente y se colgó la correa del maletín de cuero al hombro- no hay que perder la calma, que tarde o temprano vamos a encontrar algo.

 

Había pensado en simplemente desaparecer, como acababa de hacer su asistente, pero un impulso, alguna clase de instinto poco usual, lo llevó a no hacerlo, y en su lugar, descender por las escaleras para salir por la puerta lateral de la edificación que daba a un florido jardín.

 

Semioculto por las sombras, la poca iluminación y la vegetación abundante, al llegar a la esquina, le sorprendió notar una pequeña muchedumbre de duendes intercambiando objetos entre sí. Había desde armas, utensilios y adornos de excelente manufactura, hasta otros que simplemente mantenían ocultos en sacos de piel de moke, y solo mostraban a quienes se acercaban a preguntar por ellos.

 

Ben no dijo nada, pero la imagen de aquello lo acompañó en todo el trayecto hacia el palacio. Estaba seguro que aunque no podía encontrar lógica a esas presencias, estas no eran para nada casuales.

 

Rory Despard

 

Era muy vergonzoso admitir a la sin duda instruida Hannitty Ollivander que era la primera vez que estaba frente a un pensadero y una botella de recuerdos. Objetos como esos, hasta donde él sabía, eran sumamente caros y solo familias adineradas podían permitírselo.

 

Era evidente, por el armario repleto de frascos, que para Bel Evans, conservar memorias había sido casi que un hábito frecuente. ¿Cómo Hannity había podido distinguir entre todas ellas, la que les serviría? Envidiando su fe, recibió la botella destapada, y tras una rápida oración en pro de que la tarea les resultase con bien, vació el contenido en el pensadero. Y casi de inmediato, al sentir como la sustancia se arremolinaba y los absorvía, no hizo más que cerrar los ojos.

 

Cuando los vuelve a abrir le sorprende ver esa misma sala, pero en una época distinta, tal vez en el apogeo de su uso. Sentada en la poltrona frente a la chimenea, Bel Evans está comentando en voz alta sobre las noticias del periódico ese día, pero desde el laboratorio, una voz qie arrastra las palabras, con un tono mas bien indiferente pide que salte de una vez a la sección de crónica roja.

 

-Deberías dejar eso, al menos en las horas libres ¿no te parece?.

 

Rory encuentra contradictorio como a pesar de su queja ella ha pasado rápidamente las páginas hacia la sección donde un titular en letras enormes denuncia la aparición de cuerpos tirados en callejones de

Somerleyton Estate.

 

- Ya son casi una veintena de cadáveres y El Profeta le da 10 líneas de espacio, mientras da dos páginas a las malditas vacaciones de Crazy Malfoy ¿de qué carajos me sirve a mí saber si está en Ibiza o en el carnaval de río?

 

Movido por la costumbre, al ver como ella se pone de pie intenta hacerse a un lado, pero reacciona tarde. No obstante, ella lo atraviesa. La sensación no es nada agradable, pero por otro lado el que sean solo espectadores lo hace sentirse aliviado de que puede conversar con Hannity sin ser escuchado.

 

- ¿Ese de alli es Garry Ollivander?- siguiendo a Bel Evans que ha entrado al laboratorio, el pelirojo observa al alto hombre que está sumamente concentrado en el contenido de una probeta- es un tanto intimidante.

 

Sin embargo, viendo a ambos allí, aun cuando el único contacto fisico que han tenido es un leve toque en el brazo por parte de ella, es evidente la confianza que se tienen el uno al otro.

 

-Hannity ¿tienes idea de lo que tenga esa probeta? ¿O lo que van a agregarle?

 

En la mesa hay muchos ingredientes, y no puede asegurarlo, pero varios de ellos resultan los mismos que los del misterioso paquete que les ha sido entregado.

 

Y si era así, y tenían un poco de suerte, podrian ver con sus propios ojos, el secreto que escondían las semillas que tenían ellos en su poder ahora.

 

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