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Pociones


Helike R V PB
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El aula lucía espléndida después de darle un buen repaso con los elfos de la Universidad, que habían colaborado con la limpieza. Ahora tenía otro aspecto diferente. Con la celebración de Halloween esperaba que a los alumnos les gustara. Había tomado la vieja clase del profesor Snape y aún así era más amable que la original. Ésta era de piedra con fuertes muros y bastante humedad en sus inicios pero sin ventanas, había hecho que se colocaran zonas de ventilación, y que fuese movida de su ubicación inicial. Con lo cual la temperatura era más agradable.


Había suspendidos en el techo calabazas y murciélagos. En cada pupitre tenía la decoración de una calavera y encima de ésta una vela con lo cual se podía leer fácilmente los libros. Los calderos lucían impolutos y esperando a ser utilizados y a su alrededor, las típicas bolsitas de ingredientes comunes para elaborar los brebajes mágicos.


La mesa del tutor (en éste caso tutora) había un caldero que de su interior rezumaba vapores de una poción que se estaba cociendo desde el día anterior. Había pensado que sería una buena idea el hacer cosas diferentes a las tradicionales. Aprender diferentes técnicas de decoración de ésta típica fiesta otoñal.


Además a su lado había una estantería con nuevos libros sobre la materia, los viejos habían sido legados a la biblioteca de la Universidad como si fuesen antiguas reliquias de un pasado difícil de olvidar. Cómo así ingredientes guardados en líquidos para preservarlos.


En el encerado (detrás de la mesa) había un pergamino en dónde, automáticamente, se actualizaba los nombres de los alumnos inscritos en esa ocasión… Habían sido avisados previamente mediante una lechuza y la profesora los esperaba a las ocho y media de la mañana.


***


Después de levantarme de la cama del castillo Rambaldi y vestirme cómodamente con: unas botas de piel de dragón, pantalones vaqueros y camisa además de poner mi chaqueta de cuero y de atarme la cola de caballo, tomé los libros para seguir las instrucciones y que “mis chicos” aprendieran nuevas formas de hacer el arte de pociones. Agarré la varita y me desaparecí de mi hogar para llegar puntual al centro docente.


Me aparecí en la Universidad a eso de las siete y media. El cielo aún mostraba poco a poco que los rayos solares iban saliendo y que comenzaba un nuevo día, pero estaba contenta. No sabía porqué pero estaba segura que esa forma de dar clase les gustaría a los pupilos que tendría éste mes. Pero algo había empañado esa ilusión, mi tía Sagitas se había anotado y esperaba que la clase fuese lo más amena posible.


Ya bastante tenía con que yo, siendo accidentosa hubiese desastres a mi alrededor y aunque mi familiar hubiese renunciado a la dirección del departamento, no me fiaba…


Por el contrario, tenía a otras alumnas a las que no conocía personalmente pero esperaba que ahí fuese bastante amable.


Tomé un cigarrillo de la pitillera de plata y lo encendí con mi varita de álamo mientras esperaba sentada en el sillón y repasaba uno de los tomos que había cogido de casa. La puerta estaba abierta para cuando fuese la hora de llegar del resto de las personas.


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Tamborileaba los dedos sobre la mesa de la cocina en la Potter Black, mordiéndome los labios y denegando el zumo de naranja que me ofrecía Harpo, mi elfo personal. En mis ojos brillaba una única idea aquel día: llegar a tiempo a la clase de Pociones para encontrarme con mi sobrina Heliké.

 

¡Huy, no, no iba a ser nada amable con ella! Una sonrisa malévola cruzó mi cara. Había vuelto al pueblo para enterarme que mi hermana Amya se había casado sin esperarme (ni invitarme a la boda, ya no le regalaba nada, hala) y que mi hijo Matt casi había hecho lo mismo con Heliké, sólo que yo había llegado con unas semanas de antelación y por eso no habían podido celebrarla antes de mi regreso.

 

¡Ja! ¿Pensaban que no me iba a enterar de lo que habían planeado?

 

Apuntarme a Pociones fue un impulso que no pude ni quise evitar: ¿Quería guerra mi linda sobrinita? ¡Pues tendría guerra! Ya me había comprado miles de botellines de pociones inimaginables en el Magic Mall y... vamos, que alguien no iba a salir vivo de la clase, y no iba a ser yo, que era nigromante y sabía reanimar muertos.

 

¡Ja! Heliké no sabía con quien se las jugaba. Así que me tomé finalmente el zumo de naranja de Harpo (sólo para que se callara) y me puse de pie, luciendo un sencillo jersei gris perla sobre unos tejanos algo usados pero muy cómodos. Mis bambas violeta con cordones amarillos y mi capa verde, con el monedero de moke en el interior, donde había guardado tooooooodas las pociones compradas.

 

A ver qué salía de todo esto... Aprobar no sé, pero que tal vez accidentaba a la profesora...

 

Con la sonrisa maléfica aún en los labios me desaparecí de la mansión y aparecí en los alrededores de la Universidad. El resto del camino lo hice andando y feliz. La venganza se sirve fría aunque hay que estar muy airada para prepararla, paso por paso... ¿Qué podía perder? Mi hijo me querría siempre, a pesar de que hubiera provocado algún accidente "insospechado" en la clase que le hubiera impedido casarse con el cadáver de su novia.

 

Bien... Allá estaba la clase de Pociones y, por lo que veía, mi sobrina estaba sentada y fumando. Entré de un salto en la clase, con la varita en la mano.

 

-- ¡Diez puntos menos para la Profesora por fumar en el centro docente! Está prohibido y puedo denunciarte si quiero...

 

Me puse a reír y miré a mi alrededor.

 

-- ¡Oh, vamos, estoy del jalogüín hasta las narices! ¿Pero te crees que es la mejor decoración de la clase? Espero que nos enseñes algo más que hacer sopa de calabaza y a hervir murciélagos enanos. Aunque... Siendo tú la profesora... A saber lo que sale de aquí...

 

Y me dirigí a una de las mesas con caldero delante de ella, precisamente la más cercana a ella. Sonreí y le mostré los dientes, tal vez demasiado. Pero no podía dejar que se sintiera intimidada por mi presencia. Aún no.

 

-- ¿Y qué tal, nuera? ¿Todo bien por ahí fuera? Me han dicho que te casas pronto... -- hale, yo ya empezaba con mis indirectas. No podía evitarlo.

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Ocho y media de la mañana. Tenía que ser una broma de mal gusto.

 

Envuelta en su capa de viaje y con poco humor, Malfoy abandonó las instalaciones de su mansión dispuesta a ir rumbo a su clase. Había dormido solo una hora, pues se había pasado toda la noche en vela ideando una serie de planos de un proyecto que le habían encargado, y su escasa tolerancia se hallaba extinta a causa del sueño. Solo unos segundos tardó en que su persona se apareciera en el lugar indicado y, moviéndose con absoluta cautela, se acercó al salón correspondiente cargando su maletín borravino en su diestra.

 

De solo ver la decoración ya le pareció vomitivo; la época de halloween parecía revolucionar a la comunidad mágica de modo tal que de lo único que se hablaba era de la celebración. Y en este caso, la descomunal cantidad de figurillas alusivas le resultó cansino. Casi por un momento prefirió las incoherentes pruebas de su clase anterior que aquel escenario poco serio. Lamentablemente estaba allí para cumplimentar de una vez por todas aquel conocimiento necesario para su profesión y tendría que tragarse un poco sus pensamientos si quería sacarse de encima el asunto.

 

Avanzó, taconeando en el pulcro suelo, y quitó de su cabeza aquella capucha ancha que ocultaba su identidad; el cabello blanco se deslizó por su espalda y unos ojos escarlatas, contenidos en un rostro con pómulos marcados que mostraba cierta apatía, buscaron inmediatamente a la persona que sería su tutora en aquel momento: una tal "Heliké". Sin sorprenderle, logró ubicar a dos mujeres en el interior del recinto y pudo oir parte de la banal conversación que llevaban ambas. No fue demasiado complicado darse cuenta que la castaña era la profesora puesto que su impecable memoria largoplacista logró identificar a la pelivioleta enseguida. ¿Cómo no recordar aquella época en la que era jefa de la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia, dentro del Departamento de Accidentes? Si su cerebro no estaba haciendo cortocircuito, aquella era Sagitas.

 

—Buenos días, ¿Interrumpo la reunión familiar? —Rocío desprendió aquella pregunta con su voz semi-aguda, portando su cara de pocos amigos y caminó hacia uno de los pupitres donde un caldero vacío se colocaba en perfecto orden. Deseó con muchas ganas eliminar toda la chuchería halloweenesca pero se contuvo. Se deshizo de su capa y, alisando aquella morada túnica ceñida alrededor de su delgado cuerpo, dejó sus pertenencias justo debajo del mueble. Sacó sus guantes de piel de dragón y se los colocó en sus huesudas manos. Simplemente se recargó en la mesa y cruzó sus brazos bajo sus senos, abogando por que la clase se desarrollara rápidamente.

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Semper Fidelis http://i.imgur.com/z1Ac7.gif Mortífaga Banshee


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Groter Shulton Granpié

 

Me levanté lo suficientemente temprano como para darme una ducha, afuera tenía unos jeans y una playera negra con las palabras en color blanco "CONTROL" de lado a lado y una liga para el cabello. Al salir de ducharme me vestí con todo lo que había prepardo y bebí un jugo de naranja que como todas las mañanas, ya lo había dejado en mi mesa Kronoterun como todas las mañanas.

 

- Dile a Deblar... - Ese fue el nombre que mi hijo había elegido, no le gustaba su nombre por saber de dónde venía, aunque a mi no me molestaba era su nombre no el mío. - Que estaré afuera unos días, tiene que cuidar el negocio y a tí te encargo a los cachorros. - Le dije al elfo mientras me miraba en el espejo para ver si estaba bien.

 

- Cuidalos a los tres o te mato. - Le sonreí al elfo mientras salía del castillo, solía bromear con el elfo a menudo, así que era algo de esperar mi comentario. Caminé hacia las calles de Ottery mientras respiraba un poco el aire de la mañana, apenas había amanecido hace un par de horas.

 

Después giré en mis talones para aparecer en la universidad, donde decía la lechuza que me habían mandado, la revisé y me puse los audífonos blancos para escuchar algo de música mientras encontraba el aula. Faltaban unos veinte minutos para que comenzara la clase.

 

Al fin lo encontré, adentro se encontraban la tutora y una compañera, ambas desconocidas para mí, me quité los audífonos y me senté en una silla para esperar que comenzara la clase. - Buenos días... - Saludé a ambas mujeres con la cabeza y me puse a mirar los adornos del aula.

 

- Lindos adornos... - Comenté mientras veía las calderas sobre las mesas y lo que suponía que eran ingradientes para hacer algunas pociones, también miré el techo, alguien se había esmerado en los adornos que habían puesto. Cerré los ojos un segundo mientras comenzaba la clase, no solía levantarme temprano y tenía sueño.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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Lyra Katara Selwyn.

Mi vida se había vuelto un poco más agitada, ya que ahora iba y venía de muchos lados. Cuando recibí la lechuza de la profesora, me sorprendí al ver que la clase seria a las 8:30 de la mañana. ¿Tan temprano? Tendría que avisarle a Cissy que la clase de pociones me iba a complicar un poco el horario en el Magic Mall, por lo que le mande una lechuza avisándole del tema.

 

Me presentaría, pero cuando las clases me lo permitieran. Quería tener ese conocimiento y a pesar de la hora en que empezaría la clase, uno tenía que acudir a ella si quería pasar. Algún sacrificio tenía que hacer y debía poner uno buena cara.

 

Tenía puesto tennis, pantalón de mezclilla gris oscuro y una playera de mangas cortas color beige. Llevaba encima una sudadera del mismo color que los pantalones, ya me la quitaría si hacia calor en clase por los calderos. Tenía puesta una capa negra de trabajo y en la mano derecha llevaba mi varita y mi monedero de piel de moke, en el cual llevaba algunas pociones, varios libros sobre el tema que le había comprado a mi prima en su negocio, entre otras cosas.

 

No encontré a Mia en las escaleras, por lo que era mejor adelantarm. Seguramente ya estaba ahi o había llegado antes que yo. Desaparecí de la Black Lestrange en el lugar permitido y aparecí en los terrenos de la universidad.

 

Llegué al salón y vi a algunas personas conocidas, aunque primero admire la decoración. Era buen gesto de la profesora ponernos la ambientación de la clase en ese modo, esperaba que no tuvieramos que triturar arañas o cortarlas, pero para algo eran los guantes de piel de dragón.

 

 

-Buenos días. Gusto en conocerla, profesora, soy lyra Katara Selwyn.- Me presenté.

 

La profesora no me era conocida, solo había investigado que tenía tiempo dando clases de pociones, por lo que imagine que la clase seria interesante. Elegi uno de los escritorios disponibles todavía, mientras miraba lo que estaba en el mismo con atención. Me quite la sudadera guardándola en el momedero de piel de moke, con la capa de trabajo negra era bastante.

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La silueta de una mujer se movía de manera tambaleante por las escaleras de la casona Black Lestrange, celebrar una de las más grandes festividades mágicas no había pasado desapercibido para Mia que pasadas las cinco de la mañana había arribado a su morada, con la grata sorpresa de saber que ese mismo día iniciaban las clases del conocimiento de pociones. Pensando que todo era una mala broma de alguno de sus amigos, se dejó caer en la cama y se quedó dormida, hasta que la voz de su elfina resonó en sus oídos como fuertes martillazos.

 

— ¿Qué demonios? —soltó malhumorada.

 

Intentando entornar su visión, buscó a la elfina lista para reprenderla por atreverse a molestar su letargo.

 

—Ama, su clase de conocimientos inicia hoy.. tiene que ir al ateneo. —informó con voz temblorosa.

 

Con un movimiento de su mano, le indicó a la criatura que se retirará. Al quedarse sola, miró el reloj, eran las ocho en punto, tenía que darse prisa o llegaría tarde. Se levantó de la cama y se metió en la ducha, eliminando de su sistema los rastros de sueño que podrían quedarse por solo dormir un par de horas, eso sin contar que sus sentidos aún estaban convalecientes por la gran cantidad de alcohol que había ingerido durante la noche y madrugada.

 

Vestida con una sencilla túnica verde esmeralda, unas botas y una capa de viaje marrón, desapareció de la mansión y reapareció en los terrenos de la universidad. Eran las pasadas de las ocho veinte, apresurando sus pasos, subió de dos en dos los escalones del ateneo y se internó entre sus pasillos, intentando encontrar el aula asignada. Afortunadamente lo hizo, justo un minuto antes de las ocho y media, al ingresar, notó que todos sus compañeros estaban presentes y era la última en llegar, pero poco le importó, porque aún tenía algunos síntomas de resaca.

 

—Coloridos adornos, pero innecesarios podrían quemarse —observó los lugares disponibles y se sentó en el único vacío, después negó lentamente al ver la calavera cerca de la vela—. Mia Black Lestrange, un gusto. —la ironía se escuchó en sus palabras y una sonrisa hipócrita apareció en sus labios, para después saludar a Lyra con un asentimiento de cabeza.

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-cof cof - empecé a toser porque me había cogido desprevenida en cuánto escuché la voz de mi tía dentro de clase y alcé una ceja. ¿Ya quería bronca antes de empezar? La miré ceñuda.

 

- Es es mi aula y es mi asignatura. Además he mandado colocar zonas de ventilación así que, no te ahogarás por eso - dije, sin poder evitarlo le mostré una sonrisa maliciosa. ¿Quería guerra? Tendría guerra.

 

Lo que me sorprendió es que fuese tan amable. Mi justificación de que no debía de confiar en ella estaba más que claro.

 

Decidí omitir lo último de que me casaba. Parecía que aún no conseguía aceptar de que estaba con su hijo, pero ahí estábamos en un aula y no era ni el lugar ni el momento.

 

- Señorita -aunque de eso no tenía nada- siéntase en su pupitre, haga el favor - le pedí yo, intentando aguantar mi genio. Si pensaba intimidarme enseñándome sus dientes blancos... Iba fina.

 

- Para nada - respondí yo a una de las primeras jóvenes que había entrado al aula. Esperaba que los demás no tardasen en llegar.

 

- Es más, aquí soy la profesora y aunque tengamos nexos familiares eso queda relegado a segundo plano - informé.

 

Poco a poco los alumnos fueron llegando y eso me alegró. Al menos se aparecían.

 

- Un placer Lyra - sonreí a la mujer. La conocía del ministerio cómo a algunos de los que estábamos ahí.

 

Otra más.

 

- Bienvenida Mía. Bueno, cómo es una de mis fiestas favoritas pensé en decorar ésto, básicamente porque sino, estaría todo muy frío y sería bastante aburrido, pero si le molesta - le dije con amabilidad- puede quitarlo - le dije a mi alumna.

 

Terminé de fumarme el cigarrillo en cuánto vi que estábamos todos. Me levanté he hice desaparecer el cigarrillo con la varita. Recogí el pergamino que tenía detrás del encerado y lo guardé en uno de los cajones. Vi una daga plateada y la saqué para ponerla al lado del caldero y sin poder evitarlo dirigí la vista hacia mi tía. Cómo me incordiase... La amenazaría con ella.

 

Saqué el libro de pociones y un atril de madera y lo coloqué ahí. Fui revisando las hojas poco a poco hasta que encontré algunas pociones divertidas para enseñarlas en clase.

 

- Bueno, bienvenidos a la clase de pociones. Algunos me conoceréis - miré hacia Sagitas- otros, no tenéis ni idea de quién soy yo, así que, me presento - asentí con la cabeza- me llamo Heliké Rambaldi Vladimir, jefa accidentosa, matriarca Rambaldi y dueña del Ladurée. Así que, si os pasáis por allí os puedo hacer un descuento en chocolates - y sin poder evitarlo solté una risilla- y hoy, vuestra profesora - sonreí a todos.

 

- El arte de realizar pociones a veces es complicado, en ocasiones es sencillo. Aprenderemos ésta habilidad que os ayudará en vuestra vida diaria además en vuestro trabajo o si optáis por él en el Ministerio o San Mungo. Os instruiré en verificar cuáles son los ingredientes más óptimos para ellas.

 

- Simplemente espero que no seáis alcornoques a los que tengo que enseñar...

 

Miré a todos, parecían que estaban ansiosos por empezar y eso me alegró, bueno si estaban ahí era porque lo necesitaban o porque les gustaba la asignatura... Deseaba que al menos, el día fuese tranquilo, era temprano y lo último que quería era que nos interrumpiesen la clase.

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Solamente conocía el Departamento de Accidentes. No me era familiar el apellidio Rambaldi o el negocio Ladurée. Tal vez seria una buena idea no una visita familiar ir al negocio, pero sería mucho después.

 

No estaba tan mal en pociones, al menos podría defenderme ya que lo que había perdido no era el conocimiento, sino el derecho a poder elaborarlas. Eso era lo que me interesaba, no siempre funcionaba para una poción un elemento de la misma forma, algunas veces para una poción podía resultar mejor una poción con algún ingrediente triturado y en otro funcionaba mejor ese ingrediente cortado en cuadritos .

 

-¿Podremos también aprender a reconocer los elementos que tiene una poción ya elaborada o es muy compicado?- Pregunté. -Por ejemplo, ¿uno podría conocer los ingredientes de la poción herbovilizante que guardan con tanto secreto en el Magic Mall, por medio de algún tipo de análisis?

 

Esa era una de las cosas que me interesaba de la clase. Claro, a mi jefa ni a los de la Logia les gustaría saber que daba ese tipo de ideas en clase y menos aún si lográbamos hacer una copia de la misma. A lo mejor había algún aparato que permitía hacer ese tipo de análisis o podría ser como las recetas: algunos chef con solo pobrar el alimento en cuestión sabían de inmediato que ingredientes tenían. Aunque claro, en una poción era más complicado.

 

Me recargué en la silla, dejando que la profesora nos indicará sobre que poción íbamos a trabajar primero. Me fije en los libros de los estantes.

 

Me preguntaba si era cierto el hecho de que la buena elaboración de una poción dependía del número de veces en que se revolviera en el caldero o si este se hacia siguiendo la dirección de las manecillas del rejol o no. Si, podía ser muy complicadas algunas y se debía prestar mucha atención a esos detalles o el resultado podía ser inesperado.

 

Ya habría tiempo para revisar alguno de esos libros que parecían interesantes, quizás cuando acabara la clase o a lo mejor mientras la tomabámos tendríamos que buscar algo en ellos y podría ver si traían alguna otra poción interesante además de las que nos dejarán hacer.

 

-¿Podremos llevarnos las pociones que hagamos?- Volví a preguntar.

 

En algunas clases no nos dejaban sacar nada de lo que habíamos hecho, esperaba que en esa ocasión si se pudiera.

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Groter Shulton Granpié

Poco a poco fueron llegando todas las personas que tomarían la clase, obviamente no sabía si serían todos ya que no tenía una lista con todos los que tomarían la asignatura, al mirar a mi alrededor pude fijarme que todas eran mujeres y que no conocía a ninguna de ellas.

 

En lo que hablaban de temas poco importantes para la clase me puse a observar los ingredientes en pequeñas bolsitas junto a los calderos, no podía distingir ninguno a simple vista, pero era porque no tenía nada de practica en todo esto, la única poción que sabía preparar era un café para levantarme por las mañanas.

 

Sonreí ante lo que estaba pensando y tomé las bolsitas una a una mientras al parecer la tutora hablaba con alguna familiar o eso había podído escuchar mientras jugaba con los ingredientes, pero pronto cambio de tema y solté las cosas para poner atención en las palabras de la tutora.

 

Si, tenía razón algunos no la conocíamos y parecía tener un agradable sentido del humor, eso era lo que quería aprender de alguien que sabía lo suficiente.- Genial...- Susurre, aprender las mejores formas de hacer una poción y a como hacerla, pero de la mejor manera y con lo que mas ayudará.

 

Escuché las preguntas de una de mis compañeras, ¿Lyra? Así dijo que se llamaba si había escuchado bien, claro aunque apoyaba una de sus preguntas, siempre nos decían que no podíamos llevarnos algo de lo que hacíamos en clases, pero pociones era algo bueno para llevarse.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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Después de toda la cháchara, al fin parecía que todos se acomodaban. Fueron llegando mas personas a las cuales Rocío prestó poca atención; su único objetivo era pasar la clase rápidamente, para poder hacerse cargo del laboratorio que tenía en sus manos. Llevaba mucho tiempo esperando por aquel conocimiento y por cuestiones banales jamás se había decidido por él. Sus prioridades finalmente se agotaron hasta que no tuvo más remedio que inscribirse. Lo único en lo que intentaba tener fe era en que el par de desconocidos que tenía de compañeros se limitara a seguir indicaciones.

 

Escuchó atentamente la presentación y suspiró con cierta nostalgia. El Departamento de Accidentes había formado parte de su neófita vida, hacía ya mucho tiempo. Los motivos de su abandono jamás los había revelado pero de aquel entonces ya no quedaba nada. Era otra mujer, otra era su historia. Su experiencia la habían transformado en un ser reservado pero de muy mal carácter. Tanto así que cuando Heliké había indicado que no era necesario conservar todo aquel cotillón, la rubia eliminó de inmediato lo que se colocaba en su sector.

 

—Yo que usted, cuidaría las palabras que utilizo en mis alumnos —su voz que impulsaba calma se elevó para que su profesora la lograra escuchar. Todo aquello de "alcornoques" y la soberbia no le hacía ninguna gracia—. Si le molesta, tengo entendido que otros profesores estarán encantados de darnos la clase —si a alguna vez a alguien le habían apodado "Quejicus", Malfoy era sin ninguna duda su sucesora.

 

Sin importarle mucho lo que le dijera la mujer, y escuchando lo que una de sus compañeras preguntaba, examinó todas las herramientas que estaban alrededor del caldero. El guante de piel de dragón provocaba que no pudiera sentir la textura de las cosas; no obstante, acercar las pequeñas muestras de ingredientes a la altura de su nariz iba a permitir mas o menos identificar el contenido de cada una. Por un momento reflexionó sobre las palabras de Lyra y analizó el asunto: si lograban hacer una poción extraña, sería agradable llevarse una muestra. Y en el caso de que no estuviera permitido, la banshee se aseguraría de conseguir sacar al menos unas cuantas gotas.

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