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Pociones


Helike R V PB
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Tras el entusiasta recibimiento por parte de su profesora, negó lentamente y simplemente tomó la decisión de hacer, precisamente lo que le acaba de decir, quitar los adornos que entorpecían a su parecer su área de trabajo. Con un movimiento de su varita, los desapareció, y una vez que su pupitre estuvo limpio y un poco más a su modo, esbozó una media sonrisa y continuó escuchando las palabras de la Rambaldi.

 

Les hablo sobre lo que aprenderían en la materia, pero eso era algo que era lógico, por lo que poca atención le prestó, prefería contenerse un segundo y permanecer un poco dispersa hasta que el momento de poner sus manos en acción llegara. Aún tenía la resaca por la celebración de la noche anterior, sin mencionar que lo que más deseaba en esos momentos era estar durmiendo, pero ¿podía? no, porque se les había ocurrido iniciar justo el día después de Halloween.

 

—A mi parecer, más que enseñarnos nos vas a guiar, por decirlo de alguna manera... y sobre lo que somos o no somos, eso es algo que nosotros decidiremos. —sentenció un poco fastidiada.

 

Le estaba pareciendo demasiada larga la introducción y las preguntas que podría haber tenido las había enviado por lechuza antes y habían sido ignoradas... ¿por qué iba a poner atención? reciprocidad era su lema. Esperó un par de segundos más, y al momento de escuchar a sus compañeros se quedó inmersa en sus pensamientos.

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¿Reunión familiar?

 

¡Miércoles! Aquella chica que entraba me había pillado llamando nuera a la profa. Debía evitarlo, no porque me diera pena que pensaran que tenía enchufe sino porque no quería que se supiera que mi hijo se había enamorado de un... de una... de ella... ¡Por los dioses, el Amor es bien raro! (Como si yo pudiera decir algo, que estaba casada con un fantasma)

 

No pude contestar de forma apropiada a la primera alumna que se presentó detrás de mí que ya llegaba un compañero. Saludó también, aunque no estoy segura si su saludo iba dirigido a mí o a la chica que acababa de llegar antes. Ahora no dejaban de entrar alumnos, unos detrás de otros, así que no tuve ocasión de contestar el comentario que mi sobrina, o en este caso la Profa, me había dirigido; si creía que me intimidaba su "señorita" iba a darle una de sus clases más interesantes jamás impartidas. Preferí, por tanto, permanecer en mi mesa, sentadita tal y como me había ordenado la "profa", con cara de niña buena y sonrisa pérfida de quien planea algo malo. Levanté algo la ceja cuando una de las alumnas entró, mencionando algo de que la decoración era bonita pero que podría quemarse.

 

Mi sonrisa se acentúo un poco más.

 

-- Quemarse... -- dije flojito, pensando en la idea que me había surgido en la mente... Siempre habría testigos de que alguien había dicho que había material inflamable en la clase, por si hubiera una investigación ministerial o académico.

 

Moví la cabeza de una lado a otro mientras repetía, también muy bajito, "bla-bla-bla" mientras Heliké se presentaba a la clase y no pude evitar murmurar algo cuando ella casi nos insultó sobre nuestra inteligencia, remedando su tono, también en bajito (aunque sé perfectamente que mi sobrina es vampira y oye un murmullo desde lo más lejano del jardín aunque esté en el interior de la casa):

 

--"Simplemente espero que no seas una alcornoque de profesora... "

 

Carraspeé para disimular mi comentario mientras los alumnos dejaban caer sus preguntas y opiniones. Me apoyé en la silla sacando los pies por debajo de mi mesa. Con un poco de suerte, mi sobrina pasaba y tropezaba con ellos. Miré fijamente a la chica que parecía molesta con el comentario de Heliké y me giré, sonriéndole y levantando un pulgar hacia ella. Me caía bien aquella muchacha. Hum... Me era conocida... ¿De qué la ...? ¡Oh, leñes! ¿No había sido jefa mía en el principio de los tiempos del Ministerio, en Accidentes?

 

Me volví de nuevo hacia la "profa" con una sonrisa en la cara y cara de prestar mucha atención a sus palabras. No es que no me resultara interesante si podría llevarme las pociones que íbamos a hacer; es que yo había traído unas cuantas encima que esperaba que se me "derramasen" de forma accidental cuando Heliké se acercase. Cualquier problema en una clase sería considerado como un fallo de seguridad del profesorado. Iba a ser, de nuevo lo pensé, una clase interesante.

 

Levanté la mano y pregunté lo más amable posible:

 

-- ¿Haremos alguna poción venenosa? ¿Podremos probarla "con alguien"?

 

Sonrisa tipo Sagitas, que tiemble la profa. Sólo soy amable cuando tengo algún plan... que no sea amable...

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La perspectiva de regresar a las aulas era algo que aterraba en lo más profundo a la castaña. Sin embargo, teniendo una hija que también cursaba la academia era algo que intentaba no transmitir en el exterior, más porque era su deber como madre el promover e incentivar a su hija. Mucho de ese miedo radicaba básicamente en que las últimas veces que había pisado esas instalaciones lo había hecho como docente y luego de su partida la idea de seguir estudiando le sonaba atractiva pero hace tanto no lo había hecho que tenía miedo a fracasar.

 

Se había inscrito tarde, pero esperaba que no hubiera problema con su inscripción. Estaba ansiosa. Las pociones era algo que siempre le habían llamado la atención, más que todo por que al ser ella licántropa necesitaba ser ágil en la preparación de las pociones, sean de curación o la misma poción matalobos que era algo que le resultaba fundamental y que por su desconocimiento no preparaba ella misma sino que compraba de la manera más discreta posible.

 

La lechuza avisando del inicio del curso llegó la misma mañana de la clase, por lo que no le dio tiempo de madrugar como le hubiera gustado. Bebiendo un café al apuro se vistió con prisas, colocándose algo cómodo a sabiendas que lo iba a necesitar. Unos jeans negros, una camiseta holgada de color blanco con algún estampado que no tuvo la ocasión de ver y sobre ésta, una chaqueta de cuero. Calzó botas de tacón alto de color negro, y agarrando el bolso con prisas salió hacia los exteriores de la mansión Weasley y desapareció con dirección a la antigua academia. Llegó sin muchas ceremonias, y comprobando en el reloj de pulsera que ya se encontraba un poco tarde, corrió esperando que la memoria no le fallara y le supiera guiar hacia el aula.

 

Al llegar no entró directamente. Se dio el tiempo de arreglarse un poco ya que por las carreras había quedado un poco descolocada. Cuando ya se consideró presentable, tocó la puerta con los nudillos y cuando le abrieron supo dar una disculpa apenada. —Buenos días, mi nombre es Kassandra Weasley y lamento mucho la tardanza. No se repetirá.

 

Notó un ambiente en la clase, como si ya todos se conocieran allí. En lo personal, la castaña solo conocía a Groter al que dedicó una sonrisa amplia a manera de saludo. Podía identificar muchos de los rostros pues los había visto ya en el ministerio o en el banco mágico. Avanzó hasta un pupitre desocupado, comiéndose con los ojos la decoración lúgubre que tenía el aula de clase. Le encantó.

 

Supo que hubo interrumpido algo, pero esperaba que no haya sido mucho. Se acomodó en su asiento dejando el bolso al lado y se dispuso a atender.

Editado por Kassandra S. Weasley B.L.

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Si esperaba una respuesta inmediata, no llegó porque en aquel momento entró una alumna rezagada. La observé con curiosidad. A pesar de las ganas que tenía de meterme con mi sobrina, debía de reconocer que su asignatura era muy solicitada y no marginal, como la mía, en la que a duras penas tenía algún alumno despistado.

 

Pero si Heliké esperaba que fuera discreta por el amplio número de estudiantes en su clase, era un error. Sonreí a la nueva y le saludé con la mano que había levantado para hacer la pregunta a la profa.

 

-- Bienvenida a la clase de Pociones -- ¡cómo si yo fuera quien mandaba en aquel lugar! -- No te preocupes, no llegas tarde. La profesora parece dispuesta a tomárselo con calma y... -- ahora miré a Heliké con sonrisa de Mujer Buena, como sabía poner cuando quería enmascarar mis intenciones... -- aún no ha empezado a darnos materia. Sólo ha hecho publicidad de su negocio, no estoy segura de si eso significa que es una mala comerciante o si quiere envenenarnos con sus chocolates como parte de la clase.

 

Más sonrisa.

 

-- Tranquila, nos ha llamado alcornoques, así que te has perdido el insulto a los alumnos.

 

... Cara de ingenua...

 

-- ¿O interpreté mal tus palabras, querida? Ya sabes que a veces soy algo sorda...

 

En verdad, iba a ser una clase interesante...

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Apenas se hubo sentado en el pupitre, una de las nuevas compañeras se giró en su dirección con un curioso saludo. La castaña la observó confundida, entre divertida y asustada. Podía detectar fácilmente que la bruja no era muy fan de la maestra. Se le hacía extrañamente familiar, podría jurar que ya se habían cruzado antes, a lo mejor en el ministerio (?) no estaba muy segura. Se fijó con cuidado en su actitud segura y notó que poco le importaba el efecto que sus palabras pudieran tener sobre la clase o la maestra misma, como si ya estuviera acostumbrada.

 

Ignoraba si la maestra en realidad se había dedicado a hacer publicidad sobre su negocio, o si en realidad había insultado a los estudiantes como ella le había dicho. Decidió que juzgaría ella misma, por lo que no realizó comentarios al respecto. Sin saber exactamente qué hacer o como contestar, le dedicó una sonrisa tímida. De todo lo dicho lo único que se le había quedado era que aún no había empezado a dar materia, razón por la cual se tranquilizó. Sin tratar de llamar mucho la atención hacia ella, acercó el bolso hacia sí y lo revisó con cuidado en busca de un lapicero pero no tuvo mucho éxito. Entonces, dejó que sus orbes caobas se perdieran en el detalle del aula, encontrando particularmente interesante el caldero que posaba en su escritorio, esperando a ser utilizado.

 

Regresó su atención hacia Helike, lo sabía porque le habían informado mediante su lechuza que ese sería el nombre del docente. No recordaba conocerla físicamente, pero la había escuchado mencionar. La analizó con interés, con definitiva curiosidad de saber cómo iba a manejar la situación con Sagitas. Aguardó entonces, jugueteando con sus delgados dedos.

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Me quedé un segundo en silencio hasta que alguien habló. Me fijé en que era Lyra. Sonreí a la mujer y la verdad es que parecía que estaba interesada en el tema de las pociones. Era agradable encontrar a alguien que le interesase una materia sin la obligación de darla por cuestiones de trabajo.

 

- Bueno, verá Lyra - dije, chasqueando la lengua- complicado no es, porque cuando realizamos pociones ya sabemos de antemano los ingredientes a añadir - acompañé con una sonrisa amable- puedo daros pautas. Pero también es cierto que, en algunos brebajes tienen un color en específico porque hay un fuerte componente que le da ese toque característico.

 

No sabía si la alumna se estaba enterando de algo, la verdad... A veces podía enrollarme mucho y no llevar a ningún sitio.

 

- Bueno la poción herbovilizante no es complicada de hacer. Sólo hay que conocer las sustancias necesarias. En una librería en dónde haya la sección de brebajes siempre la encontrará porque es uno de los líquidos que más se usan en el mundo mágico.

 

- Por supuesto - asentí con la cabeza- no tengo ningún inconveniente de que se lleven las pociones que se hagan aquí - dije, encogiéndome de hombros.

 

- Incluso, si hasta nos da tiempo, puedo enseñaros cómo se fabrica la poción multijugos, por aquí tengo los componentes - esperaba que esa información, animara a los demás presentes para que prestasen más atención a la clase- o incluso la poción veritaserum.

 

Iba a seguir hablando cuando una de las alumnas habló. La miré fijamente y no pude evitar sonreír con burla...

 

- Pues ya sabe a dónde tiene que dirigirse para que otro profesor le de ésta asignatura - contesté de malas maneras- no voy a permitir ni aireos de varita mágica ni vagos encantamientos en ésta clase. Parecen sencillas de hacer, pero un error garrafal en su fabricación puede echar todo el traste el trabajo realizado. Si usted -enfaticé la última palabra dirigiéndome a Rocío- trabaja en San Mungo y no le presta atención a lo que hace, puede darle un veneno a un paciente y éste morir en el acto - sonreí de nuevo, mostrando mis colmillos.

 

- Pueden abrirle un expediente por negligencia, así que usted verá si presta atención o no a lo que voy a decir - mis ojos se formaron en una línea casi fina a causa de la rabia. Había tenido alumnos que casi hubieron explotado la clase por mezclar y revolver el contenido cómo si fuese un baile de balet.

 

Me fijé además en cómo Mía hacía desaparecer sus adornos de encima de la mesa y no hice ningún comentario al respecto. No todos tenían porqué compartir mis gustos sobre el día tan señalado cómo era Halloween.

 

- Desde luego señorita -afirmé con la cabeza mirando en ésta ocasión a Mía- os voy a guiar en éste arte, que parece sencillo pero no lo es.

 

Había escuchado perfectamente los susurros vertidos por mi tía Sagitas. Cuando estaba tan amable mal asunto. Mi instinto me decía que no debía confiarme y así lo había hecho. No sabía porqué, pero me daba la sensación de que preparaba algo y malo, seguro. Intenté tranquilizarme porque sabía que mi genio no tardaría en estallar a la mínima ocasión, estaba en una clase y lo que debía de mostrar eran además de mi conocimiento mi temple ante las circunstancias, pero claro, con la pelivioleta eso era casi imposible. Hacía tiempo que no teníamos broncas de las gordas y me daba la espina de que, aprovecharía la clase para hacer la de las suyas.

 

- Alguna haremos - respondí - y claro que podemos probarla con "alguien" - usé un tono melódico pero mirándola fijamente dando a entender que no me achantaba tan fácilmente. Si es que, cuando nos lo proponíamos podíamos hacer volar una habitación entera a causa de la ira que a veces, provocábamos en una a la otra.

 

Cuando iba a seguir hablando alguien me interrumpió y miré ceñuda a la puerta. ¿Quién sería la persona que llegaba tarde? Extraje el pergamino y unas palabras automáticamente se habían añadido. Se llamaba Kassandra. Chasqueé la lengua y la joven pasó. Tuve que tapar un poco la nariz porque enseguida detecté su licantropía. No era un aroma fuerte pero teniendo como pareja a un hombre lobo no transformado era algo que detectaba rápidamente.

 

- Descuide joven, llega justo a tiempo y todavía no había comenzado con la materia - sonreí a la muchacha para que no pensara otras cosas. Mi tía le había dado la bienvenida. No iba a gruñir por eso... Por supuesto, siguió chinchando. Me dieron ganas de lanzarle la daga de doble filo que tenía encima de la mesa, pero aún no era momento... Suspiré y encendí otro cigarrillo. Necesitaría más que nicotina para tranquilizar los nervios que, poco a poco se estaba transformando en mala leche.

 

Pero cuando terminé de hablar...

 

Sentí pequeños temblores en los pies, para luego, seguidamente fijarme en cómo la mesa temblaba y por el techo, salía hilillos de polvo.

 

- ¡Debajo de la mesa! - grité yo, esperando a que los demás me hiciesen caso. Yo me coloqué debajo de mi pupitre pero pensando que iba a durar más, terminó cómo había empezado.

 

- pero, ¿qué co...? - enmudecí, jamás hubiese pensado que en Londres hubiese temblores de tierra, a no ser... Salí despacio debajo de la mesa para no darme un castañazo. Con calma pero temblándome las manos me dirigí a la puerta y asomé la cabeza al exterior.

 

- Pero, pero, ¿qué ha pasado aquí? - pregunté enfadada. La clase había cambiado completamente de localización. No quise salir más porque lo que veía había sido más que suficiente. Parecía que estábamos en medio de un bosque oscuro. Tal vez, ¿el Bosque Prohibido? Tal cosa parecía, pero no estaba del todo segura. Los árboles eran viejos y tenían algunas ramas partidas. Hasta parecía que había un rasto de sangre plateada, ¿sería de unicornio? No podía asegurarlo al cien por cien.

 

- ¿Quién demonios hizo magia extra? - Inquirí, furiosa- espero que por vuestro bien, me digáis que habéis hecho encantamientos para trasladar la clase. Maldita sea - cerré la puerta de un portazo- espero que por vuestro bien, volvamos de nuevo a la Universidad y todos juntos - gruñí por lo bajo.

 

Y encima, parecía que por los respiraderos llegaba un olor que parecía vela, incienso y hasta olor nauseabundo a cadáver. Pero no me atrevía a salir... Tendríamos que hallar la forma de regresar el aula a su estado original.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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Sus ojos se desviaron por un momento hacia Sagitas, sin mostrar simpatía alguna; la mujer aparentemente aprobaba sus palabras y no sabía que tan bueno podría ser. Las palabras de Heliké sonaron en el recinto con excelente acústica y su lánguido rostro no mostró ni un ápice de simpatía. ¿A caso no había entendido sus palabras? Rocío no estaba desconforme con quien sea que diera la clase, solo anunciaba que si volvía a escuchar un insulto de su parte, sabía muy bien a dónde dirigirse para dejar el reclamo. También escuchó a sus compañeras y sus correspondiente respuestas, por lo que, cuando encontró un hueco, aprovechó a contestarle a su profesora.

—Señora Rambaldi, imagino que esquiva el verdadero sentido de mi comentario con amenazas y advertencias porque no está dentro de sus limitaciones comprender. De todas formas, tenga en claro que se muy bien lo que tengo que hacer en mi trabajo y, justamente, será por ello que no permitiré que me llame "alcornoque". Por lo que veo somos gente adulta en esta clase, lamentaría que alguien tuviera un comportamiento tan infantil como para causar todo aquello que describe —sus palabras se interrumpieron por la llegada de una nueva compañera. Malfoy guardó silencio y desvió la vista en la nueva integrante. Retuvo el nombre sin encontrar coincidencias en su rebuscada memoria, lo que le daba la pauta de que debería investigar secretamente a cada una de las personas que desconocía.

Iba a continuar, cuando un sacudón extraño provocó que cayera parte de la mampostería de piedra. La rubia aferró sus dedos al escritorio, viendo como el pesado caldero lograba balancearse, y arrugó la nariz al sentir de pronto aquel hedor putrefacto; sus ojos siguieron una por una las acciones de Rambaldi y, cuando el suelo dejó de moverse, sacudió su túnica para liberarla de todo polvo. Lo mismo realizó con su plateado cabello, mientras escuchaba a su profesora hablar. Inmensamente interesante le parecía que alguien en aquella sala tuviera el poder mágico tan desarrollado como para lograr transportar la clase a otro lado. Si lograba detectar quien era, estaba segura que encontraría de inmediato algún interés como para obtener algún tipo de beneficio. Tal vez, incluso, podría ganarse su confianza como para que le sea enseñado dichas artes.

Observó atentamente a sus compañeros, intentando adivinar por las expresiones de sus rostros quién había sido.

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Semper Fidelis http://i.imgur.com/z1Ac7.gif Mortífaga Banshee


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Escuché las palabras de la profesora con atención. Me sorprendió que fuera algo de lo más usado, siendo que para mi era una novedad cuando la vi en el Magic Mall. ¿No habia una historia que decían que un príncipe se había puesto de esa poción en los labios para despertar a una princesa que se le había dado filtro de los muertos? Aunque esta igual tenía otro nombre.

 

-Tiene razón, profesora. No se como pude olvidar que ya había leido lo de la poción antes.- Comenté.

 

Tendría que estar más atenta a la clase y si bien no aprenderme todo de memoria, al menos saber donde buscar cada cosa. Me ánimo sin embargo saber que nos podríamos llevar las pociones que hicieramos. Me interesaba la propuesta que hacia, sobre la poción multijugos. Si bien era cierto que ya tenía un par compradas en el Magic Mall, no estaría mal aprender a hacerlas, aunque se necesitaba mucha paciencia para hacerla.

 

Escuché los comentarios de Rocío y otros murmurllos que no sabia de donde venían, pero no les hice caso. No era mi intención entrometerme en las discusiones ajenas, sino hacer lo posible para aprender pociones, aunque todo mundo tenía derecho a protestar si algo no le gustaba y admiraba eso de mi compañera que había protestado.

 

De repente, empezó a temblar, aunque había aprendido a controlar mis temores. No me había dado tiempo a meterme debajo del escritorio pero lo que hizo la profesora era lo que más se recomendaba en esos casos. Siempre me quedaba sin saber que hacer por cuestión de segundos.

 

Segui a la profesora cuando el temblor paso y me sorprendió lo que vi.

 

-¡Profesora, que buena idea!- Exclamé.-Traernos al bosque para aprender a recolectar ingredientes me parece genial, es mejor que ir a comprar los ya preparados.

 

Sali del salón bastante contenta con lo sucedido, sin tomar en cuenta lo que preguntaba la profesora de la magia extra. Me gustaba ese cambio de ambiente y daría oportunidad a hacer una caminata en busca de los ingredientes.

 

-¿Nos asignará una poción para buscar los ingredientes? ¿O podemos buscar de la poción que se nos ocurra?- Pregunté con interés.

 

Me sorprendió ver que cerraba la puerta y me apresuré a entrar al salón de clases, para no quedarme afuera.

 

-¿Magia extra? Pensé que usted nos había traído como parte de la clase.- Comenté. -¿Regresar? ¡No, profesora! Sería lindo tener una clase aquí.

 

Todavía tenía esperanzas que nos dejará explorar en el bosque como parte de la misma y era la primera vez en la clase que me atrevía a protestarle a la profesora. Cerre la puerta y regresé a mi escritorio desilusionada.

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Apenas estaba acomodándose al ambiente que por momentos parecía estar más cargado de lo habitual por la tensión entre la maestra y una de las alumnas.Aunque, notándolo con más calma pudo detectar miradas de molestia en más de una, cosa que le extrañó pero no hizo comentarios al respecto, apegándose al código de diplomacia que formaba parte de su vida diaria.

 

La profesora Rambaldi le dedicó un par de palabras afirmando que aún estaba a tiempo, lo cual ella agradeció con un gesto de cabeza. Parecía amable, motivo por el cual seguía sin comprender la inconformidad de sus compañeras. Escuchó con atención lo que ella tenía por decir, sin embargo su intervención se vio interrumpida por un hecho que estuvo más allá de su control. Con alarma sintió el suelo moverse a sus pies y observó la estructura casi desmoronarse. El sismo fue bastante breve, por lo que no dio tiempo de reaccionar a varios de los estudiantes, incluyéndose. La castaña había permanecido en su asiento, con la postura un tanto crispada por el susto. La profesora sin embargo, había reaccionado con rapidez colocándose con seguridad debajo de su escritorio.

 

Antes de que pudiera reaccionar y preguntar qué rayos había sido lo que había pasado, un olor nauseabundo y putrefacto invadió con lentitud la estancia, entrando a través de sus fosas nasales y generando en ella una mueca de marcado disgusto. —¡Ew! —Exclamó casi sin poder contenerse, dirigiendo una de sus pálidas manos hacia su nariz. Parecía no ser la única en notarlo, ya que el asco se notaba en los diferentes rostros que la rodeaban. La maestra inquirió entre algunas maldiciones quien era el responsable de haber trasladado la clase y fue entonces que notó a través de la puerta el patrón de la sombra de varios árboles.

 

¿Qué?

 

No creía que nadie en la sala hubiera sido responsable, mucho menos que alguien tuviera el poder de realizar tremenda acción sin usar una varita y ponerse en evidencia. Se incorporó con lentitud, sacudiendo de su cabello y ropa los restos de polvo que se habían desprendido del tumbado. Estaba desconcertada al igual que muchos de sus compañeros. Una de las brujas propuso quedarse y tener la clase allí fuera, lo que no le pareció del todo seguro. Si no había sido la maestra, ¿quien entonces los había llevado hasta allí?

 

¿En dónde estamos realmente? ¿Seguimos dentro de los terrenos de la Universidad? —Preguntó acercándose a la puerta, pero sin animarse a salir. Después de todo, ¿de dónde salía el olor nauseabundo? La puerta se cerró con rapidez, y la bruja que había salido tuvo que entrar muy a su pesar. Parecía ser que la maestra también dudaba de la seguridad de sus pupilos.

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Ya preparaba una segunda ronda de preguntas ácidas cuando vi que Heliké fruncía el ceño. ¿Tan pronto se rendía? Anoté mentalmente preguntar si se puede probar con familiares y si no sería mejor que se metiera el cigarrillo en las orejas, que nos estaba ahumando como al salmón. Pero entonces, el suelo de la clase tembló de tal manera que me agarré al borde de mi mesa. Me dio tiempo apenas de meterme bajo ella, con el caldero como sombrero protector, cuando todo pasó.

 

-- Menos mal que estaba vacío -- dije, asomando los ojos por debajo del caldero. -- ¿Qué fue eso?

 

Reconozco que estaba algo asustada. Los terremotos y yo no nos llevamos muy bien. Así que volví mi cara furiosa hacia la profa. Sin embargo, ella tambièn parecía descolocada por lo sucedido, algo que me desarmó. Había abierto la puerta y un aroma a madera podrida, a árboles caducos y a hojas secas entró por ella. No duró mucho porque cerró enseguida y se giró hacia nosotros, con su mala leche típica, acusándonos de usar magia extra.

 

-- ¡Hey, a mí que me registren! -- era una expresión. Mejor que no me registrara nadie porque podrían encontrar un montón de pociones ya hechas. -- Yo no he hecho nada.

 

Estaba a la defensiva. Iba a ser yo la que atacara a mi sobrina y ahora algo nos había sorprendido a las dos, dejándome un poco descolocada. El comentario de una alumna me hizo contemplar fijamente a Heliké. ¿En serio había sido tan insensata de traernos al Bosque para recolectar por nosotros mismos los potingues de las pociones? Pero no, la cara de desconcierto de mi sobrina me indicó claramente que no era así y que para ella también había sido una sorpresa.

 

-- Insensata -- murmuré. Mi trabajo cercano al Bosque Prohibido me alertaba de los mil peligros del lugar. -- No me importa quien haya sido. Ya buscarás el culpable más tarde. Pero no podemos salir ahí afuera.

 

El tono de mi voz había cambiado. Ya no era la muchacha con un plan de martirizar a mi sobrina sino la mujer sacerdotisa que olía el peligro en los aromas que habían entrado por la puerta en el tiempo corto que había permanecido abierta.

 

-- No tiene gracia -- musité, con los labios apretados. Y yo de gracia entiendo un rato, que soy una payasa de Circo. -- No estamos en la Universidad. Estamos en... Algún sitio oscuro y ancestral, lleno de...

 

Apreté los labios con fuerza y respiré hondamente. El olor era nauseabundo pero identificable para mis fosas nasales.

 

-- ... de criaturas prohibidas. Espero que alguno de los presentes sepa repeler ataques de animalitos furibundos.

 

Ahora miré a Heliké. ¿Sabría ella sacarnos de ésta o tendríamos que salir a la brava?

 

-- Sobrina... -- Mi voz sonó dura pero no acusadora. Había dejado abandonada, de momento, la idea de meterme con ella. -- Al menos que sepas una poción para trasladarnos espacialmente, creo que tendrás que enseñarnos alguna poción adormidera o algo parecido. Créeme. Vamos a necesitarlas si entran.

 

Me senté de nuevo en la silla y miré hacia la pizarra. Pero tenía los ojos cerrados, intentando "escuchar" con los oídos de sacerdotisa los rumores que arrastraba el viento del bosque.

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