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La Taberna del Loro Tartamudo


Beltis
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Los minutos pasaban y Oliver cada vez sentía que la necesidad de atacar al chico de cabellos rojos era mas pronunciada. No le gustaba nada los celos que aquejaban en su estomago y las dudas que habían empezado a germinar en su mente. ¿Porque era tan malo que Frances tuviera amantes? "Porque es mía" ese sentimiento posesivo le trajo un gusto amargo en la boca. La Triviani estaba años luz de ser suya. Debía borrar aquello, pero la sonrisa invitante del hombre y la postura de aprobación de ella, lo sacaba de sus casillas. Estaba tan sumido en la charla física de ellos, que no había notado que una mujer, a dos mesas de él, le mostraba la pierna desnuda por debajo del mantel.

 

Se levanto quitándose la capucha y sonriendo ampliamente, ya tenia una decisión tomada. No iba a tolerar mas disgustos visuales. Se acerco a la mesa de Frankie con toda la intención de pinchar el globo que le hubiera formado en la mente al pelirrojo. Puso gesto de sorpresa al cruzar su mirada con la bruja. No era actor, pero bien podía interpretar una escena y que saliera bien.

 

-¡Frances! No te había visto. ¿Que haces aquí? -Se inclinó y le planto un pequeño beso en los labios, de forma sútil - ¿Puedo acompañarlos? Mi invitado esta retrasado -Mintió descaradamente acercando una silla para sentarse al lado de la bruja - Disculpe, no me presente -Le estiroó la mano para estrechar la del mago mientras seguía hablando - soy Oliver Gaunt, el esposo de Frances. ¿Usted es...?

 

Oliver era consciente que su bandera estaba plantada en terreno inestable y ventoso. Frankie siempre era la probabilidad que no estaba calculada. Estaba preparado mentalmente para que en ese momento ocurriera lo peor. Hizo señas al mozo para que trajera tres cervezas para compartir.

 

 

@@Frankie Triviani @@Maekar Baelfire Peverell

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Y viaje hacia el sur. Pernocte en Calatrabah, una ciudad pequeña pero atractiva. Ahora esta en ruinas y se llama Calatrava la Vieja. Pense en tomar el camino hacia Cordoba y de alli a Malaga. pero algo salio mal, era invierno y la nieve me impedia llegar a Cordoba asi que me desvie hacia Ubeda, en el reino de Jaen. Creia que podia llegar a Malaga a traves de las montañas pero me perdi y acabe en Cazorla.


En Cazorla corria el rumor de que en algun lugar de las montañas habia un valle de eterna primavera. Un valle deshabitado pero no se sabia donde. Asi que decidi buscarlo, me interne en las montañas y no regrese jamas.


- Y ¿Donde fuiste?


- Descubri el valle. Lo llame Kwanji. Un nombre raro, lo se, pero curioso. Usando mis enormes poderes lo hice inmarcable y despues, lo aisle del mundo mediante un poderoso encantamiento y asi sigue.


- ¿Y su poblacion?


- Sali del valle y fui buscando magos por toda España. Buscaba gente discreta y solitaria, tambien buscaba alquimistas. Poco a poco el valle se fue poblando. Empezaron a nacer niños con nuestras facultades, el valle era un oasis de paz en mitad de un mundo en ebullicion.


- Hermoso.


- Pero yo sabia que mi obra no estaria completa sin un respaldo y decidi crear Los 3 Circulos.


- ¡Fantastico!

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La respuesta de la rubia le hizo dibujar una sonrisa en sus labios, pues se daba cuenta de que habían aspectos de su personalidad que el tiempo no había transformado; la Triviani no le iba a dejar fáciles las cosas a la hora de sacarle información, de modo que tendría que ingeniárselas para hacerse una idea aproximada de su vida por cuanto escuchaba, observaba y dedujera. Un misterio era aquélla chica de despejados ojos azules, siempre lo había sido y siempre lo sería.
El Peverell era lo suficientemente astuto como para no insistir ni acorralar a su vieja amiga con preguntas, de modo que recibió con agrado al mesero cuando llegó con la orden de comida y bebidas; Maekar metió una mano en el bolsillo y deslizó sobre la mesa la cantidad necesaria de galeones para saldar la cuenta y ofrecerle al empleado una buena propina. Levantó la mirada hacia la bruja, atrapando la implicación de su comentario tras la cual asintió sonriente y se dispuso a servir la sidra para ambos.
—Suponer que seguir sin gustarte estos lugares tan concurrazos... digo, concurr... tan llenos de gente —no pudo evitar reírse de si mismo. Necesitaba perfeccionar el idioma natal de los galeses.
La comida no había sido lo que él había esperado. Tenía la costumbre de ordenar "la especialidad del día" cuando iba a un lugar nuevo y no deseaba aventurarse a pedir una cosa y recibir otra por culpa del idioma, pero la comida que les habían traído tenía muy buena pinta aunque hubiera preferido evitar las truchas por lo mucho que le recordaban a su hogar. Sin embargo, y haciendo caso omiso de los pensamientos que la comida le atraía, cogió un tenedor para pinchar un tomatito y llevarlo a su boca.
—¿Y como ser "a la vieja escuela"? —preguntó, pasando muy apenas la comida por evitar soltar una carcajada —. Ioo recordar que tú no tener jamás ningún tipo de dificultad para hacerme hablar. Tú tener dificultad siempre para hacerme callar —corrigió, entre risas. Durante su época del colegio Maekar había disfrutado de la fama, y recordaba ser lo suficientemente engreído para creer que todos deseaban saber de su vida, sus proezas y hablar de su futuro, pero ahora no era exactamente lo que deseaba.
El pelirrojo no se percató del hombre hasta que estaba ya a unos pasos de la mesa. Sus amarillos ojos se levantaron hacia él cuando bajó la capucha que le había estado cubriendo el rostro, y se agrandaron como platos cuando saludó a Sinistra y se inclinaba para besarla. Segundo a segundo, Maekar esperaba la reacción de la bruja dando por muerto al pobre mago, pero al ver que se sentaba y se presentaba como su esposo sin que esta le diera muerte aún, se relajó y sonrió para estrechar la mano del valiente.
—Ioo ser Baelfire, viejo amigo de Sinne —se presentó, usando el nombre que siempre usaba ella. Ambos tenían la vieja costumbre de usar el segundo de sus nombres como símbolo de amistad. —Tú estar casada, eso sí que es sorpresa. Enhorabuena. —agregó, dirigiéndose a ella, muy divertido por lo loco que sonaba aquéllo —Sinistra y io ser antiguos amigos de colegio —declaró al mago, tomando un trago de sidra —, recién llegar a Inglaterra y volver a vernos después de muchos años... perdonar, io no poder creer aún que alguien haya logrado conquistar a esta chica —agregó, sin poder callárselo pese a la mirada asesina que la bruja podría lanzarle —Oliver, ser tu fan.

 

 

@@Oliver Gaunt @@Frankie Triviani

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- Si. Y empezamos a extendernos. Y nuestra leyenda comenzo a expandirse. Pronto las demas sociedades secretas nos vieron con veneracion y con temor, y los diversos Ministerios de Magia con respeto. La mayor parte de sus lideres se formaban en el Valle y luego eran nuestros representantes. Asi conoci a Flammel y su esposa, a Dumbledore y a tantos otros.
- ¿Y Grindewald? ¿Y Voldemort?
- Conoci a ambos pero no me parecieron de fiar. Ellos sabian quien era y quisieron venir al valle pero jamas se les permitio.
- Es una pena que no tengais sede en Inglaterra.
- La tenemos. Hace muchos años.
- ¿Donde...?
- Pues en el callejon Knocturn, el lugar mas seguro de todos. En una calle lateral hay una placita y alli esta nuestra sede. ¿Quien nos molestaria alli?
Y entonces admire la sabiduria de mi marido. Tenia razon, nadie les molestaria alli.


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Baelfire bateó mi amenaza, argumentando que mis viejas prácticas de interrogación jamás habían sido usadas en él, sin embargo, y aunque estaba en lo cierto, había contado con que el pelirrojo recordaría cómo las había aplicado en otros compañeros del colegio estando él presente. No pude evitar reírme de cualquier manera, asintiendo ante los recuerdos que él evocaba a la mesa, ciertamente consciente de hasta el más mínimo detalle de la vida adolescente de aquél mago de amarillos ojos, oriundo de las islas Frisias Neerlandesas.
—Pues no me vengas con que te vas a hacer el misterioso ahora —repliqué, al momento que sus ojos me alertaban de una figura que se acercaba a mi espalda.
Giré la cabeza en torno a Oliver cuando llegó a la mesa, tratando de parecer sorprendida ante la casualidad de nuestro encuentro aunque la expresión asesina de mi mirada fácilmente podría traducirla a "¿como es que me has llamado?". Le dio igual, o quizás no se percató, pues en un segundo ya estaba besándome y tomando asiento a mi lado al tiempo que se presentaba él mismo con Baelfire; podía advertir la sorpresa convertirse en diversión en el rostro de mi viejo amigo, haciéndome imaginar lo inusual que debía resultar la escena para él, tratándose de mi.
Por supuesto, había estado sopesando la idea de que Oliver se acercara a nuestra mesa desde que le vi entrar al establecimiento, y me resultaba muy improbable que el castaño no hubiese advertido mi presencia desde aquél mismo instante, por tanto fue fácil suponer que en un momento u otro lo haría; y por supuesto, que si yo hubiese querido evitar aquél momento, pensando que resultaría incómodo, lo habría hecho fácilmente. De este modo, no me costó seguirle la corriente.
Me removí en mi asiento, cambiando de postura hacia el Gaunt para integrarlo y hacerle ver que estaba cómoda con su presencia pese a que realmente sí lo estaba, solo deseaba asegurarme de que él lo supiera aunque no sabía exactamente por qué. Baelfire se presentó con el castaño de forma animada, y fue agradable hasta que comenzó a burlarse. Entendía bien la ironía del asunto, y me percataba de que aquélla era la primera vez que enfrentaba la situación de estar casada frente a un tercero.
—¿Conquistarme? —bufé, poniendo los ojos en blanco antes de sonreír divertida. Había aceptado jugar a "la casita" con Oliver, y aunque no sabía nada del asunto de ser esposa de alguien, de alguna manera tenía que alimentar esa imagen socialmente —Tuvo que embriagarme para hacerme firmar el papel, y desde entonces no me he podido deshacer de él —solté, mirando al castaño, dedicándole un gesto divertido. Seguramente no se había esperado tal reacción de mi parte, pero no creía que fuera a disgustarle —, eso es precisamente lo que deberías admirar de él, Bae.
Alargué mi mano para tomar mi vaso y darle un sorbo a la refrescante sidra, y dado que las bebidas del Gaunt aún no llegaban, le ofrecí del mismo de forma muy casual. Los esposos compartían cosas así ¿o no?. Me volví hacia el pelirrojo, manteniendo el ánimo de la charla —Seguramente él te va tratar de convencer de otra cosa, pero me debes creer a mi —le advertí, sonriendo levemente.

 

 

 

@@Maekar Baelfire Peverell @@Oliver Gaunt

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Oliver estaba preparado para una lucha de palabras filosas, miradas asesinas y arranques de rabia virulentas, que nunca llegaron. Baelfire lo recibió con sorpresa si, pero de una forma tan agradable que rápidamente lo hizo sentir avergonzado de sus impulsivos actos. Hasta Frances empezó a comportarse de forma pacifica, luego de la primera impresión. Se acomodo en el asiento de formas mas relajada luego de estrechar la mano del joven. Pudo comprobar que habían pedido una comida que tenia una pinta deliciosa. Se unió sonriendo a las bromas a los pocos segundos.

 

-La conquiste con mi habilidad para soportar el sarcasmo -Bromeó mirando de reojo a la bruja con un brillo especial en los ojos. Ella respondía sobre su particular unión - Eso fue hermoso, no puedes decir que no volverías a beber ese malta de origen desconocido. Fue muy efectiva como un desmaius liquido.

 

Los ojos del mago no se perdía ni un pestañeo por parte de Frankie, parecía un hombre enamorado a toda regla, aunque no sabia bien porque lo hacia. Solo tenia en claro que no quería perderse nada de sus movimientos, porque sabia que su estado actual podía cambiar de un momento a otro y desaparecer mucho mas rápido de lo que podría llegar a querer detenerla para hablar. Suponiendo que lo hiciera. Oliver había aprendido a el destino ponía a cada persona en su sitio en el momento donde debía estar. Sabia que por ese periodo de tiempo, podían estar juntos, pero que la amenaza de que fuera poco era una constante que lo perseguía.

 

-Gracias -Respondió a Frankie, tomando el vaso de ella para darle un trago. Sintió la intimidad del gesto y una pequeña esperanza empezó a florecer dentro de él. Aun así, se giró hacia el hombre para mantener una conversación que lo distrajera de sus pensamientos - ¿Puedo llamarte Bael? ¿Que te trae a Londres? ¿Tienes donde quedarte? Puedes venir a nuestro hogar en Ottery, apenas estamos comenzando a construir en un terreno boscoso, pero hay espacio de sobra para que montes tu vivienda -Señalo a Frankie y luego a él mismo -Nosotros estamos en una tienda por ahora. Pero hay lugar para que te unas. Si tenemos suerte capaz se une alguien mas -Agregó pensando en la invitación que le había hecho a Arlet. Se giro para decírselo a la bruja - Invite a una amiga acompañarnos, su nombre es Arlet Malfoy.

 

 

@@Frankie Triviani @@Maekar Baelfire Peverell

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Monica se quedo silenciosa despues de oir la historia de su marido, estaba claro que esa no era la historia que le habian contado en el pasado, era mucho mas prolija en detalles, no hay nada como una historia de primera mano, debio de pensar. Seguia asimilando los hechos pero, al final, no se pudo contener, tenia que preguntarle mas cosas.

 

- ¿Como es que Harry no sabia estos hechos?

 

- Oh, es muy sencillo, el oyo la historia de labios de Theo Nott, pero Theo se callo algunos detalles a sugerencia mia. Cuando Theo se la conto Harry no era, aun, miembro de Los 3 circulos. Era necesario cierta discreccion.

 

- ¿No te fiabas de Harry? Creia que erais amigos.

 

- Me fiaba, si, pero era necesario un cierto protocolo.

 

- Me da que nunca cuentas todos los detalles.

 

- Acertaste, querida.

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Maekar soltó una carcajada cuando la bruja soltó su versión de la historia y el mago a su lado no la contradijo; el pelirrojo no sabía si ambos estaban de broma o lo decían en serio, pero le pareció una historia muy graciosa, sobre todo tratándose de su amiga, y no pudo evitar mostrarse de lo más divertido conforme los escuchaba hablar, los veía juguetear y hasta compartir la bebida. No había nada que le hiciera poner en duda aquélla joven unión, y se encontró feliz por la Triviani.
Sin preguntar si el Gaunt tenía hambre, hizo señas al camarero para que también le trajeran un plato de comida. No quería parecer grosero ni mal educado, pese a que no había tenido contemplado tener más compañía aquélla tarde mas que la de Sinistra, pero él estaba acostumbrado a estar rodeado siempre de personas, a encontrar amigos y conocidos por la calle cada vez que se le ocurría salir. La planes espontáneos era parte de su día a día, de tal modo que la inclusión del mago en la mesa no le importaba, e incluso le pareció muy agradable.
—Si, poder llamarme como gustar —respondió al mago, llevándose un pedazo de pescado a la boca y masticando pacientemente hasta que pudo pasar la comida —. La verdad venir a Inglaterra en busca de nuevas perspectivas, y tener intención de hacer audición para algún equipo de quidditch local —sus amarillos ojos intercalaban de un rostro a otro mientras hablaba, enfocándose en el de Oliver en ese momento. —ioo jugar profesionalmente quidditch en mi país natal, y haber podido ganar los mundiales el año anterior de no ser por accidente en juego.
Había sido una gran pérdida para él, y en ese momento su rostro delató la frustración que aún sentía por aquél acontecimiento que ya tenía poco más de un año. Todo el mundo mágico sabía de los peligros que el deporte implicaba, pero la pérdida de dos jugadores en un mismo partido tras una jugada que todos apreciaron poco limpia había llevado al pelirrojo bajo el escrutinio de los líderes del deporte, y en poco tiempo, en la rescisión de su contrato.
Maekar había tenido sus dudas al elegir el país galés para ubicar su nueva residencia, pero no fue hasta ese momento, en compañía de su vieja amiga y su simpático esposo que el Frisio sintió un verdadera oportunidad de respirar aire nuevo y lograr un buen cambio en su fortuna; más aún, cuando el mago le ofreció un lugar para quedarse sintió que era posible que todo estuviese tomando su lugar de nuevo. Miró a su amiga en busca de aprobación, una cosa era que Oliver le hiciera la invitación, pero no deseaba importunarla a ella.
—Pues yo estaría encantado con la oferta, si a Sinistra no importarle —exclamó, sonriente —, por ahora io estar instalado en Hogwarts hasta que cursos terminar, y planear buscar residencia en estos días para después, pero si ustedes decir que no hay problema con mucho gusto aceptar y ayudar en lo que ustedes quieran.

 

 

 

@@Oliver Gaunt @@Frankie Triviani

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- Asi que estuviste en Broceliande...

 

- Si.

 

- Una pena que no llegaras a conocer a Merlin.

 

- ¿Tu crees?

 

- Si. Merlin es nuestro idolo, todos hubieramos dado lo que sea por haberlo conocido.

 

- Si, Merlin es alguien especial, todos nosotros no le llegamos ni a la suela de sus sandalias. Es un mago increible.

 

- ¿Como que es? Diras que era...

 

- Es, querida.

 

- Pero...¿eso significa...?

 

- Que Merlin es inmortal. Si.

 

- ¿Y quien mas lo sabe?

 

- Oh, mucha gente. Lo que pasa es que es un hombre muy discreto, pasa muy inadvertido. Tu ya lo conoces.

 

- ¿Que yo lo conozco? ¡Imposible!

 

- Estuvo en nuestra boda, era el oficiante.

 

Monica se quedo con la boca abierta. Ni en el mas loco de sus sueños se hubiese imaginado algo semejante. Esto tendria que contarselo a Yanira.

Editado por justo

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Contra todo pronóstico, lo que pensé sería un rápido encuentro de viejos amigos pronto se estaba volcando hacia una velada más amena y una charla muy fluida. Oliver y Baelfire parecieron conectar de inmediato, tanto que de un momento para otro estaba escuchando al castaño ofrecerle sitio al pelirrojo en los terrenos Strange. Me le quedé mirando, asombrada por tal exceso de confianza, pero no mostré estar en contra de la idea de tener al Peverell cerca, como tampoco por la mencionada desconocida.


—Nos hará bien la compañía —musité con una sonrisa, dirigiéndome hacia Baelfire —. El lugar sería muy adecuado para ti, cuenta con extensos terrenos en los que podrías entrenar para el quidditch. —señalé, animándolo a aceptar la oferta.


Me había parecido que detrás de las palabras del pelirrojo había muchas más cosas que contar. Había mencionado un accidente dentro de un partido, y aposté por lo obvio: una lesión que le había impedido terminar la temporada, sin embargo, y teniendo en cuenta de que estaba listo para buscar equipo con lo cual obviaba una exitosa recuperación, ¿porqué no jugar con los equipos neerlandeses? Me pareció extraño.


—Te percatarás pronto de lo talentoso que es Bael sobre la escoba —le conté al castaño, quitando de su mano mi copa para beber lo que quedaba de sidra e inclinándome sobre la mesa para volverla a llenar —, recuerdo que en el colegio no se le escapaba ninguna quaffle. Aunque a veces perdía por culpa de su buscadora... ¿cómo era que se llamaba? No sé ni porqué estaba en el equipo.


En ese momento el camarero volvía a acercarse con el plato de comida para Oliver y las cervezas que él mismo había ordenado. Con alimento en los platos de todos, me sentí más cómoda para volver a pinchar un pedazo de trucha y llevármelo a la boca: pude sentir el sabor de la mantequilla derretida, junto a las especias, impregnadas en la suave carne del pescado.




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