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La Taberna del Loro Tartamudo


Beltis
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Mordí mi labio por un instante cuando ella me preguntaba por Corvus, pero luego ya me decía quien era él, creo que al final con lo que me había contado Kim había quedado mas enredado, ella me había dado a entender que el había sido pareja de Scarlet, respiré profundo por unos instantes.


Miré el anillo de Darla cuando me confirmaba que si le habían propuesto antes, bajé la cabeza un poco y tallé mi frente que dolía, -¿Alérgica?, ¿Que te hizo cambiar?- apoyé mi mano en la jarra de cerveza de nuevo pero sin acercarlo a mi.


-Vi unos papeles en el escritorio, creo que mi error fue no leerlos en realidad, solo me quede con algunas frases- bajé la cabeza un poco avergonzado, -¿Por que nunca me contaste de eso?- suspire un poco, ella sabía todo de mi, lo mal que había salido mi primer matrimonio, creo que por eso mismo tenía miedo de arruinarlo de nuevo.

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Por algún motivo Seba no parecía satisfecho con la respuesta que había obtenido de Corvus, en su interior Scarlet estaba preocupada por su hijo, el mago se había alejado del mundo mágico diciendo que a pesar de los errores de su padre Aidan él volvería a poner en alto el apellido Vladescus entre los vampiros. No podía culparlo, el haber descubierto las mentiras familiares lo habían hecho sentido obligado a intentarlo. Darla suspiró ante la siguiente pregunta sobre su alergia al matrimonio.

 

--Alergia, fobia, escapaba, no me interesaba, ¿en serio no sabes por qué cambié de idea? ¿Acaso no te he demostrado cuánto te amo y que sin tí no podría vivir? --aquello le sabía tan mal que por un momento sintió que le faltaba el aire, apoyó su mano sobre la mesa y extendió los dedos de su mano izquierda apoyada al otro lado del vaso como si intentara mantener el equilibrio. ¿Cómo podía dudar que el amor por él había hecho que todo cambiara en su vida? La sorpresa en realidad la tenía confundida.

 

--¿Papeles? --no recordaba qué había dejado en el último tiempo allí,sabía tenía los papeles de la Rosa Negra, pero le daba verdadera pereza leerlos --¿Quieres que los leamos juntos?

 

Se encogió de hombros con un cierto dejo de sorpresa, negando luego.

 

--Porque la persona que me lo pidió no fue importante, ni estábamos comprometidos, ni fue un verdadero noviazgo, para mí forma parte de un pasado que no me interesa recordar y que no tenía valor, antes de tí nada lo tenía --suspiró, de verdad, para ello no había pesado la persona en el pasado como para que le contara sobre ella al hombre que era todo para ella, no porque no mereciera saber todo, sino porque el otro ni importaba para Darla.

 

@@Seba Granger

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Baje aun mas la cabeza con las palabras de Darla, de si no me daba cuenta lo que me amaba, por que ella había cambiado, a veces también quería que me dijeran las cosas, pero parece que eso cansaba, solo no quería enterarme de las cosas por otros o por mera casualidad.


Respire profundo sin decir absolutamente nada mientras ella me seguía respondiendo, creo que casi me estaba sintiendo regañado pero no sabia lo que había sentido al ver eso, al saber cosas no por ella, -No gracias, no los quiero leer- lamí el hilo de sangre que salia de mi labio cuando tiraba de un cuerito de el.


-Me disculpo por las preguntas, y siento que hayas tenido que llegar hasta aquí, solo que me cayo todo como un balde de agua fría, y la verdad no sabia si preguntar- me levante de la silla.


-¿Quieres caminar un poco?, necesito aire, siento que me ahogo- di algunos pasos y espere por si me seguía.

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Se mordió cuando notó que Seba bajaba la mirada, de verdad sentía que nada de lo que hacía era suficiente para que él se sintiera amado, no lo culpaba, quizás el estrés del cambio de trabajo, la diversidad de las cosas, el compartir un trabajo, que a ambos gustaba, quizás les había hecho dejarse llevar por la rutina. Bueno, no tanto a él como a ella, lamentó tanto no poder o no saber brindarle a él cada detalle que le hiciera sentir cuánto lo amaba. Pensó una ridiculez, en su infancia había visto pasacalles en donde felicitaban a quinceañeras, a recién graduados, y en donde las personas se declaraban su amor, quizás podría hacer algo así.

 

El aroma de la sangre la sobresaltó, dulce, metálico, embriagante, y al levantar la vista vio como Seba se limpiaba el labio, se había lastimado, mordió una vez más su labio por dentro. Sus palabras le dolieron más, ella no le había ocultado nada, evito suspirar.

 

--No hay nada que disculpar y solo decía porque no tengo idea -comenzó a explicar que no sabía de qué papeles le hablaba y se quedó callada cuando él le dijo que no quería saber nada para luego ponerse en pie y decir que necesitaba salir de ahí, que necesitaba aire y comenzaba a caminar sin ella.

 

Se mordió y se puso de pie, acelerando el paso para ponerse a su lado y tomar su mano, entrelazando sus dedos con los de él.

 

--¿Caminamos por el Campus o prefieres ir a otro lugar? --preguntó mientras rozaba su pulgar contra los dedos de él, acariciándolo suavecito, sin saber qué más hacer.

 

@@Seba Granger

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Entrelace sus dedos cuando ella tomaba mi mano casi al instante que me había detenido para esperarla, la notaba molesta también pero estaba casi seguro que me iba acompañar, al menos eso era lo que anhelaba mi corazón en aquellos momentos.


-No conozco esta parte del campus, si quieres caminamos por el por unos minutos luego ya veíamos, aunque creo que en estos momentos te llevaría a nuestro jardín- señale un poco tonto, creo que eso nos haría bien a los dos, me despedí con un movimiento de cabeza del tabernero.


Acaricie sus dedos a la vez mientras con la otra mano abría la puerta para que ella pasara primero pero sin soltarnos de la mano, luego cerré una vez mas la puerta.


El exterior estaba un poco oscuro, la verdad que no me esperaba eso del todo, solo la salida y el frente de la taberna estaba iluminada, aunque creo que Darla no tendría problemas para ver por donde caminábamos.


Avance una par de zancadas mas que Darla, luego mi gire para que ella casi chocara conmigo, -¿Sabes que te amo mucho?- sin pensar solo le largue la pregunta, -Me puse celoso- mordí mi labio una vez mas.

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Darla suspiró aliviada, aunque no sabía bien el por qué, pero poder salir de allí, no, estar tomada de la mano de su Seba, era lo más bonito, todo parecía solucionarse cuando ellos entraban en contacto, cuando veía sus bellos ojos azules, cuando podía sentirlo mejor. Aunque podía sentir que aún estaban tensos, pero las cosas podrían solucionarse. Al menos eso sentía cuando se despidieron de Mauricio, el tabernero.

 

--Podemos caminar por el campus hasta el límite y luego podemos ver a dónde ir --la cabeza de la bruja bullía a mil por horas --yo tampoco recuerdo si he venido al campus más que para tener alguna práctica de conocimientos, ya que las habilidades cada arcano las impartía en las zonas cercanas a sus hogares y los libros, bueno, esos eran otra historia, era muy variable también el lugar.

Un ronroneo escapó de sus labios al sentir como Seba correspondía a la caricia de sus dedos con nuevas caricias, en verdad estar a su lado la hacía sentir más segura, como si no hubiera nada que pudiera dañarla si él la cuidaba. Salieron fuera, y el lugar estaba oscuro, pero había luces lejanas, no entendía esa manía de ahorrar que tenían algunas instituciones dejando a oscuras los caminos que llevaban de un lugar al otro.

En ese momento le sorprendió el que Seba avanzara un poco delante de ella, y casi tropezó contra él, abrazándolo con su brazo izquierdo. Asintió.

--¿Sabes que te amo más? --y no era una respuesta como la de que cada vez que jugaban a ello, era una verdadera afirmación --no hay nadie en este mundo de quien debas sentir celos, sólo tú me importas solo tú mi amor --susurró con amor, acariciando su mejilla.

 

Su novio había pensado en aquello, a ella no se le había ocurrido antes pero en el momento en que él pronunció las palabras mágicas, a ella se le encendió una lamparita en el cerebro. Se tomó más fuerte de la mano de Seba y murmuró

Fulgura Nox —un portal de ondas verdes se abrió junto a ellos y la pelirroja jaló suavemente de su novio, atravesándolo para aparecerse en aquel lugar que él había mencionado instantes antes. El portal se había cerrado inmediatamente lo atravesaron sin dar lugar a que nadie más pudiera pasar.
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  • 6 meses más tarde...

Thiago Gryffindor.

 

La transpiración producida por el frío de aquel líquido amarillento se deslizaban por el contorno de sus dedos, de aspecto casi esquelético en cuanto a su delgadez. El vaso lleno a tope de cerveza recién elaborada parecía un bálsamo para un cuerpo un cuerpo moribundo, que encerraba en su interior un alma en pena. No era el primero. Su organismo se encontraba sobrehidratado y su ímpetu para ingerir alcohol era solo alimentado por la gula y la nostalgia que lo dominaban. El fantasma del variopinto alumnado que alguna vez había llenado cada mesa de aquella taberna se proyectaba como el eco de vívidas voces en su mente. Susurros y risas provenientes de completos desconocidos amotinados en la entrada, las largas charlas con colegas sobre su alguna vez cercano ingreso a la Marca Tenebrosas y sus incursiones como graduado para captar el interés de los noveles magos para ingresar a las filas de La Orden Del Fénix, dónde había llevado a cabo con fidelidad la mayor parte de su carrera mágica.

 

El aspecto del alguna vez jovialmente exquisito de Thiago se había deteriorado en los últimos años. Su característico cabello largo y tan negro como la noche caía por detrás de sus orejas, cubierto por un brillo que denotaba el abandono de su higiene. La perfección de su piel blanquecina se veía menguada por pequeñas cicatrices, que atravesaban desordenadamente su rostro como prueba irrefutable de un pasado atado a la violencia y la batalla. Su mirada...¿Qué decir de su mirada? Sus ojos verdes carecían completamente del brillo que solía reflejar con plena transparencia la humildad y la simpatía que justificaban cada aspecto de su persona y de su historia. El Gryffindor había sabido ser un avezado bromista, capaz de jugarle la más humillante y pesada broma a una autoridad Ministerial o de Bandos que uno pudiera imaginar. Su risa jocosa y casi infantil era el perfecto encuadre para alguien que se había hecho su camino a base de caer bien a sus pares. Todo eso se había perdido...¿Quizás para siempre?

 

- ¿Crees que vendrá alguien?- preguntó con un hilo de voz afinado por el alcohol, de forma apenas que aquellas palabras fuesen solo audibles para el tabernero. Elevó su mano libre para acomodar la capucha de su túnica negra, que ocultaba su identidad a quien no tuviera estrictamente en frente.

 

Un galeón, depositado sobre la húmeda superficie de la barra a unos centímetros de su mano inmóvil, esperaba ser detectado por un apesadumbrado Mauricio. Claro que tal cantidad de dinero superaba con creces el valor del consumo del joven mago, pero no le importaba aportar al bolsillo de alguien quien lo había acompañado cuando aun era un asiduo de esos lares...ahora ¿Qué pasaba ahora? Thiago se había evaporado de la vida pública londinense, siendo declarado formalmente como desaparecido por el mismo Ministerio de la Magia. Su presencia en Ottery había sido casualmente detectada dos años atrás, en los terrenos de la familia que alguna vez le había pertenecido: La "Ojo Loco" Potter Blue. Herido, moribundo, esfumado nuevamente. Aunque aquella situación se volvió desesperante para quienes lo apreciaban, él encontraba una curiosa tranquilidad en aquel status. Desaparecido de todo, hasta de si mismo, de su propia identidad. Silencio y alcohol. Nostalgia y contradicción.

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  • 4 semanas más tarde...

La noche aún era joven, después de dos cervezas en el bar de mi familia me había envalentonado para volver a dar un paseo por los antiguos terrenos de la antigua académia donde había estudiado, sabía que todo eso había cambiado, pero eso no cambiaba el hecho que los mejores momentos de mi vida habían sucedido allí.

 

Irónicamente mis pasos me habían llevado a la taberna y solté una risita irónica al haber llegado hasta su puerta no se que tenía esa taberna pero siempre terminábamos allí.

 

Entre y el cambio de clima fue evidente, el ambiente estaba cálido con respecto al clima exterior, seguramente había un hechizo del clima allí dentro. Camine entre las mesas hasta llegar a la barra, no tenía compañía así que no valia la pena ocupar una, me quite el abrió beige, al sentarme recordé que mi vestido se había arruinado hacia no mucho y dejaba ver el portavarita que tenía en mi ligero, así que coloque el abrigo sobre mis piernas disimulando un poco eso.

 

El cantinero me observo y sonreí al acercarse a atenderme, recordaba su nombre Mauricio, pero no sabía si me recordaba.

 

-Un whisky de fuego, doble por favor

 

Quería recordar el sabor de esa bebida y era la noche perfecta para eso.

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Thiago Gryffindor.

 

Reconoció la tonalidad única de aquella voz al instante, como si la hubiese guardado en algún lugar recóndito de su mente aguardando a que los recuerdos se activaran al sentirla flotar en el aire. Retuvo aquel pedido al cantinero en su fuero interno, tratando de llamar así a la memoria de tiempos mejores que había encerrado bajo una imaginaria llave en lo más profundo de su subconsciente. No podía ceder a su añoranza casi carnal de retomar su vida tal cual la había abandonado pero ¿qué significaba aquella coincidencia? Su verde mirada no se había cruzado con la de Ariane Dumblendore en años. El destino quizás.

 

Un alma en pena, vagando en su propia oscuridad, solía resultar inevitablemente invisible a los ojos de terceros y así había sido con la bruja, quien parecía ignorar su presencia dentro de la taberna; claro que la capucha que portaba sobre su negra cabellera también podía explicarlo. Aquella maravillosa bruja que había sido alguna vez su esposa -con quién había tenido incluso descendencia- se había sentado a solo unas banquetas de distancia. Lo inesperado de su delicada presencia había sobresaltado al otrora mortífago, disipando todo efecto que el alcohol había provocado en su organismo. Apretó con aún más ahínco el vaso que tenía entre sus manos.

 

Aquella era, sin considerar las postales que enviaba a Lucrezia para delatar su ubicación, la primera conexión que establecía con los vestigios de su alguna vez feliz vida en mucho tiempo, un período que no podía cuantificar porque los días habían pasado al olvido para el Gryffindor. No llevaba una cuenta exacta de cuantos años habían transcurrido desde su abandono de la mansión “Ojo Loco” pero lo ubicaba entre cinco o tres, quizás más. Su turbada mente se había vuelto un tire y afloje constante entre permanecer exiliado lo que le quedase de vida o volver a ser el Thiago que todos conocían por su actitud jovial y distendida frente a la vida. Sin embargo, su mente ahora se debatía entre algo mucho más específico: hablarle o no hablarle.

 

La bruja fue un pilar en la vida del mago, sabiendo exactamente como ordenarla. Había sido un bálsamo para curar las heridas que le había producido en su mente - y su cuerpo - la salida de la Marca Tenebrosa y su consiguiente unión a la Orden del Fénix. Sin embargo, la lujuria que dominó a Thiago durante los primeros años de su juventud habían roto con el fuerte vínculo de confianza entre ambos y la relación se había consumido por la devoradora llama del engaño. Tanto había sopesado las consecuencias de su abrupta separación que nunca se libró completamente de un arrepentimiento que lo carcomía. Ahora, como un alma solitaria vagando por el mundo, tal vez era momento de redimirse.

 

- Ariane…- interrumpió con su destacada voz mientras dejaba caer la capucha de su túnica sobre su espalda. Sus labios dibujaron en su pálido rostro una sonrisa débil, solo un recuerdo reducido de lo que alguna vez fue.

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Era evidente que el alcohol surtia efecto en el organismo, el sentirse menos apesadumbrado y hasta relajado era evidente. Una sonrisa ironica dibujo mi rostro: no recordaba la última vez que había pensado solo en mí. Siempre ocupada con los chicos, los negocios, la casa y por supuesto la soledad, esa que me había encargado de llevar en mi espalda demasiados rencores.

 

El vaso de cristal con el liquido ambarino llego frente a mi y sonreí al Tabernero, por dos segundos pensé que el tiempo se había detenido y estaba en la academia.

 

-Gracias

 

Tomé un sorbo, si quemaba en serio, pero causaba una sensación deliciosa en la garganta.

 

Respire profundo, pero me interrumpió un susurro, era mi nombre voltee y logre ver a un caballero a unas sillas de mi, quito su capucha y no pude evitar lanzar un grito ahogado por mi mano.

 

Ese cabello negro, esos ojos verdes, esa tez pálida: me quedé de piedra. El corazón me subió a la garganta y no podía siquiera decir palabra alguna, más demacrado y con apariencia cansada, pero era él.

 

-Estas... Vivo

 

Solté ahogadamente, no me podía mover, mire para todos lados era cierto todo esto, baje torpemente de la silla para acercarme a él. El trago me estaba causando una mala pasada, eso debía ser.

 

Alce mi mano derecha para tocar su rostro, pero no fui capaz de tocarlo.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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