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Metamorfomagia


Amara Majlis
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La situación se estaba desarrollando tal y como Amara lo había planeado, los dos magos restantes estaban presenciando y sintiendo como la habilidad que tenían innata salía de su interior para hacerse cada vez más presente. Era algo más que glorioso, estaba orgullosa de ellos porque a pesar de ser magos y uno un poco más arisco que el otro eran capaces de ayudar a los muggles y dar de su parte para mantener con vida a niños que no tenían porque sufrir ese tipo de daños.

 

Estaba tan concentrada ayudando y colaborando a llevar a los refugios a las personas que podía, que se olvidó por completo de sus pupilos, sí era bastante común en ella perderse en las cosas que la apasionaban, como era el altruismo y el humanismo para con los necesitados. Deseando, poder ayudarlos negó lentamente y murmuró en una lengua poco común sobre el cuerpo mal herido de un niño de apenas seis años que estaba a punto de morir, logrando que este comenzará a recuperarse.

 

Sabía que usar la magia en muggles, no era totalmente correcto pero su fin justificaba lo que hacían, por lo que no le dio importancia a la poca confianza que un par de hombres les demostraban, la molestó un poco pero continuó con su labor, hasta que la voz del Ivashkov la sacó de sus pensamientos. Algo no iba totalmente bien, eso era más que obvio, porque se escuchaba el sonido de bombas cayendo a unos metros de ellos y balazos lanzados a diestra y siniestra pasaban fuera del refugio en donde estaban.

 

—Sí, es momento de irnos, aunque podemos ayudar más —respondió ante el comentario del Ivashkov, intentando comprender porque era que este había logrado conjurar un hechizo de magia negra—, Sin embargo, no podemos meternos dentro del conflicto armado, eso rompería el equilibrio que tenemos, hicimos lo que pudimos.

 

Aseguró a los dos magos y con una media sonrisa, tomó a cada uno por un brazo y desaparecieron envueltos en una fina voluta de humo blanco para reaparecer segundos después a las afueras de los terrenos de la universidad. Sabía que la experiencia que habían vivido era un poco extraña, pero había logrado su cometido. Los dos habían logrado encontrar la manera de hacerse con su habilidad y poder demostrar que la poseían y era el momento de probar si podrían dominarla.

 

Caminando aún rumbo al interior del campus y con una media sonrisa en los labios, se dirigió sin siquiera pensarlo a su morada, allí podría hablar con ellos tranquilamente y proponerles lo que estaban esperando desde que cruzaron la puerta.

 

—Zack e Ishaya, han valientes y nobles, es por eso que les pregunto, ¿quieren realizar la prueba para hacerse con la habilidad? —preguntó al traspasar el lumbral de su vivienda, esperando su respuesta los miró directamente a los ojos.

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Luego de la tensa situación a Amara no le quedó de otra que sacarlos de ahí. Una vez fueron envueltos por la espesa niebla, sus cuerpos se desmaterializaron llevándolos a un nuevo destino. Para cuando Zack abrió los ojos notó que estaban de regreso a la seguridad de la universidad. Sin vacilar comenzó a seguir a su Arcana. El trío atravesó el campus en cuestión de segundos hasta llegar al hogar de la fémina.


¡Demonios! —Pensó tras intercambiar miradas con Ishaya. Él estuvo presente en todo momento, por lo que debió haber visto el fuego negro sellando el cuerpo del soldado. Zack presionó los labios entre sí y procuró no establecer contacto nuevamente, no quería delatar su preocupación. Solo sería cuestión de días para que lo solicitaran del ministerio, directo a un juicio mágico. A menos que evitara que el chismoso reportero de El Profeta lo denunciara. Pero ahora no tenía tiempo de pensar en eso, pues la propuesta de la arcana captó su atención.


—¡Claro! — Respondió de inmediato elevando ambas cejas. Fue una de esas respuestas insolentes cuya pregunta fue tan obvia que merecía el atrevimiento — Perdón. Sí. Quiero hacer la prueba — Ni siquiera era necesario que lo consultara con los pupilos, para algo estaban ahí. Zack sabía que Ishaya, al igual que él, estaba desesperado por adquirir la habilidad de una vez por todas. Lo único que le preocupaba al pensar en ello era los mil y un desafíos que tenía que superar para aprobarla.


Había pasado una tarde entera investigando acerca de la dichosa prueba. Al acabar de leer los textos, concluyó en que sería lo suficientemente larga como para aburrirse a mitad de camino. Sin embargo, confiaba en que se mantendría ocupado atendiendo las trabas.


—¿Cuándo comenzamos? — Inquirió ansioso una vez entraron al hogar de Amara. Cissy todavía estaba ahí, lista para iniciar la prueba. Los tres pupilos tendrían la oportunidad de enfrentarla juntos.

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En un instante desaparecimos del lugar guiados, nuevamente, por Amara. Al estar en los terrenos de la universidad conjuré mi varita para que apareciera en mi mano y guardarla entre mis ropajes, de esa forma me sentía más tranquilo, sobre todo después de lo que había presenciado en aquel lugar.

 

Tenía antecedentes de Zack conforme al poder usar magia oscura, prohibida, pero también era cierto que la arcana me causaba todavía intriga por su forma de comportarse. No podía fiarme de ninguno, no podía fiarme de nadie, hasta eso había llegado en esos momentos. Por ello camine en silencio a su lado, esperando que ninguno mencionara palabra alguna porque ignoraba cómo podía responderles, afortunadamente para mí llegamos hasta la morada de Amara sin problemas.

 

Una simple pregunta que alivió un momento mis nervios y que el Ivashkov tomaba con bastante emoción. Mi vista se clavó en él un breve instante, lo suficiente para esquivar el contacto con su mirada.

 

- Por supuesto, - hablé en seguida - estoy en la disposición de lo que diga.

 

Cissy Macnair estaba presente, en el fondo del salón y recordé que la había dejado la bruja para que estudiará los libros necesarios para la prueba. ¿Serían los mismos que había investigado anteriormente? ¿Supondría alguna clase de ventaja? ¿Eso quería decir que estaríamos los tres realizando la prueba al mismo tiempo? Siempre cuestionándome, siempre en silencio, pero ninguna palabra podía pronunciar en aquellos momentos.

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La disposición de sus pupilos la sorprendió gratamente y logró que en sus labios se formará una hermosa sonrisa, haciendo un pequeño pero alegre gestó con las manos, demostrando su comodidad. Por lo que simplemente asintió y les indicó que era momento de finalizar su enseñanza con algunas palabras que quizás le serían de total utilidad o quizás de ninguna, eso iba a depender de ellos.

 

—Deben saber encontrar y controlar la magia que emana de ustedes, para poder generar algún cambio físico en ustedes mismos y no perder la cordura ante tanta magia y poder físico que se requiere para lograr el cambio. Por lo que siempre tengan presente, que no pueden obligar a algo o alguien a cambiar si este no quiere cambiar.

 

Sabía que quizás sus palabras no tendrían gran impactó en Zack, Ishaya o Cissy, pero era lo mejor que les podía decir, era la despedida y no los volvería a ver hasta que se presentaran a la prueba y allí, la manera de tratarlos sería totalmente diferente, porque allí tendrían que probar de que eran capaces para lograr vincularse al anillo de la habilidad, por lo que no le importó sonar sin sentido.

 

—Pueden irse, nos vemos en la prueba —informó con tranquilidad—. Espero que no se arrepientan, porque no habrá segundas oportunidades. —fueron todas sus palabras.

 

Con un movimiento de su mano, le indicó a los magos que podían abandonar su vivienda, mientras ella se ponía a preparar todo lo necesario para la prueba, sí, la primer prueba que iba a realizar desde su llegada a Londres.

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  • 2 semanas más tarde...

Miraba por el ventanal de su mansión, él era un animago no registrado, conocía de legilimens y ahora se iba a aventurar en una nueva aventura que lo ayudaría a donde quiera que fuera. Sus orbes negros se posaban en el paisaje pensando en las muchas cosas que iba a aprender, iba quizás a cambiar un poco su futuro o su destino, iría a lugares donde no había ido por su condición, aquello seria simplemente el inicio de algo nuevo.

 

*************

 

Estaba preparado, emocionado y a la vez nervioso, había conocido solo a una metamorfomaga en su pasado, habían sido buenos amigos, hasta que pro cosas del destino y errores cometidos el cainita se había convertido en alguien a quien ella no deseaba ver. Siempre sus decisiones habían afectado todo, también sus dudas.

 

Parado allí, frente a aquella puerta de madera sin moverse cruzaban muchas imágenes, ideas pensamientos, su mente se había desbocado por unos segundos. “Respiro” profundamente para calmarse. ¿Qué había sido de aquel vampiro que no seguía las reglas y se metía en problemas a cada segundo?, ¿aun existía aquel que adoraba los viajes de conocimientos así estos le llevaran hasta una muerte segura?, él había cambiado mucho, aquello era bueno, o eso esperaba, aun así lo básico y elemental de él aun se mantenía.

 

Elvis el había informado que ya podía ver aquella clase, solo que, ¿el ya le había dicho a la mujer que se encontraba allí?, capaz no estaba y debía esperarla. Había estado cerca de guerreros Uzzas, ahora el tocaba aprender con los Arcanos, unas personas realmente diferentes a las otras, aun así iguales de sabias. No espero mucho mas, al mal tiempo o al buen tiempo era lo mejor darle prisa o no recordaba ¿Cómo era el dicho?

 

Toco 3 veces a la puerta y esperó…

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A penas había terminado la prueba de los primeros alumnos que había tenido para enseñarles el noble arte de la metamorfomagia, cuando el director inglés de la Universidad, le había informado que tenía otro par de pupilos, listos para aprender todo lo que ella tuviera para enseñarles. Pensando, un poco en todos los pendientes que tenía, negó lentamente y decidió que lo mejor era seguir con su vida diaria y que sus alumnos, se adaptarán a ello.

 

Observando algunas invitaciones para fiestas de beneficencia que le habían llegado durante la semana, esbozó una media sonrisa al encontrar una en especifico que captaba su atención. Se trataba de una cena en favor de niños muggles que sufrían con la horrible enfermedad del cáncer, ¿podrían ayudar a algunos niños? o simplemente sembrar la base de algún nuevo tratamiento para ellos? No estaba del todo segura, pensando en que hacer para ayudar con toda la magia que disponía, soltó un pequeño suspiro.

 

Perdida en sus pensamientos, no logró sentir cuando el nuevo alumno llegaba hasta su vivienda, lo supo en cuanto tocó la puerta tres veces y espero para ser invitado a ingresar, ¿educado? algo peculiar en los londinenses, pero que sin duda le agradaba, viendo su aspecto, negó lentamente, porque aún parecía una musulmana, era momento de cambiar. su apariencia una vez más. Concentrándose, cambió su cabellera por una rubia y sus ojos se tornaron color esmeralda, mientras que su piel adquiría un aspecto bronceado, que le quedaba perfecto con la apariencia juvenil que había adoptado.

 

Si iban a ir a una fiesta, tenía que lucir un poco joven, o eso considero en esos momentos. Prestando atención, a la oruga que tenía en un arenero, se acercó a ella y sonrió amablemente al verla cambiar de color, por uno verde, la conocía como la palma de su mano, lo supo al instante.

 

—Adelante, bienvenido. —dio el ingreso al que supuso que era Hades— ¿Qué te trae por mi hogar? además, no estaría mal que me contarás un poco de ti, para conocerte. —pidió con voz tranquila, invitándolo a sentarse.

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— Pero... no será peligroso, ¿verdad?

 

Anne no abrió la boca para responder, sino que sacudió la cabeza mientras terminaba de colocarse el vestido y se observaba en el espejo para ver si había quedado decente. Sí, estaba bien: cómoda, casual y algo más presentable que con sus habituales ropas anchas y gastadas. Lo que sí había conservado era el tono oscuro de la prenda, que marcaba aún más la palidez de su piel. Cuando sus ojos grises subieron por el reflejo del espejo, se topó con la mirada de su padre, que la observaba desde atrás apoyado en el marco de la puerta de la habitación de la Gaunt y con el gesto torcido, evidentemente preocupado. La ojigris suspiró.

 

Por favor, no empecemos de nuevo. Ya no soy una niña, y quiero tomar esas... clases, por así decirlo. No me pasará nada, estaré bien. ¿Acaso no confías en mí, viejo? Ya soy mayorcita —le espetó, soltando una risita. Se había girado y ya caminaba hacia la puerta, dirigiéndose directamente hacia el hombre para depositar un suave beso en su mejilla. Cuando se separó de él de nuevo, vio que la preocupación había desaparecido parcialmente del rostro del anciano, aunque no totalmente. Seguía con el ceño fruncido. Volvió a reir y luego se despidió con la mano: no bajaría los siete pisos del castillo cuando podía desaparecerse desde allí mismo.

 

 

 

Apareció nuevamente en la Universidad mágica, a pocos metros de la entrada. Sabía adónde debía dirigirse porque había hablado previamente con la dirección de la institución, que es la que le había dado el apto para cursar aquella habilidad mágica que tanto le llamaba la atención. Pero no le habían hablado prácticamente nada de la docente, una de aquellas arcanas que habían protagonizado numerosos rumores e historias en Londres desde su llegada a la Universidad, al igual que los guerreros uzzas. Con estos sí se había cruzado varias veces, pues ya había adquirido algunos de sus poderes en unas clases y pruebas que recordaba muy vivamente en su mente, y suponía que los arcanos serían igual o más interesantes que estos, si es que aquello era posible.

 

¿Cómo sería la arcana de Metamorfomagia? ¿Sería capaz de adquirir los conocimientos que ésta enseñaba? Se detuvo en su caminar, de repente, cuando aquella pregunta retumbó en su cabeza como si de un eco se tratase. ¿Y si no era capaz de dominar aquella habilidad? ¿Sería capaz de afrontar algo así, siendo ella como era? Sacudió la cabeza haciendo que su cabello castaño se revolviera y luego retomó su caminar: no, no podía imaginarse desperdiciando aquella oportunidad.

 

Un olor conocido le llegó a la nariz y la arrugó, como si fuera un perro olfateando el aire. No se acostumbraba a dominar aquellas reacciones, a pesar de que ya habían pasado muchos años desde que le contagiaran la maldición de la licantropía. Al fin y al cabo, nunca le había preocupado lo que pensaran de ella. Al torcer por un pasillo, se topó con una figura masculina que reconoció al instante y que, justo en ese momento, llamaba a la misma puerta hacia la que ella se dirigía. ¿En serio? ¿Iba a cursar con su hermano?

 

¡HOLA! —soltó repentinamente, cayéndole encima al vampiro por la espalda. Sin dejarle reaccionar, le besó en la mejilla y luego sonrió, bajando de nuevo el tono de voz—. Lo siento, se me ha ido la mano con el volumen y quizás con el salto. No me digas que también vienes a aprender metamorfomagia... ¿sabes si está la arcana que imparte la habilidad? ¿Qué debemos hacer? Elvis fue escueto en su explicación...

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Mientras esperaba que la arcana el permitiera entrar se mantuvo en silencio, quizás la mujer no estaba allí y debía volver en otro momento, capaz estaba ocupada o descansando, la verdad es que todo era culpa de Elvis por no decirle exactamente a que hora era bueno que le recibieran. Suspiro y dio un paso atrás para irse de allí y volver en otro mome3nto, pero era tal su distracción no vio venir aquel ataque amoroso por parte de su hermana.

 

-Hola hermanita, que milagro verte pro aquí –le comentó el cainita a Anne- veo que has decidido no ignorarme el día de hoy –dijo en broma solamente para molestarla- o es que me quieres llevar la contraria en alguna otra cosa –siguió bromeando aun mas pero antes de que se quejara le dio un beso en la mejilla y la despeino- me alegra verte, ya era hora que nos encontráramos en terreno… neutral –dijo sin más.

 

El cainita observo el rostro de Anne, ella odiaba al igual que Mery que al despeinaran. Negó con la cabeza y escucho lo último que la Gaunt le había dicho, asintió con la cabeza y le guiño el ojo a su pequeña hermana.

 

-Así que ¿ese era el gran plan que no me querías decir hermanita?, intentas ocultarte de mi transformándote en otra persona, que ni9ña mas traviesa –bromeo el vampiro- bueno, al menos podre transformarme en alguien más para seguirte o atraopar a Mery antes de que se meta en problemas –le saco al lengua de manera juguetona.

 

Unos segundos después escucho la voz de la arcana quien el pedía que pasara. Dibujo una mueca y tomo la mano de Anne, si ambos iban a ver esa clase juntos, ambos entrarían de una vez, nada de ir por separado, eran hermanos y por una vez era hora d que hicieran algo juntos que no fuera poner sus vidas en peligro como solía pasar con los libros y los guerreros Uzzas. Cruzo aquella puerta con la Gaunt a su lado. Guardo silencio una vez entro para toparse con los ojos de aquella mujer. Era diferente a como se la hubiera imaginado. ¿Qué secretos místicos escondería y en realidad como se vería y qué edad tendría?, obviamente eso ultimo jamás se lo preguntaría en voz alta.

 

Sonrío e hizo una ligera reverencia en símbolo de respeto. Había tenido algunos maestros, pero aquella mujer era diferente sin dudas. Pensó unos segundos mientras veía de reojo a su hermana.

 

-Déjeme presentarme antes de que responda a sus preguntas –dijo en tono tranquilo- me llaman Hades Ragnarok, es un placer para mi conocerle –dibujo una sonrisa- soy sanador del ala especialista en virus mágicos, enfermedades mágicas en general y envenenamiento por pociones y plantas –informo- la verdad no se que más le gustaría saber de mi –dijo- por cierto, ella es mi hermana Anne Ragnarok Gaunt –dijo en tono divertido ya que sabía que Anne no llevaba su mismo apellido y que existía la posibilidad de que aquello jamás sucediera- también desea estudiar junto a mi esta habilidad

 

Una vez que las presentó se dispuso a contestar aquella pregunta que había dejado para lo último.

 

-A su hogar me trae la sed de conocimiento –comento el cainita contestando quizás la pregunta más difícil de todas, ya que tenía muchas razones y muy valederas todas para aquello- me gustaría adentrarme en el mundo de la metamorfomagia porque siento que me falta algo que aun no logro entender o conseguir, con suerte podre completar mi camino y así llegar a ser mejor de lo que alguna vez fui.

 

El Ragnarok pensó en todos los errores que había cometido en Grecia una vez que había ido hasta allí, recordó las palabras de sus familiares y de aquella mujer que era su amiga y que pro cosas del destino término quizás despreciándolo. Sus tíos podrían estar orgullosos de él al final, podría volver a ser digno, aunque eso no lo sabía, aun soñaba con volver a Grecia donde era despreciado, o quizás ir a otro lugar y explorar, tenía un par de maestros a quienes buscar y de los cuales aprender.

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Escuchó el grito de una bruja, ¿sería un grito? podría tomarse como tal, por lo que se alertó un poco, quizás algún estudiante necesitaba ayuda y si estaba en sus manos dársela así será, salió de su vivienda y se encontró con dos jóvenes magos que únicamente querían hacer notar su presencia y que ellos serían sus dos nuevos alumnos, o eso le pareció al comprobar que los dos estaban en perfecto estado.

 

Soltó un suspiro de tranquilidad y les permitió el ingreso a los dos. Espero un par de segundos, dando algunas palabras de bienvenida y hospitalidad, porque invitó a sentarse a los dos magos, así como pidió a una de sus elfinas que trajera una tetera, eso sería justamente lo que les invitaría a probar a sus invitados al menos por el momento, porque había que ponerse en marcha dentro de poco tiempo.

 

— Hades, permite que tu hermana se presente y me cuente un poco de ella, así como porque le interesa estudiar la metamorfomagia. —pidió al vampiro con una media sonrisa y dirigió su atención momentáneamente a la bruja.

 

Aprovechando, para prestar atención a las palabras antes dichas por el mago y las analizo, ¿ser una mejor persona? eso era algo que le causaba curiosidad, por lo que necesitaría ahondar un poco más en ese tema y saber si podía ayudarlo de alguna manera a lograr que se sintiera mucho mejor consigo mismo. Deseando conocer un poco más de sus pupilos, analizó cada una de sus palabras y esperó a que terminaran de hablar.

 

— ¿Por qué quieres ser una mejor persona? ¿Cómo crees que la metamorfomagia puede ayudarte a lograrlo? —preguntó a Hades, para después dirigirse a los dos— Anne y Hades, ¿qué saben de la habilidad? y lo más importante, ¿cómo descubrieron que poseían la habilidad?

 

Sus preguntas eran completamente importantes, porque de allí partirían para crear su conocimiento e ir fortaleciéndolo a medida de que avanzará la clase, la cual esperaba que fuese más fluida y rápida, porque consideraba que los magos podían dar cada sorpresa que no le sorprendería nada de lo que ellos pudieran demostrarle, claramente, mientras no alardearán de ello.

 

Amara tomó asiento en una silla y comenzó a servir el té y pasó una taza a cada uno, mientras esperaba sus respuestas con total tranquilidad.

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Hades, como siempre, se mostró distendido y desenfadado con ella, tratándola como si fuera una niña pequeña. Anne arrugó el ceño, fiel a su costumbre, e incluso estuvo tentada de empujarle tras escuchar lo que él le respondía al verle y saber que cursarían juntos. La besó en la mejilla, como siempre, y luego la despeinó... también como siempre. Le sacó la lengua y abrió la boca para responderle mordazmente cuando alguien abrió la puerta, de repente, y entonces pudieron ver quien sería su maestra a partir de aquel momento en aquella noble habilidad que ambos tenían el privilegio de compartir. Anne parpadeó varias veces, sin perder detalle de su interlocutora, y luego sintió la mano del vampiro sobre la suya, conduciéndola hacia el interior del hogar de la arcana.

 

Tomó asiento, tal y como les indicó ella por gestos, y luego le escuchó presentarse, así como también explicar qué era lo que le motivaba a tomar aquellas clases. Anne le observó entonces cuando habló sobre ser mejor persona. ¿Acaso consideraba que no lo era? Tragó saliva y desvió sus ojos grises hacia el suelo, pensativa. Lo cierto era que el vampiro y ella, a pesar de estar muy unidos, nunca hablaban de sus respectivos pasados, así que la mujer no sabía exactamente qué había hecho Hades en su vida antes de conocerla, ni qué le había llevado a recorrer el camino que ahora hacían juntos, desde hacía ya casi cuatro años.

 

El cainita también se tomó la libertad de presentarla a ella, cosa que hizo que la Gaunt sintiera deseos de pellizcarlo allí mismo aun estando en presencia de alguien tan poderoso e influyente como era aquella arcana. Sin embargo, la mujer pidió al Ragnarok que le permitiera responder a aquellas preguntas y Anne carraspeó ligeramente antes de hablar, no sin antes dirigir una rápida mirada al vampiro con gesto burlón.

 

Para mí también es un placer conocerla, mi nombre es Anne Gaunt Malfoy —se presentó, corrigiendo así su nombre después de que Hades le cambiara los apellidos un instante antes—. Soy miembro del Consejo de Warlocks del Ministerio de Magia británico, así como profesora de Hogwarts y la Universidad Mágica. Vengo aquí persiguiendo lo mismo que mi hermano, el conocimiento. La magia es un don maravilloso, pero a la vez peligroso si no se sabe usar correctamente, como me suele decir mi padre. Y es por eso que recurro a usted, pues sé que es la única que puede ayudarme a aprender a dominar esta habilidad.

 

Guardó entonces silencio, pues la mujer meditaba ahora sobre lo que había escuchado. Al cabo de unos instantes, habló a Hades para hacerle un par de preguntas sobre lo que él había dicho, eso que también había dejado pensativa a la licántropa. Después de eso, volvió a lanzar un par de preguntas pero esta vez se dirigía a los dos. Anne meditó por un instante. ¿Sabía realmente algo sobre la metamorfomagia? Escuchó en su mente entonces, como si estuviera viviendo de nuevo aquel día, cómo el hombre que se convertiría en su padre con el paso de los años le había explicado por primera vez, siendo niña, que poseía un don muy especial. Hasta entonces, para ella no había sido más que un juego del que no había llegado a ser completamente consciente, pues... ¿no era normal en todos los magos poder cambiar de aspecto a voluntad? Al ver que la arcana le alargaba una taza de té, sacudió la cabeza casi imperceptiblemente y la tomó, dirigiéndole una ligera sonrisa de amabilidad a la mujer.

 

Gracias, muchas gracias —murmuró. Se llevó la humeante bebida a los labios y le dio un sorbo—. Si he de ser sincera, creo que no sé prácticamente nada sobre la metamorfomagia, salvo que es una habilidad con la que se nace, o al menos eso es lo que me explicó mi padre siendo niña. Yo no he investigado jamás al respecto, siempre ha sido un tema que he tratado con mucho... respeto, aunque quizás esa no sea la palabra correcta. En cualquier caso, no recuerdo en qué momento exacto me di cuenta de que poseía esta habilidad, pero sí sé que era lo que usaba para huir de los niños que querían pegarme cuando vivía en el orfanato, antes de que mi padre me adoptara. Es decir, yo no estaba segura de qué hacía o cómo porque era muy pequeña, pero él me lo explicó en su día y ahí fue cuando me di cuenta.

 

Calló entonces y miró de soslayo a Hades, pues suponía que él continuaría respondiendo también a las preguntas de la arcana. Quizás, en cierto modo, aquella clase sirviera no solo para aumentar los conocimientos y poderes de ambos mortífagos, sino también para hacer que se conocieran mucho mejor el uno al otro.

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