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Nigromancia


Báleyr
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Las palabras del arcano llenaron por completo la estancia, mientras su mirada se perdía por completo en el grimorio que tenía delante, ¿era el original? podía sentir la presencia del original. Ese que había sido el primero en crearse, sentía el poder y oscuridad que amanaba que contrario a lo que se podía esperar que era que le inspirará miedo, no lo hacía la traía lentamente hasta su posición y le parecía casi imposible perderse entre sus páginas.

 

—Si, sería capaz de abrirlo y mis peores miedos son solo eso, miedos que se pueden enfrentar y vencer. —soltó con tranquilidad mirando a Báleyr.

 

Sabía las implicaciones de su respuesta, pero no era más que la verdad. Podía enfrentarse a sus peores miedos, no era que antes no lo hubiese hecho, no temía al dolor y menos lo consideraba un impedimento para alcanzar sus fines. Lo único que si tenía claro era el hecho de que tenía que actuar bajó el más absoluto respeto para aquel libro que contenía magia que en su vida se imaginaría que podría manejar y controlar. Estaba lista si, pero no era totalmente seguro que pudiese hacerlo del todo bien.

 

—Estoy lista, sé que el camino no será sencillo pero considero poder presentar la prueba. —respondió lentamente y con seguridad.

 

No sería fácil, como el camino para entender y manejar mejor la habilidad lo estaba siendo, pero conocía sus capacidades y confiaba en que pudiese salir victoriosa de aquella prueba que estaba segura le costaría sangre y sudor, en el buen sentido de la palabra. Por lo que respondiendo a la penetrante mirada del hombre, intentó esbozar una sonrisa, pero esta no salió de sus labios demostrando la veracidad de sus anteriores palabras, sin permitir un atisbo de duda en su rostro.

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El viejo escuchó las palabras de la fémina y sólo se limitó a sonreír. No era la primera que vez que las oía, y más, proviniendo de alumnos sedientos de conocimiento, pero ellos ni se imaginaban los horrores que se desataban al ir recorriendo las páginas del Grimorio.

 

- Debes ser más cuidadosa con lo que contestas, Black Lestrange – musitó olvidándose un poco de la otra estudiante – Las palabras pueden llevarte hasta la mismísima muerte y, más, cuando estás en su propio territorio – se acomodó el parche y se dirigió al libro. Con su vara de cristal, lo hizo levitar y lo dejó flotando por encima del mesón en el que estaba.

 

- La energía que contiene este Grimorio es insoportable para aquellos que no poseen nada de poder mágico llegando a ser mortal – explicaba mientras el libro flotaba – Pero para un mago inexperto, además de mortal, puede perder toda su magia con solo recorrer las páginas y no volver a recuperarla nunca – sentenció haciendo que se abriera la tapa del mismo.

 

Unos pequeños destellos de luz iluminaron los trazos dorados que contenía la primera página del Grimorio. En ésta, se daba una pequeña introducción de su contenido, una especie de índice y una lista de cuatro advertencias (ni más ni menos) que se debía tener al ir leyendo las páginas del mismo:

  1. “No intentar arrancar ninguna página por más deshecha que esté.”
  2. “No leer más de treinta páginas por cada jornada de estudio.”
  3. “Es necesario que el futuro Nigromante haya tenido contacto con la muerte.”
  4. “Conservar el libro bajo el hechizo de la segunda página y en un lugar oscuro.”

Dejó esa página a vista de las alumnas para que pudieran leerla y así ponerse al corriente con lo que podía llegar a guardar dentro este libro. La Gaunt era la que le tenía que prestar atención ya que sería la encargada de comenzar a recorrer los rincones más oscuros y peligrosos de la Nigromancia y otras artes oscuras.

 

Cambió su mirada hacia Mia.

 

- Black, he de volver a preguntarte: ¿estás lista para comenzar la última etapa de tu estudio?

 

Si la respuesta era afirmativa, la muchacha, estaría lista para dar las últimas pruebas para obtener el anillo de la habilidad.

 

- De ser sí, te espero mañana a las nueve de la mañana en punto en la orilla del lago que está en medio de este ateneo para comenzar la última etapa – sentenció dándole el permiso para irse.

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Sabía que la advertencia contenida en las palabras del arcano era más que cierta, pero siendo honesta no le temía a la muerte y nunca lo había hecho, siempre la había visto como una buena amiga con la que tendría que reunirse en determinado momento. Con eso en mente, asintió simplemente y supo que tendría que prepararse mentalmente para cualquier clase de imprevisto porque nada estaba escrito y menos con el grimonio de nigromancia, que era un libro ancestral y de un poder tan antiquísimo que pocos magos podían experimentar.

 

Leyó con atención las indicaciones o mejor dicho, las advertencias que rezaban en la primer página del libro. Lo tenía presente y estaba segura que el memorizarlas le ayudaría mucho para conservar la calma si debía usarlo en algún determinado momento, esperando que la prueba no fuese ese sitio, pero poco o nada podía hacer para intentar predecir su futuro en ese sitio, porque aunque era vidente, esas cosas no podía verlas con total precisión.

 

-Lo estoy, gracias por sus enseñanzas. -agradeció al anciano con tranquilidad.

 

Escuchando las últimas indicaciones sobre dónde y a qué hora tendría que presentarse el día siguiente, asintió y se encaminó hasta la salida de la mazmorra. Tendría que prepararse para lo que se venía venir. Sabía que no era fácil, porque no era la primera vez que recorría ese camino pero confiaba plenamente en sus capacidades para conseguir resultados positivos como los anteriores y con ese pensamiento, dejó los terrenos de la universidad, aunque no sin antes decir un audible.

 

-Mañana nos vemos.

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Cuando Mía se unió al grupo que formaba junto al arcano, éste la invitó a unirse para observar el grimorio que le había mostrado a Anne un poco antes. Cuando escuchó su apellido, alzó la mirada.

 

Tengo valía para cualquier cosa, maestro Báleyr —le respondió con tono calmado y a la vez desafiante. No quería retarle, por supuesto, pero quería dejarle bien claro que no iba a amedrentarse ante ninguna propuesta por alocada o peligrosa que le pareciera. «Más aún cuando no tengo ni idea de dónde me estoy metiendo», pensó para sí. Pero sus pensamientos estaban bien ocultos gracias a la oclumancia, por lo que pudo permitirse el lujo de seguir mirando al anciano fijamente.

 

No obstante, Báleyr empezó a hablar con Mía ya que ella tomó la iniciativa a la hora de responder. Por lo que pudo captar en las palabras del arcano, el aprendizaje de la Black Lestrange estaba cerca de llevarla hasta el Portal. Aquella idea se perdió en su mente cuando el arcano abrió el grimorio y mostró algo a su compañera. Ella, con disimulo, intentó ojear todo lo que le fuera posible sin parecer fisgona. Al fin y al cabo, no sabía si ella podía consultar aquel enorme volumen o si debía aprender algunas cosas antes.

 

Tras mostrarle lo que parecía una serie de advertencias, volvió a invitarla a la pirámide e incluso le dio indicaciones precisas. Anne la miró de reojo, sintiendo un pequeño nudo en la boca del estómago que ya le era familiar después de todas las visitas que había hecho a aquel lugar.

 

Mucha suerte en lo que viene ahora, Mía.

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Se había quedado solo, nuevamente, con otra pupila. El tema de las clases pocos numerosas daban la ventaja de que se podían hacer un poco más personlizada en cuanto a la profundización del estudio. Ese era el motivo por el que le había enseñado el Grimorio a la Gaunt.

 

- Valiente en su respuesta, joven - inquirió aclarando la garganta después de que la primera bocanada de humo de su pipa saliera de su pecho hacia su boca - Pero, me veo en la obligación, de preguntarle: ¿qué es para usted la Nigromancia? - con su único ojo sano volvió a la figura de la bruja.

 

Esa pregunta, a primeras, parecía simple pero requería de una respuesta mucho más elaborada por parte del receptor del mensaje. Muchas definiciones, libros, apuntes, etc; existían en cuanto a lo que era o no era la Nigromancia y que es lo que abarcaba la misma como una gran rama de las Artes Oscuras. Sin embargo, muy pocos eran los privilegiados de poder hacerse con los conocimientos que dieron origen a los primeros estudios en este campo.

 

- Cuando tengas la respuesta bien pensada, la dirás, y si considero que es digna de poder habilitarte el estudio de los conocientos originarios de la Nigromancia, comenzaremos con el estudio del Grimorio.

 

Acotó.

 

Le dejaría en claro a la alumna que no aceptaría una respuesta pobre.

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Después de que Mía abandonase la mazmorra, el arcano y ella quedaron solos, frente a frente, con el grimorio de por medio. La curiosidad de Anne la incitaba a llevar las manos hacia él para poderlo observar hasta la saciedad, pero sabía que era poco recomendable. Por el arcano, y por el grimorio en sí. ¿Cuántas veces le había explicado su padre que los libros no eran tan inofensivos como parecían? Ella misma custodiaba en la biblioteca de su castillo algunos que albergaban saberes antiguos que no podían caer en las manos equivocadas. Lo mismo sucedía con los libros de poderes uzzas, por ejemplo, aunque el funcionamiento de estos era distinto.

 

En cualquier caso, no dejó que su curiosidad la venciera y se mantuvo firme, esperando a que Báleyr iniciara la lección. Y no tardó en hacerlo preguntándole qué era la nigromancia. No a términos generales... sino para ella, o eso había dicho. Anne se mordió el labio inferior durante unos segundos, pensando en la respuesta.

 

Imagino que las explicaciones de manual no tienen cabida aquí, maestro, sobre todo con su última acotación. Además, quiero decirle que si fuera el caso poco podría decirle, pues las teorías me gustan solo para lo necesario —le dijo, con cautela. No sabía nada sobre aquel anciano y había escuchado cosas temibles sobre él. Poco había en el mundo que inspirara en alguien como la Gaunt un respeto tan grande como lo hacían los arcanos—. No obstante, si hablamos en términos científicos, sé que la nigromancia es la magia que nos conecta con el más allá, con los que abandonan el mundo de los vivos. Si hablamos de qué es para mí y por qué estoy aquí... entonces tendría que decirle que la nigromancia es un paso más en mi camino del saber. Esa es mi meta, maestro, saber. Aprender más. La nigromancia es una de las ramas más importantes y secretas de la magia oscura, y ésta es la que más me interesa a mí. Sé oclumancia, sé legilimancia. Sé artes oscuras como tal, así como maldiciones y pociones cuyos efectos pueden aterrorizar a naciones enteras. O ayudar, si ese fuese mi deseo. Pero no sé nada sobre nigromancia y, a pesar de que he estado tentada de venir para aprender de usted en numerosas ocasiones... decidí esperar para estar segura de que mi magia era lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo esta tarea. Posiblemente aún no sea así, por supuesto, pero al menos yo me siento un poco más segura para ponerme en sus manos y aprender un poco de usted —le dijo, con sinceridad. Luego se encogió de hombros, como si quisiera que notara que le estaba siendo totalmente sincera—. No sé si es la respuesta que esperaba, ni si ésta me hace merecedora de ser su pupila o no. Pero he sido totalmente franca con usted: he venido a aprender porque me interesa, porque quiero saber cómo se devuelve la vida a alguien fallecido y cuál es el efecto que causa en el mundo de los vivos, si es que tiene alguno. Así que espero que tenga a bien aceptarme como su alumna. Me comprometo a dar el máximo de mí en todo momento —hizo una leve inclinación entonces hacia el hombre en señal de respeto. Y luego esperó, pues no tenía otra cosa que hacer, mientras miraba de vez en cuando el grimorio que había entre ambos.

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Las palabras de la Gaunt sobrepasaron al Arcano. Muchos hacían foco en los mismo: "la sed de conocimiento". Eso era algo que valorar porque así se comenzaba en el camino de las habilidades. Lo que movía a los pupilos era la curiosidad de saber que había detrás de cada una de estas disciplinas mágicas a las que no todos podían acceder y, pocos, eran los que se lograban hacer con los anillos de las habilidades.

 

- He de valorar sus ansias de conocimiento, Gaunt. Y la respuesta que me has dado ha sido suficiente como para permitirle acceder a algunos de los tantos conocimientos de este Grimorio.

 

Dijo mientras el libro se cerraba y continuaba flotando en medio de ambos magos.

 

- Pero, con el detalle, de que aquí no llevaremos acabo el estudio - seguro aquello tomaría por sorpresa a la bruja - Iremos al lugar originario en donde se comenzaron a trazar las primeras palabras acerca de la Nigromancia y sus orígenes.

 

Dándole la espalda por un momento a la Gaunt, abrió un portal que llevaría a ambos magos hacia la plaza central del castillo.

 

- Pero he de advertirte que, al lugar que iremos, estará cargado de una energía muy pesada que muy pocos suelen soportar. Es conocido por los no mágicos, como uno de los lugares más embrujados de su mundo pero lo que ellos no saben es que fue la cuna de la Nigromancia y que millones de rituales se llevaron acabo entre sus cuatro paredes.

 

La verdad era que, cada vez que escuchaba a los muggles hablar de ese lugar de esa manera tan despectiva e irrisoria, le daban ganas de enviarlos al otro lado para que las ánimas se diviertan con sus almas insulsas. Era un insulto para él y la habilidad que dominaba, que el lugar cuna de ésta, fuese convertido en un circo.

 

- Apenas crucemos el portal, podrás sentir mareos y demás. Pero no es nada comparado con lo que puede esperarte una vez que cruces la puerta de la habilidad en su momento. Si puedes soportarlo tendrás que seguirme el paso hasta que lleguemos al lugar preciso para iniciar el estudio del Grimorio.

 

Advirtió por segunda vez.

 

- Cuando estés lista, te espero en el patio central del castillo, debajo de la estatua de la reina.

 

Habiendo dicho esas palabras, Báleyr y el Grimorio, desaparecieron de las mazmorras.

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  • 2 semanas más tarde...

La respuesta del arcano no tardó demasiado y, cuando escuchó que accedía a enseñarla, Anne soltó el aire que había estado reteniendo durante unos segundos, haciendo que la presión en su cabeza disminuyera. Se relajó un poco, aunque rápidamente se tensó cuando vio que el grimorio se cerró entre ambos. Miró al anciano, ceñuda.

 

El arcano abrió un portal mientras le explicaba que viajarían a otro lugar, a la cuna de la nigromancia. También la advirtió de que podría sentirse indispuesta al cruzar el portal, pero llegados a ese punto Anne se encogió de hombros y negó con la cabeza.

 

No se preocupe, maestro, los uso a menudo para impartir clases de Historia de la Magia —le respondió, mientras caminaba hacia el portal. El anciano desapareció con el grimorio por él, dejando a la Gaunt en su mazmorra.

 

Esta miró a su alrededor y se mordió el labio inferior, insegura. Estaba a punto de meterse en la boca del lobo, como solía decirse. Pero se sentía tan emocionada que no pudo más que tomar aire con fuerza y caminar hacia adelante, siguiendo a su maestro a un paradero desconocido.

 

Reapareció junto al hombre en un lugar desconocido, si bien Báleyr había dicho que hasta los muggles lo conocían. Un castillo, había dicho. Y tenían que reunirse en la estatua de la reina... pero... ¿qué reina? ¿Qué estatua? ¿Cómo le encontraría?

 

Para su sorpresa, no le costó tanto como pensó pues echó a caminar y en pocos minutos vislumbró la figura del anciano. Se acercó hasta él, silenciosa, y aguardó a su lado hasta que no pudo contenerse más.

 

Maestro Báleyr, ¿dónde estamos?

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Castillo Moosham - Uternberg - Austria

Muy pocos conocían al verdadera historia que se ocultaba entre las paredes de esta magnífica construcción austriaca. Los rumores muggles, acerca de la identidad del castillo, se remontaba a la quema de brujas y todo tema relacionado a ello; hasta dicen que había habitado un hombre lobo entre sus paredes.

 

En una de sus muchas visitas al mundo de los muggles, camuflado como un joven de unos veinte años, pudo comprobar que esos rumores del origen eran completamente ciertos. Es más, continuaban sacándole provecho económico cobrando entrada a todo aquél nacional o extranjero que quería visitar el lugar.

 

Varios meses estuvo sin salir al mundo muggle de la rabia que le había dado y por cómo se tomaban a broma lo que allí había acontecido. No sólo había muerte que manchaba la historia, sino que también, se trataba de uno de los lugares más ricos en conocimiento en la inmensa biblioteca que se ocultaba de todos aquellos que no tenían magia en su sangre. Báleyr la visitó, y lo seguía haciendo, durante en sus años de estudio cuando apenas comenzaba a transitar el camino de la nigromancia.

 

Esperaba, ahora, que su pupila llegara y que no tuviera algún encuentro desagradable con algunas de las almas de aquellas mujeres que fueron ejecutadas en el patio en donde se encontraba. Con su único ojo "sano", pudo divisar una figura que se acercaba entre las sombras. Estaba justo debajo de la estatua de la reina.

 

- Gaunt, veo que no te has perdido ... y eso bueno.

 

Dijo notando el estado normal en el que se encontraba la bruja. Muchos de los estudiantes que cruzaban el portal hacia estos mundo sentían algún malestar físico, hasta perdían la conciencia por unos momentos. La chica parecía estar entera.

 

- Bienvenida a una de las cunas de la Nigromancia. Estamos en el Castillo Moosham en Austria uno de los tantos lugares donde se cometieron crímenes contra nuestra comunidad y en donde se conserva una de las bibliotecas mágicas más ricas en conocimiento acerca de varias ramas de las artes oscuras.

 

Le explicó.

 

- En nuestro paso nos encontraremos con muchos espíritus. Muchas de aquellas brujas que fueron perseguidas, quemadas y torturadas aún sigue aquí reclamando lo que a ellas les pertenece ... su legado.

 

Podía sentir aquella misma angustia, dolor y enojo. Las almas le transmitían aquellos sentimientos y el nigromante había aprendido a bloquearlos durante aquellos años de estudio. Pero al comienzo había sido toda una ardua batalla porque lo aturdían cada vez que pisaba el lugar.

 

- ¿Alguna pregunta antes de adentrarnos a la biblioteca?

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  • 3 semanas más tarde...

Báleyr pareció alegrarse de que no se hubiera perdido y Anne no pudo más que esbozar una suave sonrisa, acompañando el gesto con un suave asentimiento de cabeza. Se imaginó qué habría pasado si se hubiera perdido. ¿La habría buscado el arcano? ¿O la habría dejado a su suerte, como había hecho Lawan en sus lecciones de pársel? Intentó apartar aquellos nefastos pensamientos de su mente, sabía que no le traerían nada bueno. Nuevo arcano, nuevas circunstancias. Quizás este sí le enseñara tal y como ella esperaba. O no... Sacudió un poco la cabeza, no le valía de nada seguir autodestruyéndose sin saber lo que le depararían las próximas horas.

 

Miró a su alrededor cuando Báleyr por fin desveló dónde estaban. Enseguida relacionó las cosas que había leído y estudiado con aquel escenario, si bien jamás lo había visto por sí misma. La palabra 'artes oscuras' hizo que se removiera en el sitio ligeramente. Bien, aquello pintaba bien, aunque no debía confiarse. ¿Podría echar una ojeada en la biblioteca? Quizás en otro momento, cuando supiera más sobre lo que había ido a aprender.

 

Cuando escuchó hablar de almas atormentadas de las brujas que habían sufrido un terrible destino que había desembocado en todos los casos en lo mismo, tragó saliva y miró de nuevo a su alrededor. Ahora era consciente de que aquella travesía desde el portal hasta llegar al arcano había supuesto un riesgo para ella, por primera vez sentía el ambiente cargado de magia oscura a su alrededor, peligroso e inestable. ¿Cómo se atrevían los muggles a pasear tranquilamente por allí? ¿Acaso no eran capaces de sentir el poder que emanaba de cada rincón de aquel lugar? Evidentemente no. No servían para nada, eran escoria. Se guardó aquella reflexión para sí, no sabía qué pensaría Báleyr al respecto.

 

Finalmente le preguntó si tenía alguna cuestión antes de encaminarse hacia el interior. Ella le miró de reojo.

 

No —le respondió, aunque enseguida se arrepintió—. Espere... sí. Estas almas... estas víctimas... ¿Pueden hacernos daño? ¿Están aquí solo para vengarse por lo que les ocurrió o su cometido es otro? O sea, no sé si me explico... ¿se puede entrar al castillo libremente o los espíritus supondrán un obstáculo? No pregunto por miedo, que conste —se apresuró a aclarar—. Pero me inquieta porque son almas antiguas y poderosas. Quiero saber a qué atenerme cuando entremos. Y sí, entremos en cuanto usted crea que es conveniente. Le sigo, maestro.

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