Nigromancia

[Felicity]

La tenue luz de una vela casi consumida era todo lo que iluminaba la pequeña recámara de la Malfoy, encontrándose en las mismísimas penumbras. Eran las 6 de la mañana, sin embargo fuera aun era oscuro, encontrándose el cielo teñido de un azul tinta, excepto el horizonte, pudiéndose vislumbrar un claro de luz al este.

 

Rompía el silencio el rasgar de pluma exageradamente larga contra el pergamino. La muchacha de mediana edad escribía sin parar, sin levantar la muñeca del viejo mueble de madera de nogal. Aparte de la vela y el pergamino, no había nada más sobre la madera que un sello, un sobre, una infusión olvidada y fría y, por supuesto, la varita mágica de la mago oscuro.

 

- Ama, ¿puedo pasar?

 

- hum.

 

- Ha llegado una carta, tiene sus notas.

 

-hum.

 

- De Castelobruxo ama, ha aprobado, creo que ahora podría cursar nigro..

 

-sht!

 

La bruja mandó callar a la elfina con una mirada asesina y siguió redactando. Una vez acabó, enrolló el pergamino con sumo cuidado, lo selló con un grueso lazo color burdeos que hechizó para que solo el primer ministro pudiera abrirlo (quien no fuera él y lo intentara se vería en serios aprietos pues le saldrían ampollas en las manos) y le puso la marca de su nombre y apellido. Seguidamente se dirigió al ventanal, apoyándose en la repisa, alzó el cristal y silbó con seguridad para después llevarse las manos de la boca a la melena color ceniza que recogió en una trenza de raíz con bastante destreza. A los pocos segundos, una lechuza de plumaje marrón apareció ante ella. La bruja ató el mensaje y dejó que la criatura tomara rumbo al destinatario, al Ministerio de Magia. Esperaba que el Black le contestara rápido y que la respuesta fuera favorable a sus deseos.

 

- ¿qué decías, Aga?

 

- ¡que ha aprobado!

 

La bruja sonrió. Por fin. Por fin había alcanzado un buen nivel y podía cursar una tercera habilidad. La verdad es que gracias a las dos que tenía podía zafarse de muchas situaciones pero si además podía devolver la vida a los muertos mejor que mejor. Aquella magia tan oscura la atraía.

 

- Prepara una túnica y una capa, me ducho y salgo en seguida hacía Japón - ordenó la Malfoy, abandonando la recámara con decisión. No quería perder más tiempo del necesario. Lo que tardara en adquirir aquella habilidad dependía de ella.

 

 

*****

Fee apareció en la isla volcánica con la ayuda de una vieja bota que arrogó a uno de los lados. Todo cuanto la rodeaba era pura naturaleza verde y salvaje. Sin embargo, entre la naturaleza frondosa, podía alcanzarse ver un palacio adornado y primoroso de roca jade. Aquella construcción era donde debía ir para instruirse en la oscura magia de la nigromancia. No perdió más tiempo y se encaminó hacía ella. La larga y negra capa arrastraba hojas verdes tras sus pasos, cubriendo una túnica color berenjena ceñida a su cintura con elegancia. En los pies, como siempre, portaba botas de piel de dragón, oscuras y anchas y sobresaliendo del bolsillo derecho de la capa, se encontraba su varita mágica y otros enseres que había guardado allí con la ayuda de un viejo hechizo.

 

Al llegar buscó la mazmorra indicada y no tardó en dar con ella gracias a las indicaciones de un par de alumnos de túnicas rosas, a juzgar por su altura y gestos, meros principiantes en la magia.

 

- Buenos días - saludó la bruja con cierta simpatía, algo poco característico en ella en los últimos tiempos. No podía ocultar las ganas de empezar.

 

La escena con la que se encontró la dejó con la boca abierta. Colt no se estaba portando bien y el arcano no parecía estar dispuesto a perder el tiempo y ella desde luego tampoco. Suspiró profundamente y tomó asiento en una silla, observando los libros, pociones y objetos que disponía aquel aula.

 

[Báleyr]

El viejo no prestó atención a lo que estaba haciendo el muchacho. En ese mismo instante otra pupila, de la cual fue anunciado, había aparecido en Mahoutokoro.

 

- Ha llegado en el momento exacto.

 

Le dijo el viejo viendo como la muchacha tomaba asiento luego de saludar respetuosamente. Todo lo contrario al comportamiento mal educado y fuera de lugar del otro pupilo. La verdad que no esperaba mucho del muchacho pero tenía que darle, al menos, la posibilidad de descubrir la habilidad.

 

- Tal y como le dije a tu compañero, espero sepas comportarte durante el estudio de la habilidad. Todas las decisiones que tomes no podrán ser deshechas por lo que tengo que estar seguro si quieres empezar todo esto que se aproxima.

 

Su voz se resquebrajaba como si se tratase de un fumador de ochenta años.

 

- Dime, ¿qué es lo que te ha traído a estudiar Nigromancia y qué piensas que es?

 

Habiendo dicho esas palabras y, viendo que la muchacha Gaunt había cumplido con el pedido de Razna, le envió un mensaje para que cruzara el portal que había abierto detrás de la puerta principal de la biblioteca.

 

- - Cruza el portal, Gaunt. Estás lista para comenzar la última parte de tu viaje - -

 

El proceso fue todo un éxito. Ya con la bruja allí con ellos, Báleyr se atrevió a hacer la pregunta:

 

- Gaunt, ¿quieres realizar la prueba de vinculación con la habilidad? De ser positiva tu respuesta, te espero el día de mañana en el centro del Ateneo para comenzar con tu parte final. Recupera energías porque lo que está por venir no es fácil.

 

Le advirtió despidiéndola.

[Felicity]

Para suerte de la Malfoy, el arcano centró su atención en ella, dejando a Colt un tanto abandonado en su propio caos. Felicity pudo observar lo alto que era el anciano en comparación con su metro sesenta de altura gracias a los cinco centímetros de más que le otorgaban aquellas bajas botas. Sonrió, mostrando una dentadura perfecta y pasó la pierna derecha sobre la izquierda, buscando una postura cómoda en aquella dura silla. Para sus adentros se preguntó qué edad tendría el maestro. Aparentaba entre setenta y ochenta pero, según le habían comentado, la mayoría de arcanos pasaban los 200 años. Ella dudaba mucho llegar ni siquiera a los 100, dando por hecho que moriría en alguna batalla o misión...

 

El arcano le preguntó lo que muchos maestros preguntaban nada más empezar una clase, por qué quería cursar nigromancia y si sabía qué era.

 

- Bueno, es una arte oscura, eso lo sabemos todos. Una de las ramas más escalofriantes de la magia pues trata de despertar a los muertos, aunque hay quienes dicen que es prácticamente imposible. ¿Qué opina usted? - devolvió la palabra al profesor - ¿Cree que esta magia está limitada solamente a crear inferis o se puede verdaderamente resucitar a alguien, sea quien sea?

 

Miró de manera inquisitiva al profesor.

 

- Preguntar qué me ha traído a estudiar la nigromancia es evidente - añadió alcanzo las cejas - ¿o qué más se podría hacer con esta magia aparte de crear un ejercito de muertos? Quizá Colt nos pueda ilustrar con algún dato más.

 

Era evidente que la mortífaga quería saber más acerca de esta rama y que estaba dispuesta a aprender todo cuanto pudiera. Lamentó que la instrucción hubiera empezado en una mazmorra ya que detestaba un poco el aprendizaje en lugares cerrados y sobretodo que no se requiriera el uso de la varita pero quizá aquello fuera solo el inicio, una mera introducción. O al menos, así lo deseaba la bruja, ansiosa por usar magia oscura.

[Aine Malfoy]

Siguió las indicaciones que le llevarían hasta Báleyr, el arcano nigromante. Tenía especial interés en el comienzo de aquella formación ¿Qué métodos usaría?¿Su naturaleza era compatible con ese tipo de magia? ¿Qué estaba dispuesta a perder para obtenerla? Muchas interrogantes y sólo conocía la respuesta a una de ellas: lo perdería todo.

Se había abstraído tanto, que cuando tuvo conciencia de su ubicación, ya se encontraba en las puertas de las mazmorras. Empujó la puerta y se adentró. El azul en su ojos destacaba aún más entre tanta penumbra.

El arcano se encontraba dentro y junto a él habían dos personas más, que a la sacerdotisa no le eran del todo desconocidas. Escuchó las advertencias de Báleyr y la posterior respuesta de Felicity; Ainé no podía definir si era molestia o preocupación lo que se dibujaba en el semblante del anciano. Otra pregunta más a la que no estaba segura de querer respuesta.

¿Por qué Nigromancia y no otra? Era para todos conocido que la adquisición de esa magia tenía graves consecuencias. Y si hubiera sido el momento y el lugar, le habría preguntado a Baléyr, cuánto había perdido para convertirse en lo que era y si había valido la pena. Su túnica azul noche, se mimetizaba con la oscuridad del rincón donde se había detenido a escuchar.

— Quizá, si tienes miedo a algo, lo mejor es conocerlo. La muerte no es lo que todo el mundo espera o desee.

Hay personas que se animan a jugar con ella, sin pensar en las consecuencias. Yo prefiero saber a lo que me enfrento y la nigromancia es para mí una gran interrogante. Muchas teorías, mucho poder, pero pocas respuestas. Y el desconocimiento sí es algo que me quita el sueño.

Al acabar la frase, seguía de pie y había mantenido la misma postura desde que entró a la mazmorra, escuchó y se animó a sumergirse en la conversación.

[Anne Gaunt M.]

Un pesado silencio se apoderó de la estancia en la que se encontraban hasta que la voz de Báleyr, que no estaba allí, le indicaba que podía volver atravesando un portal que había a la entrada de la biblioteca. Anne se quedó mirando al espíritu de Razna durante un instante.

 

— Gracias, maestra. Espero dominar esta magia algún día y que pueda sentirse orgullosa del tiempo que ha invertido en mí. Y que volvamos a vernos, quizás.

 

Realizó una reverencia sencilla y poco marcada pero sincera y luego se dirigió hacia la entrada, en la que encontró un portal y lo atravesó.

 

Regresó a la mazmorra donde había iniciado su viaje y se encontró con su maestro, así como con dos mujeres a las que conocía.

 

— Hola Felicity —saludó a una de ellas, pero con la otra tardó unos segundos. Parpadeó, confundida—. ¿Ainé? Vaya... ¿te han invocado mediante nigromancia o es que has vuelto? Ehm... —se giró hacia Báleyr, que se dirigía a ella, e intentó borrar el gesto de sorpresa para centrarse en lo que el anciano le decía. Tragó saliva, ¿la prueba?—. Sí, maestro, por supuesto que quiero. Nos veremos allí sin falta.

 

Asintió con la cabeza hacia él y luego miró a ambas mujeres mientras caminaba hacia la salida.

 

— Suerte, chicas. Y Ainé... a ver si nos vemos. Desapareciste tan de repente que creo que te dejé a deber un par de galeones, fíjate —y tras dedicarle una sonrisa burlona, salió de la mazmorra decidida a poner en práctica el consejo del viejo arcano. Descansar para enfrentarse al Portal... no podía ni imaginarse lo que éste tendría preparado para un aprendiz de nigromancia.

[Felicity]

De un momento a otro la oscura mazmorra se encontró concurrida de más magos y brujas. Apareció una mujer de cabellos azules de casi su misma estatura en la puerta, aportando a la conversación que recién había iniciado los motivos por los cuales se unía al aprendizaje de la nigromancia. A diferencia de la Malfoy, y a juzgar por sus palabras, estalla allí por el miedo a la muerte, a quién pretendía conocer más de cerca. La otra persona se trataba de Anne, que ya había acabado su aprendizaje y aparecía para despedirse y acudir directa a la prueba final que decidiría si era apta o no para poseer la oscura habilidad.

 

- Suerte Anne - deseó la bruja de cenizas cabellos, un tanto envidiosa. Cómo deseaba aprender lo que ella...

 

Notó un tono jocoso en la voz de la líder mortífaga cuando se dirigió a la bruja de azules cabellos pero se limitó a observar la conversación y despedirse con un gesto de manos antes de que desapareciera por la puerta.

 

Un repentino estallido tras los oscuros ladrillos de la mazamorra los puso a todos alerta. Felicity no tardó ni un segundo en ponerse en pie, varia en mano, apuntando hacía la pared del fondo, donde tanto libros, pociones, y otros trastos habían salido por los aires armando alboroto y cayendo al suelo estrepitosamente. Esta vez no había sido Colt. La mago oscuro miró al arcano de reojo, ¿sería una prueba suya?

 

- ¡Homenum Revelio! - gritó la bruja, apuntando a la pared, un tanto agujereada.

 

De haber alguna presencia humana oculta a menos de 15 metros, ésta sería descubierta.

[Báleyr]

El viejo esperó el tiempo justo para que todos aparecieran. No había tenido una clase tan concurrida desde hace tiempo por lo que iba a tener que ser mucho más minucioso a la hora de analizar las cuestiones que debían aprender como punto de partida.

 

- Muchos juegan con la muerte, pero lo que no saben, es que una vez que se hace presente, es casi imposible deshacerse de ella.

 

Le contestó a la muchacha cuando escuchó la respuesta a su pregunta. Cuando había finalizado, otra chica apareció en el lugar. Báleyr la miró detenidamente, y se dispuso a preguntar:

 

- ¿Porqué ha escogido la habilidad y que espera de todo el recorrido que haremos?

 

Los demás habían dado sus puntos de vista por lo que era momento de continuar con el camino. La varita del viejo se agitó y un portal se abrió a sus espaldas.

 

- Mientras la compañera piensa la respuesta, todos cruzaran el portal y se colocaran enfrente de cada una de las camillas de metal que vean. Cuando estén ahí, se quedan en el lugar para las indicaciones. Les advierto, no toquen ningún objeto que vean porque podrían salir perjudicados con alguna antigua y vieja maldición.

 

Les advirtió y el viejo fue el primero en cruzar.

 

Cuando ellos cruzaran, llegarían a una habitación de azulejos blancos. La cámara de análisis de la morgue los iba a estar esperando para dar el primer paso en el estudio de la muerte. Una camilla por alumno iba a estar dispuesta con todos los elementos quirúrgicos necesarios para llevar el estudio del cuerpo.

 

Tonó sus frágiles dedos y los muertos aparecieron. Los cuerpos estaban pálidos, con laceraciones, hematomas y coágulos de sangre fresca. Ellos deberían llevar acabo un análisis exhaustivo para determinar la causa de muerte.

 

Había una cosa que el anciano no les había dicho, cuando ellos se enfrentaran al cuerpo muerto que les había tocado, estaría solos para averiguar la causa de la muerte siguiendo las pistas que el mismo cuerpo les mostraba. De no lograr pasar la prueba, se le complicaría volver con el arcano.

[Felicity]

Por un momento la Malfoy se sintió como el viejo Ojoloco Moody cuando advertía a la gente que había que estar "ALERTA PERMANENTE". El estallido de la pared no había sido nada más que el arcano abriéndola con magia para acceder a lo que parecía una cocina o un baño, o esa primera impresión tuvo a juzgar por las racholas blancas de la pared. La mago oscuro bajó la varita, disimulando la vergüenza de haber sido un tanto paranoica que se había reflejado con un ligero rubor en sus pecosas mejillas. Tantas eran las batallas frecuentadas que se le hacía muy complicado no estar en posición de alarma a la mínima.

 

Pronto recuperó la compostura y siguió al profesor hacia la recámara que se había abierto, tratándose finalmente de una morgue. Rió para sus adentros cuando escuchó la advertencia de no tocar bajo la amenaza de una posible maldición. Ella era una rompedora de maldiciones experta, pues trabajaba para el mismísimo ministerio de magia, y aquello la tentaba más que otra cosa. Sin embargo, las ganas por obtener habilidades para la nigromancia eran más grandes que cualquier demostración mágica de habilidades en aquel momento.

 

- Le sigo - se apresuró la mortífaga, deshaciéndose de la capa que depositó sobre una de las sillas que habían sobrevivido al estruendo.

 

Solo entrar a la sala arrugó la nariz.

 

- Qué mal huele...

 

Se ubicó en frente de una de las camillas y pronto entendió el motivo de aquel olor cuando unos cadáveres aparecieron ante ellos. No podía imaginar que tenían que hacer, ¿abrirlos? La Malfoy respiró profundamente, intentando poner buena cara pero el olor se lo ponía difícil. Se arremangó la túnica y recogió la larga cabellera en una alta coleta de caballo, preparada para lo que estuviera por venir.

 

-¿Qué es lo que debemos hacer exactamente?

 

Observó el cadáver que le había tocado: un hombre de mediana edad, pelo canoso, estatura media y corpulento. Tenía marcas rojas y moradas alrededor del cuello, en las muñecas y en los tobillos. También pequeñas heridas en todo el cuerpo. ¿Qué le habría pasado? ¿Cómo habría acabado en Mahoutokoro ? ¿por donación? ¿o simplemente no tenía a nadie? Miró a sus compañeros, esperando algún gesto por parte de estos.

[Báleyr]

La primera alumna había arribado a la morgue desde el portal que había dejado abierto el anciano. Báleyr notó la mueca de asco que hacía al sentir el olor a muerte que embriagaba el lugar.

 

El cuerpo que se había dispuesto para la chica era bastante interesante. Ahora, nunca se debía quedar con lo que expresaba el cuerpo en el exterior, el interior podía decir mucho más. Las marcas que presentaba eran sólo la punta del iceberg que podía llegar a descubrir cuando abriese al muerto.

 

- Nunca te quedes con lo que ves por fuera, niña. Es importante que hagas una primera aproximación al campo de estudio y ver lo que te está diciendo; los cuerpos hablan y eso es lo que tienes que descifrar.

 

Esperaba que con aquellas palabras, la bruja se diera cuenta que debía empezar a trabajar en cada uno de los rincones del difunto. Al lado de ella estaba dispuesta una mesa con los elementos que necesitaría para llevar al autopsia de manera correcta y precisa.

 

- Cuando llegues a un veredicto acerca de la causa de muerta, lo tendrás que decir en voz alta. De ser correcto podrás continuar con el camino. Caso contrario, tendrás que salir tú sola.

[Felicity]

¿Por qué todo el mundo se empeñaba en llamarla “niña” La mortífaga arrugó el ceño, incómoda. Se removió entre sus ropas y se arremangó la túnica dejando al descubierto la marca tenebrosa grabada a negra tinta sobre el antebrazo izquierdo. Cogió uno de los instrumentos sobre una bandeja de plata y se puso manos a la obra pensando en qué provocaría en ella que tanto los arcanos como los uzzas la llamaran de aquella manera cuando ya estaba en la treintena. Quizá fuera su menuda estatura acompañada de un cuerpo delgado. O sus facciones, algo aniñadas, sobre todo con aquellas tostadas pecas que adornaban sus pálidas mejillas.

 

El instrumento que había tomado se trataba de una cuchilla pequeña plateada de disección, templada y neutralizada. Le tembló un poco la mano por lo que la volvió a dejar sobre la bandeja. No tenía ni las más remota idea de qué hacer. Lo único que sabía de las autopsias era que se realizaban en caso de muertes violentas o de dudosa criminalidad. Ya había observado el cuerpo externamente lo suficiente pero lo volvió a hacer por si se le había escapado algún detalle.

 

-Es evidente que lo ataron, de pies y de manos – empezó a decir, observando más de cerca las marcas rosáceas tanto en las muñecas como en los tobillos que eran más evidentes en el fallecido - Y hasta quizá lo estrangularan a juzgar por las marcas alrededor del cuello. Con manos, alguna cuerda, algún hierro… diría que con las manos porque las marcas que empiezan y acaban, y no precisamente unas manos muy grandes– definió -No hay restos de sangre, solo morados pero…

 

Tomó el instrumento nuevamente y rajó la corta túnica de verano del desconocido, abriéndola por completo. La piel estaba muy cetrina. Seguidamente se puso unos guantes blancos de lycra de usar y tirar.

 

- Tampoco hay restos de sangre, ni heridas...- durante varios silenciosos minutos observó detenidamente el cuerpo con ayuda de otros intrumentos - tampoco de fibras pero si tiene arena bajo las uñas, tuvo que estar en contacto con suelo de tierra. No sufrió violencia externa más que por las cuerdas y en el cuello por unas manos, aunque...

 

Felicity pensó que un mago no moría así como así por unas cuerdas. Tomó el visturí de nuevo y esta vez tomó mucho aire. Empezó el examen interno del difunto, buscando lesiones y hematomas internos, limpiando el hueso y sacando la calota craneana para hacerlo. Todo aquello le estaba costando sobremanera y eso que en el pasado fue subdirectora de san mungo pero nada más que a nivel organizativo. Suspiró varias veces y se secó el sudor de la frente otras más con el brazo. Notaba que el arcano la miraba de vez en cuando sobre el hombro y aquello la ponía aun más nerviosa e incrementaba la dificultad para concentrarse.

 

- Ajáa - exclamó al cabo de una hora - ha muerto de dolor, torturado... la causa de la muerte es un edema cerebral severo debido a rabdomiolisis por politraumatismo generalizado. Lo torturaron hasta morir. ¿Es así? - preguntó la mago oscuro deshaciéndose de los guantes que arrojó a una papelera negra - lo ataron y torturaron, quizá con la maldición "crucio".

 

Se encogió de hombros, preguntándose de qué le serviría aquello para obtener la habilidad de devolver la vida a los muertos. Además, el profesor no había respondido a su pregunta de si verdaderamente podían revivir a una persona fallecida o solo crear un ejercito de muertos vivientes. Esperó, impaciente e incómoda por encontrarse aun en aquel lugar de mala muerte.