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Oclumancia


Aailyah Sauda
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De pronto las palabras de la arcana parecían tan sabias, en realidad lo eran, pero tan comprensibles a la mente de Cye que no fue capaz de decir nada, solo asentir y es que era cierto, siempre el peor enemigo estaba dentro de una misma, no podía ser distinto con la mente y la información que esta liberaba.

 

Y De pronto allí estaba Saka de nuevo en su cabeza, invadiendo sin ser invitada, atacándola en un punto extremamente sensible, pero no le decía nada que ella misma no hubiera pensado, aunque seguía postergándolo. Bodrik era su talón de Aquiles, lo sabía y ahora Sauda, aunque se equivocaba en algo, la pelinegra era capaz de asumir sus propios retos porque tenía todo para hacerlo, mente cuerpo, alma e independencia, además de valores sólidos y la certeza de un par de brazos que la esperarían siempre pasara lo que pasara, eso no era impedir su madurez, sino alentarla a lograrlo sin el temor de perder un lugar al que volver en cualquier momento de su vida.

 

”Quiero más que nadie que siga creciendo, que viva sus propias experiencia y tome el camino según su elección, no le temo a que se equivoque ni al dolor que pueda sufrir, porque es parte de la vida, yo no impediré que se aleje o se acerque y siempre respetare el destino que sus pasos tracen, así que no conseguirás hacerme sentir culpable y por tanto no tienes nada que hacer mi cabeza” en vez de estar airada u ofendida, la Lockhart estaba muy calmada y esa serenidad proveniente de la convicción plena de poder hacer lo que se proponía le dio la fuerza para pronunciar con su voz cantarina --Oclumens-- eligiendo erigir el muro que termino por alejar a la arcana de su mente, no mentiría diciendo que fue cosa de nada, pero no dudo en hacerlo y lo consiguió.

 

Sus orbes celestes permanecían velados por sus propios parpados, perdiéndose de la belleza del entorno, uno que como sacerdotisa le hubiera encantado recorrer y descubrir, quizás algún día pudiera… fue entonces que sus ojos volvieron a encontrarse con la brillantez de cada color a su alrededor incluso en el atuendo de la mujer que las guiaba, sonrió ante las palabras que eran para Bodrik y que anunciaban su avance, pero sus labios no profirieron una sola silaba, la pelinegra no las necesitaba para saber que su corazón festejaba el acontecimiento.

 

”Aquí estoy” respondió de la misma forma a @@Aailyah Sauda sin mover un solo labio, no en forma jactanciosa, sino con humildad, a la espera de cualquier otra enseñanza que quisiera regalarle, de cualquier consejo.

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La respuesta de Sauda a su intento de armar una defensa mental no se hizo de rogar. Absorbió cada palabra de la arcana mientras ésta le hablaba en su mente explicándole que no había un modo de hacerlo correcto o incorrecto. Tal y como había supuesto, aquel tipo de actividad era simplemente llevarla a cabo, pues la mente no podía activarse y desactivarse como un hechizo realizado mediante varita. La mente siempre estaba activa, y había que entrenarla para que estuviese siempre lista para desarrollar aquel poder. Ya había aprendido a hacerlo antes con la legilimancia. ¿Por qué no iba a ser capaz ahora con la oclumancia?

 

Asintió aunque Sauda no estuviera con ella. Sabía que ella estaba al tanto de lo que pensaba en todo momento. Pero incluso palideció cuando la anciana la invitó a mirar en su propia mente cómo formaba ella su propia defensa, cómo usaba la Oclumancia. ¿De verdad permitiría semejante cosa? Notó que sí, pues se preparaba para dejarla entrar sin oponer resistencia. Aquel pensamiento casi la hizo reír, puesto que estaba segura de que jamás sería capaz de penetrar en la mente de un arcano sin permiso previo de éste.

 

Se relajó y avanzó lentamente en el interior de la mente de Sauda. Parecía que ésta había trazado una especie de camino perfecto para que ella no se perdiera e intentara entrar en otro lugar que no debía ver, y Anne se dejó llevar por aquella invitación hasta que se topó con una especie de red de hilos vegetales que no la dejaron continuar. Se detuvo a intentó pasarlo, a simple vista no parecían presentar una defensa mayor que una valla de madera. Pero por más que lo intentó, no consiguió hacerla ceder ni un milímetro. Podía percibir lo que la arcana le dejaba ver: un campo de cosechas, la calidez de la luz del sol en aquel paraje maravilloso, el ruido de un cristalino arroyo cerca de allí. Dejó que todo aquella la envolviera y, cuando unas ancianas manos la empujaron para alejarla de aquello se dejó llevar como lo haría una niña pequeña obediente y concesiva.

 

«Creo que ahora lo he entendido mejor, arcana», pensó aún envuelta en lo que había visto en la mente de Sauda. Aún podía percibir la armonía de los pensamientos de la anciana, aquellos que habia usado para crear una barrera. Al parecer, ella no recurría al miedo de perder algo para defenderse sino, irónicamente, a aquello que le resultaba valioso. No bienes materiales, sino... momentos. Olores. Vistas. Era maravilloso, jamás se le habría ocurrido. «Si me lo permite, ahora probaré yo», añadió en su mente, empezando a recabar información que pudiera servirle para aquello.

 

Se relajó hasta el punto de que un suspiro se le escapó de entre los labios. Sin casi pensarlo, su mente había recogido todos los recuerdos de su infancia y una serie de imágenes comenzaron a desfilar por su cabeza, como si se tratara de una serie de diapostivas. El verdor de la hierba allá hacia donde mirase, fresca y reconfortante cuando posabas una mano sobre ella; el frío de la piedra que había bajo ésta, visible en algunos puntos donde la hierba no había crecido. El inmenso azul del mar al fondo, con el sonido de las olas rompiendo contra el acantilado. El olor del mar mezclado con el de la hierba, y un ligero toque del aroma de su padre... el sol calentando su espalda mientras corría por aquel paraje inigualable. «Aillte an Mhothair», pensó inconscientemente, envuelta en aquellos recuerdos tan gratos de su pasado. Cuando se quiso dar cuenta, encontró una especie de muro que fortificaba su mente de una forma peculiar; cada una de las piedras que lo conformaban era uno de los detalles que podía recordar de los acantilados de Moher, aquel paisaje maravilloso de su Irlanda natal. Lo visitaba mensualmente con su padre durante dos días, y recordaba pasar todo el mes deseando que llegara aquel hermoso fin de semana donde podía disfrutar de aquel paraje sin igual.

 

Mantuvo aquellos recuerdos allí y se dio cuenta de que podía pensar en otras cosas sin que estos se esfumaran como un puñado de humo que se disuelve entre el resto de componentes del aire. «Creo... no, no lo creo. Lo he conseguido», se atrevió a afirmar mentalmente Anne para que la arcana evaluara su trabajo. No sabía si aquel muro sería lo suficientemente fuerte como para detener un ataque, pero notaba que las fuerzas no se le agotaban como le habia sucedido en su anterior intento. Al contrario, se encontraba inusualmente calmada, como si llevara practicando aquella habilidad toda la vida a pesar de que no era más que el segundo o tercer intento que había realizado.

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Sauda había sido bastante clara con su pregunta acerca de su disposición de aprendizaje y la Joven aprendiz primero asintió a modo de aprobación, pero después supo que era necesario afirmar con palabras lo que pensaba. Respiró profundamente antes de responder< – Estoy segura de que solo necesito práctica, Estoy lista para recibir el arco de habilidad – Confirmó tratando de poner su mente en blanco>

 

Pese a que la Arcana poseía la habilidad de conectarse a su mente, aunque la adolescente se esforzara en sacarla de allí, de todos modos, debía seguir intentando pues como bien decía la mujer, otros no serían tan gentiles y seguramente se enfocarían en sus debilidades para dañarla, por eso era necesario luchar contra aquello, pese a que Saka actuaba como maestra, enfocándose en enseñarle como defenderse de cualquier ataque.; debía sacarla de allí por su propio bien.

 

Era imperioso proteger a su familia aun de su propia mente y de sus propios recuerdos felices y esa era sin duda la tarea más difícil pues su mente estaba llenas de estos recuerdos con la familia Lockhart que a fin y al cabo eran su verdadera familia pues de la Felagund-Evanik se había alejado dos años atrás cuando su abuela materna se había metido con aquel hombre oscuro llamado Radamantys dejando a un lado a su abuelo Dagonet, ese castillo estaba abandonado hacía ya mucho y su mente estaba repleta de felicidad y esperanza y esa quizá era su perdición pero no lo permitiría.

 

< ¿En qué podía pensar que no fuera tan importante para hacerle daño real? – La academia hacia parte de su vida, pero era un pasado lejano, y sus recuerdos eran vagos en su época de estudiante y en la época de profesora estaban llenos de satisfacciones. Si, Centauros la hacían feliz y compartir con ellos jugara encontrar los huevos de pascua y su orgullo al verlos graduarse la llenaba de satisfacción – era momento de hacer una barrera cimentada en una felicidad solida pero que no le hacía daño -oclumens – la barrera era fuerte.>

 

@@Aailyah Sauda,@

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Cye estaba consciente de que la información era poder, siempre había sido así y estaba completamente segura que de la misma manera lo vería cualquiera que buscara entrar en su cabeza, por eso debía ser selectiva o más que eso, pero ¿cómo convertir lo malo en bueno? o ¿las debilidades en fortalezas? Si su talón de Aquiles eran los recuerdos de su familia, de sus afectos, debía hacer que algo tan poderoso como eso bloqueara toda búsqueda ajena en su mente, algo fácil de decir, incluso de pensar y deducir pero extremadamente complicado de ejecutar.

 

En tensión nada fluía o funcionaba, así que inhalo y exhalo y con ello cada fibra comenzó a relajarse y a concentrarse, --Oclumens-- dijo al tiempo que un árbol el sauce blanco del que solo ella conocía su ubicación apareció en su mente, de gruesísimo tronco, anclado al terreno con la fuerza de sus largas y copiosas raíces, con grandes ramas y lleno de hojas hermosas, que se movían generando una brisa fresca, que susurraban palabras que ella podía entender, solo eso basto para que un muro hecho de fuertes raíces entrelazadas, tapizado de hojas y sonidos conocidos y maravillosos se levantara rápidamente aislando a cualquiera que intentara penetrarlo, paradójicamente bajo aquel árbol en algún momento yacieron ella y su actual esposo cuando este le pidió matrimonio, pero eso era algo que no sabrían porque el poder de aquel recuerdo era tan fuerte y vivido que no necesito llegar al desenlace o más detalles que la naturaleza misma del árbol que día a día la seguía fascinando y a quien consideraba su amigo y confidente.

 

La sensación de paz era infinita, casi podía sentir aquella brisa sobre su rostro, cuando en realidad era la que generaba el entorno a las afueras del claustro de la Arcana, sus ojos permanecían cerrados, pero su mente comenzó a moverse por el espacio maravilloso que rodeaba al sauce, el sonido del agua, el movimiento de las flores de varias tonalidades, casi podía oler los lirios blancos, las peonias ubicadas más allá y escuchar el zumbido de un par de colibrí cerca del rosal, fue entonces que se percato que @@Aailyah Sauda ya no estaba en su cabeza y que la barrera seguía allí firmemente establecida como si hubiese sido construida de acero solido e impenetrable. Y entonces abrió los ojos para buscarla y escrutar la expresión en el rostro de la maestra, esperado que fuera de aprobación, aunque sabía que aun debía practicar mucho e intentar penetra a otros.

 

Una sonrisa cual chiquilla surco sus labios haciendo que el par de hoyuelos, en sus mejillas se notaran, estaba muy contenta, feliz, porque había sido una experiencia nueva, algo que jamás le había ocurrido, ya antes había levantado barreras y sobre todo había penetrado mentes para comunicarse como sacerdotisa, pero esto era diferente, era similar a haber probado la miel pero justo ahora encontrar el panal completito.

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No se asombraba en lo más mínimo que sus pupilas lo hubieran hecho bien hasta el momento. Incluso Anne que había regresado a hacer la habilidad estaba siendo más abierta y perceptiva que la vez pasada, mucho más entusiasmada y metida en su labor por mejorar sus barreras mentales.

 

Por otra parte, Cye estaba ayudando a Bodrik a seguir su camino, soltándole la mano lentamente y mostrándole que era fuerte por sí misma. Las dos juntas eran fuertes pero también lo iban a ser separadas y era todo lo que Sauda quería enseñarles. Ahora, había llegado el momento.

 

—@ creo que es momento de que te pregunte si estás dispuesta a afrontar la prueba de la habilidad. De ser positiva tu respuesta, te espero al amanecer en la orilla del Lago que rodea la isla con la Gran Pirámide— hizo una breve pausa y entonces se dirigió hacia Bodrik y sonrió—. Entonces, ya que tu respuesta también ha sido positiva, debo citarte al amanecer a orillas del Lago que rodea la Gran Pirámide. Harán la prueba juntas, al menos hasta entrar en la Gran Pirámide y luego cada una deberá tomar su propio camino.

 

La Arcana dio un paso alejándose de las chicas mientras les permitía marcharse ya de allí. Su labor como Maestra, como entrenadora de mentes, había concluido para ellas y sólo quedaba esperar a que demostraran de qué eran capaces dentro de la Pirámide. A partir de allí, Sauda sólo sería una expectadora y ellas tendrían que moverse dentro de lo que sucediera por sí mismas, confiando en sus habilidades. Esperaba haberlas entrenado tan bien que solas pudieran salir de la Gran Pirámide dotadas de una nueva habilidad.

 

Saka se volvió hacia su vivienda y se dirigió hacia la humeante taza de té que la aguardaba. Tomó un sorbo y luego escuchó una exclamación de sorpresa y alegría en su propia mente, unida mediante un fino hilo a la de Anne, la otra pupila que quedaba aún.

 

<<Veamos si es así>> le respondió, sorbiendo un poco de té.

 

Lanzó unos lazos de telas de colores a través del hilo que unía su mente con la de Anne y comenzó a palpar la superficie de la barrera que ésta había creado. Era un muro de piedra natural, relleno de verde musgo en las juntas de los bloques que lo conformaban. Saka tocó aquella superficie con uno de sus lazos de bella tela naranja y descubrió que la piedra estaba fría, salpicada por el salitre del mar y que el viento recorría su exterior, envolviendo todo y elevándolo. Pudo oler el mar, el pasto verde y escuchar el sonido de las gaviotas. Pudo escuchar, también, las olas rompiendo contra aquel muro pero en vez de chocar ensordecedoramente, se unían a él y bailaban, como si lo reconocieran.

 

Era hermoso y maravilloso.

 

<<Bien hecho. Sé que aún es algo débil y endeble, pero vamos a mejorarlo con trabajo duro. Ahora que sabes que puedes mantener la barrera y pensar en otras cosas, vamos a hacer otro ejercicio: quiero que bajes y levantes la barrera mientras te concentras en cantar una canción. Sí, vas a pensar que será sencillo pero, además, quiero que mires a tu alrededor. Está lleno de pasto verde y tréboles... quiero que busques los de cuatro hojas. Así que tendrás tu mente saturada de actividad y deberás subir y bajar la pared, ¿estás lista?>> preguntó la Arcana, saboreando el té mientras ponía a prueba a su pupila.

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Aun tenía aquella sonrisa en el rostro y dudaba mucho que Sauda no la hubiera notado, incluso Bodrik, y la verdad no pensaba ocultarla hasta que fue borrada tras escuchar las palabras de la arcana, si verdaderamente hubiera estado chupando la miel de ese panal seguro se hubiera ahogado, pero como no, sus ojos se abrieron de par en par asombrada, pues aunque esa pregunta la esperaba desde el mismo momento en que llego a terrenos de la Universidad, ahora que la hacía le parecía sorprendente al punto de dejarla muda.

 

Aailyah en realidad no esperaba una respuesta, no una audible quizás, porque de inmediato se giro hacia su nieta Bodrik para indicarle lo mismo que a ella, que la esperaba a orillas del lago al amanecer, eso sí, aclaro que de allí en adelante ambas brujas tomarían caminos separados. Y entonces la rubia sonrío, ya había entendido que debía dejar a su nieta caminar su propio sendero y no interferiría en el mismo porque eso en vez de ayudar era un lastre para la pelinegra.

 

--Si, si, si, si estoy dispuesta, allí estaré-- dijo al fin, aunque la arcana ya caminaba rumbo a su vivienda mientras que las dos Lockhart continuaban paradas ahora tomándose de la mano y abrazándose en señal de regocijo por haber conseguido avanzar un peldaño hacia la meta de conseguir la vinculación con el aro de la Oclumancia.

 

--Bo ni siquiera me dejo darle las gracias-- expreso, aunque sabía que la vería de nuevo aunque solo fuera al final, entonces le diría lo mucho que sus palabras la había hecho reflexionar y que de pronto el camino parecía más ligero, pero para eso todavía faltaba llegar a la pirámide y estaba segurísima de que no sería nada fácil.

 

@@Aailyah Sauda

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Anne sonrió, a pesar de encontrarse sola en el bosque, cuando escuchó a Sauda aprobar su ejercicio. Aún podía mejorarlo, cosa que ya sabía ella, pero parecía que había captado lo importante para comenzar a adentrarse en los entresijos de aquel maravilloso poder. Le hizo una nueva petición y la Gaunt esperó, en silencio, concentrada en memorizar cada indicación. Sus ojos grises se abrieron de par en par cuando comprendió la complejidad de la nueva actividad. ¡Debería concentrarse en varias acciones y, aún así, controlar su mente para no dejarla desprotegida!

 

Sintió que la frente se le perlaba en sudor, y eso que aún no había comenzado. Suspiró, nerviosa, pero asintió con fuerza: no iba a dejarse intimidar tan fácilmente. «De acuerdo, maestra Sauda, así lo haré. Pero con su permiso... haré algo antes», le respondió. Acto seguido, se despojó de sus sandalias y las dejó a su lado mientras disfrutaba del frescor del suelo en sus pálidos pies. Sin pensarlo si quiera, su pelo hasta el momento azul eléctrico se había tornado castaño oscuro, su color natural. Estaba realmente cómoda así.

 

Se centró en lo que tenía que hacer a continuación. Colocar y suprimir la barrera mental mientras realizaba otra serie de acciones que, sin duda, habían sido dadas para desconcentrarla. Sauda le había pedido cantar una canción, y enseguida recordó una de aquellas melodías celtas que cantaban en la taberna de Cork que solía visitar los viernes por la tarde con su padre adoptivo, Shiro. Sonrió nada más pensarlo y la melodía comenzó a fluir en su cabeza primero, y fue saliendo como un murmullo entre sus labios después. Cerró los ojos mientras la música que tarareaba la envolvía y, casi sin pensarlo, la barrera de piedra que había creado en su mente unos instantes antes bajo las indicaciones de la arcana desapareció. «Y ahora toca elevarla de nuevo». Siguió tarareando, pero afortunadamente no necesitaba pensar demasiado en ello para seguir haciéndolo, así que formó la defensa en su mente de nuevo, igual que había hecho un poco antes.

 

Se sintió orgullosa al comprobar que había podido hacerlo una vez con la mente dividida en dos acciones. Pero aún tenía que seguir haciendo algunas cosas más. Abrió los ojos y comenzó a pasear la mirada a su alrededor sin dejar de tararear, ahora en voz un poco más alta, mientras dejaba que su protección mental desapareciese. Y en cuanto sintió que se había desvanecido, la hizo aparecer de nuevo. Ésta parecía incluso un poco más consistente que en el anterior intento. Una sonrisa de autosuficiencia apareció en el rostro de la Gaunt.

 

Dejó caer una vez más el muro mientras comenzaba a caminar, sin dejar de tararear. En alguna parte había un trébol de cuatro hojas que debía encontrar, eso había dicho Sauda. Se agachó, ya prácticamente cantando a viva voz, e intentó levantar la muralla de su mente mientras pasaba las manos por las flores. Y el muro no se levantó. Súbitamente, paró de cantar y frunció el ceño. ¿En serio? ¿El cansancio iba a hacer mella justo en ese instante? Sacudió la cabeza como si así pudiese alejarlo de sí misma y volvió a cantar, intentando recuperar la concentración que había perdido de un plumazo. Consiguió alzar su defensa mental mientras tarareaba y miraba a su alrededor, pero seguía sin divisar el trébol de cuatro hojas.

 

Una vez más, hizo desaparecer su barrera mental y se incorporó: el dichoso trébol no estaba. ¿La habría engañado Sauda para mantenerla ocupada en aquel tramo del bosque? Justo mientras pensaba aquello, sin parar de cantar, y a la vez que se concentraba para alzar de nuevo su defensa invisible, lo vio: el trébol estaba justo ahí, frente a ella. Se acercó y se agachó a su lado para tomarlo entre sus dedos: y el muro se alzó en su mente, más fuerte y firme que en las anteriores ocasiones.

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Con la respuesta de Cye afirmativa, Sauda la esperaría en el lago al día siguiente. Marchándose sus dos pupilas más avanzadas, se concentró en la tarea que tenía por delante: preparar a Anne para su propia prueba. Pronto Aailyah se dio cuenta de que su pupila recursante era asertiva con las cosas que se proponía, sobre todo porque entendió a la perfección lo que estaba haciendo: volver a poner su cabello de su color natural y rozar sus pies en el pasto verde la ayudaría a desatar las ataduras que tenía dentro de sí misma, ya que se mostraba como era y eso le ayudaría a concentrarse en otras tareas.

 

<<Con el tiempo también podrás cambiar tu aspecto mientras mantienes tu barrera alta y fuerte>> no lo dudaba ni por un momento.

 

Cuando terminó de tomar su té y lo dejó mágicamente en la pileta donde lavar los trastes de cocina, su mente se volcó por completo a seguir la tarea de Anne. Seguía la canción desde dentro de su mente y esperaba el momento en que la bruja bajaba la barrera para posar sus dedos mentales, sutiles y gentiles, sobre las rocas marinas que lo componían. Así, cuando volví a surgir, no la veían como una intrusa sino como parte de la misma barrera. Sauda era lista pero Anne era persistente y fuerte ante todo. Continuaba cantando la canción más y más fuerte y volvía a subir la barrera, haciendo que la Arcana se retirara mentalmente para no quedar "aplastada" por la ferocidad de las olas que chocaban, entonces, contra ella.

 

<<Es una hermosa canción>> acotó Saka, buscando en la mente de Anne la letra de la melodía y repitiéndola a la par que ella, haciendo eco de lo que la bruja cantaba mientras la seguía por el bosque en su búsqueda de los tréboles de cuatro hojas. <<Ah, bellísimo>> dijo, pasando otra mano dulce mental sobre la piedra mojada que componía la barrera de Gaunt y notando, ahora, que se había vuelto más dura, más sólida y con muchos menos huecos que la primera vez que había visto cómo la construía.

 

Finalmente, la joven bruja (joven para Sauda, que tenía muchísimos más años), encontró el trébol que había estado buscando y, en un parpadeo, la Arcana apareció justo frente a Anne.

 

Bien hecho— sonrió y luego puso la palma de su mano hacia arriba esperando a que la bruja le diera el trébol. —Eres capaz de hacer varias cosas al mismo tiempo, pero para ello te he visto dejar de utilizar tu mente para otras cosas... Mantener la barrera debería serte tan natural como respirar— cerró la mano en torno al trébol y, al abrirla, ya no estaba. En su lugar, había un capullo de mariposa. —Tu mente debe mutar al tiempo que lo hacen tus pensamientos. Tu barrera debe ser igual. Te he mostrado cómo hacerla, construida con cosas que son buenas para ti y no con repelentes. Los repelentes atraen más a los metiches. ¿Crees que puedes agregar cosas a tu barrera, mutarla, adaptarla para que la persona que se meta no vea una barrera, sino una... falsa puerta, quizá?— entrecerró los ojos para ver si Anne la seguía en la idea que le estaba planteando.

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  • 2 semanas más tarde...

Si descubrir que era capaz de proteger su mente incluso cuando ésta tuviera que estar pendiente de otros asuntos le había resultado maravilloso, quedó en nada comparado con el hecho de que Sauda apareciese frente a ella. Se sobresaltó hasta tal punto que retrocedió un paso, aunque enseguida la sorpresa dejó paso a un enorme agradecimiento. Por dejarse ver; por permitirle aprender de ella; por sus consejos y su paciencia. Bajó la mirada con respeto.

 

Depositó el trébol en la mano de la anciana cuando ella la tendió en su dirección y luego se centró en sus palabras. Cerró y abrió el puño mientras hablaba: el trébol había cambiado. Y es lo que pedía ahora que hiciera con su mente. Frunció el ceño, no estaba segura de si entendía del todo lo que debía hacer. Bajó la mirada de nuevo para observar el capullo de mariposa que unos instantes antes había sido un trébol. ¿Se refería a crear falsos recuerdos o pensamientos para enmascarar los auténticos?

 

Volvió a alzar sus ojos grises para mirar a Sauda.

 

No estoy segura de si entiendo del todo lo que me pide, arcana, pero lo intentaré.

 

Suponía que su defensa debería ser precisamente contra ella, aunque estaba segura de que hiciera lo que hiciese Sauda podría con ella. No obstante, intentaría concentrarse al máximo para no decepcionarla. A pesar de que no se lo había indicado así, Anne comenzó a caminar tras ofrecerle sus respetos a Sauda con una inclinación de cabeza. Lo hacía dando vueltas por la zona, lentamente, sin dejar de observar todo lo que acontecía a su alrededor. Mientras tanto, su mente comenzó a quedar rodeada por una vasta muralla defensiva basada en los recuerdos felices de su infancia, los mismos que había usado en los ejercicios anteriores. Pero sabía que ahora no bastaría solo con eso, sino que debía esforzarse por hacer que su mente mutara del mismo modo en que lo había hecho el trébol.

 

Un pensamiento sobre su madre le cruzó la mente de repente. ¿Había sido fortuito o eso quería decir que algún recuerdo sobre ella sería el objetivo de la tarea? Inmediatamente se puso manos a la obra con lo que había dicho Sauda. «¿Crees que puedes agregar cosas a tu barrera, mutarla...», la voz de la arcana resonó en su mente. «... que la persona que se meta no vea una barrera, sino una... falsa puerta». ¿Y si le mostraba un recuerdo falso, alterado en su propia mente? ¿Y si dejaba un hueco en la barrera que llevara a otra parte que no tuviera que ver a lo que buscaban en su mente?

 

Tragó saliva mientras sentía cómo el sudor comenzaba a escurrirle por la frente una vez más. Era trabajoso usar una habilidad como aquella. Optó por la primera opción y, en su mente, la imagen que proyectaba para su barrera se alteró lentamente. Apareció su madre, pero con una identidad falsa, no con el brillo de determinación que siempre mostraba en sus ojos, ni su altanería y superioridad. Paseaba por los acantilados de Moher, cosa que jamás había sucedido mientras Anne era niña. Luego la imagen se emborronó y en el mismo paisaje apareció Shiro, precisamente leyendo una carta de la madre biológica de Anne. También era falso, por supuesto, pero estaba segura de que serviría para despistar en caso de que necesitara hacerlo. Varios recuerdos alterados se fueron colando en aquella muralla que cada vez se elevaba con mayor facilidad. Había olvidado el cansancio que había sentido un rato antes, ahora estaba llena de energía y determinación. Y no sabía si aquello era lo que Sauda le había pedido, pero estaba segura de que podría servirle en algún momento. Si no era lo que debía hacer, al menos le había servido para aprender una nueva técnica.

 

Paró de caminar y miró a la arcana, esperando a que le dijera algo sobre su avance.

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  • 3 semanas más tarde...

Todo ello ocurrió poco antes que decidiera emprender su viaje.

 

No había buscado acudir allí en particular. De hecho, sus mayores tormentos y dificultades provenían de sus inmanejables visiones, por lo que inscribirse en algo como videncia habría sido el paso correcto. Sólo que, no era lo que ella quería. A medida que avanzaba y la vegetación iba encerrándola más y más, se sentía sofocada pero satisfecha. Percibía su entorno como una irónica paradoja de las cosas que pasaban por su mente, de cómo parecían entrelazarse, mezclarse, asfixiarse entre ellas y a la par, como enredadera y árbol, avanzar al unísono hacia un cielo improbable, que no era visible desde abajo. Sin importar si una era parasitaria de la otra. De hecho, eso hacía que la comparación fuera todavía mejor.

 

También, ideas que morían, arrasadas en el suelo hasta hacerse pedazos.

 

Su mente nunca había sido precisamente estable, eso ella lo sabía. Los problemas que eso le había acarreado en el pasado no eran cosa de risa; el peor de todos había sido Káiser. Quizá por eso fue que acudió a Sauda y no fue con Sajag. Hacía exactamente dos años que aquel individuo, Malfoy, la había llevado a la ruina. Quería creer que de alguna manera había logrado expurgarlo al fin de su interior, que estaba lista para hacer lo que debía hacerse: resguardarse ante la búsqueda de información pero sobre todo defender su mente frente a las intrusiones que hacían que no fuera más ella misma.

 

Todo eso sonaba razonable, por supuesto, en cuanto encontrara a la arcana; porque claro, si se investigaba de manera superficial en los registros de Catherine, era bastante evidente su escasa capacidad para ubicarse en lugares que no fueran Escocia. Ella iba vestida como cualquier bruja tradicional, toda de negro, con botas, sombrero y túnica. La varita, en el bolsillo, cosa que siempre le recordaba a Madeleine. Una varita con una rajadura en la base. Nada más llevaba encima que fuera digno de mención.

 

¿Se suponía que tenía que dar con la arcana? ¿O la arcana daría con ella? Creyó oír voces pero ¿a la derecha? ¿izquierda?

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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