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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Keaton comenzaba a aburrirse, estaba allí parado sin ningún tipo de respuesta por parte de la Arcana... ¿sería que ésta estaba enojada con él debido a que la vez anterior le había dejado plantada? El mortífago esperaba que la Arcana no fuera tan dura como los Uzza, ya tenía bastante con los regaños constantes de Badru por no llevar bien la clase del Libro de la Fortaleza, como para que a parte le reprendiera un Arcano, y que los respetaba, pero comenzaba a pensar que tal vez hubieran estado mejor en su tierra natal. Fue precisamente que cuando la voz de Aailyah resonó en su cabeza, el chico no pudo evitar dar un respingo.

 

—¡Diantres! Tendré que comenzarme a acostumbrar que se metan en mi mente, al menos durante todo el resto de mi aprendizaje —Dijo el italiano mientras "escuchaba" la reprimenda de Sauda y sus indicaciones.

 

Entendió la molestia de la mujer, de hecho, estaba completamente de acuerdo en lo que le decía, no estaba jugando y él precisamente estaba haciendo perder el tiempo a una Arcana. Sin embargo, lo que sí no le gustó para nada es que le dijera que tal vez fuera imposible. Con aquella simple palabra aquellos se convirtió en un reto para Keaton. Los Ravenclaw, ya fueran de sangre o por colocación en esa casa en Hogwarts, eran competitivos, eran muy dados a demostrar lo capaces que eran, lo excelentes magos que podían llegar a ser, así que aquella mujer había dado en el punto perfecto para hacerle terminar aquello al Base.

 

—No se preocupe, verá lo capaz que puedo llegar a ser, no tiene una idea —Dijo el vampiro sin molestarse en sólo pensarlo, su voz también quería expresar aquello.

 

Sin embargo la indicación de Sauda fue algo extraño ¿colocarse a lado de una ventana de la parte trasera de la cabaña y de ahí partir recto? Aquello le olía a chamusquina, pero no le quedó de otra más que acatar lo dicho por la anciana. Así pues, sin rechistar, el hombre rodeó la cabaña, se colocó a la siniestra de la dichosa ventana y centró su vista derecho. Vamos, veía al río a lo lejos, a los lados del camino aquel varios árboles y algunos senderos a la derecha y a la izquierda que de seguro lo llevarían a lugares interesantes, pero él debía ir al río.

 

—¿Por qué un río? —Dijo al empezar a caminar —¿Por qué no en el interior de la jungla? ¿Será que la Arcana es medio payasa para esos lugares? —Dijo justo cuando se situaba cerca del primer sendero de viraba a la izquierda —Igual podría irme hacia allá y decirle mediante la conexión mental ésta que la veo allá... —Añadió comenzando a poner sus pies en aquel sendero.

 

«No Keaton, no, la Arcana te dio una orden clara» Dijo una voz dentro de su cabeza, una vocecilla que era la de él mismo pero advirtiéndole de lo que tenía que hacer y cómo lo debía de hacer.

 

—Si, es verdad, la selva ésta puede esperar —Se dijo y volvió a poner los pies en su camino original.

 

Aquello le pasó varias peces durante el camino hacia el río, en algunos puntos, los senderos de la izquierda le llamaban y estaba completamente seguro de que ellos serían muy interesantes, que debía de ir, pero aquella voz en su cabeza le hacía recapacitar, virar de nuevo y centrar su camino. No fue para nada sencillo, aquel día su cabeza se estaba empeñando en procrastinar de más, estaba convencido de ello, pero el reto estaba dado, ya haría aquellos viajes más adelante, tendría oportunidad de visitar aquellos senderos después, de momento, debía de estar centrado en su aprendizaje como Oclumante,

 

—Bien, he llegado... ¿ahora dónde está la Arcana Sauda? —Se preguntó el vampiro volteando para todos lados mientras buscaba a su mentora en aquel viaje.

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Le gustaba la forma en que Sauda compartía pasajes de su vida con Malfoy, contándole cosas que serían preservadas en la memoria de la vampiro con respeto y admiración. Sus palabras volvieron a calar hondo en el interior de la Nigromante, causando en ella una sensación que se extendió, como ondas que crecían perdiéndose poco a poco en la inmensidad de la profundidad de ese río. Quizás para ella no era demasiado hondo a simple vista, pero algo le decía que al tocar sus cristalinas aguas, no experimentaría ninguna sensación grata. Decidió sentarse al lado de la mujer, admirando la belleza que les rodeaba, el bosque se había convertido de un momento a otro en un hogar para la rubia, asemejándose a un remansó de paz que le devolvía la confianza perdida.


Se quitó las botas para poder disfrutar de la frescura del agua, deslizandose sobre el suelo quedo a una distancia considerable de este. El liquido vital rozaba sus pies justo arriba de la zona de los tobillos, quizás pasando un poco más arriba despertando en ella un impuso primitivo y amenazante de salir corriendo sin mirar atrás.


—Oclumens—repitió en su cabeza atrayendo su mente el rostro de su viejo amigo Karn, acompañado del aroma de su fragancia predilecta. Lavanda y madera, envolviendo los sentidos de Malfoy, alcanzando sus pensamientos cubriendo esos con una serena brisa que llevaba esa esencia hasta lo más profundo de su cabeza. La serenidad se estaba haciendo presente en ella, cambiando de un momento a otro aquel gallardo rostro, sólo por un cálido abrazo que le diera su madre antes de abandonar su hogar, pasaría ahí una última noche y no volvería a tener ese contacto tan reconfortante y pacifico. Sus pensamientos, ya no se vieron azorados por el temor de salir corriendo, porque otro grato recuerdo afloraba en su memoria, el día en que su padre le obsequió su primera varita, encantada de la vida por tener contacto con la magia.


El primer hechizo que brotó de la vara de madera, no causó sonrisas en los presentes, sino un profundo dolor en su hermano mayor. Jamás sintió pesar por haberle lastimado, mucho menos por dejarle una cicatriz que viviría en su cuerpo de por vida. La eternidad solía ser demasiado injusta con los que no se mostraban fuertes o valientes en determinado momento, pero para ella eso jamás fue un obstácu.lo como tal, aferrada a su deseo por aprender Oclumancia, volvió a visualizar otro recuerdo grato y memorable, el día en que sus padres celebraron por todo lo alto su graduación de la escuela. Jamás se había sentido más apreciada y querida por los suyos, apretando sus puños sintió como sus ojos estaban reviviendo cada uno de los pasajes, extrañamente no se percató que se cerraron sin que ella pudiera darse cuenta de tal acción.


El veneno o pócima que deseaba afectar su cerebro y e encontraba dentro del agua del río, cedió ante las barreras colocadas por la rubia, pasando de aromas familiares y gratificantes a vivencias con las personas que apreciaba y amaba a su modo. Ya no sentía temor de fracasar, ya no creía que volvería a defraudar a Sauda, estaba segura de que esta vez la lección surtió el efecto deseado, centrándose en conseguir la aprobación de su mentora para poder realizar la prueba y obtener el anillo que le daba la habilidad de controlar la oclumancia y manejarla, para poder mantener su mente segura de cualquier tipo de ataque se desearán lanzar contra está y repelerlo exitosamente.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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  • 2 semanas más tarde...

Mientras Juv sentía los efectos de la magia que se acumulaba en aquella parte del río y ponía en práctica lo aprendido en clase, Sauda se centró en Keaton y en lo que éste andaba haciendo cerca de su hogar. Era la segunda vez que la visitaba, y la anterior vez casi ni la había saludado antes de marcharse. Si bien ella no se sentía realmente molesta, siempre procuraba pinchar a los alumnos que abandonaban su aprendizaje para ver si reaccionaban de forma positiva en su siguiente intento.

 

«¿Qué voy a ver? Veré algo si no vuelves a asustarte... y salir corriendo», le provocó. Lo que el Ravenclaw no podía saber era que Sauda lo hacía con la mejor de las intenciones, jamás para molestarle. Le vio comenzar a sortear su magia demostrándole que en aquella ocasión sí tenía intención de aprender de ella. Finalmente alcanzó el río. «¿La jungla? No estás preparado para enfrentarte a ella, Ravenclaw. Regla nº 1. Hay que ser modesto... sobre todo cuando uno no sabe exactamente a qué se enfrenta». Mientras lo decía, el aire alrededor de Keaton vibró y una fuerza mental le hizo tropezar mágicamente. «La oclumancia te habría librado de ese tropezón, ¿sabes? Pero bueno, vayamos poco a poco. Siéntate en la orilla, por favor, y haz memoria sobre lo que te dije en tu anterior visita. ¿Lo recuerdas? Espero que sí, porque no te lo pienso repetir».

 

Aguardó unos instantes para crear un poco más de tensión, aunque en realidad lo que hacía era extender su poder hasta el entorno en el que se movía Keaton para poder manejarlo a su antojo. De repente, junto al hombre apareció una ardilla que le miraba fijamente con una bellota entre sus pequeñas zarpitas. Lo miró con curiosidad, olisqueando el aire. En cuanto el vampiro la mirase, sentiría un deseo irrefrenable de alimentarse con ella... cosa que iba contra las indicaciones de la arcana, que pedía máximo respeto por cualquier manifestación de vida mientras sus alumnos estuvieran con ella en el bosque. Si Keaton sería capaz de controlar aquellos impulsos o no no podía saberlo pero, por si acaso, estaba lista para intervenir. Necesitaba saber hasta dónde llegaba el autocontrol del hombre.

 

 

Mientras tanto, sintió que Juv comenzaba a trabajar en su interior para afrontar su propia prueba. Pero no lo hizo tal y como ella había esperado. De hecho, su defensa fue débil porque no parecía percibir verdaderamente la fuerza de la magia de la arcana, que luchaba por convencerla para que se fuera poniéndola así a prueba para que demostrase su avance en la materia. Frunció el ceño, un poco incómoda, e hizo que desapareciera el efecto de la magia que atacaba a la Malfoy en ese momento.

 

Juv, no me sirve. Tienes que concentrarte mejor... ahora he visto lo que te pedí un rato antes, no en este momento. Tus seres queridos, olores y sensaciones que te resultaran agradables como para que formaran una barrera mental que protegiera tus pensamientos. Pero yo ahora quería que combatieras el veneno que tenía por función hacerte abandonar la clase. Necesito que verdaderamente entiendas qué es la oclumancia, para qué sirve y cómo se utiliza. ¿Tienes dudas? ¿Necesitas alguna demostración más? —le preguntó, cruzando los pies dentro del agua y echándose ligeramente hacia atrás, con ambas manos apoyadas en la hierba del suelo—. Quiero que salgas de aquí transformada en una bruja oclumante, de verdad que quiero. Pero me lo estás poniendo muy difícil, querida. No veo que estés aprendiendo la oclumancia tal y como yo la entiendo. No veo cómo se forja ese muro infranqueable dentro de ti, ni tampoco te veo suelta a la hora de utilizar tus poderes. Tienes una última oportunidad, aunque antes de ella puedes hacerme las preguntas que creas convenientes. Cuando esté todo claro, quiero que te concentres y forjes una defensa mental tan fuerte que sea capaz de detener a la mismísima Rosália, la arcana de la Legilimancia —le ordenó, con un tono de voz más fuerte de lo habitual.

 

Esperó a que la Malfoy realizara las cuestiones pertinentes mientras se preparaba para enfrentarse mentalmente a Juv. Sabía que su pupila jamás podría vencerla, pero le bastaba con ver cómo se defendía para comprobar si era o no apta para presentarse a la prueba del portal. Aunque antes de eso, tendrían que solucionar las posibles dudas, claro.

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El motivo por el cual el Ravenclaw estaba deseoso de aprender la Oclumancia, era precisamente por aquello que la Arcana Sauda estaba haciendo. El vampiro guardaba demasiados secretos, sabía que en cualquier momento se toparía con un Legeremante y la verdad le daba muchísimo miedo que penetrasen su mente, que la dominaran, de hecho, era uno de sus más grandes temores, por lo que, cuando la mujer penetró sin más en su cabeza, el Animago sacudió un poco la cabeza en un vano intento por sacarla de allí, pero no tuvo resultado.

 

—Bueno, bueno, es evidente que no conozco nada de lo que estoy por enfrentarme, tiene razón, tal vez sea momento de ser un poco más humilde en mi pensar —Se resignó Keaton en respuesta a la mujer. En ese momento, algo, o más bien alguien, le había hecho tropezar, no cayó de bruces de puro milagro, pero si escuchó a Sauda que de saber Oclumancia aquello no habría pasado nada —Pero estoy seguro que no es nada ético que emplee artimañas de ese tipo contra un alumno que no sabe nada al ser su primer encuentro con las fuerzas de la mente, ¿verdad? —Dijo algo molesto el italiano mientras se incorporaba de nuevo.

 

La Arcana le dijo que se sentara en la orilla del río y que recordara aquello que le había dicho la vez anterior que se presentó a rendir la clase. El mortífago tuvo que fruncir incluso el ceño y alzar un poco la vista al cielo en aquel intento de recordar. Recordaba desde luego haber llegado a la cabaña de Sauda y que ésta le había mencionado que no estaba allí pero que se dejaría ver si contestaba unas preguntas... ¿sería eso lo importante? Sus pies empezaron a juguetear con el agua del río mientras se concentraba y volvió a hacer memoria. Las preguntas habían sido que qué conocía de la Oclumancia y por qué quería aprenderla; sabía que no había respondido entonces, por lo que nada afectó que dijera las respuestas ahora...

 

—La verdad es que solo sé que es una magia que puede ayudarme a proteger mi mente de intrusos, y el motivo de que quiera aprenderla es para eso precisamente, proteger mis pensamientos, emociones, ideas, del resto del mundo. Uno jamás sabía cuándo se le ocurriría una buena idea, o cuando un pensamiento impropio atravesaría su mente, y no quiero que de pronto algo así suceda. Además, tengo demasiados secretos, no me gustaría que el mundo los supiera —Dijo entonces y su mente volvió a recordar la voz de Sauda de la vez anterior.

 

Y de pronto, lo recordó. La Arcana le había dicho al Ravenclaw que ella apreciaba mucho la vida de cualquier ser vivo, desde una planta, un vegetal o un animal, que no importaba lo pequeño que fuera, que ella lo atesoraba demasiado y, que mientras él respetara eso, ellos dos se llevarían bien. Keaton entró en conflicto, pues él había asesinado en cientos de ocasiones, bien fuera como vampiro o como mortífago, pero en sus hombros reposaban las vidas de cientos de hombres, mujeres y niños. Sin embargo, recordó también que solo no lo hiciera en su presencia... Podía con ello.

 

Pero nadie dijo que aprender Oclumancia fuera sencillo. Sauda estaba empeñada en ver hasta donde llegaba la voluntad del italiano, estaba decidida a comprobar si sus palabras eran obedecidas o solo tomadas como una sugerencia. Lo que la mujer no sabía, era que el Black Lestrange tenía la determinación de seguir al pie de la letra sus enseñanzas, y si dentro de ellas estaba el no ir en contra de la vida, él lo seguiría como si su vida dependiera de ello. Pero justo ahí era donde la Arcana tenía dudas, ¿hasta donde llegaría el mortífago? Era por ello que una ardilla se apareció allí, delante del Metamorfomago sosteniendo una bellota. Ésta le miró con curiosidad y él sintió entonces unas ganas tremendas de hacer ardilla al mojo de ajo.

 

—¿Sabes, amiguita? Te verías muy bien en un platón con unas papas fritas a lado... —Keaton empezó a sentir que sus glándulas salivales producían más saliva de lo normal —O asada al carbón, con una cebollitas baby... —El Black Lestrange se empezó a inclinar hacia el roedor... y aquella vocecilla en su cabeza, una muy ajena a todo y todos, le habló «Contrólate, no debes dañar a los seres vivos, al menos no delante de la Arcana Sauda, recuérdalo, de esto depende tu aprendizaje de la Oclumancia» —Es verdad —Dijo y contrajo sus manos de nuevo para evitar otra artimaña de Sauda.

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Malfoy volvía a trastabillar en el camino, no le agradaba fallar más de una vez o perder el eje de las cosas. Su cuerpo se tensó como una tabla ante la reacción de Sauda, no le echaría en cara que le hablará de ese modo o que la dureza en sus palabras fuera como un latigazo que le devolvía a la realidad de golpe. Ella también deseaba ser toda una bruja oclumante, pero la toxina pareció ser más poderosa que los esfuerzos de la Nigromante, se empeñaría en ser mucho más terca que antes, no se vería frenada por un cuerpo de agua cargado de veneno que afectaba los sentidos de los magos. Ella conocía poco o nada de esa clase de magia, pero su mentora era experta en el tema y no dudaba que le compartiera un poco del antiquísimo conocimiento.


Sus ojos se desviaron hacia el agua, el elemento que era capaz de dar la vida, pero también arrancarla de tajo — ¿Cómo creo usted la barrera para que el veneno no le afecte?, yo se que posee el conocimiento para ello. Pero yo no, deseo que me diga como hacerlo y me muestre con un ejemplo. Soy demasiado receptiva, no me será difícil pillar la explicación como ya lo he hecho antes, no me iré de este bosque sin obtener lo que deseo—la determinación en sus palabras era palpable. Desde siempre se mostró de esa forma, dura e impenetrable, ya era hora de que su mente adquiriera la mismo semblante que su exterior. Jamás seria capaz de detener a ninguno de los arcanos, sólo pensarlo le causaba una sensación de adrenalina que no podía describir con palabras. Sentía un profundo respeto por Suluk, Báleyr, Sagaj y ahora Sauda, pero el sólo hecho de imaginarse enfrentándose a ellos, si que le dejaba de una sola pieza.


— Ya pude crear una barrera mental con olores, personas que me inspiran afecto y mis sensaciones. Pero, yo quiero crear una barrera que me permita, repeler el ataque de venenos que busquen afectar mi cerebro, nublar mi razón y causarme un daño mayor. Yo se que puedo resultar más dañada sin afectan lo que esta dentro de mi cabeza y no tanto mi físico, ya lo tengo más que claro y asimilado—la fuerza de su voz se mantenía pero son volverse un grito como tal. Estaba siendo enfática y clara, pero sin faltarle al respeto a la Arcana— Puede darme una explicación más detallada y le agradecería que me lo de a entender mejor con un ejemplo. Usted posee el don para hacerlo, yo quiero aprenderlo del mismo modo y emplearlo. Como dije antes, no vine aquí para fallarle o fallarme a mi misma, sólo que quizás no este captando las cosas de la forma correcta y es mejor que me lo exprese en este momento—le miraba con respeto y serenidad.


Cualidad rara en la rubia, porque podía ser todo menos serena en casos como ese— ¿Cómo es una barrera mental para detener ataques que no sean físicos, sino causando por un efecto o magia que es difícil detectar con la vista y que solo el resto de los sentidos la podrían percibir?, un aroma, un sabor o el tacto con un objeto que este encantado con algún veneno que se trasmita por ese medio. Conozco de venenos, he tratado con diversas clases, pero verlos desde la perspectiva que me lo plantea, jamás me cruzó por la mente verme afectada de ese modo o sometida por esa clase de magiala sinceridad en sus palabras era evidente. No trataba de excusarse, pero si de obtener la enseñanza en todos los aspectos de la Oclumancia, ya había aprendido a no devorar a los animales que habitaban dentro de ese bosque, además de respetar la vida de otro ser humano muy a su pesar y ahora esto, el veneno que estaba en el agua y ella no sabía como contenerlo y evitar que entrará en su sistema.


El tiempo le estaba jugando en contra, al grado es costarle entrar al portal y realizar la prueba. Realmente anhelaba con todo su ser vincularse con esa habilidad, sólo restaba esa para aumentar el poder que la Nigromancia, la Videncia y la Animagia, le habían obsequiando al presentar las pruebas para obtener la alianza que le uniría a ellas de por vida. La oclumancia era un inmenso laberinto y como tal, obsequiaba caminos rectos y algunos de ellos se bifurcaban confundiéndole sin remedio. Necesitaba escuchar lo que le decía su mente o prestar más atención a su ojo interior, aunque no estaba dentro de la habilidad de Videncia, no estaba demás echar mano de los recursos con los que contaba sin lugar a dudas.

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«¿Artimañas? ¿Ético, dices?», preguntó Sauda mentalmente cuando los pensamientos de Keaton hicieron mucho ruido en su propia cabeza. Dejó que Juv pensara en sus palabras mientras atendía al muchacho. «No he usado artimaña alguna, el bosque está tan vivo como tú y como yo. Y las cuestiones éticas son tan subjetivas que no creo que debamos entrar en semejante debate. Lo veo contraproducente, para ti y para mí, sobre todo porque hablo con un semi-humano, ¿me equivoco? ¿O eres de los que te consideras completamente inhumano? Es una curiosidad, sin ningún tipo de acritud», añadió, empleando el tono más neutro de todos. Pero verdaderamente se sentía curiosa al respecto, pues había conocido demasiados semi-humanos como para saber que ninguno se sentía igual al resto, aunque pertenecieran a la misma especie.

 

Notó que la mente del Ravenclaw comenzaba a trabajar en los recuerdos de su anterior visita, la que casi no había llegado ni a comenzar. Dejó que el hombre trabajara en paz mientras observaba como una mera espectadora. Asintió para sí, a pesar de que él no podía verla. «Así es, la Oclumancia es una increíble protección para cualquier agresión no física contra nosotros. No solo de la magia legilimántica, sino que también puede ayudarnos contra un obliviate si estamos muy bien preparados e incluso contra ciertos tipos de pócimas y venenos. Pero para ello, se necesita un control mental indescriptiblemente fuerte y una voluntad de hierro. No todos la tienen... incluidos los oclumantes», le explicó entonces.

 

Luego guardó silencio, pues ya había recordado la parte que ella buscaba que recordara de su anterior presentación de la clase. Y se percató también de la ardilla, lo cual hizo que Sauda se removiera en el lugar donde se encontraba, expectante. Pero Keaton consiguió dominar sus impulsos, sorprendiendo gratamente a la arcana.

 

«Bravo, querido Keaton, has superado mis expectativas. Me siento conforme con tu determinación, y creo que podemos conseguir un buen resultado si sigues en esta línea. De acuerdo, accedo a enseñarte Oclumancia. Espero que no te arrepientas de ello». Dejó que aquel pensamiento calara hondo en la mente del Ravenclaw mientras decidía por dónde comenzar con él. «Hay muchos métodos para dominar la oclumancia. Hay magos que prefieren vaciar su mente a cualquier emoción, pensamiento o sensación para evitar que puedan manipularlos, pero para mi gusto es uno de los métodos más complicados. También puedes recurrir a modificar aquello que quieren robarte o manipularte: si es un recuerdo, puedes alterar cualquier parte de éste para causar confusión o simplemente para darles datos falsos a tus atacantes. Y luego está el método por el que suelo iniciar... que es concentrarnos en algo para olvidar todo lo demás. Lo más recurrente suele ser un olor, un sonido, una persona... algo que te introduzca en un estado de paz lo suficientemente fuerte como para que el resto de cosas que hay en tu mente, pensamientos o recuerdos, sean inaccesibles para quien esté intentando alterar tu mente. ¿Crees que puedes intentarlo? Piensa en algún momento de tu infancia feliz, yo buscaré ese recuerdo... y, después, intenta bloquearlo con algún color, olor, sonido o persona que sea lo suficientemente fuerte para distraerme. ¿Crees que podrás hacerlo? Prepárate, en 3, 2, 1...».

 

Se removió en la conciencia de Keaton para que éste se percatara de que la práctica había dado comienzo. Suponía que, al ser la primera vez, le costaría concentrarse en todo lo que le había dicho pero la única forma de aprender era practicando. Así que solo le quedaba esperar y ver qué tal se desenvolvía el Ravenclaw con su primera tarea.

 

Devolvió su atención entonces hacia Juv mientras un pedazo de su mente seguía acompañando al vampiro allá, en otro tramo del río. Parecía resulta a arreglar todos los problemas que le presentara la habilidad para hacerse con el anillo, y eso Sauda lo valoraba muchísimo. Pero la resolución no era todo en esos casos, necesitaba más pruebas de que estaba aprendiendo.

 

Mi caso no es comparable, Juv. No por nada, sino porque yo... sé usar la oclumancia desde que tengo uso de razón. Ni siquiera sé si es un rasgo de nacimiento o lo adquirí de alguna forma especial porque, cuando necesité usarlo... lo hice casi sin pensarlo. Así que poco puedo explicarte sobre mi propio caso. Lo que sí sé es cómo se puede aprender porque ése es mi trabajo, y la única forma es con mucha práctica, querida. Para bloquear ese tipo de venenos, por ejemplo, debes enfocar tu defensa en tejer una red mental que no deje penetrar nada que tú no desees en tu cabeza. ¿Cómo? Con recuerdos, con sonidos... con lo que necesites, pero no concentrándote en uno solo, sino entremezclando varios así como cuando tomas varios hilos y los revuelves para tejer alguna prenda. ¿Me explico?

 

«Si lo que necesitas es defenderte de una pócima que afecta al cerebro, mi consejo sería que acudieras a un muro mucho más... abstracto. Un paisaje, un recuerdo antiguo... o la nada. A veces, dejar la mente totalmente en blanco resulta más beneficioso que intentar centrarse en algo concreto. La idea es que nadie pueda tocar lo que tú no deseas que sea tocado».

 

«Si la batalla es contra otro mago, entonces enciérrate en ti misma de la forma que gustes. Si te quieren robar un recuerdo o una información, puedes taparla con cualquiera de los recursos que te he explicado anteriormente o puedes... sabotear la información. Tan fácil como cambiar detalles del recuerdo o información, cambiar nombres, fechas, colores, situaciones... lo que sea necesario pero de forma que, quien robe esa información, se lleve algo incorrecto. Y tú sigues conservando la realidad. Para hacer esto, no obstante, se requiere un poder y concentración sin igual».

 

«Si te ves dispuesta a hacer todo eso... adelante. ¿Quieres una práctica más o... te sientes preparada para enfrentarte al Portal? La decisión es tuya, querida».

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¿Dónde estoy?, ¿Qué hago aquí?, lo único que hay es oscuridad, mis sentidos no me responden, ni siquiera siento el dolor de la muerte, porque estoy muerto ¿verdad?, debo estarlo, sí, no hay más explicaciones para estar en un lugar como este.

 

No es el infierno, no hay llamas, ni el demonio dándome la bienvenida, tampoco es el cielo, si así fuera, ella debería estar aquí esperándome… ¿el purgatorio?

 

Volví a pestañar, estaba boca arriba, flotaba en un limbo de oscuridad nada parecido a lo que siempre había pensado, no se encontraba la maravillosa luz al final del túnel, ni siquiera una tonta vela para iluminar el camino de mi alma, quizás, el simple hecho de no temerle a la muerte fue lo suficientemente fuerte para mí y por eso aun no cruzaba la fina línea entre los vivos y los muertos.

 

Intenté moverme varias veces pero difícilmente logre alguna mejoría hasta el quinto intento, ¿estaba débil o era débil?, me maldije a mi mismo por saber la respuesta de ante mano.

 

Solamente ese ángel podía haber cambiado mi destino cuando decidí hacer mi último sacrificio, menos mal que no llegó a tiempo, dudo que me hubiera atrevido a entregar lo último que me quedaba estando ella presente, la vida no vale nada y sé que si mi ángel lograra escuchar mis pensamientos en este momento estaría en problemas, jamás le temí a la muerte y mucho menos a mi ángel.

 

Si, después de tanto tiempo, esperaba que saliera corriendo, que huyera, que me alejara se había equivocado. Ya no hay dolor, no existe la redención ni la salvación para mí, espero haber sido perdonado, si no, ¿Qué hago aquí?

 

******************

 

Abrí los ojos exaltado intentando buscar el aire que no necesitaba, era un vampiro y aunque solía hacer aquel movimiento para parecer más “humano” por un segundo se me había olvidado que no necesitaba del vital gas. Moví mis níveos dedos. No había ningún tipo de dolor. Aquel sueño, aquel trance, aquello era mucho más real de lo que hubiera querido aceptar. Me negué a ello aunque aun podía percibir la sensación y mi mente estaba embotada.

 

¿Cuántos recuerdos y cicatrices?, ¿el mundo había cambiado o había sido yo?, no tenia al menos en aquel momento la respuesta a mi interrogante, sin embargo, esperaba algún día tenerla. Ahora una vez que había puesto mi cabeza en orden, si es que a eso y a todo lo que estaba en ella podía decirle “ponerse en orden” debía dirigirme a cierto lugar en la universidad. Había decidido afrontar aquel extraño reto, no me jure no hacerlo porque me conocía, desde que estaba en Grecia y al menos todas aquellos que una vez me conocieron sabían que uno de mis defectos fatídicos era la sed de conocimiento y más aun, que no me importaba si mi vida corría peligro en el trayecto.

 

No me quedaba más que encaminarme al lugar donde se me había indicado que debía encontrarme con quien sería mi nueva maestra. ¿Qué sorpresas encontraría esta vez? o mejor dicho ¿Qué nuevo descubrimiento de mi persona saldría?, total, no me gustaba hablar de mi pasado… aquello era sagrado.

 

Llevaba todos los artículos que solía utilizar para la enseñanza de los libros y aquellos que alguna vez utilicé para aprender las habilidades que dominada. Había decidido simplemente presentarme como era. Cabello corto y negro desordenado, ojos negros y tea nívea. Tenía una túnica negra y bajo de ella un traje negro, camisa verde y el pisa corbatas y los gemelos de los puños eran de esmeralda. Estaba vestido tal como si fuera a asistir al trabajo.

 

-elegiste un camino, ahora acepta las consecuencias de tus actos –me dije.

 

Llegue al lugar indicado y recorrí el sitio con la mirada. Solo tenía que esperar.

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Las palabras de Sauda, volvían a calar profundo dentro de Malfoy. Socavando un poco más allá de lo conocido por la vampira, sumergir su mente en un lienzo blanco que seria pintado solo por ella. Transformarlo en una barrera infranqueable, ante los ataques que desearán lanzar directamente contra su cerebro, la parte más importante de un vampiro era su mente, atiborrada de vivencias y recuerdos que marcaban un antes y un después, dentro de su existencia. Ella había vivido demasiadas cosas, fragmentos de una parte de ella estaban celosamente resguardados en la parte más oscura y tétrica de su mente, quizás sepultados por años de odio y rencor contra los que siempre osaron atacarle sin razón aparente. Era una asesina nata desde la cuna, despiadada a la hora de tomar las decisiones que marcarían su vida de forma permanente, buscando a toda costa dejar una honda huella dentro de ella y de quienes le rodeaban.


—Ahora lo comprendo más claramente—siseó cerrando sus ojos por un breve instante. Sauda no tuvo que aprender la Oclumancia porque nació con el don, tal y como la Videncia acompaño desde siempre a Bishop. Imágenes que no podía entender con claridad o sucesos que se proyectaban de un momento a otro en su cabeza, vivencias que le enseñaron a entender todo lo que sus visiones significaban, salvar o perder una batalla. Dejarse guiar por esos pequeños trozos de un puzzle inmenso, siempre le llevaron por la senda correcta y gracias al Arcano Sajag, finalmente pudo darles una razón de ser y estar dentro de su vida y sus pensamientos—No—respondía secamente—Necesito una prueba más, no quiero retar al portal y ganarme que me eché de una sola patada por errar en mi único intento. Puede que le pida demasiado, ya se que no he hecho lo que esperaba de mi, pero mi terquedad es mucho mayor que mi razón y por eso le solicito con mucho respeto. Permitame tener un intento más de crear una barrera, no es nada del otro mundo y confió en que esta vez, no fallaré—sentenció abriendo sus ojos lentamente.


La arcana había sido francamente paciente con la Neozelandesa, pero todo tenía un limite y la Nigromante estaba más que consciente de ello. El bosque le brindaba una paz indescriptible, pero no estaba ahí la respuesta que tanto anhelaba encontrar, sino en las palabras de la mujer que le enseñaba paso a paso como defenderse y repeler ataques que fueran directamente hacia su mente. Su mente el lienzo que de ahora en adelante se mostraría blanco como la nieve, siendo pintado sólo por la mortifaga, dándole las pinceladas necesarias para mostrar lo que ella deseaba que conocieran de su interior, pero sin caer en los excesos y obsequiar información que en determinado momento podría ser usada en su contra. Reguardarse dentro de ella, no era una opción viable, no con el mundo de demonios que habitaban dentro de su pecho, seres que se alimentaban del rencor y el odio que reinaba dentro de la vida de Malfoy.


¿Cómo podía tolerar esa clase de purga?, comparada con pasar una sola dentro del averno, aquello era el mejor presente que se podía recibir en navidad. Mirar esos orbes lapislázulis destellar como dos bolas de fuego, refulgiendo ante la emoción de tener todo un nuevo parque de diversiones solamente para su disfrute personal. Además de eso la cicatriz que no dejaba de escocerle el pecho, justo sobre su corazón precio que tuvo que pagar para obtener la habilidad de Nigromancia, aunado a eso la marca en su cuello perteneciente a una condena que purgaría eternamente. Lo que el portal le deparaba para obtener la habilidad de Oclumancia, no sería menos doloroso o exigente, quizás le cobraría un preció mucho más alto, porque estaría en juego lo que consideraba más preciado para ella su mente y sus recuerdos.


Jamás podría recuperarlos, si llegaba a perderlos o si tuviera que empeñar alguno de ellos para obtener lo que tanto anhelaba, pocas veces le costaba desprenderse de sus pertenencias. Empero aquello, si le superaba un poco y no lo escondería debajo de un manto de frialdad o indiferencia—Deseo una practica más antes de presentarme a la prueba y demostrarme a mi misma que puedo sortearla con éxito—quedando en silencio esperaba la aceptación o negativa de su mentora. Reconocía la confianza que depositó en ella y era momento de demostrarle que no lo había hecho en vano, costará lo que costará saldría del portal con el anillo de la Habilidad de Oclumancia sin lugar a dudas.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Había un nuevo alumno aguardando por ella cerca de su vivienda. Pudo notarlo mientras investigaba si Keaton continuaba con sus lecciones, pero no halló respuesta de su parte, y Juv aún estaba analizando lo que acababa de decirle. Así que desvió una porción de su mente hacia aquel lugar para reunirse con el recién llegado... si es que podía llamarse así a lo que ella solía hacer. Dejó que aquella parte de sí misma se introdujera en la cabeza de su nuevo alumno y le habló, haciendo que las palabras retumbaran en la mente de éste sin que pudiera hacer nada por evitarlo.

 

«Bienvenido, Hades Ragnarok. Soy Aailyah Sauda, la maestra arcana de la Oclumancia. Supongo que te has desplazado hasta aquí para aprender de mí... pero antes de comenzar, necesito que me prestes atención», hizo una pausa para que el hombre pudiera analizar cada una de sus palabras. «En primer lugar, no vas a necesitar tu varita en mi clase. La magia que te enseñaré a usar es mucho más personal; mucho menos visible y, a la vez, mucho más poderosa de lo que has visto hasta ahora. Aunque noto que ya has conocido a algunos de mis compañeros arcanos... punto a tu favor», añadió, complacida. Cuando habían tratado con otros arcanos le era más fácil enseñar, pues ya sabían a qué debían atenerse. «Quiero hacer hincapié en que para mí la vida es absolutamente perfecta y, por tanto, debemos respetarla en cualquier manifestación que se dé. Eso incluyen personas, criaturas y plantas. No toleraré una falta en contra de una vida durante mi clase. Si llegara a darse, me negaré en rotundo a enseñarte oclumancia y deberás abandonar mi hogar inmediatamente. Si estás dispuesto a acatar esas normas... préstame atención y sé bienvenido».

 

«Lo primero que debes hacer es vaciar tu mente de cualquier pensamiento que pueda desconcentrarte y adentrarte en el bosque. Quiero que busques un árbol cuyas hojas son de color ámbar. Una vez lo alcances, quiero que camines hacia el norte hasta que encuentres un claro en cuyo centro hay un tocón antiguo con flores blancas alrededor. Allí te esperaré». Y dicho aquello, dejó de hablarle para que el vampiro pudiera empezar con su cometido. Lo que él no imaginaba era que, en cuanto caminara por el bosque, la magia de Sauda comenzaría a funcionar y haría que un montón de cuervos quisieran atacarle, sobre todo cuando llegara al árbol de las hojas ámbar. Lo más importante era que eso n olo distrajera de su camino, claro... y que no cayera en la tentación de hacerles daño.

 

 

Justo en ese momento sintió que Juv hablaba a su lado, por lo que se centró en ella mientras mantenía una parte de sí misma acompañando al Ragnarok. Acababa de tomar la decisión más acertada, dadas las circunstancias.

 

Bien, Juv. No esperaba menos de ti, querida —se alegró Sauda, sonriente. Asintió con la cabeza hacia ella—. Entonces haremos una última práctica en la que deberás mostrarme lo mejor de ti misma. Sé quién eres; mejor dicho, sé lo que eres —hizo una pausa para que la Malfoy comprendiera lo que estaba diciéndole. Ciertamente, Sauda había comprobado hasta el momento que muchos de sus alumnos, por no decir todos, estaban mezclados en aquella guerra que sacudía los cimientos de la sociedad mágica inglesa desde hacía años. Los había tenido de ambos bandos, y también neutrales. Pero todos, de una forma u otra, estaban involucrados en lo bueno y malo que sucedía allí—. Así que esta vez tocaré ese tema, que suele ser muy delicado para vosotros. De antemano destacaré que no me mezclaré ni opinaré sobre lo que sé y he oído de todo ese enfrentamiento, y aprovecho para sacarte el tema ahora que no hay ningún alumno que pueda escucharnos. Quizás así, tocando un tema que es tan importante para ti, pueda hacer que saques lo mejor de ti misma. Así que... voy a atacar tu mente para obtener información sobre el líder o líderes de... tu grupo. Sobre su identidad y la localización del lugar donde os reunáis. Así que... protege tu mente, querida, si de verdad quieres proteger a tu grupo. Recuerda todo lo que hablamos. 3, 2...1...

 

Ella no necesitaba fórmulas mágicas para atacar las mentes de los demás. Lo hacía como un soplo de aire fresco, como si cualquier cosa le sirviera como canalizar para atacar. Su dominio de la mente era envidiable, y sabía que era su mayor tesoro. Por eso procuraba sacarle todo el partido posible.

 

Ahondó en la mente de Juv sin piedad, sabiendo que ella sentiría molestias casi inmediatamente y que le sería difícil defenderse. Ciertamente, no podría detenerla si daba todo de sí. Pero lo que Sauda buscaba era precisamente que lo intentara, porque quizás así conseguiría reunir fuerza suficiente para hacer una protección digna de enfrentarse al portal. Y si lo conseguía, demostraría que era el momento de luchar por su anillo de habilidad. La miró fijamente, expectante. Verdaderamente deseaba que Juv lo consiguiera, pero no dependía de ella... sino de la Malfoy.

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Seguía esperando. Me gustaba el silencio, la paz y la quietud de aquel lugar donde había sido convocado. Sin embargo, lo sucedido a continuación no me lo espere. Normalmente tenía que pelear con la voz dentro de mi cabeza, quizás mi propia conciencia, posiblemente algo mas con lo cual solía comunicarme y ni yo mismo me daba cuenta. Aquello era el colmo. Había otra voz dentro de mi mente, una que no conocía y que retumbaba en mi cabeza. Supuse que en aquel momento aunque hubiera querido nada iba a lograr con intentar evitarlo, ¿me estaba volviendo loco?, la verdad es que ya lo estaba y disfrutaba de mi propia locura a cada segundo, como decían por allí: “se necesita de mucha locura para soportar tanta realidad”… la verdad es que no podía bloquear aquella voz en mi cabeza, no tenía aquel conocimiento, al menos no aun.

 

Guardaba demasiadas cosas dentro de mi mente. Mis recuerdos, mi pasado. Mis cicatrioc3s, lo que había sido y era. Ahora definitivamente estaba quizás en peligro todo aquello a causa de mi nueva mentora quien de una u otra forma estaba allí “presente”, no sabía si contestarle seria de alguna forma útil ya que era obvio que se encontraba mucho más lejos de lo que debía aceptar. En Grecia, quizás hubiera funcionado aquello, pero en Londres, en aquel mundo, en aquel lugar, quizás no funcionaria por lo que debería ser una de las primeras preguntas que tendría que dirigirle a Sauda.

 

Las instrucciones fueron claras. Odiaba seguir órdenes pero mi instinto decía que, si quería terminar con aquella nueva aventura y no tener que cometer los mismos errores del pasado con mi antigua sensei debía hacer las cosas bien, como correspondía. Suspire resignado mientras disfrutaba de mi propia ponzoña.

 

-<<gracias por la bienvenida>> -pensé sin saber si aquello podría ser escuchado por la arcana.

 

No me quedaba de otra que seguir con las instrucciones de la mujer. Guarde la varita y me prepare para cualquier cosa que pudiera aparecer delante de mí. Cerré los ojos. “Respire” profundamente e intente vaciar mi mente, era fácil y a la vez difícil. Recordé cuando alguien la primera vez que el conocí me había dicho que yo parecía en algunos momentos irme a mi propio mundo, es como dirían los muggles (y odiaba aquella idea) que solía colocar un salvapantallas mental y así era ya que solía mirar a un punto de cualquier sitio (o al infinito) y colocar la mente en blanco, y ahora que lo pensaba, otra persona que me conocía ya desde hacía algún tiempo me había dicho lo mismo, solo que, también tenía la costumbre de que cuando se metía una idea en mi cerebro era difícil sacarla y pensaba en las innumerables repercusiones de ella, en lo que diría y en lo que no diría ante la situación, definitivamente, era un caso extraño, solo esperaba poder controlar aquello y que lo que sucediera fuera la primera opción y no la segunda, de lo contrario, estaría en muchos problemas.

 

Comencé a caminar esperando lo mejor. Había silencio. La brisa golpeaba mi nívea faz. Aquello me ayudaba a mantenerme sereno y en calma, más aun, mientras intentaba ver el cielo el cual a veces era escondido por alguno de los arboles más altos. Todo estaba demasiado tranquilo, aunque amaba aquella quietud algo me decía, mi instinto de supervivencia quizás, que no debía bajar la guardia por ningún motivo, ya que, quizás debía haber escuchado mejor a la arcana ya que sus palabras podrían tener algún doble sentido o debía entender algo leyendo entre líneas. Me detuve solo un segundo y miré alrededor en un radio de 360 grados. Recorrí con mis orbes oscuros como el abismo cada centímetro del lugar buscando encaminarme hacia donde debía ir. Podía haber usado la varita para orientarme pero supuse que no era lo correcto, Sauda había dicho que no debía usar la varita en aquella clase. Supuse también entonces que usar el fulgura nox para llegar al árbol o al claro que ella había mencionado estaba también prohibido. Aquellas ideas inundaron mi cabeza en un segundo e intente reprimirlas. Debía concentrarme de vuelta, volver a vaciar mi mente y seguir adelante. Maldije por lo bajo buscando nuevamente la paz que necesitaba. Seguí caminando.

 

El sonido de aleteos llamó mi atención. Aquello estaba rompiendo con la paz y tranquilidad de aquel bosque. Me detuve. Un intenso graznido y luego otro y otro comenzaron a romper la quietud y me alertó de que ahora tenía compañía. Volví a parar y mire hacia los arboles. Allí los vi, poco a poco fueron llegando y posicionándose en las ramas. Era raro, no sabía que hubiera aquel tipo de aves en la universidad, quizás serian las mascotas de la arcana o la magia del sitio los había invocado allí. Dibuje una mueca de sonrisa. Aquellas aves eran las que usaba cuando conjuraba un avis en batalla contra los pseudo defensores del bien contra esos sangre sucias y traidores a la sangre de la orden del fénix. Otra vez maldije, había perdido nuevamente la concentración pensando en aquel grupo de enemigos, más aun, en Leafa, mi mortal enemiga.

 

Volví a cerrar los ojos y respirar. Deje que el vital gas pasara por mis pulmones inertes. Mi instinto principal y primordial era sacar la varita para atacar y protegerme de cualquier cosa pero ya había recibido la advertencia de la oclumante. Volví a poner la mente en blanco esperando que mi mente no me jugara otra pasada y poder mantener la concentración lo suficiente para cumplir con la primera tarea encomendada. Ladee la cabeza imperceptiblemente y busque aquel árbol que me había pedido Sauda.

 

-Si te pierdes en el camino, toma un desvío y contempla el paisaje. –susurré obligándome a concentrarme de vuelta.

 

Al fin, después de unos cuantos metros más pude notarlo a la lejanía. Podía sentir que algo no estaba bien una vez que me acerque mucho más. El número de aves había crecido descomunalmente. Algo esperaban. Quizás, en cualquier momento algo me atacaría y serian ellos quienes terminaran de comerse mi carne putrefacta una vez de que la bestia o alimaña que me matara terminara conmigo.

 

No había más remedio que acelerar el paso solo que una vez que llegue hasta aquel árbol las cosas empeoraron. Fue como si hubiera estallado la guerra en el cielo ya que al unisonó el graznido fue ensordecedor hasta el punto que un escalofrío cruzo por mi espalda y al piel marfileña y dura se puso de gallina. No supe cómo o cuando fue el momento en que en realidad reaccione pero saque la varita solo que antes de atacar algo me detuvo, aquellos cuervos venían en mi dirección para hacerme daño. ¿Qué debía hacer, matar, mutilar, atacar y de una u otra forma perder la oportunidad que tenia para ser un oclumante? O sencillamente ¿debía dejar que aquellas aves me hicieran daño?, encontré una mejor opción. No iba a atacar, pero tampoco permitiría que me hicieran daño por lo que conjure una salvaguarda mágica el cual me hizo intangible para que así las aves me traspasaran.

 

Me tome solo un segundo para ver el cuelo buscando el sol. Observe la posición de este y supe hacia donde debía ir, el sol estaba al este por lo que ya sabía donde se encontraba el norte, aquello había sido lo que había dicho Sauda. Sus palabras volvieron a resonar en mi cerebro… “Lo primero que debes hacer es vaciar tu mente de cualquier pensamiento que pueda desconcentrarte y adentrarte en el bosque. Quiero que busques un árbol cuyas hojas son de color ámbar. Una vez lo alcances, quiero que camines hacia el norte hasta que encuentres un claro en cuyo centro hay un tocón antiguo con flores blancas alrededor. Allí te esperaré”

 

Me permití recordar aquello antes de comenzar a caminar por no decir correr lo más rápido posible para alejarme de aquellos cuervos que iban tras de mi siguiéndome. Intente por todos los medios alejarme lo suficiente antes de que pasara el efecto de la salvaguarda dejando que mis instintos me guiaran mientras mantenía la mente en blanco. Recorrí unos cuantos metros mas hasta que llegue a aquel claro, solo que las aves ya no me seguían, quizás había algún tipo de barrera mágica que no les permitía seguir adelante. Aunque claro estaba, al fin había llegado al claro. Me situé al lado d aquel árbol o tocón que parecía antiguo de flores blancas y espere.

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