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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Sauda sonrió, lo cual provocó que unos dientes blancos asomaran entre sus labios y crearan un claro contraste con el tono oscuro de su piel. Entendía las palabras de Keaton y, aún así, no entendía de qué se avergonzara. ¡Como si usar demasiada magia y agotarse más de lo debido no fuera algo común cuando se estudiaban ramas de ésta tan poderosa como lo era la Oclumancia!

 

Alargó el mismo frasco con el que había vertido unas gotas en los labios del vampiro para que éste lo tomara.

 

Ten, toma un sorbo más. Estarás en plena forma en un par de minutos —le contestó simplemente, dejando que organizase sus ideas antes de responder a lo que había dicho.

 

Sí que era normal agotarse de esa forma, sobre todo durante el periodo de la Prueba e incluso las lecciones finales antes de presentarse ante el Portal. No todos lo experimentaban, por supuesto, pero tampoco todos ponían tanto ahínco en una defensa como lo había hecho el Ravenclaw. Volvió a sonreir con suavidad antes de responder a las siguientes palabras del hombre mientras negaba suavemente con la cabeza y su túnica de vivos colores se removía ligeramente.

 

Nada tienen que ver tus capacidades o aptitudes mágicas con lo que acaba de pasarte, Keaton, no sufras por ello —lo tranquilizó, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas. Colocó ambas manos en su regazo y le miró fijamente—. A cualquiera nos pasaría lo mismo si utilizamos una cantidad de magia desmedida e incontrolada, porque no somos dueños de nuestras acciones en ese instante y podemos agotar más de lo debido. Es lo que te acaba de pasar a ti, y lo respeto porque toqué algo sensible. Lo lamento, quizás fui yo la culpable —añadió, aunque verdaderamente no sentía arrepentimiento. Keaton se había esforzado mucho más en aquella defensa, que era lo que ella buscaba—. Ahora viene un momento en el que deberás encontrar tu propio equilibrio para no quedarte corto, como te pasó antes, ni tampoco pasarte, como acaba de pasarte ahora. ¿Crees que podrás intentarlo? ¿Te sientes ya mejor?

 

Estiró la mano para que le devolviera el frasco y luego se puso en pie, indicando al vampiro que la imitara en aquel movimiento. Se acercó lentamente al río hasta quedar ajustada en la orilla. Tanto que parecía a punto de precipitarse de cabeza.

 

Quiero ahora que te concentres para evitar lo que yo te voy a mandar hacer. Préstame atención: puede parecer una tarea sencilla pero no lo será tanto porque voy a poner todo mi empeño en obligarte a... tirarte al río. Creo que está demasiado frío en estas fechas, así que cuidado —añadió, guiñándole un ojo—. Tu tarea consistirá en cerrar tu mente para que yo no pueda manipularte y ordene a tu cerebro que quieras tirarte al agua, ¿entendido? Puedes defenderte como gustes... dentro de las enseñanzas de oclumancia que hemos hablado, nada de varitas o magia verbal. ¿Preparado? Protege tu mente, querido, en 3, 2, 1...

 

Esta vez no fue delicada, sino que se precipitó en la cabeza del vampiro con la fuerza de un ciclón para que éste procesara una única idea: la de precipitarse en el río. Sauda quería comprobar hasta qué punto podía controlar Keaton su fuerza después de haberle demostrado el potencial que tenía. ¿A qué argucia mental recurriría el Ravenclaw? Estaba deseosa de ver su avance después del pequeño incidente que había sufrido.

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  • 3 semanas más tarde...

El Ravenclaw tomó aquel frasco que le tendía la Arcana y le dio un sorbo profundo. El líquido recorrió con rapidez su garganta y sintió cómo llegó hasta su estómago haciendo su magia al instante. A los pocos minutos, el vampiro estaba de nueva cuenta al ciento por ciento y aquello le alegró, estaba listo para lo que viniera, aunque claro, primero que nada, debería escuchar las palabras de Sauda sobre aquello que acababa de pasar. Cuando ésta le dijo que realmente lo sucedido era algo normal y que era debido a las grandes cantidades de magia que había empleado, el ojiverde se tranquilizó, sí, pero se volvió a sentir mal cuando la Arcana se disculpó por tocar algo tan sensible.

 

―No se disculpe, Arcana Sauda, me parece que hay peores secretos que guarde que mi estado sentimental actual, y la verdad es que es por ello que deseo tanto adquirir la habilidad, porque sé que en la actualidad cada vez más magos y brujas están aprendiendo la noble arte de la Ligilimancia, y con ello los pensamientos, recuerdos y emociones quedan vulnerabilizados ante ella. Así que creo firmemente que usted puede tratar de ingresar a donde guste mientras sea para que logre aprender de sus conocimientos ―Dijo el Triviani mientras negaba lentamente con la cabeza ―Y si, me siento de nuevo con fuerzas para continuar ―Añadió en respuesta a la últimas palabras de la mujer mientras le entregaba el frasco de aquella poción y la imitaba poniéndose de pie.

 

¿Obligarlo a tirarse al río? Bueno, aquello era drástico y bastante peligroso, sobretodo, porque como Sauda indicaba, en aquella fechas al tacto debía de ser más frío que el corazón de Morgana. Sonrió y el vampiro, ahora ya con aquellas enseñanzas que le dictó la mujer, vació su mente. Toda emoción, todo pensamiento y todo sentir desapareció como si se le hubiera jalado la cadena a un retrete. El vampiro solo imaginó su mente como un enorme cuarto vacío con una puerta abierta a lo lejos, una puerta que debía de cerrar con todas su fuerzas. Sauda entonces intentó entrar, y Keaton, con los ojos cerrados, se centró en cerrar esa puerta en su mente. No había más nada que pensara, nada más que eso, vaciar su mente estaba resultando difícil, porque la imagen de verse a él mismo convertido en un gran cubo de hielo trataba de entrar, pero se lo impidió, así como a la Arcana.

 

A los pocos minutos, el vampiro sintió como si aquello ya le fuera más fácil. Sus pensamientos estaban bloqueados de alguna forma que no entendía del todo, pero que era así. De pronto, ya no le costaba mantener la puerta cerrada como al principio. es más, se logró visualizar a sí mismo en aquel enorme cuarto blanco sentado en el suelo con las pierna cruzadas disfrutando de la calma y la paz de no tener nada mas que la imperante necesidad de mantener la puerta cerrada. Así, de repente, abrió los ojos de nuevo y logró dar un par de pasos atrás de la orilla del río.

 

―No, no me arrojaré ―Dijo tajantemente y se tambaleó un poco mientras se recargaba en el tronco de un gran árbol.

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Me desperté de aquella ensoñación en la cual había caído. Me había dejado atrapar por aquel recuerdo, por aquella imagen tan vivida que había creado en mi mente. Aquello era parte de mi pasado, de mi juventud, de un lugar al que ame y que por situaciones recientes ahora era causa de dolor. Aun así, los mejores momentos de mi infancia los había pasado allí.

 

Deje que la arcana volviera a entrar en mi mente para escuchar su siguiente explicación. Algo en el fondo me decía que habia fracasado en mi primer intento, aunque según ella lo había hecho bien en una primera forma, al menos esta vez no me había reclamado un verdadero fallo, simplemente que mi mente aun inexperta no había logrado su cometido, al menos por ahora. Seguí escuchando las palabras de la Sauda y asentí afirmativament6e cuándo esta dijo que haríamos otro intento y que debía estar preparado. Suspire. Aquello que me pedía no sabía si en verdad deseaba revelarlo, por ello debía estudiar y practicar más, sino ya me hubiera largado de allí. Mi mente era un mar de tesoros e información para mi, por ello solía ser demasiado reservado al respecto.

 

Busque en mi mente el recuerdo que quería proteger, quizás el de cómo me había convertido en vampiro, aunque no era un gran secreto, todos sabían que me había enamorado de una hermosa vampiresa la cual había sido mi primer amor y que en una noche de amor después de hacerlo ella me había transformado convirtiéndome en lo que ahora era. Aunque claro, para la arcana aquello era desconocido. Sonreí, iba a cambiar la historia, intentaría ocultar aquellos detalles, buscaría mostrarle otra imagen, modificar aquel recuerdo.

 

-<<Estoy listo>> -pensé.

 

La imagen que le presente a la arcana era muy diferente.

******************

 

“Estaba cierta mañana de Año Nuevo en compañía del señor Denys Finch-Hatton y Kanuthia, su chofer Kikuyu, rodando por una malísima pista de la reserva de Masai. Aun no había salido el sol; las estrellas a punto de borrarse en la bóveda del cielo, se destacaban todavía como grandes lágrimas luminosas, y el aire conservaba la singular hondura y limpidez del alba africana. Rodaba, digo, aquella mañana clara como el agua de manantial, cuando tuve la suerte de matar un león que estaba cebándose en el cadáver de una jirafa. Me encontraba allí en uno de mis muchos viajes por el mundo, ya que solamente y simplemente deseaba viajar y saciar mi aire de conocimiento.

 

Más adelante nos acusaron al señor Denys y a mí de haber matado la jirafa, cosa no permitida por las leyes de caza. El Departamento de Caza africano, al expedir la correspondiente licencia, le autorizaba a uno a matar o capturar tantas y cuántas piezas de tales y cuales especies cinegéticas. la verdad es que yo me preguntaba muchas veces en virtud de qué derecho concedía el Departamento de Caza tales derechos, y la jirafa nop figuraba en la lista. Leones, sin embargo, podía uno matar en todo tiempo dentro de un radio de cuarenta y ocho kilómetros de una hacienda. Pero Kanuthia podía respaldarnos en nuestra declaración de que la jirafa llevaba muerta ya un día o dos cuando llegamos,

 

En realidad no sé si sería el león el que mato a la jirafa, los leones matan desnucando a sus víctimas, y teniendo en cuenta la alzada y la altura del cuello de la jirafa, la cosa parece muy poco probable. Por otra parte, la fuerza y al energía del león son realmente increíbles, y algunos cazadores nos habían asegurado con toda seriedad que han visto casos de jirafas sacrificadas por leones.

 

Hacían ya tres meses que los trabajadores de la hacienda venían a casa a rogarle al señor Denys que matase a un león Mbaya sana (muy malo) que seguía y diezmaba a sus rebaños. El león que encontramos aquella mañana y que, aun cuando nos acercamos a poquísima distancia, permaneció encaramado sobre su presa, absorto en su festín, sin bullir más que muy ligeramente en la semipenumbra del aire, bien podría ser el mismo sacrificador del ganado, causa de tanta aflicción por la pérdida de preciosas vacas y novillos. Estábamos a unos treinta kilómetros del límite de la hacienda, pero esa distancia no supone nada para un león. Si era él, ¿no debíamos matarle cuando el mismo nos deparaba la oportunidad? El señor Finch-Hatton, mientras Kanuthia aminoraba la marcha del vehículo, se acercó a mí.

 

-Esta vez disparas tú –susurro a mi oído.

 

Aquella seria la primera vez que cometería tal acto. Estaba nervioso. Tome el arma entre mis manos y el sudor nervioso me atacaba. Cerré los ojos. Respire y… dispare.”

 

******************

 

Aquella imagen, aquella historia que había creado era muy diferente a la forma en que me había convertido en vampiro, solo esperaba fuera lo suficientemente fuerte y poderosa como para engañar a mi maestra y así evitar que viera la realidad.

 

Off: Despeus de un tiempo de no recibir respuesta a mi pregunta decidi seguir adelante para no retrazarme mas, no fuera ser que me reprobaran, espero el post este bien.

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Sauda asintió. Ciertamente, Rosália era una de las arcanas más visitadas en los últimos meses. Parecía que los magos y brujas de Londres estaban muy interesados en la habilidad que ella impartía y, si bien a ella le encantaba, no entendía qué tenía de atractivo inmiscuirse en lo más íntimo que tenían las personas. Quizás se debiera, precisamente, a que ella impartía la habilidad que era el contrapunto de la Legilimancia.

 

Ejerció influencia en la mente de Keaton como para que saltara al río sin pensárselo, pero el cuerpo del hombre se mantuvo rígido en el sitio. Sauda notó el esfuerzo que le suponía al principio mientras tanteaba en su cabeza, buscando fisuras. Pero no las había, y enseguida notó que la fortaleza de su defensa se reafirmó en un momento dado y el esfuerzo del vampiro disminuyó. «Ahora sí ha encontrado el equilibrio. Ahora sí sabe cómo protegerse. Buen trabajo, muchacho», pensó, complacida. Lentamente se deslizó fuera de la cabeza del Ravenclaw y le miró, sonriente.

 

Bravo, querido aprendiz. Ahora sí te has defendido correctamente. ¡Bien hecho! A pesar de ello... no te confíes nunca, Keaton, por favor. Por mucho que pienses que estás a salvo, siempre puedes encontrar a alguien que pueda superar tus barreras, y es precisamente por la mente es lo más fuerte y lo más débil que tenemos, ambas cosas a la vez —hizo una breve pausa, como si quisiera organizar sus pensamientos para poder explicarse mejor—. Es decir, la magia que fluye de nuestro ser es tan poderosa como puedas imaginar... tanto como el mago pueda desarrollarla y practicarla. Pero, a la vez, la mente es caprichosa y puede jugarnos malas pasadas. Imagina que alguien conoce una debilidad tuya y la utiliza en un momento clave. Tu concentración podría fallar... y tu defensa caería irremediablemente. No imaginas cuántos magos han perdido la vida por cosas así. Tienes que concentrarte siempre al máximo, sin experimentos. Controla siempre tu poder sin olvidar tapar cada rendija. Que nadie viole tu espacio mental, no des a nadie la oportunidad de vencerte. Ni siquiera a quienes más quieras... porque pueden utilizarles en tu contra.

 

Calló mientras meditaba en sus palabras. Le pedía algo bastante serio, pero a la vez muy importante. Ella sabía de lo que hablaba, y estaba segura de que era el mejor consejo que podía darle a un futuro oclumántico como él.

 

Ahora bien, ¿tienes alguna duda? ¿Alguna pregunta que quieras realizar? Si no, quisiera saber... ¿te sientes preparado para la Prueba del Portal? Tú decides.

 

 

Aguardó para que meditara mientras miraba qué tal le iba a Hades con su propia tarea. La mente del vampiro (últimamente recibía visitas de seres como él a menudo, como Keaton y Juv anteriormente) trabajaba de forma correcta alterando un recuerdo. Lo notó porque aún podía mejorar mucho el engaño, pero debía reconocer que su esfuerzo había sido más que notable. Complacida, detuvo el ataque para que él pudiera descansar.

 

Bien hecho, querido Hades. ¿Cómo te sientes? ¿Algún comentario respecto a lo que acabas de hacer? Ha estado muy bien, aunque siempre puedes mejorarlo. La forma óptima para ello es practicar mucho... pero vas por buen camino, querido, bien —hizo una pausa—. Quisiera hacer ahora una práctica más. Volveré a entrar en tu mente e intentaré adquirir información respecto a... tus amistados. Tus lealtades. Soy anciana y no me gusta inmiscuirme en los asuntos de este país extraño para mí, pero llevo aquí el tiempo suficiente como para saber que estáis en medio de una extraña guerra en la que no tengo intención alguna de tomar parte. Quiero saber qué piensas tú al respecto y... si tienes algo que ver. Tu nueva misión será impedirlo, y deberás hacerlo de la forma que tú desees. ¿Cómo te defenderás? Piénsalo y... adelante. En tres, dos, uno...

Y entró en su mente con suavidad pero fortaleza. Realmente no tenía interés alguno en el tema, pero había notado con otros aprendices que era un tema sensible para ellos. ¿Lo sería también para Hades? Estaba a punto de averiguarlo.

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Cuando Sauda hubo salido de dentro de la menta de Keaton, este no pudo evitar trastabillar un poco antes de poder alzar la cabeza de nuevo. Y es que pese a que ya no le había costado demasiado al final protegerse de la intromisión de la Arcana, si había utilizado una gran cantidad de magia, era como, si de pronto, se la hubieran drenado. Pero al cabo de unos segundos, y cuando alzó su cabeza, aquella fatiga comenzó a ceder y el vampiro recobró la compostura y escuchó la felicitación de su maestra.

 

―Gracias, la verdad es que llegó un momento en el que sentí que no podría, pero la verdad al final no fue tan difícil. Supongo que ayuda no pensar en nada ―Dijo sonriente y escuchó la recomendación de la mujer a no confiarse y sus ejemplos. El ojiverde se quedó pensando.

 

Si había entrado a aquel curso era porque le costaba pensar que alguien pudiera entrometerse en sus pensamientos y ver todo aquello que le avergonzaba. Él sabía que no siempre había sido el mejor hijo, que no siempre había sido fiel a sus ideales. Si tan solo los miembros de La Marca Tenebrosa supieran que él mismo flaqueó un momento y estuvo aliado por un breve momento a la La Orden del Fénix... bueno, seguramente más de uno se le iría encima tratando de dañarlo a él a sus seres queridos (que lo último lo veía difícil al ser sus seres queridos todos, o casi todos, mortífagos). Precisamente por eso, no confiaba demasiado en nadie, porque quería evitar a toda costa que alguien conociera esa debilidad. Escuchó la pregunta sobre si estaba preparado para su prueba, y pese a que si estaba seguro de querer entrar, antes tenía una duda.

 

―Desde luego, para cómo resultó esta última prueba, creo que estoy listo, pero antes de que me de la fecha para entrar al portal, me gustaría preguntarle algo ―Keaton dudó un poco, pero sabía que era imperante la pregunta ―En el caso de los recuerdos que queremos proteger a toda costa, la Oclumancia, como bien me acaba de decir, tiene sus quiebres, y como dice también, habrá alguien que pueda entrar, ¿bastaría sacar esos recuerdos y vertirlos en un Pensadero? Nunca he entendido demasiado bien esa magia, ¿el recuerdo queda extraído de la memoria y solo queda guardado en un contenedor, o el recuerdo que sacamos es solo una copia del recuerdo? ―Preguntó notablemente interesado.

 

Una vez obtuviera la respuesta a aquella pregunta, estaría listo para la prueba, para el Portal.

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  • 2 semanas más tarde...

flashback

 

Días antes había echado la inscripción en la Universidad. Sentía que tenía el poder mágico suficiente cómo para adquirir una nueva habilidad. No sabía si en mi propia familia había magos o brujas que lo obtuviesen de nacimiento, pero sabía que podía intentarlo. Lo descubrí con la animagia y con la metamorfomagia. Y con la que iba a cursar, le ayudaría muchísimo a bloquear el acceso a su memoria si alguien intentaba acceder a ella. Y por supuesto, como una gran defensa personal ante las incursiones de los demás.

 

Galadriel había llegado corriendo al dormitorio que tenía con mi marido en la Potter Black. Me sorprendió porque generalmente se aparecía para comunicarme ese tipo de asuntos. Era mediodía y mi marido no estaba en casa, o eso me pareció. Por suerte, no me había pillado desnuda o le hubiese caído una buena bronca. Últimamente, con el embarazo tenía las hormonas más alborotadas de lo normal y el genio bullía con más rapidez, que en cualquier otro momento. Tenía la bata encima y el ruído de la puerta, hizo que me girase para ver quién era el intruso. Miré a mi elfa con malos modos, pero ella, sin amilanarse, agitó un pequeño pergamino que tenía en su menuda mano.

 

- Ama, ama, ha llegado ésto para usted, creo que era lo que estaba esperando - y a pesar de los reclamos que tenía pensado decirle, me dirigí hacia a ella y lo cogí con brusquedad. Con una clara mirada, ésta asintió y me dejó sola en la habitación. Desdoblé con cuidado la carta y con una letra fina y legible confirmaba mi suscripción a la clase de Oclumancia. Quizás otras fuesen más interesantes, pero esa me llenaba de curiosidad. Esperaba obtener ese anillo pero sabía que las cosas no serían tan fáciles cómo de costumbre...

 

Y antes de llegar tarde al lugar en dónde se impartiría las debidas instrucciones, me vestí con un traje de lino y sandalias romanas. Llegué hasta la Universidad por medio de un portal y me informé del lugar en dónde se encontraba la Arcana. A pesar de que estaba alejada del centro educativo me informaron más o menos por dónde podía llegar hasta a ella. Asentí con la cabeza y tras saludar a unos conocidos profesores me volví nuevamente a casa. Aún así, me sentía un poco nerviosa. No conocía a la arcana, y esperaba que no intentara hurgar en mi mente. Había recuerdos desagradables que no debían salir a la luz...

 

Actualidad

 

Me desperté sobresaltada. A pesar del sueño que había tenido, abrí los ojos asustada. Miré a mi marido y éste dormía plácidamente ajeno a lo que había pasado en esos instantes. Miré por la ventana y a lo lejos, se podía divisar el inicio de un nuevo día. Suspiré y con cuidado retiré las sábanas para darme un baño reparador y refrescante. El minutero del reloj que tenía en la mesilla de noche, al lado derecho me indicaba que todavía eran las seis de la mañana. Podía seguir un rato más tumbada, pero sabía que, con los nervios, no podría volver a conciliar otra vez el sueño. Siempre me pasaba, cada vez que cursaba una nueva habilidad.

 

Cogí un pergamino limpio y con cuidado, tracé unas líneas para indicarle a Matt en dónde me encontraría el resto del día, para que no se preocupara. Saqué el pijama y me di una buena ducha. El agua corriendo por mi cuerpo, conseguía templar ese nerviosismo con el que había despertado. Tras unos breves minutos, salí y tras secarme y ponerme todo lo demás, decidí que sería buena idea, volver a poner otro traje de lino de color azul celeste que me había comprado para la ocasión. Más que nada, porque en la Universidad, hacía un calor de los mil demonios, a pesar de que, en Ottery era todo lo contrario. Me puse unas sandalias romanas y cogiendo el morral de cuero con todas mis pertenencias, tras atar el pelo con la varita de álamo temblón, me desaparecí de la Potter Black, a través de un portal que había invocado.

 

Aspiré el aire del lugar. Abrí los ojos y aún no había amanecido del todo, pero se notaba... Di unos pasos más y parecía que la noche pasaba más rápido que de costumbre así que, sin demorar el paso, crucé todo el terreno hasta llegar a la casa de la Arcana Sauda. Sí, me había informado de cómo se llamaba, para no meter la pata. Llegué hasta el lugar indicado y sonreí al ver dónde estaba. Cerca del lago y a pesar de su humilde construcción (algo de lo que me sorprendió) estaba rodeada de árboles y vegetación que le producían sombra y frescura en ese calor que a veces resultaba agobiante.

 

Guardé mi varita en el bolsillo y saqué el monedero de piel de moke, que llevaba al cuello y lo coloqué en el otro lado del pantalón. Estaba algo nerviosa y no más que decir, excitada por encontrarme con aquella mujer. Sentía al mismo tiempo, curiosidad. ¿Estaría sola con ella, o tendría más alumnos? Cuando llegué a la puerta, piqué en ella y no sabría si la mujer se encontraría en casa, o como la guerrera Uzza, estaría en el otro lado de su vivienda. Esperé pacientemente, mientras veía las paredes de piedra y el techo de paja. Siempre me sorprendía que alguien como un arcano, escogiese semejante vivienda. Pero seguro que tenía motivos suficientes para hacerlo.

 

@@Aailyah Sauda

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Keaton se mostró convencido de realizar la prueba, algo que ya había previsto la anciana. Sin embargo, parecía tener alguna duda aún que Sauda se esforzaría en resolverle. Cuando la formuló, se quedó pensativa por un instante y, tras unos segundos que parecieron minutos sonrió.

 

No, querido, no me has entendido. La Oclumancia no tiene quiebre alguno. El quiebre lo tenemos nosotros y nuestro poder —le corrigió ella con amabilidad—. Podemos errar en la defensa si no nos concentramos lo suficiente, pero eso no significa que sea culpa de esta magia que te enseño. El problema es nuestro, ¿comprendes? Por eso debes ser plenamente consciente de lo que estás haciendo a la hora de defenderte —. Hizo una pausa, más bien para organizar sus propios pensamientos—. Sobre el pensadero, no he tenido necesidad jamás de usar uno. Sé que sirve para almacenar recuerdos, por supuesto, y hasta donde sé no te despoja de ellos si tú no lo deseas. Así que no lo veo compatible con la Oclumancia ni tampoco demasiado útil, porque cualquier cosa tangible puede ser robada. Al margen de eso... la Oclumancia protegerá todos tus pensamientos si la usas correctamente. Y yo sé que puedes hacerlo, así que el pensadero solo te servirá para compartir recuerdos con alguien sin necesidad de usar la Legilimancia o, en su defecto, para almacenar memorias cuando sientas que tienes la cabeza a punto de explotar. Pero jamás para defenderte... no funcionará, Keaton.

 

«Ahora bien, resueltas estas dudas... ¿seguimos adelante? Si estás de acuerdo, te espero mañana al alba en el lago. Descansa y reponte, querido pupilo».

 

Sonrió al Ravenclaw y luego le dio la espalda, dando así por terminada su lección. Suponía que saldría del bosque, o quizás prefiriese pasear un rato antes de irse a casa. Ella, por su parte, notaba que acababa de llegar alguien a las inmediaciones de su cabaña y, además, había perdido el contacto con Hades. Sentía que el chico se había dado por vencido... la apenaba, pero suponía que algún día volvería. «Cómo todos», pensó.

 

Se quedó a cierta distancia de su pequeño hogar en aquel lugar, donde aún no podía ver a su nueva pupila. No le gustaba formarse ideas preconcebidas de los magos y brujas que acudían a ella para aprender, prefería descurirles poco a poco. Así que extendió su poder mental con delicadeza para rozar la conciencia de la bruja sin sobresaltarla, ni tampoco invadirla de forma desagradable.

 

«Saludos, joven aprendiz. Soy Aayliah Sauda, y seré tu maestra si lo que buscas es obtener el anillo de la Oclumancia. Antes de nada, quisiera aclararte algo que considero primordial en mis clases. Respecto y protejo todo lo que tiene vida. Si alguien acude a mis dominios y atenta contra otra vida, independientemente de si pertenece a un humano, un animal o una planta, dejará de tener valor para mí y perderá el derecho de aprender junto a mí. Si estás dispuesta a acatar esta sencilla norma adelante, querida, no te acerques a mi cabaña porque no vas a encontrar nada de tu interés en ella. O sí, pero no te lo recomiendo», añadió, de forma picarona. Dejó que la muchacha pensara en aquellas palabras y luego retomó el hilo de sus pensamientos, que se colarían en la mente de Heliké de forma tan tenue que prácticamente sentiría las palabras como una suave brisa. «¿Qué te ha traído hasta aquí? ¿Quién eres y por qué te interesa la Oclumancia? ¿Sabes algo de ella? Cuéntame sobre esto y déjame comprobar de qué punto partimos».

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Me sentía extraño. Sabía a ciencia cierta que la Sauda había intentado entrar en mi mente, si había logrado obtener la información que deseaba o si había evitado que lo hiciera con el recuerdo o más bien la imagen falsa que había colocado en mi mente no lo supe, al menos me había felicitado por lo que de una u otra forma quizás no me había ido tan mal como esperaba.

 

-<<Me siento un poco extraño, quizás pro inexperiencia mi cabeza o mas bien mi mente se encuentra embotada, en un momento se me hace fácil pero luego no se>> –respondí ante la pregunta formulada- <<para mi muchas veces es fácil imaginar situaciones, tener pensamientos que podrían hacerlo más fácil todo, solo que saber que alguien intenta entrar y descubrir los secretos que guardo me hace esforzarme mucho mas, quizás por eso es que puede que mi mente este de una u otra forma algo cansada>>

 

“Respire” profundamente.

 

-<<Tengo una duda>> -dije en mi mente sabiendo que al arcana me escucharía o eso esperaba antes de que comenzara de nuevo con aquella practica que seguramente me daría mucha más experiencia y era preferible que fuera allí y no aprenderlo por las malas- <<en que momentos se utiliza el Oclumens?, hay que usar la varita para ello? Hay que pensarlo y funciona?>> -sabia que la mujer me había dicho de aquel hechizo y que no lo debía utilizar aun, que prefería usara otras técnicas como las que estábamos practicando, aun así tenia curiosidad.

 

*******************

 

La imagen que utilice ahora para evitar la intromisión de la arcana en mi mente fue muy diferente a la que le había mostrado antes, ella queria sabe e mis amigos e ideologias, bueno, ls mostarria otra clase de "amigos o compañeros"…

 

Era un poco mayor a la última imagen que el había mostrado, quizás un año a lo mucho, ya no me encontraba en África sino montado en un barco ballenero, yo era el novato, el grumete, el niño, el que para los viejos balleneros aun no tenía ni la edad ni me había ganado con esfuerzo ser un adulto entre la tripulación. Había mucha tormenta, el frio y gélido viento estaba haciendo de las suyas en mí y en cada uno de los tripulantes. Me sentía culpable y seguramente eso podría verlo la Sauda al mirar aquella imagen, estaba triste, y sobre todo preocupado, llevaba un enorme peso en mis hombros, por mi culpa el cocinero, el viejo Johan casi había perdido una pierna mientras intentaban asegurar aquella ballena que llevábamos a remolque al barco factoría. Era nuestra ballena numero 200 y con ella el gran premio en dinero.

 

Los demás barcos aun no habían llegado a esa cantidad, lo sabíamos gracias a la poca comunicación radial que teníamos gracias a la tormenta, por ello intentábamos llegar a tiempo. Lo que no me esperaba era que aquel dinero que se suponía que debía repartirse entre todos los tripulantes me lo iban a dar a mí para así enviarme a Londres a estudiar. Me maldije por aquella idea. Por mi culpa, la única persona que me trataba como un “adulto” o su “igual” podía perder la pierna.

 

-¿Por qué hemos aproado al viento? –me pregunto el viejo cocinero mientras se encontraba acostado intentando mantener la pierna inmóvil. Su voz sonaba perpleja.

 

-Hielo –fue lo único que logre decir.

 

Johan se encontraba medio atontado por el alcohol y el sufrimiento, pero se dio cuenta de mi pesar y mi abatimiento.

 

-Que sucede hombre? –pregunto con voz lenta intentando que las palabras salieran con suficiente fuerza para que le escuchara.

 

-Nada –respondió sin más.

 

Me miró con expresión clarividente. Luego cogió La Luz De Las Estrellas Del Oeste y me pregunto si deseaba seguir leyéndole.

 

-Claro –logre decirle.

 

Encontré el punto y comencé a leer mecánicamente. Al poco rato, como había supuesto el viejo la necesidad de concentrarme en la página impresa hizo disminuir mi infelicidad.

 

……………………….

 

No había vuelta atrás, lo había decidido, no iba a permitir que el único amigo (o al menos eso pensaba yo?, que tenía en el barco siguiera sufriendo por mí. Tenía ya la mandarria en las manos, estaba pesada y el piso de la cubierta donde se encontraban los estrobos que ataban a la ballena al costado del barco estaba muy resbaladiza. La tripulación había sufrido 24 horas de infierno por mí, para llevar la ballena azul hasta aquel punto. ¿Qué pensarían si reducía a nada todos sus esfuerzos? Vacile. Al pensar que no era considerado parte de la tripulación vinieron a mi nuevas fuerzas, más cuando recordaba la cara de sufrimiento de Johan. Aseste el primer golpe con todas mis fuerzas sobre la boza de estribor. El pasador de hierro cayó por un imbornal. El estrobo se abrió y la ballena, sostenida por un solo estrobo de cadena, dio una sacudida de lado.

 

-¡Eh. Grumete! -Escuche que me gritaron.

 

Descargue otro golpe. El segundo estrobo se abrió tan limpiamente como el primero. El barco, aligerado del peso del remolque, se enderezo y la ballena desapareció para siempre entre las olas grises del Antártico, llevándose así mi infancia. No sentí ni pena ni alegría, solo mucho cansancio. Como si mi cuerpo y espíritu hubieran traspasado el límite de la resistencia; me di perfectamente cuenta de que los balleneros me rodeaban y me preguntaban ¿Por qué había hecho aquello? Y que las lágrimas de frustración por sentirme de aquella forma que había estado reteniendo por tanto tiempo, caían por mis mejillas. Solo sentí que alguien quitaba la mandarria de mis manos, note que perdía el equilibrio, que caía, pero estaba tan fatigado que ni siquiera pensé en ello. Solo sentí que alguien me sostenía medio segundo antes de hacer contar el piso del puente.

 

……………………….

 

Desperté a las cuatro y media de la mañana con el ruido que hacían los balleneros al vestirse. Por lo que lograba escuchar el temporal, aquella tormenta que se había llevado mis sueños había aminorado y que habíamos comenzado a navegar hacia el barco factoría. Había dormido más de 12 horas.

 

El frio era cruel, pero el viento era ya solo una brisa. Una espesa capa de escarcha cubría, la borda, como un manto de nieve. Me acerque a la cocina donde los marineros comenzaban a hacer su fila para recibir su te. Pase por el camarote de Johan quien entre aspirinas disueltas con ron y la calma de la tormenta había dormido ya unas 14 horas seguidas sin problemas. Asentí y dibuje una mueca de sonrisa. Volví a las cocinas asegurándome que ya todos los que hacían fila se habían retirado ya. Observe como tomaban mi jarro y lo llenaban de té, pero no hasta el borde, luego, con cuidado, vertieron en él una copita de ron. Di las gracias. Me encamine con mi jarrillo hasta dónde estaban los demás tripulantes. Hice tal como hacían los demás. Di algunas patadas en la cubierta para quitar el hielo de mis botas, sople el vapor del jarro, el te estaba amargo pero aun así me lo bebí todo, y escuche los mismos chistes, esos que se convertían en tradicionales en cada temporada ballenera. Se estaba levantando el sol. Era un hermoso paisaje. Allí lo comprendí. Todos aquellos amaneceres que no había visto seguramente habían sido igualmente hermosos…

 

*******************

 

Esperaba que aquella nueva imagen fuera suficiente. No sabía si la arcana de oclumancia había logrado obtener la información que deseaba. No quería revelar nada sobre sus amigos, sobre sus ideales, sobre lo que era. Quería mantener aquello aun bajo secreto, tal como siempre lo había hecho.

Editado por Hades Ragnarok

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No sabía si era el lago o la magia del lugar, pero hacía fresco. Una suave brisa hacía mover los arbustos y las palmeras cercanas al agua. Por el momento, nadie me había recibido y eso me pareció extraño. Dudé en entrar, pero seguramente no le hubiese hecho gracia que invadiese su casa de esa manera, así que, esperé pacientemente y observando con curiosidad las plantas que había cerca de su humilde casa. Al estudiar herbología reconocí algunas de ellas y otras en las que se usaban para elaborar pociones.

 

Sentí la necesidad de recoger aunque fuese algunas hierbas hasta que escuché una particular voz en mi cabeza. Eso hizo deternerme y fruncí el ceño. Crucé los brazos y me sorprendió que alguien como un arcano, tuviese tanto poder cómo para enviar ese tipo de mensajes. Yo lo hacía con mi marido, pero era una conexión un tanto especial, que no tenía mucha gente. Supuse que Sauda tenía magia y nivel suficiente y eso, acalló todas las dudas que tenía de esa mujer. Me quedé un momento pensativa, hice rodar mi varita sobre mis dedos...

 

¿Cómo responderle? Imaginé que sería de la misma manera. Cerré los ojos para concentrarme y esperaba que la arcana recibiese el mensaje de una forma clara cómo si estuviese a su lado. Suspiré los aromas del lugar y eso me ayudarían a concentrarme. Dejé mi mente en blanco pero no pude evitar lanzar una risilla por cometer casi una imprudencia en entrar en esa casa, así que, sólo lo haría en cuánto ella me diese el permiso para hacerlo. Por supuesto, tenía mucho respeto a ese pueblo; tanto arcanos como Uzzas sobre el poder que manejaban y que, gracias al Ministerio lográbamos aprender sus artes mediante un contrato.

 

Le respondí de la misma manera

 

<< Señora arcana, acepto sus normas con humildad. Lo último que deseo es enfadarla. Esperaré a que me reciba todo el tiempo que estime necesario... Lo que me ha traído hasta aquí es el poder de usar su anillo para guardar mis recuerdos, cómo si de un muro se tratase. Para evitar que extraigan de mis memorias, debilidades y que me ataquen con ellas. Para defenderme de toda incursión mental>>.

 

Suspiré nuevamente para tranquilizar mi respiración. Aunque no gastaba mucha energía, sabía que entre un mensaje y otro, debía dejar un lapsus de tiempo para enviar los siguientes.

 

<< Soy Heliké Rambaldi, señora Sauda. Me interesa la oclumancia para defenderme cómo le dije antes y de poder ser, crear falsas imágenes en mi mente como autodefensa. Lo que sé de la oclumancia es que es un gran magia útil y que requiere gran nivel de magia para poder usarla. Sé que usted me enseñará lo que necesite para ir más allá. No sé si podré crear falsos recuerdos para proteger los míos propios y sólo enseñar lo que guarda mi mente a la gente que yo quiera. No pretendo adularla ni mucho menos, pero si he llegado hasta aquí es porque necesito una herramienta por decirlo de algún modo y en caso de peligro, para protegerme yo y mi familia. Sé que la oclumancia es cómo una especie de muro mágico que puede venirme muy bien en caso extrema necesidad... >>

 

Ahora sí, abrí los ojos y los últimos coletazos del mensaje, sabía que le llegarían a la arcana. No tenía ni idea de cómo me enseñaría lo básico pero esperaba aprender pronto con ella. Temía más las pruebas si llegaba a ellas pero aunque no era por ambición sí era por seguridad. Había magos y brujas que eran habilidosos con la legeremancia y sin darme cuenta, podían extraer recuerdos tan fáciles y usarlos en mi contra. Por eso me había anotado a esa habilidad especial.

 

Me senté en el suelo a la espera de la mujer, mientras jugaba con una piedra que había encontrado. Me sentía un poco cansada después de ese esfuerzo mental por responderle, pero esperaba que, con lo que le hubiese dicho fuese digna para ella para empezar el aprendizaje de ese arte.

 

@@Aailyah Sauda

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  • 3 semanas más tarde...

Lentamente, mientras caminaba por el bosque, se había acercado hasta el lugar donde estaba Heliké pero, mientras esperaba su respuesta, había notado cómo Hades se reactivaba en su aprendizaje. Instintivamente, se puso en marcha hacia el vampiro sin descuidar los progresos de la recién llegada.

 

Escuchó atentamente las dudas del Ragnarok y, cuando estuvo lo suficientemente cerca de donde se encontraba, salió de entre la vegetación para presentarse ante él con su apariencia física juvenil, cuando no tenía más de una veintena de años. No quedaba ni rastro de las arrugas que surcaban su piel ni del cansancio que expresaban sus oscuros ojos. Sonrió al hombre.

 

Hola, Hades. Permíteme presentarme ante ti y que pueda ayudarte con tus dudas desde aquí —le dijo, hablándole en voz alta por primera vez. Se acercó a él hasta quedar frente a frente—. Entiendo lo que me dices, es normal que te sientas inseguro o desorientado todavía. Tenemos por costumbre aprovechar muy poco de nuestra mente en beneficio propio... no le damos a este órgano el valor que merece. Así que no te agobies, cielo. Por otra parte... —le pasó un frasco de cristal no más largo que su pulgar—. bébete esto, cuando acabemos la próxima práctica. Te ayudará a recuperarte del cansancio mental, y potenciaremos tu cerebro para que te resulte un poco más fácil avanzar, ¿de acuerdo? Bien.

 

Hizo una pausa.

 

Respecto a tu pregunta. Oclumens es la palabra mágica que potencia la habilidad de la oclumancia. No es obligatorio usarla, ni tampoco enteramente necesario cuando controlas perfectamente tu poder. Lo único que hace es canalizar tu magia interior para transformarla en el fin que deseas, es decir, para ayudar a que tu mente se proteja. No me gusta que lo usemos directamente en clase porque entonces no valoráis el esfuerzo que supone realizar magia no verbal. No hay momento preciso para usarlo, como te decía. Pero, si quieres, puedes usarlo ya para aprender a dominarlo. ¿Alguna duda más al respecto?

 

Esperó para ver qué tenía que decir, aunque también continuó con la práctica que le había indicado anteriormente. Navegó por la mente de Hades con habilidad, sin intención alguna de dañarle, pero con ganas de ver si verdaderamente ponía empeño en defenderse. Y Hades simplemente bordó aquella práctica. Sauda sonrió, feliz con el resultado que acababa de ver.

 

¡Excelente, Hades! Mucho mejor esta vez, aunque aún podemos mejorar. Quiero que, cuando resolvamos las dudas que puedas tener, hagamos una última práctica, ¿de acuerdo? Pero antes dime, si se te quedó claro lo del oclumens y si te surge alguna pregunta más.

 

 

Mientras aguardaba lo que Hades tuviera que decirle, se centró en su alumna recién llegada, quien ya se empezó a presentar y a explicarle qué la había llevado hasta allí. Sauda sonrió: en principio, le agradaba la chica. «Excelente, Heliké Rambaldi, es un placer tenerte en clase de Oclumancia. Mis métodos de enseñanza son... peculiares. Por ahora, no podrás verme hasta que decida que es momento de ello y, en consecuencia, nos comunicaremos de esta forma. No tienes que concentrarte más de lo que lo haces para cualquier otra acción: todo lo que pienses y sientas lo pensaré y sentiré contigo. Y ahora, iniciamos tu aprendizaje».

 

«La Oclumancia es una magia oculta, poderosa y oscura que no todo el mundo es capaz de aprender. Se trata del dominio perfecto de la mente, que te ayuda a crear un muro impenetrable en el que puedes esconder tus pensamientos y recuerdos más preciados. Es, por ende, una magia no verbal pero que podemos potenciar verbalmente con el hechizo "oclumens". Sin embargo, por ahora no vamos a utilizarlo. Hay muchas formas de proteger tu mente. Un método, por ejemplo, es la sustitución: ocultamos nuestros recuerdos o pensamientos tras una imagen falsa de lo que busca la persona que penetra en nuestra mente. Por ejemplo, aunque sea algo infantil, si vas a intentar cuál es mi color favorito y yo no deseo mostrártelo, te dejo entrar en mi mente y sustituyo la respuesta correcta por una falsa. Así, te llevas un dato que no podrá dañarme, ¿me explico? Otro método es el de ocultación: consiste en concentrarse en un color, olor, sonido, persona o lo que sea para opacar el resto de pensamientos. Es uno de los métodos más eficaces para la protección contra un hechizo o sustancia química que pretenda vulnerar nuestra mente. Por último, está la auténtica defensa que vale para cualquier cosa: consiste en proteger nuestra mente hilando una especie de muro alrededor de todo lo que contiene nuestra mente. ¿Cómo se hace? Cada mago tiene su propio recurso... es una mezcla de todos los poderes anteriores y, con el tiempo, será la defensa que más utilizarás al igual que el resto de oclumantes. Quiero saber... ¿tienes dudas hasta ahora? Si es así, pregúntame y hazlo sin pudor: jamás hay dudas tontas ni preguntas innecesarias, querida. Si todo ha quedado claro... iniciamos con la primera lección. Quiero que te concentres al máximo y que camines hacia el interior del bosque. Cuando avances poco más de treinta pasos, encontrarás un tocón de madera oscura sobre el que hay una copa. Siéntate junto a él y, pase lo que pase, no bebas de su contenido».

 

Le había soltado una buena introducción esperando que comprendiera el alcance de la oclumancia, seguido de la primera lección que le permitiría saber hasta qué punto Heliké estaba concentrada de las clases que había decidido tomar. Era evidente que la arcana influiría en la mente de su pupila para que, en cuanto estuviera junto al tocón, bebiera de la copa. Solo le faltaba comprobar si la Rambaldi era capaz de aguantar la tentación o si, por el contrario, no ejercía ningún tipo de control sobre su mente.

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