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Oclumancia


Aailyah Sauda
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La suave brisa traída del lago ayudaba a refrescar el sofocante calor de la Universidad. Mientras esperaba contestación, maldecía un poco a los directivos del Ministerio por poner un "ambiente" tan bochornoso. Prefiriría que fuese más suave, como un clima más acorde al de Londres. Pero tampoco era que pudiese elegir así que, no me quedaba más remedio que aguantarme y esperar la respuesta de Sauda. Me puse a jugar con unas pequeñas piedras que tenía cerca del pie. Quería sentarme pero no sabía si tendría algo de acción más adelante.

 

Sentí cierto cosquilleo en la nuca. No sabía si era alguien que me vigilaba o realmente era una aprensión por mi parte. Jugé con las piedrecitas dentro de mi mano hasta que recibí las palabras de la arcana. Parecía una canción musical en mi cabeza. Sonreí de medio lado. Aunque sí, me sentía un poco impaciente por empezar, debía tomarme en serio las palabras de la mujer. Me quedé un momento pensativa. En mi cerebro hizo clic y varias preguntas me asaltaron. Supuse que, quizás serían buenas cuestiones y que serían de bastante utilidad en un futuro...

 

Le respondí de la misma manera, cerré los ojos y las formulé en mi cabeza:

 

<< sí, tengo varias dudas que hacerle... la primera: ¿podría por ejemplo con el hechizo oclumens, crear ilusiones ópticas y trasladarlas a un "espacio físico"? Es decir, en un espacio cerrado, crearlo de tal forma, que parezca un salón de té... Imagino que las posibilidades con ésta habilidad serían muy grandes como métodos de defensa. La segunda pregunta sería... si estoy soñando: ¿podría crear falsos sueños para protegerme en ese momento de "debilidad" en que mi mente, estaría más expuesta? y la tercera, sería: con el anillo, podría no sé, supongo que sería referente a la primera pregunta: ¿cambiar mi apariencia en la mente de los demás para hacerles creer que soy otra persona sin usar la habilidad de la metamorfomagia?

 

Y después de eso, había recibido información complementaria de la arcana. La verdad es que me sorprendía que algo así con un no tan simple anillo y ese hechizo proporcionado por Sauda, me diese un montón de posibilidades para proteger mi mente. Me sorprendió que tuviese ya, una pequeña "prueba" para poner en habilidad mi propia concentración. Suspiré. Debía reunir suficiente energía y esperaba no llegar muy cansada si llegaba a la última prueba para adquirir el tan ansiado anillo. Pero eso dependería de todo lo aprendido en clase. Aunque la verdad, antes de ir hasta la situación dada por la profesora, quería tener información de primera mano antes de llegar a esa copa. No entendía mucho de lo que pretendía hacer. Pero seguramente, fuese fundamental para seguir avanzando en el aprendizaje. Ojalá que mi mente, no se pusiera en "rebeldía" trayendo recuerdos que pretendían estar bajo llave. Necesitaría toda la concentración necesaria para llevar a cabo esa pequeña "misión" que me había encomendado Sauda.

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La respuesta de Heliké llegó tan pronto que Sauda, desde donde estaba en compañía de Hades, sonrió involuntariamente. Aquella joven prometía, no tanto en habilidades (porque no la conocía aún) como en entusiasmo y disposición. Se imaginaba la de pruebas y prácticas que podría ponerle si ella se prestaba a ello... bueno, no podían adelantar acontecimientos. Aún no sabía qué grado de fortaleza reinaba en su mente.

 

«Vale, veamos esas dudas de una en una. Respecto a la primera... la respuesta es no. Al menos no como he creído entender. La oclumancia te puede servir para todo lo que desees siempre y cuando te afecte a ti misma y esté destinado a protegerte de alguna forma de las mentes y/o magias ajenas. Es decir, que no puedes alterar un espacio físico como tal. Distinto es si quieren obtener de ti la información de ese espacio, revisando lo que sabes en tu mente. Entonces sí puedes disfrazar ese lugar como tú desees, porque tu mente es solo tuya y mostrarás a tus atacantes lo que desees mostrarles. Pero para hacerlo de forma física, debes usar otro tipo de magia».

 

«Sobre tu segunda pregunta sí, podrías, cuando tengas un control total de tu mente. Es decir, que podrías tardar un tiempo pero... podrás hacerlo si lo deseas. A grandes rasgos, el truco es fácil: tú controlas tu mente y todo lo que sucede en ella. Por lo tanto, puedes configurarla para que sólo piense en algo determinado de forma que tu subconsciente seguirá con ese pensamiento fijo mientras estás dormida. No obstante, quiero aclararte algo: si consigues obtener el anillo de habilidad y salir del Portal como una bruja oclumante, no necesitarás recurrir a algo así para protegerte mientras duermes porque significará que tu barrera protectora es infalible. O muy buena, al menos. Solo un mago o bruja legilimántico altamente cualificado y con más poder que tú podrías atravesar esa defensa».

 

Hizo una pausa mientras pensaba en la tercera pregunta de la muchacha.

 

«Esa tercera pregunta... bueno, es relativa. Puedes alterar tu físico pero no de forma real. En realidad esa magia funciona, más bien, como un encantamiento desilusionador. Es decir, si alguien se mete en tu mente tú puedes engañarles y hacer que vean en ti algo que no hay, incluida tu apariencia física o psicológica. Pero no, no es comparable a la metamorfomagia porque no puedes realizar el cambio físico. Si acaso, solo será una falsa apariencia que verán gracias a tu poder mental. Para eso, quizás, te serviría mejor la legilimancia porque puedes influir en las mentes para que crean ver algo que no hay o la metamorfomagia, que te permitiría hacer el cambio real. Espero haber satisfecho todas tus preguntas. Si existen más dudas, pregunta. Si no, adéntrate en el bosque y enfréntate a tu primera práctica, querida».

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Enseguida recibí las respuestas de la Arcana en mi cabeza. Asentí contenta a las contestaciones. Entonces era cómo esperaba. Podía sacarle muchísimo partido y no sólo creando un muro de defensa para que nadie entrara en mi cabeza. Esa era una de las principales razones al anotarme a oclumancia. Más que nada, para evitar riesgos de ser capturada por magos extranjeros ávidos de información, o incluso, por los locales. Pero sabía que antes de enfrentarme a todo eso en un futuro, debía fortalecer mi cerebro para sacarle todo el máximo partido que podría ofrecerme.

 

Sonreí contenta. Todo lo que se me ofrecía era un mundo de posibilidades a tener en cuenta. Sonreí contenta con el tema de un encantamiento desilusionador. Es cierto que no había dado esa materia todavía, pero pudiendo crear falsas realidades en la mente de los demás, o queriendo mostrar lo que no era, también era bastante interesante. Tenía ganas de empezar a divertirme con ello. Pero tampoco quería hacerle pensar a la arcana que era más que diversión. Era aprendizaje de un arte más complejo de lo que había ido obteniendo hasta el momento. Tendría que tener muchísimo cuidado, la mente no era un libro abierto con el que urgar.

 

Le respondí a la arcana:

 

<< por el momento no hay más dudas, o eso espero querida arcana. Me internaré en el bosque para hacer lo que me pide...

 

Suspiré varias veces para calmar mi respiración. Sabía que era necesaria para lograr una máxima concentración. Aunque claro, eso era un poco difícil cuando mi cabeza no entendía, el motivo de no tener que beber de la copa. ¿Sería un veneno? Deseché rápidamente esa idea de la cabeza. Estaba claro que, Sauda, no pretendía jamás intentar acabar con la vida de nadie. Me lo había dicho claramente, antes de entablar "conversación" con ella. Pero aún así me inquietaba. Mientras pensaba en ello, recordé las palabras de la mujer.

 

Fui caminando mientras suspiraba y exhalaba aire de mis pulmones y evitar cualquier distracción. No tenía ni idea de lo que podría encontrarme. Aunque, en mi fuero interno, me alegraba de que no me mandara a ninguna excursión fuera de la Universidad, porque no me apetecía nada. Ya había tenido algunas experiencias desagradables y lo último que necesitaba, era que mi mente me lo recordara a cada paso que daba. Sentía cómo en mi cabeza se iban diluyendo poco a poco, cómo si moviera los recuerdos en un pensadero con la varita. Pero no debía confiarme.

 

Si conocía lo suficiente a la arcana, seguro que me esperaría cualquier cosa. Tal vez, "un viaje al pasado", "al futuro" o algún truco que me hiciera engañarme y así olvidar la advertencia de Sauda. Suponía que eso era lo que pretendía mi tutora. Pero aparte de eso, aprender a fortalecer mi mente y suponía que, crear una "barrera natural" contra invasiones externas. Y casi sin darme cuenta, había llegado al tocón que me había indicado. Por el momento la copa estaba intacta encima del tocón de madera y parecía que nada se salía de lo irreal... Por el momento, seguro que no tardaría en llegar y debía estar preparada.

 

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Las dudas de Heliké se acabaron, al menos por el momento, y se adentró en el bosque tal y como la arcana le había indicado un poco antes. Sintió pronto que las dudas seguían atenazándola en su interior pero, posiblemente movida por las ganas de aprender e investigar un poco más en aquel campo de aprendizaje, siguió adelante hasta que dio con el tocón que le había indicado.

 

Pero no tocó la copa.

 

Sauda arqueó una ceja desde donde se encontraba y se concentró en pensar qué era lo que retenía a la mujer. O quizás su mente era lo suficientemente fuerte como para no verse tentada por la magia que la arcana había dejado fluir hasta ella para hacerla caer en la trampa. Para no quedarse con la duda al respecto, Saka incrementó un poco la fuerza de su "ataque". Ahora, Heliké sentiría un impulso irrefrenable de tomar la copa con la mano y darle un sorbo a su contenido, que se veía transparente como si fuera agua. ¿Cedería la muchacha?

 

Por si las dudas persistían, la arcana decidió recordarle su cometido. «No olvides mis indicaciones, Heliké. Siéntate junto al tocón y, pase lo que pase, no bebas de la copa». Sus palabras calaron en la mente de la bruja como el agua lo hace en el algodón. Sentía muchos deseos de ver como la mujer luchaba contra aquel instinto para cumplir con su orden... o cómo sucumbía en aquella primera práctica.

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  • 3 semanas más tarde...

Por el momento parecía que nada se hacía notar en mi presencia. Pero sabía que debía tener cuidado. El uso de la mente en condiciones extremas, podían jugar malas pasadas. Poco a poco conseguía estar más segura con lo que me había indicado la arcana. Suspiraba pausadamente para tranquilizar mi mente. No sabía si podía pero sí conocía las indicaciones "no bebas de la copa" eso me había recalcado en mi cabeza y yo asentí. Éstas habían venido a mi mente... pero por mirar, no pasaba nada ¿verdad? O quizá no debía hacerlo, si era una poción sus aromas podrían confundirme...

 

Me desplacé un poco para observar pero la verdad y siendo sinceros, no me atreví. Quizá fuese simplemente agua con el que aplacar la sed. y sería algo lógico, teniendo en cuenta que, estando en la Universidad, el sol caía a pleno y si no se resguardaba uno de él, podría deshidratarse con mucha facilidad. Eso sí, no podía evitar rememorar mis viajes a Egipto que antaño había hecho. Hacía el mismo calor y producían un sopor un poco agobiante. Es cierto que tenía sus ventajas como que, los edificios no se deterioraban con la humedad Londinense, pero al menos, teníamos la magia y nos ayudaba a preservarlos...

 

Pero aún así, no dejaba de fastidiarme. Cada vez que tenía que ir no lo pasaba precisamente bien y más aún con mi condición vampírica. Yo era más de ser de la noche y del clima de Londres, apagado y húmedo. Por eso cuando maldije ese día tan soleado de la Universidad, tuve que sentarme al lado del tocón de madera. Parecía que sentía mis extremidades inferiores flácidas o quizá era porque, estaba al lado de la copa y sus vapores me embriagaban como si fuera alcohol. Y eso, no me gustaba en absoluto, para nada. O quizás hasta fuese la propia magia. Aunque no tenía sentido el del "famoso cáliz". Ya empezaba a renegar de él.

 

No sabía si era por el tema del embarazo pero a pesar de estar tan avanzando no solía tener desvanecimientos como al principio... quizá alguna bajada de tensión suave que se normalizaba con una poción revitalizadora y en esos momentos, sentía que la necesitaba. Todo me daba vueltas. O puede que, una mezcla de todo, hacía que tuviese una visión un poco borrosa, algo raro porque los vampiros era lo que teníamos, los sentidos súper desarrollados para la caza. Aunque todo notaba que se iba complicando a cada minuto que pasaba.

 

Sentía debilidad en piernas y brazos y no tuve más remedio que apoyar mi cabeza con cierta suavidad en la ¿fresca? hierba del bosque. A pesar de que, los árboles se mecían con cierta suavidad gracias a la brisa sentía el calor fuerte del sol. Estaba en semiinconsciencia. No sabía si mi mente jugaba malas pasadas pero en unas sombras hasta reconocí un perfil que conocía muy bien, no pude evitar, rechinar los dientes a causa de la rabia repentina que me había causado. Pero no sabía si era mi subsconciente que, me jugaba malas pasadas por reflejar la aversión que tenía ese personaje que en la guardia baja se me presentaba... Y menuda casualidad...

 

- Hola Heliké - me había dicho con esa sonrisa tan petulante que tenía- ¿no te apetece tomar un sorbito? Hace calor demasiada, hasta alguien para ti... -seguía sonriendo. Me fijé en que se había desabrochado la chaqueta negra impoluta que llevaba, los botones de plata con sus característicos gemelos, tal cuál y cómo yo lo recordaba. Estiró su pantalón y se puso de rodillas enseñando los calcetines que hasta para mí, era de mal gusto. Negaba con la cabeza - hay Heli, ¿qué voy a hacer contigo? -me susurró.

 

Su cabellera negra brillaba a la luz del sol, sus ojos verdes chispeaban y sus dientes bien alineados, perfectos le daban un aspecto entre atractivo y tenebroso, lo usaba para cazar. Reconocería ese gesto suyo en cualquier lugar y ahí no era menos. No sabía si era algo real o algo formado en mi mente por la semiinconsciencia en la que estaba envuelta. O quizás, ¿algo astral? De repente, no supe porqué, sentí la garganta seca. Él lanzó una carcajada oscura, sin vida. Se acercó nuevamente a mí y me frotó la barriga, le di un manotazo.

 

- Cómo vuelvas a tocarme, te parto la cara -le espeté yo, llena de ira- ni se te ocurra volver a intentarlo...

 

- Fue una buena poción, ¿no crees? -sonrió nuevamente- sí, no sabía si iba a funcionar contigo, pero lo ha hecho- había confirmado mis sospechas, intenté levantarme pero Lázarus me puso una mano en el hombro y me tumbó de nuevo - no es bueno ni para ti ni para el bebé que hagas esfuerzos en tu estado...

 

- No soy ninguna inútil...

 

- Eso lo decís todas las embarazadas -otra carcajada fría, sin vida- por muchos siglos que pasen, no cambiaréis las mujeres -bufó- y bueno, qué me dices de la copa, ¿no tienes sed? -sonrió nuevamente - es raro, tú que eres gran bebedora -otra risa fría...

 

- Sí, tengo sed - carraspeé intentando que llegase más saliva a mi boca- pero no puedo beber... o mejor dicho, no puedo beber de esa copa...

 

- chorradas - me soltó - claro que puedes, ¡venga, vamos!

 

- ¡No! - solté yo, en voz alta. Sabía lo que pretendía, con esa debilidad que sentía intentaba obligarme a que la tomara y le diese un trago- no sé qué será, pero no pienso arriesgarme ni para mí ni para la niña...

 

- Así que, voy a tener una niña... lástima, querría que fuese un varón...

 

- ¡No es tuya! - le solté enfadada- no tienes ni idea de nada, de nada, ¡no pienso beber de esa copa, ¡lárgate! - le escupí yo, él se apartó y cambió su cara, una de petulante a una que presagiaba el peligro. A pesar de la debilidad de mis músculos no pude evitar apartar con cierta ligereza su mano, pero aún así, agarró mi cabellera, levantó mi cuerpo flácido y acercó la copa casi a la altura de mis labios...

 

- ¡no! - renegué nuevamente...

 

- mira que eres terca como una mula, lo que contiene no te hará daño, te lo prometo - me susurró en la oreja, aún así, su fuerza me hacía daño en la cabeza, parecía que estaba apunto de arrancarme todos los pelos de mi larga cabellera de color chocolate.

 

- No eres más que un cerdo que te aprovechas de las debilidades de los demás...

 

- Cierto querida - otra risita- por eso mi magia es tan fuerte... toma, ¡bebe! - me gritó al oído y tuve que cerrar los ojos con fuerza, porque su voz, había retumbado en mis tímpanos y hacía que me doliese la cabeza. No supe dónde saqué las fuerzas...

 

- ¡Fuera, lárgate de una maldita vez! -le grité ahora y con energía le aparté el cáliz que, de un manotazo intenso, fue a parar al otro lado del tocón. Él se sorprendió. Lázarus pensaba que me conocía, pero yo había cambiado a lo largo de los siglos.

 

- maldita asquerosa... No será la última vez que nos veamos -protestó y sin ningún tipo de cuidado me tiró nuevamente al suelo. Sentí un calambrazo en la espalda por la intensidad del golpe, grité y no supe cómo desperté abruptamente. Sentía la cabeza embatada. Me llevé la mano a la cabeza para aplacar el ligero mareo que había sentido al principio. Miré a mi alredededor y vi que la copa estaba en su sitio. ¿Todo había sido dentro de mi cabeza, o fuera? Quizás una especie de viaje astral, pero tampoco podía asegurarlo... Con ayuda de una mano conseguí levantarme, aún notaba algo la espalda pero no con la intensidad del golpe, ¿seguro que había sido real?

 

- ¿Arcana? - susurré al viento, esperaba que la mujer hubiese observado todo lo que había sucedido. Aún sentía sed, pero antes de nada, me giré y saqué una pequeña petaca de plata que llevaba en el morral de cuero. Di un trago y el agua fresca bajó por mi garganta, sentí alivio y notaba como me refrescaba... Puede que al fin y al cabo fuese de la insolación ¿verdad?

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  • 2 semanas más tarde...

El bosque se había calentado gracias a los rayos de un sol caprichoso que había decidido mantener cálido el territorio londinense, algo bastante inusual. Sauda se mantenía oculta, esperando a que Heliké se enfrentase a su primera práctica de oclumancia. Y ésta no tardó en comenzar, haciendo que la vampiresa tuviera que luchar contra la firme convicción de que debía beber de aquella copa que Sauda había puesto en su camino.

 

Con un ojo puesto en el interior de la cabeza de su pupila, la arcana pudo ver cómo una visión la intentaba convencer de ceder a aquello que ella le había prohibido, y también pudo ver cómo la mujer se oponía con terquedad. Se mordió el labio inferior con temor, llevaba una vida en su interior, la de su hija, y aquello hacía que Sauda se sintiera temerosa por si su magia afectaba al bebé de algún modo. Pero Heliké se mostró fuerte y, no sin cierto esfuerzo, venció aquella imagen de su mente para acabar con éxito la práctica.

 

«Bien hecho, querida», la felicitó mentalmente con una amplia sonrisa en los labios que solo los árboles pudieron ver. No se sentía conforme con la situación, así que comenzó a caminar en dirección al lugar en el que estaba la chica. «Quisiera que caminaras de nuevo hacia mi cabaña, querida. No veo prudente seguir las lecciones al aire libre dado tu estado actual. Nos veremos allí».

 

Dicho aquello, desapareció para reaparecer ante la puerta de su humilde hogar. No recordaba haber llevado muchos alumnos hasta allí, pero la ocasión lo merecía. Tenía un pequeño porche que se había hecho de forma natural con las ramas de los árboles y arbustos que rodeaban su pequeña casa. Hizo un movimiento con su vara y unas sillas de madera con cojines coloridos aparecieron allí, así como una mesita redonda del mismo material. Una bandeja plateada surgió en el centro y una tetera humeó en el centro, junto a una jarra de agua fresca.

 

Cuando Heliké estuvo cerca, Sauda la miró fijamente y le señaló una de las sillas.

 

No acostumbro a dejarme ver tan pronto, Heliké, pero no todos los días tengo pupilas embarazadas. Así que toma asiento, querida, y toma lo que desees. Si prefieres algún zumo u otro tipo de bebida, solo has de decirlo. ¿Deseas, quizás, comer algo también? No puedes aprender a utilizar la oclumancia si te sientes débil. Vamos, no es ningún truco.

 

Ella misma tomó asiento y se sirvió en un vaso de cristal que surgió de la nada una especie de té con un olor fuerte pero agradable, con un toque dulzón que lo hacía muy llamativo. Humeaba, señal de que estaba recién hecho.

 

Bien, vamos a continuar con las lecciones. Te has zafado bien de ese primer obstácul0, pero necesito que comprendas que la terquedad no es el único medio de vencer una ilusión. De hecho, si no hubiera sido una visión sino un ataque real, hubieras sucumbido en pocos segundos —le explicó. Se cruzo de piernas elegantemente, dejando a la vista la longitud de sus extremidades inferiores. Era alta y esbelta, casi huesuda como bien podía verse en sus pómulos. Aunque se veía incluso atractiva cuando se mostraba así, como cuando era joven y bella. Nada que ver con la realidad, con sus más de cien años—. La oclumancia es una magia muy poderosa. Oscura, sí, pero poderosa y útil. No puede utilizarse para dañar a otros, ni tampoco para dañarse a uno mismo si se utiliza con cautela. Quiero decir, no es sano aislarse del entorno. Pero debes saber que un mago debe controlar su propia mente para poder llamarse a sí mismo "poderoso". No muchos disponen de esa sabiduría, y ahí reside su mayor debilidad.

 

«Ahora, para aprender a utilizar tu mente debes concentrarte. Es lo único que debes hacer y más importante, tener presente en cada momento qué hay en tu mente. Debes controlar cada pensamiento, idea o recuerdo para que nadie los pueda manipular. La única forma de aprender a hacerlo es concienciándote y practicando. Una vez controles tu mente, podrás crear defensas para salir victoriosa de un ataque legilimántico o de cualquier otra magia o poción que tenga como objetivo atacarte mentalmente. ¿Crees poder hacerlo?».

 

Aguardó una respuesta durante unos segundos, aunque sus explicaciones no habían terminado.

 

Vamos a hacer una cosa para probar. Quiero que pienses en... tu esposo. O novio. Pareja. Lo que sea... el padre de tu hija. No sé quién es, ni tampoco tengo interés alguno, pero quiero que te concentres en que yo no pueda verlo en tu mente. ¿Cómo? Pues tienes varias opciones. La primera es dejar tu mente en blanco para que yo no pueda ver nada. Es lo más útil, pero también lo más complicado. Otra opción es concentrarte en algo hasta el punto de que solo pueda captar eso en tu mente. Puede ser un olor, un color, un paisaje... una melodía... incluso un recuerdo concreto. O si no... siempre se puede alterar la realidad. Imaginemos que buscas en mi mente la identidad de mi madre y yo, en mi mente, la sustituyo por otra persona... tú hallarías esa información errónea sin saber que no es la auténtica y me dejarías en paz, sin saber que los datos que has obtenido no son correctos. Evidentemente cada método irá mejor según la ocasión, pero de eso podemos hablar más adelante. ¿Quieres intentarlo? Venga, vamos, elige la forma que quieres usar y... protege tu mente de mí, querida.

 

Se concentró para encontrar ese dato en la mente de Heliké. No había magia que pudiera impedir a la arcana encontrar aquel dato, pero lo que ella evaluaría era, precisamente, el esfuerzo que la muchacha hiciera por defenderse. Así que aguardó para ver cómo se desenvolvía en aquella segunda tarea.

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Aún me sentía algo traspuesta. Sacudí mi cabeza durante unos breves segundos y suspiré. Volví a darle un trago a la petaca que contenía agua fresca. Al menos eso, conseguía templarme los nervios que sentía. El volver enfrentarme al que fuera mi mentor y aunque fuese una ¿ilusión? me dejaba completamente desconcertada. ¿Seguro que no tenía que volver a verlo si llegaba hasta la prueba final? Esperaba no tener que hacerlo porque... no sabía de lo que sería capaz. Pero para mi mayor alivio sentí las felicitaciones de la Arcana dentro de mi cabeza y le respondí "gracias Arcana" pero imaginaba que eso no sería suficiente. Todavía.

 

Pero lo que sí me sorprendió era que me volviera sobre mis pasos hasta su lugar de residencia. Asentí agradecida como si ella pudiese verme. Bueno, en cierta forma lo hacía. ¿Usaría la legeremancia? No tenía ni idea, a veces los arcanos me daban más respeto que el mago más tenebroso. Manejaban la magia de tal manera que, aún así, con sus indicaciones quisiera saber mucho más. Pero a veces no era lo sensato y quizás, fuese demasiado peligroso. Sólo debía prestar atención a todas las indicaciones que esos profesores especiales nos indicaban para llegar hasta el final. Y el mío era el de ser una buena oclumante.

 

- Está bien, haré lo que diga - dije en un susurro cómo si la brisa llevara mis palabras hasta el lugar en dónde supuestamente estaría Sauda. Imaginaba que no tendría a muchas alumnas en mi estado y, que estaba haciendo una excepción, no pude evitarlo y me sentí en parte, privilegiada. No tardé mucho tiempo en llegar hasta el hogar de la mujer. No imaginaba que, con unas simples ramas un poco de aquí y un poco de allá hiciera algo tan hermoso como lo veían mis ojos...

 

- ¡Es precioso señora! - le dije con una inclinación con la cabeza - me sorprende que hayan buenos artesanos que sepan hacer éstas cosas - le dije, alabando lo que veía. Porque además del porche veía una sillas cómodas, mesa y por supuesto me llegó el aroma del té. Todo estratégicamente... Sonreí ahora y al menos, podríamos o podría yo, practicar con mucha más comodidad sin que el sol me afectara demasiado.

 

- sí, sí, voy - sonreí a la mujer y tomé asiento, al mismo tiempo, cogía la taza de té que me ofrecía - con ésto es suficiente, descuide por el momento estaré bien, mientras el sol no me de con suficiente fuerza y aquí en éste maravilloso porche, seguro que estaremos genial - le dije con franqueza. Pero, descuide si quiero otra cosa, no dudaré en pedírselo. Es muy amable por su parte - sonreí más abiertamente.

 

- vaya -lamenté el escuchar las primeras palabras. ¿Así que, sucumbiría? Mordí el labio inferior, preocupada. Definitivamente aún tenía que seguir aprendiendo de ese arte tan difícil. No sabía si ésta pertenecía a la magia oscura pero me atraían las cosas más complicadas. Si algunas brujas a las que conocía se habían hecho con el anillo, ¿porqué yo no podría hacerlo? Es más, a cada paso que avanzaba, me sentía más segura de mí misma. Necesitaría ese poder para lo que pudiese pasar en ese futuro y quizás hasta para proteger a mi familia... Y hasta quizás, no fuese suficiente con el encantamiento Fidelius.

 

- interesante lo que me dice - susurré bebiendo un sorbo del té que me había ofrecido- pues, yo estoy dispuesta a aprender por todos los medios posibles - susurré nuevamente, como que, si alzásemos la voz, pudiese molestar al resto de la flora que por ahí había, cerca de la casa de la arcana.

 

Escuchó sus indicaciones y respondió con sinceridad.

 

- Pues, no tengo ni idea de si podré hacerlo. Pero, lo intentaré -asentí con la cabeza y crucé las piernas escuchando el resto de lo que me decía la mujer.

 

- es mi esposo -dije con una sonrisa bobalicona al acordarme de Matt en esos momentos. ¿Qué estaría haciendo? Al menos sí le había avisado en dónde estaba. Pero a pesar de lo que había pasado con él, sentía que lo conocía de toda la vida. ¿Quizás en vidas pasadas habíamos estado juntos? No tenía ni la menor idea, pero vamos, quería seguir obteniendo conocimiento y asentí con la cabeza a lo que me indicaba. Así que, pensé en él y en nadie más. Antes de empezar con la práctica di otro sorbo de té y éste consiguió relajarme del todo. Al menos ahí, me sentía segura.

 

Sabía que nadie podría atacarnos dentro de la Universidad ni tampoco manipular mi mente de ninguna manera, pero con Sauda, todo era diferente. Ella era la oclumante y yo una simple pupila. Así que, sin más dilación empecé con lo que me había indicado. Pensé en Matt. En su cabellera pelirroja que tanto me gustaba. Recordaba la luna de miel que habíamos tenido y las aventuras que habíamos ido teniendo, en mi lugar de origen. Poco a poco, mi mente iba poniéndose en blanco mientras seguía con los ojos cerrados, pero al mismo tiempo, lo tenía a él dentro de mi cabeza. No sabía si era el amor que sentía pero notaba cierta intromisión en mi cabeza que enseguida intenté contrarrestar. Mientras seguía centrada en mi esposo, todo se volvió en una neblinosa luz blanca, como una pared que me protegía de toda intrusión. Sabía que la arcana intentaría penetrar más allá y no le dejaría. Ya no sólo con la terquedad por mi parte. Y no sólo eso, parecía estar viendo la pequeña cascada de agua de fuentes termales, recordaba el olor sulfúreo que venía de más allá de lo visible. Recordaba las noches de pasión en el interior de la tienda de campaña (?) y, además, sentía una especie de fortaleza interior que me hizo suspirar. Había conseguido dejar la mente en blanco y al mismo tiempo, recordando todo lo que había vivido con mi marido. Sonreía como una tonta al ver la fuerza que, sin él saberlo me estaba dando. Inconscientemente, puse las manos cruzadas debajo de mi pecho, y sentía como la maraña de recuerdos se iban disolviendo poco a poco hasta encontrarme como si fuese una habitación blanca. Era todo contradictorio. Pero suponía que era lo que tenía que hacer. Al mismo tiempo que me centraba en la persona que más quería, también sentía mucha más fuerza a la hora de bloquear cualquier intento de acceso. Para acceder a mis recuerdos tendrían que atravesar una fuerte nebulosa blanca. No encontrarían nada útil si no escarbaban más. Parecía que mi cabeza hacía un clic, como si se cerrara una puerta, abrí los ojos y miré con intensidad a la mujer que me acompañaba. La miré con intensidad mientras que en el lugar en dónde se almacenaban los recuerdos éstos no era más que pensamientos diluídos en un pensadero, pero, a través de ese muro que había creado al poner mi mente en blanco. No sabía si sería suficiente pero, la arcana, me lo tenía que decir llegado el momento...

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  • 2 semanas más tarde...

Heliké tomó asiento con ella y escuchó sus palabras, y luego comenzó con la tarea que Sauda le había encomendado. Al principio, la anciana notó cómo la fortaleza de la vampiresa flaqueaba pero en pocos segundos aquel estado comenzó a revertirse. Los recuerdos que pudo otear sobre su esposo pronto desaparecieron tras una nube blanca y, cuando quiso escarbar un poco más en su mente, se dio cuenta de que debería ejercer más presión de la que estaba usando para hallar lo que buscaba.

 

Sonrió y, lentamente, se retiró de la mente de su alumna.

 

Buen trabajo, Heliké, veo que has captado la idea. Descansa unos minutos, bien hecho —la felicitó Sauda, tomando una humeante taza que había dejado olvidada durante un rato para beber un sorbo de ella. La depositó después y dejó las manos caer sobre su regazo—. Esa defensa empieza a parecerse a lo que quiero que consigas. Es evidente que podría haberte vencido sin mucho esfuerzo porque aún necesitas aprender más, pero es un excelente comienzo. Parece que pensar en su familia te hace sentir fuerte. Probemos otra cosa, venga.

 

«Quiero que pienses ahora en tu trabajo. No me digas nada, yo lo buscaré en tu mente y tu trabajo será evitar que yo lo sepa. Ah, y una cosa más —echó una ojeada hacia un lado del que le pareció escuchar algo. Pero no vio nada fuera de lugar—. Quiero que uses otro método distinto a dejar la mente en blanco, para que practiquemos otras defensas. ¿Estás preparada? Y si en algún momento te surge una duda... párame, y pregúntame, ¿de acuerdo? Con confianza, estoy aquí para enseñarte. Si todo está claro... adelante, querida, protege tu mente.

 

Se calló y aguardó unos instantes para que Heliké pudiera prepararse. Del mismo modo, ella también se preparó para volver a la carga. Estaba tan acostumbrada a nadar entre los recuerdos y pensamientos de los demás que podía hacerlo sin que fueran conscientes de que tenían un intruso en su cabeza. Y así lo hizo con su pupila, con delicadeza y respeto. No quería hacerle daño, pero debía entender que aquella magia era muy poderosa, lo suficiente como para proteger de algo tan peligroso y oscuro como la Legilimancia.

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  • 2 semanas más tarde...

Después de todo el proceso que había pasado para intentar captar lo que me había dicho la arcana y luego, trasladarlo a mi cabeza, sinceramente, parecía que me agotaba más de lo normal. Pero no sólo eso, presentía el poder de la oclumancia cómo, poco a poco lo iba desarrollando, lentamente como un plano mental para tapar las pequeñas "fisuras" que mi mente podía dejar al descubierto. Sería una especie de caja fuerte que me serviría para protegerme en momentos de ataque previos o de debilidad y quizás, fuese más pronto de lo deseado y no me apetecía en absoluto, así que, estaba contenta de estar en ese lugar.

 

Debía agradecer que Sauda fuese tan amable conmigo, ¿era por lo del embarazo? no tenía ni la menor idea, pero a pesar de todo no podía evitar sentir cierto orgullo al ver cómo me felicitaba por el trabajo realizado. Asentí con la cabeza y con una sonrisa.

 

- Tiene razón señora arcana. Pensar en ellos me hace más fuerte de lo que parece, aunque es cierto que, con algunos familiares más cercanos puede que esté a la gresca pero... -carraspeé y seguí- los sigo considerando mi familia... digamos que, me va la marcha - no pude evitarlo y lancé una carcajada - es que sino, es un poco aburrido - tomé un sorbo más del té que me había ofrecido la tutora. Quizá tras el proceso de aprendizaje estuviese algo frío pero no importaba. Lo agradecía porque a veces a pesar de estar un poco a resguardo el sol implacable de la Universidad sentía que hacía demasiado calor para mi gusto.

 

- cómo usted diga señora - hice una pequeña inclinación con la cabeza en señal de respeto. En mi cara se mostró seriedad y escuché atentamente lo que quería ella que hiciese. No debía de ser tan difícil si lo había conseguido por primera vez. Suspiré para calmar algo mis nervios, no sabía porqué era. Imposible que nos atacaran allá porque ese lugar educativo estaba muy bien protegido. Era poco improbable que ocurriera nada. Así que, me dejé llevar y apoyé mi espalda en el soporte de la silla que, a decir verdad, era bastante cómoda.

 

- está bien... no sé si se lo he preguntado señora, a veces mi memoria me juega malas pasadas - puse una sonrisa ladeada - es un poco irónico cuando estoy aquí con usted -carraspeé de nuevo y di otro sorbo a la taza de té- bien, tengo algunas habilidades por nacimiento y otras adquiridas, como la animagia o incluso la nigromancia por parte de mi abuela... domina muy bien esas artes. Supongo que la metamorfomagia sería de algún familiar lejano y no se ha desarrollado hasta ahora pero... ¿podría usarlos como otros métodos de defensa? Quizá llevar esos poderes dentro de mi mente, darán más protección a la información que deseo guardar...

 

<< aunque descuide, haré lo que me pide... - asentí nuevamente y le sonreí, preparada para lo siguiente que iba a hacer. Ahora sí, relajé mis hombros y suspiré con suavidad otra vez para que los nervios no me fallaran. Y si había entendido bien las explicaciones que me había dicho, podría crear ilusiones falsas en mi cabeza para seguir adelante con lo que teníamos previsto, ambas. Sonreí nuevamente, disfrutaba del momento, porque tanto la legeremancia como la oclumancia en parte, eran magia oscura y a decir verdad me fascinaban ese tipo de magias que no eran bien vistas por todos, aunque sinceramente, me importaba un bledo...

 

Hice lo que me pidió. Tras lanzar esos suspiros enfoqué nuevamente mi mirada en la profesora. Sabía que tenía mucho más nivel de magia que yo y que intentaría penetrar en mi mente. No me importaba era para enseñarme lo que debía hacer correctamente... unas voces surgieron del fondo de mi subsconciente, sonreí como boba, la reconocí bien, una era de mi marido y la de mi tía Hayame. Pensaba en mi lugar de trabajo pero debía emplear otro tipo para proteger esa información. Recordaba que estábamos en la tercera planta (que con las reformas se trasladó a la séptima) habíamos hecho varias salidas para reparar cosas y arreglar otras, además de modificar mentes. Notaba que esbozaba una sonrisa.

 

Forzando un poco más mi mente, conseguí que los rostros de mi marido y de mi tía se transformaran en otras personas diferentes cómo así la sala principal, las mesas y sillas y el despacho del director. Ellos ahora tenían otras caras, eran hombres morenos; tanto de piel como de ojos y pelo. Llevaban túnicas por encima de la ropa y éstas eran negras además de un uniforme del mismo color. Pero lo más destacado era que, en sus prendas estaban ribeteados en hilo de plata como así los gemelos y el pasador de la corbata. Los zapatos de charol brillando a la luz de las lámparas que había en el lugar. Algunas mesas tenían un montón de documentos encima y otros más estaban haciendo su trabajo. Un cuervo posado un pedestal mientras comía granos de maíz. Un poco más apartado a mano derecha un buitre negro aunque técnicamente, era marrón con betas rojizas en las plumas. Sacaron sus espadas y varitas y las coloracon en uno de los sillones forrados de cuero negro.

 

Estaban esperando algo en el interior de la cabeza del buitre sonrió con gracia. Al instante una mujer que era yo, tenía el mismo traje puesto que los hombres que la aguardaban. Asintieron con la cabeza y yo sonreí al verlos...

 

- Bienvenidos caballeros... procedamos a la información que nos concierne ahora mismo - hablaba en un tono solemne. Cierto que, no recordaba si ese recuerdo era real o fruto de mi imaginación. Pero sonreí ladeada. Si la arcana quería descubrir más información tras la tapadera que le estaba enseñando, tendría que buscar alguna pista sobre el trabajo que realizaba en el Ministerio... Cuando terminé, hice un masaje en mis sienes. Tendría que descansar varios días seguidos, para recuperar mis fuerzas.

 

- ¿y bien? - susurré esperando su respuesta. Cuando estaba con el proceso sabía que estaba intentando urgar en mi mente, pero la dejé hacer bloqueando todo tipo de información que quería ocultar. ¿Serviría? Esperaba que sí... aunque a pesar del agotamiento, estaba disfrutando muchísimo con las clases de oclumancia y a decir verdad, estaba aprendiendo más con ella, que con la mayoría de los arcanos que había visitado hasta el momento.

 

@@Aailyah Sauda

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  • 2 semanas más tarde...

Sauda hurgó en la mente de Heliké en busca de lo que le había dicho que debía proteger. Se encontró detalles; colores, olores, imágenes. La mujer frunció el ceño y, un instante después, sonrió. ¡Excelente protección! No necesitó mantenerse en aquel estado durante mucho tiempo más, ya no tenía sentido. Sonrió ampliamente a la Vladimir en cuanto se retiró de su mente.

 

Bien hecho una vez más, querida, ha sido una buena defensa. Pero no te confíes... sé dónde trabajas y con quiénes —la felicitó y advirtió a la vez. No quería alardear, ni tampoco hacer sentir a la muchacha amenazada. Pero era importante que comprendiera el alcance de aquel poder... y más aún, con la duda que le había planteado mientras ella revisaba su mente en aquella práctica. Decidió que era el momento justo para responderla—. No quiero que sientas mis palabras como una amenaza o menosprecio. A lo que me refiero es a que tu oclumancia jamás será lo suficientemente fuerte contra nada o nadie si te confías. Por ejemplo, si yo no estuviera constantemente en guardia, estoy segura de que me habrían vencido hace muchas décadas. ¿Qué hay más interesante que la mente de alguien como yo?

 

Suspiró y dio un sorbo a su propia taza, apurando el contenido que le quedaba. De repente se sentía anciana, aunque procuró que la mujer que la acompañaba no se diera cuenta.

 

En fin, Heliké, quiero que comprendas que, por mucho que sepamos sobre algo, jamás sabemos lo suficiente. Es un consejo, un lema de vida que me gusta intentar enseñar a mis pupilos, porque sé que os servirá en el futuro. Pero eres libre de tomarlo o no. En cualquier caso, ten muy en cuenta que alguien que domine la Legilimancia y tenga más poder que tú podría tumbar tus defensas oclumánticas, así que jamás te confíes. Practica, practica mucho y sé cuidadosa con los métodos que escoges para cada momento o situación. Y ahora, respecto a tu pregunta de antes... sí, obvio que puedes usar otros conocimientos y habilidades para tu beneficio o protección pero, te pregunto, ¿crees que tienen algo que ver con la Oclumancia? Te adelanto la respuesta: no.

 

Sabía que, quizás, estaba sonando brusca en contraste con el tono que había empleado hasta aquel momento pero no era la primera vez que se enfrentaba a una situación así. Para ella, la oclumancia era una habilidad seria y útil que, combinada con otras, dotaba a quien la dominaba con un poder inigualable. Pero eso no los hacía invencibles, ni tampoco invulnerables. Ni tenían que ver unas con las otras.

 

Querida niña, déjame explicarte. Es estupendo que tengas otros poderes, adquiridos o heredados, porque te hacen mucho más poderosa de lo que puedas imaginar. Pero no tienen nada que ver los unos con los otros: cada uno tiene su propia función. Si lo que quieres es proteger tu mente, no puedes usar nada más efectivo que la oclumancia. O la magia verbal, si lo prefieres, aunque con ella no protegerás tu mente, sino tu entorno. La animagia ocultará tu identidad, pero no tu mente. Un leglimante puede descubrir quien eres mientras paseas en tu forma animal sin que tú te des cuenta. Lo mismo ocurre con la nigromancia, poco puede ayudarte a defenderte... es más, te expone. Y la metamorfomagia es como la animagia... cambios físicos, poco más. Y te lo digo yo, que las domino todas ellas —añadió, encogiéndose de hombros. Volvió a sentarse junto a Heliké, y le sonrió suavemente—. Puedes usar todo lo que sepas manejar a tu favor, pero no olvides para qué sirve cada cosa y los pros y las contras que tiene cada poder. En el momento en que comprendas eso... multiplicarás tu poder por dos. O por diez.

 

La observó en silencio, dejándole unos segundos para que comprendiera las cosas que acababa de decirle y pudiera responderle, si es que deseaba hacerlo. Quizás tenía más dudas o inquietudes, y ciertamente ese era el momento para hablar del tema.

 

Bien, Heliké. Podría seguir dándote clases durante meses. O años, probablemente, y nunca terminaríamos de practicar cosas nuevas. Pero entiendo que ninguna de las dos disponemos de tiempo para ello, y que esto no deja de ser una clase controlada por el Ministerio de Magia, por medio de la Universidad. Así que, querida, ha llegado el momento que esperabas desde el principio, supongo. ¿Te sientes preparada para realizar la Prueba ante el Portal de las Siete Puertas? Piénsatelo bien y hablemos todo lo que necesites ahora porque, cuando llegues allí... estarás sola. Ya no dependerá de mí, ni podré intervenir sin consecuencias fatales para tu progreso académico. Tú decides.

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