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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Le resultó simpático el intento de uno de sus pupilos, concretamente la muchacha, por detenerla en su avance en el interior de su mente. ¿En qué momento se había visto capaz de conseguirlo? Pero no estaba en su naturaleza resaltar aquellos hechos sino que se dedicó a observar todo lo que pudo de su mente mientras aprovechaba para explorar, de paso, sus capacidades para la oclumancia. Con un poco de entrenamiento, estaba segura de que aquella muchacha llegaría lejos en el campo que ella enseñaba.

 

Su compañero, sin embargo, pareció no escucharle. Sauda frunció el ceño. ¿Por qué no podía escucharle si ella había podido penetrar en su mente sin problemas? Escuchó lo que Kaori le explicó sobre un bloqueo anterior durante otra clase. Ató cabos y, finalmente, sonrió desde el bosque a pesar de que nadie podía observar aquel gesto.

 

«No hacen falta explicaciones, Kaori, escucho cada uno de vuestros pensamientos y palabras en todo momento. Pero gracias por ejercer de intermediaria. Ese bloqueo del que hablas puede ser el problema, pero también puede serlo la habilidad vidente que tiene tu esposo. Dile que se relaje, que deje de pensar en cualquier cosa externa a lo que habéis venido a buscar aquí... y que se centre en escuchar cualquier cosa extraña que note en su mente en este preciso instante. Que se olvide del futuro, o podrá entremezclarse con la videncia, ¿de acuerdo? Solo si se concentra así, en lo que debe preocuparle ahora, podremos hacer que desaparezca el bloqueo», le explicó a la mujer. Era la primera vez en mucho tiempo que se encontraba con una situación así, aunque no le preocupaba. De hecho, esperaba que se solucionara rápido y que el muchacho fuese capaz de seguir instrucciones porque era la única forma de hacerle partícipe de la clase. Aquel tipo de problemas no eran más que un mal dominio de la mente propia, y era precisamente lo que ella enseñaba a sus alumnos, a controlar dicho poder.

 

Mientras esperaba a que Kaori le explicara lo que le había indicado a Aries, la arcana siguió en la mente del hombre para ver si en algún momento parecía escucharla; buscaba cualquier señal que le indicara que la sentía en su mente.

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Legeremancia. —dijo casi al término de su explicación sobre lo que no debía hacer para pertenecer en aquel lugar. La clase parecía que iba a resultar interesante, se había matriculado para una clase donde la prioridad era aprender sobre Oclumancia y al parecer se estaba topando con una de Legeremancia. Era una lástima que su esposa hubiese gastado tanto dinero en matricularse en una habilidad con la que ya contaba.

Aries por su parte seguía con las defensas de su cabeza bien firmes, no iba a dejar que una completa extraña se metiera a su cabeza y viera todos los delitos que había cometido a lo largo de su vida, una vida corta pero llena de sangre y muertes como si no tuviese otro motivo en su vida. Al menos no lo tenía hasta que la mujer de cabellos negros como la noche había aparecido en su vida, pero eso no le quitaba el hecho de seguir siendo fiel a la marca tenebrosa tatuada en su antebrazo.

¿Crees que en algún momento llegue a aparecer frente a nosotros? Me gustaría hacerle varias preguntas sobre la Legeremancia… ¿Qué posibilidades tengo de poder entrar a la cabeza de alguien con la habilidad de la Oclumancia altamente desarrollada y descubrir el camino de la verdad?

 

Black Lestrange miraba a Delacour con una sonrisa, sin embargo ella parecía estar recibiendo órdenes o hablando con la arcana a través de su mente, seguro esta le diría que debía dejar de usar su habilidad como vidente, pero desde que la había desarrollado se basaba en ella para avanzar o retroceder según sea el camino que más le favorece, pero nunca había sido un problema para aprender a desarrollar una habilidad, así que esperaba que con la habilidad que estaba intentando hacer más fuerte no tuviera problema alguno.

 

Sobre lo que te dijo de no hacer daño a ningún ser vivo, que se quede tranquila, no soy de esas personas que disfrutan de hacer daño. —mentía, la verdad era que lo disfrutaba y mucho, era por eso que necesitaba aprender a controlar la oclumancia, para poder engañar a los empleados de Seguridad Mágica, en dado caso de ser capturado y una de esas personas quisiera ahondar en su cabeza y ver todos sus delitos. Era egoísta querer aprender las habilidades para fines personales, pero no siempre era que los usaba para beneficiarse, en otros momentos era capaz de usar el parsel para calmar a alguna serpiente que quisiera atacar a una persona o cambiar su apariencia para liberar a personas que según sus valores merecían ser libres.

Editado por Tiberius Nerón Blackthorn

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Kaori M.

—No encuentro otra explicación para que pueda sentirla dentro de mi cabeza —dijo la pelinegra cuando su esposo hizo referencia a la habilidad, cuando ella terminó de hacerle un resumen de lo que la arcana había dicho. —Se siente casi igual a lo que Rosalia solía hacer en las clases, solo que menos agresivo —añadió.

A pesar de que no había pasado mucho tiempo desde que llegaron a la morada de Sauda, la pelinegra se sentía algo cansada, cosa que en la ultima semana le había pasado bastante seguido. Buscó con la mirada un lugar en donde sentarse hasta que su maestra los recibiera personalmente o que le diera instrucciones de como seguir con la enseñanza.

—Espero que si nos reciba amor… pero mientras esperamos ¿te molesta si nos sentamos? —dijo señalando un pequeño claro con varios árboles que podrían hacerles sombra —Supongo que dependerá de lo hábil que sea el legeremante… —se aventuró a responder a la pregunta que había hecho el Black Lestrange.

Iba a seguir hablando cuando nuevamente escuchó la voz de la Arcana en su cabeza, por alguna razón le estaba empezando a molestar que hiciera eso. Concentrándose un poco más se aseguró de que no pudiera encontrar más que pensamientos al azar y que no pudieran ser usados en su contra, como por el ejemplo el rico desayuno de la mañana y como un par de minutos después ese mismo desayuno había ido a parar al escusado.

> pensó la joven >

—Yo se que serías incapaz de hacer daño a alguien … al menos no si no lo merece —dijo la pelinegra que se estaba sentando junto a su amado a la sombra de uno de los árboles del claro. —Sauda me pide que te diga que no uses la videncia y que te relajes… que trates de escuchar cualquier cosa extraña y que dejes de preocuparte en cosas del futuro— le dijo.

Se sentía un poco culpable por la preocupación de su esposo, después de todo habían llegado a la clase en medio de un ambiente tenso entre ellos. —¿Y si te ayudo a relajarte? —preguntó con una sonrisa algo coqueta en los labios, acercó su mano hasta colocarla con suavidad sobre la mejilla del apuesto mago, para luego acercar su rostro y unir sus labios a los suyos en un beso muy suave, lleno de ternura, un beso de esos en los que solo deseas sentir el rozar de los labios, la humedad de sus bocas y querer parar el tiempo pues en ese momento nada más podía importar.

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Aries se dejó llevar hasta donde su esposa le había indicado, empezaba a creer que tenía razón sobre sentarse y esperar a la figura de autoridad que hasta el momento sólo había tenido una comunicación clara con Kaori y a él haciéndole aún lado. Sentado en el claro con la joven bruja de ascendencia nipona le escuchó decir que debía dejar de preocuparse por cosas que aún no habían pasado para prestar atención a su alrededor, estaba a nada de alegar aquel punto pero los suaves labios con sabor frutal de Delacour se lo impidieron fundiendose con los propios en un largo beso.

 

Basto esa acción para que él dejara de usar aquella habilidad que supuestamente interfería en su aprendizaje, pero aún así, Sauda no podía penetrar su cabeza si Aries no la dejaba hacerlo. Así que seguía sin escuchar a la arcana, pero en cambio escuchaba al par de ardillas que jugaban en las ramas de los árboles, por un instante había olvidado lo bien que se sentía escuchar a la naturaleza, a los pajarillos cantar, a los grillos tocar su melodía.

 

—¿Las escuchas? —preguntó haciendo referencia a las ardillas que parecía se reían de ellos por la forma tan apasionada y en ese momento fuera de lugar en la que se besaban. —Fuera de escucharlas, y escuchar a los pajarillos y grillos, no escucho ninguna otra voz.

 

Se quedo callado un minuto y tras eso agregó

 

—Últimamente parece ser que tengo mala suerte con lo que se refiere habilidades y poderes de libros.

 

Era obvio que se refería a lo que pasaba en las últimas clases con los Uzzas y ahora con la nula presencia de la Arcana de Oclumancia.

 

Una de las ardillas que se encontraba sobre las ramas bajo para acomodarse entre ellos, haciendo que involuntariamente Black Lestrange le comenzará a acariciar el lomo, usando su mano libre para conseguir un poco de nueces y de esa forma alimentar a su nueva amiguita. Era una lástima que no pudiera adoptarle ya que a Meilyina bien la podía devorar en unos segundos y eso no iba a resultar nada agradable.

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Kaori M.

—Si, también las escuchó —respondió la pelinegra levantando la mirada hacia las ramas del árbol que les estaban sirviendo de cobijo a la pareja de magos —Ahora yo tampoco escuchó a la Arcana cariño... —dijo frunciendo un poco el entrecejo. Era acaso que ella estaba tan entretenida con su esposo que sin querer había descuidado el accionar de Sauda en su cabeza.

—Según nosotros la clase del libro era la última…—dijo riendo al verse ahí sentados esperando a que la que suponía debía de guiarlos en su camino de aprendizaje de la Oclumancia, apareciera.

Observó a la pequeña ardilla acercarse a su esposo, más no se atrevió a tocarla para no asustarla, parecía estar en busca de algo de comida. Eso hizo que recordara que en su bolso tenía unas galletas que había metido por la mañana, sacó la bolsa tomó una, le dio un mordisco y luego la compartió con su pequeña amiga.

Mientras hacía eso se percató de que ya permitió que Sauda estuviera mucho tiempo por ahí rondando en su mente, empezaba a sentirse incomoda, así que se concentró en cerrar su mente. Poco a poco fue repeliendo aquella presencia que sentía que estaba fisgoneando donde no debía, quizá era con la intención de enterarse cosas que pudiera usarlas en la clase, más a ella no le gustaba.

Imágenes de ella siendo niña observando como otros niños jugaban en un patio, se abrieron paso en su mente, había una mujer de aspecto asiático vigilando que no se hicieran daño. Ella tan solo los observaba desde lejos, no conocía a nadie pues había llegado a ese lugar la noche anterior. Ese lugar había sido el hogar de la pelinegra por varios meses hasta que un hogar de acogida se hizo cargo de ella.

La escena desapareció y fue como si la puerta de una habitación se cerrara, dejando dentro aquel recuerdo, protegiéndolo. Se concentró aun más hasta que la presencia de la Arcana dejo de sentirse, al menos de momento. Su cabeza le empezó a doler, pero prefería eso a saber que tenía a alguien por ahí rondando.

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  • 2 semanas más tarde...

—Yo hablaba de que iba a ser la última clase con los Uzzas. —dijo como aclaración al comentario de su esposa. Su ambición por ser un mago poderoso culminaba con las dos habilidades que tenían que ver con la mente, así que no iba a rendir con respecto a esas clases. Es más, si sacaban otra habilidad, las tomaría, se haría dueño de todas las habilidades que pudiera tener.

En lo que esperaba que Sauda saliera de su escondite, para tenerla presente cara a cara, se dispuso a diseñar imágenes en su cabeza, cualquier persona que pudiera entrar en su mente con ayuda de la habilidad de la legeremancia se encontraría con varias imágenes que no tenían que ver con su vida real.

La primera imagen con la que se toparían si fuesen a su infancia era con un bebé regordete con mejillas rosadas, cabello rubio platinado y un mechón azul, dando indicación que aquel rizo de cabello era su primer cambio de la metamorfomagia. Se encontraba en los brazos de una mujer rubia, con rostro angelical y una larga cabellera, para cualquiera que hubiese conocido a la Matriarca de los Black Lestrange podía darse cuenta que aquella mujer cargando a Aries no era otra que la propia Mia. Pero claro, aquellas imágenes eran mentira, los primeros recuerdos de su infancia habían sido oscuros, había sido abandonado en un orfanatorio y había crecido como un niño sin padres.

Pero ese tipo de cosas eran las que no le gustaba comentar, así que las mantenía en secreto sólo para él.

La segunda imagen que les podía aparecer, si lo buscaban en su etapa adolescente era cuando aprendió a controlar la animagia, había sido duro el entrenamiento pero lo había logrado sin problema alguno. La situación de aquella imagen y la mentira correspondía a la edad en la que él decía que lo había dominado, ya que frente a la persona que viera esta parte de sus recuerdos se encontraría con un joven de 15 años, cuando en realidad la primera vez que había dominado la habilidad con creces aun ni los 10 años cumplidos tenía.

Por cada suceso de su vida tenía una imagen que ocultara la verdad, su vida como Mortifago estaba lleno de imágenes de las fiestas del bando en el que sólo miraba a la joven pelirroja de la que se había enamorado, ahí no había mentiras, sólo que en las partes en las que había información de las cosas que iban a hacer como bando, la imagen de la Macnair aparecía borrando el audio de todo.

Esperaba que Kaori nunca intentase meterse a ver su cabeza, pues posiblemente creería que él seguía enamorado de la joven Macnair.

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Kaori M.

La ardilla se había ido feliz con el pedazo de la galleta que la pelinegra le había dado, la observó alejarse y subir a un árbol en donde seguramente tenía la madriguera. Algo le decía que volvería por más comida, así que tras dar un ultimo mordisco, guardó el sobrante para el pequeño animal.

—No sé, quizá más delante si me anime a tomar otra clase con los Uzza, puede ser que tenga mejor suerte y me toque alguien interesante —dijo mientras, buscando comodidad, usaba el muslo del Balck Lestrange como almohada para apoyar su cabeza —¿y si intento ver porque la arcana no puede comunicarse contigo? —preguntó luego de un rato.

Ella podía usar la legeremancia y a pesar de que anteriormente si había usado la habilidad de forma violenta y con el objetivo de lastimar o buscar información importante para ella o alguien más, jamás la usaría de esa forma con la persona a la cual amaba con locura. Era tan solo un experimento, como si de un juego se tratara.

—Anda di que sí...— dijo, sus ojos tenían un brillo juguetón y sonreía — Prometo no adentrarme tanto, sería solo en la superficie —no sabía si funcionaria, pero podrían intentarlo. —Dejarme entrar y luego bloquearme...me aburro —dijo haciendo un puchero.

 

Esperaba que su esposo no se negara ya que era una forma de practicar mientras la Arcana aparecía, si es que en algún momento lo hacía, no pudo evitar preguntarse qué era lo que la estaba entreteniendo ¿Y si le paso algo? se preguntó ¿Y si no les quiere enseñar? ¿Y si está muerta en una zanja? fue otra de las preguntas que rondaron su mente, pero prefirió desecharlas, seguramente la mujer estaba tomando el té o se entretuvo en algo, debía mantenerse positiva o empezaría a crear historias fatalistas en las que seguramente alguien terminaba muerto.

Editado por Valkyria Karkarov B.L

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La divirtió notar que el muchacho no comprendía su forma de llevar la clase. Claro, que tampoco le estaban dando oportunidad alguna. Decidió ser paciente aún, no todos los alumnos se presentaban en aquel lugar con la misma disposición de aprendizaje, ni con las mismas capacidades. Escuchó la pregunta del hombre a su pareja, sobre la oclumancia y la habilidad de entrar en la mente de los demás. Enarcó una ceja. ¿Por qué mezclaba una cosa con la otra? Quizás no entendía bien el funcionamiento de ambas habilidades.

 

Decidió que no podía enfrentar aquella clase de la manera en que solía hacerlo. Por eso, salió de la mente de ambos alumnos y caminó para dirigirse al lugar en el que se encontraban ambos. Así podría ver si verdaderamente tenían intención alguna de aprender de ella o solo habían ido para hacerla perder el tiempo.

 

Salió de entre los árboles con la cabeza alta, lo cual hacía que su cuello de piel oscura pareciera aún más largo de lo que era. Era verdaderamente alta, tanto que se la veía desgarbada según qué postura pusiera. Sus brazos largos y finos descansaban en su regazo, cruzados. Aquel día vestía una túnica de su tierra natal en color amarillo, con estampados irregulares en otros vivos colores. E iba descalza. Lo único que cuidó bien fue su aspecto fisico, para parecer mucho más joven de lo que verdaderamente era. No quería que la vieran en su estado natural aún, no tenía tanta confianza con ellos.

 

Guardó sus deseos de penetrar en sus mentes con legilimancia por respeto, al tenerles frente a frente. Pero también porque estaba claro que no serviría con ellos. Primero porque el chico creía controlar la oclumancia lo suficiente como para detenerla, y segundo porque la muchacha parecía más atenta a su pareja que a lo que había ido a aprender allí. Aunque eso último era más su culpa, por el rato que había estado en silencio caminando hacia ellos. Así que compuso su mejor sonrisa y abrió los brazos, conciliadora.

 

Bienvenidos una vez más. Sí, Aries, claro que me iba a presentar ante vosotros. Lo que ocurre es que normalmente no lo hago hasta la fase final de la clase, cuando estoy segura de que habéis comprendido bien cómo funciona la Oclumancia. Pero he visto que no estás demasiado... receptivo conmigo. Así que imagino que eso significa que debemos afrontar la clase de otra manera. Hola a ti también, Kaori —añadió tras aquella breve introducción. Les hizo un gesto con la mano para que la siguieran—. Si os parece bien, puestos a saltarnos mis normas de siempre, hoy empezaremos la clase en el porche de mi vivienda. Sentaos ahí, por favor. ¿Queréis un té?

 

Les señaló una mesita en el exterior de cristal, redonda y rodeada por cuatro sillas de madera blanca. Ella tomó asiento en una y, tras recogerse un poco la túnica para cruzar las piernas y no pillarse mal la tela, hizo aparecer una bandeja con una tetera y varias tazas.

 

¿Qué es la Oclumancia, Aries? ¿Lo sabes? —le preguntó directamente, sin mirarlo a la cara—. Si lo sabes, entonces comprenderás que la única forma o, mejor dicho, la forma más correcta de enseñarla es utilizando la Legilimancia. Yo, no vosotros. Es por eso que empleo el contacto mental desde el principio, para enseñaros a utilizar vuestros poderes mentales desde el inicio. Pero tú no me lo has permitido porque te empeñas en intentar defenderte de mí. Que por cierto, lo haces bien... pero es totalmente innecesario y, si me lo propusiera, te aseguro que podría tumbar tus defensas. Recuerda que para ser arcana, tuve que pasar la prueba del Portal de Legilimancia también, querido —añadió, dirigiéndole una sonrisa amable—. Así que piénsatelo y, si estás convencido de que quieres aprender Oclumancia, entonces no te quedará más remedio que confiar en mí y en mis métodos de enseñanza.

 

Calló durante unos segundos para llevarse a los labios la taza que acababa de llenar de un té rojizo que humeaba y olía de maravilla. Un sorbo le bastó para depositarla en la mesa: aún quemaba demasiado.

 

Por tu parte, Kaori, he visto un poquito más de disposición que en tu... ¿novio? ¿Marido? ¿Compañero, sin más? No es de mi incumbencia, discúlpame. Aunque penséis que entrar en una mente es para hacer daño, a veces es un simple contacto como cuando apoyamos la mano en el brazo de alguien. No hay necesidad de atravesar cada "salita" para conocer cada recuerdo y vivencia del anfitrión —guiñó un ojo a Aries—. En fin, querida, como te decía... ¿quieres iniciar tu aprendizaje? Ya que sabes cómo funciona la Legilimancia, te diré que yo la usaré para que tú debas afrontarla con la Oclumancia, ¿vale? Al inicio serán órdenes muy pequeñas y concisas, pero poco a poco subiremos la dificultad. En primera instancia, quiero que pienses en tu mejor amigo o amiga. Nombre, apellido, rostro, voz... todo. Y quiero que me lo ocultes ocupando tu mente con cualquier cosa que pueda opacar esos datos. Por ejemplo... un color, un olor, un sonido... un paisaje... cualquier cosa puede servir siempre que sea lo suficientemente poderosa para ti como para conseguirlo. ¿Te sientes capaz de que lo intentemos? Por último, seguramente hayáis escuchado que existe un hechizo para iniciar esa defensa. En efecto, si pronuncias "oclumens" mientras tienes tu varita en la mano, el muro de tu mente aparecerá más rápido al principio pero, en realidad, cuando domines la habilidad no lo necesitarás. Así que siempre permito que esto sea opcional, según cada caso. ¿Alguna duda? —aguardó unos instantes, por si acaso—. Bueno, pues hagamos una primera prueba. Tres, dos, uno... protege tu mente, Kaori.

 

La miró fijamente durante un instante para deslizarse en su mente con suavidad, casi como cuando una suave brisa mece las hojas en la copa de los árboles en una tarde de verano. Lo último que pretendía era ser violenta, por supuesto. Aguardó para ver cómo se las ingeniaba la mujer para defenderse mientras, con sutileza, buscaba el dato que le había pedido esconder. Ansiaba ver cómo se desenvolvía la muchacha en aquella primera tarea.

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  • 2 semanas más tarde...

Debía estar un poco loca, eso era justamente lo que debía estar ocurriendo… por qué ¿en qué mente era capaz de caber la posibilidad de cursar más de una habilidad en un solo mes? Al parecer solamente en la de ella, pero el problema no era cursarlas sino el tiempo que tendría que dedicarle a cada una, porque a pesar de relacionarse una al ser legilimancia y la otra al ser oclumancia, sabía que ambas requerían de cierto desgaste mental, el cual estaría teniendo en lo que quedaba del mes. Así que lo único viable que podía hacer por el momento era alejarse unos cuantos días del banco y centrar su total atención en aquello.

Aunque también era cierto, que dejar al banco implicaba cierto conflicto moral y de intereses, porque tras la caída del ministerio de magia estaba más que claro que todas las instituciones ministeriales estaban vulnerables y por ende, susceptibles a cualquier ataque de entidades mágicas que buscaran comenzar a hacerse con el control de la comunidad mágica. Así que alejarse, no era tan viable, aunque si comenzaba a creer que un poco necesario a menos de momento.

Con todas aquellas cuestiones en la mente, llegó hasta los terrenos de la universidad, en donde se topó con la sorpresa de que ahora mismo ya no se encontraban dando las clases allí, sino que habían sido trasladados a Uaguadou. Así que utilizando un traslador que le facilitó la vieja institución y cerrando los ojos inició con aquel viaje que pretendía hacerla diestra en el uso del bloqueo mental para que ingresaran a sus pensamientos.

Teniendo un aterrizaje un poco desestabilizado por el poco gusto que tenía por usar aquellos artefactos, suspiró y sintió como el clima húmedo comenzaba a inundar sus fosas nasales, mezclado con el olor de algunos árboles. Estaba rodeada de naturales y eso le agradaba aunque sabía que podía ser poco favorecedor, pero no era el momento de comenzar a sentirse con recelo, sino todo lo contrario de prestar toda su atención en aprender. Al comenzar a caminar sobre la superficie del bosque, se alegró de portar unos sencillos tennis, unos jeans negros y una blusa blanca, ropa cómoda y que le permitía hacer senderismo.

—Arcana Sauda, ¿dónde se encuentra? —preguntó al aire, sintiéndose un poco tonta, pero considerando que llamarla sería más sencillo que comenzar a buscarla en silencio o que quedarse parada esperando a tener señales de su presencia.
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Él no había ido a socializar, mucho menos a tomar el té, así que antes de tomar asiento se le quedó mirando a la Arcana Sauda que tenía una de esas sonrisas hipócritas que alguien como él se había vuelto experto en hacerlas, así que las podía reconocer en cualquier persona y eso en lugar de calmar el mal humor que empezaba a sentir por la nula participación de la Arcana, este sentimiento se multiplicó.

—Tengo muchos secretos que guardar a gente como usted, a la que no le importa en lo más mínimo lo que este pasando en mi vida. —respondió de manera tajante el Black Lestrange, para Aries, parecía ser ella la que no entendía cómo dar una clase.

Si sus otros alumnos le permitían ir por su cabeza sin siquiera haberle visto el rostro era cosa de ellos, si a ella le gustaba usar la Legeremancia como telepatía, también era cosa de ella, él joven mago estaba frente a ella para aprender Oclumancia, pero al parecer lo único que lograba hacer, hasta ese momento, era perder su tiempo. Miró los ojos de su esposa que le apretaba la mano tratando de calmar su mal humor al tiempo que escuchaba la pregunta de lo que era la oclumancia, se estaba sintiendo desplazado y tratado como un tonto, cuando era más que obvio que había personas que les faltaba ampliar sus mentes para darse cuenta que no toda la gente aprendía de la misma manera.

—Creo que conozco muy bien la definición de Oclumancia, ya que usted ha salido de su escondite, está claro de que no pudo penetrar mi mente para darse cuenta que estaba, desde hace ya un par de horas, con una frustración enorme al no poder escucharla, así que creo que no solo se la definición, sino que también se usar la Oclumancia mucho mejor de lo que esperaba. —dijo mientras acariciaba un mechón de los cabellos negros de Kaori. El silencio se prolongó un poco más de lo habitual, por su mente acababa de pasar el dejar que su esposa penetrara su mente para practicar un poco más.

—Y se lo voy a mostrar… amor, ¿quieres penetrar mi mente? —le dijo como invitación a la Delacour justo un minuto antes de ver llegar a quien había fungido como su segunda madre. Mia, la directora del banco, estaba haciendo acto de presencia en aquel lugar, seguramente al igual que él esperaba poder vincularse y aprender un poco más de la habilidad, caminó hasta ella y besó su mejilla. Aquel simple acto hizo que pudiera concentrarse para poder bloquear su mente de cualquier tipo de información que pudieran requerir al indagar en su cabeza.

 

Así que mientras su esposa viajaba por su mente le bloqueo con imágenes falsas, cuando aquel viaje de la Delacour por su mente acabó, se sintió conforme con lo que acababa de hacer, quizá en un tiempo más podía hacer escenas un tanto más reales y podía bloquear en todos sentidos no sólo sus recuerdos, sino también sus sentimientos, ya que estaba seguro que Kaori al entrar a su mente pudo notar que el Black Lestrange aun sentía un gran afecto por la mujer de cabellera pelirroja que aparecía en su último recuerdo.

 

No tenía ganas de hablar de eso, así que tomo una de las tazas con la infusión, el cuál comenzó a beber mientras dejaba que Sauda penetrara la mente de Kaori, ya que era la arcana la que consideraba que el menor de los Black Lestrange no estaba receptor con ella.

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