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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Benjamin Whisper


Lo primero que llamó su atención fue el traje de vivos colores de Sauda, que contrastaba con el tono oscuro de su piel. Lo segundo, los numerosos anillos que adornaban sus manos de largos dedos, y como silenciosamente y con una sola señal de ellos, los invitaba a pasar a la modesta casa en la que ya había reparado, minutos atrás.


Dentro, la vista era impresionante también, más que por el mobiliario, por la cantidad de plantas que se encontraban dentro, en los espacios más impensados. La mezcla de colores y olores era tal que casi le obnubilaba los pensamientos ¿sería que eso buscaba Sauda en parte? ¿llevarlos a un entorno donde su confianza se viese mermada o sus sentidos aturdidos de forma tal que las defensas de su mente quedasen reducidas? No podía saberlo, y de todos modos, era un hecho que para ser la maravilla de la Oclumancia que decían que era, tenía que tener habilidades avanzadas de Legeremancia también.


Así que ponerse a la defensiva no iba servir.


Por eso mismo, aunque por una milésima de segundo lo dudó, tras escuchar al primer estudiante, decidió contestar con toda honestidad a la pregunta que la arcana acababa de hacerles, aunque con una actitud bien distinta, pues sus motivaciones no tenían nada de emocional y de afán caritativo para con otros (y es que hasta en eso, era fiel a sí mismo). Le hacía bastante gracia igual, que pese a su apariencia sobria y hasta indiferente, el otro hombre de la clase se descubriese como una criatura de espíritu frágil, que quería ser amado, comprendido y además proteger a sus "seres queridos" de sus acciones malignas del pasado.


Mi nombre es Benjamin Whisper. En cuanto a mis razones, supongo que son más simples que las del compañero. Me interesa desarrollar esta habilidad para poder cumplir de una manera más eficiente mis labores profesionales como diplomático. De seguro esto no requiere mayor explicación, pero cuando se maneja información confidencial de instituciones, que un solo dato llegue a las manos equivocadas puede hacer toda la diferencia— con gesto un poco más duro, y el entrecejo fruncido agregó— y aunque aquí en Mahoutokoro, y entre estas plantas todo pueda parecer idílico, en Europa vivimos una cruenta guerra mágica maestra, y en tiempos de guerra, la información y los métodos para conseguirla pueden tornarse más cruentos y salvajes.


¿De qué serviría ocultarle a ella sus reparos con las políticas universitarias y su cero intromisión en la guerra en nombre de un "conocimiento neutro"? Estaba seguro que incluso mientras él daba su respuesta, ella ya había podido entender la intencionalidad que escondía atrás. O al menos eso era cuanto menos lo que esperaba de una mujer que tan abiertamente seguía enrostrándoles sus poderes y como no, que se mostrasen dignos de él y de sus enseñanzas.


Hablar sin tapujos, entonces, era la mejor muestra de respeto y transparencia, que podía darle.

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Mel se siente un tanto intimidada. Luego de la llegada de la arcana y de que les invitara a pasar a ese espacio plagado de vegetación, no le ha parecido que tenga algo demasiado interesante para decir. No ha tenido un pasado dramático, no tiene parientes qué proteger de poderosos y misteriosos villanos. Lo más cercano que ha vivido a eso fue la vez que encontraron a ese lunático sin un brazo perdido en los bosques cerca de casa, en Escocia, pero fuera de eso, nada más interesante que los negocios turbios de Richard en donde la enviaba a confundir muggles de vez en cuando, para conseguir ingresar sus autos deportivos a Inglaterra sin pagar el flete.

 

Quizá también algún hechizo para componer documentos y que así parezcan que se encuentren en regla. En fin, cosas no demasiado llamativas.

 

Su experiencia respecto a su propia mente fue un tanto conflictiva pero ya no lo es. Le había costado reconciliarse con la idea de ser un licántropo; había vivido una época violenta de rebeldía por ello pero estaba en el pasado. Aceptaba a la bestia, sus impulsos, su mentalidad. Transformarse cada mes en lugar de beber de una pócima hacía que no perdiera de vista qué es lo que percibía en su sentido más profundo, el tipo de criatura que es. Le hace tener siempre presente cuál es su verdadera identidad y por tanto, qué es lo que debe priorizar.

 

Sin embargo, no es también menos cierto que ha tenido que lidiar con el prejuicio inglés al respecto. Igual, ya no es tan duro como lo fuera al inicio. Casi se ha acostumbrado a Richard, las labores que le encarga, el cómo puede enmendar sus errores con una risa y una sacudida de cabeza. Si piensa en su mente, y en cómo la invade a veces, piensa en el calor de la familia. Sí, quizá un poco intrusa pero de ninguna forma enemiga. Una entidad metida en su vida pero no una entidad que regula su forma de pensar o que la fuerza. No, eso jamás ha sucedido.

 

Eso es Richard. Algo así como un tío demasiado pesado pero que le ha enseñado cosas y que también le ha salvado el trasero varias veces. Quizá por líos en los que él mismo la metió, es cierto, pero también no es menos cierto que ella misma había decidido meterse en ellos de lleno porque trabajar para Richard nunca es aburrido. Siempre hay alguna risa, alguna cosa nueva por descubrir y miles, miles de cosas por aprender. Es viejo, sí, demasiado viejo y quizá menos humano que muchos conocidos suyos... pero no le teme. Lo ama, como ama a Ellie y a los halcones y los caballos de la casa y también los aethonan o los hipogrifos y los lobos, esos últimos aunque la detesten.

 

—Quiero tener un mejor dominio de mi mente —replica entonces, sin tomar asiento, contestando a la arcana todavía de pie. No los ha invitado a sentarse y no quiere parecer grosera. Ya ha aprendido que puede ser así con los magos ingleses y aunque ella no lo es, ha tratado con muchos ya a causa de la universidad (sin duda) y no quiere arriesgarse—. Sé que puedo hacerlo, que tengo el potencial para lograr tal dominio y que podría ser útil para mí misma, para otros, para el mundo quizá —añadió—. No pretendo que vayan a ser grandes cosas, solo a mi alrededor, ya sabe lo que dicen, pequeñas esperanzas, grandes sueños ¿sabe? —replicó con las mejillas arreboladas. Solía sucederle cuando decía algo que creía con fervor y la emoción brotaba en sus ojos, brillantes— Y así conseguir aquellas cosas que me he propuesto.

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Con Alessandra
Normalmente Sauda hubiese considerado la alevosa falta de conocimiento de su alumna como una ventaja, pues transmitir los conocimientos desde lo más básico resultaba similar a plantar una semilla en tierra fresca y fértil. En aquella oportunidad, el completo desconocimiento de Alessandra sobre algo tan estudiado por la comunidad mágica como era la Legilimancia la decepcionó. Aquella chica había despertado en ella un interés por retomar su perfil docente en el área de la mente que poco a poco volvía a desvanecerse. Inhaló profundamente, como si renovar el aire que llenaba sus pulmones expulsase de su cabeza aquellos pensamientos cuestionables, y con un ademán invitó a su pupila a avanzar por la infinita sala blanca. Cuando sus pasos volvieron a desenvolverse sobre el impoluto suelo de mármol la energía pura allí contenida formó unos metros más adelante un nuevo portal que difería del anterior por su color, siendo éste de un azul marino que resultaba impactante entre tanta blancura.
- Leer el alma es una forma que encontraron algunos sabios para romantizar la Legilimancia. Ésta es una magia oscura e invasiva que afecta tu cabeza porque al fin y al cabo ¿Qué es el alma sino nuestra forma de sentir, de pensar y de hacer? Alguien con un alma piadosa es alguien que siente piedad y que actúa en consecuencia. Todo ello se encuentra aquí, en tu propia cabeza.- explicó con genuina solemnidad, llevándose uno de sus delgados dedos a la sien.- Allí es donde tiene acceso un hábil legilimente y eso es lo que busca salvaguardar la Oclumancia.
Pocos magos y brujas habían presenciado la batalla dada entre magos con habilidades tan opuestas y complementarias. Las contiendas, que aportaban poco en lo visual y podían transcurrir en el más sostenido silencio, resultaban un espectáculo para quien pudiese comprenderlos. La propia Sauda se había visto en varias ocasiones como parte de un épico enfrentamiento mental, aunque su ascenso como Arcana y su obtención del anillo que portaba en aquel momento en su dedo anular la habían convertido en una mente impenetrable para cualquier sujeto que quisiese manipular sus pensamientos. Incluso había enseñado a pupilos que, en vanos intentos de modificar su percepción que tenía sobre ellos, trataron de romper la inquebrantable muralla que había levantado en su cabeza décadas atrás. El destino de sus más impertinentes alumnos no resultaba digno de mención. Si bien como máxima autoridad en la habilidad le resultaba complejo pensar en la enorme ignorancia que existía sobre ella en el común de la gente decidió retomar su actitud docente.
- Si tienes razón en algo y es que la Legilimancia permite al mago que la utiliza no solo acceder a tu mente sino a jugar con ella. Un legilimente aprendiz puede leer tus pensamientos si estos no está bien protegidos, mientras que uno con más experiencia y talento natural puede acceder a zonas más resguardadas de tu mente, como tu inconsciente y los recuerdos que tú misma no eres consciente que almacenas.
Su cuidada explicación, en la que intentaba mostrase didáctica y sintetizar cuestiones más complejas para facilitar su comprensión, hizo que llegara junto al portal en un santiamén. Frenó sus pasos junto a él y aprovechó la pequeña ventaja que tenía frente a su alumna para acomodar su sombrero, escondiendo los pequeños mechones de su negro cabello que habían logrado escapar de su pintoresca prisión. Colocó ambas manos por detrás de su espalda, adoptando una postura estilizada con el mentón levemente alzado. Entrelazó sus dedos, sosteniendo con firmeza su rojiza vara de cristal que emitía tenues destellos dada su cercanía al portal. Sauda clavó sus grisáceos ojos en una Alessandra que comenzaba a mostrar los primeros signos de incomodidad ante el contexto que la rodeaba y le regaló una sonrisa que buscaba transmitirle cierta tranquilidad, sabiendo que era indispensable para que desarrollara correctamente todo su potencial para encarar la Oclumancia.
- El primer paso para lograr bloquear tu mente a potenciales invasores es poner la mente en blanco. Suele ser difícil aunque suene fácil. Responde a la lógica de que si tu consciente está vacío, no hay nada que tomar de él y tampoco el invasor va a poder profundizar en otras capas de tu mente naturalmente más protegidas. Me alegro que sepas reconocer los indicios de que alguien intenta entrar en tu cabeza. Con el objetivo de evitarlo, lo que debes hacer es anular cualquier pensamiento, cualquier preocupación que te aqueje, cualquier sentimiento que pueda ser una puerta de entrada a tu mente. La calma es fundamental. Debes aprender a aislar el sonido y debes aprender a respirar para llevar serenidad a tu cuerpo y por consiguiente a tu mente.- el fluir de sus palabras sonaba elocuente y sabía que plantear la manera de defenderse inocularía interés en Alessandra - Haremos la primer prueba y lo haremos con algo complejo. Del otro lado de ese portal nos espera un ambiente hostil que buscará alterar tu mente para facilitar mi acceso a ella. Debes mantener la calma y lograr poner tu mente en blanco. Haré un esfuerzo medido para adentrarme en tu mente, así que te facilitaré la posibilidad de defenderte ¿Entendido?
Aailyah expresó en sus afiladas facciones la confianza que depositaba en Alessandra y dio media vuelta, dejando sobreentendido que su alumna debía seguirla hacia el lugar de la prueba para proseguir con el aprendizaje. Portando su vara de cristal en su mano izquierda la arcana atravesó el portal que se había creado anteriormente, transportándose instantáneamente a un ambiente que resultaba impactante: el furioso mar que rodeaba a la roca volcánica sobre la cual se erguía Mahoutokoro. El frío agua humedeció rápidamente la fina tela de su vestido y entró en contacto con su oscura piel, que relucía con un brillo especial gracias a los tenues rayos de luz que apenas lograban penetrar allí. Una burbuja se había materializado alrededor de su cabeza, protegiéndola de un probable ahogamiento y de arruinar uno de sus más preciados sombreros. La profundidad en la que ambas quedaron sumergidas aportaba, sin embargo, un escenario inesperadamente benigno para ensayar la Oclumancia dada la tranquilidad de aquel "vacío". Aprovecha el silencio de las produndidades del mar pensó la Arcana, transmitiendo aquellas palabras a la mente de su pupila. Fue entonces que se dispuso a adentrarse en la mente de Alessandra.
Con los demás.

Tal como había requerido, cada uno de sus nuevos pupilos comenzaron a exponer sus razones para asistir a aquel primer contacto con la Oclumancia. Aunque intentó repartir su atención entre los tres, exteriorizándolo en el vaivén de su gris mirada, quien había captado su atención por completo era Hades Ragnarok. Algo inquietante hacía resaltar su oscura presencia, como si retuviera y presionara entre sus sesos secretos impronunciables. Sauda podía incluso visualizar la puerta abierta de par en par a su mente, pues esta carecía de defensa alguna. La Arcana sabía que adentrarse en las turbulentas profundidades de su subconsciente seria pan comida. Sin embargo, decidió no hacerlo. Su ética era terca respecto a la privacidad de sus alumnos por fuera de las prácticas necesarias e impostergables que sucederían más adelante aquel día. Tarde o temprano, todo decantaría en saber al menos la superficie de lo que aquellas personas ocultaban.
- No hay oportunidad de perderse en el camino cuando te enfrentas a un invasor en tu cabeza.- respondió Aailyah al susurro de Hades que pese a haber sido apenas audible logró captar con facilidad.- Si alguna vez experimentaron la sensación de ser invadidos, sabrán lo incómodo y peligroso que es. Si no lo hicieron lo descubrirán en este día.
Una vez ubicados en el interior de su salón, la Arcana de la Oclumancia volvió a enfrentar a sus pupilos con su amena mirada. Las arrugas alrededor de la comisura de sus labios se extendieron cuando les regaló una sonrisa que buscaba transmitir auténtica confianza. Sauda era una avezada docente y sabía la importancia de la seguridad para aprender aquella habilidad tan compleja para el promedio de magos y brujas que lo intentaban; era severa para evaluar la obtención o no de la capacidad de proteger la mente pero benévola a la hora de enseñarla. No se podían construir las barreras de la mente, algo que tendrían que sostener y alimentar por el resto de su vida, en un contexto agresivo o de temor. Ella misma se había visto en la incómoda posición de cuestionar la metodología de otros arcanos respecto a como compartían sus saberes. Pese a la autoridad que su sabiduría y su poder les había otorgado, los arcanos no eran ajenos a posibles fallos en los intentos de transmitir las habilidades en las que se habían especializado.
- No existe nada más noble que proteger nuestro pasado, aquello que fuimos y que nos hace lo que somos. Si bien un invasor poco preparado apenas logrará tomar lo que se cocina en su cabeza en el momento, alguien con un poco de experiencia puede escarbar en lo profundo de sus recuerdos. Puede incluso contemplar registros de su mente que ustedes mismos no son capaces de recuperar porque su cabeza "los archivó". - explicó con detenimiento, intentando mantener una linea coloquial y didáctica, antes de dirigirse directamente a Hades - Me comprometo a que si te esfuerzas en aprender, tú serás quien elija compartir tu pasado y tus secretos.Una frase muy sabia la que nos compartes, por cierto.
A continuación, Sauda paseó su mirada hacia el hombre que completaba el cupo masculino de aquella clase. Su comentario sobre la guerra no llamó su atención, a sabiendas de ciertas críticas que comenzaban a resonar con más fuerza en la sociedad mágica de la que, pese a haberse aislado, no era ajena. Los arcanos habían decidido en conjunto y por unanimidad tomar una posición neutral frente a los conflictos bélicos y diplomáticos que no solo aquejaban a Europa sino al mundo entero. Su historia y sus experiencias hablaban por si solos. Aailyah despreciaba la vanidad, el egoísmo y la mezquindad del hombre que había llevado a cada uno de los conflictos que había vivido y atestiguado durante toda su larga vida de aprendizaje, enseñanza, autodescubrimiento y viajes alrededor del mundo. No culpaba a Benjamin por la sagaz transparencia que denotaba su intervención pues suponía lógica la indignación por la neutralidad institucional de Mahoutokoro de ciertos sectores que no lograban ver más allá de sus propias narices. Decidió entonces proseguir con el tono sereno de su suave voz. No era momento de juzgarlo; si aquel hombre de política era digno de obtener aquella habilidad estaba por verse.
- No eres el primero que asiste a este espacio con intenciones similares. En la diplomacia, tanto esta habilidad mágica como su contraparte son estudiadas en profundidad. No muchos logran dominarlas con excelencia pero resulta una herramienta más que importante. Te sorprenderías de la enorme cantidad de registros que la biblioteca arcana tiene en cuanto al uso de la Oclumancia en muchos de los hechos más relevantes de la historia mágica y muggle. Debes saber, entonces, que en el ambiente en el que te mueves te encontrarás con muchas personas que encontrarán en tu cabeza un estanque lleno de peces para pescar y créeme que tienen una caña que pocas veces falla.
Sauda dirigió por fin su mirada a la única alumna mujer, procurando no demostrar su consideración sobre Benjamin. Melrose denotaba su procedencia extranjera, pues para una empedernida viajera era natural descubrir las señales de alguien que se encontraba fuera de su tierra. La misma Arcana había experimentado ser ajena a las costumbres y la idiosincracia de otros países, pues la naturaleza de sus actividades como sabia de la oclumancia la habían alejado de su pequeño y humilde poblado en África. Si bien con medida periocidad volvía a visitar y complacer a su gente con su admirada presencia, pues se había convertido en una especie de profeta en una tierra muchas veces dejada de lado, sus tareas la obligaba a morar lejos. Pese al esfuerzo de la universidad por reproducir un ambiente familiar la lejanía siempre se transformaba en nostalgia. Sauda observó con cierta complaciencia a Melrose y aceptó con un simple asentimiento de cabeza
- Bien, antes de avanzar hacia otro espacio en el laborioso camino para forjar las murallas de su mente haremos un primer ejercicio aquí mismo. Pueden tomar asiento y buscar la comodidad que les permita concentrase en la tarea y relajar su cabeza. Indagaré en su mente y trataré de extraer algunos de sus recuerdos o secretos más cuidados. Deben concentrase y poner su mente en blanco, desprenderse de todo pensamiento, de toda preocupación, de todo lo que pueda ser una puerta abierta hacia cosas enterradas en su inconsciente. Relajar su respiración e ignorar el espacio físico que los rodea es fundamental ¿Están preparados?.- consultó la Arcana, sabiendo que cualquiera fuese la respuesta de sus alumnos se adentraría en su cabeza.

 

---

 

Off: Para superar esta instancia, deben resolver como logran bloquear a Sauda, roleando un recuerdo/pensamiento/etc de su elección.

Editado por Aailyah Sauda
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Las palabras que me dirigía y la explicación que me deba estaban claras, aunque había algo mas, sopese las consecuencias y estudie todas las posibilidades de aquellas que había dicho. Sabía a ciencia cierta que la arcana me estaba pidiendo permiso para entrar en mi mente, aquella era la segunda vez que alguien quería mi autorización para intentar develar los secretos que tenia guardados en lo profundo de mi mente.

 

-<<puedo poner la mente en blanco, creo que es una de mis especialidades>> -pensé- tengo una duda, quizás es algo tonta, quizás ya sepa la respuesta, pero ¿Cómo puedo alterar los recuerdos o información que quieren obtener de mi?, ¿Cómo puedo bloquearlos?, ¿hay algún tipo de palabra o encantamiento o simplemente debo pensar en el recuerdo o en la información y modificarla en mi mente, algo así como crear una mentira dentro del recuerdo? -pregunte esperando que no se molestara por aquella pregunta tan insignificante

 

Guarde silencio esperando una respuesta, claro estaba, no pensé que la practica comenzaría tan rápido en aquel momento ya que la arcana comenzaría a entrar en mi mente de un momento a otro, sin embargo, esperaba que me respondiera antes de que intentara saber la información que deseaba obtener.

 

Me moví lentamente para sentarme en posición de loto. La primera parte de aquello era fácil, poner mi mente en blanco, sin embargo, sabía que aunque había dado mi autorización para que la Sauda entrara en mi mente no deseaba que lo hiciera, por lo que me preocupaba un poco aquello que ella pudiera ver u obtener. “Respire” profundamente y me concentre.

 

******************

 

“Estaba cierta mañana de Año Nuevo en compañía del señor Denys Finch-Hatton y Kanuthia, su chofer Kikuyu, rodando por una malísima pista de la reserva de Masai. Aun no había salido el sol; las estrellas a punto de borrarse en la bóveda del cielo, se destacaban todavía como grandes lágrimas luminosas, y el aire conservaba la singular hondura y limpidez del alba africana. Rodaba, digo, aquella mañana clara como el agua de manantial, cuando tuve la suerte de matar un león que estaba cebándose en el cadáver de una jirafa. Me encontraba allí en uno de mis muchos viajes por el mundo, ya que solamente y simplemente deseaba viajar y saciar mi aire de conocimiento.

 

Más adelante nos acusaron al señor Denys y a mí de haber matado la jirafa, cosa no permitida por las leyes de caza. El Departamento de Caza africano, al expedir la correspondiente licencia, le autorizaba a uno a matar o capturar tantas y cuántas piezas de tales y cuales especies cinegéticas. La verdad es que yo me preguntaba muchas veces en virtud de qué derecho concedía el Departamento de Caza tales derechos, y la jirafa no figuraba en la lista. Leones, sin embargo, podía uno matar en todo tiempo dentro de un radio de cuarenta y ocho kilómetros de una hacienda. Pero Kanuthia podía respaldarnos en nuestra declaración de que la jirafa llevaba muerta ya un día o dos cuando llegamos,

 

En realidad no sé si sería el león el que mato a la jirafa, los leones matan desnucando a sus víctimas, y teniendo en cuenta la alzada y la altura del cuello de la jirafa, la cosa parece muy poco probable. Por otra parte, la fuerza y al energía del león son realmente increíbles, y algunos cazadores nos habían asegurado con toda seriedad que han visto casos de jirafas sacrificadas por leones.

 

Hacían ya tres meses que los trabajadores de la hacienda venían a casa a rogarle al señor Denys que matase a un león Mbaya sana (muy malo) que seguía y diezmaba a sus rebaños. El león que encontramos aquella mañana y que, aun cuando nos acercamos a poquísima distancia, permaneció encaramado sobre su presa, absorto en su festín, sin bullir más que muy ligeramente en la semipenumbra del aire, bien podría ser el mismo sacrificador del ganado, causa de tanta aflicción por la pérdida de preciosas vacas y novillos. Estábamos a unos treinta kilómetros del límite de la hacienda, pero esa distancia no supone nada para un león. Si era él, ¿no debíamos matarle cuando el mismo nos deparaba la oportunidad? El señor Finch-Hatton, mientras Kanuthia aminoraba la marcha del vehículo, se acercó a mí.

 

-Esta vez disparas tú –susurro a mi oído.

 

Aquella seria la primera vez que cometería tal acto. Estaba nervioso. Tome el arma entre mis manos y el sudor nervioso me atacaba. Cerré los ojos. Respire y… dispare.”

 

******************

 

Aquella imagen, aquella historia que había creado era muy diferente a la forma en que me había convertido en vampiro, solo esperaba fuera lo suficientemente fuerte y poderosa como para engañar a mi maestra y así evitar que viera la realidad. Si la mujer iba a a entrar en mi mente intentaría engañarla, cambiar un poco la historia o lo sucedido en realidad.

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Benjamin Whisper



Ben es consciente del esfuerzo que la arcana está poniendo para que cada uno de sus alumnos, a pesar de sus distintas motivaciones, pueda encontrar un camino de aprendizaje hacia la habilidad de la oclumancia. Incluso en sus gestos y tono de voz, Sauda intenta mostrarse amable, pero no blanda, y esa mezcla en definitiva, es lo que más peligrosa hace a la arcana a sus ojos. Alguien con semejante capacidad de autodominio indudablemente tiene la posibilidad de ejercer dicho poder de control sobre los demás.


Sabe que ella lo ejercerá tarde o temprano, más que por maldad, como parte de sus lecciones para que ellos puedan aprender a dominar su mente y protegerla de los extraños.


La idea que ha compartido sobre el pasado, y el deber vinculado a ello le agrada, porque hace eco con su propio concepto del legado como lo más valioso para una familia de sólidas raíces y herencia mágica. Un legado, al que irremediablemente debes responder, y para el que debes estar a la altura, es en cierto sentido, uno de los pilares bajo los cuales ha amparado la vía de su conocimiento.


Era una de las cosas que su madre le sigue recordando, incluso en la demencia senil en que ahora está inmersa.


— Entonces, tocará volver a los peces invisibles— musita como respuesta a las palabras que Sauda le ha dirigido e inclina la cabeza con una sonrisa, dejando que prosiga con aquella primera evaluación a cada uno de los presentes.


Finalmente, concluida la inspección, es el momento de iniciar con un primer ejercicio mental. Ante la indicación dada por Sauda, y tras una rápida observación de la habitación, opta por ir en dirección opuesta a la que sus compañeros han tomado, y termina por sentarse en un rincón de la estancia, apoyando la espalda sobre la pared. Sus largas piernas están estiradas y colocadas una sobre la otra y sus brazos caen a los costados de su cuerpo. Está relajado, pero no lo suficiente, así que echa la cabeza hacia atrás y luego hacia los lados, y solo entonces, cierra los ojos.


Evitar que los demás sepan de sus intenciones ha sido un arte que se ha esforzado por cultivar desde pequeño, primero para complacer a su madre, y luego irónicamente, para evitarla. Sin embargo, llevar aquel engaño de los gestos y las palabras a la propia mente era una tarea mucho más difícil y que en realidad, pocas veces ha intentado. No es pues, algo sencillo lo que la arcana le está pidiendo ahora, más cuando en cierto sentido dejar su mente en blanco se figura también para él como dejarla vulnerable.


Él desea, como ha justo preguntado el otro alumno presente, saber la forma de alterar recuerdos ya existentes, porque se equipara a su propia estrategia de compartir una verdad, que ayudase a entrar en confianza con su interlocutor, para salpicarla luego de mentiras que le resultasen provechosas. Entendía también que ese era el siguiente paso que Sauda esperaba que aprendiesen ¿pero cómo? De nuevo concentrado, Ben se convence de que si no lo intenta, no podrá dar con el método.


No, tiene que intentarlo, aun si corre el riesgo de fallar.


Para cuando escucha la suave voz de la mujer, no cree que esas "puertas" que metafóricamente ella ha mencionado estén cerradas, pero intenta alejar esa preocupación de sí mismo. El alivio, lo quiera o no, está muy vinculado en él a su tiempo de estudiante en Ilvermorny, pues fue en el otro continente, lejos de sus padres, que comenzó a trazarse su propio camino, independiente a ellos, así que no es una sorpresa verse recordando los días en la biblioteca del colegio, leyendo cuanto libro sobre magos ilustres cayese en sus manos, o corroborando pomposamente como varios de esos ejemplares los tenía también en la inmensa biblioteca de la casa calendario Avery.


Es su tercer año en la institución estadounidense, un año que él sabe marcó un antes y un después en su vida. Puede verse a sí mismo en el recuerdo, que se ha tornado sumamente vívido, y que (sospecha) también Sauda está explorando ya, aunque no tenga forma de explicar el porqué le da esa impresión. Es mucho más joven, y más inexperto también. Está en un pasadizo entre dos estantes, pasando su dedo índice sobre los lomos de una variedad de libros cuyos títulos resaltan en un color dorado brillante. De repente, coloca las manos en medio de dos de ellos y los aparta ligeramente, para hacer una pequeña abertura, a través de la cual observa, con curiosidad, deseo y hasta cierta aprehensión, la primera hilera de libros de la zona restringida de la estancia, donde solo puede entrarse acompañado de un profesor, por ser todos tratados de magia avanzada y peligrosa.


Desde la primera vez que había tomado nota de sus existencia, aquella zona prohibida, le había despertado una extraña fascinación, pero nunca como ese día, había estado a solo unos centímetros de poder tomar un libro del espacio, con tan solo estirar las manos. Y eso era lo había hecho, alzar con delicadeza su brazo izquierdo para tomar un ejemplar. Su respiración se había agitado, en una mezcla de nerviosismo y miedo, y luego la adrenalina se había hecho presente al comprobar como ante el toque, el libro había comenzado a supurar gotas de sangre de sus páginas.


Pero entonces...


Se oyó a sí mismo, con una que voz por esos días era mucho más fina, lejos del tono que iba alcanzar unos años más tarde (más gruesa y como muchos comentaban, con cierto encanto seductor), pidiendo una disculpa a la bibliotecaria por haber cogido aquel libro de la zona prohibida. Sus mejillas estaban enrojecidas por la vergüenza de haber sido descubierto en falta, pero aun con ello, no había dudado en dar media vuelta para contemplar una última vez aquel "espacio prohibido", al que estaba seguro que ingresaría del todo más tarde que temprano.


Al abrir los ojos, de nuevo en el presente, lo primero que ve es a la arcana, y siente como si su mirada intentase interrogar sobre cuanto de lo que acaba de ver ha sido cierto y cuánto no. Ben exhala largamente, agotado por el esfuerzo que ha supuesto encubrir su primer escarceo homosexual, pero ya en esos momentos está, conforme a lo que Sauda ha indicado, con la mente en blanco, medianamente satisfecho del recuerdo, mitad mentira mitad verdad que ha conseguido crear, y con una pregunta que no tarda en exteriorizar.


— ¿Fue suficiente o me faltó algo más, arcana Sauda?


Si apenas iban por el primer ejercicio ¿cuánto más vería forzada su mente hasta el final de la clase? Incluso imaginarlo le resulta perturbador.

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Mel no está segura de haber entendido del todo la esencia de lo que la arcana ha intentado transmitirles pero está dispuesta a ponerlo a prueba de todas formas. No tiene mucho para decir, así que toma asiento en el suelo con las piernas cruzadas y las manos apoyadas a los lados sobre las rodillas para poder mantenerse derecha, la espalda erguida. Cierra los ojos e intenta no pensar en nada, lo que la lleva directamente a rememorar sus recuerdos antes de una caza.

 

Su respiración regular se torna más tenue y sus músculos se tensan por un instante antes de relajarse por completo. La mente de Mel funciona de forma más bien simple, así que la luz que alcanza a sus ojos es suficiente como materia prima para crear un lienzo en blanco. Mel sabe que la mujer les ha ordenado vaciar la mente, para que así no perciba absolutamente nada y ella es buena en poner la mente en blanco. Primero cuenta y luego tan solo piensa en su propia respiración. Sin embargo, sabe que no será suficiente.

 

Por un instante, no está más en ese espacio al que la arcana los ha hecho pasar. Está pensando en el viento corriendo por su cara; puede percibir la presencia de Sauda en su mente, como una niebla que avanza por los recovecos y tantea, buscando detonar con un gatillo invisible aquello que busca. Mel se encuentra de pronto pensando en sí misma, en su licantropía, de la comunidad en la que vivió.

 

Eso la pone nerviosa, porque no es algo que quiera revelar. Se supone que ha de ser secreto y en ella recae esa responsabilidad que había olvidado que tenía. Con Richard, alguien que aunque aprovechado sabe que no la traicionaría, no habría diferencia pero la arcana es distinta: no tiene interés propio en los asuntos de Mel pero su influencia podría alcanzar a sus compañeros sin siquiera ella notarlo.

 

Mel entonces decide cambiar de planes, patear el tablero. Jamás podría ganarle a Sauda, una maestra entre maestras en su propio juego... a pesar de lo cual, esa es su mente, no la suya. Así que ella conoce ese espacio mejor que la arcana. Aquello se reflejó en sus pensamientos como una maqueta 3D girando, en una milésima de segundo. Después, todo es blanco una vez más con pasillos níveos que se entrecruzaban y muchas puertas, todas cerradas: ella había dicho que debían permanecer así y así sería.

 

Desde luego, no es perfecto y no tiene forma de saber qué es lo que sus compañeros han pensado hacer a diferencia suya pero, desde su perspectiva, es mucho más fácil mantener cerradas miles de pequeñas puertas a los compartimientos de su memoria, que la enorme puerta de su mente por entero, al menos por ahora. En cuanto encuentre herramientas con las cuales reforzar los cerrojos, tendrá que arreglárselas como pueda para también ser capaz de mantener cerrado el enorme portón de entrada.

 

Un laberinto blanco y muchas paredes y puertas todas iguales, de bloques indistintos, es el resultado. Los flashes repentinos se desvanecen y el lenguaje de su cuerpo solo es consciente de las respiraciones y la energía que fluye alrededor.

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Alessandra vio en los ojos de Sauda que la arcana no era la respuesta que esperaba escuchar, ni ella misma conocía la respuesta de lo que la arcana deseaba, después de tres arcanos había pensado que podía acostumbrarse a sus actitudes pero no era así, había tratado de hacer lo que la arcana deseaba pero se encontraba mas cansada que de costumbre lo que le preocupaba mucho, había escuchado que ser Oclumante era difícil por no había tomado aquello enserio, las demás habían sido difícil si pero para ella que practicaba la sanación y le gustaba hacer cosas físicas, usar su mente y que esta se calmara hasta poder hacer lo que Sauda le pedía seria muy difícil. Incluso en ese momento su vientre se agitaba de los nervios.


Cuando Sauda la invito a avanzar mientras le explicaba sobre el uso de la Oclumancia, la Delacour se sorprendió saber que era una magia oscura, siempre había pensado que la Legeremancia era una habilidad para los chusmas pero al saber eso se estremeció y pensó en aquella bruja, había descubierto quien era y esa era la razón para estar ahí.


Mientras la clase en la sala blanca continuaba y Sauda tomaba lo dicho por ella para explicarle sobre la legeremancia el nudo en su vientre se contrajo, <<jugar con su mente>> como subdirectora de San Mungo había muchas cosas que leer sobre pacientes y no siempre podría estar vigilando a la gente que entraba al lugar y menos tener su mente concentrada porque ella se distraía mucho. suspiro al ver a la arcana que seguía hablando.


<<quizás hiciste mal en inscribirte>> le dijo Asami muy contenta.


<<Lo se>> pensó Alessandra, quizás si la arcana se distrajera podría aprovechar para huir, no la aprobaría de eso estaba segura así que ¿valía la pena realmente intentarlo?. Era muy fácil engañarla y aunque le doliera en el alma confiaba en la gente muy rápidamente, al menos sin aquella habilidad podría encontrar la escusa de que era manipulada por los legeremante. La Delacour se llevo un dedo a su boca aun con la concentración en Sauda, le dolía en el alma pero no tenia oportunidad cuando llegaron a un portal que apareció la arcana, al ver la postura y como la vara de cristal comenzaba a brilla Alessandra se arrepintió de no haberle agradecido a la arcana por todo y haberse ido pero por como la miraba hizo que se avergonzara y se incomodara, seguramente ya sabia de sus planes pero se negaba a que se fuera sin antes demostrar lo torpe que era. sus mejillas se sonrojaron al pensar en eso que se removió incomoda.


La mirada de Alessandra se alarmo ante la idea de poner su mente en blanco, sus pensamientos tenían pensamientos que le impedía no distraerse con eso, cuando se iba a dormir y los insectos aparecían se la pasaba despierta toda la noche junto al ruido del mosquito que la volvían loca, era una persona hiperactiva, aquello era una locura.


<<No, no esta entendido...no puedo>> pensó.


Mandarla a un lugar lleno de distracción cuando ya de por si se distraje bastante con la sala, seguramente la reprobaría enseguida pero no le quedaba de otra que hacer lo que decía, al menos si la expulsaban no podrían decir que no lo intento ¿no?.


-Claro, todo entendido- sonrió, aunque por fuera tuviera una sonrisa por dentro se moría porque no pasaría aquello. <<ya que, no hay opción que me repruebe no mas>> pensó .


Atravesaron el portal para terminar en aquel furioso mar que rodeaba a la roca volcánica sobre la cual se erguía Mahoutokoro. El viento y el agua le impedían chillar a la arcana que prefería que le mandara su carta de reprobada a seguir afrontando aquello bajo un clima así, pero al ver una burbuja formarse a su alrededor Alessandra cerro los ojos y tiro la cabeza para atrás ya que era la mejor forma de no ahogarse pero otra burbuja se formo al rededor suyo cuando Sauda le transmitió un único pensamiento <<"Aprovecha el silencio de las profundidades del mar">>.


La Delacour no pudo evitar poner los ojos en blanco pensando si no planeaba matarla antes la arcana de decirle que la reprobaba pero tomando valor la burbuja desapareció para tomar una bocanada de aire, dejo de patalear y decidió dejar hundirse un poco para que sus odios se tapen de agua, su cuerpo se relaje y su mente se calme, cerrando los ojos y dejándose llevar por el movimiento del mar sin moverse fue vaciando sus pensamientos, dejo que sus problemas diarios se olvidaran por unos minutos, sus hijos y sus desapariciones que no le afectaran y que su esposa quedara en un segundo plano.


Alessandra fue soltando aire de apoco mientras sentía el cosquilleo en su nuca cuando Sauda entro en su mente, no le gusto pero hizo un gran esfuerzo para no pensar, su corazón se acelero por esa razón haciendo que deba buscar aire, moviendo sus brazos y sus piernas la rubia nado hasta la superficie aspirando una gran bocanada de aire.


-Lo siento- se disculpo -necesito solo unos minutos- le pidió.


Pero tenia la piel de gallina a causa de la intromisión de su profesora, su respiración era acelerada pero solo hecho la cabeza hacia atrás para que el agua tapara la mita de ella para serenarse. Tomo un ejercicio de respiración que suelen pedir los sanadores a las madres embarazadas para que se calmen y comenzó nuevamente a vaciar su mente, pero esta vez su cabeza estaba flotando sobre el agua que se movía por el movimiento de su cuerpo al perturbarla recientemente, mientras seguía haciendo las respiraciones tanto el agua del mar como Alessandra fueron calmando sus movimientos para nuevamente sentir a la arcana penetrar su mente pero esta vez estaba preparada, se sintió incomoda pero el ejercicio de respiración funcionaba, dejo que el agua arrastrara su cuerpo a cualquier lado sin que eso alterara a la Delacour.


Nada, su mente estaba vacía que ni siquiera pensaba en los olores que había a su alrededor, si Sauda seguía a su lado o se había marchado dejándola sola, incluso no diría nada simplemente dejaría que su profesora tomara la palabra ella.

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- Alterar tus recuerdos o tus pensamientos es quizás uno de los escalones más avanzados de esta habilidad, señor Ragnarok. - inició con solemnidad su respuesta a Hades, sin quitarle los ojos de encima - Sin dudas, si le pone interés a la práctica, a la larga va a lograr hacerlo con gran éxito. La Oclumancia es una disciplina mental donde la esencia mágica de nuestra sangre no influye tanto como pensamos. Muchos teóricos de esta habilidad creen que incluso muggles pueden desarrollar cierta capacidad para la Oclumancia.

 

Le regaló una de sus cálidas sonrisas al hombre, complacida del interés que demostraba por recabar la mayor cantidad de información posible sobre lo que los reunía en ese espacio, en ese punto exacto del tiempo. La Arcana, durante sus largos años ejerciendo la enseñanza tanto en la Universidad como en Mahoutokoro, había sobrevivido airosa a alumnos cuya inmersión en las clases era nula y su interés por superarse brillaba por su ausencia. Existían pocas cosas que corrompían la calma con la que daba sus explicaciones y la paciencia con la que Sauda acompañaba el proceso de aprendizaje de sus alumnos, siempre respetando los tiempos de cada uno de ellos; a fin de cuentas, la Oclumancia era una de las habilidades mágicas más complejas de dominar. Sin embargo, sus formas afables no anulaban su sentido de la exigencia.

 

- En cuanto a palabras no es necesaria ninguna, puesto que no es necesaria la pronunciación de un hechizo que active nuestra magia. Sin embargo, muchos gustan de utilizar la palabra “oclumens” al momento de un ejercicio de práctica de la habilidad o cuando perciben que un invasor quiere adentrarse en su mente. - su gris mirada recorrió el espacio que separaba a cada uno de sus alumnos y dedicándole unos segundos de su atención a cada uno, teniendo en claro que aquella información le competía a todos - Es una forma que muchos utilizan para, de alguna forma, canalizar su frente al esfuerzo mental. En cuando a introducir recuerdos falsos, es simplemente eso: tomar esos pedazos de la memoria que están en peligro y alterarlo, haciendo creer el invasor que ésta viendo algo que en realidad nunca sucedió o al menos no de esa forma.

 

Asintió, aceptando que sus alumnos no tenían más preguntas para formular antes de su primer tímido contacto con la Oclumancia. La reciente modificación de su metodología de clase había significado un diagrama más progresivo, en que los aprendices adquirirían poco a poco conocimiento sobre las capacidades de la habilidad antes de pasar a la prueba final. Los contempló con serenidad alejarse a distintos puntos de la habitación donde habían encontrado cierta comodidad, tanto en el espacio como con la disposición de su propia anatomía. Les concedió unos minutos antes de ingresar en lo que con ímpetu tratarían de ocultar, pese a que sus intentos serían en vano frente a la arcana; apenas en la tercera práctica Sauda encontraba algún tipo de débiles barreras en su viaje por la mente de sus alumnos. Mientras esperaba comenzó a caminar con parsimonia por el pasillo que conformaban sus amadas plantas, que extendían sus hojas buscando acariciar su oscura piel.

 

Entonces se adentró en sus cabezas. La arcana se abstrajo completamente de su cuerpo y, uno a uno, comenzó a invadir la corruptible privacidad de sus pensamiento con la libertad que su conocimiento en legilimancia le daba. Hades presentó un recuerdo que, en cualquier otro contexto, hubiese provocado en ella un ataque de ira incontenible. Sauda apreciaba la vida, sin conseción alguna. Bajo su mirada, la maravillosa naturaleza era imperturbable y cada ser humano debía rendirle un irrestricto respeto. Nada podía romper esa ley, tan vital y tan lógica. Atacar a los animales alejaba al hombre de lo más preciado que tenía: su humanidad. Ser testigo de aquella difusa escena de caza provocó que encerrara sus delgados dedos en un puño. Contemplar la inerte jirafa perturbó su organismo, causando un malestar en su estómago. Si aquello era lo que Hades quería que viese ¿Qué ocultaba tras esa farsa de recuerdo? Prefería no indagar, tal como había prometido. Forzó a su propia mente a olvidar los detalles de aquel recuerdo.

 

La causalidad condujo a que Ben a probar una estrategia similar: en vez de bloquear su mente, intentó confundir a Aailyah con un recuerdo modificado. Sin embargo, éste resultó mucho más ameno de atestiguar, hasta incluso simpático a sus ojos. A la arcana le generaba placer nutrirse de la experiencias de sus alumnos, de sus primeros años, de su juventud. Su vida, a diferencia de la mayoría de las personas, estuvo sentenciada desde su mismo nacimiento. Los primeros indicios de su excepcional talento para la Oclumancia durante su infancia la habían condenado a cumplir un papel en la sociedad, a seguir un camino preestablecido por otros para alcanzar aquel título que sin embargo portaba con orgullo y .

 

- Han estado muy bien, los felicito. Han intentado estrategias diferentes, aunque tengo el deber de resaltar que la de la señorita Moody ha sido la más efectiva. Modificar recuerdos o pensamientos es aun muy avanzado pero les aseguro que aprenderan a dominarlo. Como les he aclarado, apenas me moví por las capas más superficiales de su mente. Todo lo que he visto muere conmigo y muere con ustedes, esperemos que lo primero suceda antes. - comentó con cierto tono divertido que, al menos en ella, resultaba extraño - Pasaremos a una nueva etapa. Reúnanse nuevamente conmigo.

 

Golpeó con suavidad la base de su alargada vara de cristal contra el suelo, provocando un sonido retumbante en nula relación con la ligereza del golpe. Una tenue corriente de aire se extendió, rozando el suelo, hacia cada una de las paredes de la habitación. Una divertida sonrisa, poco usual en ella, se dibujó en el iluminado rostro de la arcana, dejando asomar entre sus labios el blanco de su dentadura. El efecto de su antiquísima magia era instantáneo y abrumador: quien temiese al fuego, vería las plantas de aquella habitación consumidas por furiosas llamas que lo acecharían más y más a cada segundo; aquel cuyo miedo fuese la ponzoña de las serpientes, contemplaría un inmenso grupo de ellas acercándose hasta sus pies y su siseo no dejaría de reproducirse con intensidad en su cabeza. Aquel hechizo afectaba a las hormonas de inhibición del miedo, creando una fiel ilusión del mayor temor de su víctima. Sus compañeros de clase desaparecerían de su vista, dejándolos en desoladora soledad.

 

El papel de Sauda no se limitaría a observarlos a la distancia y adentrarse en unas mentes que, gracias a su anillo arcano, estaban prácticamente abiertas de par en par. La arcana estaba lista para jugar con la percepción de sus alumnos, evitando que descubriesen que todo aquello se trataba simplemente de una ilusión hasta el instante en que superaran la prueba. Se alejó de ellos, listas para ver que otra información curiosa encontraría esta vez en espacios más profundos de la mente de aquel trío. El núcleo de su larga vara de cristal emitía un destello carmesí, que permitiría a sus alumnos

 

- Cierren su mente, pónganla en blanco. Esta vez voy a ir más a fondo. No todo legilimente los atacara mientras toman el té en la tranquilidad de sus hogares. Deben aprender a bloquear su cabeza en la más hostil de las circunstancias. Cierren su mente porque esta vez compartiré con los demás todo lo que encuentre en ustedes.- advirtió con disruptiva severidad.

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El vampiro escucho atentamente a la Sauda y asintió, al parecer aquel truco o aquel primer intento no había dado resultado o quizás lo había hecho demasiado bien ya que no le había mostrado a la arcana lo que en realidad había querido ocultar en aquella imagen o recuerdo. El había mostrado a aquel león sebandose a la jirafa, eso estaba claro, solo que, el cainita no había mostrado quien en realidad había matado al animal.

 

El Ragnarok no estaba orgulloso de ello y se arrepentía, el jamás hubiera querido hacerle daño a un inocente a menos que fuera necesario. Había tenido que matarla para alimentarse, estaba demasiado sediento y la única forma que encontró para no saciar su sed de sangre con algún miembro del pueblo aborigen cercano había sido esa, alimentarse de la jirafa. En aquella época aun era un neófito que intentaba no parecer un mounstro. Suspiro y dibujo una mueca divertida, capaz la mujer si se había dado cuenta del truco pero no había dicho nada tal como ella había prometido, aunque de haberla logrado engañar eso si hubiera sido un gran milagro, al menos no había intentado colocar la mente en blanco, algo que muchas veces solía hacer cuando necesitaba meditar

 

Siguió ahora las instrucciones de la mujer y se acerco a donde se encontraba ella junto con los demás alumnos de aquella clase. Por primera vez se detuvo a observarlos en serio y a detallarlos, vio a aquel hombre y a aquella mujer que había puesto su mente en blanco logrando los elogios de la arcana. Sin embargo, todo cambio en un abrir y cerrar de ojos cuando la arcana hizo aquel movimiento, por instinto el cainita iba a sacar la varita o a defenderse (no era la primera ni sería la última vez que le atacarían por sorpresa), eso lo llevaba en la sangre, sin embargo, nada había sucedido o eso pensó.

 

Le pareció extraña aquella sonrisa en el rostro de la Oclumantica, pero hasta que se vio solo escuchando las instrucciones de la mujer en su cabeza no se dio cuenta de lo que estaba por suceder y estaba comenzando a rodearle. Dio un paso hacia atrás cuando aquellas sombras oscuras les dieron pasos a algunas personas que él conocía. Vio a su tía, a su madre adoptiva, a su hija, a su antigua novia que pudo hacer llegado a ser su esposa, a sus mentores y a su maestra, a todos y cada uno de aquellos que una vez lo habían querido, respetado, que lo habían admirado y que no lo habían llegado a odiar o al menos esperaba que no todos le odiarán.

 

Observo en sus rostros aquella mirada, podía notar el odio y la decepción en cada uno de ellos, aquel era su peor miedo, no le temía a la muerte, al fuego, no el temía a nada, tan elaborado, simplemente su mayor miedo era fallar y que aquellos que alguna vez le quisieron se decepcionarán, lo odiaran y lo dejaran solo. A su mente vino la imagen de su mejor amiga licántropo y como aquella sombra invocada lo había torturado antes de que llegará su maestro, sin embargo, se forzó a cerrar los ojos y a concentrarse.

 

-<<Tu puedes Ragnarok, pon la mente en blanco>> -se forzó a sí mismo- <<sé que es mi peor miedo, no puedo sacarlo de la cabeza, pero debo hacerlo, tengo que demostrarles que sigo siendo aquel que una vez quisieron y admiraron, aunque el tiempo haya pasado y para ellos sea un cobarde>> -pensó sabiendo que aquella era la parte más difícil de todas. Estaba siendo torturada su alma.

 

Podía escuchar aquellos susurros, podía sentir como sus seres queridos se acercaban mas y le decían lo decepcionados que estaban, aun así, intentaba cerrar su mente, sus oídos para no sentir la tristeza y como el alma se quebraba en pedazos. Había sido fuerte, admirado, ahora era odiado y repudiado, era considerado el mayor cobarde de todos.

Aun así intentó concentrarse, no podía fallar esta vez, debía demostrar que de una u otra forma era fuerte y que había cambiado, que no era aquel que se había quedado en shock sin poder ayudar o salvar a su alma gemela y que permitió que su hija fuera secuestrada y alejada de él. Le costaba un poco, pero poco a poco fue serenándose, respirando de manera acompasada, aunque no necesitaba el vital gas a causa de sus pulmones inertes, el movimiento que realizaba ya de manera mecánica como si respirara ayudaba en todo aquello, le hacía sentirse más humano.

 

Poco a poco fue concentrándose mucho mas, aquellas voces se convirtieron en un murmullo lejano, como si fuera el sonido ambiente de un salón lleno de personas que hablaban e iban poco a poco retirándose o perdiendo la voz.

 

Se mantuvo ahora tranquilo, había logrado concentrarse lo suficiente como para que lo que le rodeaba no el molestará y no le permitiera desconcentrarse. Tenía la mente en blanco, estaba en paz consigo mismo, esperaba que aquel estado durara lo suficiente como para demostrar que era digno de aquella habilidad y que estaba dispuesto a afrontar cada una de las pruebas que su maestra le estaba colocando en el camino.

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Mel abre los ojos lentamente, recordando donde se encuentra y por qué estaba en esa posición. Sonríe levemente, complacida, pues es la primera vez que alaban alguna actitud suya en clase. No suele cuestionar las órdenes de sus profesores pero tampoco resaltar en algo en particular. Por otro lado, se pregunta si debería haber aprovechado la oportunidad para intentar modificar, así fuera solo algo pequeño, de su propia memoria pues eso no se le había ocurrido. Pensando en las palabras de Sauda, decide que muy probablemente tenga tiempo de probar algo de eso luego. En su caso, está segura de que ir de pasos pequeños hacia los más grandes será sin duda más efectivo. La sonrisa se ensancha ante la broma de la arcana pero luego se borra cuando toma un respiro hondo para despejarse y proseguir.

 

Mel se incorpora de forma rápida y fluida, apoyando los talones hacia el suelo e izando su peso con una sola mano como apoyo extra. La arcana estaba dirigéndolos hacia otro espacio y ella se apresuró a seguirla echando un vistazo hacia sus compañeros de camino a ello. El mago de porte aristocrático no parecía ni muy sorprendido ni muy alarmado (al menos, no que ella pudiera leerlo en su expresión) a diferencia de Ragnarok, cuya postura era de absoluta defensa frente a...

 

Los ojos de Mel siguieron el camino de vuelta hacia la arcana. Entendió solo entonces que se debía a que la arcana había movido su vara pues pudo escuchar el claro sonido. "Thud". Mel sintió casi como si algo en la parte trasera de su mente se hubiera relajado de pronto, a propósito. Meows soltó un sonido que Mel se había acostumbrado a oír cada tanto, muy similar a un maullido, y fue por eso que alcanzó a reaccionar a tiempo, sacándola del bolsillo trasero de sus pantalones. Oclumens, pensó, con todas sus fuerzas. El lugar... se incendiaba. Las llamas se alzaban altas recordándole incendios forestales del pasado: una cosa horrible con consecuencias nefastas de las que se tenían que encargar solos, porque ningún hospital mágico o no mágico en Escocia recibiría licántropos heridos.

 

No quiere adentrarse en esos recuerdos, sabe que en algún lugar la arcana debe estar...

 

Entonces Richard y Ellie están en medio del fuego. Antes que nada de su garganta surge un grito de pánico: es raro que Mel pierda los estribos pero la visión de esas dos personas, que se han vuelto casi como su familia, logra el truco. Ellos habían logrado posicionarse en su pecho en igual medida que su clan de hermanos, todos con la bestia en su interior, el lobo, como cuando había vivido constreñida en los bosques cerca de Luss, en los Southern Uplands; quizá, de un tiempo a esta parte tenía que admitir que habían llegado a ocupar, si se podía, un lugar mucho más prominente que ellos en su vida. Así que ambos están en medio del fuego y Mel está pensando en posibilidades para sacarlos de allí así tenga que chamuscarse un poco cuando sus voces le llegan en conjunto a través del sonido crepitante de ramas estallando y rompiéndose ante las llamas:

 

—Qué decepción, Melrose.

 

Sus expresiones son austeras y reprobatorias. Mel se siente dolida y no comprende ¿qué está sucediendo? ¿Por qué están allí, por qué le dirigen miradas tan displicentes?

 

<<Oclumens>> es difícil concentrarse.

 

—No eres digna de llevar el apellido Moody.

 

¡Boom!

 

El sonido no proviene de ambos acompañantes si no de lo que Melrose acaba de hacer: abrir un boquete al lado del invernadero. Hay algo en todo eso que le había estado molestando y es cuando la luz entra por el boquete que se da cuenta qué era: la niebla, adentrándose en su mente, de la misma forma que las palabras de sus conocidos, que el fuego crepitando y la forma en que el humo y las llamas que envolvían a sus familiares parecían dirigirse hacia ella. Huele en el aire su propio miedo y cierra los ojos solo unos segundos, iluminados, antes de abrirlos y dirigir su varita hacia el boquete, reparándolo. La voz de la arcana... lo que dice es cierto. Tiene que controlarse. Verse atacada de pronto por tantas cosas no es fácil pero ahí había estado el rastro, para distinguir que provenía todo de la misma magia y eso que se trataba de una arcana tan experimentada. Necesitaba confiar en sus propios instintos de la misma forma que en su magia, ese era uno de sus fuertes, dado que la bestia ocupaba una parte tan importante en sus poderes... y en su mente.

 

La bestia se manifestó a sí misma como una serie de cerrojos. Mel conocía sus propios recuerdos pero las percepciones de la bestia eran distintas. Era como tener dos mentes en una sola cabeza y Mel solo podía pensar en ventajas. La bestia solía negociar con ella pero en esta ocasión no se trataba de negociar con ella precisamente, lo que la bestia mantenía oculto hasta de ella misma, la arcana no podría verlo ¿o sí? Parecía correr en una sintonía distinta...

 

Había recordado su época en los bosques, el cómo había vivido con sus compañeros y cómo habían sobrevivido al fuego una vez. Había recordado esos tres años de reclusión en los bosques pero, en una milésima de segundo, había decidido también probar el método que había oído de los intentos de sus compañeros de boca de la arcana. No quería que eso se descubriera tal cual era así que las puertas, todas las del laberinto, contaban ahora con un cerrojo, gracias a la bestia. Todas excepto una, que no lo tenía y por donde la niebla quizá, solo quizá, podría abrirse paso. Era un recuerdo vívido, de fuego alrededor y pánico y muchas voces. Llevaban a un muchachito con la piel manchada de hollín en una camilla improvisada. Hablaban de la colonia y de cómo podrían movilizarlo; la información respecto al asentamiento y el lugar era enrevesada y, en suma, no podía entreverse de cuanto decían. Las figuras corrían a gran velocidad a través del claro, sin zapatos, con la camilla a cuestas que de otro modo habría sido demasiado pesada para ellos si hubiesen sido simples humanos.

 

Luego, estaba de vuelta una vez más en el lugar. No había fuego, ni boquete, ni Ellie o Richard ni tampoco recuerdos. Solo un laberinto níveo con puertas acerrojadas, de hecho, casi aherrojadas. Después, un parpadeo y la arcana estaba ante ella. Mel todavía aferraba a Meows pero se adelantó apenas unos pasos solo para estar segura de que estaba del todo de vuelta. Había sido un momento, por decirlo menos, intenso y tenía la impresión de que la arcana sin duda le regañaría y contaría su historia. Quedaba todavía mucho por pulir pero ¿habría tenido éxito? ¿Y qué historia sería esa que contaría la arcana?

Editado por Melrose Moody

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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