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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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El anciano miraba el cielo, mientras su fiel compañero Wootang se encontraba a su lado. – ¿Crees que el humano tiene lo necesario? - La sonrisa del Arcano le sirvió de respuesta a la serpiente. – Creo que es un hombre interesante y no dudo que tenga lo necesario, vamos a preparar la cena, estoy seguro que regresaran con hambre. –

 

 

Kidoh el gran pitón de Lawan observaba con determinación y lentitud bajo las hojas, el anciano le había dado una misión, probar que Ishaya podría ganarse el respeto de las serpientes.

 

Para eso había estado siguiendo el rastro del pupilo y las serpientes, mientras la noche se aproximaba paulatinamente sobre ellos, fue el momento que Kidoh buscaba.

 

-El humano es un i******.- Se arrastró hacía ellos para taparles el paso. – Pero más ustedes tres que le siguen el juego.- Kidoh era una serpiente de gran tamaño, las compañeras de Ishaya no podían comparársele. – Nunca aprenderá a entenderlo, puede ser muy poderoso pero es solo un humano iluso. -

 

La serpiente era altiva, una actitud que enfureció rápidamente a Do. El cual dejo a Ishaya detrás para enfrentarse a Kidoh. Las otras dos serpientes observaron con temor, la escena era extraña, acaso Do estaba intentando demostrar que Kidoh estaba equivocado.

 

La luna empezaba a esconderse bajo las nubes, oscureciendo cada vez más. Cuando un comentario final desato la ira de Do, la cual se le lanzó atacar a Kidoh con una mordida veloz.

 

Pero el gran tamaño del pitón fue suficiente para detenerlo en seco y someterlo con el peso.

 

-El humano no me agrada, ni tu tampoco, el Laoshi no te extrañara.- Fueron las palabras de Kidoh el cual abusando de su tamaño empezó a asfixiar a Do, las otras serpientes observaban, sin saber que hacer.- El laoshi me dio oportunidad de hacer con él lo que yo quiera, y un idi*** como tú no me lo impedirá.-

 

-Sepáralos.- Susurró Tuyen. – El laoshi te encomendó protegernos, dile que los separe A’hn.- La serpiente estaba preocupada, mientras ella se arrastraba detrás de Ishaya buscando protección y A’hn estaba muda.

 

Ishaya sería capaz de interceder por Do, tendría el valor de enfrentarse a una serpiente con las manos desnudas, tal como lo dijo el Arcano por defender a una serpiente que ni siquiera le agradaba y solo lo acompañaba por compromiso.

 

Do se levantó mostrando los colmillos, volvería a atacar a Kidoh a muerte si Ishaya no actuaba deprisa.

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  • 3 semanas más tarde...

Era imposible que estuviera ocurriendo esto.

 

No tenía conmigo ningún amuleto mágico ni mi varita, bien podría invocar la daga del sacrificio pero tampoco es que quisiera hacerle daño a esa enorme serpiente; Do estaba en apuros, A'hn parecía hablarme con rapidez, tanta que no entendía bien los susurros y, claro, Tuyen parecía preocupada.

 

¿Qué tanto podía hacer yo en esa situación? Lo único que pude realizar en esos momentos fue el lanzarme en contra de ella para que dejara de asfixiar a Do.

 

- Por favor, - le suplicaba en un hilo de voz - no hagas esto.

 

Sabía a la perfección que la fuerza de dicho reptil podría dejarme con una gran desventaja, igualmente el utilizar algún otro tipo de violencia agravaría la situación y podría lastimarla. Era lo único que podía hacer.

 

- No importa que no te agrade, es más, dentro de poco no tendrás que volver a verme inclusive... solo... deja a Do, nunca vale la pena una muerte innecesaria.

 

Muchas veces mi propia familia me cuestionaba las acciones que tomaba, sobre todo mi esposa Cye, señalando que siempre parecía como si todo lo tuviera fríamente calculado y, siendo honestos, la mayoría de las ocasiones me guiaba más por una corazonada y mi instinto que por saber las consecuencias reales de mis actos, como en aquella ocasión. Las palabras que le brindaba a Kidoh las decía conforme llegaban a mi mente, esperando que pudiera convencerla de algún modo.

 

Pedía en silencio que Lawan saliera de su choza para que detuviera a su compañera porque, humildemente aceptaba que no estaba listo para enfrentarme a Kidoh yo solo, pero tenía que intentar ganar algo de tiempo en lo que do salía de su prisión y se ponía a salvo.

 

Segundos que parecían días.

 

Segundos que se congelaron en el aire.

 

Pero se liberaba de la presión sin saber si porque había logrado mover un poco el cuerpo de la pitón o porque me estaba escuchando y dejaba de luchar.

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- Puedes retirarte Kidoh. – La voz de anciano se hizo presente cuando apareció detrás de la escena entre la maleza, su rostro no mostraba ninguna señal de preocupación, al parecer todo estaba en orden.

 

El viejo hombre se acercó a la serpiente caída y a Ishaya, para sonreírle. – Es muy difícil ganar la confianza de alguien, pero lo has hecho bien.- El arcano ya no hablaba en lengua humana, todas las palabras que salían de su boca eran especialmente para las serpientes y ahora para Ishaya. El cual parecía entender sin ningún problema.

 

-No dudaste en proteger a alguien, eso demuestra tu valor y que eres un ser de confianza. – Lawan se inclinó para revisar a Do. - Las serpientes no muestran su lado débil, y te comportaste como una, estas a la altura de las circunstancias. – Cerrando los ojos para palpar a la serpiente pequeña. – Ahora entiendo como sedujiste a mis compañeros arcanos, eres un ser especial.- Los silbidos y susurros del viejo asiático eran claros y no dudaba que Ishaya los entendiera.

 

-Te pido una disculpa Do, y tu mostraste que tienes talento. – Do empezó a moverse lentamente. – Tengo fe en que eres un ser humano excepcional. – Levantándose del suelo, para darle un pequeño saco de tela sucia. – Tus pertenencias.- Los ojos rasgados del hombre de enfocaron en el pecho del alumno. – Te pido una disculpa nuevamente.- Bajando un poco la cabeza hacía la serpiente.

 

-Dos semanas.- El anciano señalo con sus huesudos dedos de su mano derecha. – Yo no puedo enseñarte ya nada, solo soy un mentor que te ayudo a entender lo que pasaba en tu interior. – El hombre suspiró y sonrió. - Tú eres un digno aprendiz, pero necesitas práctica.-

 

-Considero que estarás listo para entonces y deseo que hagas la prueba de los hablantes. – La oscuridad de la noche cada vez se hacía más fuerte.

 

-Te pido que cuides de ellas. - La mirada del hombre busco a las tres serpientes que parecía que no entendían bien lo que estaba ocurriendo. - ¿Deseas hacer la prueba de los hablantes? – Preguntó y suspiró tranquilo. - Si aceptas cuida de ellas tres, ellas te ayudaran a entender mejor como funciona esta magia que tienes en tu interior. –

 

Lawan dio media vuelta en la oscuridad, la luna no parecía iluminar el lugar, pues la oscuridad era cada vez más fuerte. – Ya conoces la isla, desde hoy en dos semanas, no quiero que traigas nada de joyas, amuletos o varita, nada ostentoso, quiero algo sencillo y humilde. – Dando un par de pasos para sumergirse en la penumbra de la noche. – Cuida a mis serpientes… perdón… a tus serpientes, si aceptas el trato regresa con ellas a la isla. –

 

Fueron las últimas palabras de Lawan cuando desapareció dejando a las serpientes y a Ishaya en la oscuridad, quizá esa confianza de viejo y sabio permitía saber que el joven pupilo aceptaría el reto y cuidaría a las serpientes.

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  • 1 mes más tarde...

~Benjamin Karkarov

Respira apartando los recuerdos amargos de su mente. Tiene ya diecisiete años, se graduó en Ilvermorny con calificaciones aceptables. Lo primero que hace, al llegar a Gran Bretaña, es visitar la Universidad. Hablan tanto de ella, incluso la gente que conoció en Estados Unidos, que le interesa aprender a controlar aquello que sabe forma parte de él. No le molesta que la metamorfomagia no exista en él, eso lo heredó su gemelo, ya que a cambio tiene el don de hablar con las serpientes. Apenas logra entender algunas palabras, la mayoría son sonidos sin sentidos que su cerebro no logra procesar.

 

Tiene mucho calor, ese detalle hace que odie mucho a quien sea que decidiera crear un clima artificial tan molesto. Tira la capa de viaje al suelo, aunque esta no llega a caer pues desaparece a medio camino. Va vestido con un pantalón corto y una camisa sin mangas. Ambos de color blanco. Cuando el cabello rubio, empapado de sudor, se le mete en el ojo lanza varias palabrotas en su lengua materna: el ruso.

 

Camina bastante, quizá un par de horas. Sabe que le sería bastante útil ser animago y convertirse en una ave; pero sigue sin entender del todo la magia inherente a modificar su propio cuerpo. Sabe de transformaciones, es bastante bueno, lo que se le de mal (y lo ha intentando de mil formas diferentes) es convertirse en algún animal. Finalmente llega al bungalow del Arcano, el clima desértico lo abandonó hace ya un tiempo.

 

Invoca la varita por precaución, no sabe que verá ni a que se va a enfrentar. Llama al arcano, intentando sonar respetuoso, por el nombre.

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  • 3 semanas más tarde...

Está sentado sin hacer absolutamente nada, esperando que algo suceda. Le gusta decir que una de sus mejores cualidades es la paciencia. Se pone de pie. A ojos de cualquier observador Lawan se levantó porque se cansó de esperar. Pero no, él sabía lo que estaba por suceder, lo que pronto pasaría. Y lo sabía porque los sonidos provenientes de sus serpientes llegaban a él junto al viento, porque golpeaban en sus oídos anunciando la presencia de alguien que aún se encontraba a unos pocos minutos de distancia.

 

Está esperando de nuevo, pero de pie. Un par de minutos más, minutos en los que simplemente se dedicaba a escuchar. Y entonces sucedió, escuchó que alguien lo llamaba, escuchó la llegada de su nuevo aprendiz, del nuevo mago que tenía que descubrir su vínculo con las serpientes, un nuevo aprendiz cuyo principal objetivo sería entender la magia de las palabras, la magia de una de las lenguas más antiguas y rudimentarias pero al mismo tiempo una de las más complejas.

 

- Ve

 

La serpiente que antes estaba oculta abandonó su escondite. Se trataba de una cobra, bastante venenosa y grande, que se enroscó al rededor del cuerpo de Benjamin, el nuevo alumno.

 

- ¿Qué buscas? ¿Qué es lo que quieres?

 

El vampiro aún estaba de pie, quieto, a la espera de que algo sucediera producto del encuentro del mago y la serpiente.

Editado por Lawan Nguyen Thanh
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~Benjamin Karkarov

Espera ser recibido por Lawan, que es como se llama el Arcano, pero en realidad sucede algo bastante extraño. Mientras está de pie, con varita en mano, siente el apretón al rededor de todo su cuerpo. No ve venir a la serpiente, ni siquiera siente la mas mínima presencia del animal. Se de cuenta cuando la fría piel del animal entra en contacto con la suya. Se estremece sin saber que decir o hacer, escucha palabras que no tienen sentido en su mente. Intenta mover la varita mágica, usar un hechizo útil en contra de las serpientes. No lo logra, el animal es demasiado ágil, es desarmado.

 

—Puedo escucharte, pero no puedo entenderte.

 

Sabe que es inútil, sabe que sus palabras -carentes de magia- no tienen ningún efecto real sobre la serpiente que está a su alrededor. No tiene miedo, hace mucho tiempo que sabe que hay cosas a las que se debe temer y otras cosas a las que no. Teme a las personas que mataron a sus padres, teme a la organización que las apoya y por su puesto, teme al otro grupo que iba detrás de su padre. Pero no le teme a las serpientes. Sabe el daño que pueden hacer, conoce el peligro que una serpiente representa. Aún así no las teme, las respeta, las admira.

 

—¿Qué buscas? ¿Qué es lo que quieres? —escucha nuevamente esos susurros, ese sonido que no logra entender. El animal vuelve a decirlo, lo repite varias veces de forma incansable.

 

Y entonces, luego, lo entiende. No todo, solamente algunas de las palabras. Buscas, quieres. Repasa las palabras que entendió en su mente, repite los sonidos para intentar comprender lo que significa. Se relaja esperando que de esa forma la serpiente decida no atacarlo.

 

—No entiendo todo lo que dices. Pero puedo suponerlo. Busco comprender, busco darle sentido a los susurros que escucho todos los días. No creo que sea algo que merezco o que me pertenece, sino que es algo que quiero ganarme junto a Lawan.

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  • 2 semanas más tarde...

Permaneció aun quieto, observando de la forma en que él sabía observar. Pero aquella posición de aparentemente no hacer nada no duró por mucho tiempo. Comenzó a moverse luego de que soltó la caña de pescar. De la misma forma en que la serpiente envuelta al rededor de Benjamin escuchó la respuesta él lo hizo. No es una respuesta que termine de complacerlo, sin embargo si que sintió fue suficiente para avanzar, para dar el siguiente paso en el camino de aprendizaje de su aprendiz.

 

—Por ahora no te mataré

 

La serpiente esperaba asustar un poco a quien pensó sería su víctima. Ella entendió las palabras de Benjamin, porque aunque él no lo sabía, la gran mayoría de las palabras que dijo salieron de su boca en una lenguaje bastante complejo y primitivo: el pársel. Aflojó el agarre que tenía al rededor del pecho del joven mago pero no se apartó. Aún Lawan estaba indeciso, aún estaba considerando teniendo en cuenta variables que solo él conocía.

 

—Conozco venenos capaces de aflojar la lengua, venenos que son mucho más poderosos que el veritaserum. Tengo venenos que te harán suplicar la muerte, venenos que causar más dolor que la maldición cruciatus. Son estos venenos los que correrán por tus venas si me mientes, son esos venenos los que te matarán si tus palabras tiene un solo ápice de falsedad ¿Estás dispuesto a tomar el riesgo?

 

No esperó una respuesta, él conocía la respuesta por el brillo en los ojos de Benjamin. Conocía la repuesta por como respiraba el mago, por como pasaba la saliva en incluso por como olía su sudor.

 

Déjalo ir

 

Mientras esperaba que la serpiente cumpliera con su orden, que lo iba a hacer pero le gustaba hacerlo esperar, volvió a sentarse pero ahora sobre una roca musgosa. Dejó caer una pequeña funda de tela en el suelo y observó como varias bayas se extendían por el suelo y algunas se llenaban de tierra y suciedad.

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~Benjamin Karkarov

Entiende lo justo para sentirse aliviado. Entiende que no va a morir, al menos aún no lo hará, y que puede continuar con sus pretensiones acerca de la lengua de las serpientes. Esa es su primer misión de vuelta en Gran Bretaña, la segunda por su puesto es encontrar al mago que usa el patronus de su padre. Cuando en Ilvermorny vieron su patronus, idéntico al de Bastian, un profesor le dijo un nombre: un tal Hobbamock Graves. Por otra parte, tiene que buscar a Harimau pues no puede permitir que este se vuelva completamente salvaje. Espera poder tener la misma relación que su padre tenía con ese tigre, ser su amigo, poder entenderlo totalmente.

 

—No tengo miedo a los venenos que dice usará pues no le estoy mintiendo. Mi padre murió sabiendo que en nuestra familia, por parte de mi abuela, existía el pársel. Él lograba comprender, como yo, unas cuentas palabras. Fue él quien me enseñó a temer, quien me indicó que una lengua tan antigua y poderosa no es propiedad únicamente de magos oscuros. Aún tengo un poco de miedo, no lo negaré. Pero quiero comprender todo respecto al pársel, quiero poder entenderlo y hablarlo de manera fluida

 

Deja de hablar, un tanto confuso, pues se da cuenta solo al final que las últimas dos frases las dijo apenas abriendo la boca, solamente silbando algunos sonidos incompresibles para quienes no saben el lenguaje. Palabras que no parecen palabras, palabras que cuando las dice hacen que sienta muy ligado a lo natural, a lo antiguo y a lo que jamás termina.

 

—Aveces sucede eso... no se como controlarlo.

 

Se acerca más a Lawan, con mucha precaución. Toma una de las bayas del suelo pero tiene la prudencia no tragarla, no sabe que es lo que puede suceder si lo hace. Prefiere esperar a que el arcano le indique como continuar, como comprender. La serpiente, que claramente es mágica, no los suelta en el término más estricto de la palabra. Sino que cambia de envolver todo su cuerpo a enrollarse en su brazo luego de reducir su tamaño en un segundo. Algo le dice que, aunque sea pequeña, su veneno sigue siendo igual de potente. Le toca, con la mano del otro brazo, la cabeza y sonríe al notar que el animal no ataca.

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Lejanos quedaban los recuerdos en los que se veía a sí misma siendo capaz de controlarlo todo. Años antes podría haberse aprendido de memoria cada uno de los rincones que componían los terrenos de la universidad mágica y sin embargo, en aquel momento, no era capaz ni de encontrar el sitio al que debía dirigirse. El árido territorio la rodeaba peligrosamente, enorme y desconocido, amenazando en silencio con la posibilidad de hacer que se perdiera en su interior sin que llegara a darse cuenta a tiempo.

Hacía calor, mucho más del que cualquier persona que no hubiera salido de Londres podría imaginar posible y la brisa que corría no ayudaba mucho. Llevaba el cabello totalmente trenzado y un vestido verde claro que a pesar de ser liviano le daba calor. No llevaba mucho tiempo allí y ya se preguntaba si había hecho bien en acudir allí en busca de respuestas, como si no la hubieran engañado suficientes veces. Como si estuviera dispuesta a dejarse engañar de nuevo sin matar a quien lo intentara.

Suspiró. Se había detenido al llegar al lugar que creía su destino. Estaba sudando y tenía la boca seca. No sabía el motivo por el cual lo había hecho, pero había sacado su varita instintivamente y la sostenía entre los dedos de la mano diestra. Había algo en el ambiente que la intranquilizaba, como si el aire se acercara a sus oídos y le susurrara demasiado cerca. Pero no escuchaba nada o, mejor dicho, en ese momento no era consciente de estarlo escuchando.

Aquello era justamente lo que le había llevado a aquel rincón de la universidad; lo que sus oídos captaban y su mente no siempre era capaz de descifrar. Cerró los ojos un instante pero no encontró nada que le sirviera para nada. Allí parada se sentía ridícula, incluso cuando sabía que un pequeño oasis esperaba a poca distancia, había algo que no permitía que se moviera ¿Nervios, quizás? De pronto un sonido detrás de ella la hizo volverse rápidamente, con la varita en alto.

- ¿Quién anda ahí?

¿Estaba paranoica? Pocos lo sabían pero si había estado tanto tiempo desaparecida no había sido por nada. Durante mucho tiempo durante las noches en vez de dormir su mente la atormentaba con sueños en los que alguien le hablaba, mientras que de día se sentía perseguida. Observada quizás. Le habían pasado cosas que no hubiera sido capaz de explicar si no conociera el poder de la magia. Por ello se había retirado en busca de respuestas, pero cada vez que creía encontrar alguna se encontraba con un estafador mayor al anterior ¿Sería verdad que le hablaban las serpientes como a magos pasados, o se estaría volviendo loca?

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  • 2 semanas más tarde...

Intenta comprender no lo que Benjamin dice, puesto que eso lo hace ya a la perfección, sino lo que siente. Odia a todos aquellos que pretenden obligar a las serpientes a hacer cosas que ellas jamás harían por voluntad propia. Entender el significado de una palabra en cualquier idioma es sencillo; lo complicado es entender todo lo que conlleva decir una palabra. El pársel es, según lo ha estudiado, una lengua bastante antigua. Una lengua que no necesita del lenguaje corporal para expresarse; es o no es, significa o no. Pero aún así, los años que lleva enseñando le han dejado también enseñanzas: es capaz de encontrar diferencias en como distintas personas dicen una misma palabra.

 

Y por eso sabe que puede confiar en Benjamin, sabe de alguna forma que el mago no está mintiendo.

 

—Aunque no los use en tu contra deberías temer al veneno. Respeta siempre a una serpiente, más siente pavor por su veneno. He decidido que te enseñaré, y probablemente use métodos que no te gustarán. Lo primero que debes hacer es comer la baya que tienes en tu mano. Si la comes bien lograremos abrir tu mente, en caso contrario su veneno te matará. Debes convencer a la serpiente que rodea tu brazo que te enseñe, depende totalmente de ti.

 

Cierra los ojos y deja de escuchar. Ya no depende de él, depende del joven ruso. Es él quien debe encontrar el camino hacia el saber, es él quien debe convencer a la serpiente (que probablemente será su eterna compañera) que le indique como consumir el fruto sin peligro. No recuerda un número exacto, pero sabe que muchos han muerto en esa prueba, ya sea porque no han sacado palabra a sus compañeras o porque ellas mintieron. Espera que Ben avance, no le gusta dar explicaciones, le parece que es bastante aburrido.

 

Con la mirada perdida detrás de los párpados, envía palabras inteligibles a las serpientes que vigilan a la bruja. Aún está un poco alejada, pero la distancia es suficiente como para que él pueda intervenir. Varias serpientes aparecen aparentemente de la nada. Algunas logran envolverse al rededor de las piernas Mónica; amenazantes.

 

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

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