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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Sus manos se hacen puños, pero se esfuerza en mantener el rostro inexpresivo. No es propio de ella esconder el enojo, especialmente con un desconocido. «Supongo que hoy no soy precisamente yo», piensa, irritada. No es propio de ella aceptar la ayuda de los demás, especialmente cuando se le ofrece de forma tan explícita. Para ella, necesitar ayuda es un signo de debilidad y odia con toda su alma sentirse así. Aún así, de alguna forma logra convencerse de que es una táctica de supervivencia: está débil, en un entorno hostil, sin muchas pistas acerca del arcano... Detesta admitirlo, incluso en su fuero interno, pero no puede darse el lujo de estar sola y quizás hacer que otra persona se vuelva hostil hacia ella. Supervivencia, simplemente. Cierra los ojos y, lentamente, deja salir el aire de sus pulmones, relajándose sólo un poco al hacerlo.

 

—Está bien, como quieras —replica Madeleine. Todavía sostiene con fuerza su varita de ébano, quizás con más de la necesaria.

 

Los leves siseos consiguen de alguna forma resonar con fuerza en su cabeza, taladran sus oídos como en el sueño de la noche pasada. No puede evitar pensar en Aaliyah Sauda y en los duros ejercicios para dominar la oclumancia. Se siente tentada a poner en práctica lo aprendido con ella, pero sospecha que si quiere encontrar al arcano que busca no debe renegar del pársel. Tiene que hacer un gran esfuerzo para concentrarse en los siseos que, poco a poco, comienzan a tener sentido. Las voces les dicen que los sigan, así, sin más. Aquel no puede tratarse de un buen augurio. Piensa en aquella fábula, en la que por el engaño de una serpiente, el género de las mujeres termina maldecido hasta la actualidad. No le gusta la idea de seguir a animales de fama malvada y traicionera, pero ¿qué otra opción tiene para llegar a Lawan? Buscarlo por sí misma no dio buenos resultados, así como tampoco espantar a las serpientes.

 

También ayuda a su decisión, que el mago todavía desconocido comience a caminar tras ellas. Madeleine maldice por lo bajo y se apresura a seguirle el paso. Todavía no se siente muy bien físicamente; de hecho, en poco tiempo su corazón late con fuerza y se le dificulta la respiración por la fatiga. Está en muy mala condición física. ¿En qué momento pasó eso? Antes solía pasar horas entrenando junto a Jank, con la espada, el arco y la flecha y la mano desnuda. Solía trotar en las noches, solía llevar cargas pesadas para alguien de su tamaño y contextura. Ahora, ni siquiera se siente capaz de mantener un trote suave. Si no se detiene, es porque no quiere quedarse atrás y demostrar debilidad.

 

Algunos charcos de lodo son fáciles de atravesar, no le preocupa ensuciar sus botas. Sin embargo, al conseguir uno más difícil de sortear, el mago se adelanta a crear un camino. Hace que unas rocas leviten, creando una suerte de puente.

 

—Ajam...

 

En verdad tenía la intención de seguirlo, pero con cada paso del mago, las rocas caían a sus espaldas, desarmándose así el puente. Madeleine pone los ojos en blanco, pero no dice nada. Es justo que le toque hacer algo a ella. Rápidamente idea varios planes. Piensa en congelar la superficie para poder caminar sobre ella, cual mesías; también se le ocurre invocar a alguna criatura mágica, incluso usar su amuleto volador. Pero, al final, resuelve crear un portal usando el haz de la noche, con la intención de llegar al lugar a donde el mago se dirige, pues éste parece saber dónde debe ir. De un paso atraviesa el portal; cuando su pie vuelve a tocar el suelo, está al otro lado de la ciénaga. Tras ella, el portal se cierra.

 

Ya el mago está también en aquel lado, aunque luce un poco desarreglado. De hecho, está lleno de lodo. Supuso que fue algo que pasó cuando lo perdió de vista... De cualquier forma, él no parece prestarle atención. Madeleine, extrañada, sigue la dirección de su mirada y entonces entiende a qué le está prestando atención. Es otro mago, un hombre algo, de cabello negro y corto, ojos rasgados y nariz fina. Por su apariencia asiática supone que es el arcano Lawan Nguyen, aunque recuerda que están en Mahoutokoro, la escuela mágica de Japón, donde obviamente hay muchos magos asiáticos. A simple vista no percibe nada que le hable más acerca de su identidad. Sin embargo, le llaman la atención las piedras que brillan a sus pies, cambiando de color. Hay algo sobre ellas, una escritura que no puede visualizar con claridad desde allí.

 

Se acerca con cautela. Las serpientes que guiaban su camino, y otras más que no había visto, se adelantan hacia el mago asiático, como si repentinamente se hubiesen olvidado de los magos a los que habían estado molestando.

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No tienen talento” Dijo la Mamba Negra reuniéndose con el Arcano, en compañía de sus iguales.

 

El chico lo hizo bien, Lawan” Avisó una de las cobras escupidoras.

 

La chica demostró más inteligencia, se quedó atrás y solo tuvo que pasar cuando estaba todo hecho” Razonó la boomslang mientras llegaba a los pies de su líder.

 

-Espero que no hayan tenido muchas dificultades para llegar hasta aquí -Dijo el Arcano con ironía a sus alumnos, antes de cambiar el lenguaje para hablar en Pársel para agregar- Tomen la piedra y díganme en voz alta qué es lo que pueden ver.

 

La misión era muy simple. Tan sencilla que a cualquiera le daría que pensar. Pero ¿Cómo saber cuál era la mejor forma de aprender una habilidad? Para Lawan enseñar era un desafío que constantemente le presentaba extraños retos, con su variación de alumnos, que gustoso se disponía a desentrañar. Estaba convencido que las mejores lecciones terminaban aprendiéndose con un poco de dolor en el medio.

 

Espero a que los alumnos le dijeran que reptil podían ver al sostener la piedra. Sería solo una pequeña visión que se formaría en el cerebro, limitada, pero crearía lo que tanto temían o tenían más respeto. Las serpientes a su alrededor llenaban el pantano con sus opiniones sobre los pupilos, mientras el tiempo se extendía. Ninguna de las palabras siseadas, coincidían por completo con otra, todas eran diferentes tanto como las razas de cada uno de los ofidios.

 

El Arcano miro atento como los alumnos empezaban la dolorosa transformación al reptil que habían visualizado en sus mentes. La ropa de ambos chicos, pronto quedo echa un bulto en el suelo. Ya no la necesitarían. Estaban por entender de primera mano que era ser una serpiente. Entenderlas era algo que llegaría con el correr de los minutos.

 

"¿Duele?" Les pregunto en Pársel.

 

 

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La Triviani se adentró a aquel portal que llevaría a donde sería aprendiz de su primera habilidad, parcel. Se sentía nerviosa, a pesar de que siempre había sentido cierta fascinación por las serpientes, tenía en consideración los peligros que aquello conllevaba. Escuchó el siseo en cuanto pisó la arena de la isla, visualizando a las serpientes arrastrarse por los alrededores del lugar.

 

Ese día había optado por no llevar peluca, guardar su varita en el bolsillo trasero de su jeans de mezclilla y usar una camisa de tirantes. Había escuchado hablar de cómo las clases eran dadas en una isla y prefirió irse ligera de ropas, facilitando su movimientos y que la humedad no limitara cualquier acción.

 

Comenzó a dar pasos lentos mientras analizaba cada especie de reptil que pasaba frente a sus ojos. Mamba negra, cobras, cascabel y vipera, eran algunas de las especies que la bruja logró identificar antes de llegar al oasis donde estaba el arcano, acompañado de dos grandes serpientes frente a su cuerpo. El bungaló donde vivía Lawan estaba más atrás y la mujer sólo esperó en silencio mientras observaba al antiguo mago hablar con aquellos hermosos reptiles.

 

En silencio, caminó hasta quedar un par de metros de donde Nguyen y sólo alzó su mano en forma de saludo.

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El tiempo pasaba lento.

Los siseos no tardaron en aparecer, los reptiles que Lawan había cuidado y criado, pasaban por su alrededor y le daba la leve sensación de que lo miraban, para luego expresar algún tipo de opinión sobre él, al Vietnamita. Las piedras de colores parecían brillar cada vez más, como súbitos palpitos mientras más cerca estaba de ellas, observo a Lawan mientras con un tono paulatino les hablaba. ¿Dificultades? él era consciente de que podrían haber muerto en los obstáculos que les coloco, pero Matthew estaba seguro de que eso también era parte del aprendizaje... Convivir con ellas.

Creo que pude haber muerto de no actuar con rapidez, ante lo acontecido, Lawan... respondió, acatando la misiva del anciano.

Poco había comprendido de sus palabras, pero era claro lo que deseaba.

Matthew se inclino y tomo la pequeña roca de color con su diestra y cerro la palma de su mano, apretándola, cerró los ojos para concentrarse en escuchar los sonidos de su alrededor mientras visualizaba en su mente aquella serpiente a la que siempre le tuvo algo de respeto, no lograba convertirse en un temor, porque estaba lejos de ella y sabia que rara vez podría encontrarla en su camino.

Daboia Russelii


Su cuerpo comenzó una extraña transformación, rápida y dolorosa.

Su piel se torno de un color árido, escamosa, con múltiples manchas de color pardo. Su columna vertebral se redujo y a la vez se estiro, generando pequeños pares de costillas sin conectar una con la otra, hasta por su abdomen humano, la terminación de su cola, era más que musculo, su cráneo se había convertido en triangular.

Logró entender a la perfección las palabras de Lawan, mientras terminaba su extraña transformación, en aquel ejemplar de áspid que visualizo en su mente.

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El bungaló donde vivía el Arcano tenía poderosos hechizos en caso de que intrusos o pupilos descarriados quisieran hacer algún mal. Aunque el vietnamita no poseía cosas de valor, lo que allí había contaba sus pasiones de vida, el esfuerzo durante años buscando redimirse de un pasado oscuro. Cuando Zoella llegó hasta donde estaba la vivienda, lo que vio fue una estatua del Arcano que dimensiones idénticas al real. Aquel objeto era usado como centinela y comunicador mental.

 

-En los pantanos encontrarás lo que buscas, cuida tus pasos. Nada es seguro en estas tierras -Escuchó en su propia mente la bruja.

 

Una serpiente Pitón se materializo saliendo por entre los matorrales para acompañar a la pupila. Lo que no sabía es que apenas pisara en falso, sería sometida a la presión constrictora de ella a la espera que pudiera decir algo en pársel o escuchar los siseos en forma de palabras. El miedo hacía que las personas empezaran a entender lo que ya sabían en algún rincón de su mente.

 

-La rapidez te benefició tanto como la lucidez a la hora de tomar decisiones, Matthew -Comentó Lawan.

 

Minutos más tarde, el pupilo más valiente que había llegado hasta ese lugar, se convertía ante los ojos de todos los presentes, en una serpiente parda de la especie Áspid del continente europeo. Era el momento que el chico se desenvolviera como un habitante más del oasis.

 

Ven conmigo” Se adelantó la Mamba Negra que tan poca fe le había demostrado anteriormente “Iremos de caza

 

Tráeme la gema perdida” Pidió el Arcano.

 

El objeto era una sencilla roca preciosa tallada en forma de lágrima. La última vez que le había encontrado el rastro era en el estómago de un conejo negro. De eso habían pasado varias semanas. Esperaba que Matthew desarrolle sus sentidos amplificados por la conversión, para dar con la gema azul. Luchar por ella solo sería uno de los pasos, debería interactuar con sus compañeras para idear una emboscada. Él sería el mandamás del grupo.

 

Dicho el pedido, el Arcano se quedó esperando que Eileen pudiera atreverse a tomar la piedra. Luego de ver lo que ocurría cuando la tocabas, podría cambiar de opinión.

 

 

 

@ @@Zoella Triviani @

Editado por Lawan Nguyen Thanh
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No puede evitar poner los ojos en blanco. Nunca ha sido una fanática del humor de los profesores e instructores en general, pero que los arcanos intenten ser graciosos es le parece muy desagradable como para poder ignorarlo. Si no realiza ningún comentario es porque sospecha que ella lo tuvo más fácil que el otro mago. Y en verdad sé siente muy cansada como para decir algo desagradable... ¿Es eso madurar, acaso?


Madeleine despeja la cabeza de aquellos pensamientos para prestar atención a lo que Lawan Nguyen dice en pársel. Sin embargo, tiene la sensación de que no ha entendido correctamente. Abre la boca para realizar una pregunta, pero está se queda en au garganta cuando observa al otro mago inclinarse y tomar una de las piedras. Una sonrisa socarrona se dibuja en su rostro. ¿Cuál será la trampa tras aquella "sencilla misión"? Le gustaría verlo por sí misma, pero ya ha permitido demasiado que aquel mago camine adelante y le ahorre algunas dificultades. Hay que equilibrar las cosas... Aunque sólo sea de forma simbólica. De modo que aparta la mirada de él y se acerca a tomar una de las piedras. Sin pensarlo dos veces opta por una completamente negra, sin brillo.


Madeleine la observa, decidida a examinarla. Después de todo, debe describir lo que ve y lo que ve es la piedra ¿no es cierto?


—Es...


Pero su visión se nubla. Por un momento, sólo hay oscuridad y se siente desorientada. No escucha los sonidos del oasis ni percibe la presencia de otros magos. Luego de unos momentos, una luz aparece e ilumina una escena. Lo primero que observa es a la serpiente. No le parece tan grande en comparación con la que estuvo a punto de estrangularla. Mide unos dos metros y medio y sus escamas son negras, con apenas una raya de color cobrizo en su parte posterior. Ella no sabe de animales, así que para ella sólo es una serpiente.


«No. Es un...».


—Taipán papuano.


Se está enroscando en el cuello de una mujer de corta estatura, de cabello castaño rebelde y cubierta de cicatrices... Y ahora tendrás una más, porque el taipán clava sus colmillos en au cuello desnudo.


Madeleine, sintiendo el dolor, se lleva una mano al cuello.


Al comenzar la metamorfosis, éste incrementa. Puede soportado. Lo ha hecho, durante muchos años y todo aquel dolor ha quedado grabado en su piel. Lo que la agobia es no entender qué sucede, no ser capaz de ver lo que sucede a su alrededor. Siente que una fuerza superior amasa su cuerpo, rompe sus huesos, deforma sus músculos. La deja sin menos, sin pies, sin extremidades. Sin humanidad visible.


Escucha la voz de Lawan, apenas consciente de que le habla en pársel, debido a lo natural que le parece.


—Creo que el dolor es lo de menos —alcanza a responder.


Al abrir los ojos, se da cuenta de que está al nivel del suelo. Quiere levantarse pero no siente su cuerpo. Sospecha qué ha ocurrido, pero no quiere verbalizarlo. Es una locura.

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El momento de la tranquilidad había terminado. Inmediatamente una figura que pocas muchas veces había cruzado, saludo. Intentando saber si allí era el sitio de encuentro para la clase de Parsel. Asintió con una sonrisa, claramente no lograria descifrar que ahora el gitano se encontraba convertido en una serpiente parda. Y asi fue, como Matthew comenzó a sentir en su propia piel cómo era ser una de ellas.

 

Se sentía totalmente extraño, su cuerpo lograba articularse con una flexibilidad y destreza que el humano no era capaz de lograr, sus ojos eran totalmente diferentes y percibe a las personas con su ahora bífida lengua. Lograba comprender perfectamente las palabras de Lawan, su capacidad de comprensión en aquella lengua se había vuelto casi perfecta, por la forma que había optado en su mente, logrando transferirla a su propio cuerpo, con ayuda de aquella roca mágica... ¿Esto es lo que se siente ser una serpiente? pensó mientras avanzaba.

 

Aún seguia dandole vueltas al asunto, cuando se percató de lo que Lawan le había pedido, dio un respingo y siseo, con forma de agradecimiento y comprendiendo aquella misiva.

 

Busco a sus ahora compañeras serpientes, se adentro en aquel nido de víboras sin miedo ni pudor, como si fuera que lo había hecho con antaño, levantó su parte frontal, como si se estuviera colocando sobre algo, utilizando su lengua bífida para detectarlas, haciendo llegar todo lo que percibe a su órgano vomeronasal las encontró. La mamba negra le había ordenado que la siguiera, para ir de caza, el gitano jamás había acatado órdenes de nadie, y ahora que sentía su cuerpo de aquella manera, tan libre y eficaz, no veía forma de seguir el ritmo de una inferior. Pero de primera instancia, prefirió seguir su ritmo, para luego cobrar aquella desconfianza que le había generado y por su poca empatía hacia él, cuando aún se encontraba en su forma natural.

 

Esta bien, te seguiré de momento. siseo.

 

 

 

PD: en otro post completo la tarea n.n

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Tras varios parpadeos, la Triviani se percató de que aquello no era más que una estatua esculpida de forma idéntica a Lawan, o al menos eso pensó la mujer. Las palabras fueron soltadas en un suave susurro en su mente y sólo asintió, esperaba que las serpientes pensaran que ella era el Señor Tenebroso con nariz, y no le hicieran mayor cosa durante su trayecto a donde sea que Lawan la había mandado. La ojigris escuchó un sonido entre los matorrales, una pitón se materializó y se arrastró hasta quedar a su lado, le dió una pequeña mirada y siguió un par de metros, dándole la señal a la bruja de que debía ir por ahí.

 

La Triviani observó a la serpiente, pensó en su larga longitud y calculó aproximadamente seis metros. Escuchó siseos a sus costados y una breve contestación por parte de su repti,acompañante, e intentó descifrar el mensaje, no teniendo éxito en aquello. Se relajó, olfateó un aroma diferente y sintió la humedad en sus piés, la tierra estaba comenzando a ser hidratada, producto del pantano que estaba cerca.

 

La Triviani giró la vista a su costado y no observó a la pitón, se alarmó por aquello y solo pudo hacer una cosa - SszzSZZzz - siseó sin saber, al azar, queriendo llamar la atención de quien la acompañaba. Por su parte, la pitón la observaba de entre los matorrales, en silencio e internamente reía por las cosas sin sentido que la calva soltaba. "si tan sólo supiera" soltó el reptil, acercándose en silencio por debajo de las hojas.

 

- ¿Que carajos busco? - se interrogó, recordando lo que el arcano le había dicho y sintió algo pasar por entre sus piernas. Saltó a un lado y gritó, el miedo por primera vez se hacía presente en sus sistema. Un peso cayó en su cuerpo, la pitón estaba comenzando a enrollarse en torno al cuerpo de Zoella. Intentó gritar pero le daba mayor facilidad a la pitón para cerrarse en torno al cuerpo de la mujer. Comenzó a sisear, hablándole a la bruja y ella presa del pánico pero sintiendo placer por ser ahorcada, intentó buscar concentración más allá de los efectos de excitación que comenzaban a aparecer en su cuerpo.

 

"bruja" logró descifrar, en medio de siseos, sintiéndose a cada segundo más apretada por la constrictora que estaba enrollada en su cuerpo - Bájale dos, me estoy mojando - susurró como pudo a la serpiente, intentando mover sus manos a la cabeza o cola del reptil. La Triviani cayó sobre el agua, siendo movida por la serpiente hacía el pantano a pocos metros, cayendo dentro del agua repleta de algas y demás plantas marinas.

 

La cabeza de la bruja comenzó a mojarse, y la Triviani siseó un poco, sin éxito. Siguió escuchando siseos sin sentido en su mente, a cada segundo su cuerpo era comprimido brutalmente por la pitón que paciente esperaba respuestas. "Soltare" escuchó nuevamente la bruja, en medio de los siseos que llegaban a sus tímpanos. Lagrimas salieron de sus ojos ¿Sería su muerte de aquella forma?, sintió un hueso sonar, pensó en una fractura y sólo gruño adolorida mientras nuevamente siseaba "Suéltame" logró medio articular sin ella saberlo, entre siseos.

 

La Libertad llegó a su cuerpo, tan pronto la pitón soltó la delgada figura y se alejó, escondiéndose entre los matorrales para esperar. La Triviani se quedó ahí, recuperando la compostura y pensó en el hechizo curación, que repararía cualquier porción lastimada de su anatomía. Golpeó el suelo, ocasionando que algo de agua salpicaba ante aquello, no creyó que la clase comenzaría de tal forma y la se sentía enojada, pensó en irse pero recordó el dinero que había sido retirado de su bóveda y se quedó ahí, tirada en el suelo recobrando la compostura antes de caminar para salir del pantano.

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Se habían detenido al llegar al lugar que creían su destino. Estaba algo nervioso y tenia la boca seca, no sabia el motivo por el cual lo había hecho, pero levanto su cabeza y saco su lengua un par de veces instintivamente, buscando con sus receptores infrarrojos en lo profundo lo sus surcos nasales y ojos, los cuales le permitían ver el calor irradiado por otros animales, y así detectar en donde se encontraba aquella criatura que estaban buscando.

La mamba negra seguía rodeando una pequeña fosa que estaba en el suelo, parecía ser el nido de alguna especie de animal, Matthew decidió seguir buscando por el lugar mientras sus iguales se dispersaban alrededor. Podía sentir varios animales a su alrededor, algunos quizás depredadores que estaban a su asecho, pero eso no lo intimido a detenerse, se arrastro hacia uno de los arboles cercanos y subió en el, para ver desde las delgadas ramas y encontrar con mayor rapidez a aquel roedor.

Lo que sus sentidos captaban y su mente no siempre era capaz de descifrar. Se detuvo un instante pero no encontró nada que le sirviera para nada. Allí posado en una de las ramas del árbol, se sentía incapaz de lograr aquella misión, mientras la mamba seguía convencida de que el nido era donde se escondía, pero tampoco se atrevía a ingresar.

¿Por qué no entras y lo buscas? si tan convencida estas de que allí es donde vive. le preguntó.

Recordó que él tenia una de mascota, y siempre lo ayudaba con cometidos dentro del castillo y siempre aparecía desde sus sombras, no sabia si lograría encontrarla en este momento, o

Recordó que su serpiente llamada Lucifer siempre lo seguía a donde él fuera, por lo que llamo a su nombre, para que se hiciera presente y ahora logrando comprenderle, pudiera ayudarlo a terminar lo empezado. Sintió como algo salto de entre las bayas y decidió bajar del árbol para adentrarse en ellas y ver por si mismo que es lo que se escondía ahí.

 

Síganme. les ordenó a los demás ofidios.

 

Se arrastro por el lodoso camino hacia ellas, y giro por su lomo. Las demás rápidamente acudieron a su llamado dejando a la Mamba en el nido, aún indecisa y sin respuesta de lo que anteriormente le había cuestionado. Ahí estaba el pequeño conejo, su pelaje resaltaba un majestuoso ejemplar de animal melanístico, sus ojos se teñían en lo oscuro de su pelaje, una lastima que tan precioso roedor se perdiera en la masacre que estaba por cometer junto con sus compañeras.

 

¡Qué no escape! se levanto en su lugar indicándoles que lo rodeen.

 

Con suma rapidez acataron su orden y estas lo cercaron para que no escapara y él se dirigió al asecho para morderlo dos veces y sujetarlo con su flexible cuerpo evitando que éste se moviera. Generando una asfixia y una muerte súbita por su veneno. Con cada giro que daba empezando desde sus patas traseras, hasta su estomago para así hacer que expulsara la Lagrima oculta en su interior... Una vez que logro hacer que expulsara la gema, lo dejo libre para que degustaran un exquisito platillo las demás.

 

Dio unos cuantos giros a su alrededor, mirándolas Hagan con él lo que les plazca. tomo la gema con la punta de su boca y se dirigió camino nuevamente hacia donde Lawan se ubicaba, pasando por un lado de la mamba con desdén.

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El dolor solo te enseña a tenerle respeto a las cosas que te la producen” Respondió Lawan en Pársel a Madeleine antes de mirarla con fijeza “Tranquila, tu transformación fue completa, a veces cuando no hay una imagen mental muy nítida suelen quedar convertidos a la mitad. Posees una mente muy sana, no hubo mayores problemas


La Taipan era majestuosa. Ahora debería pasar por el acostumbramiento a utilizar ese cuerpo reptiliano tan perfecto, con los sentidos desarrollados para la caza. Lawan estaba disfrutando el empeño que ponían sus aprendices. No podía quejarse. Aquella vez, estaban superando sus altas expectativas, cosa muy difícil de lograr.


Busca la gema en forma de lágrima dentro del conejo. Es una misión grupal. Las serpientes serán tus comandadas. Busca la forma de que convencerlas” Le pidió a la serpiente, antes de agregar “Tienes menos de tres horas”.


Lo que Madeleine no podía saber, era que el conejo negro que buscaba, no estaba paseando por los terrenos fértiles del oasis, sino que se encontraba recorriendo las profundidades de una red de túneles subterráneos que llevaban conexión a varios puntos donde estaban las entradas a las madrigueras. Para hacerlo mucho más difícil, habría cinco conejos negros dando vueltas. Solo uno de ellos tenía la gema verdadera en su interior. Las otras cuatro eran falsas que al tocarlas se desvanecerían frente a sus ojos.


Por otro lado Lawan estaba visionando en su mente la forma en que Matthew se estaba desempeñando. Podía ver su excelente labor en el trato con sus compañeras de grupo, hasta la determinación frente a la Mamba que se resistía a seguir sus órdenes, y luego, quedaba como una cobarde frente al resto de sus iguales. Una curiosa cualidad que debía rever en otro momento cuando el oasis estuviera vacío de aprendices.


-Lo has hecho bien -Rompió el silencio, cuando vio la cilíndrica forma de la Daboia Russelii acercarse. Invoco su vara de cristal que se enredó en su brazo en forma como las propias constrictoras y tocó con su punta a la serpiente para que volvería a tomar su forma original - ¿Estás preparado para la prueba? ¿Quieres ganarte la habilidad de ser un hablante de pársel?


Mientras esperaba la respuesta del Triviani, enfoco la atención en la aprendiz que había ingresado hacía tan poco al oasis. Podía ver que la habían hecho caer al pantano y que había disfrutado el sufrimiento de la axfisia. Por lo menos, al principio. La bruja en esos momentos se encontraban boqueando como un pescado fuera del agua, intentando recuperar la compostura. El vietnamita dejo que ella se acercara para poder hablar.


-¿Disfrutas el dolor? -Le preguntó con mirada reprobatoria - ¿Crees que conoces el verdadero sentido de ello? ¿Porque quieres aprender esta habilidad?




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