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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Después de haber hablado con Wootang, todo parecía durar mucho tiempo aun cuando solo habían pasado dos minutos desde que había dejado de hablar hasta que el discurso de Juve había terminado. Estaba un tanto ansiosa por saber si Wootang les iba permitir seguir con la prueba, pero más que nada esperaba que la boa soltará el cuerpo de la Mafoy. Las palabras de su compañera reptil en el bungalow se hicieron resonar en todo el lugar, era una especie de recapitulación de lo que cada una había dicho. Nymeria estaba tan concentrada en su sentir que había olvidado poner atención a las palabras de Juve. Así que el saber que su tía a la que más temía también trataba de crear una conexión con su serpiente la hacía sentir que al final compartían algo en común.

 

Las últimas palabras de Wootang le crearon cierto conflicto, ya que meter a todos los humanos en un mismo saco era hacer lo mismo que los humanos habían hecho con ellas. Ella no era como otro humano, tampoco se consideraba especial. Simplemente trataba siempre de que tanto humanos como animales convivieran unos con otros, pero no dijo nada. No estaba ahí para crear controversia, estaba para desarrollar una habilidad dormida en un 50%, así que mantuvo el contacto visual con Wootang hasta que Lawan entraba por aquella puerta y se sentaba en una de las sillas que ahí había.

 

Nymeria lo siguió con la mirada esperando que por fin tuvieran la oportunidad de aprender algo de él. Pero no se había dado cuenta de lo que había logrado hasta que el mismo arcano se los había dicho, pero al mismo tiempo aquellas palabras crearon una confusión en la mente de la banshee. ¿Era que ella había llegado exigiendo algo solo por existir? No, ella se había mantenido humilde, pero ¿y si esa humildad, Lawan lo había tomado como soberbia y por eso le había hecho pasar por aquella prueba?

 

Su mente iba de una pregunta a otra, hasta que sintió una de las serpientes que se dirigían hasta donde se encontraba el vietnamita a un lado de donde ella se encontraba. Fue entonces que volvió al presente, escuchó las nuevas indicaciones del hombre que al parecer le gustaba complicarles la vida a las personas que llegaban hasta él. Pero si era necesario todo aquello para ganarse el derecho de aprender a desarrollar esa habilidad de manos de alguien como él, la metamorfomaga estaba dispuesta a llegar hasta el último peldaño.

 

Comenzó a caminar a las afueras del Bungalow, cuando escucho que el arcano les decía que debían pensar si estaban preparadas para tomar la prueba y una serie de especificaciones más. Al principio le angustió aquello, ahora no solo tenía que pensar donde iba a encontrar a Hyuna y Symmetra, sino que también pensar si estaba preparada para una prueba que aún no entendía como era que iba a llegar a pasarla si el arcano todo el tiempo se había dedicado a complicarle cada minuto desde que había llegado a la isla.

 

Cuando Nymeria dio con Hyuna, la conexión entre ambas fue instantánea, su parsel era fluido al momento de entablar una conversación con la reptil. Al parecer dar con ella y convencerla de que le acompañara para que comiera no era un reto. El reto era que Hyuna deseaba conocer un secreto de la oscuro, pero no cualquier secreto. Así que cuando Nymeria le hablo con el corazón la serpiente accedió a trasladarse con ella hasta el bungalow mientras la ojiazul le contaba su sentir con respecto a su padre.

 

Después de haber alimentado a Hyuna con un poco de sopa Pho, sus ojos miraron al Arcano y aun con muchas dudas en su mente se despidió de él y de las serpientes que ahí se encontraban.

 

«Espero poder verlos de nuevo, tomaré tu consejo Hyuna, hablaré con Ori… mi padre»

 

Hyuna se giró para ver unos segundos a la adolescente y regreso a hacer lo que estaba haciendo. Nymeria desapareció con rumbo de la mansión Malfoy donde Meilyna Turidia, su boa conscriptor le esperaba acostada en su cama digiriendo la cena que acababa de casar.

 

«¿Sigues molesta?»

 

«No, he creído que eras tu la que ya no quería hablar conmigo»

 

La conversación entre ambas fluía, Nymeria le contaba a Turi, como ella le llamaba de cariño a su mascota, que le habían dejado averiguar cuál era su alimento favorito y escuchar alguna anécdota que ella deseará que ella le escuchará. Meilyna se quedó mirando a su dueña y después de pensarlo por un buen rato se dirigió a ella.

 

«Bueno, yo como de todo, frutas y roedores, pero me vuelve loca el chocolate. Disfruto mucho cuando encuentro entre tu ropa paquetes de chocolate.»

 

Era hasta ese momento que entendía porque siempre tenía la idea de que el chocolate se le extraviaba, pero no dijo nada, esperaba que su boa siguiera hablando con ella.

 

«Hay dos cosas que no me gustan, uno es mi nombre y el otro que cuando hablas conmigo mucho tiempo empiezas a cambiar partes de tu cuerpo. Mutar no es propio de los humanos, ¿sabes?»

 

«¿Mutar?»

 

«Si, hacer tu lengua sea muy similar a la mía»

 

«oh, lo siento, no lo haré más. Ahora dime ¿Cómo quieres ser llamada»

 

«Bueno, he pensado en que Mei, solo Mei sería un excelente nombre»

 

La conversación entre ambas se fue alargando hasta que Mei le conto que la última vez que ella había dejado de hablar con ella. Había intentado hacer una ofrenda de paz para que se volvieran a dirigir la palabra, así que había recolectado fruta, chocolates y uno que otra rata de campo muerta, la cara de la Malfoy había pasado del asco a sonreír por el detalle. Ya que al final la boa le confiesa que en un ataque de hambre se había comido todo lo que había juntado para la ofrenda de paz.

 

«No pasa nada, yo te quiero. Con o sin ofrenda de paz, solo no me dejes de hablar jamás. Es momento de dormir, mañana tenemos que ir a visitar a Lawan.»

 

Ambas se quedaron dormidas en la cama de la Malfoy y a la mañana siguiente ambas llegaron hasta el bungalow donde se encontraba Lawan, la mitad del cuerpo de Mei se encontraba alrededor de la cintura de la mortifago, la otra mitad miraba con curiosidad el lugar.

 

Lawan, estamos listas para hacer mi prueba.

 

Las palabras resonaban en todo el lugar, mientras que tanto humana como reptil esperaban que el Arcano Vietnamita apareciera por aquel lugar y le digiera que iba a tener que hacer de prueba.

Editado por Puntitos.

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  • 2 meses más tarde...

Ni siquiera sabe porqué le interesa tanto aprender un lenguaje relacionado con las artes oscuras. Él se apartó ya de ellas, las respeta y su actual vida gira en torno a destruirlas. Parte del problema está, aunque él lo niegue, en la necesidad que tiene por aprender. Aunque sean saberes horribles o que causen mucho miedo él siempre va a por ellos si cree que tiene alguna oportunidad.

 

Con el pársel no fue diferente. Las imágenes del aprendizaje de de oclumancia y videncia aún retumban en su cabeza. Sabe lo que escuchó y porqué lo escuchó. Fue una advertencia que comenzó como el siseo de una víbora que se repetía. Luego, como si en su cabeza algo hubiese estado esperando por despertar, comprendió un par de palabras "Te esperamos. Y en la clase de videncia sucedió algo parecido. En aquel otro mundo que el Portal creó también comprendió el siseo de una serpiente. Una palabra suelta "Ven". Pero era la forma en que las sintió, en que comenzaron a dar vuelta en su cabeza, fue lo que pareció una advertencia. No era una invitación, era una amenaza, un reto.

 

En ese momento se dirige al lugar de residencia del Arcano de los Hablantes de Pársel. Sabe que se trata de una especie de oasis en medio del desierto, un lugar que de alguna forma representa la peligrosidad de las serpientes y la personalidad misma de quien -espera- será su maestro. Sabe que se trata de un vampiro, se lo contaron. En principio no es un problema, Bastian se ha vuelto más tolerante. Solo que aún tiene cierto desagrado (salvo su esposa) con los seres que no están vivos ni muertos.

 

Luego de aproximadamente una hora de camino sus ojos felinos finalmente observar el mítico bungalow del Arcano. Bosteza dejando ver todo el interior de su boca. Es algo que intenta controlar pero no puede, más fuerte es el instinto. Mueve el cuello de un lado a otro, se estira sobre sus cuatro patas y decide que es momento de andar sobre la piel humana. Se sacude la túnica, como siempre lo hace cuando se convierte, y con un chasquido aparece en su mano su varita mágica.

 

Se acerca cauteloso. ¿Llamar al Arcano o no hacerlo? Siempre es esa su duda. Ningún Arcano es igual al otro, cada uno tiene sus costumbres, su cultura propia y -en definitiva- una forma única de hacer las cosas. Aveces, solo aveces, prefiere a los Uzzas precisamente porque ellos son de alguna forma predecibles. Todos cortados con la misma tijera, con matices pero al final del día se puede predecir como actuarán hacia situaciones concretas. Decide no tocar, puede parecer mala idea, pero se arriesga.

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Algo muy extraño estaba ocurriendo en el ambiente de ese día en particular, la brisa, la temperatura, el mismo comportamiento de las serpientes que lucían inquietas no dejaba de llamar la atención del Arcano, quién traicionado por su subconsciente decidió hacer caso omiso pese a las múltiples señales. Experiencias pasadas le habían enseñado que no siempre los sucesos fuera de lo común significaban peligro, pero sólo por esta vez debió haber confiado en su instinto, haberle prestado atención a los detalles que por muy insignificantes que parecieran estaban llenos de respuestas.

Todo comenzó hace exactamente una semana, cuando por motivos que se reservó para sí mismo tuvo que viajar a otro continente para atender asuntos de vital importancia, o al menos esa fue la explicación que dio a los Directores antes de ausentarse; le resultaba molesto que como Arcano tuviera que dar razones a dos simples seres como si fueran sus jefes, cuando él de verdad estaba ahí por un favor, por una deuda personal con el pasado. Suspiró cansado, acongojado, como sólo las criaturas con las que convivían lo habían visto y de nuevo se encontró cuestionándose acerca de si la decisión que tomó hace casi 200 años fue la correcta.

«¿Cómo dices?», siseó en un impecable pársel a alguien que hasta entonces no se había hecho notar «Oh, no te preocupes Wootang, siempre me pongo así cada vez que regreso de Vietnam, lo sabes, pero no me hagas caso, deber ser la edad». Agregó restándole importancia.

«No te ves bien Lawan laoshi y no es sólo por eso, es que de verdad luces enfermo».
La que habló en ese momento fue la cobra real que surgía detrás de la boa constrictora.

«¿Pero qué tonterías dices? Soy un vampiro, nosotros no enfermamos».
Pese a los esfuerzos del Vietnamita, su voz no reflejó seguridad y supo que sus compañeros de toda la vida lo habían notado.

— đủ —sentenció, esta vez en el dialecto del người Việt (pueblo vietnamita), que significaba que estaba dando por terminada esa conversación. Sin importar el idioma que hablara, tanto Arcano y serpientes se entendían.

«Iré a nadar al río, Wootang, si viene alguien atiéndelo como sólo tú sabes hacerlo y Hayley, vigila que no se lo trague de un bocado a la primera. Recuerden que lo más importante es la preparación de la presa, sino les puede caer mal».

Era difícil saber si lo decía en broma o no, aunque lo disimulara frente al resto siempre había sentido cierta fascinación por las artes oscuras y desde hace mucho que las únicas criaturas por las que se preocupaba eran las que se encontraban viviendo con él, por lo que era muy fácil asumir que por ''descuido'' Lawan dejara que las serpientes disfrutaran del banquete de cualquier visita no deseada. Pero nadar fue sólo la excusa para poder estar a solas con sus preocupaciones, él sabía que algo no iba bien y todo tenía que ver con su último viaje. Antes de lo esperado tendría que volver y no lo ponía precisamente feliz.

«¿Sabes que nos está mintiendo, verdad?» siseó la boa. A lo que la otra contestó:

«Por supuesto, no somos est****as, de lo contrario no habríamos estado tantos años al lado de lăoshī. Pero yo tengo una manera de hacerlo hablar, sólo que implica que...»

Hayley calló de repente. Al llegar a la puerta de la estancia del Arcano, la figura de un hombre, un visitante no deseado, esperaba paciente que alguien lo atendiera. Recelosa por tener que posponer su plan, Hayley decidió regresar al río para advertirle al Arcano acerca de la visita, mientras tanto tendría que lidiar con la pesada y peligrosa personalidad de Wootang, que era más bien una boa de pocas palabras, imposible de ignorar no sólo por su tamaño, sino por los grandes ojos amarillos que brillaban cada vez que se imaginaba devorando a su presa.

«Comida»

Desconocía si el intruso hablaba o no su idioma, pero ahora que estaba sólo -sin contar a las 47 serpientes que allí también habitaban, pero que preferían mantenerse al margen para no desafiarlo-, era la oportunidad perfecta para hacer lo que siempre le prohibían. Wootang abrió la boca, enseñando sus filosos colmillos que relucían por la saliva que corría entre ellos, dispuesto a envolver con su pesado cuerpo la figura de aquel hombre hasta quebrar todos y cada uno de sus huesos y verlo directamente a los ojos mientras daba su último aliento.

«¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?»

Más siseos amenazantes siguieron al primero y si el hombre no hacía nada, Wootang atacaría sin contemplación, pero primero, jugaría con su mente.

La boa tiene una habilidad que pocas de su especie poseían y dicha habilidad estaba vinculada con el Arcano, que solía usarla para asustar a los visitantes o simplemente divertirse a costa de los aprendices. En el momento en que el intruso hiciera contacto visual con el reptil, caería preso de una ilusión que lo haría recordar el último suceso desagradable, cosa de que si se ponía violento, tendría la excusa perfecta para decir que lo había matado en defensa propia. Un plan brillante, pero yéndonos más a fondo, eso le permitiría a Lawan conocer un poco más a los que llegaban a visitarlo, o como él solía decir, a interrumpirlo de otras labores más importantes como mantener bien alimentadas a sus casi 50 serpientes.

El reto que tenía por delante el nuevo aprendiz no sólo consistía en sobrevivir al primer asalto con la boa constrictor, o convencerla de no comérselo, sino que además debía escaparse de la ilusión sin herir por accidente a ninguno de los seres vivos que allí habitaban, excepto a él mismo. A un par de metros de allí, un viejo de excelente físico que aparentaba tener unos 60 años, se encontraba pescando con sus propias manos la cena de ese día. Pasaría bastante tiempo antes de que regresara a su morada y se encontrara con el pequeño espectáculo organizado por uno de sus mejores amigos de la infancia.
Editado por Lawan Nguyen Thanh
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Se sorprende en cuanto escucha los siseos, en principio, incomprensibles. Sabe que se encuentra en aquel sitio porque de alguna forma en su sangre hay algo que siempre añoró en su vida anterior. Intentó despertar lo que él creía su derecho por muchos años, hasta que simplemente desistió. Y ahora tiene miedo, miedo porque hace ya mucho tiempo dejó atrás aquella vida en donde el pársel podía significar algo importante.

 

Cierra los ojos y respira profundamente. Él sabe que puede comprender aquella lengua porque antes lo hizo ya. Solo debe concentrarse y algunas palabras se formaran en su cabeza, no todas, pero quizá si lo suficiente para tener una idea de lo que el animal está tratando de decirle. El animal pregunta por su nombre, o sobre su identidad.

 

—Entiendo algunas cosas de las que dices, pero no soy capaz aún de decir palabras —contesta, aunque lo más probable es que el animal no lo entienda; al menos eso cree él. ¿Pueden las serpientes de alguna forma entender cosas si no se dicen en pársel?

 

En otros tiempos probablemente se habría perdido ante la vista de aquel momento de su vida. Pero hoy no. Él sabe como reconocer lo que no debe estar, lo que es falso de alguna forma. Está parado junto a un cadáver, sabe que él lo mató y eso le molesta. Prefiere no matar, se abstiene de hacerlo porque no es la forma en que decidió vivir. Pero no había alternativa, ninguna alternativa. Su cabeza comienza a dar vueltas oclumens y siente la la magia haciendo lo que se supone debe hacer.

 

No logra romper aquella ilusión, se sigue viendo de pie junto a una persona muerta; sabe que es algo de su pasado, algo que alguien le está haciendo ver. Puede controlarse, pero no puede salir -aún- de aquella ilusión.

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  • 3 semanas más tarde...

Después de haber atrapado los peces suficientes para la cena de esa noche, Lawan decide regresar al Bungalow donde Wootang y Hayley vigilan que todo se mantenga en orden, pero antes de terminar de recoger su caña de pescar y ponerse sobre la cabeza el Nón Lá, la cobra real lo sorprende con su repentina aparición y lo más inquietante es que lo hace sin compañía. El vietnamita sabe que lo que está a punto de escuchar es alguna queja, una situación que se salió de control y que la cobra prefiere que sea tratada por el mismo Arcano para no ganarse una mala fama entre las otras serpientes.

«¿Se trata de Wootang? ¿Qué te he dicho sobre no dejarlo solo?»

«Lo siento Lawan laoshi, pero no soy su niñera y sí, se trata de él, ha llegado un invitado y ya sabes cómo se pone. No te quería interrumpir, pero creo que es mejor que llegues antes de que termine por comerse una mano»

No necesitaba escuchar nada más, Lawan tenía una conexión muy fuerte que se intensificaba por el anillo de Arcano en su dedo y que le permitía comunicarse con cualquiera de las serpientes que tuviera bajo su cuidado. Wootang sabía que él estaba en camino, pero eso no impediría que siguiera con su juego de ilusión, que al fin y al cabo servía como método de aprendizaje y preparación para los aprendices a pesar de lo peligroso. Amarró los peces con una cuerda y luego se los echó sobre el hombro y con paso lento se dirigió hacia su residencia. Allí se encontraba un joven presa de una visión demasiado intensa de la cual no podía salir.

— Me decepciona la falta de educación y que no te hayas presentado. ¿Nos dices tu nombre? —. El vampiro no detendría el suceso, más sin embargo lo ayudaría a salir de el. Le había hablado en su mismo idioma para que pudiera entenderlo y aunque el aprendiz no podía ver a su maestro dentro de la visión, lo escuchaba como una voz dentro de su cabeza.

— Es una ilusión, sé que estás consciente de esto, entonces ¿por qué no empiezas a creer que hablas el idioma de las serpientes? Conversa con Wootang, él no te dejará salir de esto a menos que lo convenzas y yo tampoco haré nada —hizo una pausa para descansar el hombro donde sostenía los peces y puso estos sobre el escalón de su morada.

«Dime, ¿entiendes lo que digo? ¿Qué es eso tan horrible que no te deja salir? O quizás es que te gusta lo que ves».

Lawan no se veía a sí mismo como alguien muy conversador, pero si había alguien a quién le gustaban las historias era a la boa constrictor, que fue la que habló casi que al instante.

«No te dejaré ir hasta que me cuentes tu historia. ¿Por qué estás aquí?»
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—¿Es usted Lawan?

 

Aunque su hablar es firme y seguro, en su interior hay un destello de temor que sabe bien como ocultar y como controlar; tiene una vida de experiencia haciéndolo, perfeccionando los músculos que deben conservar inmóviles y los que no. Su respiración se mantiene calmada y es, quizá, lo más sencillo de controlar.

 

Pero si, está temeroso y el motivo es que no logra entender completamente las palabras de la serpiente y del arcano. Respira con los ojos cerrados, sintiendo todo lo que está a su alrededor, sintiendo cada molécula de agua en el aire, sintiendo su propia naturaleza. Vuelve a respirar, concentrado, intentando que la calma se apodere de su cuerpo.

 

—No creo que las ilusiones funcionen de esa forma ¿Debo saber algo más? ¿Porqué algunas palabras se forman en mi cabeza y otras no lo hacen?

 

«Hace mucho tiempo mi respuesta habría sido otra. Ya no me gusta la muerte, no disfruto de verla» las palabras salen de su boca en una mezcla de pársel e inglés. No se da cuenta de eso hasta un par de segundos después, por lo que se queda en silencio para tratar de asimilarlo y de comprender como lo hizo.

 

«Creo fervientemente en que las personas estamos en donde debemos estar. En mis visiones las serpientes me han llamado, me han exigido estar en este lugar» de nuevo sus palabras son una mezcla entre inglés y pársel.

 

 

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— ¿Es usted un experto en ilusiones? ¿Cómo sabes lo que puedes o no hacer en un mundo donde todo es posible? En este caso no eres el dueño de esa ilusión, por lo tanto el creador decide qué puedes y qué no puedes hacer —explicó. Lawan no estaba contento con aquel joven que seguía sin tener la decencia de presentarse y dudada que las serpientes lo hubiesen guiado hasta allí. Pasaba muchas veces, magos con ganas de aprender que creían haber nacido para algo especial y al final no era así —Y sí, mi nombre es Lawan Nguyen Thanh y ya es hora de que despiertes —al finalizar la oración Wootang liberó a su presa.

—Aun tienes mucho que aprender, creo que has venido demasiado pronto y no estás listo, sin embargo, te daré una oportunidad. Apenas has podido formar algunos cuantos silbidos, es normal, pero te falta creer no solo en ti, sino en las criaturas con las cuales pretendes comunicarte.

Si había algo que no soportaba alguien como Lawan eran las personas que no mostraban el más mínimo respeto por las serpientes y en general por toda criatura y la naturaleza misma y a pesar de no conocer demasiado al joven, la primera impresión era la que le había quedado.

— ¿Que emociones experimentaste cuando intentaste hablar parsel? No me respondas ahora, solo piensa en ello mientras te encomiendo una pequeña misión. Te voy a pedir que regreses mañana, cuando tu mente y tu cuerpo estén descansados y concentrados, pero antes quiero que vayas al lago que no está muy lejos de aquí, allí te encontrarás con una serpiente marina reacia a hablar con las personas y aunque dominaras su idioma eso no te garantizara su aprobación y mucho menos su ayuda en lo que quiero que hagas.

—Verás, pescar es de mis actividades favoritas, me brinda tranquilidad y concentración. Con la pesca no solo es importante atrapar a tu presa, de hecho esa solo es la recompensa por un conjunto de cosas que ocurren previamente. Debes ser cuidadoso, conseguir que tu cuerpo se mueva al mismo ritmo del agua al lanzar la caña, de tal manera que no alteres a los peces. Sin embargo, yo prefiero hacerlo con mis propias manos, implica mucha más concentración, habilidad, destreza, armonía. Es un complejo arte que pocos logran efectuar a la perfección. Tu tarea será esa, aprender a pescar con tus manos, no importa cuánto tiempo te tome y cuando lo hagas impresionarás a Linh, únicamente así lograrás que acceda a irse contigo.

El Arcano hizo una pausa, tomándose unos segundos para meditar lo que estaba a punto de decir.

—Sí, lo que has escuchado. Te llevarás a Linh contigo, ese es su nombre, con el fin de que aprendas un poco más sobre las serpientes. Son criaturas asombrosas, inteligentes, orgullosas, con cierta malicia, ganarse su respeto es quizás una de las cosas más difíciles si lo comparamos con el resto de criaturas, porque una vez lo hagas no significa que estarán a tu servicio, así no funcionan. Wootang, a quien ya has tenido la suerte de conocer, no es mi esclavo, él sabe que puede irse de aquí cuando lo desee y si un día decide que estoy demasiado viejo y no merezco que permanezca a mi lado, se irá. Pero claro, eso no pasara, ya que la relación que tenemos es diferente. Ninguna criatura debería ser vista como una simple cosa a nuestro servicio y espero que eso lo entiendas al pasar tiempo con Linh, que por cierto es un tanto malhumorada a veces. También tendrás que alimentarla, lograr entablar una conversación con ella, convencerla de que te cuente cosas, tiene muchas historias que seguro llamaran tu atención y además da buenos consejos —si era cierto o no ya dependía del aprendiz —Vuelve en un día o dos, yo estaré aquí esperándote.

Lo que Lawan le pedía era mucho, era consciente de ello, pero era necesario para avanzar. Confiaba en que el joven pudiera aprender algo de parsel y que regresara con una actitud diferente. Ahora el Arcano tenía cosas más importantes que hacer, como alimentar a sus sigilosos habitantes y eso le tomaría una hora o dos.

—Que tengas buen viaje —agregó, mientras ingresaba a su casa cerrando la puerta tras de sí.
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Se estaba explicando mal, terriblemente mal. Las visiones del futuro nunca son exactas, jamás. En su proceso de descubrimiento de sus poderes premonitorios la mayoría de las visiones que se le presentaron fueron imágenes o sonidos en la superficie del futuro, sucesos claros inducidos en parte por el poder mismo del Arcano y en parte por todos los vapores aromáticos del ambiente puestos precisamente para que las visiones llegaran.

 

Siente la visión de las serpientes distinta. La vio con el Arcano en primer lugar y no prestó atención. Pero desde entonces sigue apareciendo, reacia a ser descifrada y envuelta en marañas de posibilidades que la mayor parte del tiempo no logra siquiera entender pues las frases se cortan entre medias, frases que provienen sin lugar a dudas de la enorme serpiente que siempre se le presenta cuando sueña.

 

Siente el peso de la realidad sobre sus hombros. Es un peso que no le molesta, que está dispuesto a aceptar.

 

—Creo que me he explicado mal, maestro Lawan. Aprendí el arte del futuro del maestro Sauda y desde entonces he tenido varios sueños premonitorios. En todos ellos se me presenta una serpiente, entiendo algunas palabras y otras no. Se me hizo raro puesto que jamás se me pasó por la mente tener la bendición de las serpientes. Así que investigué mi árbol familiar y encontré en él una squib descendiente de la hija squib de Isolt Sayre. Imagino que al juntarse su sangre con la de un mago un débil vestigio de los Gaunt volvió a aparecer en mi.

 

Intenta utilizar las palabras que él querría escuchar. No quiere escucharse como se escuchaba en el pasado. Creyendo que las cosas le pertenecen por derecho de nacimiento, creyendo que por haber nacido con magia tiene el derecho a usarla en contra de quienes no la tienen o en contra de quienes eligen lo correcto antes que lo fácil. Cierra los ojos un segundo para buscar en sus recuerdos lo que sintió, porque su subconsciente tiende a ocultar lo que siente cuando está con extraños; un método de protección.

 

—Es extraño de decir. Pero se que cuando entiendo o logro emitir alguna palabra en pársel siento algo parecido que cuando hablo en la mente de Harimau, mi otra mitad, mi Aiùa. Es como formar parte de algo más grande que yo, como unirme a un todo incomprensible.

 

Decide que en ese momento no es buena idea continuar hablando sobre los animales y la naturaleza. No quiere hacer una comparación que a Lawan le parezca inadecuada (mencionar a Harimau es suficiente riesgo) y de alguna forma arruinar la ya mala impresión que aparentemente el Arcano de Pársel tiene sobre él.

 

—Por cierto, maestro, me llaman Bastian Karkarov.

 

¿Cómo se supone que él aprenda a pescar con sus manos? Sabe como colocar una carnada en un anzuelo aunque es una actividad que le desagrada. Pero ¿Pescar con sus propias manos? Se sienta en el suelo para pensar. No puede buscar las habilidades de pesca de Harimau porque el animal no sabe como hacerlo. Aunque sabe que no es cierto, en ese momento desea que su animagia le permita convertirse en una foca o algo parecido.

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Axel cerró los ojos, apretó sus puños y suspiró pausadamente. Intentaba relajarse.

 

No sabía si realmente aprendería a comunicarse con las serpientes, pero se había aventurado a ese lugar con el motivo de intentar aprender el lenguaje. Sus pisadas producían un eco susurrante mientras recorría el Ateneo y en su mente descifraba aquel caos de recuerdos y vivencias pasadas.

 

Respeto o quizás miedo a su naturaleza misteriosa, eran los factores que inundaban la cabeza del joven danés. Desconocía el motivo de su ansiedad, pero de algo estaba completamente seguro, el arcano Lawan podría ayudarlo a comprender.

 

¿Cuál era la razón por la que ese día Axel había decidido ir con el arcano? Esa respuesta ni él mismo la conocía. Tenía mucho respeto por aquellos seres, pero desde que conoció el mundo de los muertos, algo sentía con aquellas criaturas. Algo que era incapaz de entender.

 

Se quitó su chaqueta, limpió el sudor que escurría lentamente sobre su nuca, e intento refrescarse sin mucho éxito. Había llegado donde el arcano.

 

Abrió el primer botón de su camisa blanca, mientras su chaqueta desaparecía en su mano izquierda. El búngalo del arcano se encontraba cerca. Repitió por última vez su rutina para intentar relajarse.

 

Estaba seguro que no tardaría en encontrar algún ejemplar con aquella vegetación que lo rodeaba, sus sentidos estaban alerta por cualquier cosa ocurriera.

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  • 3 semanas más tarde...
Lawan no mostró ninguna reacción facial ante las explicaciones de Bastian, como ss había presentado, de hecho mantuvo un extraño y pesado silencio que se alargó mientras el hombre, visiblemente perturbado por la tarea que le había encomendado, tomaba asiento en el suelo. El Arcano bien sabía que no debía hacer demasiado para demostrar la renuencia que sentía por la mayoría de sus estudiantes, por no decir todos, pero en ese caso en específico se le estaba dando particularmente bien. Bastian aún debía cumplir su tarea y para ello, tendría que abrir su mente más allá de lo que acostumbraba, comprender la naturaleza no porque fuese un libro qué estudiar sino porque eran experiencias que debía conocer y experimentar.

-Las serpientes no dan su bendición a nadie, Bastian Karkarov -dijo al fin, decidiendo darle un poco de espacio-. Tu linaje no ayudará. Depende de ti conven
cerlas de que eres digno.

Y a mí también.

<<Intruso>>

La voz de una enorme boa constrictor resonó en los alrededores, justo cuando el cuello de Lawan giraba con la curiosidad de una serpiente misma hacia el lugar donde se sentía una presencia. Por un segundo, debido al gesto de sus labios al separarse y mostrar ligeramente los dientes, dio la impresión de que sacaría una lengua viperina y sisearía al compás de sus compañeras. En lugar de eso, un sonido largo y profundo, desde lo más hondo de su garganta resonó en respuesta a la boa.

<<Ve por él, le haré saber que tendrá una primera prueba justo ahora>>

La ubicación de la boa era desconocida,
hasta que se movió. Justo a los pies de Bastian, confundiéndose con el suelo, la boa había estado dormitando ahí todo el tiempo y el hombre, incluso el mismo Lawan, no la habían detectado. Con un siseo de fastidio, la serpiente chocó la pierna de Karkarov y posteriormente la de Lawan al arrastrarse, aunque a éste no le dio con tanto desprecio; sin embargo, algo de capricho conllevaba tal arrebato.

-Ven y observa, aprendiz. Será mejor que prestes atención y deduzcas cómo pescarás, porque este estudiante se probará antes que tú en una prueba importante.

Para su edad, Lawan se movía bastante rápido. En un minuto había atravesado la flora de los alrededores, sin tropezarse o dar pasos en falso. Conocía el terreno y además de ello, era sigiloso, casi traicionero. Después de un tramo considerable, se agachó, indicando a Bastian que hiciera lo mismo y posteriormente, señaló con el bastón mágico a través de las hojas mullidas que les permitían ver muy poco. En un tono de voz bajo y suave, como un murmullo algo tenebroso, susurró una palabra.

<<Observa>>

Al decirlo, señaló sus ojos sin dejar de ver al frente y luego señaló arriba, contrario a donde miraba. Él veía a Axel, pero arriba camuflada con la vegetación y en completo sigilo, la boa lo hacía también y ella con sus fríos ojos negros parecía esperar sólo cuándo saltar. El Bungalow estaba cerca, se podía ver desde el lugar en donde estaban, pero Lawan se las había arreglado para rodear a Axel sin ser detectado, igual que la serpiente. Apoyó el bastón bajo su barbilla y habló una vez más, haciendo de su voz un eco en el entorno.

-La serpiente es un ser de decisiones y por tanto, el humano se ve en la obligación de imitarlas por supervivencia o enfrentarlas y morir.

Hizo una pequeña pausa.

-Si decides seguir, una serpiente te atacará y no podrás matarla para defenderte, deberás convencerla de que decida dejarte ir. Sino, da media vuelta y retírate -ladeó la cabeza, esperando.

<<Si decide herirla, morirá, Bastian Karkarov. ¿Qué harías tú en su lugar?>>

No esperaba que entendiera toda la frase, pero habló despacio para darle la oportunidad
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