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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Axel miró sus manos, estaban sucias y totalmente lastimadas por escalar el árbol donde paso en vela toda aquella noche. Sonrió bajo aquella ligera barba el dolor físico era transitorio, en ese momento solo era un pequeño guiño a su trabajo bien hecho.

 

Mostró sus amarillentos dientes una vez que vio el alba a lo lejos, la noche por fin había terminado. Ya no le intereso su camisa que alguna vez fue blanca, destrozada en el suelo, repleta de sangre y viseras de rata, después de la cuarta vez Axel aprendió como acorralar una criatura, al menos Teki había comido algo, Axel había perdido el apetito desde la primera vez que aplasto una rata con sus manos solo usando una camisa de vestir.

 

-Una noche memorable.- Suspiró tras aquellas palabras, escuchando un par de silbidos que provenían de la serpiente de ojos negros. Axel le sonrió por fin podía entender lo que los ofidios hablaban.

 

Cerró los ojos, un dolor en el cuello bajaba por toda su espina dorsal, se sentía complacido. Sus manos se fueron sobre su cabello, estaba realmente cansado por aquella pequeña aventura en el jardín del arcano Nguyen.

 

Suspiró de nuevo e intento limpiar sus manos con su pantalón pero ese estaba aún más sucio. Aun con los ojos cerrados intento calmar su respiración, pero un palpitar se aproximaba lo que evitaba que el joven Rexdemort durmiera.

 

Cuando se percató de la respiración tranquila y aquella voz. Axel por fin pudo sentirse aliviado.

 

Inclinó la cabeza tal como lo había hecho el día anterior de conocer al anciano, el Arcano Lawan había regresado. Saludo al sabio hombre con un gesto de agradecimiento en sus palabras, para acercarse hacia él.

 

Escuchó en silencio al arcano, Axel asentó con la cabeza, aunque sentir al arcano retirarle sus habilidades fue un momento muy incómodo. Nunca en su vida habia sentido tal fatiga, sentía su cuerpo pesado y sus brazos de sobreforma.

 

Abrió la boca en símbolo de malestar físico, pero las siguientes palabras del vietnamita hicieron que olvidara por un segundo su dolor corporal. – Claro que deseo hacer la prueba.- Levantó la cara buscando la aprobación de Teki y después la de Lawan.

 

-Prometo regresar mañana mismo. – Con su grave voz y ese delgado cuerpo lleno de tatuajes, Axel se veía más demacrado que de costumbre, necesitaba ganar algo de peso, la pequeña “pijama” con Teki lo había dejado muy cansado. Estrechando la mano del anciano, no sin antes hacer una queja de dolor.

 

-Muy agradecido con ambos.- Levantó su ropa ensangrentada, su varita y su paquete de cigarrillos del suelo, y se volvió para despedirse de ambos. Escuchando las palabras del Arcano. – ¿Teki? – Preguntó el hombre, observando como la serpiente con esos finos movimientos se trepo sobre el adolorido brazo de Axel, como era posible que una criatura que hacia unas horas estaba dispuesta a atacarlo ahora se sintiera cómoda con Axel. El danés sonrió complacido.

 

-Mañana vendré a buscarlo.- Despidiéndose del Arcano, para dar media vuelta. Con su varita ardió la camisa en la mano derecha y camino hacia la salida siguiendo las indicaciones del Teki. Axel deseaba llegar a su casa, darse una ducha, vestirse y dormir. Aunque estaba realmente emocionado porque el día se pasara rápido, que locura prepararía el Arcano Lawan para la prueba.

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  • 1 mes más tarde...

Era realmente curioso que el parsel fuese una de las últimas habilidades que deseaba desarrollar y sin ninguna otra razón más que la importancia de cualquier otra habilidad, algo que sin duda no le agradaría al arcano escuchar por lo que decidí guardarme dichas palabras solo para mi.

 

Los directores me habían indicado que debía de tomar un portal con un brillo verdoso, como un haz de la noche, para que el entrenamiento con Lawan diera comienzo aunque, eso sí, debía de estar completamente preparado para ingresar a un territorio donde las serpientes eran quienes mandaban. Eso me preocupaba, si bien había leído algo de la lengua parsel no la dominaba por completo, era más bien apenas un imitador del siseo que un verdadero hablante. ¿Eso sería un problema?

 

Me había puesto un conjunto muy sencillo de ropajes grisáceos, en diferentes tonos, tanto en mis pantalones bombachos, mi camisa que pasaba mis caderas, de cuello alto y mangas largas, mi chaleco y túnica que me cubría el cuerpo completo. Unas botas largas, hasta las rodillas y unos guantes negros terminaban de completar mi vestimenta.

 

Antes de cruzar dicho portal, llegando a la universidad, revisé que todos mis artefactos estuvieran en su sitio: tanto los amuletos en el cuello como los anillos en mis manos, era obvio que no partiría a ningún entrenamiento sin todo lo que había ganado con los arcanos y guerreros Uzza. Debía de sumar, nunca de restar. Di un suspiro largo y caminé sin más a través del portal para mi encuentro con el mago Nguyen...

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  • 2 semanas más tarde...

-Un invitado no deseado. –

 

-Depende de lo que consideres no deseado.-

 

El silencio reino un segundo, cuando el anciano se levantó lentamente del suelo para salir en busca de aquel hombre.

La residencia de Lawan era un lugar extraño, el calor sofocante del desierto y la humedad del aire se mezclaban haciendo ambiente pesado y cansado para los forasteros de Inglaterra.

 

El sendero estaba marcado con hojas aplanadas contra la mojada tierra del lugar. La pequeña figura bajo aquel sombrero de paja, el delgado y huesudo hombre caminaba con cierta facilidad sobre ese terreno.

 

Lawan levantó una ceja con incredulidad al ver al recién llegado, y una rara expresión se forma sobre su arrugado rostro. – Tienes razón.- Fue lo que el Arcano susurró para acercarse lo suficiente al mago.

 

Los rasgados ojos del anciano no tenían ningún gesto cuando tuvo al mago enfrente de él. Solamente levantó la mano derecha e hizo un pequeño movimiento. Desde la tierra húmeda una enorme pitón atacó.

 

El animal se abalanzó desde la espalda del mago, el cual no tuvo tiempo ni de presentarse. Cayendo de pecho sobre el enlodado suelo repleto de hojas, la serpiente de más de 70 kilos se enredó rápidamente sobre el hombre.

 

-Kidoh no lo sueltes.- Balbuceo en Parsel el anciano a la serpiente, la cual empezó a aplicar una mayor fuerza sobre el mago en el suelo. – No me interesan coleccionistas de habilidades.- Las palabras del Arcano Lawan fueron claras y concisas para que el hombre las entendiera.

 

- ¿Qué deseas aquí? – Preguntó el pequeño hombre, la serpiente seguía aplicando poco a poco más fuerza. – Si tu respuesta no nos gusta, Kidoh te anulara la entrada de Oxigeno. - Poniéndose en cuclillas, para mirar el rostro del mago que había llegado hasta allí. – Solo se detiene cuando tu corazón deja de latir. – Haciendo un movimiento circular con su bastón, la vara de cristal inutilizaría todos sus anillos y su varita, Lawan esperaba la respuesta y Kidoh parecía emocionado, la pitón birmana disfrutaba asfixiar a sus víctimas.

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<<Otro arcano orgulloso...>>

 

Apenas y podía pensar con claridad desde el suelo de aquel lugar ya que, apenas había cruzado el portal, una enorme pitón me atacó por la espalda para enrollarme por completo y dificultarme mis movimientos, así como el respirar, teniendo muy en claro que Lawan no perdía el tiempo con todos los que deseaban aprender la lengua de parsel. Y tampoco quería a un coleccionista de habilidades, lo que seguro cualquiera me catalogaría solo por el hecho de tener un rango mágico superior en Inglaterra.

 

No, por supuesto que no era un coleccionista de habilidades, simplemente durante toda mi vida me había gustado el poder adquirir más conocimientos y crecer a nivel personal como mago, como ser humano, ¿por qué siempre tendría que defender mi propia idea ante personas que estaban encerrados en su propia idea del mundo? Eso era egoísta y siempre atacaba en el orgullo de aquellos que se creían con el derecho de negar el conocimiento a los demás. En definitiva este "aprendizaje2 no sería nada sencillo, claro, si es que me dejaba quedarme con él.

 

Obviamente sentí la inutilidad de mi varita y de mis amuletos que traía conmigo, sin embargo bien podría realizar algún aura o invocar a un Señor del Caos, pero creo que lo que quería en ese momento el arcano era simplemente imponerse ante mi... aunque su amenaza... bueno, tendría que seguirle el juego.

 

- Quisiera aprender la lengua parsel, - respondí tranquilamente - los conocimientos que uno puede aprender de manera empírica no son suficientes debido a que, al ser una habilidad especial, es necesario tener un entrenamiento al que he venido humildemente a solicitarlo, si me cree capaz.

 

¿Sería posible que ordenara a la serpiente a asfixiarme? ¿Incitaría a iniciar un combate en aquellos terrenos? Obviamente no tenía un nivel comparable con él, pero de que me defendería, lo haría, no me quedaría con los brazos cruzados.

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La mirada de Lawan era dura, sus rasgados ojos observaban con desdén al hombre en el suelo. El anciano suspiró y se puso de pie limpiando sus manos de tierra con su ropa de lana, e intentando cambiar de expresión. El arcano era un hombre impulsivo desde joven.

-Las serpientes sufren lo mismo.- Moviendo su mano hacia la derecha, lo que Kidoh tomó como una orden, soltando lentamente el cuerpo del hombre. – El Parsel es una habilidad que muchos ven mal.- El enorme pitón se arrastró hasta su dueño, colocándose a la izquierda de Lawan con pausados movimientos. – Auguro que serás capaz de aprender.- Ofreciendo su delgada mano junto con una sonrisa extraña, la dentadura vieja y las arrugas del rostro del arcano definitivamente le daban un aire curioso entre risueño y molesto.

-Yo soy Lawan, el responsable entre los arcanos de abrir las puertas a la lengua de las serpientes, él es Kidoh, es mi compañero del día de hoy.- El enorme pitón siseó algo, a lo que el anciano respondió sin premura en parsel. Los ojos verdes de la serpiente se clavaron en el hombre el cual se puso de pie. - ¿Escuchaste las palabras de Kidoh? – Demandó el arcano, sumándose a Kidoh y mirando los ojos del hombre. - Pregunta tu nombre. -

El anciano tosió un poco y respiro lentamente, sin dejar de contemplar al joven hombre. - Veo unos ojos interesantes.- Susurró el anciano, las palabras de Lawan eran una combinación extraña de lo que pensaba y costumbres asiáticas. – Pero este muchachón no piensa lo mismo. – El pitón levanto la cabeza amenazantemente. – Vamos a mis aposentos, allí te podre conocer más y saber si eres adecuado para dominar esta maravillosa lengua que es el parsel, además de lavarte un poco.- Lawan notó que las ropas del mago manchadas con lodo.

Usando su vara como bastón, dio media vuelta seguido del animal para mostrarle el camino al mago. – ¿Sabías que no tienes oportunidad contra mí… y menos con una docena de serpientes dispuestas a atacarte? - Lawan sonrió y rio un poco, intentando romper la tensión. Él siempre tenía la costumbre de recibir a todos sus nuevos alumnos con poderosos ataques, y hasta ahora solo aquel hombre que lo seguía había tenido las agallas de intentar defenderse, sin duda un ser humano único que había llamado su atención. – Vamos esa es mi casa.- Señalo después de unos minutos de caminar sobre las hojas, apuntando el bungaló que se divisaba a lo lejos.

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Sentí poco a poco la libertad en mi cuerpo, al menos el primer paso que había dado en aquel aprendizaje me había dado el tiempo necesario para convencer al arcano de que merecía aprender dicha habilidad, eso si no decidía en el camino que podía ser mejor como alimento de Kidoh o de alguna otra serpiente que estuviera escondida por los alrededores. Esperaba que no, no sería bien recibido el que les hiciera daño en mi intento de salir vivo de ahí.

 

La serpiente había siseado algo a lo que le respondió Lawan, y decía algo porque realmente no comprendía todo el parsel (ni siquiera un nivel decente para mantener una conversación con su acompañante), afortunadamente repetía la pregunta para que la entendiera un poco mejor.

 

- Ishaya Triviani es mi nombre - respondí levantándome del suelo con cuidado, sin movimientos bruscos, no quería que me tomaran como una amenaza en aquel sitio - y sé que mis posibilidades en un duelo se verían limitadas en comparación, pero no puedo darme simplemente por vencido ante el primer movimiento. Al menos así lo creo.

 

Estaba siendo lo más honesto que podía sin tener que ponerme en una situación incómoda con el arcano, al final de cuentas ellos eran los que decidían si cada uno de los que llegaban merecían aprender sus habilidades especiales, por algo estaban en dicha posición y eso jamás lo cuestionaría. Por ello es que seguí los pasos del viejo mago, agradeciendo con un movimiento de mi cabeza la invitación para limpiarme un poco mi vestimenta, aunque no me importaba ensuciarme en aires de aprender.

 

Quería hablar más pero simplemente no se formulaban las palabras en mi mente, ¿qué le podría decir a un arcano, a Lawan? Todo indicaba que su postura era firme en cuanto a su forma de enseñanza y prefería seguirle el paso, aceptando las indicaciones para seguirlas con detenimiento. Al acercarnos más a nuestro objetivo, su choza, pude soltar un poco de aire.

 

- Agradezco el tiempo que se da, - ¿qué estaba pensando decir? - en lo personal no creo que sea una "mala" habilidad, esas cuestiones vienen desde un punto de vista moral y, bueno, la moralidad de las sociedades es muy cambiante, demasiado frágil para mi gusto.

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Lawan sonrió disimuladamente, Ishaya parecía ser un diamante en bruto, no era la primera vez que el joven conocía a un arcano, así que el anciano asimilo que el hombre debería ser más poderoso que la media de hechiceros y brujas que había conocido anteriormente.

Un siseo bajo fue suficiente para que el pitón que acompañaba al viejo se alejara arrastrándose sobre el piso desapareciendo entre la flora y su camuflaje natural, mientras se acercaban a la casa de Lawan.

Al llegar Ishaya pudo apreciar donde vivía el Arcano, una pequeña sala con piso de bambú y una mesa en el centro. – Vamos.- Dijo el hombre desde el patio, donde se podía ver un pequeño estanque y un árbol que daba sombra, a continuación se quitó sus zapatos y entro a la estancia.

-Es algo pequeño, pero sirve para lo que necesito.- Con una agilidad envidiable considerando su edad, el pequeño hombre se sentó sobre el suelo y cruzo sus piernas. Había escuchado con atención la respuesta de Ishaya, Lawan colocó sobre el piso la vara de cristal e invito al hombre a sentarse enfrente de el, junto la diminuta mesa de madera.

-Cuando predominaban las narraciones de la guerra.- La voz de Lawan era lenta.- Se asoció el parsel a la magia negra, a la magia prohibida. Muchos callaron sus voces, otros crecieron con miedo, muchos se escondieron. – Lawan suspiró, uno de esos suspiros comunes en los ancianos, recordando tiempos mejores, muchos ancianos vivían en el pasado y Lawan no era la excepción.

-Cuando me invitaron a la Universidad, se buscó quebrar el paradigma, buscar la comunicación del pasado y el futuro. No muchos magos vienen a mi buscando conocimiento.- Lawan se levantó y arrastro sus descalzos pies hacia la humilde cocina que tenía al lado.- Principalmente porque es una habilidad que no se puede aprender. – Lawan se agacho buscando hiervas en un cajón, para continuar.- Necesitas un linaje de sangre, que exista en ti un ápice de sangre. – Con un movimiento de sus dedos, Lawan encontró una oxidada y barata tetera donde metió una mezcla de hojas, agua y tomó dos cuencos entre sus brazos.

-¿Conoces a alguien en tu familia que domine el idioma? – Preguntó el anciano acercándose una vez más para sentarse enfrente el señor Triviani. - ¿Has escuchado susurros? – con un movimiento de sus huesudos dedos, un fuego brillante y azul nació en el centro de la mesa, Lawan colocó la tetera sobre el mismo. – No significa que escuches palabras en tu idioma, el parsel se escucha como susurros, no es que puedas traducir literalmente a tu lengua madre el idioma de las serpientes. –

-Cierra los ojos, relaja tu respiración. – Lawan hizo lo mismo. – Tranquiliza tu cuerpo, escucha los latidos de tu corazón, pon en calma tu mente. - El arcano susurró, extraños sonidos que se fueron multiplicando, poco a poco y el silencio desapareció.

Una, dos, ocho, catorce, en un abrir y cerrar de ojos, treinta y cuatro serpientes acudieron a la sala, diferentes especies, diferentes tamaños e incluso diferentes intenciones. Las criaturas se arrastraban desde el jardín exterior, la cocina y la habitación del viejo mago hacía Ishaya.

-Ishaya.- Aun con los ojos cerrados. - ¿Escuchas los susurros? ¿Puedes entenderlos? ¿No me refiero a traducirlos, puedes entenderlos? ¿Al menos un poco? -

Un sonido chillón destrozó la atmosfera, la tetera demandaba atención. - ¿Podrías servirnos el té? – Abriendo sus rasgados ojos, bajo aquel cabello negro y cano. Lawan sonrió. - ¿Qué te motiva aprender esta lengua? Sé que quieres poder, pero yo pregunto, ¿Qué te motiva? –

Las treinta y cuatro serpientes estaban rodeando a los dos hombres, sus ojos curiosos se enfocaron con atención a los movimientos del aprendiz, no con una mirada amenazante, era un interés diferente. – Danos una respuesta. – Incentivo el anciano y arrugado Arcano, apuntando con los ojos los dos cuencos de porcelana sobre la mesa.

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Observé a la pitón alejarse del camino para dejarnos solos al arcano y a mi, sintiéndome un poco nervioso porque a mi punto de vista era una forma de darnos privacidad, es decir, que el entrenamiento comenzaba a tomar un camino más serio y debía de prestar total atención a todo lo que pasaba a mi alrededor.

 

¿Me tendría que quitar los zapatos? supongo que sí y lo hice de inmediato para sentarme a un lado de un pequeña mesa en la estancia de aquella vivienda, escuchando atento sus palabras que me dejaban asombrado. Amaba la historia, más de lo que muchos de mis cercanos pudieran entender, así que el estar presente frente a una persona que la había vivido en carne y hueso me hacía sentir cómodo, por ello no lo interrumpí, solo asentía en señal de que comprendía hasta que me brindó el turno de hablar.

 

- Susurros, sí, - respondí un tanto confundido, no podía esconder en mi rostro la sorpresa que me causaba - no conozco a ningún pariente cercano que haya tenido este tipo de habilidades, bueno, el desenvolverse con facilidad y por ello es que decidí darme una oportunidad para poder aclarar mis dudas. Alguna vez intenté imitar un poco la lengua, creo que logre´algo, pero jamás tuve una desenvoltura completa... no sé como explicarlo...

 

Y era cierto, comprendía que mi avance sería mermado si no tuviera algo que ver en mi línea de sangre aunque no era del tipo de persona que se daba por vencido solo por "desconocer". No, yo quería trabajarlo todo lo que mis capacidades me daban, quería quitarme ese velo que cubría mi conocimiento.

 

Cerré mis ojos e intenté dejar mi mente en blanco, eran demasiados los cuestionamientos que tenía sobre mi propio linaje que imitaba los movimientos de mi guía en aquella travesía. Relajarse, en eso consistía todo, el poder mantener una paz interior para alinear no solo mi mente sino también mi espíritu. Respiraba tranquilamente mientras escuchaba las palabras de Lawan y algo que no lograba comprender, ¿acaso estaba hablando nuevamente en parsel? Mi propia experiencia me indicaba que era más sutil de lo que algún mago o bruja generalmente lo hacía, pero simplemente no podía ignorarlo.

 

Comencé a sentir cierta desesperación, no podía negarlo pero quería ocultarlo, me concentraba cada vez más en aquel sonido que mi mente multiplicó dicho movimiento como un eco. Seguía respirando, intentaba relajarme pero solo lograba hacer que funcionara como un sonorus: parecía que esas diminutas voces estaban por todos lados, provenientes de distintas direcciones. ¡Estaba fallando con la primera enseñanza y apenas habíamos iniciado! Debía de concentrarme, ser fuerte, dejar que mi respiración hiciera el trabajo... pero solo empeoraba.

 

No puede. Definitivamente no. Ve su mano. No lo creo.

 

No, no podía, era cierto, estaba traicionándome al recorrer mi camino y solo lo replicaba en esas voces.

 

Huye. Vete de aquí. No. No puede...

 

Hasta que, de entre tantas palabras confusas, pude escuchar una diminuta desde el fondo, más alejada de las demás.

 

Sí, aquí.

 

Intenté concentrarme en esa única voz en medio de todos los ecos tan extraños, captar lo que decía.

 

Oh, sí.

 

Ni siquiera la voz del arcano podía callarla, la seguía manteniendo claramente en mi cabeza, la única voz que se podía entender en medio de todo el barullo. ¿Eran esos susurros de los que hablaba ahora el arcano? claro que podía entenderla, a ella...y se acercaba lentamente.

 

Me eres familiar... hueles... sí, hueles diferente, ya nos habíamos visto antes...

 

¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

 

Abrí los ojos de golpe al espantarme por aquel silbido y noté con curiosidad que estaba rodeado de todo tipo de reptiles, de serpientes y víboras que estaban tan cerca de mi hasta que la via, una pequeña, de variados colores (negra, roja y amarilla) que estaba en medio de dos enormes. No estaba loco, su vista estaba completamente clavada en la mía mientras sacaba su lengua rápidamente y escuchaba, nuevamente, lo único que parecía tener coherencia en esos momentos.

 

¡Ah, claro, eres tú!

 

Me levante con cuidado para servir el té a petición del arcano tomando un trapo blanco que estaba colocado cuidadosamente al lado del fuego para llevarle de regreso a la mesa y tomar asiento. Había mencionado poder, por supuesto, pero no tenía un tono agresivo, en verdad estaba... ¿intrigado?

 

- No puedo dañarlas. - Sentencié con un poco de pena en mi voz. - Nunca he podido atreverme a dañarlas a pesar de que se requiere, por ejemplo, para hacer ciertas pociones... no, no sé, quisiera entenderlas porque, creo, que ellas a veces me entienden.

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Lawan se dedico a mirar al joven Ishaya en silencio. Observaba atento sus movimientos, tomó el cuenco y dio un sorbo lento.

 

- Flor de loto, tiene un sabor fuerte. También tiene jazmín ¿Puedes olerlo? Es un aroma profundo, producido por los pétalos. Y un poco de canela, ese sabor picante es lo que hace este té tan bueno.-

 

Después de dar otro sorbo, esperando que su alumno hiciera lo mismo.

 

-No es un té mágico, no va a potenciar tus habilidades, ni cosas así.- Dando un nuevo trago, la cara del anciano no mostraba mucho.

 

- Es una infusión relajante, ayuda a tranquilizar los nervios.- Una sonrisa bajo aquel arrugado rostro aparecía tímidamente, mientras susurraba algo y las serpientes obedecían. – Tienes el don pero necesitamos despertarlo.-

 

-El primer paso es aceptar el regalo que es esta habilidad, después es aprender que no es una habilidad que te haga superior, necesitas ganarte el respeto de las serpientes.-

 

Señalando con la mirada a todas las criaturas que los rodeaban. – Las serpientes son seres especiales, que infunden terror, sabiduría y otras patrañas en las diferentes culturas.- Bebió de nuevo. – Aprender de ellas es una tarea difícil, algunas son más amables que otras. – Observando con algo de curiosidad aquella pequeña serpiente que observaba a Ishaya. – Muéstranos que eres un ser de confianza y que mereces el respeto de las serpientes.-

 

El anciano movió la mano derecha y las serpientes empezaron a alejarse poco a poco. – Te presentó a Do.- Apuntando al suelo mientras una serpiente verde con ojos amarillos se acercaba lentamente. – Ella es Tuyen.- Señalando a una víbora con colores semejantes a la hojarasca. – Y esta pequeña es A’nh – Mostrando a aquella pequeña serpiente que había llamado la atención del joven pupilo.

 

- Do es grosero, irrespetuoso, se enoja fácilmente y no escucha. Tuyen es más pasiva, calmada, pero tiene un veneno poderoso, no confíes tanto en ella. A’hn… parece que la conoces.- El anciano estaba ideando algo. - Ishaya cuida a mis serpientes, los terrenos son bastos, aliméntalas, compréndelas, y regresa antes del anochecer. –

 

-Estoy seguro que podrás entender sus peticiones, ganarte el respeto de las tres, pon atención a sus demandas, estoy completamente seguro que podrás aprender algo de este pequeño viaje. Calculo que en 4 horas anochecerá, así que regresa a mi casa pronto. –

 

El laoshi sabía que Ishaya necesitaba aprender a entender a las serpientes, el objetivo de esa misión era que el joven mago aprendiera a escuchar.

 

-Intenta conversar con ellas, al principio pensaras que hablas solo, pero poco a poco veras que la conversación fluye. Termina tu té y te espero para la hora de la cena… otra cosa, mi cabeza dura, déjame tu varita, tus anillos, no uses magia. – El viejo señalo la puerta de salida.

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Asentí tranquilamente después de beber mi taza de té para continuar con las indicaciones de Lawan y mentiría si decía que no estaba nervioso, jamás había enfrentado esa parte que, apalabras de mi maestro, se encontraba dormida. Do, Tuyen y A'hn esperaban a que me levantara así que eso hice, dejando con cuidado el recipiente de porcelana y agradeciendo con una simple inclinación de mi cabeza hacia el arcano para salir de aquel sitio y comenzar con mi recorrido.

 

Estaría solo en aquel camino, refiriéndome a que no tendría la compañía del arcano para guiarme más que sus primeras palabras, sintiendo la presión por lograr algún tipo de conexión con las tres serpientes, una de ellas aquella colorida que parecía reconocerme (o eso fue lo que entendí) de algún sitio.

 

No estaba seguro para donde caminar por lo que volteé a ver a los tres reptiles y sentía, de algún modo, que en efecto solo la más pequeña me estaba poniendo atención, las otras parecían solo seguirme porque así se lo habían ordenado. no podía concentrarme solo en una de ellas así que simplemente intenté pensar que eran como tres elfos domésticos -por decirlo de alguna forma- con distintos caracteres. ¿Sería buena forma de empezar?

 

- Soy originario de Francia, - comencé a platicarles mientras tomaba una vereda hacia el valle - de niño viví en un castillo en medio de un bosque para que los muggles no nos molestaran porque, bueno, vengo de familia de magos de pura sangre... aunque nunca me gusta presumir de ello. Mi hermana era una poderosa vidente y por parte de la familia de mi padre han resultado grandiosos animagos... yo igual soy vidente y animago, me transformo en un cisne.

 

Comencé a reírme y sentí como las tres serpientes se detenían en su camino, lo que me obligó a detenerme y girarme hacia ellas. No, no estaba funcionando solo el platicarles, debía de compenetrarme más.

 

- ¿Por qué un cisne? Creo que es el animal que me describe mejor: elegante, agresivo y protector. Nunca supe de nadie de mis familiares vivos que hablara parsel, aunque siempre he sentido una grandiosa curiosas, ¿por eso es que me ubicas, cierto A'hn? La verdad es que me cuesta recordar rostros, pero no nos desesperemos, ya vendrá a mi mente con tiempo. ¿Vamos por allá? Vale.

 

Intenté interpretar los siseos y susurros con la dirección de nuestro paseo, sin llegar a desesperarme por no lograr comprender todo lo que sucedía a mi alrededor; si bien era cierto que podía sentir como si alguien murmurara cerca de mi, todavía me era difícil el alejar el dolor de cabeza al intentar descifrar sus mensajes.

 

<<Fue en la botica, ¿no te acuerdas?>>

 

Me detuve un momento en mi andar para mirar directamente hacia A'hn. Seguro esa era su voz, fue la misma que reconocí en medio de todo el ruido en la choza... me estaba hablando de nuevo, o, mejor dicho, le estaba entendiendo de nuevo. sonreí.

 

- ¿En la botica? ¿Donde trabajé cuando llegué a Inglaterra?

- Sí, en esa misma, estaba encerrada en una caja porque me atraparon por equivocación y el dueño dijo que me vendería en partes porque sacaría más ganancia...

- Y esa noche me quedé tarde para sacarte de ahí, dejándote en un río cerca, por unos cultivos.

- ¡Porque te dije que me dejaras ahí! De esa forma encontraría mi regreso con Lawan.

- Ay no, ¡ya cállense!

 

Abrí por completo los ojos cuando Do se escuchó claramente y creo que esta también se sorprendió por mi reacción.

 

- Oh, creo que ya nos está identificando, - decía Tuyen quien se acercaba más a nosotros, algo que me hizo recordar que no debía de confiar tanto en ella - le costó menos de lo que hubiera adivinado.

- No lo creo, - refutaba do - bueno... puede ser.

- ¡Claro que nos entiende! - El tono de voz de A'hn parecía más animado, aunque seguía confundido de entender bien lo que conversaban - Quizás nunca conociste a nadie vivo que hablara parsel, pero cuando vi como me llevabas con cuidado entendiendo mis indicaciones, sabía que había algo escondido.

 

Esto era demasiado, mucho que decir, mucho que entender y tan poco tiempo. Seguimos nuestras conversaciones a ratos ya que había momentos en los que parecía que sus murmullos volvían a confundirse, eran esos momentos donde me tenía que sostener de algún arbusto o lo que estuviera cerca para no desmayarme.

 

- Regresemos, está oscureciendo.

 

La voz de A'hn llegaba clara nuevamente después de detenernos cerca de un riachuelo para que tomáramos los cuatro agua, alcé la vista y comprobé que era momento de estar de nuevo en la choza del arcano.

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