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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Lassss humanassss fueron enviadasssss en tu búsqueda y de Hyuga.

¿Quién lassss envía y por quéee?

El maessstro Nguyen Thanh.

Esssstá abandonando susss cossstumbresss.

No ssseee, él busssca que logren conectar.

Darla escuchaba el intercambio de palabras entre ambas serpientes y volvió a tironear de la manga de Anne, acercándose al oído de la bruja para preguntarle.

--¿Es ella no? ¿Qué significa lo que dijo? ¿Qué costumbres?

No mucho fue lo que pudo seguir cuchicheando porque a sus espaldas un nuevo sonido de arrastre la hizo sobresaltar. No temía a las serpientes, en cierta forma la fascinaban pero sentir el sonido de una de ellas a sus espaldas y girar para descubrir una “pequeñita” boa constrictor la había descolocado por unos instantes.

Ssssinnn dañossss pero ssssin facilidad , siseó la serpiente y tras ello hubo otra serie de siseos que Darla no entendió, tras lo cual siguió su camino internándose en el manglar y la espesura de esa imitación de las selvas de donde algunas de ellas provenían.

Sssii Larguiiii , respondieron al unísono ambas cobras y se alejaron unos pasos de la pareja de bruja como si quisieran cuchichear entre ellas sin que las dos mortífagas las escucharan.

--¡Ey! ¿Qué está pasando? ¿Quién era esa serpiente, Largui? –Darla miraba alternativamente a la pareja de cobras y luego a su compañera, avanzando unos pasos hacia las dos serpientes tras encogerse de hombros con un gesto de no entiendo nada hacia Anne.

Darla respiró profundo y se agachó con delicadeza, poniéndose a la altura de las dos serpientes, la postura era peligrosa, confiaba en que no le harían nada y en que, caso contrario, Anne reaccionara rápido, y esperaba sobre todo que no las matara o evanesciera o tendrían más problemas.

—Disculpen ¿eres tú Nailah? ¿Por qué esa serpiente dijo sin daño pero sin facilidad? Entiendo que no quieren que nos dañen, pero ¿por qué no debe ser fácil el poder buscarlas y llevarlas con Nguyen Thanh? ¿Y qué fue lo último que dijo que no logré comprender? —miró a las serpientes con curiosidad esperando una respuesta o algo que le indicara si la serpiente estaría dispuesta a acompañarlas o si por el contrario habían perdido incluso a su guía.

No entendía por qué el arcano no quería enseñarles de la manera convencional. Claro que ninguna habilidad era convencional y mucho menos tenía idea ella de qué sería lo convencional en este caso. Quizás había esperado algo así como un diccionario de fonética, una explicación gramática y de técnica, algún ejercicio de relajación mental o de concentración para encontrar en su centro, en su interior, esa conexión con las serpientes que le permitiera abrir su mente y sus oídos a sus siseos.

De verdad estaba algo sorprendida, por una parte gratamente, por poder comunicarse mejor de lo que esperaba, al menos en buena parte, con las serpientes que se había cruzado, pero por otro lado la sorpresa de que el profesor las lanzara así a su suerte. ¿Sería la magia del lugar la que las ayudaba a entender? Aunque en el caso de Anne era de familia. Quizás esa fuera la forma en que el arcano esperaba abrieran sus mentes a la nueva experiencia de conectarse con ese grupo de seres del reino animal y al conocimiento que flotaba en el lugar, gracias a unas criaturas tan ancestrales.

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Se encogió de hombros ante las palabras de Darla. No tenía ni idea de qué método de enseñanza usaba Lawan pero, desde luego, a ella no le agradaba demasiado. Porque no se aprendía dejándolas allí, solas y perdidas, sin saber qué hacer o decir. Aunque debía reconocer que había empezado a entender a las serpientes por pura desesperación... quizás era su forma de trabajar, sí. Pero eso no significaba que tuviera que gustarle a ella, claro.

 

La nueva serpiente que las había llamado humanas apareción y empezó a sisar junto a las otras y, a cada sonido, Anne sentía que el vello se le erizaba aún más. Tenía ganas de apretar las mandíbulas, pero no quería parecer exagerada... ni tampoco perder el pequeño favor que había parecido ganar con Ashia. Entendió palabras sueltas y se formó su propia idea en la cabeza sobre la conversación. Sintió que Darla se inclinaba hacia ella.

 

Sí, parece que es ella. Tú que entiendes del tema... ¿es venenosa? No puedo sacarme esa idea de la cabeza desde que lo dijiste...

 

Se calló de golpe junto con su ahijada cuando una de aquellas criaturas le llegó desde la espalda. Era una boa constrictor, y la reconoció porque su hija Mery tenía una similar. Les dijo algo a las otras dos, algo sobre daños y facilidad. Frunció el ceño, ¿qué tramaba aquel viejuno Lawan?

 

Eso digo yo. Eh, Assshia —llamó a la serpiente que ya conocía de antes. Extrañamente, sentía una cierta conexión con ella que jamás hubiera creído posible con alguien de su especie—. ¿Largui esss vuessstra amiga, verdad? ¿Qué quería decir?

 

Darla añadió algunas frases más que Anne, para su sorpresa, entendió a pesar de que habían sido pronunciadas en pársel. Le encantó la sensación de poder comunicarse con aquellas criaturas, era lo que siempre había deseado... no por ellas, sino por su herencia. Su tradición. ¿Y si aquella habilidad le abría nuevos secretos en el castillo Gaunt? No podía esperar para comprobarlo... si es que conseguía el anillo de habilidad, claro.

 

Humanosss no ssson bienvenidosss en essstosss parajesss —siseo de repente una de las serpientes, a la que Darla había llamado Nailah. Esto parecía haberla ofendido, porque el siguiente siseo sonó mucho más amenazador—. Yo no sssoy Nailah. Sssssssss.

 

Eresss Hyuga entoncesss, ¿cierto? —inquirió la Gaunt entonces, agachándose junto a su ahijada. Como la serpiente no se enfureció, pensó que había acertado—. Vuessstro amigo Lawan quiere que nosss acompañéisss hasssta sssu lado. ¿Nosss ayudáisss a encontrar a Nailah?

 

Las dos serpientes parecieron divertidas ante esa idea y, tras mirarse de reojo, sisearon algo en conjunto que Anne no supo comprender. ¿Habría dialectos dentro del pársel? La idea estuvo a punto de hacerla reír. Finalmente, ambas miraron a las mujeres fijamente.

 

No —la respuesta fue clara y contundente. Tanto que la Gaunt miró de reojo a su compañera sin saber bien cómo reaccionar—. Lawan osss lo encargó a vosssotrasss. Nosssotrasss no essstorbaremosss. Pero tampoco ayudaremosss.

 

Anne suspiró. Era demasiado pedir que todo saliera bien de primeras.

 

Estupendo. ¿Alguna idea de dónde continuar la búsqueda, Darla?

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Darla lanzó un suspiro, que la serpiente no fuera quien ella pensaba la había dejado entre desilucionada y desorientada, al menos, para su grata sorpresa, Anne había descubierto que era la otra serpiente, y ella que había pensado que era africana, mala suya. Lo que sí no esperaba era la respuesta a la pregunta de la Gaunt, un "no las ayudaremos" no estaba en sus planes. Darla casi gruñe, pero se contuvo y en su lugar hizo una larga reverencia ante Hyuga.

 

--Disssculpaa en error Hyuga--dijo mientras elevaba levemente la cabeza y hacía contacto con los ojos de la serpiente para que ésta pudiera ver en su expresión la sinceridad de sus palabras.

 

Mientras se enderezaba escuchaba el intercambio de palabras entre Anne y las serpientes y ante la pregunta de su compañera se quedó en silencio unos segundos, tratando de idear un nuevo plan. Encontrar una serpiente en un manglar poblado de ellas era como encontrar una aguja en el pajar, pero ya se habían pinchado con una aguja, o al menos habían encontrado a la primera de las buscadas.

 

--Bueno Hyuga, ¿pero al menossss podemosss contar con que te quedesss aquí hasssta que volvamosss con Nailah y todasss nosss presseentemoss ante Nghuyen Thanh?

 

Las serpientes se miraron, como dudando unos segundos y luego Hyuga movió su cabeza en forma afirmativa.

 

--Ssssi pero nada mássss.

 

--Nada mássss, muy bien --, Darla dudó y se dirigió hacia la primer serpiente --¿Y sú Assshiaa? ¿Nosss acompañaríasss para ver que hagamosss bien lassss cosssasss? Bassstaríaa que en vuesssstra sssabiduría una de lassss dosss nossss diga sssi vamosss o no por buen camino... por favor.

 

Estaba jugando una basa muy gruesa, confiar en que la serpiente no les dijera que no, que si les indicaría si iban por buen camino al menos, ya no esperaba que las guiaran. Le agradaba la serpiente blanca y negra, por algún motivo sentía una cierta afinidad hacia ella y esperaba que fuera mutuo, al menos así no estarían tan perdidas.

 

--El éxito nosss espera ¿no esss verdad? --agregó mirando a la serpiente, esperando que entendiera la alusión al significado del nombre de Nailah.

 

Miró a su alrededor y vió hacia el lugar en que se había perdido Largui, sospechando que la serpiente había ido no solo a recorrer todo el bungalow transformado sino que lo haría primero hacia donde estaría la serpiente buscada.

 

--¿Empezamos por allí? --dijo señalando hacia una parte en la cual la vegetación parecía ir raleando y al final de la cual había una zona que no era tan boscosa, sino al contrario más bien imitaba el desierto africano, según le parecía a ella.

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  • 2 semanas más tarde...

Saber que las serpientes esperarían hasta que ellas regresaran de la búsqueda de la que faltaba fue un alivio, aunque no suficiente dadas las circunstancias. Lo último que Anne quería hacer era perderse en aquel lugar buscando una dichosa serpiente por encargo de Lawan, que parecía cualquier cosa menos preocupado por la educación de sus dos alumnas.

 

Darla invitó a Nailah a acompañarlas, pero no estaba segura de si accedería. Mientras tanto, levantó la vista hacia donde le señalaba la Potter Black.

 

¿Meternos ahí? Uh... bueno, al fondo parece que no hay tanta vegetación —murmuró, indecisa, mientras intentaba ver un poco más allá. ¿Estaría la dichosa serpiente que buscaban al otro lado?—. Vamos, intentemos encontrarla para ver si Lawan se digna por fin a darnos clase, ahijada. Voy yo delan... ¡teeeeeeeeeeeeeeeeeee!

 

Solo había dado un par de pasos cuando, mientras alzaba el izquierdo para avanzar, sintió que algo rozaba su tobillo derecho. Pegó un salto que estuvo a punto de hacerla caer, y apoyó una mano en el tronco de un árbol cercano, adonde había ido a parar tras el brinco. Se llevó una mano al pecho, jadeante.

 

mi**... qué susto, por Merlín —murmuró. Una serpiente de colores llamativos siseó en su dirección con aparente enfado y siguió su camino, perdiéndose en la vegetación. Mientras tanto, Hyuga y Ashia parecían de lo más entretenidas con lo que acababan de ver. Anne, que se sentía un poco más cómoda con aquellas dos criaturas con las que había conseguido hablar, les sacó la lengua emulando el siseo que emitían ella con sus bífidas lenguas fuera de la boca—. Muy graciosssasss ambasss. Vamos, Darla.

Se sorprendió a sí misma al percatarse de lo que acababa de hacer: combinar pársel y lengua humana un segundo después. Parecía que la capacidad de usar aquella lengua iba haciéndose patente en ella poco a poco. Quizás no era una deshonra para su familia. Una pizca de orgullo la hizo sonreír y retomó su camino, mirando de reojo para ver si Darla se animaba a seguirla. Atravesaron la vegetación mientras la Gaunt se dejaba la vida en observar su alrededor para evitar pisar o rozar si quiera a una serpiente cuando, de repente, llegaron a una zona desértica. Miró a la Potter Black, sin comprender.

 

¿Sabes cómo y dónde se esconden las serpientes en un lugar así? Yo es que entiendo más bien poco de la materia...

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Las serpientes se miraron, como si intercambiaran silenciosa plática, lo cual era un abuso, porque Darla empezaba a comprenderles cuando siseaban, de hecho estaba logrando a responder a esos siseos con los suyos propios, por lo cual que las víperas intercambiaran solo miradas para comprenderse no le hacía gracia, por lo que la dejaban fuera de la "charla". Aunque no tuvo mucho tiempo de protestar, porque mientras una de ellas asentía, Anne ya se decidía a avanzar y...

 

--Pero, ¿qué diantres? --jamás había visto un resorte humano tan perfecto, miró el origen de la reacción y se mordió la lengua para no reír al reconocer a una colorida Lampropeltis triangulum --dissssculpaassss, error de camino --le siseó a la serpiente que se alejaba.

 

Ay, en ese momento amaba haber visto tantos documentales sobre la vida silvestre en su adolescencia muggle. Se acercó a donde estaba la Gaunt y carraspeó mientras tendía su mano a la bruja, por si necesitaba ayuda, aunque se veía bastante bien. Y aunque ella había evitado lanzar una risita, la pareja de serpientes no tuvieron problemas en reírse en voz alta de la pobre bruja. Pero no podía negar que su respuesta había estado a la altura.

 

--Claro, ¿vamossss? --insistió mientras la serpiente asentía y las seguía.

 

La vegetación fue raleando, cambiando, como si un nuevo microclima se desarrollara en el lugar, más bien todo un nuevo bioma, de la casi jungla desde la que habían partido ahora estaba en una zona más desértica y seca. Sus ojos recorrieron los pequeños oasis aislados donde la vegetación erade pobres hojas. Había ciertos montículos de rocas también, Darla se acomodó los cabellos y miró para todos lados y luego a Anne.

 

--Ehmm... creo que entre las rocas o enterradas en la arena --trataba de recordar los capítulos sobre serpientes del Sahara.

 

--¿Aissssha? --miró a la serpiente intentando obtener una pista.

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  • 2 semanas más tarde...
La búsqueda por las serpientes que debían acompañarlas a su bungalow continuaba para las brujas, observando desde la distancia Lawan permanecía casi inmóvil, excepto por la respiración paulatina que era a penas perceptible por el ligero movimiento de su pecho. Considerando, la posibilidad de ayudar a las mujeres con su misión, negó con lentitud, habían conseguido que al menos una de sus dos niñas accediera a dirigirlas por el Oasis, faltaba una... la que sin duda, siempre representaba un reto para todos los alumnos que inexplicablemente terminaban acercándose a ella.


--Vengan... no se lo pongan más difícil a las mujeres. --siseó en voz casi tan baja que parecía un susurro pero que las víboras sin lugar a dudas comprenderían-- Tenemos que continuar con la lección.--añadió más para sí mismo, que para la boa que aún permanecía casi sobre sus pies.


Mirando el interior de su vivienda, se encaminó hasta uno de los estantes y tomó entre sus manos un pequeño frasco con el contenido azul, el cual sin duda ayudaría a la siguiente fase de su aprendizaje. Si bien, inicialmente había tenido el interés de ayudar a Anne a vencer su fobia por las serpientes, parecía que la mujer lo estaba haciendo bastante bien sin su ayuda, por lo que confiaba en que no representará peligro alguno lo que estarían por hacer.


En cuanto a Darla, la mujer había demostrado cierto respeto por las criaturas y no temor, sino, un tanto de desconcierto porque no tenía muy desarrollada su habilidad, por lo que tendrían que trabajar en ese momento para conseguir una mayor fluidez y reconocimiento de su poder interior para que todo fuese mucho más sencillo para la bruja en un futuro, si es que pretendía vincularse con la habilidad de manera exitosa.


Colocando el líquido azul, en dos palanganas y posteriormente añadió un poco de leche de coco, consiguiendo que el color azul se transformara en un aqua que sin duda, pretendía emular cierto parecido con el fondo marino. Asimismo, la leche con sabor a coco, disfrutaba bastante bien el sabor del brebaje, permitiendo que fuese ingerido sin problemática alguna por las dos brujas que en ese momento, se encontraban dirigiéndose hasta su posición.


--Es momento de continuar, espero que estén listas para lo siguiente --comenzó con su explicación, tomando asiento en una pequeña silla delante de la mesa--. ¿Lograron comunicarse con mis hijas? --soltó sin siquiera esperar-- Beban el brebaje.


Sus últimas palabras, sin duda fueron una orden. El contenido de los recipientes, conseguiría que las féminas, entraran en un pequeño trance, en el cual les permitiría notar cuando había sido el momento exacto, en el que se habían dado cuenta que poseían el don de hablar la lengua de los bífedos, y de cómo se habían sentido en ese momento, para posteriormente, poder exteriorizarlo y tomarlo como punto de partida, así como la conexión que tenían con las criaturas, se acentuaría un poco más.


Mirándolas, espero con un poco de impaciencia a que siguieran sus órdenes.

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Un suave murmullo de arena y siseo la hizo girar con velocidad, cosa no del todo buena si pensamos que a las serpientes no les gustan los movimientos bruscos. Antes de que Anne se moviera la vampiresa ya se había adelantado hacia el conjunto de rocas a unos metros desde donde había sentido el sonido.

 

Humanassss…

 

Darla se detuvo inclinándose sin temor, para quedar frente a unos ojos rasgados en vertical, un estremecimiento recorrió su espalda pero no titubeó, aún acuclillada realizó una reverencia frente a la serpiente cuyos ojos había encontrado en primer lugar.

 

—Missss resssspetossss —siseó para agregar seguidamente —el maesssstro Nguyen Thanh nossss envió a busssscar a Nailah y Hyuga para acompañarlassss ante él… Hyuga nossss esssspera allá —señaló hacia donde había quedado la otra serpiente a mitad de camino de la choza del arcano mientras que más cerca estaban Anne y Aisha, lo cual le recordó a la Potter Black las presentaciones —ssssomossss Darla y Anne —agregó señalando su pecho en primer lugar y hacia donde estaban esperando Anne y Aisha.

 

La serpiente parecía dudar, la miraba con desconfianza y luego intercambio unos siseos con Aisha que se había acercado a ellas junto con la Gaunt.

 

¿Sssson ellassss?, alcanzó a distinguir al principio de la frase y luego un par de palabras que no supo interpretar antes de que la respuesta de Aisha se dejara escuchar.

 

Ssssi.

 

La serpiente asintió y agregó con expresión seria, que por un momento preocupó a la pelirroja al dudar antes de aceptar acompañarlas. Las serpientes comenzaron a avanzar de regreso hacia el bungalow y tras ella iban las dos mujeres.

 

—Creo que no lo hicimosss tan mal ¿verdad?—comentó la Potter Black a su madrina sin darse cuenta que había hablado parte en parsel parte en humano.

 

No alardessss Darla, siseó Aisha deteniéndose un segundo girando su cabeza hacia la pelirroja, quien hizo una inclinación en señal de respeto y disculpas hacia el trío de serpientes que las acompañaban hacia donde las esperaba Nguyen Thanh.

 

El quinteto llegó a donde estaba el arcano y Aisha siseo que las esperaría fuera, ya que ella no había sido convocada por el arcano. Las brujas ingresaron tras las dos serpientes que se ubicaron al lado derecho de la entrada al lugar.

 

—Maestro las encontramos —empezó a decir la Potter Black cuando el vietnamita les preguntó pero inmediatamente una nueva orden les fue dada a las brujas.

 

Darla entreabrió los ojos y se acercó a observar la ¿palangana? en donde un líquido semi espeso de un color aqua, un azul claro del cual se desprendían dos aromas entre mezclados, uno lo reconoció como coco y el otro no pudo identificarlo con seguridad.

 

—Me alegra que continuemos y beberé, pero me gustaría saber qué es y para qué sirve —expresó la vampiresa mientras tomaba entre sus manos el contenedor del brebaje que debía consumir, sus ojos pasaron del vietnamita hacia su madrina y luego a las dos serpientes que estaban enroscadas y bajaron la cabeza para luego observar a Aisha en la entrada quien pareció asentir, como dándole tranquilidad a la bruja que acercó el recipiente a sus labios.

 

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Ahora estaban en una zona nueva, menos boscosa que la anterior. Al menos, pensó la Gaunt, se veía el suelo con más claridad. Quizás así evitara encontrarse serpientes por sorpresa, sufriendo pequeños micro infartos en cada ocasión. Aún sentía el pulso acelerado por el anterior sobresalto.

 

Darla, ni corta ni perezosa, se inclinó sobre las piedras que había señalado un instante antes y se quedó mirando de cerca a una de aquellas criaturas que salía de repente, con sus rasgados ojos clavados en las dos intrusas. Su ahijada mostró su valor hablando con ella y explicándole quiénes eran y porqué estaban allí mientras que Anne prácticamente había retrocedido un par de pasos para quedar justo detrás de Aisha. Cuando Darla la presentó, alzó levemente la mano hacia la serpiente a modo de saludo y luego cayó en la cuenta de lo que acababa de hacer. «Se necesita ser anormal para saludar con la mano a una serpiente», pensó, mordiéndose la lengua para evitar reirse de sí misma.

 

La serpiente intercambió con su compañera un par de siseos y luego se encaminaron de regreso hacia donde Lawan las esperaba, con Darla justo a su lado. La miró cuando la escuchó hablar.

 

Dilo por ti, querida, has estado deslumbrante —comentó sin molestarse en intentar hablar pársel tras escuchar el comentario de Aisha respecto a las palabras de la Potter Black—. Yo tenía ganas de salir corriendo desde el primer hasta el último minuto. O quizás de transformarme en águila... habríamos terminado la búsqueda rápidamente —añadió, bajando la voz para intentar que las serpientes no la escuchasen. No quería que se ofendieran por su comentario, y menos aún que se lo dijeran a Lawan.

 

Vieron al arcano un poco por delante, quien las recibía con un aire renovado. Quizás ahora se sentía un poco más convencido de darles clase. Les indicó que debían beber algo que había servido en dos cuencos idénticos. Mientras Darla cuestionaba sus órdenes con educación, Anne puso los ojos en blanco y tomó uno de los cuencos.

 

Al cuerno con todo, yo solo quiero aprender y si hay que beberse esto pues... lo bebemos, Darla —y sin pensárselo dos veces, se llevó el recipiente a la boca y bebió todo el contenido en un par de grandes tragos. Se quedó mirando al vietnamita entonces con los ojos entornados, confiaba en que no la habría envenenado. Pero el sabor del coco mezclado con asaberqué no le hizo demasiada gracia y, tras depositar el recipiente de donde lo había tomado, hizo una mueca de asco mirando a la Potter Black—. Bébetelo rápido, que como te pares a saborearlo vas a echar hasta la leche del primer biberón que tom...

 

Dejó de hablar de golpe cuando sintió que la cabeza le daba vueltas. Se tambaleó ligeramente intentando no perder el equilibrio (y menos aún la dignidad), pero comprendió enseguida que terminaría en el suelo sin remedio. ¿Acaso la habría envenenado? Tras fulminar al arcano con la mirada, se agachó para dejarse caer en el suelo con las piernas estiradas y la espalda recta, intentando formar un ángulo recto con el cuerpo. Alzó ambas manos y se sostuvo la cabeza mientras cerraba los ojos. De repente se sentía somnolienta...

 

 

Unas imágenes que no recordaba guardar en su memoria comenzaron a desfilar por su mente. Recordaba el lugar, Miyajima, porque le había pedido a su padre mil veces regresar a ese lugar cuando solo era una adolescente. Pero aquellos recuerdos pertenecían a la primera visita que había hecho al santuario, cuando no tenía más de siete años. Se recordaba bajita, paliducha y enclenque, no llevaba demasiado tiempo con Shiro, pero éste había tenido que llevársela hasta aquel lugar ya que tenía algún asunto que atender del que no recordaba prácticamente nada. La hora y media que su padre se había ausentado la había pasado ella deambulando por los alrededores cerca del agua con la mirada clavada en el cielo, soñando con el día en que pudiera visitar cada rincón del planeta que le resultara interesante.

 

Recordaba que estaba tan absorta con aquellas ideas que había tropezado con algo y había caído de bruces al suelo, mojándose el bonito vestido verde que su padre le había puesto. Se levantó a regañadientes y, al girarse para ver qué era aquello con lo que había tropezado, se encontró con una mirada de ojos rasgados que la dejaron inmóvil donde estaba. Era una serpiente de ojos y escamas oscuras que siseaba hacia ella mostrándole su bífida lengua. Recordaba haberse encogido sobre sí misma ante aquella visión, le incomodaba su piel. Su lengua. Sus ojos...

 

De repente, sintió que la criatura se interesaba por ella y su caída. Se sobresaltó tanto que miró en todas direcciones para ver de dónde venía la voz. Pero no había nadie. Entonces volvió escucharla hablar con más claridad y se tapó los oídos con los ojos a punto de salírsele de las cuencas: ¿cómo podía entender a una serpiente? Sacudió la cabeza y corrió como nunca, perdiendo uno de los zapatos por el camino. Y bloqueó aquel recuerdo en su mente, el cual quedó dormido en su interior hasta aquel día.

 

 

Abrió los ojos de nuevo lentamente procesando aquella nueva información. ¡Ahora recordaba aquel suceso! Una sensación incómoda la hizo rascarse la cabeza con gesto pensativo. Llevaba tanto tiempo atormentándose por no haber heredado aquel rasgo distintivo de su familia... que había olvidado que no se trataba de herencia, sino de que había bloqueado aquel conocimiento adrede. Miró a las serpientes que aguardaban junto a Lawan con otros ojos. ¿Sería capaz de dominar aquel miedo alguna vez?

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Lawan no había respondido cuando una ahora decidida Anne le indicó que bebieran, Darla la observó tomar el recipiente y vaciarlo casi de un trago. Ella aún dudaba, no le molestaba arriesgarse, había pocas cosas que pudieran realmente matarla, no pensaba que aquella fuera una de ellas, no sentía el olor a la verbena y dudaba que la leche de coco pudiera disimularla. Se encogió de hombros casi resignada cuando un susurro llegó a sus oídos, terminándola de convencer, reconoció la voz de Aisha.

 

Bebe Darla.

 

Bueno, allá iba, tomó el recipiente y cuando estaba por llevarlo a los labios Anne le sugirió que lo hiciera rápido, por lo cual empezó a obedecerla. Su madrina estaba mandona hoy. Había casi vaciado todo de un trago con esa mezcla extraña de coco y vaya a saber qué cuando su compañera, que aún continuaba indicándole que no fuera a devolver todo, se quedó en silencio y cayó al piso. Dudó…

 

No temassss, una vez más la voz de Aisha y apuró lo que restaba de bebida azulina, con una mueca por el resabio final.

 

Preparada por lo que le había ocurrido a su compañera se encogió, pero a pesar de estar acuclillada cayó de lado, abrazando sus piernas, y con una sensación de vacío y torbellino mental. Sus recuerdos parecían entrelazarse, mezclarse, como en años no le había ocurrido con los recuerdos de su alter ego. Dentro de su mente un grito ahogado de Scarlet la hizo estremecer. Por supuesto, no había sido ella, Darla la que había sabido podía hablar con las serpientes, ahora lo sabía, ella, el recipiente de la Akane podía sentir muchas de las cosas que la vampiresa original había sido, sentido y vivido.

 

La mente de la bruja viajó cientos de años atrás, en Rumania. Las tierras de la familia de Scarlet eran muy extensas, dentro de sus propiedades estaban los restos de una mansión, aquella que Aidan había pretendido comprar a los padres de la joven. La pelirroja adolescente tenía unos quince años cuando cabalgó allí con sus hermanos, era un paseo tranquilo en la tarde. Y lo recordaba muy bien porque había sido la primera vez que vió al que luego sería su maldición, Aidan, su futuro amante y padre de su único hijo. La causa de su muerte.

 

Entonces Scarlet no lo podía saber, pero el vampiro había puesto sus ojos en ella y había empezado a pergeñar su plan. Quizás por eso, mientras recorría las ruinas, desafiada por sus hermanos, ocurrió el primer encuentro que luego no recordaría, pero que ahora venía a su mente.

 

Los restos de aquel castillo decían los lugareños estaban encantados, y sus hermanos se burlaban de ella diciéndole que no se animaría a recorrerlos, pero Scarlet siempre había sido una joven valiente, a su manera. Caminaba entre los restos del castillo destruido cuando se detuvo a mirar a Aidan, a varios metros de ella, cabalgando con los suyos en el camino lejano. Ella lo había creído una coincidencia, pero le encantó ver a aquel hombre apuesto y gallardo, se quedó como embobada varios minutos observándolo, mientras él se pavoneaba, buscando en realidad llamar su atención.

 

Ten cuidado Ssscarlet… no confíessss en Aidan… lossss Vladesscusss sssson peligrosssossss.

 

La joven se volvió, buscando el origen de aquella voz siseante, quién podía hablar arrastrando de esa manera las eses, pero no vio a nadie. ¿Sería cierto que en aquel lugar había fantasmas? Se estremeció y buscó en su bolsillo, pero ¿qué podía hacer con un pequeño estilete contra un fantasma?

 

No temassss, le susurró esta vez la voz más cercana a ella. Miró para todos lados, intentando entender de dónde provenía, desde abajo, era extraño, había allí solo escombros y nada más. Entonces la vió, reptando por el suelo ruinoso. No llegaba a un metro de largo, con una cabeza cubierta de escamas irregulares, lidas salvo por las que estaban sobre sus ojos, que estaban levemente levantadas.

 

Scarlet se sorprendió pero reconoció a las serpientes que solían estar en la zona desértica rumana, una víbora cornuda. Tenía una escama nasal que era lo que le daba el nombre, según le habían dicho. Se estremeció, mientras muchas ideas pasaban por su mente: era una serpiente extremadamente venenosa y ella juraría que le había hablado pero sobre todo que ella le había comprendido. No sabía cuál de las dos cosas la aterraba más.

 

La adolescente observaba como hipnotizada a la serpiente, viendo cada detalle: el patrón de color era en la cabeza de un castaño obscuro irregular. Una gruesa franja negra corría desde detrás del ojo hasta detrás del ángulo de la mandíbula. La lengua negra y el iris dorado. Tenía una mancha oscura en forma de V en la parte posterior de la cabeza, que conectaba con un zigzag dorsal. El color ventral iba en un degradé de diferentes tonos de grises rosáceos y el zigzag dorsal era gris obscuro, con un borde aún más obscuro y tenía una fila de manchas obscuras y amarillentas a cada lado, unidas a una banda ondulada.

 

—No puedes haberme hablado —susurró aterrada extrayendo ahora sí el estilete, sí servía contra una serpiente, si no la picaba claro.

 

No te haré daño, volvió a sisear la serpiente, conozzzzco a tu familia y conozzzco a losss Vladessscussss, cuídate de Aidan, repitió la serpiente mientras serpenteaba alejándose entre los escombros.

 

—¡Espera! —chilló Scarlet --¿Por qué debo cuidarme? —pero ya era tarde, la serpiente se había alejado y sus hermanos la llamaban, al escuchar su grito pensando que algo le había ocurrido.

 

Cuando le preguntaron simplemente dijo que algo se había movido entre los escombros, ellos lo asociaron a un ratón y se burlaron de ella. Pero ¿qué podía hacer? ¿Decirles que una serpiente le habló y le hizo una advertencia de uno de sus vecinos, Aidan Vladescus? La creerían loca o se burlarían aún más de ella, diciendo que el miedo la hacía delirar. Y así ella olvidó aquel detalle, un gran detalle que le hubiera ahorrado tantos sufrimientos y que incluso quizás la hubiera salvado de su destino, de ser vampiro y de intentar crear un horcrux en la que ahora estaba atrapada. Pero también hubiera impedido que naciera su hijo, Corvus, aunque el joven había vuelto a perderse en su pasado como Potter Black…

 

Darla gimió, estiró su cuerpo y aulló de dolor con el recuerdo y la convulsión que le siguió, su respiración se hizo cada vez más agitada para luego ir bajando hasta casi desaparecer. ¿Por qué volvía a esa parte humana innecesaria en ella? No lo sabía pero en tiempos de tensión siempre pasaba.

 

Se pondrán bien, siseó en su oído Aisha que había reptado hasta acercarse a ella. ¿Cuánto tiempo había pasado mientras estaba ahí tirada? ¿Y quién había visto aquel recuerdo? Scarlet dentro de ella parecía ofuscada, furiosa y desorientada, todo a la vez, demasiados sentimientos involucrados. Sus ojos buscaron a Anne y a Lawan, intentando saber cómo estaba ella y qué esperaba él.

Editado por Darla Potter Black
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El Arcano era paciente pero no condescendiente. Por ello, que una de las alumnas cuestionara tanto la orden recibida le causó cierto desazón que se tradujo en un gesto de rechazo en el rostro del Vietnamita. La Vampira estaba siendo demasiado preguntona. Lawan no estaba acostumbrado a que le cuestionaran. A pesar de ello, sólo arrugó levemente el entrecejo y observó a la mujer, quien llevó el recipiente en sus labios. Su compañera accedió a beber sin tantos aspavientos aunque se quejó del sabor del líquido que tragaba. Cerca, se oyó el crujido de la madera al pasar algo cerca de allá, murmurando palabras contra las mujeres por su atrevimiento. Era el Basilisco, siempre cerca del Arcano, a quien protegía de cualquiera que le llevara la contraria. El Encantador de Serpientes chasqueó la lengua y le ordenó que no se acercara. Aún no...

 


- Beber - volvió a ordenar sin pronunciar ahora ninguna palabra. - ¿Qué es? Un brebaje. ¿Para qué sirve? Lo sabrán enseguida. No hay discusión a mis órdenes si quiere seguir bajo mi techo, señorita.

Lawan era educado y no añadió nada más que pudiera sonar embarazoso para las dos mujeres. Lawan también era un hombre muy independiente y no le gustaba aquello que sonaba a norma social. Era el profesor de las muchachas pero... ¿por qué debía esperar a su lado a que recordaran cuando podía pescar allá fuera? Él sabía que ambas entendían el parsel, a juzgar porque ninguna protestara aunque estuviera siseando y salivando al aire que las esperaba fuera, junto al río artificial, para disfrutar de la hermosa y apacible tarde.

Cuando tuvieran lo que necesitaban, vendrían a él. Eso le comunicarían sus amigas las serpientes que habían quedado a su cuidado, las que le llamarían si algo se salía de lo habitual. Lawan sabía que, en este momento, cada una necesitaba de cierta intimidad para recordar su primer momento, que tal vez compartirían a la otra o tal vez no; eso dependería de su relación que, a simple vista, parecía cercana. Lo que era seguro es que, después, él les ayudaría a vincular ese recuerdo con el entendimiento y la relación franca que necesitaba un reptante para confiar en un humano.

Sonrió a ambas. La señorita Gaunt fue la primera en reaccionar al recuerdo vivido. Le saludó con una inclinación cortés de condescendencia y complacencia mezcladas en el gesto. También la vampiro se recuperó de su propia experiencia. Si lo que había visto le sorprendió de alguna manera, no lo dejó entrever cuando la contempló en la convulsión que le producía... El Arcano sabía que su dolor no derivaba de saber que tenía la habilidad del Parsel desde jovenzuela sino porque eso había despertado experiencias conflictivas, más bien negativas, que ella creía que podría haber evitado.

 

Lawan reconocía que ambas tenían un potencial fuerte que merecía la pena desatar. Recogió el sombrero típico de su país natal, una caña de pescar y un buen surtido de cebos y las abandonó allá, tal vez interpretaran que se iba sin preocuparse por ellas, aunque no era cierto. Después de lo vivido, seguro que a las dos les convenía un poco de paz en el exterior. ¿Y dónde mejor paz que pescando?

 

Allá seguirían hablando con las serpientes. El Arcano había decidido que, al fin y al cabo, sí podría enseñarles algo.

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