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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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- Joven Niko, su clase de habilidades empezará pronto. Eso han informado los Directores de la Universidad - El elfo del Tonks había recibido la aceptación a la solicitud para tomar clases con el arcano Lawan así que tendría que moverse muy rápido para llegar a la Universidad Mágica y tomar una clase de habilidades por última vez - Claro y recuerda que será la última que tenga con un arcano - Niko había decidido mucho tiempo atrás que no tomaría Nigromancia, una habilidad en contra de todos sus valores y de todo lo que pensaba era correcto, así que Lawan sería su último maestro.

 

Lawan era de los arcanos que más curiosidad le producían y en su época como Director de la Universidad mágica no había logrado conocerlo mucho. Sabía que vivía lleno de animales y eso le preocupaba un poco al Tonks así que su elfo lo acompañaría al menos hasta llegar la vivienda del arcano en donde tendría que irse o quedarse pero desde lejos observando que todo estuviera bien. Los animales y, en particular, los bichos nunca habían sido de su agrado así que también se trataba de vencer sus propios miedos.

 

Niko y su elfo conocían bastante bien los caminos de la Universidad y la ubicación de las viviendas de cada uno de los arcanos. Había tenido que acudir muchas veces a sus lugares para darles a conocer sus nuevos alumnos o simplemente para recibir un poco de información acerca del proceso pedagógico que se estaba llevando en cada una de las clases. Así que lograron llegar rápidamente hasta la vivienda de Lawan.

 

- Espero se encuentre en casa - Niko no sabía si el arcano se encontraba o no pero su elfo se alejó para evitar algún problema - No recordaba que había tantos animales - Era natural la cantidad de animales que había en el lugar pero le aterraba verlos a todos juntos y tan cerca de él. El Knight se limitó a respirar profundo porque sabía que era parte del aprendizaje y lo que tenía que lograr superar para poder aprender una nueva habilidad.

 

- Buenas - Fueron sus palabras esperando que el arcano pudiera escucharlo y dejarlo entrar o sino tendría que esperar hasta que volviera.

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Genial, pensó la Potter Black cuando vió que el vietnamita había tomado su sombrero y unas cañas de pescar, aún sentada en el suelo, en canastita, observaba a la serpiente que se mantenía a su lado, como cuidándola. A su mente vino la cara de "no me gusta me cuestionen" que había hecho el arcano cuando ella quiso saber antes de actuar. El vampiro debería saber que ella no era un soldado o una simple alumna adolescente, estaba acostumbrada a hacer muchas cosas, pero por una buena razón, y hasta su alter ego había sido una comandante más que salvaje en sus tiempos.

 

--Supongo que tenemosss que seguirlo --comentó intercambiando miradas entre Anne, que no terminaba de reaccionar y Aisha que pareció asentir mientras un basilisco se alejaba con aires de ofendido, Darla podía sentir que no se sentía del todo satisfecho con las dos brujas, pero que parecía aceptar que estaban encaminando sus pasos.

 

--Anne ¿te encuentras bien? --preguntó a su compañera, mientras se ponía de pie y se acercaba a ella tendiéndole una mano. ¿Tendrían que contarse sus experiencias? Consciente ahora de que solo había visto caer a su compañera y cubrirse la cabeza entendía que ni una ni otra había visto su experiencia con las serpientes. ¿Habría sido la de Anne también su primera vez? ¿O cada una tendría el recuerdo de una experiencia que la marcó?

 

Él lasss espera, les recordó Aisha mientras comenzaba a serpentear hacia el exterior, Darla recordó que el arcano no había llevado una caña, sino tres, interesante, ¿pretendería que pescasen ellas también? Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se había dedicado a ese ¿deporte, entretenimiento, hobby? No tenía idea de cómo llamarlo.

 

Había sentido los pasos acercarse, pero concentrada como estaba en la atención de su madrina no había prestado atención a quién podía ser, estaba segura que en aquel lugar no había ningún peligro, y de alguna manera sabía que las serpientes, en particular Aisha, la protegerían. Por eso cuando se escuchó el saludo desde el exterior dió un respingo y su innecesaria respiración se aceleró. Los ojos de la Potter Black se dilataron, una mezcla de sentimientos y demasiados recuerdos vinieron a su mente.

 

Las imágenes de la Mansión Potter Black y de otros lugares cuya fachada resultaba borrosa sacudieron su mente. La catarata de recuerdos y afectos que surgían. La visión de la perdida Masnión Karwrithg, el que había sido su segundo hogar al llegar a Ottery, la sacudieron. Era extraño, por un lado la añoranza y por el otro el ¿odio? No, no era un sentimiento tan negativo. Era resentimiento, por primera vez en tanto tiempo se dio cuenta que sentía resentimiento hacia ese hombre que le había abierto las puertas de Ottery, y de algo más, que le había enseñado magia y duelos, pero sobre todo, que cuando más lo había necesitado, la había abandonado. Se mordió un labio y dijo con voz queda.

 

--Creo que Lawan tiene un nuevo aprendiz --respiró profundo, no quería llorar y por primera vez tuvo que apretar con fuerza los anillos de oclumancia y metamorfomagia entre sus dedos, porque sus emociones y pensamientos amenazaban con salir a la luz, los lazos familiares y los afectos afectaban de manera extraña a una de las mujeres más frías, que no lo había sido en su juventud.

 

--El arcano nos espera, espera si quieres al nuevo alumno, me voy adelantando --dijo de repente, incapaz de hacer frente al hombre que acababa de llegar y al que alguna vez llamó... padre...

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Aún seguía dándole vueltas a lo que acababa de recordar cuando se percató de que seguía sentada en el suelo. Dio un respingo y se levantó, mirando a su alrededor para ver en qué estado se encontraba Darla. Antes de verla a ella, vio cómo Lawan se alejaba de ambas tras dedicarle una mirada que no supo interpretar. ¿Comprensivo, complacido?

 

La voz de Darla la arrancó de sus pensamientos. La examinó con la mirada, y sonrió lentamente.

 

Sí, me encuentro bien. Mejor que antes, creo —añadió con tono débil, como si tuviera miedo de que el volumen pudiera derrumbar el descubrimiento que acababa de hacer. ¡Había heredado los poderes de sus antepasados, no era una vergüenza para la familia! Aquella idea parecía reconfortarla más que cualquier cosa en aquel instante, aunque seguía sintiendo escalofríos al mirar a las serpientes que había cerca de ellas—. Sí, habrá que seguirle.

 

Pero alguien más llegó y Anne se quedó inmóvil. Enseguida reconoció a Niko, quien era un compañero del Consejo de Warlocks y con quien había compartido la dirección de la institución en la que estaba estudiando en ese momento. Vio que aquello afectaba a Darla y la rozó en el brazo con suavidad.

 

No, no, puedo saludarle más tarde. Voy contigo, venga —le respondió entonces. Tiró de ella suavemente para alejarla del lugar en el que había parecido Niko y caminaron hacia Lawan, que aguardaba con tres cañas de pescar. Eso hizo que la Gaunt frunciera el ceño. ¿Pretendía que compartieran aquella actividad con él? Ella no iba a hacerlo. Chasqueó la lengua y siguió avanzando sin saber si la Potter Black la seguía o se había quedado atrás.

 

Paró cerca del arcano y le observó, así como se fijó en algunas serpientes que había cerca. No conseguía acostumbrarse a ellas, aunque al menos se le habían pasado las ganas de gritar.

 

Ese brebaje... ¿tenía alguna función especial? ¿Qué hemos visto exactamente? —preguntó con cautela. Quería asegurarse de que sus cábalas no eran erróneas. Se quedó allí, de pie tras él, esperando algún tipo de respuesta o indicación para continuar con su aprendizaje.

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Las palabras de Anne de que se encontraba bien la habían dejado más tranquila, aunque su tono parecía agotado, pero no la culpaba, ella misma, aunque no fuera su propia experiencia se había sentido agobiada. La historia que Scarlet le ocultaba iba mostrando sus hilos cada tanto y empezaban a conformar lentamente, muy lentamente, un tapiz de lo que había sido la vida de la rumana. La vida y la muerte, pensó en las palabras que la serpiente le había dicho, ¿cómo no culparla por esa sensación de que si no hubiera tenido miedo, si se hubiera atrevido a hablar del tema hubiera salido adelante y todo habría sido mejor?

 

Scarlet lo supo años después, su familia tenía una larga tradición de hablantes de Pársel, pero siempre habían preferido que su hija más pequeña no supiera de los lazos mágicos de la rama materna. Ego del padre quizás, pero sus hijos, aunque lo habían logrado ocultar, tenían magia, y si no desarrollaron un oscurus fue porque su madre era una experta en obliviarlos luego de hacerlos practicar. Pero esos detalles de la vida de su alter ego eran solo vislumbrados por ella en momentos como ese. Aunque Scarlet estaba casi siempre en conocimiento de las cosas de Darla la situación no solía ser recíproca.

 

Todos esos pensamientos se habían diluído en los propios de Darla cuando su padre había aparecido ¿era su padre? ¿o le había mentido al llegar a Ottery? Ahora se planetaba eso, y aunque la había protegido y cuidado en un principio luego todo había quedado en la nada. De nuevo envuelta en esas sensaciones salió de ellas con el golpecito que Anne le dio en el hombro.

 

--Si, sí --, murmuró a desgano, saliendo por la otra entrada que llevaba hacia el río, o un lago, no le quedaba muy claro qué era el lugar.

 

Desssspeja tu mente, le siseó Aisha que la observaba con una mezcla de afecto y preocupación. La serpiente había tomado bajo su protección a la bruja, sin que ella lo supiera e intentaba guiarla en el despertar de la habilidad.

 

Darla caminó despacio tras Anne, aún en silencio, con Aisha reptando a su lado, observó con curiosidad las cañas y la diversidad de carnadas que el arcano había dispuesto alrededor, sobre una tela como de arpillera blanca. Se preguntó si las serpientes comerían los peces que pescaba el vietnamita o si él los liberaba luego de atraparlos, claro que si se lastimaban con el anzuelo era complicado, aunque nada que un mago de su calibre no pudiera sanar seguramente.

 

--¿Hace ésssto con todoss? --preguntó a la serpiente que seguía a su lado, juraría que ella se río.

 

--Lawan hace lo que cree mejor para ssssusss alumnosss.

 

Interesante, Darla se preguntó por qué creía él que la pesca sería un incentivo o relajante para ellas, camino tras Anne, acercándose a donde estaban las cañas libres y las carnadas, había cascarudos, caracoles, vísceras diversas, juraría que de pollo y pescados y otras que la pelirroja no pudo reconocer. Estaba segura que Anne pondría el grito en el cielo si tenía que encarnar con algunas de aquellas especies, sobre todo con las resbaladizas anguilas o los duros peces cascarudos.

 

Aunque la bruja, al igual que ella antes, estaba más interesada en el brebaje que habían bebido que en las formas de pescar. La Potter Black se acercó, muy interesada en conocer la respuesta a ello. Aunque por el enfurruñamiento de Scarlet y como se había encerrado dentro de su mente casi como si se hubiera dormido no dudaba de que sí debían ser reales las imágenes que habían visto y las experiencias que habían recordado. Porque estaba segura que si ella tenía un recuerdo aletargado Anne también, después de todo ahora se la veía más confiada, incluso considerando que el basilisco de Lawan había pasado junto a ella para ir a enroscarse a los pies del arcano.

 

La vampiresa no dijo nada, sino que sentándose en una piedra cercana, con la serpiente a su lado, observó con curiosidad una de las cañas, esperando que el arcano respondiera a su compañera.

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  • 3 semanas más tarde...

Los ojos de Lawan estaban clavados en el agua del río. Los árboles se reflejaban en la superficie tiñendo de verde la misma. El calor era anormal considerando el momento del año, todo para imitar las mismas condiciones de vida. Tres cañas estaban a un lado suyo, mientras que la de él estaba enganchada entre dos piedras. Tenía las piernas cruzadas y el sombrero vietnamita cubriendo su cabello con canas.

 

El tiempo que uno necesita para escucharse es como el cambio de muda de una serpiente. Llegaba siempre y cuando una persona crecía lo suficiente. Por más Arcano que fuere, en ello no podía entrometerse. Serpientes se acercaron a avisarle que estaban llegando. Aclaró la garganta e inclinó la cabeza a modo de agradecimiento y sus amigas se perdieron en la línea que daba al bosque.

 

Dio vuelta el torso y las vio, junto con Niko. Levantó levemente las cejas, se sorprendió un poco de un nuevo alumno.

 

- Señoritas, estuve pescando un poco. Disfrutando de la tarde. Pero siento que hace mucho calor.

 

Se volvió al río. De repente unas vibraciones aparecieron en la superficie. Lawan chasqueó la lengua. Dos cabezas de reptiles se asomaron lentamente. Llegaron a la orilla y de a poco se arrastraron hacia cada una de sus alumnas más avanzadas. Eran efectivamente dos anacondas verdes de las más grandes en tamaño. Se lanzaron con gran velocidad para enroscarse en las piernas de Anne y Darla y fueron arrastrándolas al río.

 

- Mis hijas pensaban en darles un… chapuzón. Creo que están jugando.

 

Aún bajo el agua, apretaban. Bastante. Lo suficiente para estar al borde de romperles los huesos. Pensar rápido era la clave, porque estaban los peligros de morir bajo el agua, o directamente tener todos los huesos quebrados para llegar a pensar en vivir.

 

Se giró al nuevo.

 

- No te preocupes por ellas, ¿cómo te llamas? Soy Lawan. Estaba pensando que puedes hacerme un favor, me he olvidado una carnada especial en mi cabaña, ¿puedes buscarla? Se llama Hidrón, es una serpiente coral.

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Darla escuchó las palabras del arcano y lo observó, con curiosidad y sorpresa, luego miró a Anne y se encogió de hombros. Era verdad que la tarde estaba calurosa, pero que no respondiera la dejaba más que intrigada, era como si el arcano estuviera dispuesto a ignorarlas por completo. La serpiente de la cual se había hecho amiga, Aisha, le decía que así enseñaba él, eligiendo lo mejor para sus alumnos. Pero la verdad era que de los tres arcanos que había conocido hasta ahora éste era el más indiferente, la habían odiado, la habían maltratado, la habían tratado afectuosamente, habían dudado sobre sus habilidades o capacidades, pero hasta ahora no había encontrado un arcano que hiciera algo y luego actuara como si la consigna que les había dado no existiera.

 

Un suspiro escapó de los labios de la Potter Black pero evitó comentar, ni siquiera con su amiga la serpiente ni con su madrina, lo que pasaba por su mente, claro que se intentaba proteger con oclumancia, pero a esta altura del partido sospechaba que quizás solo sirviera con Anne, no con los demás. Un suave rumor la hizo enderezarse buscando el origen, el propio Lawan miraba en ese momento hacia el lago en el que había estado pescando y, no lo podía negar, le hubiera gustado pescar a ella también. Pero parecía que la pescada sería ella y sospechaba que Nguyen Thanh había sido la carnada.

 

Una vampiresa es rápida, y estaba segura que lo hubiera sido más que la anaconda, pero demostrar recelo, que pudiera ser interpretado como temor no le parecía conveniente en ese preciso momento. Fue por eso, que sin poder evitarlo de forma amable, la pelirroja se vio arrastrada por una de las dos serpientes hacia el centro del agua. Alcanzó a escuchar las palabras el arcano y un alarido molesto escapó esta vez sí de sus labios.

 

—¿Creo? ¿Cómo que creo? —el gruñido de la bruja podría haber espantado a todas las aves de los alrededores y ni siquiera se había dado cuenta que lo había chillado en pársel.

 

Aisha se había acercado al borde de la roca donde ella había estado, estirando su cuerpo hacia lo alto, para ver mejor y de su boca salió un suave siseo.

 

Razzona con ella.

 

Darla puso los ojos en blanco, respiró profundo y se obligó a no utilizar la fuerza vampírica, no quería herir una serpiente y menos terminar herida por ella. Estaba segura de que podía con el animal, pero Aisha tenía razón, lo que buscaban Lawan era que manejara el pársel aún mejor.

 

—Dissculpe, esspero que el párssel sea universsal porque portuguess no manejo… —se sentía est****a —Lawan, el arcano Nguyen Thanh —se corrigió al toque —pienssa que solo quieren jugar, ¿podría apretar menoss miss tobillosss y permitirme nadar a ssu lado para practicar párssel? —era una jugada muy peligrosa —esstoy sssegura que mientrass máss variedad de usstedess conozca y ssuss cosstumbress mejor noss podremosss comunicar e interactuar.

 

Ya, si no era su imaginación el apretón en los tobillos había aflojado un poco, aunque la serpiente no la soltaba del todo, la miraba con curiosidad. Así como ella misma estudiaba al reptil de tres metros de largo, si no había leído mal, era un macho, ya que las hembras eran mayores. Su color verdoso resaltaba con las manchas negras ovaladas y sus amarronados ojos, con destellos verde oliva la observaban, mientras la lengua “olfateaba” el aire.

 

—¿Le he ofendido o atacado de algún modo? Sse que no atacan humanoss ssalvo en defenssa propia. Le pido dissculpass por ambass si hicimoss algo mal.

 

Un suave siseo de parte de la anaconda ¿o del anaconda? ¿Cómo sería la expresión correcta? Como fuere, el siseo le indicó que no le había disgustado lo que le decía, aunque todavía no le respondía a ninguna de sus preguntas, la presión en las piernas había disminuido y, aunque estaban más al centro del lago, no estaban bajo las aguas. Eso, según ella, no era mala señal.

 

Tras ellas podía sentir que Lawan hablaba con el Uzumaki. Evitó fruncir el ceño e intentó escuchar cómo le iba a Anne.

 

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Y Lawan las ignoró, comentando sobre la temperatura y nada sobre sus preguntas. Indigada, la Gaunt alzó ambas manos al cielo con los ojos en blanco y luego las dejó caer haciendo que golpearan sus piernas sonoramente.

 

Ver para creer —masculló, sintiendo que la poca paciencia que le quedaba se esfumaba a pasas agigantados. ¿De qué iba aquel hombre? Además, odiaba la pesca. Y la caza. Y todo lo que dañara a otros seres de los que ella consideraba merecedores de vivir. De repente, algo captó su atención y también la de Darla. El arcano redirigió su mirada hacia el río y pronto vieron como dos enormes anacondas emergían del agua. La Gaunt se estremeció y dio un paso atrás, con la varita agarrada con la mano izquierda.

 

Intentó tirar de la manga de Darla, pero no llegó a tocarla. Sin previo aviso, ambas criaturas se lanzaron hacia ellas y las agarraron por las piernas, arrastrándolas hacia el río. Aunque quiso correr, Anne no pudo zafarse de su presa y cayó estrepitosamente al suelo, perdiendo la varita en la caída.

 

¡mi****! ¡mi****! —bramó, histérica, mientras la criatura la introducía en el río. Alcanzó a escuchar las palabras del arcano mientras intentaba aferrarse a la orilla del río con desesperación—. ¿¡Chapuzón?! Reza para que me ahogue en el chapuzón, porque si salgo voy a mat...

 

No alcanzó a decir nada más, pues la anaconda la sumergió por completo en el agua y solo alcanzó a guardar una bocanada de aire para no tragar agua. Al menos no antes de tiempo. Intentó soltarse del agarre de la serpiente, pero fue inútil. «¡Demonio de bicho, suéltame!», pensó, angustiada. Sentía que su pierna iba a quebrarse en cualquier momento. Una pequeña columna de burbujas salió de su nariz. Un poco del aire que guardaba celosamente acababa de irse, minando así sus reservas. Volvió a patalear para lliberarse, pero la anaconda seguía firmemente aferrada a ella. Intentó invocar su varita, pero no funcionó. «Necesito relajarme. Necesito...». Su subconsciente le respondió: necesitaba comunicarse con aquel ser. ¿Podría usar la Legilimancia con ella?

 

«Oye, amiga... yo no sssoy acuática, y no dissspongo de mi varita. Necesssito ressspirar oxígeno», pensó, rozando la extraña mente de la anaconda con la suya propia. ¿Habría funcionado el hablar pársel con ella de ese modo? Pareció que sí, porque ésta se removió en su pierna. Un nuevo golpe de aire se escapó de entre los labios de la warlock.

 

«Hasss amenazado al arcano».

 

«¡Tú me essstabasss arrassstrando antesss de essso!».

 

«Ssssi quieresss sssalir... deberásss sssentirte másss sssegura».

 

Anne volvió a patalear. ¿Segura de qué? ¿De querer partirle el cuello al anciano que se había quedado plácidamente a la orilla del río? El poco aire que le quedaba se le escapó y sintió que no aguantaría más antes de ceder al impulso de inspirar, aunque lo único que conseguiría era precisamente ahogarse. «Necesssito... aire...».

 

La criatura, de repente, cambió el rumbo y la devolvió a la superficie, aunque alejada de la orilla. Anne sacó la cabeza del agua y tomó todo el aire que pudo almacenar en los pulmones, aún sintiendo el cuerpo de la anaconda en su tobillo. Le costó unos segundos recuperar el aliento mientras sus ojos recuperaban la visión. Por un momento había pensado que no lo contaría.

 

«Losss humanosss sssoisss débilesss».

 

«No, amiga... sssolo tenemosss nuessstrasss propiasss necesssidadesss. Y bien... ¿ahora qué? ¿Nadamosss? ¿Por qué me mantienesss aquí?». Miró de soslayo a Darla, ¿cómo le estaría yendo a ella?

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Y lo que Darla sintió no fue solo el sonido del diálogo de Lawan con Niko, sino el chapuceo desesperado a un par de metros de ella. Anne… se revolvió suavecito en el agua y vió justo cuando salían burbujas en el lugar que estaba su madrina.

 

--¿Esso ess necessario? –preguntó a la serpiente que estaba con ella, viéndola con curiosidad a los ojos.

 

Se preguntó si sería correcto hacer o no contacto visual con una serpiente, asumía que debía depender de muchas cosas, pero en ese momento prefería que la serpiente supiera que ella le estaba siendo sincera con sus palabras, y qué mejor forma que lo viera en su mirada. De pronto, una vez más sintió aflojar la presión sobre sus piernas y pudo patalear un poco, manteniéndose a flote ya no solo con sus brazos.

 

Debeisss perder el miedo ,el siseo de la voz de la serpiente era un poco más grueso que los otros y sorprendió a Darla.

 

Parssel ess nuesstro idioma, entendemosss el de nuessstross paíssses de nacimiento pero parssel esss nuessstro idioma universal.

 

Darla asintió al entender lo que la serpiente le decía, era como si hablaran dos idiomas, el “natal” pársel y de los hombres de su lugar de nacimiento, que era el “oficial” de ese lugar. Se sorprendió e iba a preguntar algo más cuando un nuevo sonido en el agua la hizo volverse hacia donde estaba Anne. Había salido a la superficie y tomaba aire como si temiera nunca más sus pulmones se fueran a llenar.

 

—Esssa esss una buena ssseñal ¿verdad? —pregunó mirando a la anaconada junto a ella.

 

Ssi menoss temor máss diálogo.

 

—Entiendo —murmuró la Potter Black a la vez que asentía —por cierto, sssoy Darla y ella esss Anne ¿cuál ess tu nombre?

 

Me llaman El Barinesss, pero prefiero solo Barinesss, no ssé por qué loss hombress ponen artic.ulosss delante de todo.

 

—Puesss ssi mala cosstumbre … ¿vamosss dónde essstán Anne y tu compañera o aún no aprendemosss bassstante como para volver con el arcano Nguyen Thanh?

 

La serpiente pareció girarse sobre sí misma, observando hacia donde estaban su compañera y Anne, la joven Gaunt, parecía estar aún conmocionada por la experiencia vivida. Darla se preguntó si la licántropa estaría entendiéndose con su contraparte viperina.

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  • 4 semanas más tarde...

Uzumaki se encontraría con un sitio cuasi vacío. Lawan no poseía ese apego a lo material como la mayoría de los mortales, quizás por la cantidad de años que llevaba transitando la tierra o tal vez porque sus únicas compañeras sentimentales resultaban ser las serpientes, y estas no tenían pertenencias. Su cabaña poseía unos tres o cuatro muebles, específicamente tres cojines y un sin fin de cañas de pescar, junto a ellas estaría la caja entretejida con carnada dentro pero sobre la tapa un custodio.

La serpiente de agua estaba enroscada en la tapa, descansando, cuidando el preciado -para ella- tesoro. El joven debería convencerla para que le permitiese tomar lo que dentro había, unos simples plumines y unas cuantas lombrices de caja, algo rosadas, con las que más tarde conseguiría capturar un pez lo suficientemente gordo como para que comieran los dos.

Lawan siseó. Las serpientes que se retorcian junto a Darla y Anne respondieron casi de inmediato y las arrastraron hasta la superficie, no querían ahogarlas, sólo se estaban divirtiendo y fue la excusa que le pusieron a su querido padre, el único que las comprendía y las cuidaba con cariño.

-Ya pequeñas, váyanse.

Latigueó con la zurda cuando una de ellas estuvo a punto de clavar sus pequeños colmillos en el tobillo de Porter Black y ensanchó la sonrisa, burlona, algo cínica, pero complacida.

-Lo habéis logrado, váyanse ustedes también. Su tiempo aquí ha caducado pero nos veremos pronto, tranquilas, a los pies de aquel lago oscuro.

Enseñando las palmas buscó relajar la reacción de las féminas, mientras esperaba a Niko, cuando por poco las hubo echado de allí. Acto seguido señaló por sobre sus hombros el punto de encuentro, cada una tendría una montaña de libros que leer y repasar antes de presentarse a la prueba final por lo que no quería malgastar segundos. Se despidió, en efecto, de ellas, y les dio la espalda.

Un instante después oyó ramas quebrandose bajo el peso de un cuerpo humano. Lawan murmuró algo en parsel, alzó la vista, y se encontró con su aprendiz ¿habría logrado abrir la caja?

-¿Y bien?- Siseó.

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El nuevo arrastre entre la superficie y las profundidades del lago sacó de quicio a la Potter Black, estaba segura que las serpientes no le harían daño, No tanto porque Lawan hubiera dado o no la orden, sino porque la vampiresa sabía que por más fuerza que tuviera la anaconda que la sujetaba ella podía dominarla, no solo con su fuerza sino también con su parla, después de todo, las anacondas no atacaban a personas así por qué sí, lo cual demostraba que eran seres más racionales de lo que muchos humanos est****os podían serlo. Darla tanteo una vez más las aguas, preguntándose cómo lograba el arcanoi mantener el clima tropical de Sudamérica para que la serpiente estuviera a gusto.

 

--Debe sser difícil vivir aquí --le susurró al ofidio que pareció asentir, a la vez que clavaba en ella sus oscuros ojos en ella y luego giró sobre si misma al oír la voz de Nguyen Thanh.

 

La pelirroja aprovechó a acariciar las escamas de la serpiente y no supo si eso o la orden de que se fueran del arcano hizo que la serpiente moviera su boca volviendo a acercar su boca al tobillo de Darla. No podía envenenarla, ya que no era una serpiente de ese tipo, y supo que no intentó morderla y menos ejercer constricción contra ella, fue más bien como si utilizara su lengua bífida para sentir su aroma.

 

Cuidado, fue todo el sonido que emitió la serpiente antes de alejarse nadando apenas dejándose ver sobre la superficie.

 

La Potter Black nadó hacia la orilla, hasta lograr salir y ver con expresión indiferente al arcano, espiando por sobre su hombro cómo le había ido en suerte a Anne. Las palabras del vietnamita en cierta forma no la sorprendieron ya que veía como la serpiente que las había guiado se movía como asintiendo ante las palabras de su ¿maestro? Darla siguió con la mirada hacia el lugar donde el mago señalaba y asintió.

 

--En el lago oscuro será pues, vamos Anne --dijo y se cuidó bien de dejar oculta en su mente tras una fuerte barrera oclumántica la continuación de la frase antes que éste cambiante se arrepienta.

 

Mientras terminaba de aplicar fregotegos a su ropa y cabellos la vampiresa dirigió sus pasos hacia donde el arcano le había indicado.

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