—Aquí estoy.
Después de andar un par de minutos con Nailah en el brazo, vio a las mujeres hablando y rozó el anillo de escucha con uno de sus dedos, para enterarse de qué sucedía sin necesidad de tener que preguntar qué pasaba una vez más y resultar redundante. Se puso al corriente de inmediato y asintió más para sí misma que para otra cosa.
—He hablado con una cobra en el lugar donde había más cuerpos, dice que ha sido obra de humanos. Apostaría que Muggles, dudo que un mago se haya encargado de semejante masacre.
—Quizás alguno que no esté en sus cabales —agregó Nailah, abriendo las fauces hasta mostrar todos sus colmillos una vez más.
Mía seguía acompañada de su serpiente, la que había tomado en el Bungalow de Lawan, pero Lyra estaba acompañada de una que definitivamente no había visto antes. Le dedicó una pequeña reverencia con la cabeza, para que viera su respeto y aprovechó de hacer lo mismo con la otra serpiente presente, una que estaba resultando ser algo así como la guía hacia el río. Habían otras formas de hacerlo, claro, pero seguía apoyando la idea de que la serpiente ayudaría más y serviría como algo significativo para la prueba que estaban llevando a cabo.
¿Dónde se había metido el Arcano? Al recordarlo, giró sobre sus talones para ubicar al vietnamita y notó que no tenía idea de dónde lo habían dejado exactamente. ¿Estaría haciendo algo más importante? Frunció el ceño muy despacio, tratando de adivinar lo que pasaba por la cabeza del hombre y la Mamba Negra pareció captar el cambio de su actitud, porque alzó la cabeza para mirarla de frente y sacar la lengua muy despacio, esperando una explicación. La Nigromante se dedicó a mirarla por un instante y al final suspiró.
—No me gusta esto nada —admitió.
—Tenemos que buscar al culpable y...
—Hacer que pague —completó ella y miró a sus compañeras volviendo al inglés—. Mía, ¿sabemos dónde empezar? Será mejor que saquen sus varitas, no sabemos qué nos podemos encontrar y si son capaces de matar a tantas serpientes, no creo que le molesten una de nosotras.
Y yo no dudaré en matarlos, pensó.