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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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La insensatez era uno de los peores defectos que poseía la humanidad, delante de sus ojos a poca distancia un hombre cegado por la ira. Parecía no haber entendido el mensaje que deseaba enviar a través de sus ofidios, soltar lo que le impedía avanzar con soltura por el camino, aprendiendo a diferenciar lo que realmente tenía verdadero valor para el hechicero. Aprender a discernir entre lo corrector y lo incorrecto, no solo dejarse arrastrar por las ansías de tener más poder del que podía controlar.
— Ellas son indestructibles, ¿acaso no lo ves?. Son tan poderosas como yo, pero no por eso su ego las hace salirse por la tangente y desacatar las ordenes que les doy—siseaba el Vietnamita. Era un accionar decepcionante el del Dumbledore, lanzando hechizos contra las posesiones del Arcano. El podría con solo pensarlo reparar todo lo que fuera destruido o corrompido por la magia, pero lo más importante era intentar que James comprendiera que la prueba comenzó desde que puso un pie en ese lugar.
Hablar por hablar con las serpientes podría hacerlo cualquiera, pero ganarse la confianza de estás para obtener alguna clase de beneficio, si que era una tarea imposible de concretar con éxito.
—Imagina que la persona que más te importa está en problemas. ¿Actuarías de este modo para evitar que pierda la vida?. O intentarías ser un hombre centrado y cabal. Analítico que es capaz de controlar sus desbordadas emociones y encontrar la forma idónea para poner a salvo a ese ser—la voz Lawan era serena y compasiva. Cada uno de sus alumnos poseía cualidades únicas, no le culpaba por la reacción que tuvo ante la negativa de las serpientes.
Deseaba que comprendiera que ser ameno y cordial con los desconocidos, no siempre le aseguraba no ser presa de alguna trampa mal intencionada.
El hablante de parsel, escuchaba con atención las últimas quejas de su alumno—Se aprecia a lo que se le tiene alguna clase de estima o se le ama como a nada en el mundo. Ellas no cederán ante tus ataques, ¿no lo ves?—apareciendo sobre el tronco de un árbol una serpiente un poco más grande que las anteriores. No atacaría a su aprendiz, sino a sus sentimientos más profundos esos que impiden pensar con claridad. Su mente indagaba sobre lo que era más conveniente en esos momentos, el actuar por instinto solo provocaba cometer errores irreparables en algunas ocasiones.
— Muéstrame quién eres realmente, el ser que se esconde detrás de toda esa arrogancia y sed de superioridad—los ofidios se mantuvieran cerca del búngalo, siseando le contestaron moviendo la cabeza. Limar asperezas ayudaría, al joven a concentrarse en su única meta de momento, entablar una charla con los ofidios consiguiendo que estos le siguieran ahí a donde fuera. La confianza que se generaba entre una serpiente y su dueño iba mucho más allá de simplemente poder hablar con ella fluidamente y no darse cuenta que había mucho más allá de eso. Un camino de dos vías se abría delante del Australiano, invitándolo a meditar sobre las palabras de Lawan y su accionar contra el hogar del Vietnamita.
¿Qué haría para obtener un consejo de las serpientes y evitar que la persona más importante en su vida perdiera la vida sin remedio?. El mismo debía autoanalizarse, dejándose en el camino lo que ya no le fuera necesario. Era como dejar caer un trozo de piel de serpiente, liberándose de ese lastre que ya no le era de utilidad, el honre debía emplear el mismo proceso, danzando sobre sus recuerdos para sacar de su vida lo que ya era obsoleto y desechable.
— Escúchame con atención, tu y yo empezamos con el pie izquierdo. Pero debes entender una sola cosa, estoy aquí para guiarte hacia la pirámide donde podrás realizar tu prueba. No puedes matar a las fuerzas que son más poderosas que tu, yo y los demás Arcanos, ya estamos mucho más allá del bien y el mal—quedando en silencio esperaba que su alumno se tranquilizará y comenzará con su verdadera tarea dentro de esos terrenos.

 

 

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Editado por Lawan Nguyen Thanh
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Era la primera vez que me acercaba a la vivienda del Arcano de Pársel. A pesar de que me había matriculado hacía tiempo para poder comprender mejor la lengua de las serpientes, no había contado con el tiempo y la valentía suficiente para sumergirme nuevamente en tan notables estudios, así que había pospuesto aquel momento durante largo tiempo.

 

A pesar de encontrarse en una enorme piedra flotando entre las nubes, el ambiente tropical de la casa del Arcano era exquisito. Había enormes árboles, frondosos, rebosantes de pájaros e insectos, además de algunos habitantes típicos de Japón que habían encontrado en aquel espacio mágico su hogar. El bungalow de Lawan se encontraba oculto entre la vegetación o eso se había intentado, pero aún era distinguible incluso del otro lado del puente que cruzaba un río poco ruidoso pero muy hermoso, de cristalinas aguas, por el que flotaban diversas ramitas caídas y algunas serpientes acuáticas, las que me miraron por un momento, quizá comprendiendo por qué me había acercado allí.

 

Conocía a casi todos los Arcanos. Había tenido contacto con ellos mientras estudiaba y luego de finalizados mis diversos estudios, pero jamás había visto a Lawan de cerca o conversado con él, así que todo sería una experiencia completamente nueva para mí. Me aterraba un poco, como siempre sucedía, no ser digna de aprender de él. El Pársel rara vez había estado presente entre los Macnair aunque tuviéramos una línea estrecha con los Gaunt. Quizá yo era la primera en haber desarrollado el oído y el habla de las serpientes, aunque no lo había puesto en práctica nunca y, a decir verdad, dudaba ahora mismo de que en verdad pudiera hacerlo. Pero debía intentarlo, porque más allá de mis propios temores, la sed de conocimiento me agobiaba.

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El cainita fue meditando cada una de las palabras del vietnamita. Laiwan sin miramientos le explicaba en lo que había fallado, doliera o no cual ponzoña le estaba diciendo sus verdades o más bien, le estaba aconsejando de una manera relativamente extraña. Sin embargo, el cainita sabia que el arcano tenía razón en lo que le decía. El Ragnarok era consciente de que solía dar los mejores consejos, pero que cuando llegaba el momento de él aplicarlos fallaba.

 

El Ragnarok había pasado por demasiadas cosas en su vida, heridas, fallos, aciertos, estaba destrozado por dentro, su alma desquebrajada mientras mostraba una máscara de fortaleza, alegría y seriedad, él, no se mostraba débil ante nadie. Bueno, lo había hecho hacía mucho tiempo, cuando, no había podido salvar a quien amaba y se había quedado allí, estático, mirando como hipnotizado un punto en la pared de su mansión, allí, o más bien, a partir de allí, lo había perdido todo.

 

El hijo de la noche seguía meditando las palabras del hablante de parsel. Estudio al ofidio que se había pasado al brazo de Laiwan para luego ver a su otro acompañante, aquella otra serpiente que no lo había abandonado aun, la cual, fue la primera en acompañarlo en su largo viaje de aprendizaje.

 

-Tú qué crees?, puedo lograrlo? –le pregunto a la serpiente- confías en mi y en qué puedo hacerlo?

 

-Ssssssi –dijo la serpiente- he visssto tu alma, ssse lo que pùedesss hacersss sssi te lo proponesss –afirmó la serpiente.

 

-Está bien, creo que necesitaba oír eso –dijo el cainita para luego posar sus orbes oscuros como la noche en los del vietnamita.

 

Poco a poco la tranquilidad y la paz fue retornando al vampiro. Pero eso cambio al escuchar las últimas palabras e instrucciones del hablante de parsel. Que había querido decir su maestro con aquello? La verdad es que el hijo de la noche no sabía exactamente a qué se refería el arcano. O quizás, si.

 

“Respiró” profundamente buscando un punto en su mente, un lugar en blanco, un lugar donde pudiera guardar todo aquello, cambiar la piel siguiendo los consejos de su maestro., Dibujo una mueca, no sería una mala idea hacer un Horrocrux con aquella parte de su alma de la cual debía deshacerse o dejar atrás, sin embargo, dudaba que Laiwan hablara exactamente de aquello o se lo permitiera. Claro estaba, había una solución mucho más fácil y sencilla, por la cual el Ragnarok opto, busco aquellas imágenes, busco todo aquello que debía dejar atrás como piel muerta y coloco la punta de la varita en su sien. El hilo plateado y brillante comenzó a salir, luego de eso el Ragnarok lo coloco en uno de aquellos frasquitos donde solía agregar las pociones que realizaba. Movió la varita desapareciendo aquello y guardándolo en un lugar seguro.

 

Sin más, el cainita volvió a repasar las enseñanzas del arcano hablante de parsel, había entendido lo que le había querido enseñar, ahora, sería un Hades Ragnarok muy diferente al que había sido antes. El vampiro comenzaría un nuevo camino gracias a lo aprendido en el pasado dejando atrás todo lo que el atormentaba y llevaba a cuesta, para retomar con mas fuerzas el camino que tenia adelante.

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— Ha comprendido a la perfección mi insinuación—le decía al ofidio que estaba en su brazo izquierdo. Hades avanzaba por esos terrenos con una nueva piel, dejando sepultado en el pasado lo que debía permanecer ahí. Muchas veces era necesario apretar las tuercas con dureza, enseñarles a ver más allá de las limitaciones que ellos mismos se colocaban en su camino. Era como ser una serpiente en un ambiente desconocido, desconfiada de todo lo que le rodeaban, pero convencida de que al final conseguiría lo que tanto anhelaba.


— Aprender a soltar los lastres que nos impiden tener nuevos comienzos—miraba a la serpiente sisear tras la mención de Lawan. Se conocían a la perfección, ellas podían detectar todo lo que sentía o intentaba esconder el Arcano. Siempre de destaco por ser el más solitario y huraño de todos los Arcanos, no era de su agrado tener que compartir con los alumnos dentro de su hogar, considerando eso una invasión a su espacio personal. Empero le gustaba la forma en que se estaban desarrollando las cosas, porque sus enseñanzas sin duda alguna estaban calando en la vida de dos de sus aprendices.


La presencia de una mujer se dejaba sentir dentro de la morada de Lawan, el Vietnamita envió a sus emisarias a que le dieran la bienvenida. No se mostraría ante los ojos de nadie por el momento, debían demostrar que eran dignos de eso. Además de enfrentarse a varias pruebas antes de plantarse delante de la pirámide y ganarse el anillo que los conectaría por siempre a la Habilidad de los Hablantes de Parsel. Una cobra real y una Taipán fueron al encuentro de la Macnair, mirándole con atención se comunicaron con ella sin perder detalle de la conversación.


— ¿Qué deseas al venir a este sitio?, nuestro maestro no va a recibirte a menos que reveles tus verdaderas intenciones—el siseó de la cobra real llegaba hasta oídos del hombre. Una sonrisa apareció brevemente en los labios del Arcano, para luego diluirse como lo hace la pintura de un pincel al ser introducida en agua. Pocas veces las personas veían realmente el verdadero rostro de ese hombre, hermético y celoso de compartir los conocimientos que poseía con el resto. Pero el estila y afloja por está ocasión consiguió disuadirlo para beneficio de sus aprendices.


David se había quedado estático, quizás meditando en lo acontecido momentos antes. Las serpientes estaban ahí para ser con conducto de comunicación fluida entre el Arcano y los que le visitaban para aprender como comunicarse con los ofidios. Aunque en ocasiones era complicado entenderse o entablar una retroalimentación satisfactoria o que fuera un impulso más para que se aventurarán a contarle parte de su vida o lo que les llevo a decidir tomar esa habilidad.


Sus pensamientos estaban centrados en los tres hechiceros, dándoles la oportunidad de moverse a sus anchas en cierto aspecto. Pero siempre estando bajo el ojo clínico de sus serpientes, fieles compañeras que muchas veces le ayudaba a interceder en favor o en contra de las aspiraciones de los que ansiaban ampliar sus conocimientos—Hades ha dado el primer paso, veamos como proceden Cissy y David—comentó depositando parte de su confianza en ellos. Le costaba confiar en los demás, pero al ver como se proyectaba el futuro de cada uno de ellos aguardó por los resultados que derivarían de todo aquello.



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Estaba examinando el bungalow con extrema curiosidad, notando la forma en la que éste se mezclaba de forma casi natural con el entorno, desaparecieron entre la vegetación, cuando una voz siseante me hizo sobresaltar. No debería haberme sorprendido que una cobra y una taipán, totalmente enfocadas en mi, sacaran la lengua de una forma rítmica mientras una de ellas hablaba conmigo... pero no lo logré. Ocultar que había podido entenderlas sería tonto, puesto que estaba allí justamente para desarrollar aquella habilidad, pero quizá debía haber ocultado mi asombro. Mi rostro era casi tan traslúcido como el agua cuando a emociones se refería -emociones intentsas- y me incliné un poco para examinar a mis anfitrionas.

 

-Quisiera aprender, desarrollar mi Pársel... es pobre, pero tengo la habilidad en mi sangre- dije entre siseos, de forma burda, como un inglés hablando un español que ha aprendido en la escuela de forma ineficiente-. Quizá su maestro pueda ver si soy digna de aprender o no... antes de botarme- continué.

 

¿Me morderían si creían que las estaba insultando? ¿Y qué pensaría el Arcano al respecto si ellas creían eso mismo? ¿Se negaría a enseñarme?

 

Hasta ahora, todos los Arcanos ante los que me había presentado habían aceptado enseñarme, no tenía idea cómo era ser rechazada por uno de ellos y mucho menos cuál era el proceso para intentar caerles en gracia después a ver si consideraban su decisión. Por eso, esperaba que mi respuesta a las serpientes fuera suficiente para que Lawan considerara si era bueno enseñarme o, mejor dicho, mejorar mi Pársel y hacer que éste tuviera sus frutos. Quizá la sed de conocimiento era algo que el Arcano compartiría conmigo.

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Empezó a respirar profundamente tratando de relajarse y de quitarse cualquier emoción de la cabeza.

 

Se demostraba la sabiduría del Arcano con sus palabras. El mago australiano había tenido un momento de locura y de irracionalidad. Cuando su furia interior se desata le resulta complicado comportarse como un ser cabal, pero no estaba acostumbrado al rechazo. Aprender la habilidad se lo había tomado como una competición y odiaba perder. Había pocas cosas que detestase más que no conseguir lo que se proponía. Durante unos momentos había visto a las serpientes como un obstáculo para lograr su meta, pero estaba completamente equivocado. Debería serenarse.

 

Encontraría la forma idónea. Seguro. —comentó después de pensarlo.

 

Por unos instantes se había visto tentado a responder que destrozaría todo aquello que pusiese en peligro a la persona que le importa, pero rápidamente se dio cuenta de que a la hora de la verdad no podría actuar así. No podía hacer ninguna clase de locura. No podía comportarse como un 'héroe alocado'. Defender a un ser importante para su vida era demasiado valioso como para ponerlo en riesgo por una tontería. Nunca había destacado por ser un hombre con muchos seres queridos, pero desde hacía un tiempo había comenzado a conocer a alguien.

 

Quería evitarlo, pero no pudo pensar en la mujer que cada vez le interesaba más. Tenía miedo que pudieran leer sus pensamientos de algún modo. Siempre había considerado que en determinadas ocasiones era una debilidad mostrar sentimientos, pero las reflexiones del Arcano le habían hecho centrarse y poner su mente en orden por primera vez desde que había llegado. Con un movimiento rápido de varita arregló todo lo que había estropeado anteriormente, haciendo que la puerta volviera a su lugar. Y cerró los ojos, cerró los ojos para dejarse llevar por sus pensamientos.

 

Debería disculparme, pero me alegra haber cometido errores. —confesó con los ojos cerrados, completamente seguro de lo que decía.

 

Estaba agradecido por las palabras del Arcano y por haber cometido su acto inconsciente. Gracias a eso, había recibido sabios consejos por su parte que le serían de más ayuda de lo que pensaba. Comenzó a abrir su mente, no solamente dejando que por su cabeza rondara la mujer que esperaba que fuese parte de su presente y de su futuro. También volvió al pasado, recordando situaciones y hechos que le pudiesen ayudar en un momento así. Y fue cuando se dio cuenta de que no había estado tan alejado del mundo de las serpientes como había creído. No, nada de eso.

 

Yo no lo llevó en la sangre, pero lo llevo dentro de mí. Es difícil de explicar —recordó cuando una voz femenina habló, aún no había abierto los ojos por lo que no tenía ni idea de quién había pronunciado esas palabras.

 

Había leído mucho sobre su familia sanguínea y ninguno de sus miembros parecía haber sido un hablante de pársel en el pasado. Pero recordó su infancia. El desierto rojizo australiano había entrado en su cabeza. No era raro ver serpientes cerca de su hogar por diferentes razones. Puede que algunas estuviesen allí de casualidad, otras porque se habían perdido y las restantes porque se habían escapado de un centro de Reptiles famoso en el país que no estaba muy lejos de su hogar. Al menos no lejos para lo que se considera lejano en un lugar tan inmenso como Australia.

 

En alguna ocasión las vio acercarse y, sin saber cómo, sabía qué quería, qué buscaban allí y qué necesitaban. Muchas veces era alimento, otras un lugar donde resguardarse. No podía explicarlo pero de alguna forma se había comunicado anteriormente con ellas. Al darse cuenta de eso abrió los ojos mirando a las serpientes que se encontraban en el lugar, había despajado completamente su mente, había regresado a sus pensamientos y estaba convencido de que la próxima vez que hablasen las entendería, al menos un poco. Era una locura pensarlo, pero tenía esa intuición.

 

 

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Las serpientes observaron a Cissy con detenimiento, analizando el ineficiente parsel que empleo para intentar entablar una conversación con los ofidios. Reptando lejos de la mujer se enroscaron enviando un mensaje a Lawan. El hombre permanecía sumido en el misterio, no consideraba preciso dejarse ver delante de ninguno de sus dos nuevos alumnos. Hades ya había tenido la oportunidad de charla de frente con el Arcano, comprendiendo el mensaje que este le enviará sin mayor dificultad.
 
— No es la mejor interpretación de un parsel deficiente, pero reconozco tu esfuerzo—su voz se extendió por todo el lugar. Era como si la onda expansiva de la explosión de una bomba, retumbará sin predecir el daño que eso causaría. Pero eso no le importaba al Vietnamita, solamente le interesaba que sus alumnos aumentará el interés por la lengua que el dominaba a la perfección. Compartir conocimientos, experiencias y vivencias, iba de la mano con entregarles las armas necesarias para plantarle cara a la pirámide
 
— ¿Estás completamente segura de que lo llevas en la sangre?, suele decirse que están espesa como el aceite y tan ligera como el agua—le hablaba para que solo ella pudiera escucharla por medio de sus serpientes. No se trababa de un don heredado de padres a hijos, sino que la esencia fluyera naturalmente del mago que se aseguraba de poseerla. El mismo era la prueba de ello, desde pequeño las escuchó y prestó atención a los mensajes que le condujeron hasta lo que era actualmente.
 
David se sereno tras escuchar las palabras del Arcano, el dejarse llevar por esa clase de arranques nunca terminaba bien para nadie. Entender e intentar asimilar las consecuencias de los actos cometidos, no era un signo de debilidad o alguna clase de humillación por parte del Hablante de Parsel. Ahora todo era mucho más nítido y sensato para el Australiano.
 
Vagamente se paseaba por los recuerdos del hombre , visualizando a lo lejos un par de serpientes que siempre iban a visitarle a la misma hora del día. Posiblemente en busca de comida o resguardo del inclemente clima de Australia. El sabía perfectamente porque el par de ofidios recurrieron a el en su niñez, no se trata de una mera coincidencia, sino de algo mucho más estrecho e intimo.
 
Poseer el don de dominar el parsel, no siempre se anidaba en la sangre, sino que en algunas ocasiones brotaba como lo hace una flor en medio de desierto. Aventurándose a dar vistosidad a un sitio tan solitario, adaptándose a las condiciones que le permitirían vivir el tiempo necesario y dejar su huella en el mundo.
 
— ¿Qué serías capaz de sacrificar por esa mujer?, no hay nada que perdonar. Tú mismo lo has admitido, cometiste errores y eso te hizo crecer como persona, ahora continua con tu aprendizaje—la pregunta era directa y certera, además de dedicarle otras palabras al aprendiz. Estaba delante de las serpientes, no podría mentir ante ellas y Lawan se percataría si intentaba lanzar un falso anzuelo para tantear al hombre.
 
Conocía todos los medios para coaccionar a las personas, siempre se movía por la misma vertiente sin cambiar demasiado el método empleado. El resultado era diferente en cada persona, pero para su buena suerte ellos nunca fallaban a la hora de demostrar su valía para obtener la alianza de los Hablantes del Parsel.
 
— Medita tu respuesta, no sea que en el camino decidas arrepentirte o dar un paso en falso—se comunicaba con la serpiente que envío el mensaje al mago. Todo era cuestión de saber juzgar con inteligencia las posibilidades que se le presentaban delante de sus ojos. La esencia que brotaba del Dumbledore, le dejaba en claro que era un sujeto con pocos afectos en su vida personal, pero cuando el Arcano lanzaba un dardo envenenado, sabía justo donde pegar y el daño era irremediable.
 
Uno a uno sus aprendices iban adoptado el sitio que les concedía el Arcano dentro de sus dominios— Sybilla, si crees que cuentas con lo necesario deja que mis pequeños te guíen sin miedo a lo que pueda ocurrir—concluyó Lawan si intervención. Ahora todo quedaba en manos de los tres jóvenes, acatar las indicaciones del sabio o dar la vuelta e irse por donde habían venido. El avance de Hades era irrefutable, no le quedaba la menor duda de que dentro de poco estaría listo para presentarse ante la pirámide e intentar obtener un anillo semejante al que el Arcano llevaba en su dedo.

 

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Editado por Lawan Nguyen Thanh
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Desde siempre sintió una atracción desmedida por las serpientes, posiblemente dicha afición se la había contagiado el vivir dentro de Nueva Zelanda. Proyectándose en su memoria aquel serpentario que su padre improvisará dentro de la mansión, provocando que la rubia de cuando en cuando metiera la mano ahí y se hiciera de la compañía de tan peculiares ejemplares. Algunas veces solían escapar para ir a parar al dormitorio de la Nigromante, enroscándose en su surda dormitando para acompañarla.


Poco a poco su apegó a ellas fue un aumento, tatuándose una sobre su clavícula izquierda, aquella que siempre permaneció bajo el manto de una piel blanquecina. Nadie lo conocía salvo ella y el secreto que le orillará a tomar la decisión de plasmar una cobra real entrelazada con una áspid— Hasta la muerte— acariciaba esa zona con parsimonia. No quedaba la menor duda de que era un ser plagado de misterios y secretos, hermetismo total era lo que reflejaba su faz. Una belleza desconcertante, pero al mismo tiempo letal e imposible de olvidar—Tal y como debe ser— siseó cuál serpiente reptando por el desierto.


Volvería a toparse con el Arcano Lawan, no creyendo ser merecedora de ese honor. Pero ahí estaba a pocos pasos de entrar en sus dominios, viéndose recibida por un par de hermosas serpientes— Ha pasado bastante tiempo— mirándolas con atención, no mostraría ninguna clase de temor o inseguridad para con ellas— Diría que vengo en son de paz, pero sólo aspiró a comunicarme con ustedes de la forma correcta y volver a ser tan amigas como siempre— revelando sus verdaderas intenciones. Conocía al Vietnamita nada se le escapaba e intentar juegos mentales con un ser de su misma especie, no siempre daba los resultados que uno esperaba obtener.


— Se que no podré verlo de una, pero el conoce mis aspiraciones para con esta habilidad. Siendo lobos de mar pocas cosas podrán escaparse de nuestras manos, ¿no es así, maestro?—soltaba esa duda para que el viento la llevará con el Arcano. Optando por mostrarse en todo momento abierta a una charla amena o que decidiera complicarle las cosas con alguna clase de prueba descabellada. Hasani jamás decía que no a un reto y el Parsel era uno desde el primer momento que puso un pie dentro del hogar del vampiro.


— Aceptaré lo que sea, no importa el precio que tenga que pagar. No me iré de aquí sin lo que vine a buscar, ya sabe que suelo ser muy terca—inclinándose un poco acercaba su mano con precaución hacia una de las serpientes—Les echaba de menos, no puedo negarlo—mirando fijamente al precioso espécimen, aguardó por la respuesta de su maestro. Confiando en que la sabiduría se haría presente a la hora de expresar su decisión. Jugando con la empuñadura de su varita, pudo sentir a Hysy rondando en su cabeza, lastimosamente su máscara no podía acompañarla dentro de esa travesía.


Evitando verse tentada de invocarla, no estaba acostumbrada a desprenderse de algo tan preciado en tan poco tiempo. Ahora bien, si lo pensaba con calma las serpientes podrían ayudarle a adoptar una nueva máscara, jamás descartó la posibilidad de emplear la piel de esos seres para algo más que la creación de pociones o brebajes que servían para coaccionar a un enemigo a aquel que osará intentar engañarla. Ladeando la cabeza volvía a adoptar una postura displicente, arrogante y sobre todo despreocupada.

Editado por Juv Macnair Hasani

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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El australiano había demostrado en un breve periodo de tiempo más características de su personalidad de las que cualquiera pudiera imaginarse. Había demostrado su ambición queriendo conseguir aprender la lengua de las serpientes, su generosidad con aquellos que podían enseñarle nuevas cosas al haber llevado la bolsa llena de comida, su furia al haber visto cómo todo se complicaba de un momento a otro haciendo que las cosas no saliesen como deseaba y, por último, su capacidad para darse cuenta de sus errores antes de que fuese demasiado tarde para remediarlo.

 

Su experiencia en el lugar estaba siendo más enriquecedora de lo que hubiese imaginado en un comienzo. Había que aprender de todas las experiencias que uno tenía y esa, por extraña que pudiese ser, estaba siendo más fructífera de lo que imaginaba. A partir de ese momento comenzaría a escuchar y a prestar más atención a cada una de las palabras del Arcano. ¿Si aquellos consejos que podía darle le servirían para situaciones futuras? Posiblemente no. Esos repentinos ataques de rabia cuando las cosas se ponían en su contra era una característica que tenía desde siempre, pero en situaciones peligrosas se controlaría mucho más. Lo prometía.

 

Aprender a controlarse tras no conseguir lo que quería iba a ser más difícil que convertirse en amigo de las serpientes, seguro.

 

¿Qué? —preguntó sorprendido. Durante breves instantes había estando pensando en sus padres, en esos días de felicidad en tierras australianas. Vivir en un sitio tan apartado había permitido ver mucha fauna, aquella que era capaz de sobrevivir al duro clima tenía la zona. Sin embargo, era lo suficientemente inteligente como para saber que no se estaba refiriendo a su madre, sino a la otra mujer que había aparecido en su mente. Aquella era una de las cosas que menos le gustaban en el mundo, se sentía completamente vulnerable cuando sabían datos de su vida personal.

 

Sabía la respuesta que iba a darle desde un primer momento. Por esa mujer sería capaz de recibir aquel disparo que pudiera quitarle sus dotes mágicos, por tanto... ¿qué sería capaz de sacrificar?

 

Todo. —respondió mirando fijamente a una de las serpientes. Hablar de su vida más íntima no era lo que más le gustase, pero por alguna razón eso debía tener alguna clase de importancia porque no se imaginaba al Arcano, ni a las serpientes, aficionados a esas clases de revistas que hablaban de la vida personal de los magos y brujas más famosas de la comunidad. ¿Qué importancia podía tener? Eso no lo sabía. Tal vez aquello era una prueba para conocer su debilidad, no lo sabía. Por desgracia, todavía no tenía la capacidad para leer mentes y ni siquiera para cerrar la suya propia.

 

Le había pedido que meditase la respuesta, pero no había mucho que meditar. Lo tenía claro, no era una persona que abriese su corazón, tampoco que dejase que muchos entrasen, pero cuando alguien lo hacía se entregaba, daba lo que fuese necesario por ellos. Tal vez el amor fuese una debilidad, pero sentía que lo necesitaba. Después de todo lo que había vivido desde su llegada y después de todo lo que había pasado, comenzaba a tener la boca seca. Tenía sed. Su cabeza viajó rápidamente al pasado, tratando de recordar qué soltaban las serpientes cuando estaban sedientas.

 

Sed. Necesito beber. —siseó en parsel manteniendo los ojos completamente cerrados y repitiendo aquello que ya había escuchado más de una. No estaba seguro de si su pronunciación había sido perfecta, pero sí lo suficiente como para ser entendido. No le importaba tomarse un breve descanso para hidratar su cuerpo y continuar, incluso con el mero hecho de humedecer sus labios sería suficiente. Seguro que cerca había algún lugar donde las serpientes bebían y que podía utilizar para sus propósitos. Además, quería demostrar que no había mentido al hablar de sus pasados contactos con ellas.

 

Por si la situación de por sí no fuese surrealista, sin quitarle la mirada a la serpiente empezó a notar como algo en su pecho aumentaba de temperatura. Sabía lo que eso significaba, sabía que alguien en concreto estaba más cerca de lo que hubiese imaginado. Su debilidad estaba cerca, lo notaba. Aún no se atrevía a comprobar si, como siempre, su tatuaje estaba en lo cierto. ¿Notarían también las serpientes y el Arcano que aquello que tanto le importaba también estaba allí? Siempre se alegraba cuando el tatuaje empezaba a arder con más fuerza por lo que una sonrisa se le dibujó en el rostro.

 

Cualquiera que lo viera podría pensar que estaba loco, demasiados cambios de humor en un corto periodo de tiempo...

 

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El Ragnarok había hecho aquel sacrificio, aquel “cambio” de piel, para dejar atrás aquello que le atormentaba tal como le habían aconsejado tanto su maestro como aquella serpiente en la que poco a poco había comenzado a confiar desde que el vietnamita se la había asignado al llegar. Escucho las palabras del árgano y observo al ofidio que se mantenía en su brazo, el cual lo observaba atentamente mientras sacaba su lengua bífida para sentir así el ambiente y sobre todo el alma del hijo de la noche, ya que, el cainita sospechaba que aquellas no eran serpientes comunes o quizás si, solo que la inteligencia y sabiduría de estas era mucho mayor que la de muchos magos que él había conocido anteriormente.

 

-Piensas que estoy listo o aun me falta –le pregunto el Ragnarok a la serpiente.

 

Está guardó en silencio. El vampiro no sabía si esperaba su aprobación u otra cosa. La verdad quizás la verdadera prueba era si él se estaba aceptando así mismo sin tener que esperar la aprobación o ayuda de los demás.

 

¿Cuántas veces había sufrido con aquello?, quería siempre hacer sentir orgulloso a quienes le rodeaban, que estos estuvieran seguros de que podría ser cada vez mejor y mas poderoso, pero allí era donde fallaba o donde había fallado la ultima vez, sus actos le habían marcado y aunque había aceptado las consecuencias de sus actos, esas marcas habían hecho que el fuera lo que en el presente era. Sonrió, aquello también debía dejarlo atrás. Otro pedazo de “piel” o recuerdo que debía dejar guardado en lo más profundo. El cainita ahora seguía siendo aquel neófito al que no le importaba nada, había caído y se había levantado. Busco los ojos del Arcano pero este estaba atento en otra cosa o quizás, o lo estaba viendo con los ojos de la serpiente que este tenía en su brazo.

 

-Si, creo que estoy listo –le dijo a la serpiente sonriendo en perfecto parsel- seguiré luchando con mis demonios e iré cambiando de piel para adaptarme a la situación, te parece bien?

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