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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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—Aquí estoy.

 

Después de andar un par de minutos con Nailah en el brazo, vio a las mujeres hablando y rozó el anillo de escucha con uno de sus dedos, para enterarse de qué sucedía sin necesidad de tener que preguntar qué pasaba una vez más y resultar redundante. Se puso al corriente de inmediato y asintió más para sí misma que para otra cosa.

 

He hablado con una cobra en el lugar donde había más cuerpos, dice que ha sido obra de humanos. Apostaría que Muggles, dudo que un mago se haya encargado de semejante masacre.

 

Quizás alguno que no esté en sus cabales —agregó Nailah, abriendo las fauces hasta mostrar todos sus colmillos una vez más.

 

Mía seguía acompañada de su serpiente, la que había tomado en el Bungalow de Lawan, pero Lyra estaba acompañada de una que definitivamente no había visto antes. Le dedicó una pequeña reverencia con la cabeza, para que viera su respeto y aprovechó de hacer lo mismo con la otra serpiente presente, una que estaba resultando ser algo así como la guía hacia el río. Habían otras formas de hacerlo, claro, pero seguía apoyando la idea de que la serpiente ayudaría más y serviría como algo significativo para la prueba que estaban llevando a cabo.

 

¿Dónde se había metido el Arcano? Al recordarlo, giró sobre sus talones para ubicar al vietnamita y notó que no tenía idea de dónde lo habían dejado exactamente. ¿Estaría haciendo algo más importante? Frunció el ceño muy despacio, tratando de adivinar lo que pasaba por la cabeza del hombre y la Mamba Negra pareció captar el cambio de su actitud, porque alzó la cabeza para mirarla de frente y sacar la lengua muy despacio, esperando una explicación. La Nigromante se dedicó a mirarla por un instante y al final suspiró.

 

No me gusta esto nada —admitió.

 

—Tenemos que buscar al culpable y...

 

Hacer que pague —completó ella y miró a sus compañeras volviendo al inglés—. Mía, ¿sabemos dónde empezar? Será mejor que saquen sus varitas, no sabemos qué nos podemos encontrar y si son capaces de matar a tantas serpientes, no creo que le molesten una de nosotras.

 

Y yo no dudaré en matarlos, pensó.

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Leah y su acompañante no tardaron en aparece. Me iba a tardar en aprenderme los nombres de las mismas, aunque eso no era lo importante. Por alguna extraña razón no me extrañaba que los muggles fueran capaces de esa acción, eran expertos en destruir ciudades con una bomba, ¿y si estuvieran probando algún arma biológica? ¿Algún tipo de virus?

 

-Ves demasiadas series muggles.- Me reprocho una voz en mi mente.

 

<<Nailah, aunque estén en sus cabales siempre están buscando formas para destruirse ellos mismos.>> - Le respondí a la serpiente que acompañaba a Leah en parsel.

 

A lo meor alguien estaba envenenando a las viboras, el veneno que tenían era muy valioso y se podían hacer varias cosas y aquel sitio era obvio que podía ser una mina de oro, con tanta serrpiente. A lo mejor por eso estaban afectando a algunas arañas, aunque mientras más lejos de ellas estuvieramos mejor.

 

-Siempre traigo mi varita a la mano, Leah. Algunas cosas nunca se olvidan.- Comenté, en inglés, pero sabía que nuestras compañeras entenderían,

 

Había aprendido eso cuando fui guardiana de la Marca Tenebrosa, no faltaban los ataques. Era algo curioso porque aunque en un período muy corto había cambiado de bando, mis excompañeros nunca tomaron represalias, quizás sabían que entraría en razón tarde o temprano, ¿cómo hacían para que tantas murieran al mismo tiempo?

 

O simplemente, quizás solo eran daños colaterales. Si era por su veneno se veían muchos cuerpos y no parecía que los muggles hubieran descubierto este sitio. A menos que estuviera protegido por magia para que de esta forma se respetara el cuerpo de las afectadas.

 

<<Sigamos entonces, antes de que mi imaginación se active demasiado, pensando en todas las posibilidades.>> - Comenté en parsel.

 

Asi era. Cuando llegaba el momento en que por mi mente pensaba en la posibilidad de muggles planeando una tercera guerra mundial con armas biológicas y que usaban a las serpientes para probarlo, no era buena señal. Por esa razón mejor guarde para mi esos pensamientos, no me gustaría que pensaran que estaba loca.

 

Acaricie a Hayley, más para tranquilizarme a mi que a ella. La serpiente se veía más tranquila que yo, al menos en apariencia. Espere que Mia nos guiara o mejor dicho la serpiente que la acompañara.

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Mia termino de darle la poción a un par de serpientes más, y se dedicó a intentar analizar todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Una vez que el trabajo de ayuda que podían darle a esas pequeñas, estuvo hecho, supo que no podían hacer nada más, era momento de partir, así que simplemente asintió ante la idea de Lyra de dejar a las serpientes, hasta que Aremi apretó con un poco más de fuerza su mano y con eso, le dio a entender que no la dejaría sola.

 

—Creo que es mejor que nos acompañen Aremi y Hayley, ellas podrían ir completamente de cerca con Ilea, así no perderemos el rastro, ¿te parece? —sugirió en dirección a la animaga.

 

Al ver que las serpientes parecían estar completamente de acuerdo, iban a iniciar el camino cuando su hermana apareció en el pequeño claro acompañada de Nailah y para informarles lo que le había ocurrido, y las sospechan que tenían. Al parecer, las tres brujas estaban de acuerdo en que tenía que ver con muggles la muerte de todas esas criaturas, por lo que en cuanto su hermana pidió que sacaran sus varitas mágicas, ella simplemente negó lentamente y soltó un bufido, siempre llevaba la varita cerca y esa no iba a ser la excepción.

 

—Dudo que puedan terminar con nosotras fácilmente, y sí, tenemos una pista. Ilea, es la que nos guiará hasta el río que al parecer esta generando la muerte... es un inicio, aunque sabemos que no es el río como tal, sino los que han usado el río antes de las víboras.

 

Informó con tranquilidad, indicando a Ilea que era momento de que las llevara hasta el sitio que le había comentado, al ver que se quedaba parada sin hacer nada, negó lentamente y se acercó a ella hablando a pársel.

 

<<Todos queremos ayudar, coopera pequeña... llévanos al río.>> pidió con voz dulce y tranquila.

 

<<Vamos, no quiero ver a más hermanas muertas... es doloroso. >> confesó a las brujas, iniciando el camino.

 

Ilea mantuvo a las mujeres caminando durante algunos minutos, por entre la selva y todos los pequeños caminos que ella conocía a la perfección. Intentando no encontrarse con algunas de sus hermanas, porque quizás ellas no confiarán en esas brujas que parecían amables, vengativas pero dispuestas a tomar su batalla, entre sus manos, solo por ayudarles.

 

Al paso de unos segundos, pro fin llegaron hasta el río, y una vez que llegaron allí, la pitón desapareció entre un árbol.

 

<<Hemos llegado, miren el agua.>> soltó Mia con un dejo de horror en la mirada.

 

El agua que solía ser de un color casi transparente, era de color verdosa y olía un poco a azufre, ¿sería eso parte de lo que las estaba matando? ¿una intoxicación? tomando la decisión de comprobarlo, se acercó un poco al río y se agachó al llegar a la orilla.

 

— ¿Podría ser el agua? —preguntó a sus compañeras— Esto solo puede ser obra de muggles, no pudo más que afirmar lo que había sospechado desde el inicio.

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<<Ni una sola pregunta>> pensó el vampiro frunciendo el entrecejo. Observó a las dos tres brujas alejarse en busca de pistas de lo que estaba pasando, él por su parte se acercó a una de las serpientes que colgaba inerte desde un árbol. El aspecto que tenían era, a simple vista, normal. Los colmillos no habían sido retirados y tampoco las glándulas que secretaban los tan letales venenos. Ninguna parecía haber sufrido daños físicos, era más bien, como si se hubiesen quedado dormidas.

Cerró los ojos para sentir alguna vibración o algún cambió en la atmosfera que le indicara el camino a seguir, después de todo la magia y las criaturas mágicas siempre dejan alguna huella. Concentrado como estaba puso sentir las presencias de sus tres alumnas dirigirse al rió, acompañadas por dos de sus fieles compañeras y de Hayley a quien más que compañera la consideraba su amiga, quizá se debiera a que no era una serpiente común y corriente, se trataba de una animaga que pese a todos sus intentos, no podía volver a su estado humano. El movimiento cercano de unas plantas lo hicieron salir de esa especie de transe en el que había entrado, abrió los ojos en el preciso momento en que una boa se acercaba lentamente hacía donde él estaba.

—Ya esss muy tarde — siseó, en los ojos del animal estaban completamente negros—Pronto volverán… y no podrásss hacer nada, ya no tienesss poder en ellasss… — El Arcano comprendió de golpe lo que había sucedido y el peligro que estaban corriendo sus alumnas.

—Kỳ đà… —Siseó alejándose rápidamente en dirección al rio.

Las encontró en la orilla, en compañía de una Ilea. Claro que conocía a la serpiente, era la fiel lacaya de un basilisco milenario que siempre buscaba la oportunidad para revelarse en contra del arcano o de quien quisiera controlar a los de su especie. Aunque era claro que en esa oportunidad un mago o bruja oscuro lo estaba ayudando, con algún motivo personal sin duda alguna.

—No han sssido los mugglesss... —siseó el anciano — Aléjense del agua…— y luego señalo con la varita a Ilea —Tu… debí adivinar que estabas involucrada… Maldita vivirá —dijo y la serpiente pareció sonreír para luego deslizarse fuera del alcance de las brujas y sus compañeras serpientes.

De pronto del rio empezaron a emerger serpientes de varios tamaños y especies, los ojos de las mismas están negros, vidriosos, como si estuvieran en una especie de transe, prisioneras en su cuerpo. Avanzaron con intención de atacarlos por lo que no les quedaría más remedio que defenderse.

—Procuren no matarlas… hay que lograr que vuelvan en sí, que se resistan al poder que las está controlando—dijo en el idioma de los humanos.

—Hayley… no dejess que se escapé —siseó en dirección de la animaga. No le preocupo encomendarle esa misión, la conocía desde hace mucho tiempo y sabía de lo que era capaz.

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Ante la pregunta de Mia, había pensado en convertir una piedra en un pez y lanzarlo al río. De esa forma si moría sabríamos que era el agua la que estaba envenenada. Sin embargo, nos habíamos equivocado.

 

El Arcano Lawan había llegado justo a tiempo para avisarnos de la víbora que nos guio hasta el río. Al menos una cosa estaba claro y que deje llevar mi imaginación muy lejos, aunque eso significaba que nos enfrentábamos a un peligro mayor.

 

De repente, como si de una película de terror se tratara, empezaron a salir un montón de serpientes de varios tamaños y especies, algunas bastantes venenosas. Las serpientes no me daban miendo, pero cuando eran tantas podían poner nervioso al más valiente.

 

La advertencia de Lawan era innecesaria, al menos yo sabía que no debíamos matarlas, no tenían la culpa más que caer en una especie de hechizo. Señale a un grupo que estaba cerca de mi con el anillo de amistad de las bestias que tenía en la mano izquierda.

 

-Vamos, pequeñas. No quiero lastimarlas. Salgan de ese trance.- Les pedí.

 

Algunas parecían resistirse a mi petición, como si alguien máspoderoso las controlara y no pudieran dejar de obeceder esa magia. Una estaba a punto de morderme, pero el poder del anillo por fin logro su cometido y la víboras salieron de su trance, alejándose de ahi.

 

Mi intención había sido ayudar a Mia y a Leah, pero vi que Hayley se desenroscaba de mi cuello y perseguía a Ilea, quien parecía estar involucrada en todo esto. No iba a dejar que se fuera sola, si bien sabia que mi acompañante era bastante capaz de atraparla sola.

 

-¡Hayley! Voy contigo.- Sisee también, desobedeciendo las órdenes del Arcano y no seguir controlando a las serpientes que salían del río.

 

La serpiente era veloz y en ese momento extrañaba tener mis cuatro patas, pero ni de loca me transformaría en una minina que fácilmente podría ser devorada por las serpientes.

 

<<Shh, no hagas ruido.>> - Me pidió Hayley, un poco molesta por haberla seguido. <<¿Porqué me seguiste?>>

 

<<Tú no me dejaste sola al seguir a Ilea al río y yo tampoco lo haré, por más que la misión solo sea para ti. Sabes que puedo ayudar.>>- Sisee, muy bajo.

 

Nos habíamos adentrado bastante en el bosque cercano al río , el cuál a pesar de ser de día se veía bastante sombrío, gracias a que las copas de los árboles cubrían casi todo nuestro camino y apenas dejaban pasar uno que otro rayo de sol.

 

Segui a mi compañera, activando el anillo detector de enemigos y el anillo de escucha, ambos serían bastante útiles en esa ocasión. Teníamos que atrapar a Ilea y dudaba que la serpiente estuviera sola.

 

<<Nunca me agradó esa víbora.>>- Le confesé a Hayley, hablando en parsel.

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—No parece que sea el agua —respondió en inglés, inclinándose para mirar mejor, pero el siseo de Nailah la alertó justo al tiempo en que ella se giraba para enfrentar un ruido que se escuchaba a sus espaldas.

 

El viejo vietnamita se salvó por muy poco de que le volara la cabeza con un hechizo de los suyos, puesto que Mía era mortífaga y confiaba en Lyra lo bastante como para mostrar su poder en todo el esplendor, pero se detuvo a tiempo como para no matar a la única persona capaz de aprobarle la clase. Sus palabras la hicieron llevar los ojos a la serpiente que acompañaba a Mía y rápidamente supo que todo había sido una trampa, al igual que su mamba negra, que amenazó con seguir a su igual para cobrar venganza.

 

No, cuidado —con más confianza de la que cualquiera hubiera tenido, interpuso la mano entre las fauces de la serpiente y la traidora.

 

Nailah protestó en voz baja, siseando mil y un barbaridades que prefirió no traducir a ninguno de los idiomas que manejaba, aunque tampoco le habría dado tiempo. Como un trompo, volvió a girar sobre su propio eje para enfrentar el peligro y esta vez no tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que estaban metidas hasta el fondo en un lío peculiar. Serpientes de todos los tamaños y todos los colores dejaron su escondite, dispuestas a acabar con ellas y cualquiera que intentara hacer algo al respecto. Lawan dijo algo de no matarlas y ella discrepó, sinceramente podría ser ventajoso no quedar a merced de ninguna.

 

—Detritus.

 

El murmurllo abandonó sus labios como un siseo más, imperceptible, tan bajo que nadie más que Nailah podría haberlo escuchado. Las dos quedaron cubiertas por una bruma incolora que nadie vería y que haría que estuvieran libres de atacar, pero sin recibir daño alguno. La serpiente parecía saberlo, porque se lanzó contra las demás violando ligeramente la ley del Arcano de no dañar a nadie. Por lo menos no las mataba, ya se encargaría de curarlas luego. Aprovechando su inmunidad bajó la mirada hacia el anillo que tenía en el dedo, una serie de aros imantados que formaban uno sólo y pasó el pulgar sobre ellos, activando uno.

 

Amistad con las bestias. Al subir la mirada, una Taipán saltaba con los colmillos afuera hacia su hombro y rebotaba como si tuviera alguna especie de repelente. Se apresuró a tomarla, lo que la criatura no se tomó muy bien y la llevó a intentar morderla con desespero, pero se mantuvo en completa calma hasta que por fin encontró sus ojos. Estaban negros e inexpresivos, la misma visión que tendría una persona afectada por un Imperius.

 

Quieta, no somos enemigos.

 

Atacar, sangre, muerte... —respondió esta, retorciéndose.

 

Quie-ta —el anillo se calentó más en su dedo y la serpiente se quedó inmóvil, volviendo a la normalidad poco a poco—. Así, justo así, tranquila. No somos enemigos.

 

La bajó con cuidado y la serpiente se quedó ahí, pasiva, volviéndose un rollo de aspecto inseguro. Pero eran tantas más las que quedaban que la migraña empezó a hacer mella en su cabeza. Por suerte tenía a Nailah y esta había neutralizado ya a varias en lo que ella simplemente había logrado calmar a una. Rodó los ojos al ver cómo se lucía en su arte de batalla y se dedicó a dejarle el trabajo difícil a ella, sacando a las caídas del trance antes de aplicar curaciones mágicas en las heridas que su mamba negra les iba dejando. Mientras tanto, las que intentaban atacar seguían acariciando el escudo que las protegía a ambas y las dos quedaban como el par de indestructibles ante el grupo que se debatía por salir ileso.

 

Despejado por aquí —exclamó Nailah con un siseo orgulloso, regresando al brazo de la Nigromante.

 

Me di cuenta —con una sonrisa, dejó que la mamba subiera de nuevo a su extremidad—. Ya he terminado de curarlas, gracias por tener la decencia de no matarlas... Mía, ¿estás bien?

 

Pasó los ojos de su hermana al Arcano y pestañeó, preocupada.

 

—¿Dónde diablos está Lyra?

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La situación que estaban viviendo parecía tan poco sacada de la realidad, que no le sorprendió que en esos momentos el Arcano les dijera algunas palabras y les advirtiera del peligro, que en realidad era el agua y no los muggles que ellas habían pensando. Considerando que poco o nada podían hacer, negó lentamente y sacó su varita mágica, lista para defenderse de cualquier posible ataque.

 

Aremi, permaneció a su lado sin dudarlo. Mientras que Mia dirigía la mirada al río, del cual empezaron a salir diversas serpientes de diferentes tamaños, con los ojos de color oscuro y sin vida, ¿estaban en trance? por lo dicho por el vietnamita así era, tenían que lograr que salieran de él, sin que las mataran e impidiendo que les atacaran, perdiendo de vista a su hermana se puso en marcha, sacó de su bolsillo un útil anillo.

 

<<Anillo de amistad con las bestias>> era ese el que la Black Lestrange estaba usando en ese momento, lo cual le permitió entender que era lo que les preocupaba y era no seguir las ordenes de uno de sus más fieles amigos, y el no querer quedarle mal, ¿qué demonios? fue lo único que logró pensar.

 

Todo era tan confuso, que comenzó a pensar que de esa no saldrían vivas. Pero obviamente estaba equivocada, porque sabía que ninguna se daría por vencida tan rápido, así que se acercó a una anaconda de ocho metros e intentó tranquilizarla mediante el anillo de la amistad, pero no estaba dando resultado, lo supo cuando comenzó a enrollarse por su cuerpo.

 

<<Orbis Bestiarum>> pensó, provocando que un anillo dorado comenzará a envolver toda su superficie, siguiendo la orden de la mortífaga, de tranquilizarse porque nadie le haría daño.

 

Sí, había empleado magia en contra de la serpiente, pero poco o nada le importaba, porque solo deseaba estar a salvo y que Aremi, también lo estuviera.

 

Ese era por completo su único cometido, por lo que se giró a la taipán y se encontró que estaba peleando contra una cobra real que pretendía inyectarle su veneno para llegar hasta su posición. Viendo la situación, y sin pensarlo siquiera, corrió a darle su ayuda.

 

—Tranquila, no queremos darles daño... Aremi, basta pequeña... no me hará daño —siseó a su compañera en pársel y se encaminó hasta la cobra, tomando su cabeza entre su diestra, intentando que se tranquilizará. El anillo de amistad con la bestia estaba ayudando— No pasa nada, solo quiero ayudar.

 

Fueron sus últimas palabras, antes de lograr que el animal se relajará, girando su atención al Arcano y a su hermana, asintió con un poco de duda.

 

—Estoy bien, Leah. Estaban en trance, eso era lógico pero no han logrado dañarlos, ni nosotras a ellas. —respondió al arcano, y su hermana.

 

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No estaba perdida. Al menos no lo estaría mientras me mantuviera cerca de Hayley. Por fin logré comprender quien era y empezaron a surgir muchas dudas. ¿Cómo había terminado sin poder recuperar su forma humana?

 

¿Porqué no estaba con los demás animagos que habían tenido algún problema, en el bosque al que nos había llevado la Arcana Suluk? En realidad era un jardín, pero era demasiado grande y parecía más bien un bosque.

 

Le iba a preguntar, cuando se activo el anillo detector de enemigos, por lo que le hice una seña a mi compañera para que se quedara quieta. Varios metros enfrente de nosotros, estaba Illea. Active el anillo de salvaguarda contra oídos indiscritos, así no alerrtaríamos a nuestros enemigos.

 

<<La mataré>- Siseo Hayley, enojada.

 

<<No hay necesidad, además el Arcano Lawan la quiere viva, ¿no?>> - Protesté.

 

<<Dijo que la atraparamos, no dijo que la quisiera viva o muerta.>> - Protestó Hayley a su vez.

 

<<Ella vendrá a nosotros>>- Le dije a Hayley. Tenía señalada a Illea con la varita y en inglés, realice uno de los hechizos que venían con los libros .Orbis bestiarum, seguido de un <<ven>> en parsel.

 

La serpiente vino donde estábamos Hayley y yo, por lo que aproveche para tocarla en el cuerpo y crearle una Marca de sangre. Se dibujo en su cuerpo una marca imborrable del tamaño de mi mano.

 

<<A partir de ahora nos obedeceras a Hayley y a mi, Ilea.>>- Le indique mentalmente.- <<Vendrás con nosotros a ver a Lawan>>

 

<<No, no quiero. Por favor, no me hagan regresar.>>- Protestó la serpiente, pero sin poner resistencia gracias al hechizo.

 

No me gustaba usar hechizos con ellas, pero por más que hablara parsel no nos haría caso. Ya nos había traicionado una vez y era mejor no fiarse demasiado.

 

<<¿Ves, Hayley? No hay necesidad de ser agresivas.>>- Le comenté a la animaga, que parecía desaanimada por no atacar.

 

Por alguna extraña razón pensé en Mack, ¿no tenía ella esa forma? No la había vuelto a ver desde que terminara el curso de animagia. Emprendí el camino de regreso con Hayley.

 

<<¿No extrañas no poder volver a tu forma humana? ¿Qué paso, Hayley?>>- Pregunté sin poder evitarlo.-<<Perdona si fui indiscreta.>>

 

Le pedí disculpas, ser curiosa era parte de mi naturaleza. El anillo detector de enemigos. se volvió a activar, pero no pude detectar el motivo de la advertencia. Algo me decia que Ilea era el menor de nuestros problemas.

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- Que no las lastimen. – Sentenció el anciano hombre, mirando como una de las rubias empezaba con los ataques a diestra y siniestra, esa era Mia o Leah, Lawan no recordaba el nombre de aquella mujer, pero no permitiría algo así.

Levanto su mano derecha a la altura de su hombro, y la vara de cristal se materializo rápidamente, Lawan cerró los ojos y pudo ver el rostro de su hermosa madre Hatnaree en su imaginación, sonriendo desde el corazón el arcano, siseo algo en vietnamita, era posible que el anciano mago empezara a cantar en Parsel.

- Gửi đến "tôi" của năm sau.- dijo el hombre en un tono placentero y sereno, las mujeres solo lo observan curiosas y confundidas, pero un brillo verdoso se apodero de la varita de cristal del hombre.

Llevo la varita sin dejar de tararear, para hacer una floritura circular la cual termino, dando un fuerte golpe al aire. El lugar cambio de inmediato, se podía respirar paz en aquel claro. – No las lastimen.- Dijo fuertemente el hombre hacia las dos alumnas, el arcano había cantado una nana para calmar a los animales, las cuales habían ahora recuperado su voluntad, y desaparecido bajo las aguas.

- La magia no es para lastimar así. – Desapareciendo su varita. – Los occidentales creen que la mejor manera de enfrentar los peligros es la violencia, que puedan entender algunas palabras en Pársel, no significa que realmente hablen Pársel, las serpientes nunca atacan primero, las serpientes analizan, las serpientes piensan y saben cuando es necesario atacar. – Finalizó el anciano arcano, se podía ver en sus ojos que no estaba nada contento con lo que había pasado allí.

- Necesito que ustedes dos mujeres, piensen más las cosas, no son niñas pequeñas, el vínculo con las serpientes no nacerá si no saben escuchar más allá de algunos siseos, entiendan lo que las serpientes dicen, no solo traduzcan lo que dicen.

Levantando la cara hacia los árboles, buscando algún otro reptil. – Es increíble, venir a atacar a las víctimas. – Carraspeo el hombre, aguzando el oído intentando escuchar algo. – Sssalven a Ilea.-

- ¿Alguna de ustedes escucho eso? – Preguntó Lawan. – Sssalven a Ilea.- Un eco se hacía más evidente. – Esss culpa de aquella rubia, Ilea esss inossente, sssalven a Ilea.-

Lawan estaba confundido, culpa de la rubia. – ¿Qué hicieron ustedes dos? – Regresando sus ojos sobre las dos estudiantes, las serpientes no dejaban de hablar. – Ess culpa de la rubia, Sssalven a Ilea. – Lawan fulminó a las mujeres con la mirada. – ¿Podrían explicarme que significa eso? - Porque ahora las serpientes arremetían contra las estudiantes.

Lawan recordó por un segundo a una antigua estudiante, Hayley Grimes; Una hermosa mujer con cabellos de oro, tan bella como deseosa de poder y de sangre, habían pasado años desde que aquella señorita había fallado la prueba del arcano y había sido condenada a un castigo, aunque con el tiempo Lawan había aprendido a apreciar.

- No fueron los muggles. – Susurro el viejo hombre, como no lo vio antes, ser tan amable con una desconocida como Lyra. – Mia, Leah, busquemos a Lyra y atrapemos a esa serpiente ponzoñosa. – Ordenó Lawan. - Nailah, Aremi, por favor ayúdennos también, no quiero ser el primer arcano al que se le muera una alumna desobediente. – Termino siseando.

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<<Salven a Ilea>> Se escuchó esa frase en parsel, en un extraño siseo.

 

¿Salvar a Ilea? Pero, ¿no se suponía que ella era la mala? Era mejor salir corriendo de ahi, sabia que Ilea que me estaba obedeciendo no tendría otra que seguir mis pasos . Sin embargo, me quede petrificada al escuchar otra frase en parsel.

 

<<La rubia tiene la culpa>> Dijo esa voz.

 

De nuevo, ¿a que rubia se refería? Dudaba que Mia o Leah hubieran hecho algo malo, no podía pensar en otra opción, a menos que se refirieran a la serpiente que me acompaña o mejor dicho animaga. Ignoraba como seria su apariencia al no haber visto una foto de ella.

 

<<No escuches, Katara. Solo intenta confundirme, tenemos que salir de aqui.>> Siseo

 

<<Tienes razón, Hayley, busquemos a los demás. Lawan seguramente esta enfadado, no le pedí permiso para ayudarte.>> Contesté.

 

Ahora era tarde para arrepentirse. Sentí que un par de serpientes llegaban al sitio, gracias al anillo detector de enemigos. . Una se me enrosco en los pies y otra cayo del árbol, directamente a mi cuello.

 

<<Vamos, sueltenla>> Pidió Hayley.

 

<<No, hasta que libere a Ilea>> Contestó una de las serpientes. <<La humana debeería cuidarse de ti y no de ella.>>

 

De inmediato, pensé en un Salvaguardia mágica por lo que me volví intangible, lo que ayudó a liberarme de mis enemigas. Podía cuidarme sola sin problemas.

 

Me hice para atras, aunque no intente huir. No podía dejar a Ilea en libertad, eso era obvio, pero no entendía que estaba pasando. El efecto del salvaguardia ya había pasado, era una suerte que las dos serpientes.

 

<<Pequeñas, ¿porqué culpan a Hayley y porqué dicen que es inocente? >> Pregunté. <<Podría liberarla si me explican, yo no he venido a hacerles daño. Quiero encontrar a quien esta haciéndoles daño, a quien las esta matando.>>

 

No podía decirles que sabíamos que no eran los muggles, eso las alarmaría más si pensaban que era un mago podían sospechar de nosotros.

 

<<¿Porqué deberíamos creerte? ¡Mira lo que le hiciste a Ilea!>> Siseo una serpiente.

 

<<No esta lastimada, esta hipnotizada por llamarlo de una forma.>> Mencione al ver que estaba bajo el efecto de la Marca de Sangre, sin ninguna herida. <<De otra forma hubiera escapado. >>

 

¿Podría confiar en alguna? En todo caso, ¿cómo había podido confiar tan rápido en Hayley? No por ser animaga quería decir que fuera buena y no por tener su forma animaga, no pensará en hacer daño. Tal vez podrían haberle ofrecido quien estuviera tras todo eso que si impedía que descubrierámos al culpable de todo, podría recobrar su forma humana.

 

La miré, otra vez mi imaginación estaba demasiado activa, pero las serpientes habían dejado de atacar.

 

<<También nosotras tenemos una misión que cumplir>> Contestó la primera serpiente que me había hablado.<<De ti depende salir viva de esta, solo tienes que dejar libre a Ilea.><

 

Suspire, en verdad las comprendía. Estaba nuevamente en problemas, por más que intentara huir de ellos, parecían encontrarme siempre.

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