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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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- Ahora Ilea y Hayley estarán aquí con nosotros. – Caminando dentro de su habitación en la Universidad, el portal había llevado a Lyra y a las serpientes donde el viejo comenzó. – Me sorprende tu preocupación.- Sonrió el anciano hombre, no pudo evitar esconder esos viejos dientes amarillentos.

-Me recuerdas a una mujer muy sabia. – Colocando su varita de cristal en la mesa del centro, el bungaló seguía igual como lo habían dejado.

 

- Ilea, Hayley pueden dejarnos solos. – Demando el anciano, caminando hacia su pequeña cocina, mientras invitaba a Lyra a sentarse en aquella mesa en el suelo. Esperando que las serpientes les dieran un poco de privacidad.

 

- ¿Lyra puedes traer aquellas varas de bambú que están en la esquina? – Pregunto el anciano, cuando regreso con una pequeña charola en las manos, con la cual cargaba dos cuncos. – Solo trae dos y sígueme. –

 

La habitación del arcano no era muy grande, asi que no sería un problema que Lyra las encontrara, mientras varias miradas curiosas de algunas de las serpientes de Lawan la seguían. El patio era enorme, podían observarse ellas dudas del desierto. Y allí bajo una humilde sombra, en el estanque el arcano dejo los dos tés de hierbas, y se dispuso a sentarse metiendo los pies en el agua templada.

 

- Vamos a pesar un poco Lyra, quiero que me cuentes, tu primera experiencia con el parsel. ¿Qué paso? ¿Cómo fue? ¿Dónde? anda no seas tímida, - Mostrándole un lugar a la sombra, para que ella se sentara al lado del anciano.

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No podía evitar preocuparme por las serpientes. Siempre me habian gustado los animales y en general, tenía suerte entendiendoles, lo que me facilitaba el poder curarlos como merecían.

 

-Siempre me han gustdo los animales, al grado que muchas personas me han criticado que me preocupe más por un animal herido que por una persona que este mal. En realidad, depende de la persona.- Confesé.- ¿A que mujer le recuerdo?

 

Me quede pensativa por unos segundos, la curiosidad había podido más lejos que yo y por un momento había olvidado que hablaba con un arcano.

 

-Lo siento, profesor. A veces la curiosidad me gana.- Comenté. -En seguida voy por las varas.

 

Fui por las varas de bambú, sin soltar nunca mi varita y la mochila que llevaba en el hombro. Vi que Ilea y Hayley se habían ido como les pidió el arcano. Al tocar las varas de bambú, sentí deseos de arañarlas y jugar un poco, no tenía ese tipo de plantas en la Selwyn. Me regañe a mi misma al ver que el Arcano Lawan se alejaba.

 

Lo segui con las dos varas, notando la charola que llevaba con dos cuncos. Afortunadamente había una sombra agradable Observé que el arcano se se entaba en la orilla del estanque y metí los pies en el agua.

 

-Lo siento, tengo que quitarme los zapatos.- Murmuré, mientras dejaba las varitas de bambú de lado Me quite los zapatos y las calcetas que tenía puestas, metiendo los pies en el agua, la cual tenía una temperatura agradable.

 

Escuché la pregunta del arcano, nunca me habá puesto a pensar en eso en realidad.

 

-Empezó a los ochos años, si no me equivocó. Un día descubrí a uno de mis gatos jugando con una serpiente, no podría decir la raza, era una serpiente pequeña así que no creo que le hubiera hecho nada. Abrí la ventana de mi cuarto y me convertí en una minina persa blanca también, saliendo por la rama que estaba casi pegada a la misma, llevando como siempre mi varita en la mano derecha, claro que en mi forma animaga, no se notaba.- Comenté, mientras hacia una pausa. -Me convertí en humana nuevamente al llegar al suelo y cargue al gato, mientras le pedía a la serpiente que no lo hiciera, que no se lo comiera.

 

Era cierto que a esa edad mi varita hubiera sido inútil, recordé. Era una de juguete, pero mis tios me habían enseñado a traerla siempre conmigo, para acostumbrarme a la misma. Un mal hábito que se me quedo grabado para toda la vida.

 

<<Solo quería jugar. Como animales más pequeños.>> Dijo la serpiente, parecía avergonzada por no poder comerse a un gato.

 

<<Te traeré ratones, a veces hay en el ático o en el sótano.>> - Comenté, sin darme cuenta de que hablaba en otra lengua. <<No puedo meterte al castillo, a mis tios no les gustan las serpientes.>>

 

<<Yo te espero, no hay problema>>- Contestó.

 

De la misma forma en que baje, subi a mi cuarto, seguida por mi gato a quien regañe por salirse. Fui de inmediato al ático y junte varios ratones pequeños en una caja. El castillo era grande, además que mis tios trabajaban si bien me dejaban encargada con varios guardianes, era fácil escabullirme. Le lleve los ratones a la serpiente. - Seguí contándole al arcano.-Por raro que se escuché, nos hicimos amigas, mis tios no sabian de eso. ¿Porqué vivía con mis tíos? Al morir mi mamá mi padre no pudo cuidarme, sus responsabilidades eran demasiadas pero sobre todo, tenía muchos enemigos. Por eso me puso al cuidado de mis tíos, magos también que me cuidaron desde pequeña y una vez en Hogwarts lo hacian durante el verano.

 

Expliqué. No era fácil ser hija de Lucifer, porque además tenía muchos enemigos que se vengarían con gusto en sus hijos. Mientras pudiera intentaría no decir que era mitad demonio.

 

-Tenía varios profesores en casa, pero solo los veía a horas determinadas, por lo que tenía tiempo para visitar a la serpiente del jardín. Eso me gustaba, pero nunca pensé que fuera algo anormal. La amistad duró hasta un día antes de partir a Hogwarts. Cuando fui a ver a la serpiente, no la encontré. Por más que la busque no me contestó, los últimos ratones que le había llevado estaban vivos todavía y empezaban a escapar.- Me entristecí al contar esa parte.-Mis tios regresaron del trabajo y se alarmaron al verme llorar, creyendo que era por alejarme de ellos. En ese momento me dieron una varita de verdad.

 

Suspire para poder seguir contando un poco más de la historia.

 

-En Hogwarts la tristeza duró poco. Me escapaba para ir al Bosque Prohibido, había un sitio donde se juntaban algunas serpientes y hablaba con ellas. En una ocasión un chico que era más o menos de mi edad me descubrió y se acercó a mi, hablando en pársel también. - Comenté.

 

<<¿Tú también lo hablas? ¿Cómo es posible?>> - Preguntó el chico sorprendio. Tenía el cabello negro y ojos del mismo color, daba miedo.

 

<<¿Pársel? ¿Así se llama esto?>>- Pregunté, mirándolo con curiosidad.

 

-Segui platicando con él, su nombre era Tom Ryddle. Cuando crecimos, me dijo que había formado un grupo de amigos del cual quería que formara parte.-Comenté.-¿No le importa enseñar a demonios, verdad? Porque eso soy. En realidad soy mitad demonio, igual que muchos de mi familia. Por eso mantengo la apariencia joven.

 

Era raro sentir el agua en los pies, nunca me había pasado eso en una clase, pero era algo que calmaba.

 

-El me explicó que tan raro era ese don y que muy pocos lo poseían, que era mejor que nadie lo supiera. Hice bien en hacerle caso, porque cuando empezó el asunto del Heredero de Slytherin, me hubieran culpado si supieran de mi habilidad. - Comenté.

 

De esa forma se explicaba también como comprendí en Hogwarts que era necesario guardar la habilidad, misma de la que pude hacer uso sin miedo hasta ser ya adulto. Cuando mis tíos murieron hacen poco, todavía ignoraban eso. Se asustaron mucho al darse cuenta que era animaga, no quería espantarlos más. Ellos tenían otras habilidades, pero aún ellos siendo expertos en varios conocimienots y hechizos, había cosas que no comprendían.

 

Espere la respuesta del arcano, ante esa historia que casi nadie conocía.

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<<Oh, vaya>>

 

Fue tan agradable como sorpresivo. Llevaba días huyendo, así que no había tenido esperanzas de recibir correo, precisamente. El cuervo la alcanzó cuando cabalgaba en la zona exterior de los bosques aledaños a Winterfall, por donde había vagabundeado con la esperanza de animarse a volver a su casa. No lo había logrado y se había maltratado bastante en el intento; por eso, cuando el cuervo le llevó el mensaje, Catherine se resignó por fin, entendiendo que había sido su hermano quien había desviado el correo, conocedor de su paradero y de lo que con ella sucedía. Bajó inmediatamente del garañón negro y le entregó una manzana de sus alforjas, antes de enviarlo de vuelta a casa, sólo tomando una bolsa de tela basta consigo. El animal era listo, conocía el camino mejor que ella misma y no estaban lejos.

 

El anuncio, por otra parte, era más de lo que había esperado. Había tenido problemas con sus poderes, perdiéndolos paulatinamente por un motivo que desconocía, como si una fuerza aún mayor que le hubiese estado brindando el poder se hubiera esfumado, o contraído su influencia. Catherine temía que hubiera sido por lo acaecido con Káiser. Por eso, había decidido sumarse al grupo de personas que visitaban al arcano Lawan Nguyen Thanh (un nombre bastante largo y complicado del que decían era un mago de igual índole) con la esperanza de no perder del todo la habilidad que recordaba poseer desde que tenía memoria.

 

Por medio de la desaparición, su llegada a la universidad fue casi inmediata, a pesar de que no tenía el mejor de los aspectos: llevaba pantalones de montar y botas bajo la túnica blanca manchada de barro y la capa se encontraba en el mismo estado precario. Se limitó a pasarse la capucha sobre la cabeza debido al calor, agradeciendo no llevar el usual negro, aún con la varita en la mano, para luego dejarla en su bolsillo dejando el extremo sobresaliendo en el aire a ojos vista e intentando atisbar a su alrededor bajo la sombra que le hacía la tela sobrante de su capucha.

 

Sabía que el arcano vivía en la universidad pero la referencia parecía bastante vaga y no estaba segura de poder llegar al oasis. Debía tener además alguna clase de aposento y también estaba el asunto de que todo asemejaba alguna clase de desierto por la absurda voluntad de traer la biblioteca con todo y clima de origen. No estaba enterada claro, de que el arcano había quitado el encantamiento que usualmente rodeaba la extensión de sus dominios y que era ese el motivo por el cual tardó más de dos horas en dar con el sitio, ya que no encontró portal alguno, negándose a declinar por pura terquedad.

 

A diferencia de lo que había esperado, no se había topado con ninguna criatura por el camino que pudiese ayudarla y de hecho, se encontraba bastante lúcida a pesar del cansancio del recorrido. A la espera, buscó en su morral una botella de la que tomó un trago de agua, intentando tragarse el dolor en los hombros, tobillos y pecho. Frente a ella, había un bungalow y un ¿estanque quizá? De aguas claras; nunca había conseguido definir adecuadamente los charcos de agua por su extensión.

 

Miró alrededor, notando entonces que el ambiente parecía callado, demasiado quieto. Sólo creía escuchar voces a lo lejos aunque quizá se equivocara. Ni siquiera estaba segura de si serían voces humanas o... no.

Editado por Catherine Stark

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El anciano bajo la mirada y clavo sus negros ojos en el reflejo del agua, la temperatura del lugar era un poco molesta, sobre todo para los europeos aunque Lawan encontraba muy relajante aquella sombra al lado del pequeño estanque. – Una vida difícil. – Sin dejar de mirar el agua sosteniendo el hilo de su caña cerrando los ojos para intentar aguzar sus sentidos.

 

- Muchas veces, repasar el pasado nos da pequeñas pistas, para encontrar un mejor futuro. – Sonrió el arcano mostrando sus viejos y amarillos dientes, la misma sonrisa que tuvo cuando empezó su entrenamiento en la lengua de las serpientes en su natal Can Tho hacía ya muchos años atrás.

 

- Tienes una habilidad innata, y eres una persona con una gran empatía. – Apuntando con los ojos a los pies de la mujer, una serpiente marina de pequeño tamaño nadaba cerca de sus dedos, parecía calmada y sin miedo, Lawan había entendido que la mujer tenía un aura que daba confianza, algo que no había visto en sus demás estudiantes, lo que la hacía una candidata excepcional.

 

- Lyra, esta es la primera vez que lo pregunto, ¿Deseas enfrentar la prueba de los hablantes de Pársel? – Arrastrando un poco sus palabras, Lawan había preguntado en ese extraño idioma. – Considero que estas lista para afrontar la prueba. – Bebiendo un sorbo de su infusión, para volver a sonreírle. – Según lo que me dijiste, afrontaste la prueba de la vieja Suluk, eso es increíble, ¿Esta en tu objetivo llegar a ser una Arcana? – Bromeó el anciano, para relajar un poco el silencio de la mujer.

 

- ¿Lyra deseas enfrentar la prueba? – Levantándose paulatinamente. – Dame un minuto, ahora regreso espero que tengas tu respuesta. – Desapareciendo enfrente de los ojos de su alumna.

 

Un movimiento rápido atrapo el pie de aquella mujer, la cual cayo al suelo rápidamente, las cepas de aquella planta empezaron a trepar por las piernas uniendo las dos, eso había hecho que perdiera el equilibrio.

 

La fuerza de aquella planta era sorprendente y actuaban como una serpiente enroscándose al cuerpo de la intrusa, típico del arcano siempre imitando a las serpientes. - ¿Quién eres? - Preguntó con un tono frio y su cara podían notarse sus tantas arrugas sobre su afilada nariz y sus ojos rasgados.

 

- Xié xie por avisarme Ru. – Susurró a una serpiente del desierto que veía la escena escondida en la arena, la cual salió mostrando sus colmillos. Lista para comer. – Lo siento Ru, ella es ahora mía, si llega a morir prometo traer el cadáver. – Siseo el arcano, para volver a desaparecer ipso facto.

 

- Entonces, Lyra. – Su voz venia del bungaló hacia su alumna que seguía con los pies en el agua, acaso ahora estaba jugando con las serpientes el estanque, esa mujer era sorprendente.

 

- ¿Harás la prueba? – Preguntó sereno el hombre, percatándose que Lyra habría la boca al ver a una mujer amordazada por una liana e interrumpiéndola antes de que dijera palabra alguna. – Tengo visitas inesperadas. –Sonrió el hombre, acaso ese viejo decrepito estaba loco, muy probablemente. – Necesito saber tu respuesta Lyra. – Volteando hacia abajo donde la mujer peleaba por moverse, pero las lianas solo se ajustaban más. – Y también le hice una pregunta a usted señorita- Moviendo el dedo índice para liberar la boca de la joven.

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Asentí al escuchar las palabras del Arcano, sobre repasar el pasado. Tenía razón, no me arrepentía de nada de lo que había perdido, porque sabia que se vería compensado con mis esfuerzos en la Universidad. Quizás fue necesario perder lo todo, para poder concentrarme en las clases y lograr mis metas. Lo demás solo hubiera sido distracción.

 

Seguí la mirada del Arcano y note la serpiente marina que nadaba cerca de mis pies. Sonreí. No era la primera vez que me pasaba. En el lago del castillo en que vivía, se me acercaban y no me asustaban. Sin embargo, con las plantas no me llevaba bien y siempre alguna intentaba atraparme.

 

Hasta que llegue a adulta y pude conseguir el conocimiento de herbología, fue que empecé a entenderlas. ¿Que si deseaba enfrentar la prueba? Sonreí, era lo que más deseaba desde que había llegado ahi. Sonreí ante su comentario sobre ser Arcana.

 

-Sería mucha vanidad decir que me considero preparada para ser una Arcana.- Contesté.-Aunque si quiero obtener las habilidades con las que me sienta a gusto.

 

El Arcano desapareció un momento, mientras jugaba con las serpientes unos segundos antes de irme a la prueba. Cuando llego me levante, no sin antes acariciar a las pequeñas serpientes. Esperaba que todas fueran así en la prueba, pero suponia que no todas serían tan amigables.

 

Vi a la mujer que el Arcano tenía amordazada con una liana. Al principio no me parecía conocida, hasta que los recuerdos empezaron a aparecer en mi mente, recordando la clase de Ofiomancia, otra razon por la que no quería perder la habilidad de hablante de pársel.

 

-Haré la prueba, me siento lista. - Contesté sin dudarlo.

 

Me sentía más preparada que cuando había llegado al bungalow y empezó todo, logrando relacionarme con las serpientes, aunque ayudada también por Hayley.

 

-En cuanto a ella, no creo que venga a hacer algo malo. Fue mi profesora en la clase de adivinación, hace casi un año, por lo que en realidad no puedo responder por ella. - Comenté.-Las serpientes de la clase parecían respetarlarla.

 

No pude evitar pensar en que cuando termino la clase había logrado que me siguiera la serpiente con la que estuve trabajando, además de un espejo mágico, regalo de Ainé. .

 

-Se le esta enfriando su otro té, profesor.-Mencioné con curiosidad, señalando el tazón que seguia lleno, mientras tomaba mi mochila. -¿Cuándo empezaré con la prueba?

 

Era momento de vivir otra aventura, mientras miraba a la nueva estudiante. No creía que el Arcano Lawan fuera a hacerle daño o las seprientes con las que tuviera que tratar, así que no sentía remordimiento por dejarla y asi demostrar que merecía conservar la habilidad.

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<<Oh, genial>>

 

Dejó escapar un suspiro, tendida en el suelo con los ojos clavados en el cielo. Tenía una expresión entre aburrida y exasperada, con los brazos a los costados de su cabeza, la espalda doliéndole por el golpazo y el pecho por el orgullo herido. Había conseguido escuchar el sonido de las plantas deslizándose, apenas un roce, pero demasiado tarde. El arcano la había atrapado ya, aunque de manera poco amable. Al ver su rostro, deseó soltar un quejido al astuto viejillo que tenía ante sí pero no tuvo tiempo; era, además, sumamente incómodo, sentir como algo trepaba por tu pierna sin poder librarse de ello, despotricar o cuanto menos exigir algo de libertad en su espacio personal.

 

Sus ojos fulminaron al arcano pero no pudo decir nada, debido a la mordaza, que masticó con rabia para librarse de sus sentimientos funestos. Más adelante, Catherine pensaría que había sido lo mejor puesto que su boca solía ser su ventaja y su perdición: a veces, no sabía cuando callarse. De otro modo, quizá el arcano habría terminado por detestarla y eso nunca era bueno de parte de alguien a quien estabas a punto de encomendarle tu vida.

 

Se preguntaba en qué momento la habría avistado la serpiente, cuando sintió la desaparición conjunta y volvió a aparecer en un lugar del que sólo distinguía a medias el techo pues, para variar, continuaba tirada en el suelo completamente sujeta.

 

-Disculpe -soltó, intentando contenerse inútilmente y sentándose haciendo uso de sus brazos para no caer hacia atrás-. Sucede que no suelen amordazarme y exigirme responder al mismo tiempo -añadió para luego soltar un bufido.

 

Deseaba sobarse varias partes adoloridas del cuerpo debido al dolor, entre ellas algunas que no solía tener adoloridas en público pero que las tenía en ese instante debido a la caída, mas no iba darle el gusto al anciano.

 

-Catherine Stark -informó entonces simplemente con su ira ya esfumada, cayendo en cuenta de que la capucha había caído hacia atrás y en ese preciso instante, su rostro y su cabello, peinado en una gruesa y única trenza, eran perfectamente visibles entonces-. E imagino que es usted el arcano Lawan.

 

A pesar de que se sentía afectada, tenía la cortesía demasiado arraigada y aunque le hacía sentir incómoda llamar al arcano por su nombre y no por su apellido como era debido, no tenía idea de cómo se pronunciaba tal. Entre una y otra impertinencia, se había decidido por la que le parecía menos desatinada. Así, apoyándose en un sólo brazo, aprovechó la intimidad que parecía existir entre la mujer que se mojaba en el estanque (¿o cómo se llamaba si no?) y el arcano para limpiarse la ropa con movimientos mecánicos, casi desinteresados, de la tierra y arena de la que se habían llenado por andar tirada como mercancía.

 

Ni siquiera cayó en cuenta de que la conocía y por ello no dio señales de intentar hablar con ella más allá de hacer en su dirección una vaga venia a modo de saludo, sin siquiera mirarla. Sólo cuando mencionó que había sido alumna suya fue que observó con más cuidado y notó que estaba ante Selwyn. La miró entonces largamente, aún limpiándose la ropa. A diferencia suya, la mujer parecía estar lista para algo y lastimosamente por su falta de interés desde un inicio, Catherine no había entendido de para qué ¿una prueba había dicho?

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- Gracias Lyra. – Caminando hacia donde había dejado su té, para darle un nuevo sorbo. - Estoy realmente agradecido contigo, has sido una alumna excepcional, ojala que las siguientes sean como tú. – Sonriendo para mirar fugazmente a la mujer amordazada en el suelo, escuchando con atención las palabras de Lyra, ignorando por un instante a su nueva presa. – Wootang, atiende a nuestra visita. – Susurró el anciano, cuando una de las serpientes más grandes que vivían con Lawan, una boa se arrastró por debajo del árbol el cual daba la sombra para el estanque, para mirar fijamente a la mujer.

 

- La prueba será dentro de una semana, te veré a las 7 de la mañana en la puerta de mi bungaló, allí donde conociste a Hayley, y hablando de ella. - Dijo aun en Pársel cuando se acercó a Lyra para decirle los detalles.

 

- Así mismo, tengo una petición muy especial que pedirte. - Volteó el anciano hombre para apuntar hacía su casa y volver a ver a la mujer. – Quiero que cuides a Hayley. – Sentenció mostrándole el camino a Lyra. – Ella confía en ti, y tu pusiste tu confianza en ella, es por eso que me gustaría que te hicieras cargo de ella, sé que quizás veas esta petición algo sorpresiva o quizá algo descuidada, pero ella no pertenece a este lugar. Quizá tú puedas ayudarla, ya sabes con su pequeño problema.-

 

- Sin más que decir, me despido. – Bajando un poco la cabeza, mostrándole sus respetos a su alumna. – Siete días, a las siete horas de la mañana, si no llegas lo entenderé, pero si deseas venir, te sugiero como a todos mis pupilos, que desayunes bien, este último reto te exigirá demasiado física como mentalmente, entendido. – Apuntando con la vara de cristal la entrada al bungaló y de allí la salida de la vivienda del arcano.

 

- Alguien sería tan amable, de decirle a Hayley que tiene una nueva amiga y que sin ella no permitiré que salga de aquí. – Siseo en un tono más alto, esperando que alguna de las 47 serpientes que vivían con él, hiciera la tarea. – Tengo fe en que te volveré a ver. –

 

Despidiéndose de Lyra, tomó su mano con ambas manos para sonreírle a la mujer.

 

 

Después de eso el Arcano fue directamente por la charola donde coloco los dos cuencos; ignorando a la joven atada, no era la primera vez que el Arcano tenía ese tipo de invitados. Con su caminar pausado, se dirigió hacia dentro del bungaló, haciendo que la planta levitara tras de él y la boa los siguió, parecía uno extraño desfile, llevándola enfrente de una pequeña mesa enana donde “sentó” a la mujer.

 

- Tu nombre no me dice mucho. - Moviendo los dedos aflojando las lianas las cuales cayeron al piso retorciéndose como una serpiente y desaparecieron entre cenizas.

 

- Tienes razón, yo soy Lawan, y vuelvo a preguntar, ¿Quién eres? ¿Por qué apareciste en medio de mi casa? – Levantando otros dos cuencos donde había servido té unas horas antes, y caminar hacia su pequeña cocina la cual no estaba a más de 3 metros de la mesa, en si se podía notar que la casa del Arcano era demasiado pequeña pero tenia un jardín enorme.

 

- Las personas normalmente llegan por la puerta de enfrente. – Apuntando el largo pasillo y una puerta de madera por la cual Lyra había salido con anterioridad. Agachándose un poco para buscar un nuevo cuenco y ponerle algo de arroz que tenía en su estufa, para después verter lo que parecía un líquido blanco sobre el mismo, y espolvorear alguna hierba.

 

- Gracias Wootang. – Sonrió el anciano llevando el plato a la mesa, haciendo aparecer un par de palillos y colocándolos encima del tazón.

 

- La escucho señorita Stark. Expliquese-

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No pude evitar sentir como era presa de la vanidad al escuchar las palabras del Arcano Lawan. Sabía que uno no debía rechazar los halágos, sobre todo si uno se los había ganado, por lo que sonreí solamente.

 

-Gracias, Arcano. Aunque tuve suerte con estas serpientes, supongo que no todas serán tan fáciles de tratar.- Comenté. Eso era cierto, el comportamiento de las serpientes influia bastante en la comunicación con ellas.-Gracias a usted, Arcano Lawan. Lo veré entonces a las siete de la mañana en una semana.

 

La petición del Arcano me sorprendió aunque término de alegrarme. ¿Quedarme con Hayley? ¡Claro que si! Sabía que podía ayudarle, si es que ella quería también dejar de ser una serpiente conmigo. Podría vivir en el castillo y ser una tía más adelante para Lionel.Aún así, Lionel sentía el mismo cariño que yo por los animales, estaba segura que una vez que conociera la historia de Hayley, me ayudaría a cuidarla.

 

-Yo la cuidaré, Arcano Lawan. Puede estar seguro de que en la Selwyn encontrará un buen hogar.- Contesté, mientras me despedía de él.-Gtacias por todo, nuevamente, Arcano Lawan.

 

Esperé que una de las serpientes volviera con Hayley. Apenas pasaron un par de minutos, pero los mismos me parecieron eternos. Toda la plática con el Arcano había sido en parsel, me estaba acostumbrando demasiado a esa extraña lengua. Por fin llego y me sente en el suelo, acariciándola.

 

<<Felicidades, Lyra.>> - Me dijo la cobra real, mientras se acercaba a mi.

 

<<Gracias, Hayley. Tu me ayudaste mucho.>>- Contesté.- <<Entonces, ¿quieres venir conmigo?>>

 

Quizás estaba de más la pregunta, pero quería saber la opinión de mi nueva amiga antes de obligar a seguirme. Era mejor que supiera que sus opiniones importaban.

 

<<Iré. No pertezco aquí, lo sabes tan bien como el arcano y yo.>> - Comentó. <<El cambio de ambiente será bueno para mi, quizás ahi mejore.>>

 

<<Te ayudaremos, Hayley. Sé que mi hijo menor querráa ayudarte con tu problema, así que estarás bien cuidada.>>- Comenté, mientras añadía para bromear.- <<Solo tienes que prometer no comerte a mis mascotas, ni a mis elfos. Sobre todo las que están en mi cuarto.>>

 

Pensé en mis gatos, mis micropuffs y puffskeins. Ellos eran los que solían estar en el castillo, en las zonas donde pasearía Hayley libremente. Deje que la cobra se subiera a mi cuello, listas para irnos.

 

<<No me gustan las mascotas, pero, ¿tienes elfos? Hace mucho que no me como uno.>>- Bromeó ella también.

 

<<Tampoco elfos>>- La regañe, fingiendo enojo.

 

Salimos las dos por fin, entre broma y broma de la vivienda del Arcano. Nunca se me olvidaría esa cita y estaba segura que Hayley se encargaría de recordármelo si eso llegaba a pasar. Mientras tanto, las dos merecíamos un descanso, en lo que la cobra real se adaptaba a su nuevo hogar.

 

Me acomodé la mochila en mi hombro, estaba segura que no había olvidado nada.

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Catherine no estaba precisamente dispuesta a contestar de la misma forma por segunda vez. Su ira había menguado y se había resignado a ser arrastrada de nuevo pero tampoco quería detenerse a pensar en una respuesta que muy probablemente la induciría a un nuevo error. Se limitó así, a contestar primero a la más fácil de las preguntas.

 

-Llegué aquí de la forma que pude -replicó encogiéndose de hombros-. No tenía un mapa precisamente. En cuanto al motivo... fue ésto.

 

Intentó extraer la misiva de su bolsillo pero luego de un corto forcejeo que contentó con señalar con la cabeza.

 

-Me llegó una respuesta, que me decía que podía acudir aquí, para instruirme.

 

Sí, la palabra correcta era instruirme. A diferencia de Selwyn, quien al parecer había caído al arcano en gracia, los poderes de Catherine languidecían. Cuanto más intentaba recuperarlos más resultados insatisfactorios lograba. Finalmente, había terminado por rendirse a la suerte y había sido dicho olvido lo que había logrado que no los perdiese por completo. Irónicamente, cuando había dejado de pensar en ello el poder había vuelto como por ensalmo; pero volvía a suceder y Catherine seguía sin comprender el motivo.

 

Le pareció que era demasiado largo de explicar. Intruirse, aprender. Sí, a eso había venido y resumía perfectamente su situación sin tener que atravesar por una ridícula cháchara emotiva. A pesar de la concentración, en su mente aún parecía oscilar la mirada de unos profundos ojos amarillos; le había gustado la mirada que le había lanzado la serpiente allá afuera, aún cuando había parecido ser más de hambre que otra cosa.

 

-Dígame qué otra explicación necesita, señor, de forma que pueda decirle alguna otra cosa -añadió con voz quieta.

 

Empezaba a acostumbrarse a las amarras y se había sentado con las rodillas dobladas bajo el cuerpo en una postura que, al menos, resultaba más cómoda y práctica, con plantas y todo.

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Lawan coloco sus codos en su pequeña mesa, mientras escuchaba con detenimiento a la mujer y tapaba su rostro con sus largos dedos. – Entiendo. – Levantándose para regresar por su taza donde estaba el té que había estado bebiendo con Lyra minutos antes. – Si eres una alumna, recuerda que este lugar no es un centro turístico, la paciencia es una virtud.- Moviendo su mano derecha haciendo que todas las plantas que estaban con la mujer fueran quemadas en cuestión de segundos, cayendo al suelo como ceniza la cual desapareció instantáneamente al tocar el tatami de su bungaló.

 

- Puedes preguntar a esos directores británicos… mmm no recuerdo como se llaman, ¿Elvia? No lo sé, pero su trabajo es ayudar a los alumnos, así que te aconsejo no volver a entrar a un lugar dentro del ateneo de esa forma.- Agachándose para abrir un cajón lleno de especias y ponerse a buscar algunas. – Crees que ese anciano decrepito de Báleyr, hubiera tenido la amabilidad de escucharte. – Sacando tres pequeños frascos, para llevarlos junto con su té a la mesa, donde Catherine escuchaba.

 

El hombre se sentó en el suelo y dio un sorbo al té. – Entendido, no vuelvas a invadir este lugar. – Abriendo el primer frasco y oliendo el contenido, para tomar una pizca y espolvorearlo sobre el tazón de comida. – Entonces eres una aspirante, como ya sabes yo soy el arcano de los hablantes de Pársel. – Abriendo el segundo frasco y volviendo a llevar a su afilada nariz.-

 

El Pársel no es una lengua que se aprenda con lecciones, anotando construcciones gramáticas, o aprendiéndote de memoria verbos y cosas así, no soy profesor de alemán o de chino, aunque honestamente a estos magos occidentales, necesitan un par de clases de mandarín, la magia asiática tiene muchas cosas muy sorprendentes, pero eso no me incumbe. - Abriendo el tercer frasco, aunque sus viejas manos parecían ya no funcionar. – Esta cosa esta muy dura. - Ofreciéndole el objeto a Catherine. – Ábrelo por favor. – Asumo que puedes entender algunas cosas de los siseos de las serpientes, pero no entiendes completamente todo.

 

- El Pársel, es una lengua que solo las serpientes y los humanos ligados a esta tradición entienden, es casi imposible para una persona común y corriente aprender la lengua, por que como te lo mencioné no es una lengua específicamente.

 

- Las personas que nacen con esta habilidad la pueden desarrollar en cualquier etapa de su vida, empezaran a escuchar palabras, quizá frases, pero no saben como, voces en la cabeza, pero no aprenderán a conjugar un verbo en… subjuntivo pasado. – Lawan había leído mucho sobre lenguas muggles de joven, intentando encontrar alguna relación pero habían pasado años, desde que abandono esa idea al ver que era imposible, una persona sin la habilidad no podría aprenderla nunca, o al menos no conocía a nadie que hubiera hecho tal hazaña.

 

- Xiexie. – Tomando el frasco que Catherine había abierto para él, repetir el ritual de olerlo y espolvorear sobre el tazón. –

 

- Primero que nada, come esto. – Ofreciendo con ambas manos el plato. – Un poco de ph, es una sopa de mi región, es una gran fuente de energía y tu te vez muy mal, cómelo que aún está caliente. – Mirando la ropa de la mujer y su aspecto, para susurrar algo en Pársel.

Wootang la enorme boa, se arrastró detrás de Lawan, ese aire altanero del reptil se hizo presente y siseo algo.- Lawan solo le sonrió al a serpiente. – Allí están los palillos, es Mientras comes, háblame un poco de ti. – Dando un sorbo a su té. – Cuéntame, cuando fue la primera vez que presenciaste el poder entender a las serpientes? ¿Entendiste lo que le dije a mi amigo Wootang?

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