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Legilimancia


Rosália Pereira
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Golpea la mesa con los dedos de forma rítmica para relajarse. Tiene miedo todo lo que implica acudir al ateneno de habilidades. Por experiencia sabe lo complicado y difíciles que son los arcanos de tratar, lo imposible que aveces es entender lo que tratan de explicar. No tiene idea de como es que funciona la legeremancia y la forma correcta en que alguien debe buscar en la mente de otras personas. Lo que si que tiene claro es que no va a permitir que nadie, excepto quizá la arcana, se meta en su cabeza. Está ya varios minutos sentado sin saber muy bien que hacer. Detrás de él hay portal que tiene como destino la universidad. Pero ¿Está seguro de comenzar esa travesía? ¿Está preparado para que la arcana derrumbe todos y cada uno de los secretos que se obliga a olvidar usando la oclumancia?

 

Aunque está acostumbrado a cruzar el mundo en un segundo utilizando la magia de los Uzzas, aún suele dar varios traspiés al llegar al otro lado. Recupera el equilibrio abriendo los brazos como si de un espanta pájaros se tratase. Cierra los ojos y se concentra en los anillos que lleva en los dedos. Los arcanos y los guerreros tienen cierta rivalidad que prefiere no poner a prueba, por lo que con un leve movimiento de varita todos esos objetos de uzza van a parar a los bolsillos de moke de la túnica azul que lleva puesto.

 

Recita mentalmente las instrucciones para llegar a la casa de la Rosalía. Le cuesta varios minutos llegar, casi una hora, pues el límite de aparición está bastante lejos. Aunque sabe que es fácil evitar las barreras antiaparición con el portal (de hecho, usa un portal para transportarse) también cree que es mejor respetar la privacidad de las personas y al menos que se trate de una emergencia sus portales siempre llevan a los límites del hechizo de aparición.

 

En cuanto ve el jardín privado de Rosália se sorprende bastante. Ha escuchado hablar de él, de su belleza y de sus maravillas. Pero es imposible imaginarse lo que sus ojos están viendo. No es capaz de identificar todos los olores que le llegan con el viento, ni de reconocer los colores de todas las flores y plantas. Recuerda leer muchas cosas sobre la arcana de legeremancia, entre ellas, que pocos conoce el interior de su cabaña por lo que le parece una mala idea tocar a la puerta.

 

Afortunadamente -o quizá no, quizá lo mejor es que deje la locura de las mentes para otras personas- oculto entre el éxtasis de olores puede reconocer uno diferente. Bueno, no exactamente reconocerlo porque no tiene idea de su procedencia; pero si que tiene algo distinto, algo que lo hace único entre todas las fragancias que se mezclan entre ellas. Aquel olor viene del invernadero de cristal que se encuentra cerca de la cabaña. Se deja guiar por su nariz, camina hacia dónde el olor es más fuerte.

 

—¿Hola? —pregunta sin atreverse a ingresar al invernadero, alzando mucho la voz. Ve más gente, aunque por su silueta y su porte puede reconocer a Ellie.

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Jank sintió un alivio espontáneo cuando la arcana desestimó la idea de la legilimancia de nacimiento. O al menos, eso había interpretado. Si bien durante los últimos encuentros con Leonard le había picado la curiosidad suficiente como para hurgar de nueva cuenta en los rincones de su perturbada mente, no quería exponerse a que él hiciera lo mismo en la suya. Aunque, en realidad, lo que quería era encerrar sus pensamientos, recuerdos y secretos en una bóveda y perder la llave, y para eso necesitaría la Oclumancia. Aun así, creía que primero debía saber cómo entrar antes de evitar que alguien lo hiciera.

 

Quiso contestar primero, pero al parecer Eileen estaba casi tan apresurada como él. Ella visualizaba el asunto como un laberinto, lo que le llamó especialmente la atención. Si bien la mente de las personas podía ser confusa y repleto de variables, Jank consideraba que también se dividía en niveles de importancia y relevancia. Parecido a las capas, pensaba que los aspectos más destables del humano (o en algunos casos, criatura) debían entrar en cierto orden basado en la jerarquía para así formar la personalidad, el accionar diario, el control de las emociones..

 

>> Es una torre. Como la Torre de Astronomía << pensó. A medida que ibas creciendo, construías nuevos pisos. Los más viejos eran los más descuidados, puesto que la mayoría decidía dejar a atrás el pasado, que termina siendo lo esencial. Los más recientes distaban de los anteriores, incluso en su estructura misma, ya que el cambio siempre iría de la mano del crecimiento. En éste se encontraban los planos de la expansión, donde se seguía escribiendo y detallando las ideas de los futuros niveles basados en los dos ya vividos.

 

Tal vez Rosália había intentado desprestigiar su concepto de la habilidad, pero lo que ella no parecía entender era que la descripción ofrecida por los psicólogos muggles acerca del funcionamiento mental no tenía por qué ser diferente a la de los magos. Después de todo, ambos eran humanos, dotados de inteligencia suficiente como para crear una vida idéntica a la del otro, con o sin ayuda de la magia. Aun así, no quiso debatirla. Tal parecía que, mientras menos se expusiera la opinión personal, más rápido se avanzaba, por lo que no le molestaba morderse un poco la lengua durante unas horas o días. De todas formas, sino le convencían sus palabras adornadas siempre podría echar un vistazo.

 

- Información. Hurgar en su pasado y presente. Amo de tus pensamientos y esclavo de tus palabras. Al no poder siquiera custodiar lo que tienes dentro, ¿qué defensa te queda? Es alucinante lo vulnerable que son las personas cuando sabes sus secretos, sus mañas, sus experiencias más privadas, aún más cuando son arrebatados contra su voluntad - sin saber por qué, miró a Eileen a los ojos, solo para darse cuenta que ella hacía lo mismo. Al instante desvió la vista y continuó -. Si conoces los puntos más débiles de alguien, destruirlo es solo coser y cantar.

 

- Y bueno, quizá reparar no sea el verbo adecuado. ¿Auxiliar? A veces las personas, incluyéndome, solemos olvidar lo que nos convierte en nosotros, ese distintivo que nos hace un ser único. Sí, suena cursi, pero todos necesitamos cierto individualismo si queremos conocernos mejor. No estoy diciendo que la única manera de ayudar sea siendo un motivador personal totalmente sincero, pero si sabiendo los puntos débiles de las personas puedes saber dónde y cómo atacarlas, teniendo en cuenta los fuertes puedes contribuir a que los explote al máximo. Sería una ventaja teniendo en cuenta que toda la información no estaría basada en estadísticas, sino enteramente en la persona cuya mente es explorada. Aparte, pienso que..

 

Subió la vista y cerró los ojos. ¿Por qué Leonard había vuelto a su mente... y tan joven? Jank supo que algo andaba mal apenas se percató de que no era solo una imagen proyectada basada en diversos recuerdos, sino en una en específico. Volvía a Hogwarts, a los dieciséis años, cuando él y su hermano competían por averiguar quién seguiría el legado de Camryn, la hermana mayor de ambos, considerada la mejor duelista de los Dayne por las principales familias nórdicas hasta su muerte. El entrenamiento se había vuelto parte de su rutina llevarlo a cabo en el campo de Quidditch a media noche hasta que fueron descubiertos y tuvieron que reubicarse. Esa noche la recordaba bien. Y en ese momento, extrañamente bien..

 

La sensación invasiva terminó de prisa, sin tacto. Primero pensó en Rosália, pero algo le decía que ella sí podía controlar una exploración sin ser tan evidente. Por eso, cuando Eileen habló, no le sorprendió y le correspondió con una sonrisa improvisada. De todos los momentos junto a Leonard, la bruja había dado con uno especial que hasta el mismo había intentado bloquear usando el resentimiento como excusa. Sin quererlo, la mujer había probado el punto recién expuesto por Jank: alcanzar abrir una puerta cerrada de su cabeza para mostrarle el paso a una nueva y madura perspectiva del mismo suceso.

 

- No te disculpes. Solo que ahora no podrá molestarte que haga lo mismo cuando aprenda a hacerlo - le dijo, dándole una palmada a su hombro -. Igual me pica la curiosidad.. ¿Por qué la Torre? Me imagino que la habré asociado con lo que hablabas y eso a su vez se conectó a un recuerdo. Me encanta - fue entonces cuando escuchó una voz masculina afuera -. Otro novicio. ¿Habrán más sillas?

Editado por Jank Dayne

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Mátalo. Atácalo. Devuélvete.

Caminaba a escasos metros detrás de una persona con un cabello largo, ocultando su orejas por completo, de un color negro oscuro. Las voces en su interior como era costumbre, trataban de taladrar con insistencia ideas para controlar sus acciones como si fuese una especie de títere débil que haría la primera orden que recibiese. Y algunas ocasiones se comportaba como tal, cuando olvidaba sus medicamentos o sus alucinaciones visuales eran tan fuertes al no poder diferenciar la realidad con la fantasía, perdiendo la batalla y el control de sí mismo.

En ese momento, mientras caminaba, pudo observar danzar las plantas cerca de la cabaña de la Arcana. Un baile amenazante, con toda la intención de capturarlo y devorarlo entre los dientes que visualizaba en algunas al abrir sus flores, incluso los árboles trataban de acercar sus ramas hacía él como si fuesen una especie de Sauce Boxeador. Sin embargo, el joven delante de él andaba con confianza, era su salida, su punto de vuelta a la realidad en ese momento para no paralizarse y devolverse como se empecinaban algunas voces dentro de su cabeza.

La experiencia con el único arcano que podía recordar le decía de la negatividad de esos personajes al aceptar personas en su vivienda, cabaña, todas las clases se dictaban fuera de ellas. En alguna parte escuchó sobre la obligación de enseñar sus habilidades y poderes por algún acuerdo, pero tal vez estaba confundiendo sus voces con la verdadera realidad, no pudo asegurarlo en su momento. Pudo asegurar, sin embargo, el joven frente a él tuvo el mismo pensamiento, ya que ni siquiera se digno a tocar la puerta sino simplemente se dejó llevar por otra cosa indistinguible para Undefined. Lo siguió, era probable que se dirigiese a donde la arcana.

Y así fue. El chico saludó alzando la voz esperando ser escuchado por la Arcana y por las personas visibles desde una especie de invernadero. En ese instante Undefined cayó en cuenta que la habilidad era Legeremancia, por lo poco leído en días anteriores, se trataba de leer la mente de las personas. Se preguntó entonces si la Arcana sería capaz de adentrarse en la suya y hacer que sus voces se callaran para siempre, encontrar lo dañado de su interior y arreglarlo.

Muy en su interior, sabía lo imposible de aquel escenario. Incluso las burlas de su voces incrementaron, riéndose fuertemente, llamándolo est****o e ingenuo. Como si tuviese una persona con Sonorus justo en la punta de su oreja, repitiendo lo mismo una y otra vez. Trataba de calmarse, confiando en que eso haría lo mismo para su ensordecedor interior.

- ¡Cállense! - Gritó entre dientes.

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Kaori.

 

Totalmente distraída la muchacha recorría los ya familiares pasillos del Ateneo de Habilidades, aun no lograba comprender del todo que había pasado con su inscripción y porque le tocó pasar todo un día haciendo trámites para poder seguir cursando la clase. Sin embargo, estaba decidida a adquirir la habilidad así que ahí estaba nuevamente, ahora si con todos sus documentos en orden o eso esperaba.

 

Dando un leve suspiró los guardó en su bolso con cuidado de no arrugarlos. Al igual que el día anterior su vestimenta era cómoda, pantalones de mezclilla blancos y una blusa con rayas negras y blancas bastante sencilla un atuendo muy muggle como siempre le reclamaba su difunta madre. Apartando de inmediato esos recuerdos de su mente, la joven recogió en una coleta su largo cabello azabache.

 

> pensó al ver a dos magos dirigirse al invernadero de la Arcana. Al parecer aquella habilidad era muy popular. Esperando que la Arcana no se molestase por no haber acudido el día que le dijo y haciendo memoria recordó que la mujer les había pedido que fueran al invernadero a los dos grupos que había hecho, ahora ella estaba sin grupo así que no veía nada de malo en unirse a los dos magos y caminaban a pocos metros de ella.

 

Estaba a punto de saludar al que tenía más cerca un mago muy alto, considerando la baja estatura de Kaori, cuando lo escuchó murmurar que se callaran > Pensó la muchacha algo confundida. Si bien ella no poseía la habilidad de nacimiento, había personas que, si la tenían, quizá el desconocido era una de ellas.

 

—Hola…— Saludó a los dos magos con una sonrisa. Bien podría quedarse con ellos esperando a que la Arcana apareciera y los recibiera o podía ir al lugar de donde procedían las voces. Luego de pensarlo un momento escogió la primera opción. — ¿Creen que se enoje si nos acercamos y la interrumpimos? — Se animó a preguntarles. No fue hasta ese momento que se percató de los singulares ojos de uno de los magos, eran algo hipnóticos.

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Un hombre con presencia común caminaba lentamente por la transitada calle. Nadie le prestaba atención y solo caminaban a ritmo frenético rumbo a sus destinos. Dió un bostezo perezoso mientras se llevaba el dedo índice a su ojo a causa del sueño. Había sido un viaje largo y su cuerpo aún estaba resentido por ello, su llegada a Londres había sucedido hace menos de un día y ya se encontraba rumbo a la universidad, a reunión con una Arcana para aprender el don de la Legeremancia.

A diferencia de la última vez, caminaba libre de preocupaciones. No sentía aquel peso sobre su espalda y mente, no quedaba rastro de aquellas dudas que atormentaban su alma mientras se dirigía a aprender Nigromancia. No, esta vez se encontraba más libre ya que la habilidad para leer mentes le resultaba menos impactante que aquella de revertir la muerte, incluso menos que la videncia. No la menosprecia, simplemente su mente no se preocupaba en demasía como veces anteriores. Quizás el viaje le había cambiado.

Su rostro había envejecido más rápido durante estos años. Su cabello ya se encontraba completamente cubierto de canas, incluso su barba ya estaba completamente grisácea. Las experiencias vividas durante su viaje le había quitado un par de años de vida, pero no se sentía mal por ello. Sabía que no había cometido un error al elegir aquel camino. Era un camino lleno de espinas y obstáculos pero él lo había escogido, y estaba conforme con ello. Además, el objetivo que busca es mucha más importante que solo el cansancio y estrés acumulado.

Caminó hacia un callejón oscuro e intransitado, con un rápido movimiento giró sobre su propio eje y ya no se encontraba más en aquel lugar. Unos ojos observaban hacia el callejón que ahora se encontraba vacío.

En los terrenos de la Universidad una saeta de fuego se movía en línea recta. Ciertamente no recordaba la ubicación exacta donde los arcanos solían coexistir, además no conocía a la arcana encargada de la habilidad de legeremancia. Entonces ¿cómo llegar? La respuesta encontrada por el mago había sido sencilla: siguiendo sus instintos o, mejor dicho, a su ojo interior. Cerró sus ojos, respiró calmadamente sintiendo como el aire entraba por su nariz, recorría su cuerpo y se escapaba por su boca. Finalmente la escoba giró levemente mientras rectificaba su curso continuamente. Muchas personas no comprenden totalmente el poder de la videncia, abrir el ojo interior permitía tener una visión más clara del mundo, no solo del futuro. Un ejemplo claro era el Guerrero Uzza Khufu, quién al abrir su ojo interior forzosamente terminó generando la capacidad de ver el presente, incluso si se encontraba a gran distancia.

No mucho tiempo después llegó a un invernadero. Las plantas alrededor le daban una sensación algo extraña, sin embargo no le dió mayor importancia considerando alguna información que había recopilado de Rosália. Sus ojos se encontraron con dos figuras masculinas y una femenina que esperaban la invitación de la arcana.

-- ¿Llevan mucho tiempo esperando? -- preguntó luego de saludar con un ademán, dudando si entrar directamente.
Editado por Goderic Slithering

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—Igual me pica la curiosidad... ¿Por qué la Torre?

 

Ellie vuelve a apoyar la espalda contra el respaldar de la silla (¿en qué momento se habría echado tanto hacia adelante?) e intenta tranquilizarse, respirando lenta y profundamente. Poco a poco, siente cómo sus manos dejan de temblar, sus músculos se relajan y sus pensamientos se despejan. Además, ayuda el hecho de que Jank no se haya alterado, a pesar de haber tenido todo el derecho de hacerlo. Agradecida por su comprensión (la cual, sin embargo, se da cuenta de que no es gratis), le sonríe levemente luego de que el mago retire la mano de su hombro. Mientras sigue hablando, ella asiente pues también se le ha ocurrido lo mismo: que si, al penetrar en su mente se ha topado con alguien recuerdo, tiene que ver con que Jank haya estado hablando de su gemelo y de la conexión mental que tenían.

 

—Ni idea. Astronomía nunca fue mi materia favorita... —acota Ellie a las palabras, encogiéndose de hombros.

 

Sin embargo, a pesar de no haber vivido nada muy especial en la Torre de Astronomía, la misma le recuerda a una de las torres más alta del castillo de Hogwarts, donde pasó una noche en vela junto a muchos de otros estudiantes de primer año, por allá por el año 1998. ¿Tendrán que ver esos recuerdos de la Batalla de Hogwarts, de esa torre tan alta, con haber encontrado el recuerdo de otra torre en Jank? ¿Los pensamientos del Legeremante suelen influir en sus hallazgos o no se trata sino de una mala práctica? Por supuesto, sintiéndose un poco más cómoda en aquella tertulia, no tarda en realizar aquella última pregunta en voz alta, observando tanto a Jank como a la arcana.

 

Luego de alcanzar a formular la pregunta, escucha una voz masculina que parece provenir de la entrada del invernadero. Jank reacciona primero, mas no parece saber de quién se trata. No obstante, Ellie se da cuenta de que reconoce la voz.

 

—Hobbamock —dice por lo bajo.

 

Inmediatamente, más voces se escuchan, aunque no con tanta claridad como la primera.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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"Cállate tú" se ve tentando a decir. Sin embargo no lo hace, no le parece una buena idea conseguir un enemigo apenas comienza la prueba. El rostro del mago le resulta familiar, sin embargo no sabe de que. No se agobia por eso, en el transcurso de la clase seguro que descubre de quien se trata. Cree que conforme avance la clase descubrirá mucho sobre todos los demás; después de todo la habilidad consiste en encontrar la forma de adentrarse en la mente de alguien más. Solo por precaución refuerza todas sus protecciones, solo por precaución verifica que todo aquello que no desea que se sepa esté oculto.

 

—Yo voy a entrar, porque o no nos escuchó o prefirió ignorarnos —contesta a la pregunta de Kaori.

 

Está nervioso y lo sabe. Tiene miedo de revelar sus secretos, aunque está seguro que solamente la Arcana podrá abrirse paso a través de las infinitas protecciones que hay en su cabeza. Recuerda muy bien la forma en que aprendió, en como con mucho esfuerzo y concentración logró crear esas barreras incluso (aveces) sin pensarlo cuando es necesario. Si identifica algo que no se debe saber, algo que es demasiado privado, su magia y su cerebro se apresuran a ocultarlo y ponerlo a buen recaudo.

 

No responde directamente a Goderic pues espera que su intención de ingresar al invernadero de a entender que si lleva esperando varios minutos por una respuesta. Ingresa al invernadero caminando a un ritmo normal, no camina rápido ni lento. No tiene prisa, pero tampoco tiene todo el tiempo para esperar. Sabe que Ellie está dentro pues la reconoció de fuera. Es algo que de alguna forma lo pone más nervioso ¿Desde cuando las mujeres lo ponen nervioso? Se concentra para colorear sus ojos, que en algún momento se tornaron blancos, en negro. Cuando está en público prefiere llevarlos oscuros, normales.

 

—Disculpen la interrupción —mientras habla levanta la mano en señal de saludo, en dirección de Ellie —. Pero estoy buscando a la Arcana de Legeremancia

 

Recuerda los libros que leídos en la biblioteca de Alejandría. No hay como tal un libro en dónde uno pueda aprender legeremancia, o al menos no uno fácil de encontrar. Sin embargo si que recuerda las palabras en dónde comparan la legeremancia con la oclumancia, en dónde explican como son un complemente y al mismo tiempo algo totalmente opuesto. Sabe que su experiencia como oclumante puede servirle. Conocer como funciona la oclumancia hace, de alguna forma, más fácil derrumbar las protecciones naturales de una mente.

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Rosália se quedó pensativa al ver la interacción entre Eileen y Jank. Había sucedido algo. No estaba muy segura de qué. El problema de tener esa complicidad era que ella se encontraba lejos de estas relaciones que podrían haber sido puntos muy importantes para el desarrollo de la habilidad. Porque, vamos, siendo sinceros y considerando el concepto masificado de la legilimancia, sólo le bastaba a Rosália entrar en sus mentes para saberlo todo. Saber qué sabía, cómo lo sabían, de dónde, y la forma en desenvolverse. Pero, si todo fuera tan fácil, ¿harían realmente falta las relaciones sociales? ¿Con solo vernos nos bastaría para saber todo del otro?

 

Si Rosália ni siquiera lo intentaba, y eso que se decía que era legilimante más hábil, ¿entonces qué quedaba?

 

Resopló al ver que Eileen no contestaba sus preguntas y esperó a las de Jank. En parte, los magos contemporáneos estaban mal acostumbrados ante la pedagogía de magia. Esta fuerza que separaba los muggles y las personas como ellos no nacía de una práctica física. Sí, los movimientos y la postura canalizaban mejor la energía. Pero, justamente, canalizaban. No la creaban. El proceso mental, reconocerlo, dominarlo, auto-conocerse y poder comunicar-se era lo básico para la habilidad. Y las preguntas de Rosália se presentaban solo como disparadores ante este proceso.

 

Tal vez Jank había entendido que Rosália desprestigiaba su concepto de la habilidad. Pero lo que la Arcana le había remarcado, era la descripción del oficio del psicólogo, no del funcionamiento mental… Es más, ¿nunca se habló? Porque el tema de la mente es muy complejo, incluso para la misma comunidad muggle. Muchos autores, muchas corrientes. Pero, un legilimante no es un psicólogo. Porque el entendimiento no viene de la simple palabra y la comunicación, sino que además se siente, se vive.

 

Estaba por hablar cuando un grito la sacó de su eje pensativo. Levantó la vista.

 

- Deja vu –susurró para sí misma.

 

Cuatro personas nuevas entraban en ese entonces al invernadero. Aprovechó la interrupción para ver hacia el cielo y calcular la hora. Luego, se volvió a sus alumnos.

 

- Miren, estudiantes. Creo que el tiempo se extenderá demasiado si seguimos así y los tiempos de la Universidad apremian. Si quieren continuar con la habilidad deberán volver en otro momento.

 

Materializó su vara de cristal y creó un portal hacia la entrada de la Universidad. Les dedicó una última sonrisa que denotaba sentimientos encontrados. No quería verlos ir, pero sentía que no avanzarían más. Golpeó por última vez la mesa y se reincorporó.

 

El invernadero era verdaderamente grande y ellos estaban en el centro. A ciencia cierta, no se podría ver nada desde fuera, por lo que le llevó unos minutos a Rosália en llegar a la entrada. Se sorprendió al ver a los cuatro. Sí, su sensación estaba en lo cierto, cuatro. Se alegró al ver a Kaori, la segunda vez que se encontraba con ella. A los otros tres los desconocía.

 

- ¡Bienvenidos! Creo que todos vienen por lo mismo, ¿verdad? ¿Legilimancia? Vaya, nunca pensé que mi habilidad estuviera de moda últimamente. Me llamo Rosália y tendremos una primera pequeña charla en mi cabaña. El invernadero necesita descanzar.

 

Les incitó a salir de la cúpula de cristal. El destino era la cabaña, que tenía en el patio trasero una mesa y sillas de madera, al mejor estilo campestre.

 

- Mi nombre es Rosália. Generalmente les hago una pregunta a todos sobre porqué le interesa la habilidad, o qué saben de ella. Pero me parece un poco redundante visto que lo acabo de hacer hoy… Entonces, estoy un poco curiosa, a grandes rasgos, ¿cómo se sentirían si yo en este momento les aplicara la legilimancia?

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Recuerda sus propias clases y recuerda aquello que le fue confiado. Siente muchas de las vivencias como propias. Según él, su primera pareja, una de las experiencias más enriquecedoras fue el desafiar a la muerte y posteriormente aprender a respetarla. Su clase de oclumancia le enseñó lugares de su cabeza que ni siquiera sabía que existían. Dominar la oclumancia le tomó varios días. Retirarse al anochecer le deja una sensación de vacío y regocijo al mismo tiempo.

 

—Ellie, deberíamos tomar un café uno de estos días

 

En cuanto se da cuenta que todos lo escuchan se sonroja, pero solo un poco. Se despide agitando a mano, pues entiende que de alguna forma el desconocido y Ellie deben retirarse a reflexionar, o a prepararse de manera adecuada para continuar con la clase. A él le gusta reflexionar, leer libros y pergaminos. Entender como funcionan las cosas antes de ponerlas en práctica. Aunque no siempre tiene la oportunidad de hacerlo. Tuvo que aprender a cambiar su cuerpo en una situación bastante emergente, sin entrenamiento previo, sin ninguna persona guiándolo. Aunque entrenó para entrar en sincronía con su espíritu animal, tampoco aprendió de maestros la capacidad de tomar la forma de tal animal. Es la segunda ocasión en que se entrena para utilizar magia tan avanzada y peligrosa.

 

Por ello es que, aunque prefiere cruzar el portal detrás de Ellie, decide quedarse a continuar con la clase. La mayoría de las misiones que realiza para la Orden del Fénix tienen que ver con el espionaje debido a su habilidad para cambiar. Poder sacar secretos sin arriesgarse a perder una tapadera es algo que le atrae demasiado. Camina en la dirección señalada por la Arcana.

 

No se sienta en ninguna silla, decide esperar a que alguien más lo haga. Mientras prefiere hablar de pie.

 

—He leído al respecto —dice, trayendo aquello que considera más importante, más relevante —. No todas las personas sienten lo mismo, y que depende de quien es la persona que aplica la legeremancia. Porpentina Scamander habla de la legeremancia en su autobiografía. Afirma que en muchas ocasiones su hermana accedió a su cabeza, a sus recuerdos y sentimientos. Nunca lo sintió como algo extraño, era una mente conocida, reconfortable de cierta forma. En cambio Newt al principio si que lo sentía como una intrusión, algo agresivo y ajeno a su yo. Por eso creo que si usted utiliza la legeremancia contra mi cabeza sentiré una invasión, sentiré un ente extraño y probablemente dañino escudriñando en los muros levantados por la oclumancia,

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Kaori.

Mientras esperaba una respuesta de parte de los magos que estaban ahí para lo mismo que ella, aprender legeremancia, llegó otro alumno más, tan alto como los otros dos, aunque el recién llegado aparentaba más edad. Le correspondió al saludo y se disponía a responder a su pregunta cuando el chico moreno se adelantó diciendo que iba a acercarse al invernadero directamente.

—Si él va, creo que mejor lo seguimos… —dijo, después de todo no sacaban nada esperando ahí en la entrada cuando en el interior del invernadero se podía escuchar algunas voces, entre ellas la de Rosalia.

Mientras caminaba no pudo evitar sentir que aquello ya lo había vivido un par de noches atrás, solo que en esa ocasión había sido en la compañía de tres brujas. Cuando llegó a la parte en donde estaba la Arcana conversando con Eilen y el otro muchacho del cual no sabía su nombre, le sonrió a modo de disculpa por interrumpirla una vez más. El joven moreno nuevamente se adelantó y ya se estaba disculpando.

Guardó silencio mientras la Arcana abría un portal para Eilen y el otro muchacho, al parecer el tiempo de aprendizaje de ellos, al menos por ese día, había terminado. Se despidió de la bruja con la mano, a pesar de que casi no había interactuado mucho con ella, le agradaba.

—Es una habilidad muy útil… quizá por eso es tan cotizada…— Comentó Kaori que ya había empezado a caminar hacia la parte de atrás de la cabaña como la mujer-planta les había indicado. —Siempre ha sido una de las preferidas por los magos tenebrosos… —comentó mientras tomaba asiento en una de las sillas de madera.

Aquella parte de la cabaña era nueva para ella, aunque igual que el interior era muy sencilla y hogareña. A pesar de que estaba observando a su alrededor, la joven prestaba atención a lo que la maestra estaba preguntando. Sonrió al mago de ojos raros cuando fue, nuevamente, el primero en responder. Al parecer a pesar de que en apariencia era algo tímido, era un sabelotodo. En silenció esperó a que terminara de hablar, como ninguno de los otros dos hombres parecía tener la intención de responder, Kaori tomo la palabra.

—Coincido con mi compañero. A pesar de que usted nos está, en cierta forma, previniendo que entrara en nuestra mente, imagino que se sentiría como una agresión a mayor o menor escala —empezó a decir cruzando la pierna. —Supongo que eso depende de la parte o recuerdo al que usted acceda. Si es un recuerdo sin mucha relevancia, como que desayunamos en la mañana, no lo notaremos, en cambio si accede a alguno que en cierta medida nos haya afectado o ejercido algún cambio, imagino que en ese caso si lo sentiremos. — hizo una pausa todo lo que había dicho eran puras conjeturas así que tras pensarlo un par de segundos, añadió.

—Cómo se siente exactamente no lo sé… solo puedo hacer conjeturas, quizá haciendo la prueba podría despejar esa duda — Apenas dijo esas palabras empezó a arrepentirse ¿De verdad les estaba dando vía libre para que entren a su mente? Aunque por otra parte, como podría aprender a dominar la habilidad si no practicaba. Su padre siempre le solía decir que la practica hacia al maestro y ella había crecido con ese pensamiento.

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