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Legilimancia


Rosália Pereira
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"¡Hey! ¿Llegarás a tiempo para cenar?"

 

"No lo sé"

 

"¿Qué harás? ¿A dónde vas?"

 

"..."

 

Sabe que Catherine no tardará en encontrar el Espejo Comunicador, el que se supone que comparten para hablar con facilidad y rapidez, junto a su cama, en la cabaña a las afueras de Ottery St. Catchpole. Y también sabe que no le hará preguntas, pues aunque son madre e hija y por primera vez tiene una relación medianamente normal, hay una gran muralla que las separa. Una que ellas mismas construyen. Madeleine, en secreto, desearía poder decirle a la Arcana Rosália Pereira (a quien conoce sólo de nombre), que la razón por la que decidió buscar su tutela, es porque está cansada del silencio; que quiere saber qué es lo que pasa por la cabeza de su madre cuando le habla, y cuando no le habla, y que quiere entenderla y todo eso... básicamente, que quiere una comunicación más fácil. Sin embargo, no se engaña. La verdad es sucia, pero sabe que tiene que aceptarla, pues no podrá ocultarla ante la Legilimaga.

 

No quiere comunicación. De hecho, quiere todo lo contrario. Quiere poder ver a una persona a los ojos, y saber quién es, cómo es y, lo más importante, si es fiar. Quiere dejar de adivinar las intenciones de la gente, dejar de interpretar actitudes y palabras, y saber cuál es la verdad.

 

O algo así.

 

Mientras camina por el bosque, divaga acerca de lo que le dirá a la Arcana. Porque, oh, está segura de que lo primero que querrá saber es qué hace allí, como si no fuera obvio. A pesar de que observa el cielo con tonos púrpura por encima del espeso follaje, advierte la humedad (seguramente alguna lluvia) e incluso reconoce parte de la flora como exótica, no piensa en el paisaje o la naturaleza durante mucho tiempo. Simplemente, Madeleine no es de esas personas fanáticas del exterior, las plantas, e incluso las criaturas mágicas. Le gusta la vista, casi tanto como le gusta juguetear con su cruce de Kneazle, pero no siente ese deleite por esa expresión de la vida... algo irónico, teniendo en cuenta que ha gastado un par de años luchando en la guerra para proteger tantas vidas como le es posible.

 

Unos momentos después, en lugar de practicar mentalmente sus palabras para Rosália Pereira, está pensando en Catherine de nuevo. ¿Qué es lo que ocultará? ¿Qué es lo que pensará cuando me habla, o cuando no me habla? De momento, está convencida de querer averiguarlo. De momento...

 

Las gotas que siente en el rostro hacen que se sobresalte, pero también que se centre. ¿Va a comenzar a llover? Alza la mirada al cielo, y de inmediato se siente incapaz de interpretarlo.

 

Maldita sea, ni siquiera puedes saber si lloverá. ¿Cómo vas a "leer" a una persona?

 

No le presta atención al pensamiento. Después de todo, está buscando a esa f***** arcana para aprender. En cambio, se preocupa por encontrar el condenado lugar, pues las gotas son más frecuentes y el olor a lluvia se va haciendo más fuerte. Justo acabo de salir de esa condenada gripe. No me jorobes... Entonces, la necesidad hace que busque de verdad, en lugar de simplemente vagar por el bosque. Sus botas de combate, no aptas para la lluvia, casi hacen que se resbale en los charcos lodosos recién formados. Casi. Para cuando cree haber encontrado el lugar y se apresura a tocar la puerta, la remendada capa de viaje que siempre usa está húmeda; bajo ella la ropa, una camisa blanca de mangas largas y unos pantalones a cuadros blancos y negros de corte masculino, por fortuna se mantiene seca y tibia.

 

—Eh, ¿hola? ¿Perira? Ehm, no... eh, estem... ¿Pe-re-i-ra?

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Los ojos de la peli-azul pasaron del rostro amable de la Arcana a sus palmas extendidas, pasando de un cubierto a otro a medida que la explicación iba cobrando sentido en su mente, comprendiendo lo que quería decir. Posteriormente el mito que había estado sosteniendo todo ese tiempo, en el que consideraba que uno podía ver recuerdos con la legilimancia, se borró casi por completo. No podría decir que lo descartaba del todo porque debía vivirlo en carne propia, aunque no estaba preparada de momento para intentarlo.
—¿En el invernadero? —preguntó maravillada, antes de asentir un par de veces-. Por supuesto, nos vemos mañana entonces.

Se puso en pie, sin saber si debía dejar o no el plato en su lugar, pero tras una pequeña disculpa decidió que era mejor no interponerse demasiado en las costumbres hogareñas de la mujer. Podía verla como esas brujas ancianas y conocedoras que cuidaban de sus nietos cuando estaban fuera de la escuela y era bastante gracioso ubicarse a sí misma del lado de los infantes. Pero era su maestra, por lo que antes de retirarse le dedicó una corta reverencia de respeto y luego salió del lugar, llevando consigo la incógnita planteada.

«¿Qué pasaba si un extraño entraba a su casa con las botas sucias?»

Tan solo ver a Leah esperándola en casa, supo que la respuesta más obvia sería que su esposa hiciera una escena. No obstante, no fue sino hasta que las dos estuvieron acostadas y alejadas de ruidos y distracciones que Tauro sopesó más posibilidades. Menos obvias, más profundas. Si alguien entraba a su casa con las botas sucias, dejaría un rastro. Al igual que lo había hecho Axel con las cenizas en la vivienda de Rosália. Pero, pensándolo con profundidad, ¿cómo podía ligar eso a los pensamientos? La líder mortífaga giró sobre sí misma, decidiendo que unas horas de sueño la ayudarían a pensar y se sumió en un descanso quizás más elevado de lo que esperaba.

A la mañana siguiente, la respuesta parecía demasiado evidente en la cabeza de Tauro. Pasó todo el tiempo previo al encuentro dándole vueltas, sin poder dejar de pensar en ello. Y esto, por supuesto, derivaba en otras interrogantes que no podía expresar en voz alta hasta que estuviera con la Arcana. ¿Pensar mucho en algo podría provocar una lectura de la primera clase? Si aquello era un rastro, ¿era sencillo descifrarlo por medios no mentales? ¿Qué tanto influía el conocimiento de un rastro existente con respecto a la habilidad de leer la mente? Cuando llegó al invernadero, se le notaba más entusiasmo que el día anterior.

—Arcana Pereira —saludó después de haber golpeado la puerta en dos ocasiones, asomando la cabeza por la rendija que había abierto—, ¿puedo?

Sabía que podía, puesto que esas habían sido sus indicaciones. Pero prefería la cortesía. Se adentró, lanzando una mirada de curiosidad alrededor. Era un invernadero precioso, de esos que le recordaban por qué amaba tanto el suyo. Podía entender la conexión que existía entre la Arcana y sus plantas, aún sin saberlo bien, porque ella misma tenía algo similar con las suyas. Fue en ese momento que halló una similitud entre lo que pasaba con lo que la Arcana antes le había planteado. El mismo pensamiento, funciones diferentes. Rosália no había expresado conexión alguna con sus plantas pero aún así podía escuchar el sentimiento, como si gritara.

—Impresionante... Oh, Arcana.

De nuevo se había distraído, por lo que notó prácticamente en el último momento que ya por fin había encontrado a la Arcana.

—Estuve pensando en su pregunta -habría agregado "toda la noche" de no ser porque aquello habría sido algo descortés—, ¿es posible que un rastro sea capaz de detectar? En el aspecto de que, si alguien entra a nuestra casa con las botas sucias, quedan los residuos de dicha suciedad. Entonces, de esa forma podemos saber que está ahí. O en todo caso, saber que estuvo ahí. En el caso de un recuerdo, pueden quedar los residuos de lo que el individuo "leído", por llamarlo de alguna manera, sintió en ese momento específico.

Hizo una pausa.

—¿Es comparable?

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En el invernadero, exactamente esa misma mañana

Con Ishaya

 

No quiso indagar en la salida de Valkyria y Adryane del invernadero y, por ende, de la clase en general. Supuso que cada uno tenía sus propios motivos. Rosália pensaba que si ellas querían intentarlo de nuevo, sería todo más simple porque las bases de la habilidad era algo fundamental. Y aunque sea relativamente repetitivo tener que, valga la redundancia, repetirlo a cada camada de alumnos; era algo necesario a la larga.

 

Estar uno a uno con Ishaya aumentaría el ritmo de la habilidad.

 

El trabajo fue silencioso. Si bien, Rosália podía sortear los obstáculos de los oclumantes gracias a su anillo de habilidad, supuso que el proceso tenía que ser dentro de todo especial, simbólico y retrospectivo. Por eso se sintió como si el tiempo hubiese volado cuando terminó los quehaceres de la media mañana. Era momento de hablar con su alumno de vuelta.

 

Ella ya se encontraba sentada cuando el mortífago se acercó a la fuente.

 

- Por tu cara supongo que te gustó la actividad. Ahora ven, acompáñame a una bebida fresca.

 

Esta vez ella estaba tomando agua. Necesitaba rehidratarse. Se encontraban en ese juego de muebles de hierro con detalles en plantas que obviamente iban a juego con TODO lo de Rosália. Parecía un chiste básicamente. Ella misma se daba cuenta del exceso y estaba entre asquearse un poco por la repetición, a la identificación total de sus objetos. Algún día los cambiaría.

 

- Lamento que vayamos a un ritmo relativamente lento querido. Entiendo los tiempos de los magos contemporáneos y sus apretadas agendas, pero antes de hacerte la pregunta sobre la prueba necesito saber si entiendes todos los riesgos de la habilidad.

 

Suspiró y escondió un mechón detrás de su oreja.

 

- Excelente respuesta con la analogía de la vasija. Entendiste la idea de la Legilimancia. El problema que nos enfrentamos como magos legilimantes es el hecho de dehar huellas que dejamos en la mente del otro. Como vimos antes, el otro mago sabe desde el momento 0 que están invadiendo su mente, pero al igual que el legilimante, entra en trance. Mientras más tiempo uno pase en la mente del otro, más huellas dejará. Y siempre las deja. La legilimancia es comunicación y en toda comunicación hay un ida-y-vuelta.

 

No siempre es algo a largo plazo, o cambiante. Por cuestiones lógicas, los cambios o las huellas en la mente del otro son tan profundas como larga haya sido la conexión. Búsquedas más complicadas implican conexiones más duraderas y por lo tanto, huellas más presentes tanto para el mago al que se le aplica la habilidad como el legilimante

 

- ¿Cómo te fue decodificando tus más íntimos pensamientos? ¿No crees que tus memorias influyen en tu forma de ver las cosas? Supongamos que estás leyendo la mente de un mago que consideras rotundamente diferente a ti. Te encuentras en su mente y ves un ideal, un concepto. Lo ves y te das cuenta que estás viendo lo que tú piensas. ¿Cómo explicarías ese suceso? ¿Por qué piensas que tu mente también se modifica con la legilimancia?

 

***

 

 

En el invernadero a media mañana

Con Niko

 

Rosália estaba parada en la puerta del invernadero con los brazos a su espalda. El día estaba espléndido, como un estandarte en sí mismo de la primavera. Escuchó la respuesta y algo le dio gracia a ella misma. Para la arcana, Niko tenía un aire de naïve que le daba una seguridad especial. La preocupación sobre la habilidad en manos equivocadas era un tema constante, más que nada para ella misma. No le interesaba si vidas de otros magos, o de los mismos legilimantes se perdía en la práctica misma, sólo que no se le adjudicaran a ella estos mismos accidentes.

 

- Coherente respuesta querido Niko. Ven, pasa, hoy que hace un día espléndido trabajaremos en el invernadero –dijo mientras se daba media vuelta y abría las puertas del mismo-. En aquella caseta están las herramientas.

 

El siguiente paso era aprender los límites y los riesgos de la misma habilidad. Para ello se necesitaba saber cómo es que actuaba a grandes rasgos, para poder deducir e incorporar a la práctica diaria los do’s y don’ts de la habilidad. Finalmente le mostró con cuidado la zona de trabajo del Tonks. A él le tocarían las plantas carnívoras mágicas y lazos del diablo. Toda una aventura intensa para el director de la Universidad.

 

- No te preocupes, son hermosas. Yo misma las entrené.

 

Asintió de forma orgullosa. Por último, le señaló el centro del invernadero, donde estaba la fuente de agua sin funcionar y el juego de jardín de hierro.

 

- Sobre la pregunta.

 

Rosália recordó.

 

Cuando uno entra a una casa con los zapatos sucios, deja huellas y mancha todo el lugar. Algo no muy placentero para los mismos propietarios.

 

- ¿Qué piensas que haría el propietario? La respuesta fácil sería limpiar. Pero, ¿qué significa que el propietario deba tener la casa limpia? Piénsalo en relación con la habilidad. Me gustaría que me contestes cuando termines, al juntarnos. También, piensa en todas aquellas cosas que son excesivamente personales para ti y mira su composición. Es importante saber qué características tienen esas memorias, porque en el caso de ver la mente del otro, eso influye.

 

Le dedicó una última sonrisa y fue a hacer su trabajo.

 

***

 

 

En una tarde con lluvia.

Con Madeleine.

 

Rosália bajó si mirada del periódico El Profeta. Desde que tuvo a Ishaya como su alumno, se empezó a interesar en los asuntos coyunturales de la comunidad mágica británica. Tenían tantos problemas tan simples, que compartían las mismas preocupaciones que un golpe de estado latinoamericano. A veces se reía, a veces se lamentaba. Pero eso no podía aplacar el mismo interés que le generaba todo esto que traía consigo el gobierno mágico. Ese interés era bastante inocente. Como cuando un niño quiere ver como un puñado de hormigas construye un hormiguero.

 

Una voz fuera de su cabaña le quitó la concentración.

 

Estaba vestida con unos pantalones holgados cómodos, una remera clara, un deshabillé clarito y para terminar, unas pantuflas que le daban el atuendo justo para decir “estoy de entre casa y no pienso salir hoy”. Pero eso no le impedía ser social y agradable. Abrió la puerta de su cabaña con una sonrisa.

 

- ¡Buenas tardes e increíble timing! Llegas justo para el té que acabo de preparar. Asumo que vienes para la habilidad. Es para lo que todos vienen. Últimamente recibo sólo estudiantes en la cabaña.

 

Estaba a punto de dejar pasar a Madeleine cuando se dio cuenta de su calzado lleno de barro. Abrió los ojos como platos y la detuvo.

 

- Oh nono, no te puedo dejar pasar así. Mira, yo estoy de entre casa y como regla general de este lugar –mentira, estaba inventando todo mientras hablaba-. Los visitantes tienen que estar de la misma forma que la propietaria.

 

A un lado de la puerta, entre esta y la pared, se encontraba un pequeño mueblecito donde se encontraban unas botas de lluvia que Rosália usaba cuando trabajaba en días como ese y varias pantuflas genéricas para sus invitados. Se agachó para buscar las mismas y se las entregó a su nueva alumna.

 

- Puedes dejar la capa en la percha. No seas tímida y ponte este par, te aseguro que hoy no saldremos de la cabaña que el día está horrible. Cuando termines, acércate al sofá. Me gustaría que me cuentes cuáles son tus expectativas directas de la legilimancia. La base de la habilidad es la comunicación.

 

Se giró sobre sus talones y volvió a donde estaba, dejando el diario a un lado y acercando una taza más desde la cocina, con un giro de su muñeca y dejando el diario a un lado.

 

- ¡Cierra la puerta al entrar!

 

***

 

 

En el invernadero, a la mañana

Con Tauro

 

 

No hacía falta ser legilimante para saber que Tauro estaba emocionadísima con la visita al invernadero. La dueña tenía una excusa específica y era su propia condición humana ante el hecho de no ser exclusivamente una persona sino que compartía ciertos rasgos por los cambios que sufrió hacía bastantes años. Le cedió el terreno.

 

Mientras, escuchó atenta ante la respuesta. Era esos momentos en los que se ponía en perspectiva las diferentes respuestas que iba obteniendo de sus alumnos. Notaba los sutiles cambios que se generaban en cada uno de ellos por las pequeñas cosas que los hacían individuales. Rosália sonrió asintiendo ante las intenciones de traspolación de Tauro. Para eso servían las metáforas.

 

- Exacto. No recuerdo bien si les conté el otro día. Pero, ¿recuerdas que les expliqué los dos tipos de legilimancia? Bien, el segundo, que es el más profundo y más intenso, se pone en evidencia para el mago al que se le aplica la habilidad desde el momento cero. Lo que sucede es bastante simple. Cuando hacemos el contacto visual y aplicamos la legilimancia, el otro mago entra en un estado de shock intentando resguardarse de la visita. La Oclumancia es la forma en que uno puede enfocarse y realizar esa defensa de forma natural.

 

Se llevó la mano al mentón.

 

- Es algo natural. Es un acto de puro instinto, por más de que el mago acepte la visita del legilimante. De esa manera las dos personas entran en trance hasta que se termine la conexión.

 

Le hizo una seña con la mano y comenzó a caminar con dirección a la pequeña caseta con las herramientas de jardinería.

 

- El problema de las huellas es que siempre se generan, tanto en el otro, como en uno. El legilimante no está nunca resguardado de lo que se genera en esa comunicación, por más oclumante que también sea. Porque justamente, la legilimancia es comunicación.

 

Se paró en la puertita de madera y se puso en frente de la mortífaga.

 

- ¿Sabes? Las jardineras siempre quieren experimentar con las plantas, realizar pociones o intervenciones con ellas. Las plantas quieren lo mismo, vivir experiencias y se brindan para ello. No tengas miedo de recortar lo que quieras. Hay macetas de sobra para que las prepares para tu hogar. Si lo haces, no te olvides de darles las gracias.

 

Abrió la puerta con un giro de muñeca y se hizo a un lado.

 

- Te estaré esperando en el centro del invernadero, hay una fuente que no funciona y una mesa de jardín. Mientras tanto, me gustaría que identifiques como acto auto reflexivo todas las cosas que para ti son extremadamente privadas e importantes. Quiero que determines las características comunes, y, por lo tanto, los componentes de las mismas. Piensa también en qué pasaría si tú, como legilimante, también recibes marcas al realizar la habilidad.

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Tauro asintió atenta, encontraba demasiada sabiduría en aquella Arcana que lamento el haberla subestimado, pero quizás eso fue lo mejor, así se encontraría con algo completamente nuevo, sin altas expectativas y al final del día saldría más conocedora de una nueva magia que hasta el momento desconocía.

– ¿Entonces, me está diciendo que la otra persona siempre va a ser consciente de cuando alguien le aplica la legilimancia? Debo decir que en parte me decepciona un poco, a nadie le gusta ser encontrado haciendo cosas que no debería –sonrió ligeramente, divertida -, pero también entiendo la limitación de la misma y la casi ¿justicia?, que se implementa para saber que nos están vigilando –Hubiese sido demasiado asombroso que la Legilimancia no pudiera ser detectada, pero entonces que existiese su contraparte, la Oclumancia, no tendría sentido; pareciera que la misma magia se moldeara a sí misma, como un creador de equilibrio –¿Y los muggles? Ellos también son capaces de sentir que hay alguien más en sus cabezas? Aunque con lo cerrados que suelen ser a veces con respecto a la magia, no dudo que terminen por volverse locos.

–Tengo una pregunta… ¿Es correcto llamarlo trance? Es decir, ¿no puedo hacer uso de esta magia haciendo algo tan simple como tomar un café sin que parezca que estoy a punto de tener un ataque? Digo, llamaría muchísimo la atención, ¿no lo cree? –esas eran dudas propias de alguien que quería saberlo todo y ella aún se consideraba un poco inexperta en el tema porque de Legilimantes poco o nada sabía, al menos no de manera consciente. Les explico:

Tauro tuvo un episodio en el que se sorprendía a si misma viviendo otros recuerdos y por momentos pensó que había algo mal con ella, lo curioso de todo es dicha escena ocurrió poco después de haberse hecho Oclumante. En ese momento una puerta se abrió, dando paso a una nueva habilidad que dormitaba en su interior y no fue hasta que una noche tuvo pesadillas con una historia horrible que perteneciente a cierta mujer protagonista de su clase de estudios muggles que supo que quizás poseía aquella habilidad. Suspiró. Pensar en eso siempre hacia que le doliera la cabeza.
–No sé, simplemente no me gustaría lucir como alguien en trance si quisiera utilizar la habilidad y de ser así, ¿existe algún modo de estar por ejemplo hurgando los pensamientos de alguien más mientras sigo viviendo de manera consciente y normal mi realidad? Y algo más que me llama la atención, ¿la Legilimancia solo la puedo utilizar en personas? ¿O cuenta para todo ser vivo? –. La peli-azul esperaba no estar abrumando a la Arcana con todas sus preguntas, pero eso solo significaba una cosa y es que verdaderamente estaba disfrutando de su charla con Rosalia.

En lo que la Arcana se tomaba el tiempo de responderle la siguió hasta donde le indicó, tomó un par de guantes y otras herramientas que la ayudarían al momento de cortar raíces u hojas, después de todo ya contaba con el permiso para hacerlo.

–Gracias –respondió a la mujer y a las plantas del lugar, realmente le gustaba la personalidad de Rosalia y no podía evitar sentirse identificada con el amor que sentía por sus plantas o por su entorno en general.

Tauro llegó hasta la fuente en medio del invernadero y ubicó sus implementos sobre la mesa que también se encontraba allí, era momento de pensar en la última pregunta de la Arcana y aprender algo nuevo de ello. Como nunca había experimentado lo que era ser leído por alguien, le hizo una petición muy humilde a su guía:

– Espero que no le incomode, pero mientras reflexiono, ¿le importaría acompañarme? No soy muy buena expresando mis intimidades y temo perderme algún detalle al momento de tratar de explicárselo.

Sin saber aún la respuesta de la Arcana, Tauro trató de pensar en todo aquello que era demasiado privado como para contarlo. Pasaron varias cosas por su mente: su pasado, el nulo recuerdo de su padre, el padre de su hija Rachel, el demonio responsable de la muerte de éste último, esos recuerdos que le pertenecían únicamente a ella, que no le gustaba compartir con nadie y que ahora lo estaba haciendo con una completa extraña, quizás porque le tenía confianza o porque sabía que no la volvería a ver luego de terminar con la clase. Cuando estuvo a punto de abrir la boca para hacer pública su reflexión, otro pensamiento llegó a borrar los demás y fue entonces cuando su mirada se quedó fija en un punto ubicado en el infinito y los latidos de su corazón se detuvieron provocando que su cuerpo quedara rígido, como si fuese una estatua que hiciera parte de la decoración.

– Mi hermana… -fue entonces cuando ya no le gustó que la Arcana pudiera ver lo que pasaba por su cabeza y como acto defensivo bloqueo cada pensamiento que pudiera surgir a partir de la mención de su nombre. No, aún no estaba preparada para afrontar aquello y tampoco era el lugar, sin embargo, no fue difícil volver a sus anteriores pensamientos y el sentimiento de nostalgia, de debilidad como le llamaba, la invadió tal como las veces anteriores.

– Supongo que lo más importante para mí son mis secretos, lo que me hace parecer y sentirme como humana.

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Algo no está bien, pero, ¿qué es? Intenta averiguarlo, asegurándose de que no sea evidente que está observando demasiado a la, según sus palabras, arcana Rosália Pereira. En su cabeza, se imagina a sí misma con una "cara de póquer", desinteresada, inexpresiva, inmutable... pero lo cierto es que en realidad se nota a lenguas que la está estudiando descaradamente. En un principio, piensa que la mujer debe ser una especie de herbóloga lunática, pues hay hojas asomándose bajo su camisa y las mangas de su sobretodo; piensa que deben ser compresas de hierbas, o algo por el estilo, pero entonces llega hasta su rostro, y se da cuenta de que su cabello no es cabello de verdad, sino unas especies de raíces gruesas.

 

Al tiempo en que su respiración se agita y se queda sin palabras, se pregunta una y otra vez quién (qué) demonios es esa mujer; quizás no es para tanto, pero la ignorancia con el tema la pone nerviosa. Odia las sorpresas y, sobretodo, que la sorprendan.

 

—Sí, claro —murmura por lo bajo, tomando las pantuflas ofrecidas. Se agacha para desatar las trenzas de las botas y se las quita una a una, pero sin quitar los ojos de encima de la mujer, si es que es humana. Según su experiencia, las sorpresas suelen ser peligrosas, y por eso hay que ser precavido y cuidadoso—. Uhm, ¿es eso una peluca? —pregunta, luego de dejar sus botas llenas de barro junto a la puerta, y haberse calzado ya las cómodas y tibias sandalias; la sensación le hace recordar a las pantuflas que usa a veces en casa, en forma de un tierno conejo lila. No es una pregunta inocente; de hecho, tiene la esperanza de que sirva para satisfacer su curiosidad, sin que sea demasiado evidente... lo cual es, pero a ella le parece algo perfectamente disimulado.

 

Una vez que termina de pasar a la aparente morada de la arcana, cierra la puerta y cuelga la capa, ahora tan sólo un harapo húmedo y manchado de lodo, en el perchero. El interior de la cabaña le recuerda a la de los Moody a las afueras de Ottery St. Catchpole, un ambiente, por lo menos para ella, mucho más agradable y seguro que las exageradamente lujosas mansiones y castillos en el interior del pueblo. Normalmente, no se pondría cómoda, pero se recuerda que tiene que observar aquello como una clase. No está en una oficina, ni en una misión, ni en una visita familiar. Además, está cansada, y siente que pescará un resfriado, de modo que se sienta en el sofá. Por costumbre, siente los músculos tensos.

 

—Sólo creo que puede facilitar la comunicación —musita, encogiéndose de hombros, al escuchar la pregunta de la arcana. Se ve obligada a pensar sobre la marcha en por qué rayos está allí, algo que evadió bastante durante la caminata—. Ehm, también creo que me ayudaría a saber en quién confiar, sin tener que ponerme en peligro —añade luego de unos momentos, con su todavía notable acento escocés—. No lo sé, supongo que eso... no he estudiado la Legilimancia a profundidad.

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Al sacudirme las manos para limpiarme de la tierra, pude notar como la arcana se acercaba a mi y alcé mi mirada para buscar a mis dos compañeras de curso pero no vi a ninguna presentes, ¿acaso se habían retirado? Estaba un poco confundido, sobre todo porque anteriormente se nos había dividido en varios grupo cuando nos dimos cuenta que éramos un grupo numeroso de magos y brujas los que queríamos dicha habilidad.

 

- Es interesante, - respondí de inmediato - es decir, el poder separar nuestros pensamientos y recuerdos uno por uno, como si fuese un queso que se deshilacha... porque en sí todos corresponden a un solo lugar, por así decirlo, a nuestro pasado pero ninguna es igual o del mismo grosor.

 

Y aquí era donde entraba con la siguiente pregunta de la arcana, acerca del modo en el que recordamos y su manera en que afecta nuestro comportamiento.

 

- Yo... bueno, es que no recuerdo algunas cosas, tengo memorias confusas de una enorme parte de mi vida, algo que jamás me había ocurrido pero que sé que ya lo había visto; no sé, es muy confuso el que la mayoría de recuerdos de amigos y familiares, incluso, estén desdibujados... y que al final todos tengan que ver ante un suceso muy importante en mi vida... es... frustrante...

 

Hablar de mi pasado con la Orden del Fénix me causaba frustración, el no poder recordar todo, sobre todo porque estaba más que seguro que la decisión que había tomado de denunciar todos sus hechos ante el Ministerio era la razón por la que mis recuerdos estaban confusos: ellos modificaron mi memoria.

 

- La legilimancia en efecto tiene un resultado en la mente de la persona que lo realiza y de la que lo recibe, pero a toda acción hay una reacción; creo yo que es una forma de ocupar un mismo "espacio", en el mismo "tiempo", algo que desafía hasta las mismas leyes mágicas. Por eso ambas mentes se modifican, como si fueran cicatrices en la piel, tal vez no son algo "grave" pero nos recuerda que algo ocurrió ahí.

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- Trabajaremos en el invernadero - Las palabras de Rosália hicieron que Niko tuviera un pequeño ataque de pánico pero que la mujer no pudo notar. El Tonks no estaba acostumbrado a tener que realizar ese tipo de cosas y a decir verdad había salido muy asustado de su clase de Herbología y no quería repetir una experiencia como aquella.

 

- ¿Hermosas? Pero... - El Tonks había tenido que pelear con un lazo del diablo en su clase y por eso era que tenía pánico a trabajar en dicho lugar. Justo todo lo que no deseaba hacer se había juntado, pero sabía que había aceptado cumplir las reglas de los arcanos y siendo el Director tenía que dar más ejemplo que todos los demás. Niko simplemente omitió sus palabras y escuchó atentamente las instrucciones de Rosália.

 

Niko comenzó a trabajar con las plantas aunque no tenía muy claro como cuidarlas así que simplemente les puso algo de agua para que se pudieran hidratar pero sin acercarse demasiado para no ser atacado o terminar herido. Las preguntas y comentarios de la arcana pasaban lentamente para recordarle que no debía perder la concentración y que tendría que dar una respuesta al finalizar su trabajo. Así que tenía que cumplir dos tareas al tiempo: pensar en lo dicho por Rosália y ayudar en el invernadero.

 

Su siguiente tarea era arreglar la fuente de agua que no estaba funcionando adecuadamente. Lamentablemente el Tonks no había tomado la clase de Estudios Muggle así que no sabía cómo utilizar muchas de las herramientas de la caja. Sacó su varita y luego de un par de movimientos el flujo de agua comenzó a ser el adecuado nuevamente - Creo que tengo que inscribirme a esa clase - La lección del día era muy importante al menos en ese sentido.

 

El Warlock se levantó y revisó que todas sus tareas hubiesen quedado bien hechas. Unos segundos después notó que había pasado tiempo y sin notarlo había pensado más de lo que debía en las preguntas realizadas por la arcana. Se sacudió un poco la ropa y salió en busca de la mujer para comentarle sus nuevas reflexiones y lo que había podido descifrar mientras trabajaba en el invernadero.

 

- Buenas arcana - No dejó que la mujer respondiera y siguió hablando - Claro que limpiar pero si utilizamos esta analogía para pensar un poco en la habilidad, encontramos que no es solo la acción de limpiar. La casa es nuestra mente y el piso son nuestros pensamientos, necesitamos que todo esté en orden tal y como nuestro cerebro lo ha hecho durante mucho tiempo. Si alguien ingresa a nuestra cabeza y desordena todo y no lo deja como estaba al inicio, podría ocasionar problemas en nuestra vida - Hizo una leve pausa.

 

- Es decir, necesitamos que quién entre a nuestra mente deje todo en orden y limpio para que nuestros pensamientos y recuerdos no se vayan a ver afectados, incluso pueden llegar a dañarse si la persona no es lo suficientemente cuidadosa - Niko hizo una leve pausa para pensar en la limpieza de su misma mente y responder a la segunda parte de la tarea que le había asignado la arcana.

 

- Eso nos lleva al segundo punto y es que cada mente tiene unas características propias que se deben preservar y si alguien "ensucia" nuestra mente pueden dañarse - Pensó en sus propios recuerdos - Por ejemplo, yo creo que en mi caso es básico que haya seguridad y pasión por lo que hago, son dos rasgos característicos de mi vida y por ende, de mis recuerdos - El Warlock amaba ser una persona segura sin perder cierta ingenuidad característica de los niños.

 

- Así mismo, el amor que siento por mi familia - Niko recordaba con mucha alegría a Elaryan y Ainé, sus padres, y sabía que sus recuerdos con ellos eran de los más importantes de su vida así que preservarlos era una labor esencial en su vida y quizás por ello había decidido aprender Oclumancia pero no estaba con Rosália para demostrarle que era capaz de cerrar su mente.

 

- Eso es todo - El Dumbledore por fin dejó de hablar para escuchar atentamente los comentarios de Rosália y poder continuar con su aprendizaje.

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En el invernadero, a la mañana

Con Tauro

 

 

La legilimancia era una habilidad difícil de entender. Rosália creía que era, de todas aquellas brindadas por los Arcanos, la que más se pegaba a una realidad científica. Es que, la magia en sí misma se podía explicar bajo lo que los muggles llamaban ciencia. Los magos eran seres que podían manejar de una forma empírica el movimiento de las energías. Y así, cada aspecto de la habilidad podía situarse de los paradigmas contemporáneos de las ciencias sociales.

 

Tauro había realizado una reflexión interesante acerca de la Legilimancia. Haciendo cosas que no debería. ¿Eso implicaba que realizaría algo ilegal o dañino hacia alguien? Tampoco era que le interesaba demasiado. La coyuntura ideológica que se expandía sobre Gran Britania y sacudía territorios limítrofes eran cosas que se le escapaban a la brasilera. Si no le afectaba directamente, entonces nada, era algo que ni le preocupaba. Sin embargo no se le escapaba de su atención. De por sí, todos sus alumnos tenían sus más íntimos objetivos con respecto a la habilidad escondidos en una gruesa capa de ilusiones, que no había que ser legelimante para entender, salvo que ellos por su parte lo escondían bien.

 

Por eso Rosália estaba esperando para responderle a Tauro, quien había puesto en jaque los límites de la legilimancia. No antes que ella se extendiera para que la Arcana visitara su mente en algunos puntos de la reflexión. Nuevamente, Rosália no vio las memorias que Tauro le presentaba, no. Porque así no era la legilimancia. Sino sentir y conciencia eran unas de las tantas palabras claves.

 

Pudo conocerla, por la ausencia de su padre y cómo pudo afectar en eso en su vida, o de su cercanía con las magias antiguas de demonios. Pudo encontrar-se siendo Tauro. Hasta tal punto, claro.

 

- Supongo que lo más importante para mí son mis secretos, lo que me hace parecer y sentirme como humana.

 

- Es que lo eres. La humanidad no se determina por las razas, o la constitución del cuerpo. Sino del espíritu y por consiguiente, de la mente. De todas maneras, vamos por partes con tus preguntas.

 

Tomó un sorbo de su bebida.

 

- Si mal no recuerdo, te decepcionó la habilidad por no ocultar la intromisión en la otra persona. Te hago una pregunta, ¿acaso traté en algún momento al otro a aplicarse la legilimancia como víctima? Porque no, no lo es. Salvo que tú quieras convertirte en un victimario. No quiero entrar en moralismos, igual. Verás, ¿recuerdas también, que te expliqué junto con Axel la diferencia entre los dos tipos de Legilimancia? La superficial, y la más… invasiva. Pues, en la primera funciona como voces, escuchas a alguien en tanto estés cerca, y son pensamientos únicamente, los más superficiales. Como cuando te olvidas de cerrar la estufa.

 

En un momento atrás, Rosália le había explicado a Valkyria, Adryiane e Ishaya sobre esta misma diferencia y cómo, aquel mago que derrotó al mago tenebroso Voldemort, era consciente de la intromisión de su profesor de pociones en sus prácticas de Oclumancia.

 

- Los muggles sí. Pero no encontrarían las palabras adecuadas para expresarlo. De todas maneras, si prefieres quedarte con tu conciencia en tu cuerpo, no te recomiendo entrar en la mente de un muggle. Son como… mala palabra.

 

Suspiró. Uno se manejaba mejor con lo familiar. Los magos tenían cánones de representación y estructuras sociales parecidas. Después de todo vivían en una misma sociedad. Los muggles tenían otra expansión completamente diferente a la de los magos. Consumismo, gobiernos, tecnología, ciencia, farándula, conspiraciones. Conceptos que los magos tenían, pero que se construían en otras bases.

 

- Finalmente, preguntaste lo del trance. Pues, sí. En la primera legilimancia es algo natural, sin embargo la otra persona debe estar gritando el pensamiento para poder escucharlo. La segunda es un trance y no hay forma de evadirlo. Tu conciente está en la mente del otro. Piénsalo como un viaje astral. Como si tu alma viajara fuera de tu cuerpo a parar a otro lado. Eso ocurre exactamente. El legilimante debe mantener un puente. Que este esté estable para poder volver. Además, estar trabajando para hacerse paso entre la mente del otro. Por eso, mientras más tiempo pasas en la mente del otro, más corres el riesgo de transformarte en él, como también quedarte atrapada en su conciente. Una vez roto el puente, no se puede volver.

 

Suspiró. Conocía a ególatras muertos ya por esto.

 

- Sin embargo, es una comunicación tan mental, que las heridas del cuerpo no te afectarán el viaje. Sólo a la vuelta, los dolores claro. La otra persona entra en shock. Cuando un cuerpo se enferma, el mismo libera anticuerpos para solucionar el problema. Lo mismo pasa con la mente. Sólo que no tiene más armas que su intrínseco laberinto de experiencias y fenomenologías. Por lo tanto, y respondiendo a tu última pregunta, la legilimancia sólo funciona con seres que posean el mismo nivel de conciencia humana.

 

Lanzó una pequeña risa.

 

- Quedé en juntarme con Suluk por el tema de los animagos. Pero mi teoría dice que aun siendo animago no puedes comunicarte con legilimancia con los animales, hasta de los de la misma especie. Son conciencias diferentes y no pueden vibrar a la misma sincronía..

 

Volvió a darle el último sorbo a su bebida y se levantó, extendiéndole el brazo a la mortífaga. Ya era hora de terminar la segunda clase.

 

- Terminaremos por hoy Tauro. Te espero el sábado próximo a mediatarde. Quiero que te aferres a esos secretos. Pero necesito que me prestes más antención. Debes descomponer esos secretos. Saber qué los identifica y por qué. Cuáles son las categorías que tú le das para que sean tan especiales. Cuando llegues me contarás de tus reflexiones. Me gustaría que hables en general desde tu propia experiencia, el cual es el método inductivo.

 

Finalmente, la acompañó fuera del invernadero.

 

 

***

 

 

En el invernadero, exactamente esa misma mañana

Con Ishaya

 

 

Rosália había escuchado con atención al mortífago sobre sus últimas reflexiones ante lo planteado. Bufó un poco en lo que se enteraba que él no tenía mucho contacto con su pasado. El tema de la identidad y la memoria eran transversales a cualquier círculo social y por sobretodo, intergeneracionales. Era un problema que nacía con la misma humanidad y que no encontraba una solución misma, ya que daba paso a pensar en la misma condición del hombre.

 

Sí, la Legilimancia es complicada. Básicamente no se puede usar con cualquiera sin tener consecuencias que pesen para más adelante. Más que nada para el mismo legilimante, ya que cada minuto que este pasa en la mente del otro, más pierde su propia individualidad, por más oclumante que el mismo legilimante –nos tomamos las licencias de uso de lenguaje–sea.

 

- Los pensamientos no son más que uno de los resultados de otros pensamientos y experiencias. A la vez, que factores de otros pensamientos y formas de recibir experiencias. No quiero complicarte mucho con este juego innecesario de teorías.

 

Rosália le hizo un gesto con sus manos para que dejara todas las herramientas. Ishaya ya había formado parte de la clase y calculó que ya tenía bien en claro los límites más importantes de la habilidad.

 

- Recalco la necesidad de entender, que nosotros no vemos episodios como en un pensadero. La conciencia del otro es más complicada que una sucesión de imágenes tales como por ejemplo, una fotografía en movimiento.

 

La brasilera sonrió iluminada cuando se le ocurrió una idea para dejar pensando a su alumno hasta el próximo encuentro.

 

- Mira Ishaya. Hoy terminaremos más rápido de lo común. Te espero el próximo sábado a la mediatarde. Para el próximo, y último encuentro, quiero que identifiques los valores y perspectivas de pensamiento más comunes que tengas en lo que te acuerdes. Es una buena idea comenzar a catalogar taxativamente aquellos más frescos, para poder deducir qué pasaron con el resto. En esta ocasión pensarás más que nada en lo general de tu memoria e identidad, para entender los aspectos particulares, el método deductivo.

 

Finalmente, lo acompañó fuera del invernadero.

 

***

 

 

En el invernadero a media mañana

Con Niko

 

 

La arcana seguía sigilosamente cada paso que daba Niko. Incluso lo festejaba en silencio cuando realizaba alguna labor de herbología de forma adecuada. Lo que sí no se esperaba, era lo de la fuente. Había abierto los ojos como platos cuando vio como un chorro de dudosa transparencia salía por los picos más altos de la fuente. De vez en cuando se escuchaba un ruido particular gracias a la vejez de las mismas tuberías.

 

Esperó tras la espesura de sus plantas hasta que el Warlock dejara el espacio donde se reunirían nuevamente. No quería perder su profesionalismo. Así que se acomodó en cuanto vio que no se encontrara, y como quien no quiere la cosa, esperó a Niko de la forma más natural posible. Con un ademán lo invitó a sentarse frente a suyo y s

 

Escuchó atentamente todo lo que el Tonks tenía para hablar. Sintió la chispa con la que se expresaba. Sabía a ciencia cierta que él había podido identificar ciertos cimientos y comunicaciones que se daban de forma repetitiva entre las conexiones neuronales que conformaban su misma conciencia. Por su parte, a Rosália le recorrió un escalofrío cuando escuchó la palabra seguridad. Era un concepto potente, del cual muchas veces partía desde una misma perspectiva, hacia otras, sin importar mucho la otra. Siempre, hablando de una relación entre unos y otros. Pasión, era también otra imagen con fuerza.

 

Podía ser todo lo naÏve que quisiera, pero esos puntos eran potentes.

 

- Eso es todo.

 

- Me parece bien. Comparto tu punto.

 

Se levantó y lo invitó a que lo acompañase hacia la puerta del invernadero. Retomó la palabra mientras iban caminando hacia la salida:

 

- Terminaremos por hoy y te espero el próximo sábado a mediatarde. Me gustaría sin embargo, que puedas presentar frente a tus compañeros un pequeño compendio de los límites más importantes de la Legilimancia, entre lo que vimos antes y ahora. Puedes guiarte para explicar cuáles son las significaciones de; trance, puente comunicativo y dimensión. El próximo encuentro será el último y allí, tendrás la pregunta junto con la de tus compañeros.

 

Cuando despachó a NIko, volvió a la fuente y con una patada, revirtió el arreglo.

 

***

 

 

En una tarde con lluvia.

Con Madeleine

 

 

Rosália se ruborizó con la pregunta de su nueva alumna. A veces se olvidaba completamente de su condición de híbrida. Últimamente las hojas no aparecían con tanta frecuencia, o las sensaciones de planta que a veces le atacaban no estaban tan presentes. Ella, Pereira, sabía que era algo natural. Estar en contacto con tantos magos últimamente, todos con conciencias humanas, la habían llevado a sentirse como una más. Pasó los dedos por sus rojizos cabellos, sacudiendo un poco los vestigios de raíces que se pudieron haber acumulado.

 

- ¿Peluca? Puedes pensar que sí, es una.

 

Parte de su sentimiento de supervivencia, le impedía tener que ser demasiado transparente acerca de su condición. Bebió un poco de su té y escuchó atenta a lo que Madeleine comentaba. Se alivió porque ya no tendría que estar realizando grandes introducciones acerca de los fundamentos comunicativos de la habilidad.

 

- No lo sé, supongo que eso… no he estudado la Legilimancia a profundida.

 

- Y para eso es que estás aquí querida. Sino no te haría falta. Verás, la comunicación legilimántica tiene dos tipos. El primero, es uno más superficial. Es como cuando escuchas en voz alta los pensamientos, y sólo pensamientos, de las personas que te rodean. Los factores de espacio y volumen se aplican como cualquier conversación. Son informaciones erráticas y esporádicas.

 

Rosália dejó la taza en la pequeña mesa ratona que tenían en frente y clavó sus profundos ojos en los de su interlocutora. Sintió su conciencia volar. Estaba frente a la conciencia de Made. La comunicación se cortó.

 

- La segunda, es la más invasiva. Es cuando se genera el puente entre conciencias. Tanto la persona que practica la habilidad, como la otra, entran en una especie de trance. En ella, no sólo vemos pensamientos, sino sensaciones, opiniones valorativas, construcciones sociales fundantes, un laberinto que se extiende hasta el mismo infinito de la conciencia, la cual se sigue construyendo en tanto y cuando sigue viviendo la persona. Es la más difícil. Está la posibilidad de perderse en la mente del otro.

 

Se acomodó en su sillón de tres cuerpos y miró por la ventana sobre cómo seguía la tormenta.

 

- Hoy simplemente veremos los fundamentos de la habilidad. Tendremos otros dos encuentros más, donde vamos a ver los límites y por último, la práctica. De ahí es que evaluaré introducirte ante la prueba.

 

Se sirvió un poco de té. Utilizaba esos espacios para marcar el paso de la clase. Si le decía todo, al mismo tiempo, sería un desastre.

 

- Ahora, cuéntame, ¿qué significa que haya una comunicación? ¿Qué piensas encontrarte cuando estés explorando la conciencia de tu prójimo? ¿Será como un pensadero? ¿Cómo crees que tu propia subjetividad interviene en la comunicación?

 

 

*****

 

Último día

Ishaya, Tauro y Niko

 

Rosália estaba finalmente esperando a los tres alumnos que habían llegado a la tercera etapa. Estaba frente al invernadero, mientras que veía como el sol daba comienzo a la tarde, suavizando las sombras y los contrastes. Se había sentado en las puertas de su segundo hogar de cristal. Había colocado un pequeño cartel para que los estudiantes la ubicaran fácilmente, sin tener que quedarse esperando en la cabaña.

 

Ese día, realizarían por primera vez Legilimancia. Y Rosália no podía evitar tener ansias, primero al escuchar lo que le pidió a cada uno. Sabía muy bien que muchas veces las charlas con sus alumnos eran diferentes y necesitaba hacer una conjunción de lo que vio con los tres. Segundo, porque era ese mismo día, donde evaluaría la propuesta de la prueba.

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Justamente no esperaba ver los pensamientos del otro como en un pensadero, sobre todo con mi experiencia en oclumancia donde "invadían" mi mente, el escenario que había levantado resultó mucho más complejo, psicológicamente hablando, sobre todo porque estaban llenos d experiencias personal que involucraban un sin fin de sentimientos y todo esto generaba una complejidad única de cada individuo, porque todos vivíamos de diferente manera.

 

Agradecí las enseñanzas a la arcana y me retiré del lugar para seguir con mi rutina normal, regresando a la legilimancia de vez en cuando cuando revisaba una nota de el Profeta o estaba almorzando con mi esposa, Cye, detalles de las charlas que había tenido con Rosália para indagar más a fondo en reflexiones personales.

 

Al llegar el día citado, llegué temprano como de costumbre y me paré frente al invernadero donde sería nuestro encuentro sin tener ni la más mínima idea de que estaría frente a dos de mis hijos putativos para terminar con el curso, Tau y Niko, sin saber exactamente bien si entre ellos dos existía una relación más allá de la de ser vecinos en Ottery. Cuando ambos llegaron, me limité a saludarlos con un abrazo y un beso en su mejilla, no quería convertir aquel lugar en un encuentro familiar cuando veníamos a aprender una habilidad.

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  • 2 semanas más tarde...

*

La pelirroja había estado esperando la aceptación para aprender legilimancia. Era la habilidad que más deseaba recuperar. Su cerebro recordaba los antiguos días cuando trabajaba como duende en Gringotts. Por entonces, se había visto tentada muchas veces a entrar en contacto con las mentes de algunos clientes que, como directora del banco de magos, le parecían sospechosos. ¿Eran dignos de que les abrieran cuentas especiales con prerrogativas importantes? La bruja recordaba que esa habilidad le había sido muy útil en reiteradas ocasiones para tomar la decisión correcta. Lamentablemente, hacia dos años y medio el Ministerio había lanzado Oblibiates a diestra y siniestra y toda la comunidad había perdido sus habilidades. Al igual que Mynerva. Y su trabajo se volvió mucho más difícil de lo que ya era.


Se había lamentado mucho por esas pérdidas, pero terminó aceptando que debería volver a la Universidad si quería recuperarlas. Le llegó el rumor que la Arcana Pereira poseía un profundo conocimiento sobre legilimancia por lo que acudió a su encuentro deseosa de aprender todo lo que pudiera enseñarle. Sabía que el aprendizaje sería muy distinto al de cualquier conocimiento que hubiera estudiado hasta entonces, pero eso en vez de quitarle ánimo, la impulsaba y entusiasmaba mucho más.


El día había amanecido bastante cálido y luminoso. Se levantó con rapidez sin perder ni un minuto en remolonear entre las sábanas. Se duchó y procedió a vestirse con cuidado. Una larga túnica de un azul muy claro, casi blanco, fue su elección junto con un par de sandalias de taco bajo y un color un poco más oscuro aunque también azul. Sus cabellos rojizos parecían resaltar más en contraste con su ropa. Eran cortos y ondulados y los peinó hacia la izquierda dejando descubierta su oreja derecha. No usaría maquillaje ni joyas. Sólo un poco de lápiz labial incoloro porque le gustaba sentir sus labios húmedos.


La mansión Weasley estaba en silencio cuando ella bajó hacia la cocina. Allí bebió un jugo de frutas y tomó una tostada con un poco de queso blando. Su gato Blacky la miró sorprendido por su falta de apetito y ella sonrió.


- Quiero estar ligera hoy, mi pequeño, - murmuró mientras hundía sus dedos suavemente en el pelo de su cuello. – No sé a lo que me enfrentaré. Dame suerte.


La criatura pareció entenderla y maulló suavemente mientras tocaba con su patita la mano que lo acariciaba. Se despidió del gato y se dirigió al elfo.


- Toño, voy a la Universidad; más precisamente en busca de la Arcana Pereira que me instruirá en la primera habilidad que deseo recuperar. Ni idea de cuánto tiempo tardaré. Pero ya sabes dónde encontrarme si algo pasa.


El sirviente hizo una reverencia y ella desapareció hacia los jardines de la universidad. Debía ir cerca del lago, hacia una amplia terraza de piedra a la que se accedía después de atravesar un bosque muy tupido de árboles y plantas con flores cruzados por caminos sinuosos.


Mynerva sintió la paz que había en ese lugar como si la abrazara y la meciera dulcemente. La naturaleza la atraía y la ponía feliz. Con los años había aprendido a hallar un refugio en ella y se sintió totalmente a gusto allí. Eligió un banco de piedra y se sentó a observar el lago cuyas aguas brillaban a la luz de la mañana con pálidos reflejos multicolores.


- ¿Sabrá la Arcana Pereira que la espero aquí? – se preguntó. Suponía que sí. Aquella mujer probablemente sabría todo lo que sucedía en sus dominios.

Mynerva, matriarca Weasley
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