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Legilimancia


Rosália Pereira
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Le costaba encontrar las palabras para explicar la razón que tenía para querer aprender a usar la habilidad de Legilimancia. No porque realmente no supiera explicarlo, sino porque llevaba mucho tiempo intentando suprimir una parte viva de su mente en lo más profundo de ésta. Tras años de práctica, lo único que había logrado era recurrir a la magia con varita y hechizos reductores en materia consciente, para poder ser dueña de sí misma. Se mordió el labio inferior en acto mecánico, de fastidio, al ver la cantidad de plantas en el invernadero.

 

El recorrido hasta allí lo hizo en completo silencio. Minutos antes de había topado con Helike, quien también estaba en la casa de Rosália para el mismo fin que el suyo, y no pudo ni siquiera responderle ni a la amenaza de varita ni al saludo que le había dedicado. Le tenía sin cuidado que pensara que era soberbia o arrogante, pero le molestaba no haberse expresado libremente, porque bueno... A veces podía ser un poco, demasiado, charleta. Además, el que de entrada le hablasen ya por la mente le resultó un poco chocante. Casi, casi que se levantaba en armas. Tenía las de perder, claro, pero lo hubiese hecho de todos modos de no ser porque se recordó el lugar en el que se encontraba.

 

- Rosália. -carraspeó, mientras acomodaba sus manos al frente. No se había dado cuenta de que mantenía una postura solemne, con las manos en la espalda.- Creo que puedo decirle ya, el motivo por el que deseo aprender la habilidad que tiene para enseñarnos. Y, lejos de ser para uso externo, es más... Personal.

 

Contempló las macetas, en tanto reflexionaba sobre lo que había escuchado de Helike. ¡Qué distinto era ser un mago normal! Se le antojó tener las mismas razones y, muy en el fondo, le avergonzó tener que exponer las suyas. ¡Ah, cómo detestaba la maldición con la que le obligaba a vivir su madre! Y, encima de todo, ¡la muy desgraciada no estaba a su lado para ayudarle con el tema! Odiaba a su madre. Ojalá Aland lo estuviera pasando peor que ella. Lo dudaba, claro, no creía que hubiera algo peor que luchar con dos conciencias en una.

 

Recordó que, cuando niña, cuidaba del jardín que su madre le había ayudado a cultivar. No Aland, ella no tenía ese grado de maternidad, aunque sí era mucho más genuina que la falsa figura materna que le habían vendido en ese entonces. Se preguntaba si le serviría de algo.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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La arcana no se sorprendió ante la respuesta de su alumna, sabía que muchos se sentían incómodos cuando alguien más sabía de su intimidad, pero aceptó gustosa que Helike le contará acerca de la comunicación tan especial que tenía con su esposo.

 

Había escuchado de esas extrañas conexiones que tenían algunos, la mayoría eran demonios, pero confundían ese pequeño "don" con algo mucho más profundo como la Legeremancia y cuando iban a ella a poder vincularse con la habilidad se llevaba el chasco de darse cuenta que realmente no conocían aquélla magia tan antigua.

 

-La Legeremancia es como un pasillo llenó de puertas que guardan los recuerdos, sueños y esperanzas de muchas personas, tanto mágicas como no- - le explico a su pupila -cuando terminemos esto lo verás por ti misma- le explicó con una sonrisa.

 

-Bueno querida te hubiera pedido que abrieras tu mente de igual forma si tuvieras con la Oclumancia- le sonrió con diversión en los ojos -en vista que conoces los hechizos más fáciles te diré los que quiero que practiques cuando te marches- le explicó sacudiendo sus manos sin preocuparse en limpiarlas bien.

 

Observó satisfecha como había plantado las flores Helike, su mente estaba clara, sin apuro y abierta a ella completamente. Rosalía le deseaba de corazón que ahora que se alejaría de ahí le fuera tan bien como estando con ella. La voz de su segunda pupila captó su atención, ya sabia que hacer con Helike en cambió quería ver la respuesta de Candela.

 

-Señorita Triviani, la escuchó pero antes - se giró a ver a Helike - Londres muggle están teniendo problemas con un asesino que mata mujeres embarazadas- le habló con tono neutro para no alterarla a causa de su recién embarazo.

 

-Quiero que rastrees al hombre y busques del porque lo hace- le dijo a su pupila, deseaba estar a solas con Candela para calmar su mente.

 

No le gusta el sentimiento que abarcaba su mente, aquello no le ayudaba en la habilidad y para calmarla las plantas eran ls mejor medicina.

 

Rosalía levantó su varita y con un movimiento de ésta se abrió un portal que llevaría a Helike a su destino para acercarse a Candela.

 

-Ven conmigo a plantar más flores mientras me dices tus motivos- llevó a la Triviani a unas masetas vacias para comenzar la tarea que había empezado con Helike.

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- Bien - sonreí a la mujer, lavé mis manos con la propia regader estaba algo fría pero lo agradecía.

 

- oh - no pude evitar ponerme algo colorada- imagino señora... supongo que aún así la oclumancia aquí no serviría de mucho -elevé mis hombros y vi un trapo cerca, en dónde lo cogí y sequé con él mis manos.

 

Había escuchado la voz de la directora y aún así... no dejaba de pensar que podía ser un poco seca. O quizás incluso la propia clase la intimadaba. No podía saberlo y la verdad no es que me importara mucho en esos momentos. Ya se arreglaría la arcana con ella. Pero cuando recibí cierta información en mi interior se formó desconcierto y a la vez furia por lo que significaban esas palabras. Intenté que en mi voz, no se mostrara la ira que tenía en mi interior. Sabía lo que significaba estar embarazada, tener una vida en tu interior y aunque no tenía nada que ver con la religión ni mucho menos... era algo que me ponía furiosa.

 

- señora - dije con cierto titubeo en mi voz, antes de cruzar ese portal- dice Londres muggle... bien, iré, ¿quiere que le de un mensaje, que lo atrape, que ayude a la policía muggle, o que lo mate yo misma? -levanté una ceja, esperando la respuesta de la mujer, antes de que siguiera con su clase particular con Candela - necesitaré más pistas, aunque use la legeremancia como práctica, el asunto puede ser bastante peligroso. Imagino que iré yo sola, ¿cierto? Y el porqué lo hace, bueno, puede haber muchas posibilidades - fruncí el morro poniendo cara de disgusto.

 

- Imagino que será complicado y, espero que, mis viejas credenciales ayuden. Y otra cosa más, ¿cómo estaremos en contacto, si no estoy en ésta misma sala, desea que la vaya informando de mis progresos? -pregunté ahora, después del enojo inicial, un poco confundida. No tenía ni idea cómo empezar, sin una triste pista. Pero si la arcana así lo había indicado, sería por algo. Y otra cosa más, ¿cómo demonios sabía todo eso?

 

@Rosália Pereira

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Rosalía sonríe ante las miles de preguntas de su alumna pero nota en su mente la furia ante el muggle y sus crímenes, ella lo sentía siempre que sus plantas eran maltratadas, aunque no eran una vida humana, sentía el dolor de esos seres indefensos sin poder hacer nada mientras otros terminan con ellos.

- Matar no es una opción aunque sintamos que es lo correcto-le dijo a Helike -pero podrás usar el hechizo Visionimes para darle una visión interna para entregarse a las autoridades, no sin antes de conseguir el motivo de sus actos-le explicó.

-O el hechizo Transmemo que sirve para cambiar un recuerdo por otro para que cambié la vida que tiene por una mejor- con eso sacó un anillo igual al suyo pero de aprendiz -nos comunicaremos atra vez del anillo de aprendiz- dijo depositando el objeto en las manos de su pupila.

-Por el momento irás sola mientras hablo con Candela- con eso se alejó de la bruja permitiendole el acceso al portal -confía en ti y en la habilidad, puede ser que nada resulte ser como crees yo estaré pendiente por si necesitas ayuda- le avisó.

Con eso dejó que Helike cruzará el portal para ella estar con Candela hasta que llegará un nuevo alumno.

Editado por Rosália Pereira
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Después de Oclumancia, legilimancia parecía ser más sencilla, penetrar la mente de las personas resultaba ser más satisfactorio que el proteger su mente de otras personas. Todo lo que podría saber con el simple hecho de buscar en lo más recóndito del cerebro de esa persona. Al menos eso era lo que pensaba cuando empezó a practicar con Kaori, no por que pensara que su esposa le ocultara cosas, sino porque justo era él quien se las ocultaba a ella.

La primera vez que trato de penetrar la mente de Kaori, había sido tan doloroso que se había quedado dormido por más de tres días. Kaori hacía uso de la Oclumancia, mientras él trataba de ver si aquello que le mostraba era verdadero o falso, como todo en la vida, había partes en los que eran verdad, ya que los sentimientos aún se encontraban presentes y esos eran muy complicados de quitar.

Parece que va siendo momento que entregue mi formación a una persona que se dedica a eso… ¿no crees?

Le dijo a Delacour al término de su última práctica, Aries ya había llegado a la infancia de Kaori, aquella infancia llena de dolor y sacrificios, algo que cada que él se encontraba en aquel momento luchaba por expulsarlo de aquel sitio y al final, él siempre se detenía.

¿Ya no quieres entrenarte conmigo?

¿Qué dices?

Te estorbo, ¿no es así?

El metamorfomago se le quedó mirando, ella jamás iba a ser un estorbo para él, pero ya no podía entrenar con ella, el dolor, la angustia, el miedo que ella sentía cada que tocaba su infancia se habían vuelto suyos y no quería que ella sufriera por él.

Sabes, tuve una mejor infancia que tú, aún así tu vez la luz en el lugar más oscuro. Sin embargo, yo siempre todo lo veo tan tétrico. —le había tomado las manos y las acercó a los labios del rubio quien dejó un par de besos en ellas. —Verte luchando, por que no me enteré de cosas que no has querido contarme, me hace no querer hacerte pasar por eso… —para ese momento ya había tomado el rostro de Kaori, a quien besaba con mucha ternura, dulzura y amor. —Siempre serás mi primera en todo.

Sin contar en el amor. —soltó la mujer de cabellera negra, lo que hizo que ambos al mirarse a los ojos soltaran una carcajada. Se amaban y eso se podía ver a simple vista.

Es el momento de mi viaje a Japón, aun no me voy y ya me haces falta…—le dijo el mago mientras la varita en la mano derecha de este crecía al tamaño de un bastón. Solo hacia falta pronunciar el encantamiento para que se abriera un portal y se encontrará con Rosalía.

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Rosalía sintió cuando Helike pasó el portal que había abierto para ella a la comunidad muggle, ya le había dado todas las instrucciones para que pudiera marchar en la búsqueda de aquél criminal e hiciera lo correcto, gracias al anillo de aprendiz sabría lo que hacía y pensaba.

Candela en cambió parecía aún pensar su respuesta a su pregunta principal, su mente zumbaba pero Rosalía quería escucharla atra vez de sus pensamientos más calmados.

La Legilimancia era una habilidad difícil de comprender, la mente humana no era compleja y menos fácil de leer, tantos pensamientos solían confundir a los que no sabían tratar con ella. La misma arcana había sufrido en un principio cuando escuchaba los pensamientos de las personas a su alrededor pero gracias a sus años de leer, practicar y la calma se había vuelto parte de ella y le era tan natural escuchar pensamientos como responder a través de él.

-Cuándo te sientas segura querida empieza- se comunico con su pupila mientras se dirigía a una maseta vacía.

Sus amigas las flores estaban encantadas con sus nuevas hermanas, le susurraban palabras de ánimo cosa que hacía sonreír a la arcana de felicidad al tener nuevas amigas que la acompañasen.

Rosalía colocó tierra húmeda primero para después colocar una un talló de sus nuevas rosas dentro y colocar abono sobre ella, la legelemante esperaba que su nuevo alumno llegará pronto, deseaba descansar un poco pero no podría mientras tuviera estudiantes a los que enseñar.

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  • 3 semanas más tarde...

La Delacour observaba aquel portal que la arcana había abierto frente a ella, Rosalía se había molestado por lo ocurrido en aquel zoológico y eso era más que obvio, en cierta forma entendía su punto de vista ya que no quería poner en riesgo el estatuto del secreto internacional de magia, pero la ojiazul había sido lo más cuidadosa posible con respecto a ese tema. Lo que había hecho había sido con el único propósito de ayudar y lograr que una mala persona dejara de hacer daño pero por lo visto para la arcana no era así y bueno no podía rebatirle aquello a menos que quisiera terminar expulsada de aquella instrucción que esperaba le ayudara a manejar esa habilidad.

 

Así que sin protestar de ninguna manera cruzó aquel portal que la llevó a un lugar apartado tanto de muggles como de otros magos. En aquel amplio espacio simplemente estaba ella frente a 5 estatuas de diferentes personajes de la historia tanto muggle como del mundo mágico. Cada estatua estaba dispuesta a una distancia prudente de las otras ya que teniendo en cuenta cómo a veces discutían los cuadros mágicos sospechaba que con estatuas podría ser mucho peor.

 

Suspiro pesadamente cuando aquel portal de Cerro y quedó ella frente a aquellas figuras. Realmente trataba de entender aquella habilidad, quería lograr hacerlo y poder usarla para el bien de la comunidad mágica y no para causar ningún daño a nadie. Como autor lo que mas le importaba en su labor era impartir justicia y ayudar a los necesitados, era por eso que era tan importante para la Delacour lograr su objetivo de vincularse con aquella habilidad.

 

Con pasos tranquilos pero firmes se acercó a la estatua más cercana, en la inscripción de la misma se dejaba ver el nombre de Alejandro Magno también conocido como Alejandro el grande. De inmediato ante su cercanía empezó a sentir ligeros pensamientos que trataba de descifrar. Levantó la mirada para observar el rostro de la estatua que lucia más bien una expresión abatida que aquella grandeza con la que normalmente se le retrataba a aquel gran personaje. Trató de enfocarse un poco más para lograr leer lo que cruzaba su mente. Era algo similar a ver una función del cine muggle o de teatro, una y otra vez por su mente se recrea an escenas de victorias vividas por aquel guerrero. - debe haber algo más que sólo victorias - penso dentro de la mente de aquella figura. A lo cual le insistió que no y seguía mostrando las mismas imágenes, no dejaba ver más allá de eso. Pero si la rubia quería lograr acceder a la habilidad debía esforzarse más.

 

Enfocando toda su concentración a la mente de aquel personaje sintió como si rompiera un velo de oscuridad que no le permitía ver más allá en aquella mente encerrada en piedra. Lo que vio fueron recuerdos dolorosos de pérdidas de amigos, amores y batallas. Traiciones que desgarraron su corazón y su fuerza hasta llevarle a la convalescència y posterior muerte. Tantos daños hicieron eco en su vida causándole el declive de su luz y sus años y claro ahora trataba de ocultar eso a cualquier curioso que como ella tratara de ver en aquella mente de recuerdos encerrados mágicamente en aquella figura de piedra cincelada a la perfección de su real predecesor.

 

La ojiazul entendía que la legilimancia podría dejarle ver más allá de lo evidente a sus ojos y a la ligereza de su mente, pero si lograba llegar a lo profundo de una mente tenía que estar segura de que haría con ese don y no causaría daño a quien logrará doblegar en pensamientos. Esperaba que la arcana pudiera leer su mente en ese momento para que se diera cuenta que entendía lo que le trataba de enseñar.

 

Expecto Patronum

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La arcana siguió en su proceso de regar y plantar las nuevas rosas que había traído a su hogar en el invernadero. Sentía como si de una sensación propia se tratase el como cada rosa se revitalizaba gracias a la tierra abonada y el rocío que caía de la regadera que en sus manos sostenía. Por su parte, esperó paciente a que la castaña, Candela, contestara a sus interrogantes en cuanto se sintiera cómoda. Debía entender, que la Legilimacia era un arma de doble filo, y como puede traerte victorias y dicha pura, puede llamar también a la gran desgracia.

 

Dejó reposar la regadera a un lado de las macetas, mientras caminaba hasta las repisas de la pared a su espalda. Vislumbró entre sus pensamientos las acciones del ex-ministro, quién no había avanzado como ella esperaba dentro de la búsqueda del robo. De reojo, pudo ver el rostro confundido de la Directora mágica, una mueca apareció en el rostro de Pereira mientras estiraba su mano, tomando un frasco donde guardaba las semillas de Acónito. Tomó un par y tomó rumbo al espacio contrario en el que estaba.

 

- Te espero en el jardín - susurró dentro de la mente de la Triviani antes de desaparecer de la comodidad de su hogar hasta el patio. Caminó un par de pasos cuando sintió la angustia e incertidumbre dentro de la mente de Dennis. Sonrió genuinamente al percibir aquel entusiasmo nato dentro de la bruja y tranquilamente le dejó proseguir con su tarea mientras se agachaba justo frente a una porción vacía de tierra.

 

Con sus propias manos abrió unos pocos hoyos y dejó caer delicadamente las semillas de acónito. Con suma delicadeza cerró nuevamente los hoyos para sacudir sus manos y levantarse hasta llegar a la regadera vacía a unos metros del jardín. Sintió como la Delacour rompía la barrera dentro de la mente de las estatuas, logrando visualizar los recuerdos del guerrero. A pesar de que aún no lograba cumplir con lo deseado con la arcana, Rosália comenzó a sentirse satisfecha por la labor de la rubia. Aún le faltaban cuatro estatuas por leer y la arcana esperaba el exito de su misión.

 

Llenó la regadera del grifo de agua y con paciencia dejó caer el liquido vital sobre la tierra recién plantada. Guardando la calma y vigilando las mentes de sus pupilos durante sus misiones destinadas. Comenzó una calmada conversación con sus plantas mientras el tiempo corria aquella tarde dentro de los espacios de Mahoutokoro, donde uno de sus más nuevos alumnos llegaba tarde.

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  • 2 meses más tarde...

El jardín más hermoso de todos los que hay en Mahoutokoro pertenece a la Arcana de Legilimancia. Su habilidad para controlar las plantas la hace una de las personas más extrañas y llamativas entre los Arcanos, por lo que resulta de lo más exquisito acercarse al invernadero que hay justo en medio de aquel lugar. Ni la niebla espesa ni el frío de la época parecen afectar las bellas plantas que hay tanto dentro como fuera del invernadero y que cubren toda su longitud. Cuando me dirijo hacia allí, consciente de que estoy por comenzar mi entrenamiento en una habilidad en la que jamás he ahondado, siento que algo se remueve en mi interior.

 

<<Tranquila>> pienso para mí misma e inspiro por la nariz, mientras continuo paso a paso rumbo al lugar donde Rosália da sus clases.

 

Legilimancia o Legeremancia. El arte de penetrar en la mente de una persona y ver todo lo que hay allí, no tanto leerlo como un libro sino más bien, verlo como una serie de fotografías en movimiento. Secretos oscuros, deseos del corazón. La legilimancia siempre ha llamado mi atención pero me ha tomado años por fin decidirme e involucrarme en el sutil arte de ver más allá de lo que muestra la gente.

 

Toqué con dos suaves golpes las puertas del invernadero, notando que allí el aire es denso, cálido y sofocante. Había vestido nada más que una falda negra por encima de la rodilla y un sweater de cuello alto en tono rojo como la sangre. Las botas pisan delicadamente el pasto, con temor a que mi presencia desate cosas que soy incapaz de controlar. No quiero que Rosália se sienta invadida o que no respeto lo suficiente a sus plantas, así que me tomo el tiempo de apreciar todo a mi alrededor para aprender como comportarme en presencia de alguien como ella. Y temo. Temo que vea lo que guardo en lo profundo de mi mente.

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La arcana recibió los mensajes que el viento transportaba, escuchando las suaves palabras que se llevaba mientras el corría libre. Cerró brevemente sus ojos y escuchó unas palabras sonar a lo lejos, palabras tranquilizantes. Otra alumna estaba llegando y la arcana lograba percibir el temor oculto dentro de la mente de la mujer. La mujer que se encontraba frente a la puerta temerosa golpeó la puerta, Rosália elevó la comisura de sus labios en lo que pareció la sombra de una sonrisa al percatarse de los pensamientos de la mujer - Bienvenida Castalia, te estoy esperando en el Jardín - susurró la arcana con suavidad dentro de la mente de la bruja.

 

Mientras esperaba a la bruja y sentía como Helike y Candela seguían en el interior del invernadero, se colocó de pie y caminó hasta donde descansaban los Rocíos de Sol, plantas carnívoras que habían sido traídas de las costas Australianas. Regó con paciencia la tierra, refrescando las raíces.

 

Escuchó pasos a sus espaldas y sólo observó de reojo por el hombro - ¿Podrías pasarme el abono que se encuentra a tu lado? - preguntó la mujer en voz alta, observando a la Macnair cruzar el umbral que llevaba al jardín donde se encontraba.

 

- ​Ayúdame a abonar los Narcisos de allá - Agregó, señalando con la mano al gran recipiente donde se encontraban perfectamente plantadas, Pereira pretendía otorgarle un poco de tiempo a la mujer para que calmara su temor y poder así empezar con sus clases. Escuchó a la vez la conversación que el ex-ministro mantenía en su misión y asintió, para pasar a escuchar los pensamientos de la Delacour, quien avanzaba lentamente.

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