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Libro de los Druidas


Badru
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Solo cuando escucha al espacio desgarrarse para unirse con otro punto del mundo a través del portal es que voltea. No lo hace para contemplar al mago invocador, sino que desea contemplar las formas y los colores

 

—Bastante interesante, lograste invocar un portal hacia el lugar en del que partimos. No siempre será fácil. Cuando estén en situaciones sin peligro practica hasta que sea algo tan natural como hacer un lumus.

 

Badru decide no mencionar los detalles más importantes sobre esa ciudad. Él la descubrió, hace ya varios años, por accidente. Siendo un niño de unos ocho años logró invocar un portal de la nada, sin una varita. Ese fue su primer portal, invocado sin intentarlo y con destino a un lugar proveniente de las historias que solía contarle su padre antes de morir. A esa edad sintió el poder proveniente del interior de la tierra, que luego descubrió que emanaba del huevo de dragón petrificado. Siendo ya adulto reforzó las protecciones que encontró, además de agregar algunas nuevas.

 

—Los lirios de fuego de este volcán son especiales porque el volcán lo es. Hoy tendrás tu primera gran aventura. Recoger esos lirios no es fácil. Entrar al volcán es caer en una trampa mágica, serán prisionero del volcán al menos que uses la magia adecuada. Tienes entonces cuatro misiones. La primera es averiguar como activar el amuleto contra defensas carcelarias, pues es la única forma en que podrás escapar del volcán. Posteriormente debes arrancar un solo lirio de fuego. Cuando lo hagas, debes usar el amuleto para escapar. Finalmente debes llegar a la plaza del árbol de fuego invocando un portal. Estás cansado por usar el amuleto, te costará.

 

Camina en dirección hacia el portal invocado por Jank y lo atraviesa. Este se cierra a su espalda de inmediato. De nuevo en la plaza de fuego, observa a los dos aprendices rezagados. Los observa por un minuto o dos, quizá tres. Piensa que hacer, piensa como continuar con la clase mientras espera que Jank regrese ileso. Esa es su verdadera prueba, su prueba de fuego. Solo así, si sobrevive, podrá demostrar que es digno de recuperar la confianza del pueblo Uzza.

 

—Llegan ambos tarde ¿Porqué llegan tarde?

 

No le molesta que los dos lleguen unos minutos después, eso le sirve para (al menos temporalmente) separar al grupo. Jank tiene que recuperar la confianza de los uzza, los otros dos no han hecho nada para perderla.

 

—No caeremos en las cosas mundanas, no les preguntaré porqué quieren aprender la magia uzza; puedan usarla como les apetezca. Aprender este libro es un eslabón que les permitirá avanzar en la magia más poderosa de mi pueblo, si no están listos morirán enfrentándose al caos y probablemente sea algo que no deseamos. Deben convencerme no solo de que están preparados, deben convencerme a enseñarles ¿Porqué deberían enseñarles?

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Las palabras de Badru se almacenaron en la mente de Jank como si fuese un creado al que habría que rezarle todas las noches. Desde que la Orden del Fénix aceptó tenerlo entre sus filas, su vida se fue convirtiendo en un cúmulo de riesgos necesarios. A veces tan graves que amenazaban con arrebatar su vida. Los años de experiencia y lealtad desvanecieron esa pequeña parte de él que le pedía desistir, que rogaba porque diera marcha atrás e iniciara una vida más plena. Al final, se llegó a acostumbrar tanto al peligro que Jank dejó de saber cómo vivir sin la adrenalina que solo podía causar el borde del abismo. Por eso, apenas el Guerrero desapareció tras su portal luego de asignarle sus nuevas misiones, el mago emprendió el camino sin descansar.

 

El viaje hasta la entrada del volcán fue corto. Solo tuvo que preguntar dos veces para hallar la entrada de una cueva que, al rodar una piedra aparentemente inestable, desvelaba un pasadizo secreto que conducía a lo más profundo. Dayne se llevó la mano al pecho al iniciar la caminata. Bastaron unos cuantos pasos para que el humo lo hiciera toser. La última vez que había estado dentro de un volcán tenía diecisiete años y una mente llena de fantasías egoístas. Ahora, más que preocuparse por salir de allí con vida para cumplirlas, temía por no cumplir las encomiendas de Badru. Necesitaba ese libro; ya no quería que eso también fuera parte de sus fantasías.

 

Jank se detuvo cuando, a lo lejos, visualizó un camino delimitado por una línea de antorchas. Le recordó a los castillos a los que su padre le hacía asistir a él y sus hermanos mientras trataba que sus dueños prestaran apoyo en contra de Lord Voldemort. La mayor parte de las ocasiones Frank perdía su tiempo, pero a sus hijos no se les borrarían los recuerdos de pasillos guiadas por antorchas medievales o paredes adornadas de rocas volcánicas. De cierta manera, ahora estaba rodeado por ambas. Restaba ser lo suficientemente cauteloso para no perderse ni un detalle.

 

- Espero que esto sirva - murmuró, echándose alrededor del cuello el colgante de aro dorado que brilló cuando la luz del fuego le impactó. Era la protección contra defensas carcelarias de la que hablaba Badru. Dio un gran respiro y pisó al frente, allí donde comenzaba el paso pre-limitado. Al instante sintió cómo el aire se le escapó de los pulmones: las paredes de roca a su alrededor se derrumbaron y, al tocar el suelo, se unificaron a los lados del brujo, quien en menos de dos parpadeos quedó entre ambas columnas. Fue entonces cuando el amuleto en su cuello vibró, chisporroteó y se elevó unos centímetros sobre su pecho. Jank sintió la energía fluir por sus venas, la misma que quebrantó las murallas y las volvió polvo. La magia se activó cuando pensó en la libertad, en lo mucho que la necesitaba. Se asombró al comprobar su efectividad. Todo pasaba tan rápido cuando de magia Uzza se trataba.

 

A los diez metros de avance volvió a ser víctima de una serie de cuerdas de lava fría que lo ataron de brazos y pies. El amuleto volvió a brillar y éstas se desvanecieron. Esta vez, sintió más cansancio del esperado. Se dio unos minutos para descansar, lo que aprovechó para observar los ríos de lava que fluían tan lentamente como podían. El calor resultaba insoportable si se le ponía atención, cosa que no sucedió jamás; el interior de un volcán, para Jank, reflejaba la naturaleza de un hechicero. El magma representaba la magia que había por dentro, y las erupciones solo eran pequeñas muestras del verdadero potencial. De cierta forma, sintió que el sitio lo llegaba a nutrir.

 

Arrancar el lirio de fuego fue la misión más corta y sencilla, aunque el costo fue aun peor. Al parecer tal acción estaba prohibida, puesto que al guardarse el ejemplar dentro de su bolso expansible, el volcán empezó a temblar. Los pies se le calentaron a tal grado que sacó la varita y se le oyó decir Ignea. La lluvia de polen lo protegió, cosa que no pudo decir de sus zapatos derrretidos. El amuleto contra las defensas carcelarias se activó por última vez durante su carrera de huida, repeliendo a las antorchas que intentaron abalanzarse para bloquear el paso directo. La magia solo las suspendió en el aire hasta que él saliera. Y cuando lo hizo, Jank escuchó los metales siendo aplastados por un inminente desplome de rocas y lava fresca.

 

Se tiró al suelo. Si bien todo había pasado velozmente, adjudicó su cansancio a la falta de entrenamiento. Quizá debía volver a prestarle la atención que en su momento le dio a las condiciones físicas. En el pasado, el escape a un derrumbe habría sido coser y cantar, una situación del diario vivir. Aun así, no dejó frustrar tan fácil. Levantó su espalda y cruzó las piernas para apoyarse. El sol le pegaba en la sien, lo que lo obligó a cerrar los ojos mientras invocaba el portal de regreso. La energía, al estar escasa en él debido a sus anteriores defensas, dejó paso a que su voluntad determinara si debía volver o no. Después de todo, no habría mejor muerte que ser encontrado repleto de hollín, con la ropa calcinada y protegiendo una flor.

 

El tercer intento de crear el portal mediante Fulguria Nox le quitó la esperanza de morir victoriosamente. El mismo mortal se abrió ante sus ojos. Durante esta ocasión el círculo fue cerrándose más y más rápido, pues sus poderes ya estaban lo suficientemente drenados. Jank se limpió los labios y saltó a través de éste, que se cerró en menos de tres segundos. Cayó del otro lado realizando una voltereta que salió bien por casualidad. Tocó la arena bajo sus pies y se la regó encima. Por primera vez, y por extraño que sonara incluso en su mente, la Plaza se sentía como su hogar. Por ahora, solo debía conformarse que tendría un respiro.

 

No le tomó demasiado llegar hasta Badru. Dayne caminó unos pasos más cuando llegó a su lado solo para que se percatara de su presencia. Tenía sed, hambre y cansancio, pero no le demostraría eso al guerrero nunca. Por el contrario, cuando volteó a verlo, alzó su mano para mostrar el lirio de fuego que tantos problemas había causado. Por lo menos lo había conservado intacto.

Editado por Jank Dayne

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Un portal estaba en la escena, una puerta a otro lugar, mundo, universo o a algunos de los nueve círculos del infierno como gritaron sus voces en el interior temerosas por ser secuestrado, asesinado o picado en pedazos por el guerrero quien esperaba a uno de los estudiantes presentes lo cruzara. Él por su parte desconocía el destino final del mismo, era necesario atravesarlo para conocer ese tipo de cosas, pero no lo hizo y tampoco el guerrero se lo ordenó. Después de un tiempo, se volteó y realizó un par de preguntas, esperando tener una explicación certera del porque dos estudiantes llegaban tarde. No tuvo una respuesta clara a la primera, en principio seguía confundido en cómo llegó allí. No estaba seguro.

- Yo... - Empieza sin saber muy bien qué decir - Me quedé dormido.

La probabilidad de que el guerrero notará su mentira era alta, pero eso no impidió a Undefined de seguir convencido e interesado por aprender los poderes del libro. Tal vez, uno de los encantamientos escritos en él podía alejar las voces internas de su cabeza por un periodo de tiempo o para siempre, lo intentaba con algunas habilidades y sin embargo no encontraba nada que lo ayudase con ese tema.

- Porque yo en particular no busco los poderes para defender o lastimar gente - Mencionó mostrando sinceridad - Los quiero para curarme.

est****o. idi***. Fracasado. Eran algunas de las palabras que estaba escuchando en ese momento, el temor y desprecio de sus voces era debido a la confianza que le tuvo al Uzza en su última respuesta esperando obtener una guía más clara para lo que debía hacer, no supo por la reacción si funcionaba o no, pero esta vez no tenía porqué arrepentirse de su respuesta.

Editado por Undefined

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Mientras observa de forma presencial a Undefined y a Keaton, parte de su conciencia está proyectada en supervisar el avance de Jank en la travesía que es obtener el lirio de fuego más poderoso que conoce. Según el lugar en dónde la flor crece tiene propiedades mágicas adicionales al de proteger del fuego. La magia que absorben en su crecimiento y el tipo de roca volcánica sobre el que crecen determinan el uso que se le puede dar. Los lirios de algunos volcanes Hawaianos, por ejemplo, no están expuestos a magia; su polen es débil, sin embargo sus pétalos pueden ser usados por muggles para elaborar ungüentos que curan quemaduras. El lirio que debe recuperar Jank, en cambio, es tan poderoso que su magia tiene la habilidad de congelar el interior de un fénix y convertirlo en un fénix de fuego o en su defecto matarlo sin dejar ceniza.

 

—Te creo, te enseñaré. En realidad no me importa los motivos que tengas para aprender, sino que los compartas. Conocer implica también enseñar. Aunque parezca algo insignificante cualquier conocimiento, aunque sea el más mínimo, es importante.

 

Dirige sus palabras a Undefined, le da igual que Keaton escuche. Si bien aún no responde, lo importante es que en algún momento lo haga. Es indiferente la naturaleza de la respuesta, es indiferente si su respuesta es dada por iniciativa o por conveniencia. Lo importante, siempre, es responder. Es enseñar, es dar a conocer. Incluso si la respuesta de Keaton fuese idéntica a la Undefined habría algo distinto, algo desconocido que sale a la luz.

 

—Hay gente que ve las cosas en blanco y negro, esas personas son fracasadas. Ver curación en lo que está pensado o concebido para destruir y dañar es pensar en los grises. Así es como se aprende, así es como se descubre cosas.

 

Cierra los ojos por un par de segundos, se concentra mejor así. Acaricia la mente de Undefinen, buscando respuestas. Las encuentra, se aparta, más sorprendido que temeroso. Es poco común encontrar una mente en esas condiciones, tan fragmentada, tan reacia a aceptarse y trabajar junta en lugar de pelear.

 

—No deberías resistirte, deberías usarlo a tu favor

 

Permanece en silencio por unos segundos, tiempo que usa para recomponer su propia mente. Encontrase con una tormenta en donde generalmente hay paz le molesta. No les hace un daño irreversible, tampoco le afecta de una forma desconocida. Simplemente es la sorpresa, es el no haber estado preparado para encontrarse con algo así. Y en esa intromisión aprende algo, aprende que quizá debe estar siempre preparado, siempre alerta.

 

 

Mueve la varita mágica apuntando a Jank y con un solo movimiento le quita la vista. Pero también le arrebata el lirio que cosechó, que desaparece de sus manos hacia un lugar más seguro. También ataca a Undefined, que al igual que Jank se queda ciego.

 

—La música del Eleboro es especial, cada persona escucha las melodías que de alguna forma lo representa. Pero para invocarlo hay que saber que es lo que son, que los representa. Encuentren su propia melodía y úsenla, es la única forma en la que podrán recuperar la vista. Cuando sepan que tonalidad son, envíenla a través de su varita y podrán curarse.

Editado por Badru
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No era la primera vez que Jank prescindía de la vista. Ya fuese contra los mortífagos o durante sus entrenamientos como Rhoynar encima de los fiordos noruegos, ya conocía la sensación de tener que usar los demás sentidos para sobrevivir. Recordaba, incluso, ocasiones en las que su padre los forzaba a conseguir comida y agua limpia en pleno invierno mientras los ojos de él y su hermano estaban vendados. A Leonard se le daba mejor la cacería de arco y la recolección de leña. Jank, por su parte, preparaba sus propias lanzas de madera para pescar, y solía atinar a los salmones más grandes. Con el tiempo se adaptaron a su nueva condición como si hubiesen nacido así. Todo era cuestión de práctica.

 

Asintió ante las indicaciones de Badru, extrayendo a Libra de uno de los bolsillos de su cinturón. Respiró hondo y cerró los párpados. La brisa que movía la arena bajo sus pies pronto se volvió indispensable, el puente que construyó para acceder a su yo interior. Su melodía era el río que cruzaban las montañas heladas de su tierra natal. Era la risa de sus hermanas cuando estaban vivas y hacían chistes acerca de los dioses nórdicos. Las chispas de un encantamiento al salir disparado de una varita. La voz de Arya. Las alas del Fénix al volar. El latir de su corazón cuando estaba al borde de la muerte. El arrastre de una piedra de amolar contra el filo de una espada.

 

- Cantar de Eleboro - se le oyó decir, sin premeditación.

 

La vibración musical se dispersó alrededor de su cuerpo. Pudo escuchar, apenas, lo que salió de su varita, pero más satisfacción le dio saber qué significaba tal melodía. No se trataba nada más de curarse, sino de conocer los factores en tu vida que estuvieran realmente conectados con tus cinco sentidos. En menos de un segundo sus pupilas recuperaron su color. Jank parpadeó varias veces para volver a adaptarse a la luz solar, más abrasiva de lo que esperaba.

 

Miró aliviado a Badru, casi extendiendo su agradecimiento. Estaba convencido de que sin su previa explicación, jamás habría descubierto el verdadero significado del hechizo, pues mientras mejor conociera la magia que emplearía de ahora en adelante, estaría mucho más seguro a la hora de manifestarlos durante situaciones de riesgo.

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No está en sus planes esperar por nadie ni hacer que nadie tenga que esperar por los demás. Lo único que alcanza a escuchar, proveniente de Jank, es el conjuro que tiene como objetivo curar su vista. Aunque no escucha más nada, a su mente llega el sonido del viento en el alto del Himalaya. Luego de un segundo recuerda el agua del Niágara reventar luego de caer varios metros. Incluso escucha el susurro que emite la oscuridad, aquella sutil y armoniosa nota que (si es que se sabe escuchar) está presente allí en dónde Oscuridad reina. Pestañea muy lentamente para disfrutar de aquel breve momento, para imaginar como suena lo que lo representa.

 

—Eres hábil Dayne. Sin embargo, encontrar tu propia melodía no es lo más complicado que debes hacer el día de hoy.

 

Hace algo que es poco común en él: desaparece. Es algo inmediato, vuelve a estar de pie en un parpadeo un poco más lejos de la clase; a una distancia segura.

 

—El obsistens es una magia complicada y potencialmente catastrófica. Si pierdes el control el cerco de luz se vuelve pequeño y puede llegar a consumirte. ¿Estás dispuesto a tomar el riesgo?

 

Aunque está lejos sabe que sus palabras se escuchan pues utiliza un hechizo sonorus. Separa la varita de su garganta haciendo que el efecto en su voz desaparezca. Posteriormente mueve el cuello en ambas direcciones, preparándose. Apunta con la varita hacia arriba, justo sobre su cabeza. No hay florituras ni formas con apariencia rúnica pues no se trata de ese tipo de magia. Respira y traza círculos el aire. El primer trazo muestra pequeños destellos. Poco a poco la estela que produce el movimiento aumenta hasta que finalmente se une en ambos extremos formando un círculo perfecto.

 

Generalmente no hace falta todo el proceso lento realizado, es más bien para que los aprendices puedan ver el movimiento, para que entiendan la forma en que se debe mover la varita si se busca materializar aquel hechizo.

 

—Inténtalo.

 

Mueve la varita mágica trazando pequeños espirales. Un portal aparece justo debajo de los pies de Jank por lo que lo absorbe. El portal lo lleva a un coliseo enorme. En el mismo segundo será atacado por muchos hipogrifos. Serán tantos que la única forma de librarse será el invocar un obsistens perfecto que vaporice a las criaturas.

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Había olvidado la última vez que escuchaba a alguien realizar su eficacia. No era de las personas, por suerte, que necesitaba oírlas todo el tiempo después de tomar una decisión importante o cuando las cosas le salían bien. Tampoco daba muchos halagos. En realidad pensaba que resultar "hábil" durante la realización de un trabajo solo demostraba lo conectado que estabas con el proceso, nada más. Quizá su propia dureza lo hacía pensar de esa manera. Aun así, agradeció las palabras del guerrero usando su cabeza para asentir.

 

Lo siguiente fue enfocarse apenas Badru inició la explicación de cómo debía conjurar el último hechizo por aprender del libro. Jank lo imitó como si se tratara de un espejo, y se dio el tiempo para repetirlo varias veces. La escena le recordó nuevamente a sus entrenamientos, esta vez cuando ya formaba parte de la Orden. Había aprendido la danza del agua a partir de recuerdos de antiguos combatientes almacenados dentro de bibliotecas prohibidas. Pasó al menos un año frecuentando los ríos del país tratando de vincularse con las corrientes y usar la espada como los expertos. El costo fue tiempo y esfuerzo, pero el logro le dio fuerza. Una vez más, la práctica lo salvaría.

 

La sensación de abducción resultó incómoda. Muy parecida a la que el estómago era víctima cuando se usaba la aparición, pero más rápida. Se tomó unos segundos para observar la majestuosidad del coliseo al que Badru lo había enviado. Incluso quiso escuchar a los gladiadores, cuyas almas posiblemente seguirían ancladas al lugar durante toda la eternidad. Por suerte, la llegada de los hipogrifos no le permitió a su mente ahondar demasiado en el tema.

 

Al principio tuvo intenciones de hacerlo de prisa, pero el vuelo de las criaturas era impreciso, cambiante. Estaba acostumbrado a lidiar con un par, hasta montarlos para volar se le daba de maravilla. Seis ya eran suficientes para cambiar el panorama. Corrió hasta una de las barricadas y saltó para cubrirse de las primeras patadas apenas. Uno de ellos aterrizó para derribar la protección de madera usando su cola. Jank leyó sus intenciones y se alejó a rastras por el lado contrario, sin hacer casi ruido, no sin antes acumular los palos y cuerdas hasta enrendarlos, lo que hizo que al momento de dar el golpe con su ala, ésta se quedó atorada. El chillido fue insoportable, pero al menos sirvió para llamar la atención a los demás y que descendieran para socorrerlo.

 

No tardaron demasiado en romper las ataduras. Para ese instante, Jank ya se encontraba de pie, realizando los movimientos recién aprendidos. La banda se dirigió hasta él, trotando, uno tras otro y casi al unísono. El sonido de las patas aproximándose lo incentivó para completarlo pronto; no se permitiría flaquear a esas alturas.

 

- Obsistens - pensó.

 

En menos de un parpadeo se creó un cerro de materia luminosa espectacular, de tonalidades amarillas. El encanto absorbió a las criaturas como si de un suspiro se tratara, sin siquiera darle tiempo para despedirse. Jank observó su varita, atónito. Ese tipo de magia resolvería la mayoría de los problemas más frecuentes durante una batalla real. Eso sería tanto beneficioso como perjudicial. Se podía imaginar cuántos Corpus Patronus serían disueltos en cuanto el libro llegara a las manos menos pacíficas. Si es que ya no había pasado.

 

Al final, se tiró en el suelo, satisfecho. El suspiro de alivio que soltó lo confirmó. Solo restaba que Badru diera el visto bueno.

Editado por Jank Dayne

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El guerrero respondió con certeza, no le importaban muchos los motivos que tuviesen su alumnos para aprender el libro, se preocupaba más porque se compartiesen los conocimientos adquiridos en esa clase, en ese instante. Curioso, ya que la mayoría de Arcanos o Uzzas no querían compartir ese tipo de información con nadie más y estaban allí dando clases de manera obligada, forzados por acuerdos tontos del pasado y aún así él parecía ser diferente, esperaba que su conocimiento fuese compartido.

No entiende por completo las siguientes palabras, personas que ven el mundo en blanco y negro sin encontrar la manera adecuada de aprender, de descubrir cosas. La curiosidad sin duda podía ser poderosa para las personas que deseaban aprender algo en particular junto con la práctica, ambas cosas podían convertirse en un impulso increíble para algunos seres humanos capaces de dominar cualquier habilidad o conocimiento que se propusiesen.

Sus voces empiezan a gritar sin reprimirse, asustadas, tratando de alejar tal vez al guerrero al leerle la mente. No estaba seguro como o por qué, pero sus voces parecían alterarse siempre cuando alguien se involucraba en su mente, además de las razones siempre mencionadas.

- ¿Cómo debería usarlo a mi favor? - Preguntó curioso sobre la frase - No es fácil.

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El coliseo es, por su puesto, el escenario en dónde Jank tiene que demostrar no solamente el control que tiene sobre el hechizo Obsistens. Es el escenario en dónde, en unos minutos, tiene que aparecer uno de sus compañeros. Khufu es quien tiene la misión de sacar todo el potencial del aprendiz. Luchará sin miramientos, sin cometer errores y sin dejar al aire ningún detalle. En ese punto del aprendizaje sabe que puede dejar de observar. No es necesario estar pendiente más de Jank, ahora es problema de Khufu.

 

Centra toda su atención en los otros dos estudiantes, en esos que aún tienen un camino por recorrer. Le interesa en especial Zepharias, por los problemas que presenta. Quizá, antes, dice palabras que no son del todo precisas. No se arrepiente, pero si tuviese la oportunidad de volver hacia atrás no las diría. No quiere hablar mucho del tema, pero ahora debe hacerlo. Está dispuesto a decir unas cuantas cosas, pocas. Y luego zanjar el tema, desviarlo hacia un lugar más interesante.

 

—Intentas luchar contra las voces que escuchas ¿Verdad? Deja de hacerlo, pero no les des el control. Intenta que lo que dicen tenga sentido. Los muggles no tienen forma de arreglar ese problema, quizá los magos si. Intenta comunicarte con las voces, que dejen de odiarte. No puedo darte más información, no la conozco.

 

Miente, por su puesto. No está dispuesto a entrar en detalles, lo hizo poco antes de llegar a Inglaterra y las cosas no salieron tan bien. Aún recuerda la mirada de la bruja que le ayudó, pensar en esos ojos perdidos aún le da escalofríos. Aunque finalmente el objetivo se cumplió, sigue creyendo que el precio es demasiado alto. Quizá si el mismo mago intentara curarse...

 

—Intenta crear un portal. Recuerda esto: la oscuridad es el camino más corto para la luz. Quizá, solo quizá, eso sea una respuesta adecuada para tus dos problemas.

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El tiempo pasaba rápido. Parecía. Las nubes sobre ellos parecían moverse más rápido de lo normal y lo notaba, como si estuviese relajándose y él hubiese disminuido la velocidad de su respiración, la velocidad con la cual sentía las cosas y todo a su alrededor se vio afectado, acelerándose. No era la primera vez que le pasaba, pero esta vez era sin quererlo, tal vez le estaba prestando mucha atención a las palabras mencionadas por el guerrero, también intentaba que las voces escuchadas por él tuvieran sentido, dejaba de luchar, pero para él sus comentarios seguían siendo igual de est****os, inútiles, despectivos. No era algo con lo que luchase siempre, quizás aprendió a ignorarlas en sus mejores días en otros... simplemente se dejaba llevar.

El intento de crear un portal fue complicado.

Su concentración se encontraba en su momento perfecto, con algunas distracciones de sus voces que lo sacaban por segundos de su estado y tal vez fue por eso que intentó varias veces. Según la descripción del hechizo se necesitaba una buena concentración. La relajación de su cuerpo, la disminución de su respiración, de sus latidos, todo eso parecía ser suficiente pero necesitaba algo más. Su problema llegaba al intentar conectar el punto de partida el cual era donde se encontraba con el punto de destino, el guerrero no le había dado un lugar preciso; pensó en lugares lejanos como algún bar en Londres, pero siempre terminaba en chispas en el aire sin nada concreto.

Trató de colocar el portal en otro lugar pero donde pudiese verlo. Donde pudiese ver ambos portales, tanto el inicio como el final al cruzarlo. Fue por ello que su destino se encontraba a cincuenta metros a su derecha de donde estaba de pie, agitando su varita mientras pronunciaba en sus pensamientos confusos un Haz de la Noche. La cercanía y la capacidad de ver a donde estaba dirigiendo el final del portal podían ser de ayuda para crearlo. Y así fue... más o menos.

Su primer portal se creó frente a él y la cola del mismo se creó en el punto esperado pero era más diminuto que la punta, tenía el tamaño de una quaffle, tal vez un poco más grande. Sin embargo, no era un portal que un ser humano debiese cruzar debido al riesgo de perder la mitad del cuerpo. El segundo era básicamente perfecto, pero no duró ni dos segundos conjurado, una de las voces emitió un grito y otra un "Inútil" que sin poder evitarlo lo sacó de concentración y por alguna razón lo altero. Tal vez tenía razón.

El tercero fue el definitivo. Con una floritura innecesaria de su varita conjuró un portal y tanto el punto de inicio como el final era del mismo y adecuado tamaño, creándose en el punto donde siempre quiso a cincuenta metros a su derecha de donde se encontraba. La mencionada oscuridad por el guerrero estaba dentro de él y, quizás, empezaba a acostumbrarse a ella siendo capaz de usarla para crear ese tipo de portales, realmente no era algo que pudiese asegurar al cien por ciento, pero algo dentro él parecía cambiar cada que se topaba con Uzzas o Arcanos.

- Eso debe servir - Dijo mientras bajaba la varita y el portal seguía allí, esperando por cualquiera que quisiese atravesarlo.

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