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Libro de los Druidas


Badru
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¿Qué demonios estoy haciendo?

 

Ese día, el sol no está a la mitad del cielo para iluminar. Oh, no. Está allí para quemar. Madeleine lo siente tostarle la piel del rostro, de los hombros y de los brazos. Incluso a través de la ropa, le quema, maldición. Y mientras más está a su merced, mientras más lo siente y mientras más lo sufre, dudar es más sencillo y satisfactorio. ¿Por qué demonios estoy aquí? ¿Por qué sigo caminando? Sin embargo, si sigue avanzando, es porque en el fondo lo sabe muy bien... el sol la quema, la sofoca, pero no está allí sólo por eso. Está allí para doblegarla. Y, maldición, tiene sentido. Los que acuden a la Universidad en búsqueda de conocimiento, son los magos y brujas de Inglaterra, con un clima templado la mayor parte del año. Seguramente los Uzza estén acostumbrados al desierto, pero para ellos es el maldito infierno en la Tierra. Es un "filtro".

 

Y, maldita sea, nadie me va a filtrar.

 

Sólo ha caminado un cuarto de hora, buscando ese fulano "Árbol de Fuego", pero para ella se siente como una maldita eternidad. Dentro de sus botas de combate, que se arrastran sobre la arena, los pies le queman y le suplican que se tome un descanso. La piel que no es cubierta por su vestido gris de algodón (que es bastante, a decir verdad) también se une al llanto, pero Madeleine no puede hacer nada más que ignorar las súplicas, y seguir avanzando. Como si de verdad le importara el maldito árbol que tiene que encontrar, lo busca en el árido desierto por el que vaga; si le hubieran indicado las coordenadas, ya se habría Aparecido en el lugar, y seguramente estaría teniendo una plática con el que sería su entrenador, un verdadero Uzza.

 

"Hola, profesor. Soy Madeleine. Me arde la piel, creo que tengo ampollas en los pies y apesto a mono bebé. ¿Puede, por favorcito, ayudarme a aprender los hechizos de este libro?".

 

Consciente de que seguramente parece una lunática, perturbada por la rápida deshidratación y un clima al que no está acostumbrada, suelta una carcajada seca que más bien parece un graznido. Por primera vez, se da cuenta de la terrible sed que tiene. Y concentrarse en eso, en lugar de en el resto de su cuerpo, es bastante preferible. Se recuesta contra un tronco, que no es mucho más grueso que su cuerpo, y hace que su varita de ébano aparezca en la diestra. A pesar de que el movimiento de muñeca es ejemplar y pronuncia el conjuro con un tono solemne, inusual en ella, el chorrito de agua que sale del extremo de Fae es bastante... bueno, penoso. Toma el trago de agua con terrible gratitud, sin molestarse en secarse los labios, pues el líquido le refresca el rostro.

 

Sólo entonces, se da cuenta de las extrañas flores que hay sobre ella. Es un árbol muy extraño.

 

¿Será...?

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No podía retrasar más su decisión y si bien, le había dicho a Badru que no le importaba entregar un recuerdo que emanara felicidad real, no podía encontrar alguno que realmente lo considerara como tal. Por lo que permaneció mucho más tiempo del que se había imaginado, evocando en su mente las imágenes necesarias para poder elegir el adecuado, y en el instante en que lo encontró, esbozó una media sonrisa y fijó su mente en el Uzza.

 

—Tengo el recuerdo que deseo otorgarte. —con un rápido movimiento de su muñeca, colocó su varita mágica sobre su sien derecha y permitió que un halo de color blanco comenzara a enroscarse a su alrededor.

 

Una vez que el recuerdo estuvo fuera de su cuerpo, sintió como un pequeño cubo de hielo se instalaba en el fondo de su estómago, pero ningún otro malestar. Negando lentamente, logró que un contenedor de recuerdos apareciera delante de ella, y comenzó a colocar en él, el recuerdo que en esos momentos ya era posesión de que se decía era su formador.

 

Esperaba que se llevara una gran sorpresa, porque para ella había sido sorpresivo lo que había elegido. Pero sabía que a la larga era la mejor elección, porque el recordar cómo le había propuesto matrimonio su exesposo realmente no era importante, al menos no después de su divorcio, sin embargo, si era un recuerdo al que alguna que otra vez se había aferrado, porque sentía como un calor invisible la rodeaba.

 

—Estoy lista para continuar con mi formación, ¿puedo atravesar el portal? —preguntó, porque no estaba dispuesta a arriesgarse y hacerlo sin conocer realmente si era lo mejor o lo más prudente.

 

Consideró seguir su impulsividad y continuar con el camino que había comenzado Undefined, pero no era mejor esperar hasta que tuviera el permiso de Badru, por lo que esperó y soltó un pequeño suspiro debido al calor que la rodeaba, no era de su total agrado.

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La alumna parecía pensar bien la respuesta. El Uzza valoraba eso como positivo pues una respuesta impetuosa no era honorable, comportaba riesgos y, en la mayoría de las ocasiones, decisiones desafortunadas. Por ello, no le importó esperarla. El Portal de los Rezagados brilló a su lado y él se permitió contemplar la aparición de una de las mujeres que habían decidido volver a probarlo. Era la que había enterrado viva.

- Veo que consiguió volver con vida, señorita @@Beltis Malfoy. Tardó el doble de lo que esperaba. ¿Tanto le costó librarse de su "problema"? Pensé que, después de haber pasado ya por esta clase con anterioridad, habría mejorado algo.

Era su bienvenida. Si ella esperaba a estas alturas alguna muestra de cordialidad, estaba equivocada. A pesar de todo, le alegraba verla en un nuevo intento de conocer los intrículis de aquel libro del Druida. Entendía mucho de Artes Oscuras y sabía distinguir almas que, como él, se movían por terrenos tal vez cuestionables. Era una figura que inducía a pensar en fragilidad pero el Uzza sabía que había mucho potencial escondido bajo aquella fachada.

- ¿Cree que puede mejorar en los conocimientos que anteriormente conoció del libro del Druida?

Iba a proseguir con una serie de preguntas para ver qué recordaba de su anterior paso a su lado cuando sintió la presencia de otra mujer. Ésta también era una extraña interesante. Tenía que reconocer que, para él, todas las mujeres ajenas a la tribu Nefir en la que se había criado, eran extrañas. Sin embargo, ésta que acababa de llegar al Árbol del Fuego tenía una particular mirada que mostraba más de lo que pretendía; acompañada por las cicatrices de su rostro, Badru supo enseguida que aquella persona tenía un carácter fuerte, una guerrera curtida. Para él, que el Honor era muy importante, las marcas implicaban que era una guerrera como él.

Mejor dicho, como él nunca. Nadie fuera de las Leyes y Costumbres Uzza puede entenderles, a él y al grupo que, como él, enseñaban en la Universidad. Desdeñaba al resto de humanos que pululaban en aquella gran ciudad porque no eran lo suficientemente valientes como alcanzar su grado. Sin embargo, reconocía a varios de los alumnos presentes como Guerreros de aquel pueblo londinense. Lógicamente, nunca alcanzarían su poder, sin duda. Pero sería una clase interesante. ¿Cómo se llevarían ella y la mujer anterior? Parecían diferentes, parecían iguales en muchas cosas. Eran antagónicas, sin dudarlo.

- Ustedes dos. No tengo tiempo que perder - El Uzza nunca había sido comunicativo y era demasiado orgulloso para pedir algo por favor o con buenos modales. - En los confines de esta tierra reseca e inhóspita, una Pesadilla ha escapado de su encarcelamiento. Tengan cuidado. Es un animal especial y le tengo en buena estima.

Badru tenía una especial habilidad para contactar y dominar animales fieros. Había conseguido montar aquella fiera gracias a los conocimientos adquiridos junto a su Maestro, aún entre los suyos. ¿Serían capaces aquellas muchachas de hacer lo mismo? No lo pretendía. Ello llevaría mucho más tiempo del que pretendía concederles pero esperaba que, al menos, consiguieran retenerlo dentro del recinto vallado especialmente diseñado para sus características.

- La Pesadilla es un caballo malvado, de color oscuro como el infierno y los ojos rojos, de crines y cascos encendidos en fuego. Espero que hayan traído todos los frasquitos y amuletos de este y los libros anteriores, porque los van a necesitas. Sus pisadas calcinan y petrifican a la vez la arena, convirtiéndolas en carbones pétreos en forma de herradura. Quiero... - recalcó la orden. - Quiero que cada una de ustedes me traiga una de ellas y que lo guarden de nuevo en su cobertizo. No pueden usar el Fulgura Nox para ir aunque, si es necesario, pueden hacerlo a su regreso, siempre que estén ilesas y traigan lo que les pido. No intenten llegar sin ellas porque les cerraré el portal para que se pierdan en el Olvido y vaguen por un Limbo de Horror.

Como no había más que decir, les dio la espalda a la señorita Beltis y a la nueva, la que no dejaba de decir en pensamientos que era Madeleine y que tenía ampollas en los pies. Si no llevara zapatos... Los pies del Uzza eran ásperos e insensibles al dolor. Por fin, la otra chica, la que le debía un pensamiento, decidió darle la prenda que le había pedido.

Badru observó con detalle el proceso delicado de extracción de la señorita Lestrange y su pensamiento perdido. Por supuesto, no sintió ningún remordimiento cuanto le entregó el hilo de plata y se lo guardó. Sabía lo que contenía; algo que nunca echaría de menos pero que sentíría era un recuerdo robado sin saber precisar cuál. Ese acto de sumisión, por fin, hizo que el Uzza decidiera ceder un poco. Sólo un poco.

- Sólo yo decido cuándo puede cruzar el Portal. - Una leve sonrisa invisible deformaba su cara en aquel momento, aunque no sería vista por nadie porque la llevaba cubierta. - Pero puede hacerlo. Intente encontrar a su compañero y traerlo de vuelta, no se pierda dentro del volcán donde les envío. - ¿Cómo se llamaba, Undefined tal vez? ¡Qué más daba...! Tal vez estuviera muerto. - Tráigame varias flores de Lirio de Fuego para poder reponer todo lo que hemos gastado en esta clase y regrese. ¿Recuerda el uso del Fulgura Nox? Si está herida y regresa sin curarse, morirá al traspasarlo. La Muerte no es más que un paso a otro mundo pero le aconsejo que no se arriesgue. Demasiadas preguntas y demasiado papeleo. No para mí, para los Directores de la Universidad, que son los que, finalmente, darán la cara ante sus familiares si ocurriera un deceso.

Ya era suficiente, de momento. Tenía a todos los alumnos encauzados en sus pruebas y a la espera de la respuesta de la Joven Bodrik. Era casi una cría pero la veía capacitada para iniciar un duelo - A MUERTE - con algún compañero avanzado y demostrar, así, que había adquirido todos los conocimientos que se explicaban en el Libro de los Druidas. Pero necesitaba su respuesta para lanzarla en una vertiginosa carrera entre portales que le llevaran a luchar por su vida. Como si no lo hubiera estado haciendo desde que piso la cálida arena donde había empezado la clase.

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Estaba completamente sorprendida con aquella experiencia. Nunca antes se le impartió algún curso dirigido hacia ella únicamente, pero agradecía la oportunidad de conocer la magia de los druidas de esta manera pues esto le permitió profundizar mucho más en este magia guerrera debido a que en su primer intento le fue más complicado comprender y también porque habían muchas más personas interactuado y de esta forma la joven Paladín pudo aprender paso a paso.

Una vez atravesó el portal se vio de nuevo cara a cara con Budru que la miraba detenidamente y a pesar de mostrarse impasible oculto bajo el pañuelo amarillo, como siempre sus palabras alentaron a la muchacha diciendo lo tosco y poco elegante que resultó su primer Haz de noche, pero esas palabras viniendo de su maestro debía tomarse como un halago y obviamente la joven de cabello negro dibujó una sonrisa que se notaba a un en sus ojos.

-al principio me sentí ansiosa, pero después fui tomando confianza hasta utilizar toda mi energía para crecer una barrera protectora, como si mi aura se pudiera expandir para crear un escudo y pasado el tiempo estipulado quede completamente agotada por unos minutos - respondió tratando de ser lo más clara posible – entiendo que es un hechizo que usa toda la fuera vital del invocador de tal forma que puede absorber cualquier poder o hechizo que utilice energía –

Estaba feliz de haber logrado avanzar a ese punto y pese a que desde el momento en que puso un pie en la desértica plaza su vida estaba en riesgo una y otra vez, pero gracias a las enseñanzas del guerrero Uzza pudo salir victoriosa de cada prueba impuesta por Budru y para ese momento la adolescente estaba mucho más segura de conseguir el aprendizaje completo además de obtener esta ancestral habilidad.

-Estuve leyendo el libro y encontré información acerca del portal y encontré información acerca de potenciar él Ha de noche.- Comenzó - me gusta la idea de viajar por medio de este hechizo y me gustaría profundizar un poco más acerca de mejorar este portal, pero cuando habla de viajar al pasado no se especifica acerca del uso de los conocimientos ¿Es necesario conocer runas antiguas e Historia de magia al mismo tiempo o, es posible que con uno de ellos pueda viajarse al pasado?- esperaba que el hombre quisiese resolver sus dudas acerca de esto. Por lo demás estaba lista para el cantar de Eleboro.

@Badru

Editado por Bodrik
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Incapaz de disimularlo, observa descaradamente al mago. Sólo que no es un mago común. Por supuesto, Madeleine no es la bruja más detallista; sus análisis, en cuanto a las apariencias, son bastante apresurados, basados en prejuicios que ya no podría olvidar. No obstante, cualquier cabeza de chorlito como ella, al ver a un nativo de la Tierra de Uzza, sería capaz de darse cuenta de que son muy diferentes de la población mágica de toda Gran Bretaña. Aquella es la armadura más extraña que ha visto en persona; le recuerda a las que, según las películas hechas por los muggles, usaban los romanos. ¿O eran los griegos? Bueno, le da igual. Aunque se trata evidentemente de un hombre, tiene el cabello largo y trenzado, y su piel, morena de por sí, se nota tostada por un sol tan inclemente (o, quizás, peor) que el que la está torturando ahora. No, no es un mago común... guerrero, mejor dicho.

 

A duras penas puede prestar atención a su discurso; le cuesta respirar, le cuesta mantenerse de pie, le cuesta repetirse que está allí porque es su deber para con la Orden del Fénix... Pero, oh único que quiere hacer es encontrar una piscina, quitarse la ropa y remojarse hasta quedar como una uva pasa. Y, claro, dejar de escuchar tantas palabras. Tantas órdenes. ¿Qué tan difícil es pedirle que haga una demostración express, usando esa magia tan popular últimamente, y firmarle algún papelito donde se certifique que es perfectamente capaz de usar libremente el Libro de los Druidas? ¡Es más! ¿Por qué no se larga, y usa esos hechizos y amuletos, sin más? Ya es una criminal, de todas formas.

 

Ya. Basta. Mira, eso de la Pesadilla suena interesante...

 

Segura de que por estar tan desconcentrada no alcanzó a escuchar el nombre del sujeto (y, además, por no hacer indagaciones acerca del "profesor" del "curso"), decide bautizarlo como El Guerrero; entonces, decide que tiene que dejar de pensar en tantas tonterías y actuar.

 

De inmediato, se dice que la tarea no puede ser muy complicada. Es un condenado caballo, y le está pidiendo a dos aprendices recién llegadas (por lo menos, hasta donde ella sabe) que se hagan cargo de él. Está segura de que es una situación similar a las que ha experimentado, en el entrenamiento para el manejo de libros anteriores; se debe tratar de una búsqueda ridícula y sinsentido, de una tarea cuyo único propósito es obligarlos a usar esos nuevos hechizos. Pan comido.

 

—Sí, sí, claro... vamos a llevar a su mascota a su casita.

 

Con apenas una mirada a la que aparentemente sería su compañera, llega rápidamente a otra conclusión, basada en prejuicios... acertados o no. No le agrada esa mujer. La apariencia albina le hace pensar en los Malfoy, y cuando piensa en esa estirpe viene a sus pensamientos la imagen de la Marca Tenebrosa, suspendida en un cielo sin Luna ni estrellas. A pesar de que hace calor, siente que el vello de sus brazos se eriza. Por otro lado, el porte elegante, el que se toma la libertad de asociar a los londinenses, simplemente no le inspira agrado ni confianza. Sin saber muy bien por qué, se imagina al Guerrero como un profesor de primer o segundo año de Hogwarts, diciéndole algo como "joven Moody, ¿a usted no le enseñaron buenas costumbres? ¿No le dijeron que es malo juzgar a un libro por su portada? ¿No le dijeron que es malo tratar a los demás, como no le gusta que la traten a usted?". También se imagina a Catherine riéndose con sonoras carcajadas. El pensamiento sólo la hace reír débilmente; no medita mucho al respecto.

 

Ésta vez con más ganas, agita la varita mágica y deja que el aguamenti, un poco más potente, le empape el rostro enrojecido y pegajoso por el sudor. Una débil brisa la refresca, y le hace más fácil el respirar y mentalizarse en que ahora tiene una misión que cumplir. Quizás, si el sol no la hubiese doblegado tanto, estaría quejándose acerca de lo tonto del asunto, o algo por el estilo. Sí, el Guerrero tiene suerte; Madeleine puede ser terriblemente insufrible, y todavía más si tiene (o cree tener) motivos para ello.

 

—Bueno, andando, antes de que esa Pesadilla se aleje más —masculla por lo bajo, más que todo para ella misma, mientras se coloca en un dedo el Anillo Detector de Enemigos. Si no estuviera tan cansada y no supiera lo pesada que es Melle, ya se habría armado con la confiable espada de meteorito; aunque, de todas formas, se dice que debe mantenerse alerta, para sacarla de su mochila (con un encantamiento de extensión indetectable) si llega a ser necesario.

 

Por supuesto, no pasa mucho tiempo hasta que percibe la sensación de alerta provocada por el amuleto Uzza.

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La sola idea de tener que cargar con el cadáver de algún compañero le fastidió un poco, aunque por otra parte podía estar tranquila de saber que al menos alguien habría fracaso en su intento por cursar el libro. Considerándolo durante un segundo, negó con lentitud y se encaminó hacía el portal abierto que mantenía Badru para ella, antes de irse sacó su colgante pequeño frasco con polen de lirios de fuego y los sopló sobre su vestimenta.logrando que esta se volviera resistente al fuego, algo que le ayudaría si pretendía ingresar al cráter, de esa manera no se quemaría.

 

--Lo traeré si lo encuentro, aunque no estoy segura que haya sobrevivido si ha bajado sin protección.... --soltó con una sonrisa irónica, en el momento justo en que inhalaba una pequeña cantidad del polen de lirios de fuego, que le quedaba.

 

Estaba lista para irse. Por lo que traspasó el portal, eliminando de sus labios la sonrisa, sosteniendo fuertemente su varita mágica.

 

Jamás se podría haber imaginado como era el interior de un volcán. Por lo que encontrarse con el calor incluso más abrazador que el del desierto, la descontroló un poco, pero no lo suficiente como para recordar porque se encontraba allí, mirando las rocas que se tornaban de color rojo incandescente caminó lentamente, al rededor de un pequeño y sinuoso camino que se extendía por delante, en el que si daba un solo paso en falso caería en la ardiente lava de color naranja y rojizo que se extendía casi bajo sus pies.

 

No, esa no sería una buena muerte y a pesar de que su cuerpo se encontraba cubierto por la ropa antifuego y que sus órganos estaban sanos, gracias a la protección que se había procurado antes de entrar, podía sentir el calor subir lentamente por su cuerpo, generando un poco de deshidratación. Pero, no podía darse por vencida, por lo que continuó caminando con su porte altivo, buscando por entre las bifurcaciones algún rastro de Undefined, pero no los había, lo que la llevó a preguntarse, ¿había muerto calcinado? Posiblemente, así que solamente se encogió de hombros.

 

Haciendo aparecer una canasta con su varita mágica, se acuclillo delante de una especie de pozo que contenía algunas pequeñas filigranas de pétalos, ¿pero lo eran? tendría que descubrirlo en ese momento, por lo que dudando de si era la mejor idea, sacó uno de ellos con un movimiento de su varita mágica, logrando de esa manera que un pétalo saliera levitando lentamente de su escondite.

 

-- ¿Será o no será? --se preguntó en voz alta, y para comprobarlo, esperó un poco a que se enfriara y cuando consideró que era soportable el calor, lo tocó y sintió su suavidad, de la misma manera en como sus dedos se quemaban.

 

No, no podía haberse dañado por una tontería, por lo que casi sin considerarlo realmente pensó en un curación, logrando de ese modo que su quemadura se curara y su piel quedará solamente un poco roja en la yema de los dedo. Mirando los demás pétalos, tomó su varita mágica y con su diestra comenzó a trasportarlos uno a uno a a canasta, que tenía un pequeño fondo de cristal, el cual no se rompería con su calor. Buscando algunos más, siguió adentrándose hasta un sitio del volcán que era casi completamente oscuro, pero que poseía más pozos con lava.

 

Sin querer caminar más, se quedó de pie y levantó su arma, haría un poco de trampa.

 

--Accio lirios de fuego --sintiéndose un poco culpable, observó como uno a uno los lirios iban saliendo de sus escondites y se cercaban volando hasta su posición, con una sonrisa en los labios, los dejó levitando un par de minutos, hasta que la lava cayó por completo de ellos y después los colocó en la canasta.

 

Tenía los suficientes, por lo que el momento de regresar había llegado, levantando nuevamente la varita mágica, y pasando su vista por el lugar y al no encontrar rastro del Warlock, respiró profundamente, notando que el efecto del polen sobre su cuerpo y ropa comenzaba a irse lentamente, era momento de salir, o de lo contrario se dañaría.

Editado por Mia Black Lestrange
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A Badru le sorprendió la sonrisa de aquella jovenzuela. Para él, guerrero Uzza, la sonrisa era poco más que una mueca sin sentido con la que mostrar los dientes. él no sonrería; los Uzza no sonreían. Había visto muchas de ellas en muchos lugares ajenos a su tribu, durante el tiempo que vivió fuera de ella. Aún así, no se acostumbraba a ese rictus que desdibujaba los rostros. Siempre le había costado interpretar lo que querían decir con ese gesto. Ahora, escuchando su propia sensación al crear un Haz de la Noche, intuyó que significaba que estaba satisfecha de sí misma.

 

- Así es como has de sentirte. - Su voz sonó algo brusca. Su contestación fue lacónica. Después se dio cuenta que eso no iba a ayudar mucho a su alumna. Por ello, siguió hablando: - La concentración es física y mental. Por ello, mientras no te habitues a ello, sentirás un cansancio agotador. De todas maneras, para los débiles, un poco de agua y cinco minutos sentados será más que suficiente para reponer las fuerzas.

 

Para él siempre había sido muy fácil invocar un portal; era una habilidad que tenía desde muy joven. Hacerlo bien supuso más esfuerzo y dedicación. Por ello, le resultaba curioso que muchos de sus alumnos describieran esa sensación de debilidad tras su ejecución. A él, nunca le había pasado. El Uzza escuchó la pregunta de la jovencita y frunció un poco el ceño.

 

- Es muy difícil conseguir un Haz de la Noche perfecto; mientras siga teniendo secuelas, le aconsejo no intente viajar a otro espacio temporal que el suyo propio. Sin embargo, para cuando domine a la perfección la forma de trasladarse mediante los portales, le contesto ahora: Visitar el pasado es costoso, mucho. Ha de ter un completo dominio de ambos conocimientos, tanto de las Runas Antiguas como de Historia de la Magia. Puede sentir la tentación de cambiar el pasado, una idea a la vez muy atrayente pero de horribles consecuencias. En esa asignatura le enseñarán el valor de preservar el pasado, agradable o no, para tener un futuro en el que sobrevivir. Las Runas, además, le dejarán regresar de nuevo. Así que, esta es mi respuesta: Para abrir portales al pasado se necesitan tener los dos conocimientos o nunca conseguirá llegar. O nunca conseguirá volver. O no conseguirá nada y se perderá en una oscuridad absurda que la agotará y desnutrirá hasta que no quede nada de sí misma.

 

Esa visión de la Muerte le gustaba. Era un guerrero arriesgado y no le importaba jugar al límite con los hechizos en su propia persona, algo que le habían prohibido los Directores para con los alumnos. A él no le importaría demasiado que alguno de ellos sufriera algún percance. Es por ello que el comentario de aquella muchacha, a quien había enviado en busca de "Pesadilla", le hizo ponerse rojo de ira. Era un sentimiento que no le gustaba porque solía ser insensible, sin piedad con nadie, cuando se sentía así. Parecía tomarse a broma el hecho de tener un caballo maldito. Si era ella la que fallecía por su falta de precaución, no sería él quien llorara ante los altos mandatarios de aquel centro de enseñanza.

 

Esa ira fue la que le hizo reaccionar de una manera algo drástica contra la jovencita. Su vara oscura se materializó en su mano y, sin darle tiempo a reaccionar, la deslumbró con un haz de luz que dejaría ciego a todo el que estuviera presente. A él mismo si no se hubiera cubierto por completo.

 

- Tenga cuidado, señorita Lockhart. Ahora no verá durante un tiempo pero no está exenta de peligro. A sus pies, he invocado a cinco escorpiones negros asesinos. Intente escucharlos. Seguro que podría con ellos de mil maneras. Yo, al menos, podría. Pero quiero que practique con el Cantar de Eleboro para recuperar sus propios sentidos y los vea, sin sus ojos, para defenderse.

 

Badru levantó los ojos del suelo para dirigirlos hacia la mujer que se alejaba. En la arena, unos circulitos se iban formando hasta que afloraron aquellos animales venenosos, dispuestos a acercarse a los pies de Bodrik. ¿Sería capaz de agudizar sus sentidos o tendría que usar un maldito antídoto para salvarle la vida? No era una persona amable ni tomaba cariño a nadie; tal vez la excepción estaba en su mujer y su hijo pequeño, nadie más. Sin embargo, aquella jovencita le había demostrado una calidad de absorción de los conocimientos que él le mostraba, que le hacía sentirse satisfecho de haber optado, en su momento, por asistir a la llamada de los directores de la Universidad y dedicarse a la enseñanza.

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No deseaba tener algún tipo de daño permanente, por lo que con una sonrisa en los labios corrió hasta el portal y la sorpresa que se había llevado era mayúscula. Había desaparecido el portal, tendría que convocar uno, sí era la mejor solución, al menos si deseaba salir de ese sitio sin tener ningún tipo de daño, aunque antes tendría que hacer algún tipo de protección adicional, porque podía sentir el poder del polen de los lirios de fuego comenzar a esfumarse.

 

Intentando recordar uno a uno los hechizos que contenía ese libro, a su mente acudió el recuerdo de uno de ellos. Sí, podía usar uno en concreto que estaba segura que le serviría. Concentrando su atención en recordar justamente lo que tenía que hacer, levantó su varita mágica con la diestra, mientras aún con la izquierda sostenía la canasta con los lirios de fuego, los cuales ahora solo resplandecían un poco.

 

Ignea —conjuró, logrando que una lluvia de polen de lirios cayera sobre todo su cuerpo y ropas, la cual la cubrió por completo. Protegiéndola de cualquier tipo de fuego que intentará quemarla.

 

Estaba a salvo, al menos de momento, por lo que considerando seriamente la idea de simplemente desaparecer, negó lentamente, tenía que crear el portal era la solución más rápida. Pero, sabía que tenía que concentrarse para conseguirlo, porque no era algo sencillo de lograr, sin embargo, confiaba en sus poderes mágicos, los cuales a pesar de haberse visto mermados años a trás, aún eran lo suficientemente fuertes para considerarse dignos de una matriarca Black Lestrange.

 

Cerrando los ojos durante un segundo, levantó su varita mágica e intentó concentrar todo su poder en el centro de su varita mágica, sintiendo como su magia corría por su cuerpo como si se tratara de un pequeño calor verde emergiendo de ella, sintiendo como una pequeña gota de sudor bajaba de su frente, inhaló profundamente, antes de hacer un par de florituras con su varita mágica.

 

Fulgura Nox —abrió los ojos en cuanto de sus labios salieron las palabras.

 

Esperando un par de segundos, deseo que el portal comenzara a aparecer delante de sus ojos, pero no fue así. Sí, tenía poder pero parecía que no estaba lo suficientemente concentrada.

 

Haz de la noche —en esa ocasión utilizó el segundo nombre por el cual era conocido el portal, confiando seriamente en sus palabras, sintió como la magia comenzaba a correr por su cuerpo, logrando que esta viajará hasta su arma y de ella saliera un pequeño humo color negro, el cual se extendió en cuestión de segundos.

 

Sí, el portal se estaba abriendo delante de ella, era momento de traspasarlo y fue justamente lo que hizo, porque no quedaba mucho tiempo bajo el efecto del ignea. Cerrando los ojos unos segundos, esbozó una media sonrisa, lo había conseguido y tenía la canasta con fondo de cristal con los lirios, de la misma manera en que estaba ilesa. Había traspasado el portal en el momento preciso, y ahora se encontraba en la plaza del árbol de fueg, mirando al Uzza, le tendió la canasta y sonrió son un poco de autosuficiencia

 

--Aquí tiene lo que pidió. --sin darse cuenta, su tono había sido un poco más brusco de lo esperado-- No encontré a Undefined, así que quizás lo buscarán más tarde, eso solo les concierne a ustedes. --habló en plural creciéndose a los directivos y a él.

 

Intentando mantener el porte, esperaba estar ocultando satisfactoriamente su cansancio mental, el poder que había usado para invocar el portal, la había cansado, eso sin contar que la temperatura del lugar comenzaba a pasarle factura nuevamente a su poco acostumbrado cuerpo al calor, pensando en lo genial que sería estar en un sitio un poco más frío, no se dio cuenta que cambiaba el color de su piel blanca, por uno más bronceado, adecuado para soportar un poco mejor el clima. De algo le estaba sirviendo ser metamorfomaga.

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Pese a la postura tan rígida de @Budru la joven aprendiz no podía dejar de sonreír satisfecha por haber logrado el Haz de noche que aunque el guerrero no le daría la máxima nota, la felicitó por permanecer viva al atravesar el portal el Uzza se le quedo mirando inexpresivo como si pensara una y otra vez en la actitud de la joven Fenixiana hasta que ella dejó de sonreír en cuento el guerrero comenzó a hablar.

Al escucharle acerca del agotamiento físico y mental, comprobó la razón de su estado actual y obviamente estaba agradecida de haber tenido la oportunidad de tomar este curso sola pues de esta manera la enseñanza del guerrero había sido personalizada permitiendo a la pelinegra afianzar el conocimiento de los druidas.

-Seguiré practicando hasta conseguir un portal perfecto- le aseguró a su maestro, de todas formas no podría realizar el portal al pasado hasta que pudiese cursar el curso sobre historia de la magia – Por ahora no podre viajar al pasado, pero cuando lo haga tendré cuidado de no alterar el futuro- le prometió volviendo a sonreír.

Toda esa información obtenida acerca de los conocimientos y de la razón de tales conocimientos habían despertado en ella gran interés y por ese motivo estaba dispuesta a obtener el conocimiento de historia de la magia y de ese modo conseguir un vistazo de su propio pasado, claro está que siguiendo las instrucciones de Budru de no alteración del pasado. Tal viaje sonaba a una aventura y como buena Lockhart nunca se negaría a dichas cuestiones.

Estaba deseando continuar con su aprendizaje y sabía que el próximo paso sería el de la prueba, pero estaba súper motivada para continuar con dicho proceso pues sería la parte práctica de su entrenamiento Druida.

Repentinamente con un movimiento de su báculo, el guerrero le dejo ciega tras una ráfaga de luz y sus instrucciones fueron claras pues era preciso que usara el Cantar de Eleboro y al mismo tiempo escuchase a los animalitos para defenderse de ellos sin llegar a verlos – lo hare- susurró aunque un poco nerviosa de poder cumplir con su nuevo reto.

Así las cosas, pensó en el Cantar de Eleboro y de du varita surgió una vibración como si se tratara de música, pero música que imitaba el batir de las alas de las libélulas (los insectos favoritos de la jovencita). Esta magia musical tuvo su efecto de inmediato protegiéndole de sus sentidos comenzando con el tacto y el oído sabía que poco faltaba para recuperarse completamente.

Estiro la mano para activar el anillo de escucha y afianzar aún más ese sentido y de inmediato pensó en Orbis Bestiarum logrando que un anillo envolviera a por lo menos 4 de los peligrosos escorpiones que se acercaban a ella cada vez más amenazantes pese que ella continuaba moviéndose hacia atrás . Ahora controlaba a los animales sin querer usar hechizos que no pertenecieran a los Uzza pues quería demostrar su afinidad a ese pueblo.

Gracias a su conocimiento sobre cuidado de criaturas mágicas consiguió hacer efectivo el control contra las bestias que pese a no verlas podía escuchar a la perfección sus pasos y movimiento de mandíbulas y ahora se estaban alejando tal como ella se los había ordenado , pero aun sentía uno acercarse de forma amenazadora como si su clara intención fuese enterrar ese aguijón en la piel de la pelinegra que aún no conseguía recuperar la vista y pese a no querer recurrir a ello recordó lo sucedido con el dragón.

Prefirió invocar el Obsistens en lugar de tener que usar un anillo anti veneno pues tal vez eso decepcionaría a su maestro y de ese modo nuevamente frente a ella apareció un cercó de materia luminosa de color violeta claro (más bien Lila), protegiéndole de cualquier ataque durante una acción y evitando así que el animal pudiese herirla y absorbiéndole como si nunca hubiese aparecido. Sus sentidos estaban afianzados y su vista le estaba siendo devuelta.

-¿Estuvo bien maestro?- deseaba saber

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Badru era orgulloso pero sabía reconocer cuando alguno de sus pupilos hacía cosas sorprendentes. Tal vez no se lo diría a la señorita Mia Black Lestrange. Su rostro estaba escondida tras una tela amarilla que le impediría ver un leve rictus de sorpresa que sus ojos no reflejarían jamás. Le impresionaba su regreso, así como no lo hacía que no hubiera encontrado al otro joven. Seguramente, Indefined estaría convertido en ceniza. El final del muchacho no era de su incumbencia. Sólo debía pensar en cómo notificárselo a los Directores. Ya lo haría cuando todo acabara. O cuando le reclamaran su presencia.

 

-- Pensé que el fuego podría con usted, señorita Black Lestrange. Supongo que domina el Ignea o no estaría aquí, con nosotros. Si no le importa, retroceda un paso o será atacada por ese animal venenoso.

 

Por supuesto, se refería al escorpión que había hecho aparecer a los pies de la otra alumna. No cogió el cesto que la muchacha le ofrecía. Su mirada recorrió el contenido. Después, asintió.

 

-- Sorprendente. Lo ha conseguido.

 

Se cruzó los brazos por detrás y le dio la espalda para buscar a la chiquilla que debía luchar contra los escorpiones. A las otras dos que las había mandado a cuidar de Pesadilla también las vigilaba pero estaban demasiado lejos para decirles nada. Aún ni se habían acercado al animal. Ahora su atención estaba aquí, a sus pies.

 

-- ¿Siente eso? Su compañera está usando de forma magistral el Cantar de Eleboro. ¿Quiere practicarlo usted, antes de que le envíe al campo de batalla? -- Badru pensaba que la mujer que había sido capaz de volver por segunda vez ante el Árbol de Fuego, estaba preparada para intentarlo. No para ganar. Sólo para sobrevivir. Le daría la oportunidad de probarlo.

 

Avanzó un paso corto, aún con los brazos a la espalda, justo poniendo el pie donde el último de los venenosos arácnidos que había invocado. Había sido absorbido por la magia que había hecho servir la jovenzuela. Le puso la mano en el hombro. Esperaba que valorara ese gesto. Los Uzza rehuyen el contacto con los humanos ajenos a su propia tribu. ¿Esperaría una alabanza, una palmadita de ánimo? Nunca. Los Uzza no usaban palabras vanas.

 

-- Creo que será una rival perfecta para la Señorita Mia Black Lestrange, si es que ambas están dispuestas a pasar por la segunda fase.

 

Era una pregunta a la que esperaba una respuesta positiva si querían que no las fulminara con los ojos por su cobardía. En cuanto asintieran, las movería hacia un lugar digno para morir, para batallar, para practicar el Libro.

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