Libro de los Druidas

[Rory Despard]

Cuando ya casi no lo esperábamos, Badru volvió a prestarnos atención. Los ataques habían cesado, al menos por el momento, por lo cual tuve la confianza para acercármele. Si algo caracterizaba a los uzzas es que eran de decir más con sus actos que con sus palabras, así que observar de cerca lo que haría a continuación resultaba lo más conveniente.

Asentí a aquello que decía de la variedad, sorprendida de encontrar un punto de acuerdo con aquel mago. Momentos después, con un movimiento su varita no solo creció de tamaño, sino que adquirió una apariencia bastante peculiar con plumas incluídas y tras golpearla contra el suelo como si de un bastón se tratase, brotaron chispas que terminaron por convertirse en esferas de tres colores diferentes.

La curiosidad que había despertado el saber para que podían ser se esfumó cuando Badru finalmente dijo finalmente lo que representaba cada una y para qué estaban allí. No podía negar que aquel razonamiento de cobrar un precio era sabio, cruel, doloroso pero que sin lugar a dudas les garantizaba a los uzzas que los demás notáramos que sus poderes no eran una chiquillada ni algo para no tomar en serio.

Melrose fue la primera entre los tres en tomar una decisión, tocando la esfera azul, del futuro. Pero yo seguía pensando ¿qué debía pagar? No había algo muy concreto en mi futuro, pero me convencí de que hipotecarlo por poder podía ser una decisión de la que me arrepentiría después. Y ya había tenido suficiente de arrepentimientos antes para arriesgarme a uno más ahora, encima por algo incierto. Por otro lado, odiaba deberle favores a las personas así que aquella opción estaba más que descartada.

Me quedaba solo el pasado entonces. Ahhh, pero el pasado, el pasado era para mí tan valioso, por cuanto eran mis memorias lo que le daba sentido a la persona que era hoy en día. Los buenos y malos recuerdos, todos y cada uno de ellos habían ayudado a formarme y llevarme al punto en que estaba ahora. Y el recuerdo que Badru estaba pidiendo no era uno cualquiera, sino uno capaz de conjurar el más poderoso patronus.

¿Qué tan diferente me haría olvidar algo así de importante? No estaba del todo segura de mi decisión pero la voz del Uzza instando una vez más a que decida ya, me orilló a tomar finalmente una decisión.

— Lo he decidido ya- dije entonces en dirección a Badru mientras con mi varita tocaba la esfera amarilla que en esos momentos giraba casi envolviéndome con su movimiento- renunciaré a los recuerdos del más grande amor que Ottery me dio.

La toqué entonces, con la seguridad de saber que en ese preciso momento perdería para siempre el recuerdo (y pasaría a poder de Badru) la imagen de Ashley Atkins, su pálida piel recibiendo los rayos del sol de la mañana en lo más alto de la Torre Abbadon, llamándome con aquel apodo cariñoso que solo compartíamos entre ambas, y enviando un brillante patronus para comunicar a nuestros compañeros que todo estaba en orden en la prisión.

Podía parecer una cosa simple, pero ese pequeño fragmento representaba para mí el resquicio de creer que ella había sido alguien bueno, y que quizá algún día volvería a serlo. Que volvería a ser la persona luchando del lado correcto, amable, fuerte y cálida. Decidida tanto para empuñar una varita en una batalla, como para supervisar una fiesta de socialización.

Lo había hecho, al final si que lo había hecho, y ahora, arrancada de mí la esperanza que aquel recuerdo me daba, todo lo que tenía era la amarga visión de que Ashley Atkins había sido todo el tiempo una vulgar espía y una traidora a mi amistad, al bando y a los propios ideales que junto a mí había jurado defender. Y pensarla así hizo, aunque no lo quisiera, que las lágrimas comenzaran a salir.

[Melrose Moody]

Aún cuando la historia no está relacionada con ella, conoce el ojo del cual habla Badru. De hecho, desconocía que proviniese de los Uzza; siempre había asumido que se había tratado de un ingenioso invento del propio Alastor. Su familia había tenido casi nula relación con el mago, a pesar de ser el hombre más destacado de cierta rama del linaje de los Moody. Ella, además, había crecido en Escocia, con sus padres, separada de la rama principal y primigenia.

 

Todo lo que sabía era que el ojo yacía enterrado en alguna parte de Reino Unido, habiendo desaparecido para el público desde que Harry Potter lo enterrase en señal de respeto a su antiguo portador.

 

Al principio, Mel no entiende cual es el cometido de Badru. Después de todo, Mel no tiene una habilidad que pueda conectarse con los portales generados con la magia Uzza, al menos, de lo que ha podido leer y conoce. Se acerca dubitativa aún más, a pesar de que todavía varios metros la separan de donde él se encuentra. Con expresión concentrada, realiza el hechizo que hasta ese momento no se ha atrevido a utilizar: el Fulgura Nox. En un susurro bajo, mueve la varita con delicadeza tal cual va indicado y ante ella, empieza a materializarse algo que hace que la figura del Uzza delante de ella empiece a tornarse borrosa, poco distinguible. La consistencia del portal es como la mezcla del agua y la niebla, a la par que se abre como unas persianas desde el medio hacia los lados, sólo que de manera vertical. El portal es triangular, con la base más ancha y la parte más alta más delgada y por supuesto, es de tamaño gigantesco.

 

La esfera, tal cual le indicara Badru, se divide pero hay algo extraño en todo ello; por lo que tiene entendido, Mel no tiene la capacidad de abrir portales al futuro, al menos no todavía, por lo que no puede estar conduciéndola al futuro, al menos, no de verdad. Mira hacia Bel un instante, viendo que ella también ha decidido ya y luego cierra los ojos sólo un par de segundos, antes de adelantarse y sumergirse en esa consistencia borrosa. Cuando abre los ojos, está en el Edén y es de noche.

 

Por supuesto, sabe que todo ello tiene que estar conectado con el anhelo que ha perdido; el vacío aún es claro en su interior, aguijoneándola con violencia, lo que de cierta forma es contradictorio, pues por cada estocada el vacío crece. Sin embargo, a pesar de todo, continúa siendo un anhelo simple: cazar a una criatura que, en condiciones regulares, es mucho más fuerte y feroz que ella y la bestia juntas.

 

Pronto, dentro del claro en que se encuentra, es capaz de distinguir más cosas que al inicio. No sólo es la luz de la luna, si no que sus ojos se han habituado enseguida a las sombras. Entonces, un par de ojos parecen espiarla pero Mel duda. Sabe que son los ojos del tebo, los ha espiado con anterioridad, sin embargo ¿es realmente el tebo o todo ese espacio es una ilusión? ¿el tebo mismo no existe? ¿está ella en el Edén o no? Busca con la mirada la esfera azulada que perdió la vista al cerrar los ojos, antes de entrar al portal pero no parece hallarse por ninguna parte. Entonces, el tebo se lanza sobre ella y su cuerpo reacciona enseguida cuando la luna llena sale de detrás de una nube e ilumina el claro.

 

Cae de rodillas, su cuerpo se contorsiona y los huesos empiezan a crecer, dentro de su carne. El dolor le atraviesa la espina dorsal, pues sabe que tiene parte de la piel desgarrada y un par de costillas rotas: lo de siempre, en cada una de sus tranformaciones. Al no contenerse con pociones, el precio a pagar por la libertad y el desenfreno para no tener suprimida la ira de la bestia que arruine su humor o emponzoñe su vida, es justamente ese: el dolor.

 

Por eso, cuando la transformación llega a su fin sus ojos están enrojecidos por unas lágrimas que nunca salieron y que son consumidas enseguida por sus globos oculares, cuando se lanza al ataque como una flecha. El tebo, antes dispuesto a atacar lo esquiva y se lanza hacia los árboles en una intempestiva huida pero cuando Mel está a punto de seguirle, su lado humano recuerda las palabras escuchadas no hace mucho en una realidad que no parece la misma que la que se encuentra viviendo: "Cuando eso suceda no podrán disfrutarlo, se odiarán por haberlo deseado e inclusive el probable que enloquezcan".

 

Sacude entonces la cabeza porque en su interior la bestia se agita también en medio de su desconcierto y el vacío que la inunda. Un aullido sale de su garganta y es entregado a la luna en medio de la noche, un lamento por aquello que no es. A pesar de que su visión sigue siendo igual de buena, todo alrededor empieza a tornarse borroso, una vez más, sí, todo se torna borroso. Sabe, aunque le cueste admitirlo, qué es lo que tiene que hacer.

[Badru]

Al ver como Moody y Evans estaban pagando el precio que necesitaban para terminar con su entrenamiento, dejé que un fulgura nox las absorbiera para separar los entrenamientos de Jank, Jessie y Emmet, tres magos que apenas comenzaban a sentir la fuerza que escondían los poderes del libro de los druidas; el primero de ellos seguía sin responder mientras que los más recientes en el entrenamiento soltaron sus palabras con demasiada facilidad para mi gusto.

 

- Comencemos a utilizar los dos artefactos que vienen con el libro, - mi voz se escuchaba claramente mientras comenzaba a caminar hacia el campo de entrenamiento de mi pueblo donde nos encontraríamos con un público bastante interesante - si los utilizan correctamente no tendremos problemas, entonces, de convocar en medio de un enfrentamiento el haz de la noche para ir en búsqueda del polen de lirios de fuego.

 

Me detuve un momento y me giré hacia los tres aprendices, tal vez hubiera sonreído en otra ocasión debido a que el rostro era mucho más honesto que las palabras que uno podría pronunciar, sobre todo en un entrenamiento como aquel.

 

- ¿Tienen la más mínima idea de cómo se activan los artefactos, cómo realizaremos el conjuro y cómo podemos obtener el polen de los lirios de fuego?

 

Esperé sin avanzar más a escuchar sus palabras y que, claro, intentaran usar de algún modo el anillo y el amuleto que debían de traer consigo esperando que sacaran conclusiones de la forma en que lo demostrarían. Necesitaba verlos con iniciativa, arriesgarse, no quería solo un trío de costales de carne y huesos que solo repitieran lo que yo hacia. Eso no serviría.

[Jessie Black Lestrange]

Las palabras de Badru la habían regresado al calor abrasador de aquella tierra provocando un leve mareo en la pelirroja. Debía ser fuerte si quería aprender aquello y ahora no se iba a hechar para atrás.

 

Escucho las preguntas del instructor recordando lo que había leído en casa mientras se colocaba el Anillo salva guarda de miradas indiscretas en su dedo anular izquierdo y tomaba en su mano derecha el amuleto contra defensas de cárceles

 

-El anillo, protege a su portador de miradas indiscretas en un radio de cincuenta metros cuadrados

 

Hizo una leve pausa para tomar aire, lo cual provocaba que su garganta se sintiera en llamas, cerró los ojos soportando el dolor y alzó sus grises ojos al profesor

 

-El amuleto, nos proporciona inmunidad contra las cárceles pero aún alto costo cuando se utiliza para escapar de alguna, requiere de mucha energía vital y se debe esperar todo un ciclo lunar para volver a utilizarlo. Siempre hay que llevarlo puesto o su poder no funcionará

 

Respiraba entrecortada mente, como si hubiera corrido a través de un terreno escarpado aunque la verdad es que solo seguía al instructor a donde los llevase.

 

-En lo referente al... Polem de lirios... Este crece en el interior de los cráteres volcánicos, tiene un color similar a la lava y su polémica tiene muchos usos prácticos... Ayuda a resistir altas temperaturas, al inalarlo eleva la percepción olfativa y tacto con respecto al calor... Se usa para elaborar una pomada que permite que las manos se adhieran a toda clase de superficie y... Al guardarse en un frasco... Se agota fácilmente al utilizarla pero se repone al paso de las horas

 

Algo le faltaba, el instructor había dicho algo referente a un hechizo, estaba segura de haber leído algo pero el calor hacia que sus ideas se procesarán más lento. Volteo a ver a su compañero, intentando recordar hasta que...

 

-Conjuro... Ese sería el... El... Fulgura Nox... Permite la apertura de portales y depende de las habilidades que se podrá será el tipo de portal que se abrirá

 

Tomó aire profundamente sintiendo como el aire caliente a su alrededor quemaba su garganta lacerandola en pequeños cortés sangrantes. Intento pasar saliva pero no lograba crearla.

 

Así pues, saco de entre su ropa un pequeño frasco que contenía agua. Dió un solo trago y volvió a guardarlo. Sabía que lo necesitaría más adelante.

[Badru]

Sonreí levemente sin que se dieran cuenta los aprendices debido a la tela que protegía la mitad de mi cara, entendiendo que el entrenamiento lo continuaría únicamente con la mujer presente y que ambos caballeros estaban completamente perdidos en su propia mente, quizás más adelante estuvieran listos para el entrenamiento pero, por el momento, no veía mucho interés en ellos por seguir avanzando.

 

Suspiré antes de hablar, en verdad me hubiera gustado que las palabras de aquella mujer no se quedaran en repetir los significados que venían en el libro, no había ningún razonamiento de los mismos o un poco de comprensión de las palabras, solo... repetía lo que ya estaba escrito.

 

- Voy a repetir las preguntas una por una para que, en esta ocasión, pongas especial atención a lo que se está pidiendo. ¿Cómo activo el anillo y el amuleto? - Clavé mi mirada en los ojos de la Black Lestrange. - Créeme que ya sé para que se utilizan y me alegra saber que igual lo sabes pero no es lo que pregunté...

 

Esperaba que en esta ocasión pudiera hacer un esfuerzo un poco mayor en pensar su respuesta en vez de solo repetir las definiciones del libro que ya poseía.

[Emmet Haughton Gaunt]

El calor estaba siendo insoportable. Algunas gotas de sudor, pesadas, comenzaban a adornar la piel cristalina del vampiro donde el sol se reflejaba. ¿A qué loco se le ocrrurría hacer una clase de un libro de hechizos al rayo del sol y cerca de un árbol que se estaba prendiendo fuego? En ese momento sólo quería encontrar alguna sombra y hundirse en agua congelada pero tenía que resistir; no había pagado cinco mil galeones al divino botón.

 

El Guerrero Uzza comenzaba con la primera pregunta de la clase y, cuando el vampiro se preparaba para responder, Jessie -otra estudiante- se le había adelantado diciendo lo mismo que él había pensado. Lo bueno, si así se podía decir, era que no habló porque -apenas Jessie finalizó- Badru le contestó de manera cortante haciéndole saber que lo que había dicho era más que obvio.

 

La cuestión era ¿cómo activábamos los objetos que traía el libro? Se puso a pensar un poco más. Tenía que contestar correctamente o, al menos, algo que pareciera elaborado y pensado para no obtener la misma respuesta que Jessie por parte del Uzza.

 

- El Anillo podemos activarlo apenas nos lo colocamos, al menos eso sucedió con los otros anillos del resto de los libros que he cursado - comenzó a hablar. A medida que se extendía, su estómago, parecía retorcerse ante el miedo y la incomodidad que le porducía imaginarse que su respuesta podría ser incorrecta - El Amuleto hará su efecto cuando se diera la ocasión de estar en prisión. Supongo que no podemos ir activándolo así porque sí en cualquier momento - se secó las gotas de sudor que se hicieron presentes en la página del libro que estaba releyendo y continuó - Para el Haz de noche necesitamos estar lo más concentrados posibles por lo que supongo que, cuando estemos en situaciones que lo requieran, tendremos que proveernos de cierto nivel de concentración para abrir el portal - dijo intentando no repetir lo mismo que Jessie - y los Lirios de Fuego ... tendríamos que ir a algún volcán y, supongo que para obtener el polen tendremos que procesarlos - finalizó y miró al Uzza.

[Jessie Black Lestrange]

Había leído el libro tantas veces que podría recitarlo casi de memoria y en todo el libro que había leído en ninga pagina venía como era que se activaban tanto el anillo como el amuleto, frustrada, observó a Badru con intensidad al recibir aquella respuesta a lo que ella había dicho.

 

-Pensaba que esa era su función, el decirnos como hacer uso de esos poderes, como activarlos y en que momentos utilizarlos, ya que no se puede ir por la vida teniendo un poder como este y utilizarlo a la ligera, podríamos terminar con nuestra propia vida. Al menos a eso vine yo, a aprender como utilizarlos y no terminar dañandome sola.

 

Sabía que había sido un tanto insolente pero no le importaba, no cuando el profesor se había empeñado en ridiculizarla. Observó a Emmet cuando este comenzó a hablar, escuchando la respuesta obvia que el chico ofrecia, pero para ella lo obvio nunca había sido lo correcto, no cuando en la rama que había descidido especializarse irse solo por lo obvio terminaba trayeno problemas a la larga, siempre habría que profundizar.

 

-No podría ser tan facil, como con los otros anillos, estamos hablando que gracias a estos poderes podemos impedir que nos vean, no es una simple capa de invisibilidad y el amuleto, si es verdad que hay que portarlo al momento en que nos toman en custodia debe haber algo más y es algo que usted, señor Badru, podría explicarlo.

 

El calor comenzaba a sofocarla pero seguramente el estar en aquel lugar era parte del entrenamiento, soportar un calor infernal que bien podría matar a más de uno.

[Badru]

El joven mago fue el primero en tomar la palabra después de que formulé por segunda ocasión la primera de las preguntas que había realizado para que reflexionaran su respuesta, estaba hablando con un poco más de reflexión en sus palabras aunque seguía titubeando un poco debido a la inseguridad de sus conocimientos, algo normal cuando no se comprende del todo el tema por lo que se debía de abordar por ese lado.

Antes de poder responder, la bruja nuevamente habló ahora con un tono soberbio en su voz, desesperada por no obtener, quizás, una ronda de aplausos por ser la primera en responder cuando lo había hecho mal. Clavé mi mirada en ella dejándola que se desahogara mientras le respondía ahora a su compañero de aquel entrenamiento.

- Mi función es entrenarlos, - mi tono de voz seguía siendo suave y tranquilo sin ninguna nota de alteración - su función es prepararse para el entrenamiento; no estoy para enseñarles a escuchar debido a que anteriormente respondió lo que quisiste y no lo que se había preguntado. Debe de tener un poco más de humildad si lo que quiere es en verdad aprender los secretos que guarda el libro de los druidas.

Comencé a caminar nuevamente hacia el campo de entrenamiento de mi pueblo aunque a una velocidad más lenta, tendría que retrasar un poco el uso de cada uno de estos objetos porque todo indicaba que el que hubieran llegado a ese punto no confirmaba que fueran hábiles en el arte del combate.

- Sí, desde un inicio uno puede activar el poder que guarda el anillo y el amuleto, para ello es necesario poder hacer una conexión con ambos objetos como lo hicieron en su momento con su varita. Todo ser humano que maneja algún tipo de poder mágico sabe esto, por eso la utilización de artefactos, son extensiones de nuestra propia fuerza.

Miré de reojo a la mujer, esperando que estuviera escuchando con atención debido a que ella era la que más problemas tenía con las indicaciones verbales.

- ¿Por qué el anillo puede usarse con mayor libertad que el amuleto? - Proseguí. - Las mismas definiciones que ya conocemos y sabemos de memoria nos dan una idea de ello, por la cantidad de poder que se utiliza para transportarse fuera de una prisión mágica para liberarse de todos los conjuros que cada una conlleva: tiene que romper maldiciones, hacer contra conjuros y buscar una forma de pasar por aquellos huecos. Excelente potencializador el amuleto, pero a un alto precio para lo débil que es el cuerpo humano.

Me detuve de inmediato en la entrada de la arena de combate mientras veía a varios miembros de mi pueblo entrenando en diferentes áreas del lugar combate cuerpo a cuerpo o con intercambio de poderes, entrenamientos que eran el pan de cada día para todos los Uzza y seguir mejorando nuestras habilidades. Me giré hacia los dos aprendices.

- Atraviesen el lugar sin que nadie los vea, lleguen hasta las gradas del otro lado donde estará activo un fulgura nox que los llevará hasta un volcán activo y encuentren los lirios de polen de fuego. Cuando los tengan podremos terminar de contestar las otras dos preguntas que envuelven justamente los secretos de la misión.

[Jessie Black Lestrange]

Estaba cansada de aquel calor sofocante, provocando que sacará lo peor de ella. Cerró los ojos e intento tranquilizarse pero era inquietante la voz del Uzza.

 

Sabía mejor que nadie qué se merecía la forma en que Badru le había hablado y el como la miraba pero aún así sostuvo la mirada del mismo. Ahora no se echaría para atras porque seguramente creería que solo fanfarroneaba.

 

Escucho su explicación sobre el amuleto y el anillo, rodó los ojos pensando que eso pudo haber explicado desde un principio como los otros guerreros solían hacerlo, Pero cada cabeza es un mundo pensó Jessie un tanto molesta sin interrumpir al Uzza.

 

¿Atravesar a un grupo de guerreros sin que los vieran? Sabía que hechizo utilizar pero... ¿Con eso bastaría? Pensó en lo que tenía a su alcance, en todos los amuletos y anillos que poseía; aún había uno que todavía no había utilizado porque no tenía la preparación suficiente para eso pero... ¿Debía de arriesgarse?

 

Tenía que hacerlo porque por eso había venido, para aprender a utilizar estos objetos mágicos que le ayudarían en su día a día.

 

-Salvaguarda mágica - pensó para sus adentros mientras cerraba su mente tal como su Arcana le había enseñado, relajándose por completo y notando como su cuerpo se volvía intangible y su mente se protegía.

 

Con su mano derecha rozo su nuevo anillo sintiendo el poder que de este emanaba, dejo que la poseyera por completo hasta sentir como el anillo salvaguarda de miradas indiscretas comenzaba a tomar control sobre su pequeño cuerpo.

 

Comenzó a caminar segura de si misma, estando completamente segura que nadie le prestaría atención y en caso de que algún hechizo o arma mágica viajará hacia ella la atravesaría sin hacerle ningún daño. También su mente estaba protegida en caso de que alguien con poderes legilimanticos se encontrará cerca. Recorrió todo el campo de entrenamiento hasta llegar a las gradas donde vio el portal del que hablaba el Uzza.

 

Estaba consciente de que debía de entrar en aquel lugar pero también estaba aterrada, si el Uzza había abierto aquel portal ¿Quien le garantizaba que llegaría a tierra firme y no en medio del volcán? Debía de confiar y ella no era buena confiando en la gente.

 

-Si no hay otra opción

 

Tomó aire profundamente sintiendo como su garganta ardía, se sentía afiebrada e incluso mareada por el calor pero debía sacar fortaleza de flaqueza para salir de aquella encrucijada. Cerró los ojos y cruzó el portal sintiendo como sus pies tocaban una tierra aún más caliente de la que segundos antes estaba.

 

-Al menos es la cornisa del volcán y no lava

 

Suspiró una vez que se sintió segura en donde estaba, apartándose del portal para que Emmet no la fuera a empujar cuando llegará.

 

Busco con la mirada los lirios de polen de fuego pero cerca de donde ella estaba no había. Con cuidado se asomó al interior del volcán acostándose en la cornisa. Lo que vio la mareo, vio los lirios, pero estaban muy abajo.

 

Debía encontrar la forma de bajar sin terminar cayendo a la lava. No era buena escaladora ni haciendo rapel. Podría intentar invocar los lirios pero no estaba segura que pudiera hacerlo sin que estos perdieran su poder.

 

-Habrá que bajar

 

Busco el mejor lugar donde asir sus manos y pies lo más cerca posible del lugar donde estaban los lirios de polen, una vez que dió con el lugar comenzó a bajar apoyando un pie y luego el otro sin soltarse de la cornisa y comenzó el descenso con sumo cuidado.

 

Llegó cansada y con falta de aliento hasta los lirios, se aferró lo mejor que pudo con una mano y sus dos pies al desfiladero y con la derecha comenzó a extraer con cuidado los lirios cortando un poco más abajo de la unión de la flor con el tallo y colocándolos en una bolsita de tela que llevaba consigo. Cuando obtuvo los suficientes para llenar su bolsita comenzó a subir de nuevo sintiendo como piedrecitas se safaban y caían al volcán donde ella había pisado.

 

Al llegar a la cornisa se tumbó boca arriba sintiéndose a salvo y espero a que Emmet o Badru hicieran lo suyo. No sabía si debía volver o no pero de momento ella se quedaría ahí, recuperando el aliento y saboreando el hecho de estar viva.

[Darla G Dumbledore]

Había leído bastante sobre la historia del pueblo Uzza, pero no sabía si estaba lo bastante preparada para enfrentarse a un Nefir, menos al más joven de su pueblo. O al menos al más joven que había venido a cumplir su contrato adeudado con Merlín. Ese pueblo, orgulloso y guerrero era una curiosidad para la Potter Black, curiosa e investigadora había intentado conseguir la información disponible sobre esa tribu de los Uzza. Sobre todos ellos en realidad, pero por ahora se había concentrado en la tribu del que sería su profesor.

Darla se despidió de Seba, lista para dirigirse a la Plaza del Árbol de Fuego, lugar en el que el guerrero citaba a sus alumnos. Su prometido le deseo mucha suerte y que la fuerza de Merlín estuviera con ella. La pelirroja asintió mientras desaparecía de su hogar para aparecerse en las cercanías del lugar al que se dirigía, ya que sabía que no permitían una aparición directa. Con calma caminó bajo el sol, portando en sus dedos todos los anillos de sus habilidades y libros aprobados hasta el momento. Con criterio se lo pensó mucho ese día antes de atreverse a colocar en el dedo el anillo salvaguarda contra miradas indiscretas y colgar de su cuello en una cadena de plata un frasquito de cristal con el polen de los lirios de fuego y el amuleto contra defensas carcelarias. El pequeño aro dorado y el frasquito de cristal habían sido ubicados en un portadijes con forma de medialuna también de plata.

Avanzó despacio recogiendo su cabello en una coleta que calló desparramando bucles sobre la espalda de la musculosa blanca que se había puesto, pareces un vendedor de helado hubieran bromeado sus padres adoptivos muggles si la hubieran visto toda de blanco, había elegido un pantalón tipo cargo el mismo tono y había cambiado con magia al mismo color los borcegos que llevaba, aunque éstos eran más bien color arena. A la cintura perfectamente asegurado con magia llevaba un cinturón trenzado del cual pendía con la misma magia su bolsa de piel de moke en la cual llevaba todas las demás posesiones adquiridas con los libros, desde amuletos a frasquitos conteniendo diversos pociones y objetos entre los cuales estaban las semillas de hielo, los pétalos de pensamientos entre otros.

Cuando llego a la Plaza observó a su alrededor, de verdad entendía ahora el por qué llamaban a ese lugar como lo habían hecho. El árbol plantado en el centro del lugar lucía majestuoso y se podía sentir la magia que de él emanaba. Había distintos guerreros practicando a su alrededor, con varios grupos de estudiantes, pero la Potter Black reconoció a Badru por las referencias que había leído sobre él. De alta estatura, su rostro semicubierto por un pañuelo amarillo, su cabello negro trenzado, un poco más corto que los del resto, simplemente por su edad, su armadura confeccionada por los duendes, el peto cubriéndole pecho y espalda y unas grebas, pies descalzos, un carcaj de cuero de dragón y las dos cosas que más la atraían sobre lo que él llevaba, su varita de cristal negro y el arco de madera de árbol de fuego, cristal de arena del Monte Caltalina y tendones de dragón.

Darla clavó sus ojos en la figura que se distinguía de las demás y se encaminó decidida hacia ella. El guerrero no estaba solo, cerca de él distinguió a dos magos que conocía muy bien, más bien una bruja, su ex empleada y ex jefa Jessie y Emmet, un mago por el que sentía aprecio dentro de su bando. Estos pensamientos sin embargo no eran conocidos por ellos ni por los presentes porque la pelirroja había decidido que lo primero que haría, como casi siempre, era cubrir sus pensamientos tras una barrera oclumántica.

Se detuvo a unos pocos pasos de su maestro y tras hacer una inclinación respetuosa lo saludó en primer lugar.

—Guerrero Badru, me presento, soy Darla Potter Black y estoy ante usted para que me instruya en los conocimientos y poderes del Libro de los Druidas —Darla había estado a punto de mencionar el contrato con Merlín, pero optó por omitir, de momento dicho punto y tras una nueva inclinación de cabeza respetuosa esperó la respuesta del Guerrero que tenía ante sí.

Sus ojos se cruzaron con los de Emmet y le dedicó una leve sonrisa mientras que busó a Jessie pero la bruja parecía haberse evanecido del lugar. Como fuere, era hora de ponerse a prueba con el primero de los Guerreros Uzzas, no creía que pudiera ser tan distinto a haberse formado con dos de las Arcanas de Habilidades. Aunque claramente unos y otros distaban mucho de ser semejantes o tener muchos puntos en común.

Movió suavemente su mano y sintió la vibración cálida que emitía a veces el corazón de dragón que conformaba el núcleo de Edelweiss, su varita, que descansaba en el bolsillo lateral de su pantalón.