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Libro de los Druidas


Badru
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Aún desde tan alta distancia, podía saber qué ocurría kilómetros abajo, dónde Dennis luchaba por librarse de su prisión de arena. Lo había hecho de forma perfecta, empleando un amuleto que, si bien había sido diseñado para escapar de prisiones más sofisticadas que la suya. Aunque, debía admitirlo, el diseño de aquella era elegante. Una pena que no pudiese interferir con el Ministerio de Magia inglés. Los galones que ganaría...

 

Pero, no era momento de pensar en sus contratos y lo beneficiosos que resultaban.

 

Se escuchó un sonido desgarrador cerca de la posición de Badru, quién tras comprobar que su alumna había logrado huir de su confinamiento, se dedicó a observar el precipicio ardiente que se cernía bajo sus pies, confiando en que la rubia se uniría a él en breve. Su oído se agudizó; conocía aquel cambio en el viento. Era el espacio-tiempo desgarrándose para permitir que la Delacour se plantara frente a él. Aquello despertó su asombro, considerando que no todos los aspirantes lograban dominar el hechizo a la primera. O al segundo intento. Eran pocos los casos.

 

Bienvenida al resto del viaje, Dennis Delacour. sentenció el guerrero, aunque era un mero tecnicismo, pues apenas comenzaban. Como mencioné al inicio de la travesía, el punto de llegar aquí, era recolectar los lirios de fuego. Como toda planta mágica, no es eterna y requiere de reabastecimiento cada cierto tiempo.

 

Le mostró un pequeño frasco de cristal, similar al que usaban los estudiantes del Libro del Equilibrio para guardar la Arena del Hechicero. Dentro del recipiente, flotaban los preciosos lirios de tonalidad naranja, como la lava misma que crepitaba bajo sus pies. Era virtualmente inmune a fuego, al estar hecha de dicho material, e irónicamente, vulnerable al agua, por lo que era una planta muy compleja. La clase había coincidido con la fecha en la que el Uzza viajaba para reabastecer el frasquito, por lo que no iba a dejar pasar la oportunidad.

 

Ahora, vamos a tener que descender un poco más. Ya aspiraste el polen antes, así que estarás protegida contra el infierno que está ahí abajo.

 

Él, confiaba en su vestimenta misma, hecha por los duendes, ¡esos convenientes aliados! Y al haber pasado toda su vida bajo el Sol, su piel se había curtido lo suficiente.

 

Si bien el magma caliente es un riesgo para todos, incluidos los seres mágicos, hay un poco de roca sin fundir ahí abajo. Forma una especie de camino que pocos conocen. Caminar ahí no es el reto. señaló la chimenea del volcán, esperando que Dennis captara la idea. ¿Se te ocurre alguna forma de descender?

 

Aún para personas versadas en la exploración y la arqueología, era un reto considerable.

 

En el estado actual de Dennis, conjurar un Fulgura Nox quizá la haría desfallecer, y no quería tener que regresar tan pronto a la Universidad y cargar con la responsabilidad. No, no. Inclusive, para él resultaba peligroso abrir portales sin conocer lo que había abajo, puesto que un borboteo de lava les podría sorprender. Ya no digamos, las criaturas que moraban ahí abajo, como las salamandras o los cangrejos de fuego.

 

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La Delacour había llegado al pie del cráter como lo había solicitado el Uzza quien ahora estaba de pie frente a ella, estaba agotada por el esfuerzo de usar el amuleto y el de abrir aquel portal para llegar hasta ese punto sin usar su varita de alguna otra forma. Escuchó las palabras del guerrero dándole la bienvenida pero ella sabia que lo que llevaba de camino recorrido no era nada comparado a lo que aún le faltaba por alcanzar, y eso se lo recordó al informarle el motivo por el cual estaban ahora en ese lugar donde el calor era abrasador haciendo que el cansancio pesara más.

 

Atenta a cada una de las palabras del Uzza sabía que sus órganos internos estarían protegidos y parte de su piel donde había esparcido un poco de polen pero le preocupaba el hecho de que su vestimenta no tolerará aquel calor. Sabía que se podía fabricar ropa con los lirios de fuego pero no disponía de tiempo en ese momento para ir a confeccionar nada, así que recordando lo que pasaba si le soplaba el polen de lirios de fuego a otra persona decidió hacer lo mismo lanzando el polen al aire haciendo que cayera sobre ella, de esa forma se adherirá a sus poros y a las rendijas de la ropa por un par de horas al menos terminando de darle la protección necesaria para ir al corazón del volcán.

 

Cuando le habló de que tendrían que descender su ánimo no fue el mejor, no podía usar la aparición por obvias razones de terminar en lava ardiente ya que no conocía el lugar a donde iba, tampoco su escoba que minimo termina incendiándose a medida que fuera bajando. Al preguntarle si se le ocurría alguna forma de bajar suspiro, — Los lirios de fuego también pueden usarse para elaborar una pomada que de manos que hace que se adhieran a cualquier superficie, eso sería de mucha ayuda para bajar por el interior de la ladera del volcán pero ya que no tengo esa pomada ni como hacerla en este momento supongo que tendré que pensar otras opciones — respondió a Badru mientras se acercaba al borde del cráter donde se sentía incluso como aumentaba el calor.

 

Después de sopesar las probabilidades de lo que haría se giró al Uzza — supongo que nos veremos abajo — dijo para lanzarse al vacío del interior del volcán. Activando su amuleto volador empezó a caer lentamente lo que le permitió tener una perspectiva de donde podría caer, cuando estaba lo suficientemente de la lava divisó una de las rocas donde comenzaba el camino del que Badru le había hablado y con ayuda del amuleto planeó la distancia corta que le faltaba hasta poder posicionar sus pies en aquella roca haciendo uso de todo su equilibrio para no caer en la magma ardiente.

 

Si la rubia hubiera estado en algún momento en el infierno estaba segura que el calor no fuera tan insoportable como en ese lugar, aquella roca donde estaba parada daba inicio al camino pero lo que el Uzza no le había dicho es que no era un camino del todo recto ni continuo y tendría que tener mucho cuidado para no caer entre salto y salto. Bueno debía empezar si quería salir de allí cuanto antes, con varita en mano para estar alerta ante cualquier problema empezó a recorrer el sendero. De no ser porque no sabría si el congelar el centro del volcán mataría los lirios esa sería la forma más rápida de hacer el recorrido.

 

Esperaba que los lirios no estuvieran tan alejados de aquel camino para que pudiera tomarlos y salir de aquel lugar lo más pronto posible ya que el calor era agobiante a pesar de que su piel y ropa estuviera protegida, además no quería estar en ese sitio cuando ya el efecto del polen pasara.

 

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Justo cuando estaba destapando el frasquito con su cosecha personal del polén de lirios de fuego, Dennis saltó al vacío como si no tuviera nada más que perder. El Uzza se asomó por el precipicio, atento a la jugada de su pupila, pues había sido un poco usual. Si a la Delacour no se le ocurría algo, él planeaba darle un poco de la plasta que se conseguía al machacar los lirios: la famosa pomada que permitía adherirse a cualquier superficie. Pero, ya que ella había sido más inteligente y práctica, con el amuleto volador, no hubo necesidad de ello.

 

Bastante menos problemático que lo que planeaba hacer. negó con la cabeza, con cierto deje de satisfacción por la creatividad de la rubia. Nos veremos abajo.

 

Así que se untó la pomada sobre las palmas de sus manos, sólo las palmas, pues confiaba en la calidad de las botas confeccionadas por su pueblo; podían resistir el abrasador desierto y temperaturas peores que eso. Se precipitó hacia la pared de roca, sosteniéndose con ambas manos como si usara imanes, y cual araña humana, fue descendiendo a cuatro patas, como si se tratara de la forma inversa de cierto deporte que practicaban los no mágicos en sus ratos de ocio.

 

Cayó al inicio del camino de magma solidificado, del cual Dennis ya había cubierto gran parte. No le fue difícil alcanzarle con su condición física, por lo que en cuestión de minutos, ya estaba cerrando la comitiva a su lado. En mano, sostenía la varita mágica en modo vara de cristal, con las dos plumas del núcleo colgando a forma de adorno. El negro contrastaba contra aquella combinación de naranja y rojo. Se acercaba la hora de emplear la poderosa magia Uzza una vez más.

 

Parece que es nuestro día de suerte. La planta ha crecido lo suficiente como para que podamos extraer los lirios sin problema alguno.

 

Señaló una elevación más allá de su posición, donde el camino parecía desvanecerse conforme el magma se iba fundiendo poco a poco. Aquello les indicaba que tampoco debían permanecer ahí por demasiado tiempo. Concentrándose para sacarlos de ahí eventualmente, Badru invocó un portal a través del Fulgura Nox, que se materializó a un costado de dónde se encontraban, con destino a Kilahuea Iki, un pequeño espacio adaptado como parque en Hawaii.

 

Frente a ellos, los lirios parecían flotar como si la gravedad no tuviera poder ahí. Emanaban de la formación rocosa misma, de las entrañas del volcán mismo. La cosa no tenía truco, simplemente había que realizar un encantamiento convocador a la flor, y tener abierto el frasquito, para poder rellenar su contenido. De forma inconsciente, pensó en un obstáculo. De la lava a ambos lados del sendero, emanaron dos figuras esbeltas, con forma de ave de rapiña, que adoptaron una posición como si fueran a graznar.

 

Cambio de planes. Toma los liri...

 

No pudo acabar la frase, debido a que el graznido del augurey formado de lava, que compartía las habilidades del ente original, le desgarró los oídos; no se había esperado que aquello tuviera efecto en él, pues sólo esperaba que dañara a Dennis. Bramó un Accio, que no escuchó, hacia los lirios, y le indicó a Dennis, de quien tenía la expectativa que se librara de la pérdida de uno de sus sentidos, que cruzara el portal detrás de él. Badru simplemente se abalanzó sobre el mundo de oscuridad que tanto conocía.

 

Cayó del otro lado del mundo, sobre piedra volcánica. Por fortuna, ninguno de los muggles que conformaba el grupo de expedición unos metros adelante, se percató de lo que ocurría.

 

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La ojiazul marchaba a paso firme tratando de mantener el equilibrio en aquel sendero de roca que parecía flotar en medio de la magma ardiente que estaba alrededor, el calor era avasallante y de no ser por la protección que tenía gracias al polen de los lirios de fuego de seguro en ese momento su piel estaría sintiéndose derretir así como sentiría el infierno mismo en su interior, pero gracias a lo que el libro le brindaba estaba soportando aquella prueba, ahora dependía de ella el no dar un mal y paso y caer. Algunas rocas parecían estar más sumergidas que otras y eso no le daba buena espina, en cualquier momento las demás estarían igual o más hundidas en aquella lava causando el poner su vida en un peligro máximo.

 

Badru llegó a su lado más rápido de lo que había esperado pero no era de sorprenderse si él estaba acostumbrado a realizar es tipo de actividades cada cierto tiempo, tendría un mayor manejo y pericia sobre el tema de lo que ella podía llegar a sospechar siquiera. Escuchó sus palabras indicando que tenían más suerte de la que creían y siguiendo con la mirada a donde señalaba el Uzza pudo observar flotando aquellos lirios valiosos que habían ido a buscar.

 

Se acercó un poco más al área donde estaban los lirios pero debía ser más cuidadosa dado que el camino parecía desaparecer por completo en medio de la lava. De reojo vio al guerrero abrir un portal, suponía que lo hacía como para tener una salida rápida de ser necesario luego de alcanzar aquellos lirios. Observaba los movimientos de su guía y sacando un frasco del bolsillo apuntó con su varita en dirección de los lirios justo cuando dos figuras se hacían presentes en el lugar junto a ellos.

 

Sintiendo que algo no andaba bien pronunció un — Accio Lirios de Fuego — en dirección a aquellas flores las cuales se desplazaron al frasco en el momento en que un graznido parecía desgarrar el mundo entero en sus oídos. Su equilibrio falló y por poco cae de la roca donde estaba, era como si sus oídos hubieran explotado en un segundo, vio a Badru hacerle señas y luego saltar dentro del portal.

 

En medio del dolor recordó su aprendizaje — Cantar de Eleboro — dijo empuñando su varita, y acto seguido empezó a sentir que el dolor calmaba y poco a poco comenzaba a recuperar el sentido del oído, las aves parecían dispuestas a graznar de nuevo y aprovechando que se sentía recuperada y con el equilibrio suficiente saltó a aquel portal con todas sus fuerzas evitando caer en la lava ya que estaba un poco lejos de la roca donde se hallaba.

 

El salto logró que atravesara el portal aunque no pudo controlar la caída del otro lado y rodó un poco al caer sobre la roca — rayos — dijo al sentir el golpe del cuerpo contra el suelo pero por suerte no era más que simple maltrato por la caída. En su mano derecha la varita y en la otra sostenía el frasco con los lirios que había logrado recoger. Se irguió para quedar sentada sobre aquella superficie mientras tomaba un respiro para recuperarse del esfuerzo. — Lindo y cálido lugar cierto — dijo al Uzza con una sonrisa mientras se ponía en pie, sabía que eso solo había sido el comienzo de la instrucción así que era mejor no relajarse mucho.

 

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Hizo una mueca de queja ante el raspón que se le formó alrededor de la rodilla izquierda. Aún con las grebas, aquel material puntiagudo había logrado perforar el material, infligiéndole una moderada herida. Eso, sin contar que su sentido del oído seguía inutilizable. Recitó un Cantar de Eleboro, experimentando la reconfortante sensación de poder volver a escuchar lo que le rodeaba. Se sintió como si recién se hubiese levantado.

 

Se apoyó sobre su vara de cristal, como intentando evaluar el daño recibido por su alumna.

 

Me alegra que te guste, aunque la visita será breve. comentó, sosteniendo su instrumento mágico con una mano y echando a andar hacia el sendero trazado entre la roca volcánica. Ahí la importancia de mantener la concentración cuando invocas el Fulgura Nox; esta ocasión, fue Hawaii, pero podría haber sido un recinto lleno de muggles.

 

Entre sus palabras no había esa característica cautela que los docentes de la Universidad exhortaban a sus alumnos, relativo a usar sus poderes frente a los no mágicos. Estaba consciente de que había casos especiales, y más aún, él mismo tenía varios contratos celebrados con los muggles para pelear guerras que quizá no le habían correspondido. De haber seguido su honor Uzza, claro. Para él, los no mágicos eran simplemente entes que existían análogamente a los magos.

 

Y hablando de muggles. Bueno, mis amigos los duendes me han informado de un avistamiento peculiar. Por mera curiosidad, ¿a qué casa de Hogwarts perteneces, Dennis Delacour?

 

Aguardó a la respuesta de la rubia, teniendo de cierta forma una idea de lo que diría. Asintió con tranquilidad; no era como que los asuntos escolares le interesaran mucho, pero los guardianes del oro le habían prometido una jugosa recompensa si traía de vuelta aquel artilugio.

 

Nadie sabe exactamente cómo llegó aquí, pero ha llamado mucho la atención. puntualizó, señalando un numeroso grupo que se aglomeraba en torno a uno de los cráteres del parque volcánico. Para ojos no tan perspicaces, verdaderamente creerían que es la espada de Godric Gryffindor. Mis amigos, por otra parte, saben lo que es: Una imitación barata.

 

Se detuvieron a un par de pasos del numeroso grupo. Si Dennis era observadora, lo cual no dudaba, podría percibir que no sólo se trataban de turistas comunes y corrientes; había magos, resaltaban por su inexperiencia con la ropa de moda. Estaba claro que los rumores de que la espada estaba ahí, los habían atraído como carnada. En el centro de la aglomeración, yacía la falsificación, incrustada entre la roca como si fuese la espada Excalibur.

 

Tu tarea, será recuperarla sin que se den cuenta. Naturalmente, un encantamiento desilusionador sería contraproducente.

 

Un pequeño temblor se resintió sobre el suelo bajo sus pies. La fisura de uno de los volcanes despidió unas cuantas partículas de magma, que bien parecían pequeñas bolas de fuego, hacia el grupo de turistas. Consciente de que había gente de la comunidad mágica ahí, no podía hacerse de la vista gorda, tan descaradamente, por lo que se le ocurrió una idea.

 

Y evitar que el fuego los dañe. Normalmente lo haría yo pero, aún estoy recuperando fuerzas de aquel portal.

 

 

 

 

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El uzza se acercó a ella mientras se incorporaba, estaba un poco adolorida pero por lo demás no había nada fuera de lugar y sus huesos al parecer seguían intactos. Cuando dijo que la vista sería breve echó a andar así que solo lo siguió mientras sacaba de su pequeño bolso con hechizo de extensión una botellita de esencia de Rue, después de beberla los dolores calmaron y se sentía mejor para seguir el recorrido junto a su guía. — Lo tendré muy en cuenta para futuros portales, tampoco me agrada la idea de hacer esos aterrizajes — respondió a Badru mientras iba tras él.

 

Cuando el tema tocó a los muggles el Uzza le pregunto algo que normalmente era una pregunta de rutina entre magos en su época colegial o recién egresados de Hogwarts pero en ese momento se le hizo algo extraño. — Pertenezco a Ravenclaw y muy orgullosa de ser parte de ellos — dijo al guerrero mientras esperaba el porqué de aquella pregunta. Cuando escucho sus siguientes palabras sabía el porqué de la pregunta. — No soy Gryffindor pero todos conocemos la historia de aquella espada y su importancia en la segunda guerra mágica — respondió a Badru al tiempo que observaba el tumulto de gente.

 

Había magos en aquel grupo, trataban de mimetizarse entre la multitud pero era obvia su presencia al menos para sus iguales, me imagino la sorpresa que se llevarían al saber que esa no era la espada según lo que le había dicho el Uzza, mínimo estarían molestos por la pérdida de su tiempo. Cuando el Uzza le dijo cuál sería su siguiente tarea no pudo evitar posar los ojos fijamente en el para luego llevarlos hacía aquella espada. Cómo pretende que tomé algo en medio de toda esta gente sin que lo noten? pensó un poco preocupada.

 

Después de sentir el leve temblor todo se puso peor con las palabras de Badru. Ya no solo debía recuperar la espada sin que lo notaran sino además proteger a esa gente del fuego del volcán que despedía partículas de lava a ratos. Se quedó pensativa meditando sobre sus opciones para llevar a cabo lo que se le pedía.

 

Algunas chispas de la lava salían con más frecuencia ahora poniendo en riesgo a la multitud. Activo entonces su anillo salvaguarda contra miradas indiscretas y se acercó disimuladamente a algunos muggle que estaban allí tocandolos mientras fingía que se abría paso para ver, pero lo que en realidad hacía era dejar una marca de sangre en cada uno con el fin de controlarlos por al menos un momento. < Cuando empiece el fuego corran y evacuen a toda la gente posible > se comunicó mentalmente con aquellos que había marcado. Luego con una floritura de su varita abrió más la grieta donde salía el fuego, en ese momento todos voltearon a ver qué sucedía y aprovecho para soplar polen de lirios de fuego sobre el grupo que estaba presente a fin de protegerlos del fuego si eso se salía de control.

 

Tal cual como había ordenado aquellos hombres empezaron a evacuar a la gente y ellos al tiempo corrieron también generando un pequeño caos pero que al menos sacaba a los muggles de aquella zona. Un grupo de magos se mantenía cerca a la espada pero vigilando la grieta por donde la lava salía cada vez más, se acercó a la espada para verla más de cerca mientras se trataba de concentrar para crear un portal, la lava era cada vez más y venía en su dirección, pensó en usar arena de hechicero pero dejar a aquellos magos ciegos con la lava llegando era cruel, así que cuando sintió que tenía toda la fuerza y concentración posibles rasgo el espacio invocando un fulgura Nox, y tomando un frasco con semillas de hielo las lanzó en dirección a donde se acercaba el magma congelandola así como cerrando la grieta con el hielo, la superficie se congeló y los magos cayeron al piso por lo resbaladizo del terreno. Aprovechando esa situación tomó la espada y cruzo el portal con ella.

 

Apareció donde había decidido cuando abrió el portal, justo detrás de Badru que observaba todo a la distancia necesaria — Creo que debo manejar un poco más la discreción de mis actos, pero al menos no había muggles ya — dijo mientras extendía la espada al guerrero Uzza, esperando que no pusiera muchos problemas por los métodos que había usado.

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  • 2 semanas más tarde...

Aquel día, Binny dejó el giratiempo roto en manos de Alexander. En la plata se reflejaba el rostro del muchacho, como si nunca se gastara, un rostro serio de ojos severos. Dejarle su reliquia era, para ella, una enorme señal de confianza que ambos entendían bien. Observó durante unos segundos a Alexander y luego de nuevo al giratiempo antes de partir, le besó la mejilla y se alejó lentamente sin mirar atrás. Sus zapatos resonaron en la torre hasta que el eco espantó a los cuervos en el techo y unos segundos más tarde desapareció. Debía hacer lo que tenía pendiente en el Ateneo, continuaría con el aprendizaje del libro de los druidas, pese a que ello significaba dejarle solo en la búsqueda interminable de recuperar el tiempo a través de decisiones que sumaban muchos más daños colaterales.

Aunque los segundos corrían y su tiempo era preciado, sumamente preciado para su propósito, entendía a la perfección el valor de los portales que podrían llevarla al futuro, al pasado, al inframundo. Un poder público de esa inmensidad no debía mantenerse desconocido para ella, era esencial utilizarlo y eso haría. Esa fue la idea a la que se aferró para seguir andando y no volver a la torre. En su cuello ya no estaba su precioso recuerdo, sentía en ella la nostalgia cubierta de una blusa de lino blanco; sin embargo, decidida siguió hasta la Plaza del Árbol de Fuego. El sombrero puntiagudo le protegía de los rayos del sol y las botas del mismo escarlata le permitía mantenerse en pie a la espera de Badru. Aun así, el calor era intenso. En algún momento de su juventud le hubiera resultado exquisito, mas ya era tarde para eso. Por otro lado, seguramente Alexander odiaría estar ahí, y sin percatarse dejó escapar una risita al imaginarlo.

Al cabo de un instante notó la presencia de alguien así que dijo:

Es la primera mañana soleada que veo en cuatro siglos, muy conmovedor —su voz era suave. Se acomodó el sombrero para ver mejor el rostro de quien aparecía—. Mucho gusto, soy Binny Evans.

Sonrió elegante, mientras se inclinaba en una pequeña reverencia. Del bolsillo del pantalón negro de lino sacó la varita tan rápida como su habilidad para hacer trampa en los juegos de cartas le permitía. La madera de avellano era firme, en este momento parecía rebosante como si empezaran a brotar pequeñas hojas verdes y florecitas blancas de todas partes. Binny tuvo que sacudir dos veces la mano para que vuelva a la normalidad, una fresca rama del bosque. En un sutil movimiento de esta hizo aparecer los anillos, los amuletos y colgantes que eran necesarios para empezar la clase. No le resultaba cómodo, pero sí necesario.

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Los ideales son solo palabras hasta que luches por ellos.

 

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Tras la pequeña travesía para obtener el polén proveniente de los lirios de fuego, el guerrero Uzza se retiró al hogar que le habían proporcionado los directivos de la Universidad, para observar el amanecer de un universo agradecido. Confiaba en que Dennis Delacour hablara de su experiencia en la clase, posiblemente desmotivando a quiénes creían que la exigencia del mencionado pueblo era comparable a la del resto de los habitantes de la comunidad británica. Pensó que le daría tiempo para efectuar contratos ilegales.

 

Pero el gusto le duró poco. Cerca del mediodía, sintió una presencia en la Plaza del Árbol del Fuego, por lo que decidió ir a investigar.

 

El portal lo dejó sobre la copa de dicho árbol, bajo el abrasador sol de mediodía, sin que hiciera ruido perceptible. Podía ver el sombrero puntiagudo unos metros abajo, ocultando la misteriosa figura. Tensó el arco, que generalmente llevaba a espaldas, con una flecha proveniente del carcaj. Esperó, cinco, diez minutos, antes de disparar la flecha de fuego a un costado de su nueva alumna. Valiéndose de su elegante agilidad, efectuó un salto desde el árbol, para aterrizar un par de metros adelante de ella.

 

Binny Evans. asintió con suavidad, mirándole por encima del hombro, como si sus orbes no dieran crédito a lo que veía. De los warlocks, ¿no? Si han venido a pedirme que participe en otra de sus guerras por la comunidad mágica...Bueno, tendré que declinar esta vez.

 

Dejó ir una ligera risita de ironía, amortiguada por el pañuelo que cubría prácticamente todo su rostro. Se giró para quedar cara a cara con su interlocutora, quién seguramente no se habría inmutado por el proyectil ardiendo a un costado suyo. El primer tiro era de advertencia, pero en vista de que la castaña le dedicaba una reverencia, entendió que no eran asuntos tan triviales. Ya no digamos, la aparición de ciertos aditamentos que estaban relacionados con los poderes que Badru enseñaba.

 

Pero veo que he cometido un ligero error. No anunciaste que venías a aprender a utilizar el Libro del Druida, y quizá sea así, pero es un buen comienzo. Es algo que no debe tomarse a la ligera.

 

Extrajo su varita de entre la túnica dorada, hecha por los duendes, que además le servía como armadura, en un afán de pensar qué haría con el asunto en el que se había metido. Bien podría negarse una segunda vez a enseñarle a la warlock, pero optó por darle una oportunidad, a través de un sencillo experimento.

 

Bueno, ¡está decidido! Iremos a un lugar muy especial. mentalmente, formuló un Fulgura Nox bajo las botas de Binny, lo suficiente como para que ella cayera dentro de éste. Él accedió poco después

 

Se trataba de la nada. No había esqueletos, ni espectros, vida o viento soplando, solamente un vacío. Uno no podría ver más allá de sus manos, y experimentaría una sensación de soledad aplastante. Era como adentrarse en los ojos de Badru, que compartían esa coloración con el plano en el que se encontraban. Un limbo entre la existencia y la inexistencia.

 

Te doy la bienvenida al mundo de los muertos, Binny Evans. Aunque yo lo llamaría, el mundo oscuro. ¿Cómo te sientes?

 

Su voz se escuchó como susurro en la oscuridad. Ahí, en su juventud, el Uzza había aprendido a controlar el poder del hechizo que había empleado, ¿qué mejor lugar para comenzar la travesía?

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Ahora que Badru estaba frente a ella, notó los ojos negros que se asomaban por el pañuelo rojo. Era una mirada penetrante e inexorable. No pudo romper el contacto visual, permaneciendo inmóvil unos segundos, mientras recordaba que las viejas brujas contaban que en cambio su sonrisa era resplandeciente como el sol. ¿Sería cierto lo que decían de él? Ni la flecha con punta de piedra a un lado pudo despejar su atención. Escuchaba sus palabras, las entendía, pero hubiera preferido centrar la conversación en él y en su historia. Gracias al cielo el sentido común volvió a su lado y recapacitó ¿Quién era ella, además de una desconocida, para intentar saberlo todo... tan pronto? Asintió, qué más podía hacer, Badru sacaba conclusiones rápidamente y por su cuenta. Y lo agradecía, Binny era de pocas palabras, además el tiempo seguía avanzando y corría el riesgo de que Alexander reparara el giratiempo de plata por curiosidad y sin ayuda.


Le vio sacar la varita y antes de que ella misma se pregunte qué había decidido Badru, ya estaba cayendo. Se dejó absorber por el portal con un débil grito de sorpresa. A donde llegó se las ingenió para mantenerse en pie con gracia. El lugar era tan negro como los ojos de Badru, pero sin historias para contar. La oscuridad era perfecta para esconder el brillo de curiosidad en sus ojos. Supo que Badru seguía cerca cuando escuchó su voz de nuevo, era un susurro misterioso, como si no quisiera irrumpir en aquella nada. El mundo de los muertos parecía vacío, silencioso, quizás solo hubieran muertos descansando en paz. Sonrió culpable ante la idea, obviamente no podía decirlo en voz alta.


No quisiera que me malinterpretes, pero valoro mucho la soledad —le respondió—. La idea de la nada y del tiempo detenido siempre me genera calma, como una pausa de la humanidad. Parece un lugar excelente para entrenar ¿No es así? —Claro que en realidad solo hablaba de su obsesión— Expecto Patronum.


La gacela de luz trotó a su lado iluminando su rostro y luego cerca de Badru, a sus espaldas solo había más oscuridad. Le pareció escalofriante mirarlo, era como si tuviera dos concavidades huecas en el rostro. "Maravilloso" pensó, la forma en que compenetraba con el espacio era espectacular, seguía siendo escalofriante, pero digno de presenciar. Era un recuerdo hermoso que seguramente le mostraría a Alexander, ojalá este estuviera ahí, le hubiera encantando descansar en la nada misma, donde ninguna profecía podía afectarle ni había familia que buscar.


Es una gacela —dijo, seguramente el silencio sería largo e incómodo mientras ella permaneciera allí—. Es mi guardián.


La varita seguía lista, esperaba una señal. Según sus cálculos debería escapar de ese lugar como parte del entrenamiento, en realidad lo esperaba. El Fulgura Nox estaba en su lista de pendientes. Y de no ser así, seguiría esperando hasta poder hacerlo. No era como si no hubiera pensado en ello, era solo que aún no lo había intentado por su cuenta, pues precavida como era prefería hacerlo con Badru cerca, solo por si uno de sus portales dejaba escapar una criatura del inframundo y luego no podía regresarla. Aguardó durante unos sepulcrales segundos, Binny era impaciente. La gacela ahora trotaba a espaldas de ella. El sombrero puntiagudo parecía estorbar, así que con un movimiento lento se lo quitó y este desapareció.


Si aquí solo estamos los dos ¿Entonces seremos contrincantes? ¿O invocarás un obstáculo? —preguntó, sabía que era indiscreta. Su cabello cayó en su espalda —Me gustaría saber qué harás.

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La reacción de Binny Evans al tomar consciencia del lugar en el que se encontraba, tomaron por sorpresa al guerrero Uzza. Normalmente, a quienes mostraba ese plano existencial, le pedían que los sacara de ahí cuanto antes, incapaces de entender que se encontraban en un lugar dónde las reglas del espacio-tiempo no aplicaban. Le intrigaba, por lo que era menester indagar más al respecto de ese comportamiento.

 

Es curioso. Un alumno promedio, me habría pedido que lo ayudara a salir de aquí. sonrió complacido, aunque ocultando dicho gesto bajo el pañuelo. La soledad no necesariamente debe ser la carencia de compañía, sino el sentirse distinto del resto. ¿Tal vez, por eso, es que te agrada?

 

No le inmutó la invocación del guardián de su alumna, una gacela hecha de luz pura, que seguramente había querido usar para dimensionar el mundo de los muertos. Una luz en una oscuridad que algunos adoptarían, pero en la que también existían otros que habían nacido en ella, como él mismo. Con las manos entrelazadas sobre la espalda, continuó su camino circular en torno a la joven, quién había decidido deshacerse del sombrero que cubría su cabeza.

 

Las almas vienen aquí, antes de pasar a otro plano de existencia. En lo que cabe, sí, es un lugar óptimo para entrenar, si no gustas de las interrupciones.

 

Aún con varita en mano, deslizó el brazo que la sostenía hacia abajo, como si rasgara algo. Se formó un pequeño portal, que apenas alcanzaba para que una persona se asomara. Del otro lado, podía verse el castillo de Hogwarts, tan majestuoso como siempre, cubierto por incesantes llamas. Repitió la acción otras cuatro veces, generando retratos en vivo de acontecimientos que habían tenido lugar, o que aún no sucedían. Además del portal que daba a la Batalla de Hogwarts, también había uno que llevaba a Nueva York muggle, otro a un pequeño mirador turístico cerca del monte Fuji, mientras que una vista del primer partido de Queerditch, y un paraje desolado, dónde se alcanzaba a ver un periódico con la fecha 2049, cerraban la comitiva.

 

Parecía divertido con la idea de que comenzaran a atacarse el uno al otro en aquel lugar en el que no había absolutamente nada. Si bien, su pueblo le demandaba sangre en honor a su diosa, respetaba su propio santuario. Guardando la varita entre el peto de la túnica, se plantó frente a la castaña, expectante.

 

En realidad, planeo darte la oportunidad de que selecciones el destino que más te agrade. Pero debes saber, que no sólo basta con visualizarlo, tienes que dejar que te posea. En otras palabras, el hechizo Fulgura Nox no es como si usaras aquello que ustedes le llaman Aparición.

 

Extendió ambos brazos, dando a entender que no sólo se limitara a aquello que él le había mostrado. Quería conocer más acerca de la warlock, así como de su decisión por haber acudido a él tan decidida a recibir sus enseñanzas. Sus ojos, o los huecos que los reemplazaban mientras se encontraban ahí, destellaron de forma tenue, como si el firmamento se proyectara en estos.

 

Las reglas físicas no se aplican del todo aquí. Puedes pasar cinco años, por decirlo, aquí, observando realidades alternas desquebrajarse, pero en cuanto decidas salir, no te habrás desplazado en la línea temporal, más que unos cuantos segundos, a lo mucho. complementó, recordando que el poder de manipular el tiempo era codiciado por más de uno. A menos que tengas los conocimientos adecuados, las visitas a otras épocas son un tanto caóticas, muchos enloquecen al alterar el equilibrio del tiempo.

 

Dio paso a otro silencio aparente, en el que sólo se escuchaban las respiraciones de ambos. La decisión de Binny definiría el rumbo de la clase.

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