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Libro del Caos


Bakari
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—Trataré primero a ver si logro hacer algo por la patria —dijo con mala gana.

 

El troll seguía pareciendo disgustado con el asunto de no poder hacerle daño. Antes de que volviera a hacerlo, la mujer invocó a dos manos fantasmales que de inmediato quedaron ofuscadas entre ella y el ente. En cuanto volviera a atacarla, se volverían corpóreas y pararían el ataque, además de retenerlo por si se ponía creativo e intentaba arremeter contra ella por la fuerza. No estaba asustada, pero sí bastante perturbada. En caso de que estuviera en un asalto, sería un problema bastante evidente tener que lidiar no sólo con los hechizos del bando contrario sino con los ataques del maldito troll.

 

Pero aún cubierta por su bruma mágica, podía distraerse un poco y sacar de nuevo el libro del Caos. Era un libro precioso y cargado de una magia poderosa, oscura como la magia que ella apreciaba, pero seguía siendo todo un lío. Leyó, se familiarizó, practicó un poco en voz baja y volvió a guardarlo. Vale, no parecía tan diferente a lo que ya habían probado con Bakari. Volvió a guardarlo en un pliegue de su túnica y se concentró una vez más en la magia de las manos, era un tema bastante cansado si se ponía a pensar en toda la energía que había estado usando.

 

Poco a poco, con menos intensidad que antes puesto que ahora no iba a invocar nada, la magia fue saliendo de su interior, pero esta vez no se centró en sus manos sino en todo su ser. Era como estar siendo nutrida poco a poco por el mismo poder que tenía. Cerró los ojos, inhaló y puso toda su atención en lo que estaba sintiendo. Dentro de ella, era como que su magia tenía ciertos desniveles sin terminar de establecerse en uno, pero cuando acabó el hechizo, seguía exactamente igual. La Rueda del Caos no la benefició ni la perjudicó, la dejó con sus altos poderes de Ángel Caído.

 

Fuego Maldito Mortis.

 

Tres llamaradas en forma de Thestrals salieron de su varita, cayendo de inmediato después de tomar vuelo, sobre la cabeza del Troll. Con un alarido fuerte, el ser se quedó ahí, estático, todo quemado pero sin morirse. Su poder era grande en comparación a muchos otros magos y no le importaba que Bakari viera que era una mortífaga, puesto que al terminar la clase ambos olvidarían sus inclinaciones de bando, pero el Troll era un ente que no podía ser destruído... no así. Chasqueó la lengua con exasperación, recibiendo el último Mobilicorpus que podía parar el Detritus y las manos ocuparon su lugar, haciendo que el Troll se enfureciera un poco más. La Atkins miró a su esposa.

 

—Vale, creo que te toca a ti, mi amor... —rodó los ojos, aunque una sonrisita estaba oculta en sus labios. Era divertido, después de todo.

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«Excelente» con la aprobación del Uzza, Tauro se sentía libre de emplear a su Cíclope por lo que le quedara de tiempo para ayudar a Leah y aunque estaba lidiando perfectamente bien con el Trol, necesitaba practicar y qué mejor manera de hacerlo contra un dios inmortal. La diferencia es que ahora debía emplear un segundo hechizo del libro antes de darle una orden directa a su invocación y claro, tal como la primera vez todo dependía de si Anubis la quería favorecer o no. Asintió en dirección al Uzza y de nuevo juntó sus manos en el pecho, empleando la misma concentración que usó para convocar al Cíclope, sólo que esta vez no aparecería nada físico, sino que en su lugar le daría poder o no para enfrentar al trol y a cualquier bruja o mago en alguna futura batalla.

La petición a Anubis estaba hecha, pero no podía decir con seguridad si se sentía diferente, más poderosa o quizás más débil, supuso que no lo sabría hasta comprobarlo.

— Atácalo —fue una simple orden y de inmediato el Cíclope tomó su lugar en dirección al trol. Los hechizos que este lanzaría serían a conveniencia de la líder, en esta ocasión de ataque. Una voz áspera y profunda fue la que habló.

«Fuego Púrpura» una llamarada color violeta surgió en dirección al Trol, quién luego de recibir el impacto del Fuego Maldito, cayó inconsciente por un instante, uno muy rápido en realidad que no le impidió levantarse para tratar de arremeter de nuevo contra Leah a pesar de que llevara las de perder. Por lo menos de una cosa estaba segura y era de que el cíclope se comportaba tal como esperaba. Sonrió. Ahora le tocaba a ella.

Morisoseo Ánima —esta vez fue Tauro la que habló. A su alrededor un conjunto de cráneos se fue formando hasta hacer un círculo perfecto. Era, como mucho, la segunda vez que empleaba ese hechizo y era momento de ver su utilidad, por lo que tras una orden mental los mandó a todos en dirección al trol, que al impactar supondría una rápida curación debido a la gravedad de las heridas, pero en este caso sólo obtuvo un rasguño que ni siquiera debía curar enseguida. «Así que ese había sido el resultado de su suerte» No estaba enfadada, para nada, no cuando apenas estaban probando sus nuevos poderes, pero en una situación real seguramente seguiría maldiciendo por lo bajo debido al resultado poco efectivo de su hechizo. Sus poderes habían sido reducidos a la mitad y no había nada que pudiera hacer al respecto.

 

— Esto de tentar a la suerte puede ser... peligroso, por no decir contraproducente.

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—¿Contraproducente?

De a poco, la risa pequeña que empezaba a formarse en su garganta acabó por salir de su boca ya sin que tratara de detenerla y se cubrió la boca con el dorso de la mano al ver que había captado la atención de más de uno en el lugar. Por lo menos su novia estaba consciente de que ella, aunque no pareciera, sabía reír. El Troll por su parte no parecía muy contento con la felicidad de la Ivashkov, ya que pronto empezó a lanzar nuevos ataques contra su invocadora como si no hubiera un mañana. Ella estaba tranquila, puesto que las Necrohands se volvían corpóreas cada vez que el rayo intentaba alcanzarla y la dejaban libre de daño, pero esperaba que al menos pudiera librarse de alguna forma del molesto ser.

Volvió a centrarse pues en la situación. Sus ojos estudiaron al Troll con atención. Sabía que no podía matarlo, era inmortal según lo que decía su libro del Caos, pero quizás podía intentar hacerle daño, sólo para comprobar si el hechizo de la rueda del Caos funcionaba o sólo era un juego con la suerte, como había dicho Tau. Sacó la varita, concentró todo su poder mágico en las manos y pronto este se expandió con una bruma rojiza alrededor de todo su cuerpo; por la forma en que la luz que resplandecía en cada movimiento titilaba, sabía que era probable que fuera bueno, malo o nulo. Esperaba que fuera bueno.

 

¡Morisoseo Ánima!

 

Las calaveras de oscuridad salieron de su varita como una potente invocación de magia negra, aproximándose al Troll y atravesando su cuerpo de inmediato. De haber sido un ser normal, las heridas sangrantes lo habrían tumbado, asesinándolo, pero éstas no causaron ningún daño en él. El corte estaba, al igual que las consecuencias de haberlo enojado, pero no lo había matado ni había hecho gran cosa.

 

—Esto sigue sin darme más poder. Lo intentaré una vez más, lo peor que puede pasar es que baje los niveles de mis hechizos —bufó, rodando los ojos y mirando a su novia—. Amor, te amo, por cierto.

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Bakari no había hecho ningún comentario sobre la actuación de las mujeres, permanecía sereno y atento, como si estuviera reflexionando acerca de algo muy importante, aunque tal vez podría ser que su mente se encontrara en otro lado. Al no obtener ninguna nueva indicación, tanto Tauro como Leah decidieron seguir probando su suerte, buscando la manera de mejorarla. Al Trol, por otro lado, le quedaba muy poco y con él también desaparecerían el dios del caos y el centauro, lo cual era una verdadera lástima. ¿Y si las hacía invocar un nuevo dios del caos? Eso sería llevarlas al máximo, de por sí que se necesitaba de mucha energía para convocarlos, hacerlo tres veces de seguido podría resultar peligroso.

 

— Cuidado con lo que deseas, amor —respondió mirándola, sonrojándose inmediatamente luego de escucharla.

 

— Y yo te amo a ti —si el Uzza no había tenido la molestia de intervenir, lo mejor que podía hacer era dejar que al menos hablaran entre ellas, así fuese para expresar su amor, tal como acostumbraban a hacer en cualquier lugar donde estuvieran juntas.

 

— Mi turno, vamos a ver qué sucede —meditó.

 

Semillas de Hielo —de la varita surgió un viento helado que recubrió de hielo a la criatura, el trol, dejándola inmóvil por lo que debía ser un turno, pero como una vez más la suerte no estuvo de su lado, permanecería así únicamente por una acción. Ni bien el hielo se derritió, el trol, junto con el centauro, desaparecieron.

 

— Es una lástima que no duren más tiempo —suspiró, tomando la mano de Leah para entrelazar los dedos con los suyos. Sentía que llevaban mucho tiempo con Bakari, al menos más de dos o tres horas y el día poco a poco llegaba a su fin. ¿Qué sería lo siguiente? La idea de tener que enfrentarse cara a cara con su novia la ponía nerviosa y pese que al principio quería prolongar el encuentro lo más que pudiera, la espera también se le estaba haciendo insoportable.

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Sus labios se curvaron en una sonrisa complacida al escuchar su respuesta y esperó a que Tau hiciera nuevamente un hechizo contra el Troll, tan enfurecido que incluso empezaba a alertarla. Las semillas de hielo no hicieron nada, como era de esperarse después de que volviera a usar la rueda del Caos y ella rodó los ojos, impaciente y exasperada. La maldita cosa no funcionaba y la poca paciencia que tenía se agotaba.

Sintió los dedos de su novia meterse entre los suyos, hallando su lugar sin que la mano opusiera resistencia, haciéndose parte de ella sin avisar. Los apretó, sintiendo serenidad inmediata y desvió la mirada a su rostro, casi olvidando por completo que Bakari estaba ahí. Viendo que el hombre estaba un poco chiflado, no esperó menos que un regaño por sus abiertas demostraciones de afecto, pero el Uzza estaba perdido en sus pensamientos y a saber en qué más.

Fue en ese momento que otro Mobilicorpus chocó con estridencia en las Necrohands, que pronto se hicieron corpóreas para detener el impacto, y ella volvió a la realidad de golpe. Esta vez tuvo unas ganas incontrolables de ir a matarlo con sus propias manos, no podía ser tan molesto. Concentró una vez más su poderío mágico en el cuerpo, usando la rueda del Caos y dejó que toda la energía fluyera por cada poro, sosteniendo la mano de su prometida con fuerza.

-Fuego Maldito

Tres Aethonans salieron de su varita e impactaron con fuerza sobre la cabeza del Troll. La quemadura fue tan leve como el Fuego Maldito de un Mago Oscuro. Bufó enojada.

-Esto no sirve... A buena hora.

Rodó los ojos cuando con un rugido el Troll desapareció y miró tanto a Tau como a Bakari.

-Ya bueno, sigamos.
Editado por Leah A. Ivashkov

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