Libro del Caos

[Melrose Moody]

Bueno, tal vez era una buena o una mala idea pero decidió que quería intentarlo de todas formas. No se le habían ocurrido muchas ideas así que luego de extraer el grueso tomo que acababa de guardar probó nuevamente. Su varita se deslizó casi de forma grácil en el aire, cuando se dispuso a utilizar la rueda de la fortuna. De hecho, había sentido curiosidad por ese hechizo desde antes que la clase iniciase, pues al comprar el tomo Evans le había comentado que estaba particularmente interesada en ese spell más que en otros.

Mas, al igual que con las fuerzas del caos, no era como si la magia requiriese de un catalizador en particular, así que la concentración de la energía mágica, en aquella ocasión enfocada en obtener fortuna, también formó estelas en los extremos de sus manos. Luego, simplemente colocó ambas manos ante sí para dirigir aquello que había logrado concentrar en dirección al poltergeist.

 

A pesar de que había decidido convencerse de que las posibilidades eran exiguas y de que por eso era mejor pensar en otras alternativas, aún así se sintió decepcionada cuando notó que nada sucedía y que seguía tan robusto y entrometido como siempre, cuando en lugar de las bolas de papel que había estado lanzando, terminó volcando un cubo de agua sobre su cabeza.

 

Enseguida, la túnica de tela empezó a chorrear, a la par que la incómoda sensación del agua fluyendo desde su cabeza hasta las botas oscuras la invadió. También, tuvo que lidiar con la penosa tarea de echar una mirada a sus pantalones de montar para poder empezar a secarlos con la varita. Al parecer, le iba a costar algo más que eso librarse de Peeves y ya su fortuna estaba echada, de forma que no podía anular lo ya sucedido.

[Rory Despard]

1d3-2

[Rory Despard]

Bien, era momento de probar todo lo que el libro tenía para ofrecer. La instrucción de Bakari había sido estrictamente precisa con que lo hiciéramos. Así que eso debíamos hacer.

 

El problema estaba en concentrarse con esos molestos Peeves rondando todo el lugar, y que ya habían espantado a la pobre ninfa de Kaori, algo que en realidad el propio libro indicaba era uno de sus "efectos". Así que al tiempo que veía a Melrose leer la página que describía el hechizo de la rueda de la fortuna,decidí intentar otra clase de hechizo.

 

Bien podía ser que si un hechizo fallaba, el otro consiguiese su objetivo. Con eso en mente, y el libro abierto y flotando en el aire en la página que describía los efectos de la rueda del tiempo comencé a concentrar energía en mis manos, de la misma forma que había hecho las veces anteriores, y cerré los ojos para lograr enfocarme y que las bromas de los Peeves (la última de ellas mojarme la túnica) me afectaran lo menos posible. Cuando por fin percibí aquella energía concentrada en mis manos la dirigí hacia los poltergeist.

 

Sabía como el azar jugaba su cuota en lo que iba pasar a continuación y todo lo que podía hacer era rezar porque en lugar de que desapareciera uno de los Peeves, este resultara multiplicado. A las finales, tras unos segundos comprobé que en realidad nada sucedía. Las cosas seguían exactamente igual y cuando frustrada me crucé de brazos, comprobé que ya no podía despegarlos.

 

— ¡Era engrudo y no solo agua! - chilló uno de los Peeves mientras el otro le hacía eco y jugaban a quedar con las manos estáticos.

 

 

Maldición, pensé con rabia, mientras con horror comprobaba lo tieso que se había puesto mi cabello.

[Valky]

1d10

Rueda del Caos:

[Valky]

Kaori.

Observó con atención los movimientos de su compañera de clase Mel, luego de intentar una vez más logro convocar un Pevees y como era de esperar la ninfa que ella misma había hecho aparecer, salió huyendo muy asustada, era de esperarse ya que Bel había corrido con la misma suerte y ahora había en escena dos Peeves que sin perder tiempo empezaron a hacer bromas a sus creadoras.

Cuando el maestro les dio via libre para que pudieran probar las otras invocaciones, Kaori decidió probar con una de las ruedas, juntó nuevamente sus manos y se concentró en canalizar hacía ellas toda la fuerza del caos, no obstante, no obtuvo el resultado deseado. Sintió como un frio la recorría, estaba siendo objeto del poder del libro, si estuviera en una batalla y no solo probando los poderes, sus hechizos seguramente hubieran salido con menos poder que el que tenían.

—Petrificus totalus — dijo apuntando con la varita hacía el Pevees que estaba atormentando a Bel, lastimosamente por Mel no podía ya hacer nada, estaba completamente empapada y la otra bruja iba por el mismo camino.

Al estar bajo el poder de la rueda del Caos el rayo que había enviado no tuvo el efecto deseado y el molestoso ente si había logrado su cometido, ahora Bel también estaba empapada con una sustancia que parecía estar endureciéndose.

—Lo siento… —murmuró algo apenada por no haber podido ayudarla. Quizá en el próximo intento lograran hacer algo con los Pevees o simplemente estos ya se esfumaran.

[Bakari]

El sol seguía como al comienzo de la clase, brillando a su máximo esplendor alimentando de vida todo aquello que lograba alcanzar. La copa de los arboles bailaban al ritmo de la brisa, refrescando el ambiente luchando por bajar la temperatura impuesta por el astro rey.

Frente a Bakari las jóvenes continuaban tratando de convocar fuerzas diferentes a las del señor del caos, esperaban obtener poderes increíbles que pudiesen probar ante Peeves que estaba molestándolas arrojándoles agua como si estuviesen en una ocasión festiva llamada carnaval. Ambas seguían siendo victima del poltergeist que se divertía con cada tonterías realizada por ellas. No tuvieron éxito al invocar los poderes que intentaron.

Una sola sí, creyó que el poder de la rueda del caos le favoreció e intentó realizar un encantamiento para paralizar por completo a uno de los poltergeist. El hechizo no logró hacerle nada e hizo a ambos Peeves rieran con fuerza, ahora no solo atacaban a sus invocadores sino que empezaron a burlarse y molestar a la otra joven, la misma que los atacó. De alguna manera, todo le servía a Bakari, porque necesitaba a todas ellas realizando los encantamientos del libro de la manera correcta y tuviesen éxito por lo menos en eso. Sus deseos de irse a descansar aumentaba a cada minuto.

- Vuelvan a intentarlo - Dijo desde el suelo donde se encontraba sentado observando.

No supo si ellas tardarían más de lo debido, sus anteriores alumnos era inútiles como siempre pero podían lograrlo en un par de intentos más. Estaba muy claro que los magos de ese continente no fueron favorecidos por el don de la inteligencia.

[Ky.]

Elizabeth Malfoy

 

Había pasado más de un año desde la última vez que había tenido que tratar con Guerrero Uzza, no era que le hubiese entrado algún tipo de pánico con Badru simplemente había decidido no hacerse más poderosa, ¿De qué le servía tener libros con poderes grandiosos, si había decidido solamente ocuparse de Dexter y hacerse a un lado con la guerra mágica? Fue más por eso que por otra cosa que había decidido prolongar su encuentro con Bakari el guerrero del libro del Caos, pero entre más pasaba el tiempo más moría de ganas de volver a usar su varita para aprender unos cuantos hechizos más.

Por lo que ahora estaba decidida a continuar con su aprendizaje, aun cuando la mayoría de aquellos poderes no iban a ser utilizados, le encantaba usar los anillos de cada uno de los libros que había cursado y los diferentes amuletos que llevaba colgando en el cuello. Eran un total de ocho anillos, cinco amuletos y la daga que llevaba guardada entre su cinturón y su pantalón de cuero negro que combinaba con la chaqueta del mismo color y material que le cubría la parte superior, junto con una blusa roja que iba a juego con las zapatillas rojas.

El lugar al que se había presentado era junto a un caudal de agua fluvial, que desbocaba a varios kilómetros de aquel lugar en una pequeña laguna, la Malfoy camino en círculos mientras esperaba al Uzza, no estaba segura de usar algún tipo de hechizo para empezar la clase, simplemente esperaba que ninguno de los anillos en sus dedos se activara, en señal de peligro.

—Bakari, me presento ante usted, para ser entrenada bajo los poderes del libro del Caos. —dijo a la nada con la esperanza de que el Uzza apareciera de entre los árboles o de la casa de campaña. En el fondo deseaba que el guerrero fuera menos intenso que el guerrero del druida.

[Pik Macnair]

Las bolsas bajo los ojos del Macnair reflejaban lo poco que había descansado las ultimas semanas. Dormir tres horas por noche era todo un lujo si se ponía a pensar en la primera semana que comenzó en su nuevo trabajo. Pensaba que las bromas entre Pik y Beltis sobre conseguirle un puesto eran solo tonterías, solían hablar sobre conseguir algo sencillo y banal, algo que nadie sospechara en como la bóveda del Ángel Caído aumentaba mes tras mes sin ningún trabajo fijo. Su sorpresa fue cuando Taurogirl y Beltis, esta ultima con una sonrisa más placentera que tímida, le pidieron ser Director de Hogwarts. No podía rechazar la oferta, únicamente por ser ellas.

Y ahí se encontraba, siendo el nuevo Director de todo lo que veía. Pik simplemente quería una vida sencilla y tranquila, quizás algo interesante como lo ocurrido hace un par de meses en el Ministerio de Magia, pero su vida dio un giro que ni él mismo esperaba. Un trabajo fijo. Ahora tendría que ver las clases de la Universidad únicamente por obligación, necesitaba ser un mago medianamente decente y con un alto rango en la sociedad para reflejar su posición actual.

Soltó un suspiro lleno de resignación y se detuvo a un par de metros del lago donde debía estar Bakari según el mapa que estaba en su oficina. Llevaba una sombrilla negra que lo protegía del infernal sol del verano y vestía de manera sencilla, un pantalón negro de tela fina, un par de zapatos a juego y una camisa blanca bastante amplia. A la distancia pudo ver un grupo de magos y supuso que era la clase. Se acercó lo bastante para llamar la atención pero no interrumpió lo que hacían, se veían bastante concentrados.

Editado 5 de Agosto del 2018 por Pik Macnair

[Beltis]

Soltó un suspiro largo mientras caminaba bajo el inclemente sol. Comenzaba a lamentarse del día en el que al Ministerio se le había ocurrido hacer ese pacto y, de alguna manera, obligarla a ir al desierto cada cierto tiempo. Ya fuera por inspecciones, por reuniones o por clases. No estaba muy segura de si iba a llegar viva, tal vez eso contara como última prueba o examen, y si así fuese, estaría en problemas. De lo único que estaba segura, mientras trataba de contener las ganas de salir corriendo al círculo polar ártico, era de que odiaba el calor. Lo odiaba con todas sus fuerzas. En la escala de odio ese sitio estaría en el primer lugar. Y eso tenía mérito.

 

¿No podían poner la universidad en la estepa rusa? ¿En Alaska? No. Claro ¡Asemos a los alumnos en ese infierno terrenal! La túnica de algodón y lino de tonos marengo no era lo suficientemente ligera como para ofrecer alguna clase de alivio. Y eso que el mercader así se lo había prometido. A lo lejos divisó la silueta de Pik, una figura que le era demasiado familiar como para no reconocerla facilidad incluso a la distancia. Podía decir que era casi una experta en sus formas.

 

- Macnair -saludó casi como un ronroneo - Siempre es un placer verte.

 

Incluso en ese infierno demencial.

 

- Me voy a acostumbrar a que seas mi compañero y verte tan seguido.

 

Beltis le dio dos besos en las mejillas.

 

- ¿Todavía no ha aparecido nuestro profesor?

[Bakari]

El calor junto el grito de algún estudiante desde las afueras de la cabaña lo sacaron de su sueño, de su descanso. Había tenido un largo tiempo para él, para estar consigo mismo y meditar en las horas en las que no perdiendo el tiempo enseñando a personas que usualmente no contaban con las habilidades necesaria para adquirir los poderes del libro. Tuvo el tiempo necesario para volver a equilibrar su mente y su cuerpo, relajarse y prepararse para recibir nuevos alumnos.

Hizo lo necesario hasta abrir la puerta de su cabaña y visualizar a sus estudiantes. Una de ellas le quitó toda esperanza de que fueran algo diferente a la experiencias vividas por los anteriores, era una chica con un cabello negro y bonita, tal vez las clásicas mujeres sobre las cuales la belleza abundaba mucho más que la inteligencia; la otra poseía un cabello blanco, le faltaba esa belleza de la primera pero sin duda parecía más experimentada y sabía, sus cicatrices podían denotar enfrentamientos en batallas; el último de ellos, no destacaba mucho, pero sus ojos grises indicaban un grado de superioridad molesto.

Una gota de sudor recorrió el torso desnudo del guerrero que solo estaba usando pantalones. El sol se encontraba en el punto más alto del cielo, aumentando sin piedad la temperatura del ambiente haciendo a todos quejarse e irritarse con cosas sin sentido. Los pájaros estaban en las copas de los arboles cubriéndose en las hojas, tratando de refrescarse.

- Cuéntenme, ¿Cuáles son sus mayores temores y deseos? - Pregunto tratando de ralentizar el proceso, tomándose su tiempo para ver como les afectaba el calor.