Libro del Caos

[Jessie Black Lestrange]

Observó a Bakari con detenimiento, la siguiente pregunta era más sencilla de contestar pero parecía tener un trasfondo qué tal vez ocultaba una trampa.

 

Se sereno un poco controlando el cambio brusco de su cabello que estaba sufriendo en ese momento. Cerro su mente para poder tranquilizarse y finalmente observó primero a Arya y luego a Bakari.

 

-Todo el conocimiento que sea posible alcanzar, entre más conocimiento más entendimiento habrá para con la cultura, cada vez se descubren más cosas y quiero comprenderlas y para eso se necesita conocimiento

 

Se cruzó de brazos, nerviosa por lo que viniera a continuación. Tenía conocimiento previo con este tipo de clases, solían complicarse al llegar a cierto punto o incluso volverse confusas pero había leído el material y comprendía de cierta manera lo que se tenía que hacer.

 

Volteo a ver a Arya, escuchando con atención sus palabras. Ambas eran muy distintas, tenían distintos miedos y aspiraciones.

 

Jugueteo entonces con su varita mágica, a la espera de cual sería lo siguiente a realizar, ansiosa por comenzar de una buena vez.

[Arya Macnair]

Permitió que Jessie fuese la primera en responder pero no por una cuestión de orden, porque ella hubiera llegado primero o cosa semejante. Se apartó dos pasos de la Mortífago y observó a Bakari con ojos lastimeros. Cuando el guerrero le preguntó qué quería controlar exactamente sintió muy en el fondo de su estómago que no importase el matiz que le diese a sus palabras éste las vería insulsas, absurdas, banales. Inspiró, tenía los brazos demasiado sueltos a los lados y éstos se balanceaban con la brisa como si no pesaran en absoluto.

 

Un gruñido gutural hizo vibrar sus cuerdas vocales. Sus ojos verdes, ahora fijos en el Uzza se ensombrecieron. Ella no tenía la capacidad de mutar partes de su anatomía por lo que el cambio en sus iris simplemente se trataba de una expansión oscura, lo que quería controlar arrasando en su interior como un tsunami a las costas caribeñas. Finas franjas negras cubrieron su perfecto rostro de porcelana volviéndolo monstruoso y las uñas le crecieron al doble del tamaño humano normal, sonrió de lado develando su esencia ante alguien que podría verle como una abominación y Black Lestrange, un miembro de La Marca Tenebrosa que no tenía idea acerca de lo que su compañera padecía.

 

—A mi— Respondió.

 

Su cabello volvió a tornarse tan rojizo como el fuego puesto que cada hebra se estaba destiñendo, plata. Rió nerviosa, sus mejillas se ruborizaron. Aquello era nomas que un cuarto de lo que verdaderamente resultaba ser su esencia como demonio pues Arya no estaba poseída como muchas otras personas en el mundo mágico, no luchaba contra un alterego, ella era un demonio original con la capacidad de transformarse en humano.

[Jessie Black Lestrange]

Volteó a ver a Arya sin saber si sentirse sorprendida. Pero aquello no era extraño, ya había visto bastantes cosas con aquella bruja para considerar extraño algo que le pasase.

 

Lo que no entendía era porque quería controlar aquello, si ella tuviera esa capacidad lo utilizaría en su beneficio y más que controlarlo buscaría la forma de sacarle provecho.

 

-¿Porqué querrías controlarlo? Es algo único y de gran beneficio

 

Su entrecejo se frunció pensando en aquello. Le había costado mucho lograr obtener la habilidad de metamorfomagia y ella que tenía esa habilidad quería controlarlo.

 

Tenía muchas preguntas rondando por su cabeza pero aquel no era el momento idóneo para exteriorizarlas. Volteó a ver a Bakari, esperando a que este diera las indicaciones para seguir con aquella asignatura. A fin de cuentas a eso había venido, a aprender de aquel ser.

[Mentita]

Caos. Era una de sus palabras favoritas en el mundo, ya sabía que no tenía nada que ver con lo que estaba a punto de aprender, pero le resultaba atractivo el nombre de ese nuevo Libro de hechizos. Sí, se había tardado varios días en llegar allí desde que su solicitud fuese aceptada, pero es que Candela no era muy conocida por su puntualidad... U orden. ¿Dónde estaban todos sus anillos y amuletos? Cierto era que esa clase no tenía los propios pero debería haber llevado los...

 

― Espera, espera... ―introdujo una de sus manos en el interior de su vestido, en el pecho, y encontró allí los anillos y amuletos de los anteriores libros. Se los colocó con paciencia y continuó con la marcha.

 

En camino se ensució los pies, había pisado un charco y hundido en el barro, de modo que la falda del vestido -maltrecho y viejo- también había quedado comprometido. Candela subió un poco la tela, dejando al descubierto sus tobillos y siguió por un sendero estrecho y lleno de baches. Recordaba haber visto a una bruja usar un hechizo impermeabilizador en sus pies, ella lo podría hacer, desde luego, pero entonces perdería la gracia de la libertad. Además, era un aspecto que le hacía sentirse, quizás, un poquito más humana.

 

Cuando llegó a la puerta de la cabaña, se dio cuenta de que había olvidado el nombre del Uzza al que vería en esa ocasión. ¿Badru? No, a él ya lo había visto en el anterior libro y, a menos que estuviese haciendo suplencias, esperaba no tener que encontrárselo. ¿Gahiji? Runihura no podía ser, tenía entendido que se trataba de un Uzza masculino... Aunque con los cambios constantes en los últimos tiempos, tampoco podía confiarse. Así pues, golpeó la puerta tres veces.

 

― Baraki... ―murmuró con poco convencimiento. ¿Baraki?¿Bariki?¿Bakari?― ¡BAKARI! ―gritó, más con sorpresa para sí misma por haber dado con el nombre correcto, que por llamarlo realmente. Pero bueno, ya había levantado la voz, restaba esperar la respuesta del guerrero.

[Bakari]

Las chicas respondieron con las respuestas ya imaginadas por el guerrero. Una de ellas era muy básica para esperar obtener todo el conocimiento posible, no le alcanzaría la vida para obtenerlo todo. La otra parecía tener, como pensó al momento de realizar la pregunta, una especie de oscuridad dentro de ella, una segunda persona, una maldad y era lo que esperaba controlar. No estuvo seguro si el libro la ayudaría con esa particularidad, de hecho lo único que esperaba es que liberar un poco esa maldad en la parte práctica del libro.

Una tercera persona apareció gritando variedad de nombres parecidos a los del guerrero hasta que por fin pudo dar con el correcto. Se vio orgullosa al respecto. Una chica de cabello castaño y una piel tan blanca como la nieve misma o incluso más, eso generaba cierta incomodidad a la vista, parecía estar muerta o no ser una persona común y corriente, alejada de este mundo. No le dio tiempo de escuchar o responder a las preguntas importantes realizadas, pero no se preocupo por eso, ya tendría tiempo más adelante de realizárselas

Bakari juntó sus manos frente a su pecho, recordando momentos no tan agradables para él, en especial lo sucedido en la guerra participada, concentrando su magia en ellas formando poco a poco una nube negruzca alrededor de sus manos como si fuese a convocar algo, pero no lo hizo en ese momento. Solo se dedicó a mostrárselo a las chicas esperando que ellas realizaran lo mismo.

- Es sencillo, deben buscar sus peores recuerdos - Comentó - Y concentrar la magia en sus manos.

Deberían ser capaces de realizarlo sin ningún problema, si tenían los fundamentos de controlar la magia dentro de su cuerpo y expresarla de la misma forma en la que el guerrero lo realizó

[Arya Macnair]

No quería hacerlo, siquiera pensar en traer de regreso recuerdos semejantes le erizaba la piel, pero nadie le había obligado a presentarse frente al guerrero del caos. Ella, una mujer acostumbrada a encontrar su propio equilibrio en medio de una tempestad, había buscado al Uzza de la discordia, el que le ayudaría a desatar dicha tormenta de poder y emociones. Por lo que trató de concentrar la vista en las palmas del hombre, apartándose un poco de sus compañeras, que ahora resultaban ser dos, para imitar el accionar, suprimiendo cualquier tipo de pensamiento que le pudiese distraer.

 

Un pitido ensordeció sus oídos a medida que se hacía más y más audible. Tuvo el reflejo de llevarse ambas manos a las orejas pero sus palmas estaban pegadas, tiesas, miró hacia ambos lados, sus compañeras no se movían, incluso Bakari parecía aletargado. Solamente ella lo oía y a medida que transcurrían los segundos el pitido se iba transformando en un grito, el grito de una mujer. Cerró los ojos, no se dio cuenta en qué momento, pero lo hizo. Mientras una diminuta voluta de humo negro brotaba de sus poros, entre sus manos que iban separándose centímetro a centímetro.

 

—Emma— Susurró, quizás solo el Guerrero le estuviese prestando atención pues las féminas deberían estar luchando contra sus propios demonios.

 

Entonces las imágenes se sucedieron una a una, fue un tormento, una andanada de flechas directo al pecho. Se sintió un escudo de madera resquebrajándose, el aire se le escapó de los pulmones. La morena ahora ocupaba, en sus recuerdos mezclados con el presente, el lugar de Bakari. Se encontraba arrodillada en el suelo, herida de muerte y con la clemencia colgada de sus comisuras, intentaba que su amiga entrase en razón, recobrase el control de sí misma y no cometiese una equivocación pero era demasiado tarde. El corazón se le detuvo cuando entre sus manos descubrió un arco tensado, sin poder hacer demasiado, con el que dio el tiro de gracia poniendo fin a la vida de Emma.

 

Cuando la flecha atravesó la ilusión Bakari regresó a su sitio, también Jessie y Candela y entre sus manos una contención de oscuridad del tamaño de un balón de fútbol. Temblaba de pies a cabeza, casi incapaz de controlar la magia que acariciaba su piel perlada en sudor por el esfuerzo. Miró a guerrero buscando soporte, sus ojos eran fríos, inexpresivos, duros. Inhaló, contuvo la respiración y aguantó.

[Mentita]

Tenía ganas de arrastrarse al interior de la cabaña, de repente tenía la impresión de haber estado mucho tiempo con sacos y sacos de arena cargados sobre sus hombros. Y se hubiera arrastrado de buena gana, de no ser porque la primera reacción era algo importante en todo encuentro y no le apetecía que la manden de regreso por donde había llegado al lugar.

 

Así pues, obligó a sus desnudos pies emprender la marcha hacia un trío que parecía estar bastante concentrado en sus actividades. Candela se mantuvo al margen durante un momento, prestando atención a las palabras del guerrero que se encontraba frente a dos brujas que conocía de poco y, quizás, de nada. Le gustaba creer que era una desconocida en el mundo mágico, aunque no fuese así.

 

Las palabras del Uzza la sacaron de la nube de distracción en la que se dejó absorber y sólo reaccionó a la mención de los peores recuerdos. ¿Acaso no había hecho eso ya con la habilidad cursada? ¿Cuántas veces tendría que pasar por lo mismo? Enmudeció. Y es que tampoco tenía mucho para aportar en ese momento. Preferible que opinaran las dos primeras mujeres antes que ella. Lo curioso era que, a pesar del millón de veces que hubo tenido que revivir ese recuerdo, esta vez la sensación fue diferente.

 

Candela ya no sentía la necesidad de tirarse al piso y encogerse hasta disminuir su tamaño, de forma pronunciada. Era otro sentimiento. Uno que no lograba distinguir con claridad. Contempló sus manos como una autómata y esperó.

[Jessie Black Lestrange]

Observó a Bakari consternada. Revivir sus recuerdos oscuros no era algo que le gustará. Una cosa era revivir recuerdos dolorosos, cosas de su pasado que la habían marcado pero... ¿Oscuros?

 

Esos los había disfrutado a tal grado que revivirlos seguramente provocarían reacciones en ella que no estaba segura de querer que todos vieran.

 

De sus compañeras no desconfiaba, incluso sabía que entenderían el porque actuaba de esa manera pero Bakari... El guerrero era otra cosa.

 

Suspiró y cerro los ojos rememorando el día en que la marca tenebrosa fue marcada en su antebrazo izquierdo, la primera vez que mató a alguien, incluso recordaba el placer que había sentido al haberlo hecho volviendo a sentir un escalofrío de placer recorrer cada célula de su cuerpo.

 

Una sonrisa cruel se apoderó de sus labios color carmín confiriendole un aspecto cruel a su rostro marfileño.

 

Su cabello, antes de un rojo intenso comenzó a oscurecerse debido a las sensaciones placenteras que la embargaban gracias a los recuerdos y la metamorfomagia.

 

Sintió la energía entre sus manos, creciendo cada vez más y luchando por contenerla mientras su sonrisa se ensanchaba cada vez más ahora dándole un aura de locura.

 

Ladeó el rostro al momento de abrir sus ojos y mostrar en sus grises orbes un atisbo de maldad y crueldad que solía ocultar a las personas que la rodeaban, borrando por completo su fachada de niña inocente que siempre la caracterizaba.

 

Un leve quejido a modo de burla se escapó de su garganta mientras observaba con facinasion lo que había logrado.

[Bakari]

1d7

Señor del Caos:

[Bakari]

Las tres chicas lograron realizar con éxito el primer paso de los tres necesario para dominar en su totalidad las invocaciones necesarias del Libro del Caos, todas tenían en sus manos una nube de magia alrededor y se quedaron a la espera de las siguientes indicaciones del guerrero, en pausa, no parecían querer separar sus manos por el riesgo de no poder volverlo a lograr con éxito una vez más, pero el guerrero no dio explicaciones, volvió a mostrar lo que debían hacer.

Juntó nuevamente sus manos volviendo a realizar el proceso de recordar en los malos y oscuros recuerdos vividos en sus tiempos de guerra muerte, con la misma concentración separó sus manos como si quisiese detener un objeto frente a él y el pensamiento de invocar un Señor del Caos pasaba por su mente. De inmediato esa idea se materializó frente a él, el Dios Anubis le otorgo uno de Señores del Caos para poder mostrarlo a sus alumnos y poder impartirlo.

- Así de fácil - Comentó esperando que las chicas pudieran lograrlo - Ofrezcan su energía y piensen en invocar uno de los señores del caos, no pidan a alguien en especifico.

 

Para él, uno de los más intimidantes estaba allí gracias a su poder y fuerza otorgada por el señor Anubis, aunque por alguna absurda razón intentó quitarle un hechizo que no tenía de ninguna manera. Fue una reacción automática que dejaba al señor del caos como un idi*** frente a sus alumnos y se le pudo ver la molestia en su rostros al darse cuenta de que una vez más el guerrero estaba solo dando clases, esparciendo el poder a más gente.

 

Esperó a que las chicas imitarán sus acciones una vez más y disfrutar cuál de los entes les eran otorgados.