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Libro de las Auras


Runihura
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Permanecía tranquila, en una perfecta posición de loto sobre la roca. Ambos dedos, índice y medio, se tocaban en las yemas, simulando extrema concentración. Y lo cierto era que, aunque no lo notase, estaba bastante concentrada. Lo único que lograba escuchar era la respiración de su alumno y la pequeña disparidad en los vaivenes de su pecho, le indicó que había dado inicio al ejercicio. Algo para lo que, mentalmente, ya estaba preparada.

 

Mantuvo la misma postura serena con la que había comenzado, en un principio nada parecía indicarle que estaba siendo invadida, suponía que el esfuerzo no era del todo efectivo. Aunque sentía la calidez del aura de Niko, la suya propia no daba señales de querer moverse y, claro, con la resistencia de la Uzza le sería bastante difícil. Sin embargo, al cabo de un par de momentos largos, un cosquilleo comenzó a molestarle en los costados. Se extendió hacia el centro del estómago, espalda, cuello, piernas. Recorrió sus brazos hasta la punta de sus dedos, en donde sintió un pequeñísimo chispazo que hizo que abriera los ojos.

 

Ya no era sólo la calidez del aura invasora, sino también la suya propia que hacía amagos por soltarse sin permiso de la guerrera. Aquel naranja brillante, el color de su aura, amenazaba con rendirse ante los intentos del Tonks para controlarla. Runihura observó con fijeza al aprendiz, al tiempo que buscaba una brecha en la mancha azul que lo rodeaba.

 

Le resultaba increíble darse cuenta de lo mucho que le estaba costando defenderse y romper la barrera de Niko, quería culpar a la práctica anterior con la Black Lestrange, pero no sabía qué tan segura podía estar de que fuese esa la razón. Sin embargo, no alteró el gesto tranquilo -aunque la mirada intensa- que había adoptado en un principio. Sólo quedaba el golpe de gracia, lo más probable. Quiso decir algo, entonces, mas soltó un suspiro y agachó la cabeza.

 

― Llevaba muchos años sin hacer este tipo de prácticas. ―elevó el índice como petición de tiempo. Otro suspiro.― Bien, creo que es hora de poner algo de dificultad a tu aprendizaje.

 

Se puso de pie y generó otro portal. Lo enviaría al mismo lugar al que había enviado a su anterior alumna.

 

― Hay una aldea acosada por todo tipo de criaturas, asegúrate de echar una mano y traerme el acertijo de la esfinge, ¿quieres? Creo que me serviría a futuro. ―se encogió de hombros y miró expectante al chico, a que cruzara el portal y cumpliese con la tarea.

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Lancé un suspiro...

 

El sol todavía apretaba y aunque sabía que era por encantamiento, a veces aún agradecía que hiciera algo de fresco o, algunas nubes que lo cubrieran un poco. Después del susto inicial con esos bichos protectores del Uzza. Me había puesto delante de los animales, estaba segura que, bajo ese encantamiento (?) no me atacarían y no correría ningún peligro. Intentaba ver a lo lejos, parecía que había figuras pero no sabía si realmente era quién yo buscaba, me giré otra vez mirando a mis "acompañantes".

 

Y aún así, me hizo gracia que ronronearan un poco. Negué con la cabeza y ajusté mejor mis prendas...

 

- Imagino que vosotros sabréis dónde está -miré a ambas panteras y durante un tiempo prudencial, ambos empezaron a caminar hacia la dirección que me pareció ver... No tardamos mucho tiempo en llegar. Me fijé que una mujer estaba acompañada ni más ni menos que por el director de la Universidad. Tampoco quería molestar al director al llegar voceando. Sabía que eso desconcentraría al chico de seguir con sus prácticas y me dirigí a la mujer, que ya empezaba a abrir un portal. Siempre me sorprendía la facilidad de la manera en que ellos usaban la magia.

 

- Buenas tardes profesora - le dije en un susurro- espero no llegar tarde a ésta clase - le volví a decir en un mismo tono - es que, no quiero que pierda la concentración de lo que está haciendo -le aclaré con una sonrisa y esperé a que ella me indicara los pasos siguientes, a mi aprendizaje para obtener el libro de las auras.

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Llegarías tarde dependiendo de la hora en la que, se supone, debías venir. No sabía que esperaba un alumno más. ―estiró el cuello por sobre la cabeza de la muchacha, por si se aparecía alguien más.

 

Runihura estaba atenta a la determinación de Niko, pero no podía estarlo por mucho tiempo, ¿verdad? Al fin y al cabo, la recién llegada también primaba en su clase. Por lo que bajó de la roca en la que se había sentado y se acercó a la chica, lo suficiente como para concentrarse sólo en ella, de momento.

 

― Veo que mis panteras te han dejado llegar hasta aquí... ―enarcó una ceja y les dio una mirada recriminatoria a cada una― Supongo entonces, que han autorizado la cercanía. ―soltó una sonrisa enigmática, ¡como si ella necesitara autorización!

 

Al cabo, fijó la mirada en Helike y expandió su aura de tal manera, que llegó a envolver a la aprendiz. El campo energético que las rodeaba era de un naranja brillante, aunque la guerrera tenía sus dudas de que la Rambaldi pudiese distinguirla.

 

Dime, ¿qué ves? O, más importante, ¿qué sientes? ―ladeó la cabeza, curiosa.

 

Tras unos minutos, redujo su aura hasta que sólo parecía envolverla a ella misma. No todos los que llegaban allí eran capaces de ver o sentir, incluso, el aura propia, así que no se sorprendería si a Helike le costaba como a otros.

 

― ¿Qué sabes de las auras? ―preguntó por fin. Clave en el inicio de cualquier aprendizaje.

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Lancé un gruñido al escuchar las palabras de la guerrera...

 

- Pues si su casa no estuviese tan lejos, quizás pudiese llegar a la hora -protesté por lo bajo. Seguro que no le gustaría esa media protesta o incluso, la ignoraría. Pero no importaba. Yo estaba ahí para aprender lo básico del libro de las Auras y hasta quizás obtener el enlace que me permitiría manejar ese poder más grande que el resto de libros que había obtenido hasta el momento.

 

- sí, supone bien -hice una mueca burlona. Las panteras ronronearon un poco más y cada una apoyó su cabeza en sus patas delanteras. Negué con la cabeza, pero estaba segura que, la tutora de la clase, ya sabría que yo usé magia Uzza. Cosa que no me sorprendería. Muchos de los profesores, parecían tener evidencias de algún tipo de videncia que les indicaba lo sucedido antes de la llegada de cualquier alumno.

 

Me callé tras sus últimas palabras. No supe porqué, pero sentí cierto cosquilleo en la nuca, además de cómo se me erizaban todos los pelos. Sonreí nuevamente. Sí, era algo en común que tenía con mi hermana melliza. Estaba segura de que le encantaría estar en esa clase. Ella dominaba muy bien el tema de las auras y, aunque me había enseñado un poco en su momento, estaba segura de que quizá no llegase a su altura, básicamente ella, era sacerdotisa y aunque teníamos en común que podíamos sentirnos mutuamente, quizá no fuese lo mismo...

 

- siento energía -susurré pero me aclaré la garganta- siento energía - dije ahora, en voz alta- una poderosa energía que llega hasta a mí... Tanto que se me ha erizado hasta los pelos de la coronilla (xDDD) -no pude evitarlo y lancé una carcajada -em, perdón, no quería ofenderla... pero me ha recordado a alguien que domina muy bien éste tema...

 

- Ni mucho ni poco - respondí tras pensar unos segundos la respuesta, a la pregunta que me había formulado. Seguro que si mi melliza estuviese en esa clase particular, me daría una buena colleja por la parquedad de mis palabras - bueno lo que sé que es que, todos los humanos - carraspeé - vampiros, hombres lobo -negué impercetiblemente con la cabeza- bueno, todos los seres vivos que habitamos en éste mundo, tenemos energía. Incluso los objetos con los que trabajamos a diario... - sí, eso también lo había aprendido de mi marido, que era experto en magia indebida. Sabía neutralizar las cosas que fallaban por un hechizo mal realizado o que de por sí, estaba defectuoso - y... no sólo eso el de saber cómo controlarlo, podemos expandir nuestro poder, más allá que usando nuestra propia varita. En mi caso, yo sé cuando mi hermana está cerca. Aunque no pueda ver su aura, así cómo así...la presiento. Es decir - aclaré- siento su energía. En cierta manera, desarrollamos ese modo de comunicarnos. Es que, somos mellizas -le dije con una sonrisa- y ella es sacerdotisa de la Órden del Dragón -aunque no le importara seguro que así, entendería el porqué sabría muchas otras cosas. ¿Estaría preparada para lo que me indicara a continuación? Ya se vería - y bueno... para ver éste tipo de auras, supongo que tendría que usar un objeto especial, no pertenezco a ningún tipo de Orden sacerdotal, con lo cuál no tengo tan desarrollada esa parte -elevé mis hombros - además del olfato -señalé mi nariz - puedo saber más o menos, quién es quién por la energía residual si ha dejado el lugar o la zona en la que esté... cada mago y bruja tiene unas características que la hacen único, cómo las huellas digitales de nuestras dedos. Está en nuestra propia naturaleza...

 

No sabía cómo se tomaría esa perorata que le había lanzado. O se sorprendería o quizás me mandaría callar. Pero era lo que más podía decirle en esos momentos...

 

- Y aquí estoy yo... para poder ver más allá, con ayuda de sus conocimientos -le dije con una sonrisa conciliadora.

 

@Runihura

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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Runihura sonrió ante el reconocimiento del poder de su aura, no era para menos si trabajaba todos los días en ella, en superarse. Así que escuchó atenta a la respuesta de la muchacha, aún cuando ello incluía tener que escucharla carcajearse. ¿Cuál era el motivo? Sólo ella lo sabría. No entendía los impulsos emocionales de quienes poseían magia. Bah, no entendía absolutamente nada de lo que hacían ellos, en Londres. No eran muy distintos, en apariencia, pero vaya que distaban demasiado, en todo. Era contradictorio, sí.

 

— No entiendo cómo, un vampiro, clasifica en la parte de 'ser vivo'. Tengo entendido que no están vivos, ¿no? —no era un reproche, era más bien curiosidad.

 

Conforme Helike hablaba, la Uzza salvó la poca distancia que las separaba y puso una mano en el pecho de ésta. Presionó un poco, sólo para hacer expulsar algo de aire a la chica.

 

— Claro que necesitas algo para 'ver' el aura, entender cómo funciona mi clase, el Libro de las Auras. No porque no seas parte de una Orden Sacerdotal para dominarlo. El hecho de que 'percibas' energía, habla mucho de tu capacidad para percibir cualquier tipo de energía, independientemente de si es familia o no. —presionó una vez más.

 

Dejó que la Rambaldi respirara de manera tranquila y presionó por tercera vez.

 

— Expulsas aire, pero necesito que saques a relucir tu propia aura. La sientes aquí... —señaló con el índice, el pecho de la bruja— y la expandes por todo tu cuerpo para, por fin, exteriorizarla. Intenta hacerlo sola. —se alejó dos metros de ella.— Haz que llegue hasta mí. Y, ya que estamos, dime cómo podrías impedir que muestre mi aura e inténtalo.

 

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- ésto... -enmudecí ante su pregunta tan lógica y curiosa a la vez. Casi podía gruñir por lo bajo, como siempre hacía cuando se trataba del tema de los vampiros- digamos que es más complejo de lo que parece -respondí con una sonrisa comprensiva (¡algo raro! y más aún que con el tema de las hormonas y el embarazo saltaba con mal genio con algunas cosas).

 

- es cierto estamos muertos -asentí con la cabeza- pero al mismo tiempo, estamos vivos, somos criaturas un tanto especiales -le dije con otra sonrisa, levantando las cejas- si alguien te muerde siendo vampiro, la sangre es maldita igual que la de los hombres lobo, salvo que nosotros no nos convertimos en ellos. De hecho, ellos son nuestros enemigos naturales, por así decirlo - comenté, elevando mis hombros - pero creo que no estamos aquí para definir lo que es "vivo" y lo que no -le volví a comentar, con una mueca graciosa.

 

Tuve un gesto casi instintivo al ver que se aproximaba pero me tranquilicé al momento (¡malditas hormonas!) al ver que apoyaba el dorso de su mano en mi pecho. Fue en ese instante en el que expulsaba el aire de mis pulmones, o quizá quería decir otra cosa... Y no sabía porqué pero parecía que sus palabras me tranquilizaban en cierta manera, volviendo a presionar mi pecho. Quizá daba a entender que ahí era dónde residía ese poder especial, que yo llamaba energía pero que la tutora de la clase, hablaba de auras. Me tranquilicé más aún, al saber que no era necesario pertenecer a ningún tipo de Órden especial ni mucho menos.

 

Seguí sus instrucciones y volví a suspirar nuevamente. Los nervios desaparecieron completamente. No sabía si era por "su magia Uzza" pero parecía que había dejado mi mente en blanco, a pesar de estar achicharrándonos bajo el sol de la Universidad. Intenté despejar de mi mente todo tipo de palabras que, no saldrían a relucir en clase si no quería que la guerrera me regañara por no concentrarme cómo era debido. Cerré los ojos durante un momento y volví a prestar atención a su voz que me recordaba a la de mi marido, es decir; tranquila, pausada y que daba paz (?). Me dejé envolver por sus palabras...

 

Abrí los ojos y vi como me señalaba. Asentí con la cabeza. Sí, lo intentaría porque para eso estaba yo ahí. Sonreí de nuevo y volví a pensar en la propia familia que formaría en la voz susurrante de Matt y de cómo toda esa paz me envolvía completamente. Saqué a relucir los mejores pensamientos y sentí una especie de energía especial. Parecía que "nacía en mi corazón" envolvía mi cuerpo y se expandía. Eso lo pensaba con los ojos cerrados e imaginándomelo en mi mente. Pero era un aura diferente. No sabía si todos los vampíros la teníamos igual, pero la mía era de pura negrura. Más negra que la noche, era de color un negro brillante de color azabache.

 

- bloquear... -susurré por lo bajo. No sabía si Runihura lo hubiese escuchado pero, cómo si fuese una especie de orden mental y aún manteniendo los ojos cerrados suspiré por cuarta vez. Ahora la sentía mucho más fuerte pero, parecía que "consumía mi energía vital" pensaba sólo en eso, en cómo bloquear el aura que tenía enfrente. Sentía que era un poco más poderosa y caminé un metro más para que la profesora lo sintiera. Sabía de su localización porque no la había perdido de vista. Caminé un poco más y la agarré de los brazos con suavidad, haciendo que mi aura envolviese a la suya y estuviésemos a la par.

 

Quizá no tuviese que coger sus extremidades superiores pero había sentido la necesidad de hacerlo. Aunque me sentía un poco débil podía decir que era contradictorio sentía esa energía mucho más fuerte. Recordaba las palabras de mi hermana, en cómo canalizar ese tipo de poder y sonreí instintivamente al saber que le había hecho caso. Cuando miré a la profesora, parecía que ambas estábamos envueltas(?) en una especie de neblina oscura. Cómo si ésta tapara el sol en cierta medida y sonreí de medio lado. Al menos, no me freiría de estar tanto tiempo ahí en esos terrenos tan áridos.

 

- parece... que ha funcionado - murmuré otra vez- lamento el tener que agarrarla de los brazos, pero fue instintivo, prometo que no quería hacerle daño de ningún modo - le dije con un deje de disculpa en mi cara. Sólo esperaba que no se lo tomara a mal. Pero en cuánto pronuncié esas palabras, el poder que sentí, desapareció completamente, dejándome completamente agotada- ¿consume tanta energía el invocar uno su propia aura? -bufé cansada- porque, madre mía -dije ahora, riéndome por lo bajo- tendré que tomarme una poción revitalizante en cuánto salga de aquí -negué con la cabeza, divertida por la medio broma que había lanzado.

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- ¿Dificultad? - Pensó, lo que acababa de realizar no había sido fácil ni elemental y no cualquier mago lo podía realizar así que no sabía cómo era posible hacer que la clase fuera más compleja para él. No obstante, los guerreros siempre se encargaban de sorprenderlo y llevar sus habilidades hasta el límite para lograr aprender al máximo los conocimientos que enseñaban. Eso era lo que más le gustaba de las clases, sentir que aprendía cosas nuevas.

 

- Otra esfinge - Murmuró mientras cruzaba el portal abierto por la guerrera. Al parecer la mayoría de los guerreros y arcanos amaban las esfinges o el conocimiento de las mismas y de alguna manera lo hacían enfrentar a las mismas. Seguro la misma estaría en algún lugar de la aldea pero para llegar a ella tendría que ayudar primero a los habitantes a protegerse de las criaturas que los estaban atacando - Oh esto es peor de lo que pensé - Exclamó al llegar al otro lado.

 

- Aura de Poder - Inmediatamente la fuerza de los habitantes que estaban atacando aumentó considerablemente haciendo que comenzaron a herir a las criaturas de alguna manera. El Tonks necesitaba moverse rápido si quería lograr lo que deseaba sin salir herido. Deseaba volver a donde Runihura y continuar con su aprendizaje o al menos mostrarle que sus habilidades estaban mejorando y había aprendido algo nuevo.

 

- Aura de la Llama del Fénix - Las criaturas comenzaron a debilitarse hasta no poder atacar así que sabía que eso serviría para que las pudieran derrotar por completo. Le daba una ventana de tiempo a los magos de dicho lugar para atacar y acabar con ellas o al menos espantarlas durante un buen rato. Niko aprovechó para ir en busca de la esfinge y de su acertijo para regresar de nuevo a donde la guerrera y darle a conocer su hallazgo.

 

La esfinge se encontraba al final de la aldea protegiendo una especie de tesoro que dedujo era lo que deseaban las criaturas pero él solo quería su conocimiento. Escuchó atentamente las palabras de la criatura y luego de unos segundos respondió - El Fuego - La esfinge movió la cabeza afirmativamente mientras el rubio movió su varita para crear un portal de regreso y volver con Runihura. Había finalizado su tarea en la aldea y debía volver.

 

- El acertijo es el siguiente: Aliméntame y viviré, dame agua y moriré. ¿Quién soy? - Eso era todo lo que Runihura le había pedido así que se limitó a darle el acertijo pero no la respuesta. Igual era una guerrera llena de conocimiento y seguramente daría con la respuesta rápidamente.

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Runihura hizo una mueca, algo que simulaba una sonrisa, bastante desagradable y expandió su aura con fuerza. No demasiada, presintió algo en la alumna que hizo que no mostrara toda la brutalidad de la que era capaz su magia. Hizo trastabillar a Helike, la haría retroceder, sin caer. Ya no era calidez lo que se sentía, el aura de la guerrera parecía abrasar la piel. Al cabo de unos segundos, regresó a su estado normal. La Uzza observó a la muchacha como si la viera por vez primera. No lograba entender cómo, habiendo tenido todas las clases que había tenido y estando en su posesión en Libro de las Auras, se atreviese a hacer algo tan básico como tocarle los brazos para bloquear su aura.

 

― Quiero creer que has leído mi Libro, antes de llegar a MI clase. ―masculló, como si le resultara insultante la idea de que no lo hubiese hecho. Pero es que no se explicaba de otra forma su accionar.― ¿Qué sentido ha tenido para ti agarrar mis brazos para 'bloquearme'? ¿Intentabas hacerlo de forma física? Porque si ha sido así, te digo que podría haberme deshecho de tu agarre de una forma menos agradable.

 

La guerrera volvió a establecer la misma distancia que en un principio, cuando le ordenó que expandiese su aura.

 

No entiendo tampoco la caminata. Pedí que me hicieras llegar tu aura desde tu posición, hacia donde yo me encuentro. Repito, ¿qué sentido ha tenido toda esta demostración?. ―inquirió con una voz exasperada― Venga, otra vez. ―ordenó― Intenta invocar un aura, te enseñaré cómo bloquear sin agarrar a nadie. Aura de Inmunidad.

 

De su arma mágica, salió un aura de luz en forma de Sirena. El cántico era hermoso, pero no estaba allí para complacer los sentidos de la vista de nadie, sino que se encargaría de impedir que su alumna invoque su aura. Esperaba que pudiera aprender algo con ello, de otro modo, seguramente estaba perdiendo el tiempo y eso no le gustaría para nada.

 

Pero no pudo disfrutar mucho de la victoria en medio del enfado, pues Niko había vuelto ya con el acertijo que le había pedido traer de la esfinge.

 

¿De verdad? ―inquirió cuando éste se lo dijo― Debe estar haciéndose vieja, creí que sería algo mucho más fácil. ―se encogió de hombros― Anda, ya vete. No te quiero ver por aquí. ―lo despidió hacia su prueba, y regresó su atención a la Rambaldi.

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Sentí otro poder bastante diferente. Tuve que soltarme y casi me hizo trastabillar pero sin caerme. La miré confundida para después escuchar su reprimenda. No pude evitarlo. En vez de mostrarme sonrojada, cómo quizás lo hubiese enseñado en otros profesores sólo hizo que me cabreara un poco más.

 

- Por supuesto que no pretendía hacerla de forma física -protesté, aunque las evidencias eran más que claras- fue cómo un impulso, nada más... He leído el libro, claro que sí, pero tampoco pretenderá que recuerde toodos los hechizos ¿no? -volví a regruñir, enfadada.

 

Claro que los había leído pero no imaginaba que debía usar tan pronto los hechizos para invocar auras. Un error por mi parte por supuesto. Quizá debí prestarle más atención a los conjuros en sí.

 

- Lo de la demostración no era por superioridad ni mucho menos -cabeceé, negando con la cabeza- ya le digo que un impulso, eso es todo... Que mi hermana me haya enseñado algunas técnicas no quiere decir que sea una especialista en ellas -volví a mover la cabeza de un lado a otro.

 

- Lo lamento... no volverá a ocurrir -asentí con la cabeza mientras, otra presencia venía y enseguida reconocí la voz de Niko, el director de la Unversidad. Escuché con cierta envidida, cómo la profesora lo enviaba para la prueba. Esperaba poder llegar a ese momento, pero sabía que tardaría en llegar. Tendría que armarme de paciencia y hacer todo lo que Runihura me indicase...

 

- pero ya sabe, aquí estoy para aprender a usar ese tipo de poder -comenté elevando mis hombros. Suspiré nuevamente y escuché cómo había invocado otra aura. Mi mente en esos instantes, repasó la información que había leído días atrás. Sonreí de medio lado, la invocación que había hecho, me imposibilitaría el realizar las demás, eso estaba segura... pero, sacando la varita... susurré...

 

- Aura del Escudo Fantasmal - aún con la varita en ristre y murmurando ese hechizo, sabía que no saldría ningún tipo de magia. Tenía la esperanza de que, salieran los "fantasmas" de mi madre o mi padre pero en éste caso, no había surgido nada. La guerrera con la que había invocado, bloqueó por completo el hecho de que pudiese invocar, otro tipo de 'energías'.

 

El aura en forma de sirena todavía estaba presente y asentí con la cabeza. Comprendí a las malas que ese era un hechizo para bloquear todas las demás. No pude evitarlo y sonreí esa sería una buena forma de contrarrestarlas en medio de una batalla...

 

- Ahora entiendo lo que quiso decirme... supongo que, con el hechizo que ha dicho mi aura de escudo fantasmal, no saldría durante un tiempo -comenté y esperé al siguiente movimiento de la profesora.

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Respiró hondo, necesitaba tranquilizarse y eso lo tenía claro. El que Helike empezara con su ronda de disculpas, sobre una estela de rabia -quizás frustración- hizo que la guerrera asintiera y calmase ese carácter que amenazaba con soltarse. Normalmente, y aunque no considerase a nadie apto para estar en su clase, le gustaba creer que era accesible, excepto cuando pasaban ese tipo cosas, claro. Descansó los hombros, de modo que se despegaran de la tensión que había generado las circunstancias.

 

Sonrió medio de lado cuando la muchacha intentó invocar un Aura, algo que no le dio resultado debido a la primera invocación de Runihura. Algo que, de principio, le había pedido a ella que hiciera. Pero no se detuvo en lo que no fue, prefirió seguir avanzando. Volvió a fijar su distancia, la misma que hacía un rato, y desde allí le dedicó una mirada penetrante a su alumna.

 

Quiero que lo intentes de nuevo. Haz que tu aura llegue hasta mí. Necesitas sentirla, disfrutarla, 'saborearla', si es posible.

 

No sabía bien de qué forma explicarle que, cuando uno era consciente de su propio poder, lograba tener control sobre una de las esencias más poderosas, si era posible, de su propia magia. Para entender los poderes que escondía el Libro de las Auras, se requería la plena confianza y determinación de que, lo que allí había, se podía lograr. Las dudas y la auto compasión, eran cosas que no estaban valoradas en el manual de las Auras. Después de tantos libros previos, era inconcebible la inseguridad en la capacidad de sus habilidades.

 

Anda, quiero que me envuelvas con ella. Y esta vez sin caminar. ―intentó bromear.

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