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Libro de las Auras


Runihura
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Debió sospechar que la Uzza no les pondría las cosas tan fáciles y si al principio en las veces que se tropezó lo hizo por pura torpeza, ahora lo hacía provocado por el mismo suelo que parecía moverse con cada paso que cada. Con la adrenalina al máximo la sangre se le subió a la cabeza produciéndole mareo, a eso había que sumarle el hecho de que los brotes de piedra aparecían de la nada, así que aunque no fuese su intención terminó desacelerando el ritmo, pero aun así hacía lo que podía para que la tormenta no les ganara.

 

Al llegar abajo casi que rodando, pues al final su pie izquierdo se resbaló con la arena haciendo que se deslizara sobre su pierna, ya la tormenta de arena estaba ahí a pocos centímetros de ella.

 

— Creo que es el momento más oportuno para decirlo, pero ahora sí hay que correr —mientras hablaba pudo sentir cómo la arena se le metía la boca y escupió al suelo — A esto se le dice tragar el polvo.

 

La carrera de vuelta fue el doble de pesada, cansina y difícil, tanto que a mitad de camino, cuando Tauro sin querer se desvió demasiado de Leah, una enorme roca apareció de la nada. Bueno, no tan de la nada, es solo que ella no la había visto por la arena que había en el aire envolviéndola. La roca era tan grande y tan ancha que no le daba tiempo para rodearla, en cambio tuvo que escalar los tres metros que tenía para poder seguir avanzando y cuando lo hizo aceleró con todo lo que pudo el paso para terminar alcanzando a su esposa y finalmente llegar a la cima, donde Runihura las esperaba tranquilamente.

 

— No sé si lo ha notado, pero la tormenta de arena ya nos alcanza y a menos que tenga un truco bajo la manga para hacerla desparecer... —dejó la frase a medio terminar mientras sacaba la varita.

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La tormenta de arena alcanzaría la posición de las mujeres al cabo de unos pocos minutos, mientras que la Tiferim permanecía en su lugar, con los ojos cerrados, inmutable ante el hecho de que la arena azotaba sin piedad su rostro, pero la zona más importante por lo menos la tenía cubierta, y era la parte de la boca y la nariz, respirando sin problema alguno. Pero la parte más densa de la tormenta aún no llegaba, y sus alumnas aún no habían alcanzado la cima.

 

Se planteó internamente si interferir o no, pero para cuando se dio cuenta, las mujeres acababan de llegar por segunda y última vez a la cima antes de que la parte más peligrosa de la tormenta llegara, aunque en realidad, faltaba apenas poco menos de dos minutos.

 

Bien hecho – dijo, asintiendo con la cabeza y levantándose al fin del lugar –. Seguiremos en un lugar más seguro, por el momento cúbranse el rostro y los oídos si pueden con alguna tela. Vamos, síganme, debemos bajar un poco.

 

Se giró sobre sus talones hasta quedar de espalda a las extranjeras y comenzó a caminar rápidamente hacia una de las orillas del monte. Apresuró el paso para cuando las partículas de arena azotaban cada vez más fuertemente la piel al descubierto de Runihura, sabiendo que lo peor les pisaba los talones. Comenzó entonces un descenso por el lado norte del Monte Catalina, seguida de cerca de Taurogirl y Leah, hasta que llegó a su objetivo, una pendiente mucho más suave y que, por detrás de una roca el doble de alto que ella que sobresalía por un lado y la cual rodeó rápidamente, allí pudo apreciarse un pequeño pasadizo angosto por el cual les hizo señas que se metieran, entrando la guerrera de última, un instante antes de que la tormenta llegara al fin.

 

En el interior de la cueva no se veía absolutamente nada, ya que el sol no alcanzaba a llegar a aquella cerrada área y, para ser menos, el astro había quedado cubierto casi en su totalidad. Sin perder tiempo avanzó hasta salir del estrecho pasillo y llegar a una parte mucho más abierta, aunque oscura como la boca de un lobo. Sin perder tiempo, la Tiferim sacó su varita e invocó un poco de fuego que proyectó sobre algunas rocas pequeñas, tanto en el suelo como en lo más alto del techo, logrando así una iluminación óptima.

 

Ha sido un comienzo intenso – murmuró, girándose para quedar frente a las mujeres nuevamente –. La vitalidad de sus cuerpos ha logrado llegar a un buen punto, su cuerpo irradia energía pura y su mente se conecta con ella. Están listas para empezar. Lo primero que deben saber es que las auras, cualquiera de ellas, no se comportan como todos los hechizos que conocen, éstas son más complejas, empezando por el estado físico y mental que deben dominar previamente; para luego seguir con los efectos que cada una tiene.

 

»El Aura de la llama del Fénix, el Aura de Muerte, Aura de Poder, Aura del Escudo Fantasmal, Aura de Confusión y Aura de Inmunidad. El movimiento de varita de cada una de ellas las pueden encontrar en el libro. Les sugiero que lo saquen y vean mi primer ejemplo.

 

Su varita de álamo temblón apareció en su mano rápidamente, y para cuando estuvo segura de que le prestaban atención, comenzó con un movimiento de mano y muñeca bastante complejo, a la vez que mentalmente pronunciaba el hechizo. “Aura de Muerte”. Inmediatamente, una luminiscencia de un color verde fosforescente salió de su varita, elevándose en el aire y envolviendo por completo tanto a Leah como a Taurogirl por un instante, para al segundo siguiente, desaparecer sin dejar rastros.

 

Esto fue una prueba, si poseyeran determinada magia, en este momento esa Aura las estaría limitando, pero ésta aura en especial no les afecta a ustedes. Comencemos entonces, deben canalizar toda esa energía corporal y mental a través de la varita. Intenten primero con la que yo les hice de ejemplo, y una vez lo logren, tú comenzarás a practicar el Aura de la llama del Fénix contra tu compañera; – dijo, señalando a Taurogirl – y tú lo harás con el Aura de Poder sobre tu compañera también – ahora señaló a Leah –. Descubran los efectos que estas auras tendrán en ustedes y sus contrincantes.

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La arena estaba peligrosamente cerca cuando Runihura se incorporó, dándoles el visto bueno, así que cuando asintió tuvo que hacer un gran esfuerzo por no tragar parte de la tormenta en un segundo. Tenía la varita en mano y sabía que podría haber usado fácilmente el Cantar de Eleboro para proteger sus sentidos, sólo que recordó que la Uzza había dicho que nada de magia y decidió que era mejor seguir en la onda muggle; subió la parte de abajo de su blusa hasta que alcanzó su boca y nariz, aprovechando que la guerrera ya había empezado el descenso y se colocó el brazó sobre los ojos, lo suficiente para poder ver por dónde iba.

 

Hizo una seña a Tauro para hacerle saber que estaba lista y se lanzó de nuevo hacia abajo, sintiendo cada músculo reclamarle por el esfuerzo físico. Sin embargo, después de haber corrido tanto y de haber aprendido a ver cada obstáculo con inteligencia, no se le hizo difícil adecuar a sus pies a cada roca o agujero que encontraba por el camino. Se detuvo en cuanto la mujer lo hizo y después de un momento comprendió que no se movía porque quería que viera algo. Entornó los ojos para poder ver entre la arena y al divisar el pasadizo, pasó no sin ver atrás para comprobar que estaba su esposa

 

Era un lugar oscuro al que no se podía acostumbrar incluso si pestañeaba, por lo que estiró una mano hacia la fría pared para guiarse en el camino. Iba a preguntar a dónde tenían que ir cuando Runihura usó la magia para iluminar todo, con fuego, lo que le daba una teatralidad increíble al asunto. Como no había nada que ver, la mortífaga eligió una roca más o menos alta para sentarse, sin darle la espalda a ninguna de las dos y donde podía estirar un poco las piernas. En cuanto sintió el primer tirón muscular, sacó el libro para mantenerse ocupada. Pero la luz que las cubrió de pronto la hizo maravillarse.

 

—Vaya —exclamó al fin, deseando sentir un poco más de aquella magia—, es fascinante.

 

Compartió una pequeña sonrisa con Tauro y escuchó las indicaciones de la mujer, lo que la hizo contener una risita. ¿Tauro ntetaría hacer el Aura del Fénix de verdad? Negó con la cabeza y volvió a sacar la varita mientras inspeccionaba el libro.

 

—A ver... —releyó un par de veces el movimiento de muñeca y asintió—. Muy bien.

 

Aura de Poder.

 

Como era de esperarse en su primera vez intentándolo, nada sucedió. El movimiento había sido algo flojo y no había puesto suficiente energía para invocar un aura. Eso no pareció molestarle. Con la maestría de quien ha aprendido por errores comunes, siguió intentando una y otra vez hasta que empezó a sudar, hasta que la cabeza le dolió. Había puesto todo de sí y por ende, sabía que debía esforzarse más. Cerró los ojos cuando había llegado a la cumbre de cansancio, inhaló profundo y se encerró en su mente, como había aprendido en Oclumancia, haciendo el movimiento de varita tal como decía el libro y poniendo la gracia de un mago que utiliza todo su poder... y un poco más.

 

Aura de Poder.

 

Y entonces, lo consiguió. Abrió los ojos y se maravilló una vez más con la magia de los Uzza.

 

Sobre ellas en la oscuridad, una lluvia de luminosas estrellas cayó en el campo, cubriéndolas a ella y a su esposa. En ella el poder fluyó de inmediato, haciendo que se sintiera capaz de lograr más cosas de las que era capaz cuando no estaba bajo el poder del aura. Sabía que su esposa no sentiría nada, puesto que estaba en el tope de lo que se podía lograr en un bando, pero ella debía admitir que se sentía muy bien, algo que había experimentado únicamente una vez, bajo el poder de una rueda del libro del Caos.

 

—Excelente —siseó como una serpiente curiosamente feliz y miró a Tauro divertida—. Ahora tú, será genial verlo.

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La extrema tranquilidad de Runihura era un tanto desesperante, pues aunque estuvieran a punto de ser envueltas por la tormenta de arena, la guerrera permanecía serena como si tuviese todo bajo control. Una vez más la paciencia de Taurogirl estaba poniéndose a prueba y el hecho de tener la varita en la mano y no poder emplear magia era más frustrante que si no la tuviera. Finalmente la guerrera Uzza dio la orden de ir a un lugar más seguro, pero antes debían cubrirse el rostro para protegerse de la arena, Tauro fue la más brusca y decidió rasgar parte de su blusa para hacerse una especie de velo que le cubriera desde la nariz hacia abajo.

Ambas brujas lograron seguir el paso de la mujer, descendieron por el monte -no sin sortear algunos obstáculos que encontraron en el camino como piedras mal ubicadas, huecos y una bajada más bien uniforme-, mientras que cada granito de arena golpeaba las partes expuestas de su cuerpo de forma violenta y claro, como Taurogirl llevaba las piernas descubiertas, sufrió más la ira de la tormenta y aunque no fuese nada grave resultaba ser un ardor molesto. Llegaron a la siguiente pendiente, Runihura las condujo hacia un pasadizo angosto por el cual tuvieron que pasar para así quedar resguardadas en el interior de la cueva, justo a tiempo antes de que la tormenta las alcanzara. Estaban a salvo.

— Bastante intenso —dijo estando de acuerdo, mostrándose satisfecha por el esfuerzo. Tauro se liberó del velo improvisado y lo guardó en el bolsillo de atrás en caso tal de que tuviera que usarlo nuevamente y escuchó atentamente lo que la guerrera les decía sobre las auras, sintiendo una emoción que iba en ascenso.

«El Aura de la llama del Fénix, el Aura de Muerte, Aura de Poder, Aura del Escudo Fantasmal, Aura de Confusión y Aura de Inmunidad». repitió mentalmente cuando leía el libro, repasando los movimientos de la varita.

 

La demostración de Runihura con el Aura de la Muerte fue asombrosa. Tauro no sintió nada, conocía el efecto del Aura y ella que pertenecía al grupo de los Mortífagos, al igual que Leah, no lo sufría. A los guerreros por lo general no les importaba el bando al que apoyaran sus estudiantes, realmente no les interesaba y lo consideraban como poca cosa, lo cual era una ventaja para ellas pues no tenían que disimular y no había nadie ahí que las pudiera acusar. Ahora era su turno.

 

Aura de la muerte.

 

Como aun tenía toda la emoción de la carrera y la adrenalina al tope, no fue muy difícil para ella reunir toda la energía necesaria para hacer su primer intento con el aura. De la punta de su varita surgió una débil luz color verde, pero no era suficiente. Volvió a reunir energía, esforzándose al máximo hasta que la luz se hizo más grande, pero seguía siendo poco. Gruñendo, empuñó la varita con ambas manos y esta vez la enorme luminiscencia de un verde fosforescente invadió toda la cueva.

 

— Lo bueno es que funciona, lo malo es que... no tengo en quién probarlo—comentó.

 

Aun debía intentar crear otra Aura muy contraria a la suya, pero se sentía cansada.

 

— ¿Es peligroso tratar de crear dos auras en una situación de batalla? ¿Cuáles serían las consecuencias?

Editado por Taurogirl Crouchs

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-Sigue siendo excepcional, aunque no podamos ver los efectos de alguien que use magia blanca -reflexionó un segundo y tras la pregunta de su esposa, intervino-. ¿El Aura de la Muerte puede impedir curaciones? Quiero decir, no sé si cuentan igual como magia "blanca" y en ese caso sí nos afectaría un poco, siendo un equipo.

 

La varita seguía en su mano útil, la zurda, puesto que cuando había hecho el Aura de Poder había dejado atrás el Aura de la Muerte que Tau acababa de realizar. Pero había sido un pequeño plan silencioso entre ambas. Así que al intentar la segunda vez, no le costó tanto. Practicó el movimiento un par de veces y asintió, lista.

 

-Aura de la Muerte

 

Un destello de luz verde intenso, como la Marca Tenebrosa, las cubrió a ella y a Runihura. Por esa ocasión había omitido a la líder mortífago, solo porque ella tenía otra misión.

 

Necrohands

 

Solo por demostrar que podía hacer magia oscura a la perfección, invocó un par de manos fantasmales que emergieron del suelo como una bruma espesa azabache. Tocó una de ellas, despreocupada, haciendo que se volvieran sólidas de inmediato y sonrió. Al ver a su esposa, podía sentir el disgusto que le daba tener que invocar aquello.

 

-Vamos, nena, limítanos -la incitó con tranquilidad, sonriendo de medio lado-. Será interesante.

Editado por Leah A. Ivashkov

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En lo que la Uzza respondía, Leah fue haciendo también el Aura de la Muerte y ahora que Tauro ya se sentía más descansada podía hacer el Aura del Fénix. Le causaba cierta repulsión tener que llevar a cabo ese tipo de magia que iba en contra de la suya, ¿quién en su sano juicio se limitaría a sí mismo? Pero para entender el poder de este hechizo en particular debía sufrir los efectos. Asintió cuando su esposa estuvo de acuerdo en que era momento de limitar su propio poder y tal como antes repasó mentalmente y con el libro abierto el siguiente movimiento de la varita que debía hacer.

 

— Creo que lo tengo —dijo convencida de sus palabras.

 

Se apartó un poco de la Uzza y de Leah, alzó la varita e imitando los movimientos del libro susurró: — Aura de la llama del Fénix.

 

De su varita se fue desprendiendo una luz igual de potente que el Aura de la Muerte, sólo que esta vez la luz tomó la forma de un Fénix envuelto en llamas que iluminó por completo la cueva para luego envolverlas tanto a ella como a Leah con su horrible luz naranja. Era bastante lamentable usar un animal tan magnífico como el fénix para llevar a cabo ese hechizo.

 

— Esto es horrible —soltó cuando la magia hizo su efecto pues aunque no lo estuviera viendo físicamente, ya se sentía débil. De nuevo sólo había una forma de comprobarlo.

 

— ¡Expectro Protego! —exclamó la líder Mortífaga. Poco antes de lanzar el hechizo, Tauro pretendía que la creación de oscuridad tomara la forma de un Dragón adulto, pero debido al efecto del Aura del hechizo sólo quedaron las intenciones —¡Maldición! —espetó. Que funcionara le causaba más molestia que satisfacción debido a que no le gustaba sentirse limitada. Aun así decidió intentarlo con otro.

 

— Salvio Hexia —en condiciones normales el hechizo desilusionador tendría efecto sobre ella y sobre alguien más, en este caso su esposa Leah, pero al encontrarse limitada Tauro fue la única que logró camuflarse dentro de la cueva.

 

— Funciona —afirmó —Tan sólo espero no estar bajo sus efectos en algún futuro —comentó más que todo a Leah.

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Las observó emplear la magia de la cual ella se sentía particularmente orgullosa. Había nacido para manejarlas como sólo un Guerrero de las Auras podía hacerlo, era su especialidad, su vida. Llevaba ya tanto tiempo empleándolas -aunque no lo pareciera-, que le resultaba sumamente sencillo invocar varias auras al cabo del día, pero como toda aquella magia dependía enteramente del cuerpo y la mente en su máximo punto, al cabo de un rato de invocar varias, terminaba por caer exhausta al suelo.

 

Observó primeramente a Leah, quien tardó un poco en lograr invocar el Aura que le había indicado, pero que al cabo de unos minutos lo logró. Asintió con la cabeza, a forma de aprobación, para luego dirigir sus ojos hacia Taurogirl, quien intentaba realizar el conjuro que la Tiferim misma les había mostrado.

 

Se requieren años de práctica… No, una vida entera dedicada a esta magia en especial para poder dominarlas, y aún así es de sumo peligro hacer uso y abuso de ellas ― hizo una breve pausa, acuclillándose y apoyando la palma de su mano contra el suelo ―. La invocación de las auras es enteramente energía, energía que transmitimos desde nuestro cuerpo y mente a la varita, la cual la transforma en magia. Entenderán entonces que las auras roban gran parte de nuestras energías corporales. Sólo un Guerrero Uzza de las Auras experimentado podría invocar varias auras al cabo del día sin desfallecer en el proceso, pero y de todas formas nuestros cuerpos se resienten. Ustedes, extranjeras, aún novatas en esta magia, no deberían intentar forzar el límite de sus fuerzas. Lo último que deseo es tener que rendir cuentas ante alguno de los burócratas del llamado Ministerio o la Universidad.

 

Se puso en pie nuevamente luego de tomar un puñado de tierra arenosa del monte, haciendo que escapara por entre sus dedos, volviendo a su lugar de origen.

 

Las curaciones no es magia blanca preicsamente. Las curaciones sencillamente son eso, magia curativa. El principio de la magia blanca se basa en combatir a la oscura, así que no se preocupen demasiado por ello.

 

Las observó intentar invocar aquellos hechizos que acababa de enseñarles. Aún faltaban algunos, pero por el momento no parecían tener problemas con los puestos en práctica. Runihura meditó por un momento mientras las observaba atentamente comprobar los efectos de los hechizos sobre ellas mismas. A pesar de parecer en óptimas condiciones, parecían hallarse ya bastante cansadas. Estaban llegando a su límite.

 

Desvió la vista hacia una de las llamas, alcanzando a ver que se sacudían debido a la tormenta que aún azotaba afuera. Era momento de darles la última tarea del día, o por lo menos el conocimiento sobre una de las Auras.

 

Suficiente por hoy, ― sentenció, señalando con un dedo sus varitas ― descansarán en la cueva durante unas horas, ya que tarde o temprano el sueño y el agotamiento les vendrán encima, y si desean seguir deben recuperarse primero.

 

Un silbido algo tenebroso retumbó en la cueva, producto del viento, aunque bien podía asemejarse al murmullo de varias voces de ultratumba. La Guerrera Uzza sonrió de forma casi imperceptible, como si hubiese estado esperando aquello desde hacía rato.

 

Nuestro pueblo le tiene mucho respeto a la naturaleza, y las tormentas de arena no son la excepción ― retomó la palabra, pero esta vez con un tono distinto al que había estado usando hasta el momento, era algo divertido, como si se tratara de una real niña contando una historia ―. Se dice que las tormentas de arena son originadas por los viejos espíritus de los guerreros caídos, aquellos que aún no alcanzan la iluminación, y siguen en busca de ella, entrenando.

 

Cerró los ojos un momento, dejando que el viento, que ahora se filtraba cada vez más por la abertura, azotara su rostro y algunos mechones de su oscuro cabello.

 

«Aura del Escudo Fantasmal»

 

Abrió los ojos, dejando ver un particular brillo en ellos antes de que un repentino viento se formara dentro de la cueva, el cual poco a poco fue tomando forma por detrás de la diminuta figura de la Uzza. Bomani, el antiguo guerrero orgulloso; Hakizimana, gran guerrero devoto a la Diosa Uzza; Jahi, un hombre de aspecto frágil pero de fortaleza inigualable; Khaldun, Nassor, Sadiki. La figura fantasmal de varios guerreros tomó forma, dejando ver parte del pasado de los Guerreros de las Auras, aquellos a los cuales el Monte Catalina había acogido por unos pocos años.

 

Este es el poder del Aura del Escudo Fantasmal, puede invocar a los fantasmas que ustedes deseen a forma de protección, aunque no una protección permanente, sino más bien limitada de cierta forma ― explicó, mirándolas fijamente ―. En cuanto hayan descansado despertarán y comenzarán a practicar ese hechizo. Sólo una vez hasta que les haya salido a cada una, no hagan más, pues luego deberán volver a hacerlo, pero en otras condiciones.

 

Una fuerte ráfaga de viento azotó la cueva, llevándose con ella los fantasmas de los Guerreros caídos.

 

Las dejaré descansar. Cuando hayan logrado la primera invocación, salgan de la cueva. Las estaré esperando al pie del Monte.

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Automáticamente sintió cómo todo el poder que poseía, la mayor parte cargado de magia oscura, se drenaba de su cuerpo si lo hubieran succionado por los pies. Era una sensación desgradable, limitante, e increíblemente frustrante. Apretó los labios cuando intentó hacer un hechizo no verbal de la lista de bando y no pudo. Asintió una vez hacia las palabras de su esposa, reconociendo que aquello iba a ser un inconveniente en las batallas, pero que no llegaría a perjudicarlas a ese nivel... No demasiado.

-Me parece una buena idea -coincidió con la Uzza, haciendo un lento movimiento de hombros-, debo admitir que estoy algo agotada.

Y no mentía.

Tenía los músculos algo agarrotados después de los primeros intentos fallidos, así que el movimiento de hombros acabó en un pequeño reconocimiento táctil de sus articulaciones y finalmente acabó por hacerse un masaje que no aliviaba demasiado. Y estaba tan concentrada en ello, que cuando un fantasma se materealizó delante de ella tuvo que dar un salto hacia atrás.

Siendo profesora de Hogwarts, estaba acostumbrada a ver fantasmas a plena vista, pero nunca los había visto hacer semejante aparición. Giró el cuello para ver a Tau y se fijó en que Runihura estaba atenta, a sus reacciones, concentrada en su magia por màs fácil que se le hiciera. Era un Aura. Sonrió complacida y asintió, ¿era o no era una buena Aura? Esperó hasta que la mujer y los fantasmas se retiraron y fue hacia su esposa.

-Me pregunto qué podrían hacer esos fantasmas en un asalto.

Un movimiento de varita bastó para hacer aparecer una cama para las dos, con lo que necesitaban para dormir. Runihura había dicho descansar y no les había prohibido la magia, así que se negaba a dormir en el suelo. Se acomodó bajo las mantas y se acurrucó en el cuerpo de Tauro, buscando su calor. Pretendía entablar una pequeña conversación, decirle que la amaba. Pero solo llegó a decirle lo último en un murmullo, puesto que su cabeza había encajado en la curva de su cuello y el sueño la azotó más fuerte que la tormenta de arena.


-No puede ser más difícil que las otras.

Fue una mala comparación, por supuesto. Sus músculos se habían relajado durante la noche y la invocación del Aura no le estaba exigiendo ni la mitad del esfuerzo físico que había usado el día anterior. Sin embargo no estaba dando muchos resultados. Después de un rato intentando y de no haber logrado nada, la Ivashkov decidió que tenía que relajarse.

Antes había usado la fuerza para lograr los hechizos y había funcionado. Pero, si era sincera consigo misma, ¿la magia se podía forzar? El haberla mandado a descansar iba de la mano con la enseñanza y nada de lo que ella sabía y controlaba era obligado o tenso; su magia fluía por la sangre, por sus huesos, era parte de ella. Y las Auras tenían que convertirse en parte de ella.

-Aura del Escudo Fantasmal -invocó, inhalando por la nariz y expulsando la magia de forma uniforme.

Funcionó. La varita vibró en su mano tres veces seguidas, tres veces muy ténues, como un susurro entre la madera de almendro y su alma. Ante sus ojos, en cuanto la tercera vibración terminó, tres fantasmas empezaron a materealizarse uno tras otro a una velocidad acelerada para tratarse del recuerdo de un muerto. La que estaba delante era una mujer, con el cabello largo y rizado enmarañado, ondeando al viento como si siguiera viva. Al voltearse una sonrisa cruel iluminaba un rostro desquiciado y brutal, cargado de malicia. Bellatrix Lestrange.

Ivashkov pestañeó deslumbrada von la presencia de una de las mujeres más emblemáticas de su bando. A su izquierda Fenrir Greyback la observaba con interés y una expresión despiadada, podría jurar que las manchas plateadas en su estructura semi transparente había sido sangre en su momento. Y a la derecha, el mago Grindelwald mantenía un serio semblante que iba de la mano con su apagada vestimenta antigua y el poder que incluso su fantasma emitía.

-Impresionante... -se atrevió a decir por fin la rubia, titubeando un poco. Las tres personas ante sus ojos la intimidaban incluso a ella.

Volteó a ver qué invocaba Tauro y cuando acabaron, las dos salieron al encuentro de Runihura, esperando órdenes. Pero antes, decidió hacer una pregunta.

-Buen día. He invocado mis fantasmas y tengo dos dudas, una sobre esta Aura y sobre el Aura de la llama de Fénix. ¿Qué pueden hacer los fantasmas en sí? Y, cuando cancelamos los hechizos de magia oscura, ¿quiere decir que elimina solo los hechizos de bando? Hechizos como Sectusempra no son precisamente... Malignos -por no decir que pertenecían a la Marca Tenebrosa-, pero sigue siendo una maldición.

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No hizo falta cuestionar a la Uzza cuando señaló los peligros de abusar de la magia que les enseñaba, pues ella misma estaba experimentando el exceso de cansancio después de haber convocado dos Auras, tomándose un espacio entre cada una, una tercera y habría caído desmayada y eso al parecer Runihura lo notó. Incluso mientras hablaba a Tauro se le cerraban los ojos, teniendo que hacer un esfuerzo para no perderse cada palabra o lo podría considerar una falta de respeto. Al mirar hacia su esposa se dio cuenta de que no era la única y que probablemente ese fuera su límite. Suspiró.

 

Después de la última explicación sobre la magia curativa, blanca y oscura, a lo que le prestó verdadera atención fue a la palabra ''descanso''. La mirada de la líder se iluminó al ver las camas que su esposa hizo aparecer, sólo quería tirarse allí y dormir profundamente, las lecciones podían esperar hasta el día siguiente o la otra semana, ni siquiera podía pensar con claridad. A eso le siguieron más oraciones largas de las que captaba sólo unas cuantas palabras y hasta que no vio al guerrero fantasma aparecer allí frente a ellas entendió de lo que hablaba.

 

«Definitivamente quiero hacer eso». Ya no tenía fuerzas para hablar.

 

Tomó su lugar al lado de su esposa y esperó a que se acomodara y amoldara a su cuerpo. Estuvo segura que le respondió un «Yo también», pero era difícil decirlo. En su sueño, aunque fue profundo, no dejaba de pensar en que una tormenta de arena la perseguía, viéndose obligada a correr y correr sin descanso pues en ningún lugar encontraba refugio, hasta que se rindió y la tormenta de arena la envolvió. Despertó.

No hubo tiempo para platicas, Tauro se sentía muy recargada y el sueño que tuvo sólo sirvió para que ella quisiera superarse a sí misma, además, si su esposa lo hacía ella no iba a quedarse atrás, tenía que estar a la altura.
«Aura del Escudo Fantasmal»
No había punto de comparación entre un aura y otra, todas eran igual de complicadas a pesar de que el resultado de la magia fuera diferente. Se necesitó demasiada energía para que al menos la varita vibrara, lo cual era una buena señal. Practicó y practicó hasta que pudo controlar la vibración,se sentía lista para liberar todo ese poder desesperado por salir pero podía volverse en su contra.
«¡Aura del Escudo Fantasmal!»
Uno a uno los fantasmas surgieron de su varita, posicionándose frente a ella como si estuvieran protegiéndola. El primero de ellos era Dumbledore, seguido de Snape que estaba al otro lado, dos magos poderosos, expertos cada uno en magias que cualquiera envidiaría; en el medio se encontraba nada más y nada menos que Voldemort, como una forma de demostrar el triunfo de éste gran mago frente a los otros dos.
— Este es mi nuevo hechizo favorito. ¿De verdad te protege de cualquier tipo de magia? ¿Incluyendo los efectos sea cual sea? ¿Cómo funciona? —eran tantas las preguntas que tenía, pero como siempre necesitaba entender el funcionamiento de aquella magia, necesitaba encontrarle una explicación.

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El alba llegó, anunciando un nuevo día, y Runihura ya se hallaba despierta, e incluso trotando alrededor de la base del Monte Catalina. Aún era demasiado temprano para esperar a las dos mujeres, pues a pesar de que ya hubiesen despertado, aún debían practicar el aura que el día anterior les había enseñado. El Aura del Escudo Fantasmal era uno de sus favoritos, gracias a esa magia había logrado muchas cosas, además de que siempre era grato poder llamar a los fantasmas de los viejos Guerreros Uzza caídos.

 

Cinco vueltas ya había completado, y estaba dispuesta a dar una más, pero entonces notó que el sol ya había llegado a un punto bastante alto en el firmamento, por lo que desistió y se preparó para ir al encuentro de sus alumnas, no sin antes darse una rápida vuelta por su morada para recoger tres pequeños frasquitos que guardó inmediatamente en un bolsillo oculto de su falda, junto a su varita.

 

Veo que vienen con bastante energía ― comentó para cuando llegaron hasta donde se encontraba, apenas unos minutos luego de que ella llegara, y llegaban cargadas de preguntas ―. Antes que nada, tomen, ― sacando nuevamente dos de los tres frasquitos que había echado en el bolsillo, le lanzó uno a cada una, dejando ver el contenido viscoso de un color verde agua muy brillante ― bébanlo. El Aura de la llama del Fénix disminuye considerablemente los poderes del contrincante si éste se ha especializado en la magia tenebrosa; esto quiere decir que se verá limitado y sólo podrá invocar magia tenebrosa un rango por debajo de lo que lo hace habitualmente, y sí, sólo abarcaría a magia “bandista”. Creo que así le dicen acá ― agregó, rascándose la cabeza de forma pensativa ―. El sectumsempra es un hechizo al que todo el mundo tiene acceso, no es un conjuro realmente especializado en magia tenebrosa, por lo que no entraría en esa categoría.

 

»El Aura del Escudo Fantasmal protege a tres personas -no necesariamente el invocador-, pero su protección es totalmente distinta a la que han conocido hasta el momento: uno de los fantasmas será capaz de protegerlos de cualquier tipo de hechizo. Rayo, invocación, efecto o incluso criaturas, todos estos tipos de ataque que vayan dirigidos hacia alguien, el fantasma podrá cubrirlo de ellos, aunque sólo sucede una vez, y deben ser muy cuidadosos de elegir con exactitud el momento en el que usarán esta protección única, ya que cada fantasma sólo dispone de una utilización. Esto es lo que practicarán. Deberán aprender a utilizar el aura, no sólo a invocarla.

 

Rápidamente, volviendo a meter la mano en aquel bolsillo oculto, sacó ahora a su varita y la agitó con suma ligereza frente a Taurogirl y Leah, apuntando primero a Taurogirl:

 

Cinaede ― inmediatamente, un gas invisible al ojo humano rodeó totalmente a la mujer, dispuesto a envenenarla de forma mortífera. Arenas del hechicero siguió, esta vez dirigiendo su varita a Leah, la cual podría verse afectada por los huesos cristalizados, causándole una ceguera momentánea.

 

Pero confiaba en que supieran usar la magia que acababa de enseñarles y aprendieran, de forma certera, cómo contrarrestar aquellos dos hechizos efectos con alguno de los fantasmas que invocaran con el aura.

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