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Libro de los Ancestros


Khufu
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Kufhu miró un segundo a Zahil, esperando que la bruja hubiese captado la esencia del como se utilizaba el kasho y las implicaciones del mismo, para poder pelear contra el ciclope y no morir en el intento. Desviando su atención, se concentró en la llegada al punto de inicio de la clase, de una bruja, ¿otra alumna más? Sin duda, pasaría una larga temporada antes de que pudiese tener un poco de calma.

 

Sin hacerla esperar más, apareció delante de ella y la miró fijamente.

 

— ¿Quién eres y qué deseas? —preguntó sin inmutarse— Asimismo, ¿por qué piensas que eres digna de obtenerlo de mi?

 

Tras sus preguntas, espero solamente un segundo sus respuestas. Al no obtenerlas y tener que medir el avance de la anterior alumna, chasqueó su lengua y le indicó que lo siguiera, a través de un par de metros, hasta el sitio en el que se encontraba la primer llegada, peleando aún contra el ente y con el deseo de terminar con él, pero lastimosamente sus intentos eran totalmente en vano, por lo que ordenó mentalmente al cíclope que detuviera el ataque.

 

Indicándole a la segunda bruja, que en ese momento esperaba conocer la respuesta a sus planteamientos, la miró fijamente, mientras pensaba en la manera correcta de explicarle a la Granger, porque todo lo que había hecho contra su creación, no había funcionado en absoluto.

 

—Las criaturas y entes del Señor del Caos, adquieren únicamente la forma que se les da, pero no tienen las mismas propiedades, es magia mucho más avanzada, de tal manera que nunca podrán ser derrotadas más que como se establece. Por lo tanto, los rayos, maldiciones e invocaciones que les lances, realmente nunca les van a afectar —explicó con un poco de condescendencia—. Por lo que, son básicamente inmunes y todo, lo que les lanzaste como puedes ver, no le afectó al cíclope y únicamente lo enfureció.

 

Tras su explicación, posó su mirada nuevamente en Heliké, esperando su respuesta.

 

—Así, que si tienes los hechizos guardados que te envió el cíclope, pero si se los regresas a él, no le causaran daño alguno.

 

Mirando, el segundo anillo que tenía entre sus manos, supo que quizás era momento de mostrarle algo más teórico antes de continuar con la practica.

 

— ¿Tienen algún tesoro mágico que desean proteger incluso con su vida? ¿Cuál es ese? —tras su pregunta, las miró a las dos.

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Di un respingo del susto. No me esperaba para nada, encontrarme tan pronto con el guerrero. Suponía que, en esos momentos estaría atendiendo a otra alumna.

 

Hice desaparecer el cigarro y con una sonrisa ladeada, me dirigí al hombre que preguntaba por mí.

 

- Me llamo Heliké Rambaldi... Deseo aprender las artes guerreras de los Uzza. Por eso me he inscrito, señor - le dije, haciendo un movimiento con mi cabeza, en señal de respeto. Aunque, sabía que mi segunda respuesta quizá hasta incluso podía echarse para atrás el guerrero en enseñar su maestría mágica - yo creo que usted, valorará si soy digna o no de estar en su clase señor... He llegado hasta aquí con mucho esfuerzo, no lo niego. Pero sólo usted, valorará si soy apta para obtener un nuevo poder. Uno en el que pueda usar en beneficio de la comunidad -menuda mentira acababa de decir. Sólo esperaba que no me pillara... Bueno, era una mentira a medias... Rectifiqué en mi pensamiento.

 

Seguí el camino del brujo... Lo conocía de anteriormente y parecía que, en ésta ocasión, estaba más predispuesto. Pero tampoco podía confirmarlo. Se dirigió a la bruja que tenía en prácticas. Hice un gesto con la cabeza a modo de saludo... Pero la información que le había dado a la mujer, quedó retenida en mi cerebro. Tendría que tener cuidado con esas ¿bestias? a la hora de enfrentarlas... Porque si se daba en una batalla fuera de lo común, serían útiles pero si no se sabía como controlarlas, las cosas podrían desmadrarse bastante...

 

Sopesé sus siguientes respuestas. ¿Tesoro mágico? Fruncí el ceño, pensativa. Llevé mi mano a mi mentón y lo apoyé en el brazo que pasé por debajo... Sí, si lo pensaba detenidamente, tenía uno... Pero, ¿porqué desvelarlo así cómo así?

 

- Yo sí... es un legado familiar. Muy importante - aclaré- digamos que, de generación en generación los descendientes teníamos y tenemos una obligación importante para proteger un tesoro. Quizá no sea mágico en sí, sino que se refiere a la magia, si eso le vale - le dije con una sonrisa- ha pasado guerras, y todo tipo de batallas familiares así que, si llegó intacto hasta ahora, fue gracias al deber de los congéneres directos, que supieron guardar el secreto... No sé si deba decirlo, pero para mí, aparte de legajos que algunos, pueden considerar inútiles, guardan parte de la historia de la familia -media mentira para guardar la verdad- hechizos, encantamientos, algo que, no todo el mundo es digno de ni siquiera, echar un vistazo -elevé mis hombros - espero que esa información, esa más que suficiente -comenté, esbozando una encantadora sonrisa. ¿Me creería? Esperaba que sí.

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La rubiroja miro al ciclope y a Khufu y se pregunto como es que no recordaba eso, el hecho de que nada dañaba a la criatura del Caos, o ¿era tal vez que el otro guerrero no se lo había enseñado? Ese libro era tan confuso, realmente lo habia detestado y no le importaba no usar sus poderes nunca mas si aquello era posible. Se acerco de nuevo a donde estaba el guerrero y miro como este tomaba un segundo anillo. De repente se dio cuenta que ya no estaba sola, otra estudiante había llegado, una que conocía pues había hecho uno de los primeros libros con ella. La saludo con una leve inclinación de cabeza y continuo poniendo atención al Uzza.

 

 

La respuesta de Helike la asombro, las Granger también tenían un escrito como reliquia pero este era algo mas sencillo, una advertencia sobre algo especial

 

- Los Granger tenemos una reliquia, que de perderse podia en un futuro acabar con la familia, una advertencia en un viejo diario, que desde luego esta muy bien resguardado - contesto también a la pregunta mientras las palabras resonaban en su mente. - "Jamas las 4 matriarcas deben estar juntas bajo el mismo techo o un gran desastre ocurrira" - Repitio en su mente, ya que aquella información era delicada y no debia ser escuchada por nadie ajeno a la familia, se guardo el contenido para si, dentro de su mente

 

- Supongo que no solo yo, sino la familia entera daria su vida por proteger la reliquia Granger - le dijo al guerrero ancestral. - ¿va a enseñarnos a usar el amuleto, no es verdad?

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¿La Rambaldi creía que era un crédulo? Al parecer así era, y por más irónico que pareciera, no le sorprendió en absoluto porque a lo largo de los años en que se había visto obligado a honrar el contrato, por su enseñanza habían pasado muchísimos alumnos que creían que podrían engañarlo y aprovecharse de su buena voluntad por el simple hecho de tener el aspecto físico de una persona de la tercera edad, pero no, eso no era así. El paso de los años, le otorgaba sabiduría, la cual intentaba trasmitir a las nuevas generaciones, pero tenía claro que unas cuantas no lo deseaban, por lo que medidas drásticas es lo que tendría que tomar.

—Heliké, ¿en serio quieres hacer el buen por la comunidad mágica? —preguntó de manera retórica, mirándola fijamente, al notar como esta explicaba su punto al guerrero sobre una reliquia familiar— De no ser así, no podrás cumplir con mi siguiente prueba para ti. —añadió con una sonrisa.

Desviando su atención hacía Zahul, logró escuchar los pensamientos de la bruja. Ella decía la verdad, los Granger tenían cierto secreto y un acertijo que los ayudaba a protegerlo, tal y como en esos momentos lo escuchaba con fuerza en su mente. Intentando, eliminar los pensamientos de la bruja, respetó su privacidad y prestó atención al cíclope que continuaba esperando su orden, la que sin duda no tardaría en llegar.

—Este anillo, me permite ver todo lo que ocurre al rededor de las personas y en cierto momento o lugar —explicó tomando el anillo de presencia— Así, que también colócalo en su mano, vamos a usarlo juntos. —ordenó, viendo sus movimientos, en cuanto se acercó hasta ella.

Sacando un pequeño botecito, sopló delante del rostro de la mortífaga arena del desierto, la cual comenzó a empañar la vista de la bruja, sinque ella pudiese evitarlo, por lo que tuvo que cerrar sus ojos, esperando pronto recuperar la visibilidad.

—Cuando abras los ojos, sentirás que te encuentras dentro de un remolino de recuerdos y únicamente los dos, podremos visualizar uno en concreto, aquel que muestre los verdaderos sentimientos y razones por los cuales, deseas adquirir los poderes de los libros. —explicó con tranquilidad— El pensadero, que poco tiempo atrás use con Zahil, será también de ayuda, así que espero lo consigas.

Tras dar su indicación a la bruja, regresó su atención a la primer pupila que había llegado.

—Exactamente, el amuleto anti-robo tiene esa finalidad, proteger aquellos tesoros que son de gran valor sentimental y monetario para nosotros, ¿cómo funciona? Fácil, nos lanza un pequeño aviso que nos permite saber, que algo no va del todo bien y allí, es cuando debemos actuar, pero dime ¿con qué otro podemos combinarlo para una mejor ejecución? ¿Cuál utilizarías para saber, si todo va bien o es una falsa alarma?

Las preguntas que dijo, fueron seguidas de la orden del cíclope, de volver atacar a la fenixiana, necesitaba saber si había aprendido claramente la lección anterior, ¿lo había hecho? Esperaba que si, porque de eso dependería su avance al siguiente y casi último saber del libro. Porque, en esos momentos la criatura, comenzaba nuevamente a lanzarle hechizos, a diestra y siniestra, los cuales pretendían herirla.

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La bruja que había iniciado antes las clases con el guerrero parecía sorprendida por lo que yo había dicho. Negué con la cabeza, impercetible. En todas las familias unas más unas menos, también tenían reliquias familiares. De una forma u otra era una forma de elevar su procedencia mágica. Pero para mí era más que todo eso, un secreto por lo que muchos habían muerto y que no debía comentarse a nadie. Y menos mal, que había conseguido sacarlos antes de llegar a la mansión de mi suegra y que, ella, me había ayudado en cierta manera, a protegerlo.

 

Me quedé mirando a las dos personas. ¿Amuleto? Bueno sí, algo había leído en el libro. Tenía forma del dios griego de Hermes, sino había leído mal. Pero era tan poderoso que servía para salguardar lo que se necesitara y que sería imposible de sustraer, salvo por su dueño. Tan sumida estaba en mis propios pensamientos que, Khufu me había hablado. ¿Tan pronto me había pillado? Sin poder evitarlo unas feas manchas se asomaron en mis mejillas... Carraspeé, nerviosa. ¿Había dicho, la siguiente prueba? La verdad es que en la anterior ocasión había sido un poco desastre, sólo esperaba, que no fuese así, en ésta ocasión.

 

- Em... en parte sí, maestro -dije con una sonrisa- para proteger a la comunidad de los terroristas llamados Orden del Fénix- comenté con cierto gesto severo en mi rostro. Pero lo último que se esperaba era que le lanzara la arena mágica. Había leído algo de eso en el libro antes de inscribirse. Conocía los efectos de todos los hechizos, pero lo que menos se esperaba era tener que lidiar con ese tipo de magia. Cerré los ojos y lagrimeé. Escuché su voz y varias imágenes recorrieron mi mente. Tanto pasadas, como presentes. Varias de ellas, inquietantes... y había dicho algo de un pensadero... "casi mejor usar eso" protesté en mi cabeza.

 

Sentí tal y cómo había dicho estar en un torbellino multicolor al abrir los párpados. Veía las imágenes cómo si estuviese presente. Pero aún así, el mareo parecía persistente. Notaba que flotaba o quizás me lo parecía. Suspiré medio enfadada por lo que había hecho el guerrero pero también, sería para saber más de lo que había hablado anteriormente. ¿Descubrir lo más hondo de mi corazón? Sólo esperaba que el guerrero no dijera nada ante la otra alumna. Sería descubrir mis propias debilidades. Mi familia...

 

---

 

No sabía porqué pero mi mente había vuelto al día de la boda. A pesar de ser el día más feliz de toda mi laaarga vida, el ataque producido por la familiar más cercana de mi suegra había conseguido debilitarme, en cierta forma, ansiando tener mucho más poder para tener tranquilidad. Recordaba y veía al mismo tiempo, los conjuros lanzados, los destrozos causados, a mí misma que, en esos momentos, agarraba la mano de Matt y Sagitas oficiando la ceremonia; evitando hechizos, conjuros, medias lunas y todo lo que los enemigos nos estaban lanzando. Mi preocupación principal era mi familia. Deseando por supuesto que nadie saliera herido. Me veía cómo me giraba y mataba a algún vampiro con una maldición imperdonable, la más poderosa, la que no tenía contrahechizo, la más peligrosa...

 

Sentía el poder en mis manos pero sabía que necesistaba más. No sólo para ser más poderosa sino para proteger a la familia. Veía cómo la sacerdotisa Sagitas, daba concluída la ceremonia y, cómo siempre, evitando hechizos y encantamientos nos daba por recién casados y yo besaba a mi marido. Me maldecía a mí misma por no saber actuado en ese momento con más contundencia. No entendía, a día de hoy, cómo demonios habían entrado en la casa si estaba bastante protegida con conjuros propios y del Ministerio. Al mismo tiempo, ni cuenta me daba que, secuestraban a mi tío Adrián... Y aún hoy, preocupada, tenía la certeza pero no las pruebas de que uno de mis mayores enemigos lo había secuestrado...

 

Recordaba y observaba cómo me sentía en esos momentos. Feliz, furiosa e intranquila al mismo tiempo. Un embrollo de sentimientos que me dejaban completamente agotada. Sí, quizás ese no era el recuerdo que quería o mi mente se empeñaba en mostrar al guerrero Khufu... Pero además, me sentía un poco desvalida por quizás, no saber proteger mejor a mi familia. Claro que, no lo había hecho sola. Incluso Sagitas me lo había agradecido a su manera. Eso me había confortado, en cierta manera, pero entendía que no era suficiente. La familia, para mí, era lo más importante y quizá más sagrado que cualquier otra cosa...

 

Y sin pretenderlo llevé mi mano a la barriga. Quizás se diese cuenta o no el profesor, pero ahí estaba algo más importante. Un futuro heredero; pero no por ser el sucesor de la casa Potter Black y Rambaldi, sino por ser alguien más en la vida de nuestra familia. Que tuviese una infancia tranquila, sin mirar por encima del hombro por ver el siguiente ataque de la otra familia de mi suegra. ¿Ansias de venganza? Seguramente, pero era más la protección en sí. No me gustaba el tener que atacar a otro ser mágico pero si de eso dependía la tranquilidad y seguridad de la familia, lo haría, sin dudar. Tener más conocimientos de magia y no sólo por avaricia de conocimientos, sino para sentirme a salvo y entre todos, protegernos. Pero debía tener cuidado en usar esa magia, era la más poderosa quizá de todas. De eso, no me cabía la menor duda.

 

Y en otro momento mi mente me llevó hasta la clínica. No sabía porqué, pero inconscientemente tras poner la mano en mi barriga, me sobrevino la imagen de la sanadora, confirmando además de la gripe el embarazo. La sorpresa inicial, la histeria y después del susto inicial, la alegría de que, un nuevo ser crecía dentro de mi interior y por decirlo de alguna manera, el juramento de proteger a ese pequeño ser, cuando naciese... ¿Sería suficiente con toda la magia que conocía y podía seguir adquiriendo de cuidar a ese pequeño? Tenía esa pequeña esperanza...

 

---

 

Cuando parpadeé de nuevo me fijé en cómo mi compañera de estudios estaba siendo atacada nuevamente. Me aparté, porque lo último que quería era ser dañada, de alguna forma por los hechizos de la bruja, sólo esperaba que, no fuese como mi otra tía, Amya, que era un poco desastre con eso de la magia y sus usos. Miré al guerero con un gesto de susto. ¿Seguro que había visto lo que yo? Recordé que eso era lo que había dicho. Que vería todo y que quedaba entre nosotros...

 

- Supongo que, si lo vio - puse voz a mis pensamientos- entenderá que tengo mis propias razones y muy poderosas, para adquirir el poder de los libros - dije con una leve sonrisa - y creo que usted, también opinaría lo mismo...

 

Tras esa "visualización" de mis pensamientos, me sentía agotada, así que, me senté en el suelo, cruzando las piernas...

 

- No sabía yo que ésto, me hacía sentir tan cansada -medio protesté por lo bajo. Ahora sólo quedaba que el guerrero Khufu hablara y dictaminase mi continuación en el aprendizaje de ese libro. Pero esperaba que, con lo que, había visto fuera más que suficiente.

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Esperó unos segundos para ver si Zahil seguía sus indicaciones, al ver que no era así simplemente negó con lentitud. Estaba como en un shock, algo de lo que esperaba se recuperará pronto, para de esa manera poder continuar con su aprendizaje, el cual estaba a punto de llegar a su final, Estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos, que fijó sus ojos en el rostro de la bruja, intentando evitar usar la legelimancia para leer su mente y comprender que era lo que le ocurría.

Sacando esa idea de su mente, devolvió su atención a Heliké, la cual estaba cumpliendo con todo de acuerdo a como lo tenía planeado. Se introdujo con ella a sus recuerdos, buscando el adecuado, aquel que respondiera a la pregunta que anteriormente le había hecho. Si, vio y sintió parte de lo que la bruja tenía bien guardado en su mente, quizás por el hecho de poseer algunas habilidades mágicas legendarias, pudo sentir un poco más profundo su dolor, pero no le molestó, porque le hizo convencerse de que era digna de continuar con su aprendizaje.

En cuanto volvieron a la realidad. Observó, a las dos brujas y les regaló una pequeña sonrisa. No iba a responder a la protesta de la Rambaldi, no era el momento, además, le quedaba poco para concluir con su proceso de enseñanza y nada mejor que enfocarse en eso. Meditando un segundo, detuvo el ataque del cíclope a la Granger, porque si bien, ella sabía usar el Kasho, era momento de la primera de aprenderlo.

— ¿Sabes que es el Kansho? Es momento de que lo pruebes, y de que Zahil, sepa si esta preparada para usarlo. —comenzó a hablar—. Invocalo y lanza de paso un par de hechizos contra ella, y es justamente lo mismo que deberá hacer Zahil en tu contra.

Las palabras fluyeran de sus labios, mientras con un movimiento de su varita mágica lograba que se desapareciera la criatura del Libro del Caos, no la necesitaba más. Solamente, un hechizo más y las dos brujas, estarían listas para comenzar con la prueba, o eso era lo que pensaba. Todo dependía de su desempeño en esos próximos minutos.

Alejándose unos pasos, otorgando espacio, las miró con tranquilidad y esperó los movimientos de las dos.

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No recordaba como derrotar a los señores del Caos y eso era una vergüenza, lo sabia, pero es que los detestaba tanto que había tratado de pasar la clase lo mas rápido posible para después mandar aquel libro al fondo de sus recuerdos. Hubiese preferido que Khufu solo le enseñara lo de este libro sin usar nada del anterior, pero entendía que este lo había hecho por algo y no estaba en el derecho de cuestionarlo. Suspiro aliviada cuando el guerrero le quito de encima al Cíclope, al que solo había estado evadiendo y cuyos ataques había guardado dentro de la daga mas como protección que con intención de regresarlos al cíclope, no después de ver que no habían servido para nada.

 

Invoco de nuevo a Kansho que apareció en su mano derecha pues en la izquierda siempre tenia la varita y se acerco a donde se encontraba Helike y tras una leve reverencia, la bruja le lanzo un hechizo que era su preferido, le gustaba incluso mas que los de su rango en la orden y en parte se debía a su poca habilidad en las batallas, pues si tu enemigo no puede hablar, pues no te puede atacar y por lo tanto no hay pelea.

 

- Cinaede - dijo mirando directamente a la bruja apuntando hacia ella y lanzando el ataque. Sabia que si la otra bruja lograba invocar a Kansho, ese hechizo se le regresaría pero aun así decidió correr el riesgo. Quería probar si Kansho absorbía incluso los hechizos regresados por otro Kansho

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Me sentía físicamente agotada, necesitaría una buena poción revitalizante para que me llenara de energía. Puse una mano en el suelo para tener un apoyo al levantarme. Suspiré. Había sentido cierta magia del guerrero en mi cabeza y aunque esperaba que no dijera nada, creí ver cierta sonrisa de confirmación pero, tampoco me apetecía preguntarle. No sé qué había escogido para que me permitiera salir adelante... Pero sus palabras hicieron que "volviese a tierra". Asentí con la cabeza. Claro que conocía todos los hechizos inclusive el que estaba inmersa en el aprendizaje.

 

Asentí con la cabeza intentando olvidar todo lo que había visualizado en mi cabeza y me preparé para lo que venía... Y me concentré en lo que me había dicho Khufu.

 

- kasho -susurré. La invocación había surtido efecto. En la palma de mi mano, apareció una daga hermosa. Sabía que tenía un poder inmenso y, que para la defensa sería una estrategia genial, a la hora de absorver el poder de los otros atacantes en mi contra. Sonreí de medio lado. Con la daga en la mano izquierda y con la varita en la otra no me esperaba el ataque de la bruja. Sonreí ahora, más abiertamente. Conocía los efectos producidos por ese gas y con la daga activada en mi mano abosrvió el hechizo cinaede producido por mi compañera.

 

Pensé en un par de hechizos y apunté directamente mi varita hacia la chica. Éstos eran originarios del resto de los libros que había estudiado anteriormente y si mi contrincante los había estudiado bien, podía repelerlos sin ningún problema.

 

- arena de hechicero -mientras pensaba el hechizo hice un movimiento con mi varita, apuntándola hacia los ojos de mi compañera. Los efectos de ese conjuro no eran nada buenos. La arena conseguía cegar a la otra duelista durante un tiempo determinado (dos turnos) y si hasta lo pensaba más o menos bien, podría conseguir reducir sus efectos.

 

- flechas de fuego - si Zahil era rápida, podría repeler la invocación de la andanada de esos filamentos de fuego. Había lanzado el segundo conjuro gracias a una invocación no verbal. Si la muchacha no apagaba ese elemento rápidamente, podía producirle severas quemaduras.

 

Se dirigió ahora a Khufu.

 

- Señor, tengo una duda -le dijo- aunque conozca todos los poderes de éste libro, el kasho es interesante, ¿cierto que absorve cualquier tipo de magia que lance el oponente, verdad? Para usarlo más tarde - sonreí ahora, más abiertamente.

 

Y por supuesto, haciendo el uso de la daga que había absorvido el gas venenoso lo lanzó ahora hacia Zahil. Tendría que usar muchos conjuros para liberarse del gas, de las llamas y de todo lo demás. Porque sabía que, el nivel de magia de una persona influía y mucho. Si su compañera no actuaba deprisa podría morir a causa del cinaede que le había lanzado con la daga.

 

@Khufu @Zahil Aranel Granger

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La rubiroja de momento quedo ciega, pero su mente trabajaba muy rápido y sabia que había un hechizo que la ayudaría con eso, así que solo tuvo que levantar su varita hacia si misma, puesto que eso no requería puntería, no había manera de no curar su vista perdida temporalmente.

 

- Cantar de Eleboro - pronuncio. Acto seguido, su varita vibro tocando una melodía que estaba seguro que solo ella oía. Su mirada de nuevo funciono y pudo ver a su contrincante. Levanto a Kansho justo a tiempo para absorber unas flechas que iban directo a impactarla. Ahora tenia un hechizo que regresar a Helike. Pero primero se protegería por si acaso

 

- Obsistens - pensó y rápidamente un cerco de color rojo la rodeo, impidiendo que el hechizo que escondía el Kansho de Helike la impactara o al menos esos esperaba.

 

- Maestro Khufu, yo también tengo una duda, ¿cuantas veces puedo usar a Kansho en una pelea como esta y cuantos hechizos es capaz de almacenar? - pregunto muy interesada en saber cuanta magia podía acumular la daga

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Sonreí mirando a mi rival, mientras la veía usando los poderes de los libros. Asentí manteniendo la sonrisa. Desde luego tendría que prevenir que los usara, ya que estábamos usando los hechizos que, previamente, habíamos estudiado. Bufé... Ahora tendría que tener cuidado porque el absorver la magia de esa daga, bien podía dar por un duelo terminado, antes de empezar. Imaginaba que Khufu estaría contento al emplearnos "a fondo" en éstos temas. Pero, ¿cuándo empezaríamos a dar la siguiente parte? Estaba ansiosa por probar de nuevo otro de los hechizos pero bien cierto, estaba disfrutando de esa otra manera de hacer magia...

 

- ¡Bien pensado! -le dije a la chica mientras se defendía de mis ataques - sí eso -me dirigí ahora al profesor guerrero- algo leí en los libros, pero no recuerdo ahora - bufé otra vez... Sí lo sé, siendo un poco irónico que yo era jefa del antiguo departamento de desmemorizadores...

 

Ahora podría usar otros hechizos, pero claro tendría que ingeniármelas y tener más cuidado a la hora de no revelarme como mortífaga. No tenía ni idea si mi compañera pertenecía a algún bando y las clases no eran lo más propicias para desvelar otra parte de mí, que debía estar oculta. No, no debía usar magia oscura en ese lugar y no me extrañaría nada que, el maestro me echase a patadas de su refugio por usar conjuros que, no estaban bien vistos por el resto de la comunidad mágica. Debía pensar y rápido, tener cuidado con mis siguientes conjuros antes de al menos, "acabar" con mi rival...

 

El lugar era todavía luminoso tal y cómo lo recordaba. Hacía un calor aplastante y, sinceramente, debajo de las palmeras (?) daba cierto frescor que ayudaba en el duelo que estábamos llevando. El lago estaba cerca y se agradecía un poco de brisa que parecía salir de él, dándole al lugar un aroma dulzón mezclado de las diferentes especies florales propias de ese clima. Pasé mi mano por mi frente. Debí prever que tendría que usar unas gafas propias para ese tipo de zonas, pero ahora, qué más daba... Esperaría que fuese unas pocas horas antes de la prueba final que esperaba llegar...

 

Ahora debía atacar con más contundencia o al menos, no dejarle alguna oportunidad de defenderse en más de una ocasión, con la absorción de mis hechizos por parte de la daga kasho. Me estaba demostrando que era más poderosa de lo que parecía en un principio. Y puede que, hasta quizás, mi colega la usara por última vez, por las limitaciones que, traía en sí ese poderoso objeto mágico y a la vez uno de los más hermosos que hubiese visto (ni siquiera de los objetos del antiguo egipto) estaba claro que, tanto el clan de los Arcanos como de los Guerreros, sabían trabajar muy bien su magia. Algo de lo que nosotros nos estábamos beneficiando.

 

- Bueno, vamos allá - susurré y apunté mi varita a la capa que rodeaba a la bruja- morphos -volví a murmurar y ésta se transformó en una avispa marina que, con sus tentáculos, se agarró a la zona de sus clavículas y, por supuesto, a sus brazos, inyectándole poco a poco, su veneno. No sabía cómo actuaría la mujer en éste caso. Pero era una de las pocas estrategias en duelo que muchas de las veces me habían dado buen resultado. Pero debía tener cuidado y, sabiendo que, quizás se curaría y tendría que usar "todo su arsenal" mágico para ver dónde podía llegar la mujer.

 

Pensé en el hechizo, apuntando nuevamente a mi contrincante en esa ocasión.

 

- Flechas de Fuego - había invocado mentalmente, una andanada de filamentos de fuego, que salían disparados uno tras otro. Alcanzándole sobre todo a los brazos y a la túnica que llevaba puesta por debajo de la capa. Enseguida empezaría a arder y, si la bruja no se apresuraba, bien podía salir con quemaduras graves. Y a pesar de todo, esperaba ver su siguiente movimiento. Saqué otro cigarrillo y lo encendí con la varita y esperaba, observando los siguientes movimientos de la otra pesrona que, si no se espabiliba, quizá podría tener serios problemas... Aunque tenía que reconocer que, el manejo de los otros hechizos que había visto, era muy bueno.

 

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